Triple juego: contactos eróticos

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Srdestroyer, 30 Ago 2020.

    Srdestroyer

    Sargento

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    Todo empezó con el fin de la monotonía al introducir a un nuevo roomate a nuestro departamento. Ya lo había planeado todo. La idea era que Juan venga a vivir con nosotros porque ya le había dado a conocer mis intenciones, bueno, sus intenciones realmente. Yo sabía de hace mucho que él se moría por Carolina, mi enamorada, y que ella le había rechazado varias veces. Pero aun así, él mantenía el contacto con ella algunas veces, intentando ser atractivo (pero no lo era).

    Por otro lado, tanto Carolina y yo nos aburríamos en medio de la cuarentena total. Todos los días eran exactamente iguales, parecían domingos eternos. Por eso cuando le mencioné que Juan vendría a compartir el departamento con nosotros para dividir los costos del alquiler, las cosas empezaron a cambiar poco a poco. Felizmente, dije, algo de vida.

    Juan llegó un sábado por la mañana con sus maletas y una sonrisa seductora, Carolina le había abierto la puerta y ni se había sorprendido de ver allí a su fan personal. –Hola –le dijo el hombre- ¿Cómo estás?
    Pasaron varios días normales donde empezábamos a habituarnos al intruso, sentía ahora que debía tener más restricciones, como dejar las puertas del cuarto con llave al salir o cerciorarme de que se sepa que ella estaba en el baño para no ser interrumpida de manera “casual”.

    Empezaron mis planes:

    Oye -le escribí-, dejé la puerta de mi cuarto sin llave, puedes entrar. Ve al segundo cajón de la cómoda de la derecha. Lo abres y le tomas fotos. Haz lo que quieras pero ten cuidado. Fíjate que todo esté en orden cuando salgas.

    Yo estaba con ella afuera por el resto del día, habíamos ido a visitar a sus padres que nos invitaban a comer luego de que se aflojaran las leyes del distanciamiento social. No podía dejar de pensar en lo que el otro estaría haciendo, y estaba medio nervioso.

    ¿Y qué tal? –le escribí por mensaje a su celular, mientras escapaba al baño un rato a “orinar”.- Mándame unas fotos de las que tomaste.

    Guardé mi celular en el bolsillo, observándome por el espejo, pensando en lo que estaba haciendo, digno de un monstruo. Pero el morbo, ese maldito morbo que ya tenía de hace bien tiempo. , me dije, mi celular vibra bastante.

    En efecto, eran varias fotografías. Sin duda era algo que yo ya sabía qué era, pero esta nueva perspectiva, tomada desde un tercero, era lo que realmente me excitaba. Abrí la aplicación, 7 fotos en total: todas las imágenes eran de la ropa interior de mi enamorada, todas sus truzas y tangas, medias y pantimedias. Carajo, esto no puede estar pasando. Había dejado al depredador completamente libre de hacer lo que quiera con su presa.

    Llegamos en la tarde al departamento, entramos y saludamos al pervertido, quien mantenía un sereno semblante, viendo televisión. Como si nada hubiera pasado. En efecto, noté que todo estaba en su sitio cuando ella fue al baño un momento. Yo y él solamente nos dimos una mirada cómplice, no dijimos nada.
    La otra noche que estaba con ella viendo una película en mi cuarto, mientras la veía ponerse la pijama, observando las curvas de sus piernas, me entró un nuevo deseo.

    Oye –le dije-, ¿no crees que todos los días es casi lo mismo?

    -¿Y qué quieres que hagamos? –me respondió mirando la pantalla, abrazados.

    -¿Qué tal si a partir de ahora sales del cuarto con menos ropa? Digo, es tu casa, puedes salir en ropa interior libremente.

    Volteó su cara con una gran incógnita en el rostro, era más que seguro que no creía lo que decía. No dije nada, hice como que seguía viendo la película.

    -¿Estás loco? ¿Y si el otro me ve? Ya sabes que me paraba gileando y me invitaba a salir a cada rato. No sé ni siquiera por qué lo trajiste a la casa. Es incómodo.

    Respiré hondo, la abracé un poco más. Felizmente la escena de la película trataba de un jazz suave muy sensual, con hombres y mujeres vestidos de traje en los años 60’s, viviendo la vida bohemia.

    -Lo sé, amor. Pero sabes que me encanta verte así. ¿Y si jugamos a que realmente nada de eso te importa y no te da vergüenza? –No dije más para que la idea vaya tomando forma en su mente-.

    Esperamos unos instantes en silencio, como digiriendo lo que acababa de decir. Yo, sin embargo, estaba seguro. De repente, noté una ligera sonrisa en su boca y supe de inmediato que ya había captado mi idea. Era tan sutil que realmente no importaba.

    -Me gustaría hacerle la vida imposible en esta casa –por fin dijo ella luego de meditarlo,- no está mal jugar un poco así.

    La amé nuevamente.

    Dos días más tarde luego de mencionada la idea -la cual no repetí para evitar incomodidades-, pensé que finalmente se había olvidado de aquella fantasía que quería cumplir. Estaba a punto de tirar por la borda el plan, ya que si no funcionaba de forma natural, no quería forzar nada. Hasta que ocurrió lo imposible.
    Eran las 6 de la tarde y Juan veía televisión en la sala. Yo estaba en la cocina revisando mi celular. De prácticamente la nada, sale Carolina del por el pasillo donde se encontraban nuestros cuartos, no me mira ni dice nada. No existía siquiera para ella en ese momento. Lentamente caminó hacia la sala “como si nada especial estuviera pasando” y pasó frente a Juan, justo por su delante más próximo, despertándolo intempestivamente de su letargo.

    Carolina pasó de su costado hacia unas vitrinas bajas de vidrio, de donde sacó unos discos de música, pero para ello tenía ella que acuclillarse totalmente, casi como en posición fetal o, más certeramente, como una mujer orinando en el suelo, con sus piernas separadas.

    Nada de esto pasaría de lo común si no fuera por la manera en que estaba vestida. Había salido de su cuarto –sabe Dios qué estaría haciendo allí- con tan solo una camisa semiabierta hasta por poco más arriba del ombligo, sin vestimenta superior por debajo, sino más bien, un bonito calzoncito blanco tipo tanga, de encaje, con bordecitos detallados y un moñito de adorno por enfrente, justo por debajo del elegante elástico de la prenda. Y para hacer las cosas aún más sensuales, unas pequeñitas medias blancas, tobilleras, semitransparentes, que si bien cubrían sus pies, dejaban a la vista sus dedos y piel.
    Acuclillada de esa manera, se tenía así una perfecta vista –casi panorámica- de su espalda y glúteos separados por la prenda que empezaba por los costados de la cintura y terminaba en picada por donde empezaría una leve hinchazón.

    Ese día me masturbé solo en el baño pensando en aquella escena. Era raro, nunca lo había hecho solo mientras ella estuviera conmigo, pero ese día pertenecía a mi fantasía personal. Llegué al cuarto donde me esperaba ella vestida de la misma forma. Yo ya había descargado toda mi tensión, por lo que el impulso sexual aún habría de recargar nuevamente. Tan solo me eché junto a ella, viéndola de pies a cabeza, viendo lo “buena” que siempre había sido, y la besé mientras mis dedos rozaban su piel y telas.

    A partir de entonces las cosas no harían más que escalar en su intensidad…
     
    Srdestroyer, 30 Ago 2020

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    Ianianian69

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    Sigue con el relato, pon fotos de ella en esas prendas o desnuda, no te gustaria que varios hombres se masturben viendola?
     
    Ianianian69, 30 Ago 2020

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    locoredbull

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    y siga con los próximos días a ello
     
    locoredbull, 31 Ago 2020

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    Carashito

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    que fue? se acabo la fantasia
     
    Carashito, 13 Oct 2020

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    luigui001

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    Delicioso relato, tiene mucha suerte usted.
     
    luigui001, 13 Oct 2020

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