Cansado de la corrupción y el descaro de nuestra clase política decidi irme del Perú. Cinco años después decidi volver para ver a mi família y amigos. Volver a la tierra que te vio crescer es un sentimiento inigualable. Ver las calles llenas de recuerdos, encontrarse con figuras del pasado en su nueva versión, recordar peleas y abrazos. En medio de la nostalgia de los primeros dias, mis amigos del barrio, a pesar del tiempo, me recordaban con cariño, y por eso me invitarón al viejo ritual de los viernes. Por mas que hice muchos amigos y tuve experiencias elocuentes en el extranjero, no hay nada como tomar unas cervezas con los amigos que te vierón crescer, que te vierón llorar por el primer amor o con los que los que te diste tus primeros golpes. Yo me comprometi en llevar una caja de cerveza. Fui a la tienda de la esquina para poder saludar y pedirle fiado a la señora Adela. La pobre estaba tan enferma que tuvo que vender su punto para una tal Rosário. "Doña Charo", como todo el mundo le decía, era una mujer de aproximadamente cuarenta años con la piel de color canela, su rostro tenía algunas manchas que le daban un aspecto atigrado, y a pesar de no ser muy alta, tenía unas prominentes caderas que desembocaban en un magistral trasero. Le expliqué que yo era del barrio y que estaba llegando del extranjero y que por flojera no había cambiado mis monedas. Temerosa y desconfiada me prestó la caja de cerveza. La callecita en la que nos solíamos reunir era una cuadra cerrada, sin asfalto y con cuatro casas que no aún estaban en construcción, grata fue mi sorpresa al ver que ahora tenía pista y casas de dos pisos o más. Entramos en la casa de Pedro, un tipo que apareció cuando yo me fui, y después de horas tomando, riendo y recordando tocarón la puerta. Pedro me pidió que habrá por que él estaba friendo papas. Ya estaba ebrio aunque intente ser ágil, demore en abrir la puerta. Mis ojos se abrierón como nunca antes cuando vi a dona Charo parada la calle. Ella no solo vivia allí si no que era la madre de Pedro. - Vaya, vaya, pero si es la ricotona de la tienda. - creó que lo dije balbuceando y por eso no me entendió. - ¡Como se te ocurre hacer tomar tanto a tus amigos! - gritaba Charo encuanto entraba meneando sus enormes nalgas que aparecían a través del jean apretado. No recuerdo con clareza que es lo que ella converso con Pedro. Sólo sé que el olor a grasa inundaba la sala, que charcos de cerveza me mojaban los sapatos y que tiempo después desperte alguien me sacó el calzado, las medias y me recostó en el sofá. continuará...
Cansado de la corrupción y el descaro de nuestra clase política decidi irme del Perú. Cinco años después decidi volver para ver a mi família y amigos. Volver a la tierra que te vio crescer es un sentimiento inigualable. Ver las calles llenas de recuerdos, encontrarse con figuras del pasado en su nueva versión, recordar peleas y abrazos. En medio de la nostalgia de los primeros dias, mis amigos del barrio, a pesar del tiempo, me recordaban con cariño, y por eso me invitarón al viejo ritual de los viernes. Por mas que hice muchos amigos y tuve experiencias elocuentes en el extranjero, no hay nada como tomar unas cervezas con los amigos que te vierón crescer, que te vierón llorar por el primer amor o con los que los que te diste tus primeros golpes. Yo me comprometi en llevar una caja de cerveza. Fui a la tienda de la esquina para poder saludar y pedirle fiado a la señora Adela. La pobre estaba tan enferma que tuvo que vender su punto para una tal Rosário. "Doña Charo", como todo el mundo le decía, era una mujer de aproximadamente cuarenta años con la piel de color canela, su rostro tenía algunas manchas que le daban un aspecto atigrado, y a pesar de no ser muy alta, tenía unas prominentes caderas que desembocaban en un magistral trasero. Le expliqué que yo era del barrio y que estaba llegando del extranjero y que por flojera no había cambiado mis monedas. Temerosa y desconfiada me prestó la caja de cerveza. La callecita en la que nos solíamos reunir era una cuadra cerrada, sin asfalto y con cuatro casas que no aún estaban en construcción, grata fue mi sorpresa al ver que ahora tenía pista y casas de dos pisos o más. Entramos en la casa de Pedro, un tipo que apareció cuando yo me fui, y después de horas tomando, riendo y recordando tocarón la puerta. Pedro me pidió que habrá por que él estaba friendo papas. Ya estaba ebrio aunque intente ser ágil, demore en abrir la puerta. Mis ojos se abrierón como nunca antes cuando vi a dona Charo parada la calle. Ella no solo vivia allí si no que era la madre de Pedro. - Vaya, vaya, pero si es la ricotona de la tienda. - creó que lo dije balbuceando y por eso no me entendió. - ¡Como se te ocurre hacer tomar tanto a tus amigos! - gritaba Charo encuanto entraba meneando sus enormes nalgas que aparecían a través del jean apretado. No recuerdo con clareza que es lo que ella converso con Pedro. Sólo sé que el olor a grasa inundaba la sala, que charcos de cerveza me mojaban los sapatos y que tiempo después desperte alguien me sacó el calzado, las medias y me recostó en el sofá. continuará...
La ventana de la sala estaba abierta, seguramente para que la pestilencia que emana un cuerpo ebrio no inunde la casa. La corriente fría endureció la madrugada y fui obligado a levantarme para buscar abrigo. Sentia que mi pie estaba húmedo y que con cada pasó se mojaba más y más. Como no encontre nada en el primer piso, subí al segundo. Habían tres puertas cerradas y una abierta. Me acerqué a la puerta abierta y descubrí que era el baño. Para no caminar mucho decidí que intentaria con la puerta más cercana. Toque despacio y la puerta se abrió. Una luz tenue me permitió ver la silueta de Doña Charo a través de una sabana. Parecía que estaba desnuda y que había otra persona en la cama. Confirme mis sospechas cuando vi uma mano abrazando su cintura. Intentado no hacer bulla empecé a retirarme en reversa. Ya estaba cerca de la puerta cuando pise una llave que me hizo dar un pequeño grito. - ¿ Qué estás haciendo aquí? - Me dijo Doña Charo con una voz suave pero al mismo tiempo amarga. - Disculpe, no queria interrumpir. Hace frío y me falta un abrigo. - Respondí con la voz entrecortada. - ¡Esperame afuera! El minuto que espere me pareció eterno. En mi mente inmaginaba a Charo desnuda a mi lado. - ¡Que verguenza me haces pasar oye! ¡Se toca antes de entrar! - Decía eso pasándome una cobija. - Una vez mas le pidó disculpas. - Ayer fuiste muy grosero. Me llamaste de ricotona, me diste una palmada en mis pompis. ¡Suerte que mi hijo no vio nada! Yo soy de respeto, soy viuda, pero eso no quiere... Era soso ver como queria bañarse de moral para encubrir su "escapadita" con un malandrín. Como la bebida aún herbia en mis venas y esto nublaba mi juicio me aventé a sus labios. Debe haber sido un besó incómodo para ella, pues el olor a borracho no es agradable. De cualquier manera me arrastro hacía un cuarto del primer piso. Por el camino ella me dio unos chicles que devoré sin piedad. El pequeño cuarto era un baño a medio construir. Tenía ducha pero no taza. Doña Charo abrió el água caliente y con la manguerita nos lavamos nuestras partes intimas. Sin más ella se sento en el lavatorio, que no funcionaba, y abrio sus piernas para que yo disfrute de su sexo. Mi lengua viperina en segundos estaba masajeando su clitoris, haciendome olvidar el intenso frio. Sus labios eran carnudos y sin olores fuertes. Fue un deleite hasta que mi cuello no aguanto más la incomodidad. Cambiamos de lugar después de unos besos. Ya de rodillas, doña Charo me demostraba que los años no pasan en vano. Que manera de chuparla, sin ser muy agitada ni muy blandita, sabia colocar intensidad cuando pasaba la lengua por la cabeza y sabia cuando jalar los testículos para multiplicar el placer. Me pusó el condón con la boca y sin decir nada volteó apoyando sus manos en la pared. Por fin tenía ese enorme trasero a mi disposición. Friccione mi pene contra su ser sin descanso. Cada que embestía con más fuerza sentía com un líquido viscoso escorria de su vagina y otro líquido aguado escorria de mi pie. Sus grandes nalgas parecian aguantar todos mis ataques y sin más eyacule ferozmente arañandole la espalda. Cuando el clima erótico sucumbió, me di cuenta de dos cosas. Que ella era mucho más de lo que imaginé y que mi pie no paraba de sangrar debido a que me había cortado con una pedazo de botella del dia anterior. continuará...
La ventana de la sala estaba abierta, seguramente para que la pestilencia que emana un cuerpo ebrio no inunde la casa. La corriente fría endureció la madrugada y fui obligado a levantarme para buscar abrigo. Sentia que mi pie estaba húmedo y que con cada pasó se mojaba más y más. Como no encontre nada en el primer piso, subí al segundo. Habían tres puertas cerradas y una abierta. Me acerqué a la puerta abierta y descubrí que era el baño. Para no caminar mucho decidí que intentaria con la puerta más cercana. Toque despacio y la puerta se abrió. Una luz tenue me permitió ver la silueta de Doña Charo a través de una sabana. Parecía que estaba desnuda y que había otra persona en la cama. Confirme mis sospechas cuando vi uma mano abrazando su cintura. Intentado no hacer bulla empecé a retirarme en reversa. Ya estaba cerca de la puerta cuando pise una llave que me hizo dar un pequeño grito. - ¿ Qué estás haciendo aquí? - Me dijo Doña Charo con una voz suave pero al mismo tiempo amarga. - Disculpe, no queria interrumpir. Hace frío y me falta un abrigo. - Respondí con la voz entrecortada. - ¡Esperame afuera! El minuto que espere me pareció eterno. En mi mente inmaginaba a Charo desnuda a mi lado. - ¡Que verguenza me haces pasar oye! ¡Se toca antes de entrar! - Decía eso pasándome una cobija. - Una vez mas le pidó disculpas. - Ayer fuiste muy grosero. Me llamaste de ricotona, me diste una palmada en mis pompis. ¡Suerte que mi hijo no vio nada! Yo soy de respeto, soy viuda, pero eso no quiere... Era soso ver como queria bañarse de moral para encubrir su "escapadita" con un malandrín. Como la bebida aún herbia en mis venas y esto nublaba mi juicio me aventé a sus labios. Debe haber sido un besó incómodo para ella, pues el olor a borracho no es agradable. De cualquier manera me arrastro hacía un cuarto del primer piso. Por el camino ella me dio unos chicles que devoré sin piedad. El pequeño cuarto era un baño a medio construir. Tenía ducha pero no taza. Doña Charo abrió el água caliente y con la manguerita nos lavamos nuestras partes intimas. Sin más ella se sento en el lavatorio, que no funcionaba, y abrio sus piernas para que yo disfrute de su sexo. Mi lengua viperina en segundos estaba masajeando su clitoris, haciendome olvidar el intenso frio. Sus labios eran carnudos y sin olores fuertes. Fue un deleite hasta que mi cuello no aguanto más la incomodidad. Cambiamos de lugar después de unos besos. Ya de rodillas, doña Charo me demostraba que los años no pasan en vano. Que manera de chuparla, sin ser muy agitada ni muy blandita, sabia colocar intensidad cuando pasaba la lengua por la cabeza y sabia cuando jalar los testículos para multiplicar el placer. Me pusó el condón con la boca y sin decir nada volteó apoyando sus manos en la pared. Por fin tenía ese enorme trasero a mi disposición. Friccione mi pene contra su ser sin descanso. Cada que embestía con más fuerza sentía com un líquido viscoso escorria de su vagina y otro líquido aguado escorria de mi pie. Sus grandes nalgas parecian aguantar todos mis ataques y sin más eyacule ferozmente arañandole la espalda. Cuando el clima erótico sucumbió, me di cuenta de dos cosas. Que ella era mucho más de lo que imaginé y que mi pie no paraba de sangrar debido a que me había cortado con una pedazo de botella del dia anterior. continuará...
Los chismes en los barrios siempre son como las brisas, llegan rápido, todos los dias y su frescor se emana con rapidez. Fue asi que me entere que quien dormía con Doña Charo esa noche, era Raúl, dueño de la única pollería del barrio. A pesar de tener 27 años era un empresario ambicioso que en la juventud había sido extremadamente introvertido, pero que según las malas lenguas había superado la timidez con noches intensas de marihuana y alcohol. Dos días después de lo sucedido, nos encontramos por casualidad en una cebicheria. Aparentemente él no sabía de nada y sin más le dije que pediria dos leches de tigre para brindar por la hermandad. Aturdido y sin saber a que me referia brindo conmigo. Después que las cervezas hicierón efecto le dije que eramos hermanos de leche por haber estado con la misma mujer en la misma noche. Su cara desencajada y vergonzosa resaltaban la timidez que aún tenía escondida. Algunas horas pasarón y recibí un mensaje de Doña Charo para que acuda a su tienda. - No es seguro que conversemos aqui, así que sere breve. - Charo estaba agitada, con las mejillas coloradas y harina esparcida por su vestimenta. - Primero, antes de nada, aquí está el dinero que te debo. - No quería quedar como un patan, además con eso esperaba que se calme un poco. - Gracias. Ahora, el motivo de mi llamado es que. - Miro hacia los lados y bajo la voz. - Ya que has tenido la brillante idea de conversar con Raúl sobre lo que pasó, quiero que los dos me busquen esta misma noche para un trío. Hoy en dia veo que fuí poco caballero, no es apropriado contar con quien uno se acuesta y mucho menos a una persona del entorno de la envolvida. Hay momentos increíbles en la vida, y éste era uno de ellos, seria mi primer trío sin pagar. Entre temblando a la casa de Doña Charo, Raúl estaba sentado en el sofá bebiendo un poco de Pisco puro. - ¿Dónde está ella? - Pregunte para romper el hielo. Me percate que Raúl estaba vestido igual que yo. Camisa blanca, jean azules, zapatos y corre negra. Doña Charo me había pedido ir vestido de esa forma, me di cuenta que tenía todo planeado. - Ya baja, se está arreglando. - Dicho eso Raúl me sirvió un poco de Pisco y empezamos a conversar. Algunos minutos se pasarón cuando escuchamos los tacones de Doña Charo en las escaleras. Ella estaba simplemente despampanante. Vestía un sobre todo negro que cubría una camisa social blanca con una corbata negra que resaltaban sus atributos. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes negros que cargaban un sombrero de copa. Sensualmente iba bajando las escaleras, Raúl y yo nos miramos y nos dimos cuenta que ya estabamos en pie con las copas vacías. - Está noche sere suya, pero para eso tienen que obedecerme en todo. ¡Absolutamente en todo! - Parecia otra persona, es como si de la nada se hubiera trasnformado en una mujer decidida y fuerte, con voz autoritária y mirada penetrante. Ambos concordamos moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo. Doña Charo apretó play de una rádio que estaba en la sala. Instantaneamente empezó a tocar la canción I fell like a like a woman de Shania Twain. En ese momento entendí el porqué de la ropa. Nos sentamos y ella empezó a mover su cuerpo con movimientos bien cordinados y sensuales. Con un dedo pícaro nos llamó y nos hizo quitarnos la camisa, pasaba sus manos por nuestros dorsos y nos besaba los cuellos. Esfrego sus nalgas contra mi mienbro en cuanto le hacía cariños a Raúl. Nos sentó nuevamente y poco a poco se deshizo de sus prendas. Cuando estaba solo en ropa intima y tacones, subió al sofá y empezó a dibujar figuras con el filo de sus tacos en mi pecho. Llamó a Raúl para que le quité el brazier y se lo ponga en la boca. Luego se sentó en mi cara y me dijo que chupara su vagina por encima de su calzón. Algunos minutos después, nos hizó desnudarnos y ponernos de rodillas. Con un chicote que llevaba escondido en el sombrero, nos azotó en la espalda. Es increíble como en esos moentos el dolor se vuelve placer. Subió nuevamente al sofá y con un movimiento circular de caderas desnudo por completo. Nos cogió de la barbilla con un dedo y nos hizó pararnos. Ella se pusó de rodillas y empezó una felación épica. Chupaba los mienbros con furia y con bastante saliva. Su lengua alborotaba los testículos y engrandecia los penes. Cuando se dió por satisfecha nos ordenó que la chuparamos por completo. Raúl, rapidamente depósito su lengua en la vagina de Charo, yo tuve que chuparle los pechos y darle unas nalgadas. En determinado momento ella se pusó de rodillas nuevamente y nos empezó a poner los condones; cada mienbro estaba por una lado, pero el solo echó de que podrían, involuntariamente, rosarce, hacía con que ambos nos miremos sin decir palabra alguna. Doña Charo me recostó en el sofá y empezó a montarme con tal fuerza que la vida tenía un nuevo significado para mi. Raúl, anonadado se quedo parado y Charo con voz áspera le dijo que la parte de atras estaba esperando. Raúl entró despacio, y poco a poco empezó a acelerar. Fue en esos momentos que los roces ya perdierón todo el pudor. Charo me arrañaba el pecho y gemía alto diciendo que nunca se había sentido tan mujer. Después de unos minutos, invertimos la pose. Finalmente estaba deleitandome con ese trasero bien proporcionado. Su ano angosto causaba más placer que su vagina. Yo estaba a punto de caramelo, ya casi no podía más, pero aguantaba por honor, por que era como una competición tácita entre Raúl y yo. Cuando ya creía que no iba a poder continuar, Dona Charo me pide que le ponga la verga en la boca y que Raúl le de con todo de cuatro. Así lo hicimos. Ella miraba en nuestros rostros que ya estabamos jugando los descuentos. así que pidió que cambiemos, ahora queria el falo de Raúl en la boca y que yo le vaya con todo por atrás. Tuve que ponerme otro condón y eso me permitió durar algo más. Raúl empezó a gotear y con rapidez Doña Charo nos junto y dijo: "Llénenme la cara de leche". THE END
Los chismes en los barrios siempre son como las brisas, llegan rápido, todos los dias y su frescor se emana con rapidez. Fue asi que me entere que quien dormía con Doña Charo esa noche, era Raúl, dueño de la única pollería del barrio. A pesar de tener 27 años era un empresario ambicioso que en la juventud había sido extremadamente introvertido, pero que según las malas lenguas había superado la timidez con noches intensas de marihuana y alcohol. Dos días después de lo sucedido, nos encontramos por casualidad en una cebicheria. Aparentemente él no sabía de nada y sin más le dije que pediria dos leches de tigre para brindar por la hermandad. Aturdido y sin saber a que me referia brindo conmigo. Después que las cervezas hicierón efecto le dije que eramos hermanos de leche por haber estado con la misma mujer en la misma noche. Su cara desencajada y vergonzosa resaltaban la timidez que aún tenía escondida. Algunas horas pasarón y recibí un mensaje de Doña Charo para que acuda a su tienda. - No es seguro que conversemos aqui, así que sere breve. - Charo estaba agitada, con las mejillas coloradas y harina esparcida por su vestimenta. - Primero, antes de nada, aquí está el dinero que te debo. - No quería quedar como un patan, además con eso esperaba que se calme un poco. - Gracias. Ahora, el motivo de mi llamado es que. - Miro hacia los lados y bajo la voz. - Ya que has tenido la brillante idea de conversar con Raúl sobre lo que pasó, quiero que los dos me busquen esta misma noche para un trío. Hoy en dia veo que fuí poco caballero, no es apropriado contar con quien uno se acuesta y mucho menos a una persona del entorno de la envolvida. Hay momentos increíbles en la vida, y éste era uno de ellos, seria mi primer trío sin pagar. Entre temblando a la casa de Doña Charo, Raúl estaba sentado en el sofá bebiendo un poco de Pisco puro. - ¿Dónde está ella? - Pregunte para romper el hielo. Me percate que Raúl estaba vestido igual que yo. Camisa blanca, jean azules, zapatos y corre negra. Doña Charo me había pedido ir vestido de esa forma, me di cuenta que tenía todo planeado. - Ya baja, se está arreglando. - Dicho eso Raúl me sirvió un poco de Pisco y empezamos a conversar. Algunos minutos se pasarón cuando escuchamos los tacones de Doña Charo en las escaleras. Ella estaba simplemente despampanante. Vestía un sobre todo negro que cubría una camisa social blanca con una corbata negra que resaltaban sus atributos. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes negros que cargaban un sombrero de copa. Sensualmente iba bajando las escaleras, Raúl y yo nos miramos y nos dimos cuenta que ya estabamos en pie con las copas vacías. - Está noche sere suya, pero para eso tienen que obedecerme en todo. ¡Absolutamente en todo! - Parecia otra persona, es como si de la nada se hubiera trasnformado en una mujer decidida y fuerte, con voz autoritária y mirada penetrante. Ambos concordamos moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo. Doña Charo apretó play de una rádio que estaba en la sala. Instantaneamente empezó a tocar la canción I fell like a like a woman de Shania Twain. En ese momento entendí el porqué de la ropa. Nos sentamos y ella empezó a mover su cuerpo con movimientos bien cordinados y sensuales. Con un dedo pícaro nos llamó y nos hizo quitarnos la camisa, pasaba sus manos por nuestros dorsos y nos besaba los cuellos. Esfrego sus nalgas contra mi mienbro en cuanto le hacía cariños a Raúl. Nos sentó nuevamente y poco a poco se deshizo de sus prendas. Cuando estaba solo en ropa intima y tacones, subió al sofá y empezó a dibujar figuras con el filo de sus tacos en mi pecho. Llamó a Raúl para que le quité el brazier y se lo ponga en la boca. Luego se sentó en mi cara y me dijo que chupara su vagina por encima de su calzón. Algunos minutos después, nos hizó desnudarnos y ponernos de rodillas. Con un chicote que llevaba escondido en el sombrero, nos azotó en la espalda. Es increíble como en esos moentos el dolor se vuelve placer. Subió nuevamente al sofá y con un movimiento circular de caderas desnudo por completo. Nos cogió de la barbilla con un dedo y nos hizó pararnos. Ella se pusó de rodillas y empezó una felación épica. Chupaba los mienbros con furia y con bastante saliva. Su lengua alborotaba los testículos y engrandecia los penes. Cuando se dió por satisfecha nos ordenó que la chuparamos por completo. Raúl, rapidamente depósito su lengua en la vagina de Charo, yo tuve que chuparle los pechos y darle unas nalgadas. En determinado momento ella se pusó de rodillas nuevamente y nos empezó a poner los condones; cada mienbro estaba por una lado, pero el solo echó de que podrían, involuntariamente, rosarce, hacía con que ambos nos miremos sin decir palabra alguna. Doña Charo me recostó en el sofá y empezó a montarme con tal fuerza que la vida tenía un nuevo significado para mi. Raúl, anonadado se quedo parado y Charo con voz áspera le dijo que la parte de atras estaba esperando. Raúl entró despacio, y poco a poco empezó a acelerar. Fue en esos momentos que los roces ya perdierón todo el pudor. Charo me arrañaba el pecho y gemía alto diciendo que nunca se había sentido tan mujer. Después de unos minutos, invertimos la pose. Finalmente estaba deleitandome con ese trasero bien proporcionado. Su ano angosto causaba más placer que su vagina. Yo estaba a punto de caramelo, ya casi no podía más, pero aguantaba por honor, por que era como una competición tácita entre Raúl y yo. Cuando ya creía que no iba a poder continuar, Dona Charo me pide que le ponga la verga en la boca y que Raúl le de con todo de cuatro. Así lo hicimos. Ella miraba en nuestros rostros que ya estabamos jugando los descuentos. así que pidió que cambiemos, ahora queria el falo de Raúl en la boca y que yo le vaya con todo por atrás. Tuve que ponerme otro condón y eso me permitió durar algo más. Raúl empezó a gotear y con rapidez Doña Charo nos junto y dijo: "Llénenme la cara de leche". THE END
Creó que más que brava era ella es un ejemplo de la nueva mujer peruana, que no depende más de un hombre economicamente y que si le apetece tener una "aventura sexual" simplemente la ejecuta y ya.
Creó que más que brava era ella es un ejemplo de la nueva mujer peruana, que no depende más de un hombre economicamente y que si le apetece tener una "aventura sexual" simplemente la ejecuta y ya.
