Mi novia se acuesta con otro Pt.2

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Sabía que Carolina se divertía por su cuenta desde que me dijo explícitamente en esa fiesta que quería tener sexo con ese otro sujeto, pero ahora sospechaba que no solo lo hizo esa vez, sino que aquel fue el primer encuentro entre ambos. Y vaya que ella la pasaba bien, pero nunca diciéndome qué hacía ni cuando, solo yo tenía que intuir cuando ella se daba sus encontrones.

Una de las primeras ocasiones más descaradas fue cuando ella, vistiéndose muy bien para una entrevista de trabajo, no me pidió que la llevara ni que la recogiera, sino que -No te preocupes, yo voy por mi cuenta-, fue su explicación. Sospechoso, por cierto, ya que iba muy provocativa: un vestidito más arriba de las rodillas y sus pantimedias negras de encaje, de esas que se ajustan con un liguero. Tuve la suerte de ver, un poco, cómo se ponía su conjunto así como pude notar qué tipo de ropa interior usaba: prácticamente usaba lencería debajo. Solamente bastó que observe cómo ella se subía la falda para que voltee a verme y cierre la puerta. ¿En qué clase de relación una novia no deja a su pareja ver cómo se viste?

A pesar de mi intensión de llevarla hacia su entrevista, Carolina solo me repetía que no me preocupara, que me quede en el departamento ya que ella llegaría eventualmente. Claro, la imagen de ella besándose con el otro sujeto y posteriormente desvistiéndose frente a él para luego acostarse aún no se borraba de mi mente. De hecho, aún me dolía profundamente el que ella tenga a alguien más a parte de mí para tener sexo, tenía que aclarar las cosas de una vez por todas. Pero no podía hablar con ella justo cuando se iba a ir, tenía que esperarla hacia su regreso. Pasaron las horas.

Llegó por fin en la noche, como a las 9, sobrepasándose las horas de entrevista y mucho más. Abrió la puerta y la cerró de un porrazo, y por tal motivo pude saber que ya había llegado. Pues la recibí. Cuando la vi, noté que algo no estaba en su correcto orden, puesto que tenía la apariencia de recién haberse arreglado lo mejor que pudo, pero eso no fue lo más descarado, sino que cuando me acerqué a besarla, pude notar un pequeño aroma a alcohol. Mis sospechas se habían confirmado, sabía que aquellas horas extras no pudieron servir más que para que ella haga cosas ocultas, cosas que a había visto antes. Tenía que hablar con ella.

Intenté abordarle el tema de conversación con unos masajes a la espalda, primero preguntándole cómo había pasado el día. Nos fuimos a la cama, ella sentándose en el borde del colchón, mientras que yo estaba sentado detrás de ella con mis manos sobre sus hombros y brazos. Mi plan era, naturalmente, conversar sobre su entrevista de trabajo, para ir luego hacia lo que hizo después de eso. Aunque mi curiosidad celosa estaba elevada, no pude dejar de sentir ese placer de tocar su cuerpo, observando cómo ella se despojaba de sus tacones. Esos pies. Cubiertos por esa tela de las pantimedias y sus piernas perfectamente trabajadas. Nada de lo que me decía me daba mayor interés que verla tocar sus pies y muslos. Era evidente para mí que una erección estaba comenzando. Al pasar mis manos por su espalda, y ella relajándose, abrió las piernas completamente, haciendo que la falda se desplace mucho más arriba de sus muslos y por donde la tela de las pantimedias terminaba e iniciaba de nuevo la piel desnuda. Entonces supe que yo no era el único que disfrutaba de aquello, sino que ella también tenía un amante que podía hacer quizá más cosas que las que yo estaba acostumbrado a hacer.

Confiando en que la situación era propicia para iniciar una explicación de los hechos, aproveché para conversar sobre lo sucedido en la fiesta y si es que se seguía viendo con ese tipo. Lo hice, para algunos, de la forma más estúpida: -¿Y qué tal la pasaste con el pata de la fiesta?-, le pregunté. -Uf, increíble-, luego dio un leve gemido, -gracias por presentármelo-. Era la primera vez que le hablaba del asunto, así que tenía que saber todos los detalles: -Vi que desaparecieron un rato... ¿tiraron, como me dijiste que querías hacer?-

-No, solo agarramos un rato-, mintió. -¿Confías en mí?-, preguntó. -Te creo-, le dije. -Igual sabes que te quiero y un agarre con otro no significa nada-. El silencio posterior a esa frase hizo que sea tan evidente que ambos sabíamos cosas demás. -Un agarre a veces no significa nada. Te amo-, cerré el silencio que hasta ese entonces se volvía irrespirable, pero no escuché una respuesta de ella después de eso. Esa sensación de saber que te mienten era asquerosa, pero a parte de eso, también era el hecho de que otro más se acostaba con mi chica, que tanto me costó conquistar.

-Échate, te voy a hacer masajes hasta que te duermas-, le dije, sabiendo que ella estaría agotada por toda esa acción que había tenido esa tarde. Tuve suerte además de que me pidiera un vaso de agua con su pastilla para dormir, quizá como razón para evitar de que yo le pidiera hacer el amor con ella. Y mientras ella se relajaba con sus masajes, yo pensaba en las cosas que ella tal vez hacía y qué cosas más le daría licencia al otro que a mí no. Entonces, cuando ella cayó dormida, aún con su conjunto puesto, no pude tener una erección mayor al observar tremendo monumento de mujer.

Sintiendo aún celos de mi poca fortuna, intenté masturbarme frente a su cuerpo en reposo absoluto, cuya posición dejaba muy poco que ocultar, teniendo en cuenta que estaba boca abajo con las piernas separadas, dando vía libre para mirar su fina tanga negra, que separaba dos glúteos y cubría el inicio de su sexo. Pero luego sentí algo nuevo, una sensación de que, si bien no era ya el único que podía mirarla de esa manera, ¿por qué no ser generoso con otra persona también?

Cogí mi celular entonces y busqué en mi directorio del Whatsapp a una persona lo suficientemente necesitada que le hiciera el regalo de su vida. Encontré entonces al indicado, por alguna razón tenía al tal Esteban, un jardinero que había hecho algunos trabajos en la casa de mis padres y con quien había comenzado a hablar poco a poco. Solo bastó un "hola" para decirle después mi desquiciado deseo. "Mi flaca está dormida, ¿quieres verla un rato?" , -Te mando fotos-.

Comencé a fotografiar a Carolina dormida en un montón de ángulos, siempre mostrando su fina tanga, a veces también fui lo suficientemente generoso como para acercar la cámara casi como rozando la tela. Esteban pedía más, hasta vídeos. Le hice el favor, me hizo una videollamada y, muy en silencio, me pedía mover la cámara hacia las partes que él deseaba ver más. Terminada la sesión, nos hicimos más cercanos, yo me fui al baño a masturbarme, y supongo que él había hecho lo mismo. Esa no sería la última vez.

En la mañana siguiente ella despertó con la misma ropa, renegando.

(Continuará)

 

Estás que te enfermas cofrade pero continue

 

Mejor ten una relación abierta y busca otra flaca y que ella sea tu agarre. Ya pareces mi pata que se pelea con su flaca y le dice que no le fue infiel porque el otro termino afuera

 

A esa flaca no la tengas en un pedestal, si ya te engaño lo seguira haciendo.

 

Yo que tú le daría full anillo sin piedad hasta que me aburra y luego chau