Tomas Unger - Crónicas hepáticas

Tema en 'Vida Cotidiana' iniciado por Puklla, 13 Ene 2010.

    Puklla

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    comparto un texto con el cual me he cagado de risa... :D
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    Mi Bandera Secreta (Tomas Unger)


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    Cuando me preguntan qué haría si fuera millonario, siempre contesto “viajar sin maleta”. Somerset Maugham tenía un mayordomo que se encargaba del equipaje, y Don Hugo Faría–un ex-ministro brasileño con quien trabajé en el BID–tenía en un hotel de cada país que debía visitar lo necesario para no tener que cargar maletas. Debe ser lindo salir del avión directamente, sin tener que esperar la maleta y pescarla de la faja para luego arrastrarla por interminables aeropuertos.


    Pero ese no es mi caso. Estoy condenado a esperar a mi fiel “Samsonite” de dos ruedas y, luego de identificarla (parece que uno de cada tres pasajeros tiene una igual), sacarla de la faja y llevarla sana y salva a su destino. Para aliviar el trabajo de reconocerla –y evitarme leer etiquetas en maletas ajenas– me compré una correa de colores. Además de evitar que la maleta se abra si falla el cierre, se ve desde lejos y permite ponerse con tiempo en un sitio donde se pueda agarrar la manija y sacarla sin troncharse la espalda.


    La correa que compré tiene los colores del arcoíris –alguien me dijo que es la bandera del Tahuantinsuyo– (de rojo a violeta) y un excelente cierre. De fibra sintética, de unos 5 cm. de ancho y con una corredera que permite ajustarla, cumple su propósito a la perfección. Pero, desde que la puse en mi maleta, ha tenido un efecto adicional. En más de una ocasión algún pasajero o empleado del aeropuerto se ha ofrecido espontáneamente a ayudarme. Dos veces, jóvenes se han acercado al verme identificar la maleta y la han sacado de la faja.


    En otras ocasiones los del mostrador me han atendido con excepcional cortesía. En mi último paso por el aeropuerto de Toronto, un caballero muy fino a cargo del equipaje en transferencia salió de detrás del mostrador y cargó mi maleta con la bandera del Tahuantinsuyo a la faja ¡Extraordinario! Pronto me enteraría del por qué de los poderes, aparentemente inexplicables, de mi bandera.


    Al llegar a Ottawa, donde me esperaba mi hijo, mi maleta no salió. Preocupado, fui a preguntar y resultó que todo el tiempo había estado parada a la salida. ¡Mi amigo del mostrador la había puesto en un vuelo anterior para que no tuviera que esperar! “¡Es que tiene la bandera ‘gay’!” “No hijo, ese es el sticker que ponen en el hotel con el número de cuarto……” “No papi, la correa.” “A mí me dijeron que esa es la bandera del Tahuantinsuyo. . .”


    Conteniendo la risa, mi hijo me informó: “No sé si el Tahuantinsuyo tuvo bandera, o si se la inventaron durante el gobierno de Velasco, pero aquí el arcoíris es la bandera gay….¿Sabes que es gay?” “Si, son los homosexuales”. Me pareció ridículo; en el Perú he visto el arcoíris en avisos, en stickers de autos, hasta en correas y pulseras. “No seas ridículo”. Pero me quedé con la duda. Es cierto que los jóvenes que se ofrecieron para ayudarme con la maleta eran muy finos y llevaban arete. Además el guiño que me hizo el del mostrador de la línea aérea era el de alguien que comparte un secreto. Pero así y todo no me convencí. Después de todo he visto varias maletas con una correa igual.


    “¿Y?” dijo mi hijo….”¿Crees que eres el único?” En el parqueo me mostró un auto que, junto a la bandera azul con estrellitas de la Unión Europea, tenía una discreta banderita con el arcoíris. “Este debe ser gay.” Para terminar de convencerme, me llevó a una calle donde habían varios bares, con sólo hombres, muy acicalados y mejor vestidos que los de otros barrios. “Es la zona gay…mira las banderas.” La correa de mi maleta, en proporciones de bandera, ondulaba por todos lados. Un poco más allá había una tienda de decoración con mi bandera flameando en el balcón.


    Camino al hotel, se impuso un pesado silencio. Mientras mi hijo manejaba, yo traté de recordar quienes –y donde– habían visto mi maleta. Los porteros de los hoteles…me parece que excesivamente amables…y las sonrisas…y la chica de la recepción, que me preguntó sorprendida si esa era mi maleta; y yo creí que era porque está vieja! Y los choferes de taxi, esos deben saber….Sospecho que mi hijo estaba pensando algo parecido: “Pobre mi viejo, deben haber pensado que pierde aire…”


    El clima en Canadá estaba lindo. Un sol brillante, los árboles con los colores de otoño, las ardillas correteando por las calles….” ¿Por qué no vamos a pasear un rato por la ciudad? Han abierto en el Museo de Arte una exhibición de fotos científicas que deberías ver….” “Primero vamos a un centro comercial, quiero comprar algo”. En la tienda de maletas tenían correas como la mía, pero además de la gay, las había negras, azules y verdes. Compré la verde; preferible viejo verde que viejo gay. Espero que no resulte ser la bandera de los fundamentalistas islámicos. Habrá que preguntarle al Mossad.
     
    Puklla, 13 Ene 2010

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    Fredo, 16 Ene 2010

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    Colegas, les comparto un artículo del tio Tomás Unger
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    Crónicas Hepáticas

    Estampillas

    Según muchos, el logro más notable de nuestros tiempos son las comunicaciones. Quien como yo hace 50 años, tras un año en el extranjero, ha tratado de hablar con su familia –sin lograrlo– no deja de maravillarse. Hoy con los celulares se hablan desde los autos (lo que no deberían hacer) y desde los restaurantes, con otros continentes. El correo electrónico nos permite enviar cartas y documentos en instantes, y recibir la respuesta de inmediato. Para todos los efectos, la comunicación es instantánea.


    Por último está el fax que, si bien como documento es un ensarte (se lee mal y se borra en poco tiempo), es una comunicación inmediata. Todo esto representa una sentencia de muerte para la carta convencional. Una institución respetada y respetable, que dió lugar a una variedad de objetos que han adquirido valor por sí solos.


    El papel fino, la buena caligrafía –que requiere un buen instrumento de escritura– el sobre elegante (forrado por dentro) y ese maravilloso documento cultural, geográfico, histórico y artístico que es la estampilla, son parte de la carta. Durante los últimos años, primero la máquina de escribir eléctrica y luego la computadora, acabaron con la caligrafía. El lapicero se ha salvado, aunque sea sólo para firmar, hacer dibujitos en servilletas y –de acuerdo a la marca y modelo– demostrar status.


    Al desaparecer las cartas, ¿qué pasará con las estampillas?. Es cierto que se siguen enviando por correo revistas y paquetes por miles, por lo que se franquean con máquina selladora. No me imagino al National Geographic Magazine pegando diez millones de estampillas cada mes. Hacerlo seguro costaría casi tanto como la revista y atrasaría su envío. Definitivamente la estampilla no es para envíos masivos. Pero, ¿qué otros usos quedan?


    Hoy los escasos documentos que no pueden enviarse por fax o por correo electrónico son urgentes y valiosos, y no se envían por correo sino por courier. El resto de la correspondencia se ha reducido a las tarjetas de Navidad y postales –nostálgicos cartoncitos– que generalmente llegan después del que las envió, dan vueltas por la casa y luego se botan… pero después de cortar las estampillas.


    Los que aprendimos geografía coleccionando estampillas, lupa en mano, también aprendimos nombres de reyes, presidentes e inventores. Las estampillas eran una institución. Cuando la comunicación normal y permanente era la carta, parte intrínseca de toda carta eran las estampillas. A quienes recibían correspondencia de diversos países, amigos y parientes les pedían que guardaran las estampillas.


    Para los que las coleccionábamos de chicos –que en mi época de colegial éramos casi todos– las estampillas antiguas tenían un atractivo especial. Los catálogos les asignaban precios que nos parecían fabulosos, y que naturalmente nadie estaba dispuesto a pagar. En las estampillas se cumplían siempre algunas reglas no escritas. Cuando menos importante y más desconocido un país, más grandes y espectaculares sus estampillas. Pequeños países africanos e islas del Océano Indico producían las estampillas más grandes — algunas triangulares o rómbicas– siempre multicolores.


    Los países importantes generalmente tenían estampillas chicas y aburridas. La reina de Inglaterra aparecía en diversos colores en una imagen de perfil. Por años las estampillas americanas tenían a Washington o Lincoln, o un avioncito mal dibujado, que una vez salió de cabeza, dándole gran valor a la estampilla de la serie fallada. Reyes rumanos, emperadores orientales, pagodas, y científicos franceses eran cuidadosamente escrutados. Gabón, Mauritius, Guinea y Borneo eran buscados en el mapa para ubicar sus espectaculares estampillas multicolores de gran tamaño.


    Hoy, hasta los países más importantes se esfuerzan en hacer estampillas interesantes. Por ejemplo las de Canadá, con animales, paisajes, obras de arte, monumentos históricos y hasta autos de carrera. Pero ya es tarde. Por más bonitas, interesantes y bien hechas que estén, no hay donde ponerlas. Quien se de el trabajo de escribir una carta, meterla en un sobre y llevarla al correo, sólo para darse el gusto de pegar una serie de bonitas estampillas, es porque todavía no tiene correo electrónico.


    Esperemos que, a pesar de la comunicación instantánea, no se pierda la costumbre de escribir sobre papel y enviar cartas con estampillas. Cuando se trata de comunicarse rápidamente, el correo ha dejado de ser un medio válido, pero no todas las comunicaciones son urgentes. Escribir de vez en cuando a mano sobre buen papel, cerrar un sobre y pegarle estampillas es un placer… comparable al de recibir una carta, en papel y sobre finos, con bonitas estampillas.
     
    Puklla, 29 Abr 2010

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    Si me acuerdo de las estampillas, de vigencia en otra epoca similar a la de los Long Plays o LPs. En este ultimo caso se podian ver trabajos artisticos interesantes, solo como ejemplo los discos de Yes, King Crimson, Led Zeppelin. Cuando aparecio el formato CD esto se perdio en gran medida.

    En mi epoca aun se coleccionaban estampillas, por lo general tenias un album del Peru y luego las internacionales. Los domingos en el correo del centro de Lima la gente se reunia a intercambiarlas. A parte de mismo album tenias generalmente algunas lupas, y las charnelas para pegar.

    Asi como los LPs, las estampillas siguen siendo producidas pero en mucho menor escala que antes.
     
    Factory_Man, 2 May 2010

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    Café Infernal

    Publicado el 8 Febrero, 2012 por Tomás Unger

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    En el estado de Washington, al noroeste de los EE.UU. se está debatiendo la legalidad de los matrimonios gay. Starbucks (los del café) se han declarado a favor de legalizar el matrimonio gay, lo que ha traído como consecuencia que la Asociación de Ministros (jerarcas religiosos) Cristianos haya excomulgado Starbucks e indicado a sus feligreses que no tomen su café. Aunque esto suene surrealista, es verdad. El increíble afán de los grupos religiosos de meterse en la vida privada de la gente llega a extremos que no sé si calificar de ridículos o patéticos, tal vez ambos.

    El que la gente se case con personas del mismo sexo es una decisión personal. Es más, uno puede estar en total desacuerdo con cualquier decisión sobre sexo, o para el caso sobre las preferencias en materia de comida, deportes,etc. Nadie le pide a los “Ministros Cristianos” ni a sus feligreses que se casen con alguien de su mismo sexo; es más, no se les pide que asistan a un matrimonio gay o envíen flores. De ahí a satanizar a quienes están de acuerdo y, por extensión, a quienes no se oponen, es un acto de soberbia y de intromisión en la vida ajena.

    Personalmente estoy casado con una persona del sexo opuesto y nunca se me ha ocurrido casarme con un hombre, pero esa es mi vida privada. Con tantas injusticias, abusos, explotación de mujeres y niños, evasión de impuestos, inducción a las drogas, etc, que ocurren a diario, quienes desean hacer el bien tienen mucho en que ocuparse, sin meterse en la vida de quienes no violan la ley ni hacen daño a nadie.
    Ahora, los que toman café en Starbucks están amenazados con ir al infierno. Me imagino que esto incluye a quienes les venden el café y a quienes lo preparan y lo sirven. Personalmente no me gusta mucho Starbucks, aunque admito que el café es bueno, porque una vez me sirvieron en taza de cartón. Ahora, que estamos condenados al infierno quienes tomamos su café, estoy dispuesto a jugármela y contarme entre sus clientes, siempre que no me sirvan café en una taza de cartón
     
    Puklla, 8 Feb 2012

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    grandes cronicas bien relatadas, a mi tambien me gusta el cafe de starbucks
     
    ZAYAS, 8 Feb 2012

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