Crónicas putañeras. Parte 1: la mujer y el taxista

Esta historia le pertenece a uno de los taxistas que conocí mientras vivía en Lima. Un taxista que eventualmente se hizo mi amigo y que falleció en el 2020 a causa del Covid 19.

Javier era un tipo de cincuenta años que se dedicaba al taxi informal. En 2011 todavía no explotaba la oferta por aplicativo y la calle era el lugar predilecto para recoger pasajeros.

Yo estaba en los primeros ciclos de la carrera de psicología y regresaba a casa luego de reunirme para un trabajo grupal con mis compañeros de clase.

Su voz era como la de los locutores de radio de los años 90. Preguntaba cosas sobre la política, el fútbol y si es que alguna vez me había enamorado. Respondí que sí y que aquella relación parecía no terminar nunca.

Bajó la velocidad y me pidió que le repitiera hacia donde era la carrera. San Borja, respondí. Me había recogido a escasos metros del hospital Rebagliati y a lo mucho el viaje duraría unos veinte o treinta minutos.

"Pero alguna vez te has enamorado de una puta" me dijo. Guardé silenció."No te quiero aburrir sobrino, si te interesa está historia me avisas para seguir contándola". Tuve la intuición de que era ese tipo de historias que no puedes rechazar porque puede que solo aparezcan una vez en la vida.

"Conocí a Lady hace una punta de años en una casa de citas en Lince. El servicio eran 40 soles pero esa era loca. Le gustaba que le tires cachetadas, que la arrastres por el piso, te ofrecía un polvo más si aceptabas llamar al marido de su hermana para poderlo diciéndole que era un cachudo y que a su mujer todo el barrio ya se la había reventado. La visité muchas veces y los encuentros siempre fueron brutales. Se entregaba a mil. Tanto que una vez se puso necia hasta que no paró de arrancarme un pedazo de piel de la pinga. Si te digo que era loca, es porque era loca"
El relato me inquietó y pregunté si alguna vez tuvieron una relación. "Claro, fue mi mujer por un tiempo, sus cinco años. Pero tú sabes sobrino que una puta siempre es una puta".

"Yo saqué este carrito en 2005 y ahí nomás lo dejamos ahí. Ella quería una familia, hijos y yo la verdad tenía que ver por mi hija y mi mujer, pero mi mujer estaba hasta más huevas, se había descuidado y se había puesto amargada. Por eso es que ese hueco fue mi refugio. Lady nunca dejó la puteria y una noche en la calle Manuel segura ví su puerta cerrada y me metí a otra. Cuando salí la Vi de frente y comenzó a tirar cosas. Lo parroquianos comenzamos a correr para escapar de esa loca. Volví a la semana pero el lugar estaba clausurado. No le tomé importancia, cambié de número y un día ma loca de se apareció en mi casa y estaba hablando con mi hija en la puerta, puta sobrino le metí un manazo por huevona. Habló con mi mujer y le había pedido que desaparezcan que no quería hacerles daño. Yo les dije que no le hicieran caso que estaba loca. Pero ocurrió todo lo contrario. Mi esposa se asustó y decidió llevarse a mi hija a Estados Unidos en Busca de nuevas oportunidades. Yo, en cambio, me quedé en lima con un taxi de mrd y con un directorio telefónico lleno de putas. Soy putero p,no se puede corregir a la naturaleza"

El relato me conmocionó y ya estábamos cerca a mi casa, le pedí conversar en las cuatro estaciones de aviación. Le invitaba un jugo, no podía dejar de seguir escuchando esa historia. Nos sentamos, pedimos una hamburguesa y un par de jugos. Me contó que Lady no se quería alejar de él, incluso le pidió que consiguiera otro departamento para que pueda trabajar y el ser su caficho. Javier no sabía que hacer. Lo intentaba todo, pero siempre volvía hacia ella.
"No sé sobrino, yo pensaba me había hecho algo y evidentemente, me hizo un amarre bien pendejo y se la quise devolver. Me cambié de departamento y me contaron que la lady se estaba cachando a mis amigos a cambio de información sobre mi. Hasta la vieron calata afuera del departamento llamándome. Se rayó la loquita. Me dió mucha pena escuchar eso y decidí meterme una encerrona para recordar viejos tiempos. Te estoy hablando del 2007 dos años desde que mi mujer se había ido a los unites"

Le pregunté que había pasado con ella. Sonó su celular y me dijo que se tenía que ir. Intercambiamos números y me dijo "foneame sobrino y seguimos hablando. Ahora me tengo que ir".

Me quedé muy huevón. Me importaba un carajo la flaca por la que estaba cagado y recuerdo que lo primero que hice fue irme a un chongo, uno de los tantos chonguitos que, allá por el 2011, abundaban en la Avenida Aviación.

(Continuará)

 

Continua con el relato estimado esta bueno