Primeras experiencias pervertidas con la hermana de un amigo

Recuerdo que una de las primeras experiencias pervertidas, cuando chibolo, fue durante la etapa del colegio. Estaba en 4to de media cuando conocí a la media hermana mayor de un amigo del colegio, en aquel entonces ella tendría aproximadamente 19 o 20 años. Mucho mayor de lo que yo era, pero sencillamente era completamente irresistible. De hecho, a mi pobre amigo siempre lo molestaban con que su hermana estaba buenísima. Gracias a ella empecé a pervertir mi mente. Les cuento esta historia:

Yo solía montar bicicleta con mis amigos por las calles de la urbanización, y luego de jugar al parque o lo que sea, usualmente regresábamos a la casa de mi amigo Mario (por llamarlo así), cuya hermana Alessia casi siempre estaba allí. Cuando nos la topábamos, era usual que nos salude con cierto cariño, y eso me gustaba mucho, puesto que un par de veces le pude dar un beso en la mejilla. Para esto, Alessia era (aún es) una joven extremadamente bella, había hecho algunas fotografías de modelaje semiprofesional, con ropa claro. Todo el mundo se moría por ella, incluyéndome.

Un día de verano luego de pasar toda la mañana en casa de Mario, decidimos descansar en su terraza, hacía naturalmente un tremendo sol y empezábamos a hablar de chicas: cosas típicas de la edad como a quién del salón te la tiras y así por el estilo. De rato en rato notaba que Mario desviaba el tema de conversación de una chica X hacia su media hermana, y eso me hacía sospechar un poco, porque a veces se ponía a comparar piernas o glúteos con el de Alessia, poniéndola como lo más top de sus preferencias. Pasado un punto, era evidente que terminamos hablando enteramente sobre ella y pude darme cuenta que mi amigo sentía contradictorios deseos sensuales para con ella. No dudé en preguntarle el por qué, y me respondió que recién la había conocido hacia algunos años atrás y que para él, ella era prácticamente casi una chica extraña. A partir de ahí empecé a preguntar más sobre Alessia y sus secretos:

Mario me contó que muchas veces la espiaba en su cuarto cambiándose de ropa y que aquello le hacía tener erecciones bien fuertes. Me contó con todo lujo de detalle las veces que lo hizo y qué tipo de ropa se ponía. Pero eso no era todo, cuando noté que mi amigo ya empezaba a motivarse más, me decía cosas como: “si quieres te muestro sus calzones, para que me creas.” Y de hecho, lo dijo un par de veces para yo saber si en serio lo decía de verdad. Así lo hizo y me llevó al cuarto de Alessia, como sabíamos que ese día no estaba allí, entramos con cuidado de no hacer tantos cambios bruscos. Mario se acercó a un cajón y cuidadosamente lo abrió: ¡Vaya sorpresa! ¡Efectivamente estaban allí todos sus calzones, tenía de todo tipo y color, desde bóxers y truzas comunes hasta diminutas tangas que bien Mario me había dicho que la había visto vestida! Con sumo cuidado Mario cogió una tanga y la estiró para mostrármela, luego me la dió para que la toque y observe. Acto seguido, sacó una tanga negra de lencería y, para mi sorpresa, empezó a sobársela en la cara y a olerla. Yo, muy excitado con la situación, hice lo mismo con la prenda que tenía en mano. Luego de tal travesura, y luego de haber explorado más truzas, las colocamos estratégicamente como estaban para guardarlas. Era la primera vez que hacía una cosa tan pervertida en mi vida.

Pero aún no viene lo bueno.

Pasados los días seguía yendo a su casa y empecé a entrar más en confianza con Alessia, gracias a la iniciativa de Mario también. Gracias a esa confianza también tuve la oportunidad de verla muchas veces en minifalda por el calor, porque antes, era usual verla vestir shorts o prendas más cerradas. De esta forma, cada vez que pasaba delante de nosotros, la veíamos por detrás, observando sus piernas y tratando de bajar la cabeza para poder ver por debajo, sin mucha suerte.

Luego Mario me haría un enorme favor, uno que jamás olvidaré: Sabiendo que su hermana estaba sentada al frente de la mesa de la cocina escribiendo unas cosas (quehaceres supongo) tiró la pelotita con la que nos lanzábamos justo debajo de la mesa por donde ella estaba sentada y me dijo que vaya a recogerla. De inmediato supe por qué lo hizo, Alessia estaba en falda sentada y él quiso que me meta debajo de la mesa para verla. Al comienzo estaba con temor porque pensaba que era muy intrusivo, pero Mario me animó a hacerlo luego de varios intentos. Así que, aún nervioso, me dirigí a la cocina desde la terraza y tímidamente me acerqué a la mesa para ubicar dónde estaba la pelotita. Cuando pude verla sentada, ella solamente me sonrió sin decirme nada, y luego bajó la mirada hacia lo que estaba escribiendo. Entonces, con ese mismo miedo inicial, me agaché y encontré la pelotita, justo cerca de sus piernas. Aún con miedo, puse mis rodillas al suelo para gatear. Desde allí ya estaba completamente debajo de la mesa y podía ver sus piernas cruzadas a varios centímetros delante de mí, aunque de todas maneras tenía que seguir acercándome. Claro que mientras lo hacía, no perdía de vista lo que tenía totalmente en frente. Pero si bien yo pensaba que eso iba a ser todo el espectáculo, ¡qué equivocado estaba! Porque en cuanto me acerqué un poco más, ella, despacito, desenrosca sus piernas y las abre lentamente, dejándome ver, completamente, un pequeño calzoncito blanco. Pudo haber sido una tanga, posiblemente, pero noté que cómo ésta prenda se perdía entre sus piernas y cubría unos labios exteriores, para mi sorpresa, un poco abultados. Ciertamente me quedé allí mirando un instante que no tengo idea cuando haya durado, pero ya no tenía en mente la pelotita que estaba muy cerca de mí. De hecho, estaba tan hipnotizado por la escena, que tuve que parar cuando ella misma tuvo que cerrar sus piernas nuevamente, como diciéndome: “es suficiente, ahora sal.”

Salí por debajo de la mesa aún nervioso, con extrema timidez y, de hecho, no quería verla a la cara; pero no pude evitar voltear para darle unas estúpidas gracias (por lo de la pelota, no sobre lo de las piernas) y notar que todo aquello había sido voluntario, ya que ella solamente sonrió nuevamente al verme y bajó la mirada hacia lo que estaba escribiendo. Le conté a Mario todo lo que había pasado y, en vez enojarse, me sonrió y felicitó.

Si bien esto no pasaba rutinariamente, ahora cada vez que iba a la casa de Mario y Alessia, y habría la oportunidad, ella, con mucha confianza, se sentaría en alguna silla, sofá o mueble con las piernas media abiertas o abiertas totalmente estando echada en el sofá. Con ello no solo pude ver muy bien su entrepierna, sino que pude notar qué calzones usaba y cuáles reconocía de su cajón de ropa interior. Una vez entré a la sala, y estando ella echada en el sofá con la misma y sugerente posición abierta enseñando a medio mundo una tanga de encaje negra, me saludó, me sonrió e ignoró al seguir pendiente de su celular.

 

Asu.. que caliente es esa situación. . salud!

 

Buen relato cofrade, imagino que la historia terminará en un cache con Alessia

 

¿La del calzoncito es Alessia?

 

Si te creo lo que relatas, a mi me paso lo mismo cuando era adolescente, la amiga de mi hermana muchas veces me mostraba su calzón y yo me arrecha a, nunca pude desvirgarla aunque lo intente un par de veces, solo había coito, mas no penetracion. Pero al pasar los años, la volví a ver y 15 años después, me la comí varias veces. Esto de mostrar el calzón me hizo recordar a mi adolescencia.

 

Hola compañero, me interesa tu historia. También te pasó al igual que lo que escribí? Me gustaría saber cómo fue tu experiencia.

 

Bueno continuaré el hilo por aquí. Es la primera vez que relatar algo por aquí, no pidan fotos porq no tengo esa costumbre de fotografiar o filmar a la mujeres en la intimidad. Esto sucedió cuando tenía 14 años, esta amiga en sí, era una vecina del barrio, simpática, delgsdita, de 12 años, he comprobado que a esa edad a la mayoría de niñas le gusta experimentar con niños de su edad. Recuerdo q ella cuando iba a casa, y se ponía a conversar con mi hermana en el sillón, siempre cuando me veía, abría las piernas disimuladamente y podía ver su calzón, siempre me gustó mirarla porq se me armaba en one, y ella al parecer lo sabía. Fueron muchas veces q hizo eso en casa. A esta vecina en sí, de más chibolos ya habíamos chapado e intentado tener sexo, siempre se la quise meter de chibolo pero nunca pude, y cuando jugábamos, ella solía ponerse adelante y yo por atrás, pero no se porq no podía penetrarla, es más a los 12 años, terminé con el glande enrojecido de querer penetrarla en esa posición, no se si quería meterselo por el asterisco o vagina, intentaba y no podía. De adolescente tenía un cuarto donde había 2 camas, recuerdo q llegue de jugar y ella estaba sentada en la cama, mi hermana estaba echada conversando, ella con su vestido y yo llego y me siento al borde de la otra cama, y la miraba como escuchando la conversación y opinando también. En una de esas, ella abre sus piernas y me deja ver su calzóncito, me excite, pero no podía hacer nada. Así ocurrieron los hechos, pasó como 15 años para cogermela, tuve q invitarla a comer y de regreso a casa la quise meter a mi cuarto pero no quizo, al lado de mi cuarto esta el cuarto de mi hermano, ella se metió ahí y dejó la puerta entreabierta, y cuando pase por ahí al cabo de 10 minutos, la veo boca abajo echada en la cama, con la piernas semiabiertas y mostrándome su calzón, me arreches y me metí al cuarto, me eche al lado de ella y comenzó a besarle la nuca, ella como q decía no, salte, pero no hacía nada más, luego baje a sus nalgas y comenzó a besarlo, beso negro y vagina. Me la cache ahí mismo, un polvo rápido y rico. Después vinieron muchos polvos más.

 

Asu, que buena! Espero otros se animen a contar sus historias también

 

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Buena suerte que tuvieron. Al menos de más edad se la comieron.
Salu2