La etapas de andrea

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Inkieto20221, 3 Feb 2022.

    Inkieto20221

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    Historia 95% real… personalmente disfruto más de la realidad que de la ficción. No me gusta imaginar, sino describir con la máxima precisión posible.
    Siempre pensé que he tenido suerte con las mujeres. Hasta hoy he disfrutado de la compañía de mujeres guapas y guapísimas, creo que muy por encima de mis posibilidades económicas, de mi físico y de mi inteligencia. No es que yo sea pobre, feo y tonto, sino que la belleza interior y exterior de la mayoría de mis amantes y parejas es, lastimosamente, poco frecuente.
    Soy europeo, tengo 44 años y les voy a contar, en varios capítulos, la evolución de quien es hoy mi esposa.
    Hace unos 5 años yo estaba disfrutando del periodo más libertino de mi vida. Hacia 7 años que no tenía pareja estable y lo sabía aprovechar. Por motivos de trabajo tuve que viajar a Colombia y salí una noche a un bar.
    Ninguna de las mujeres de allí llamaba mi atención, excepto una morena alta que veía desde atrás. Me fijé en su espalda, culo y piernas. ¡Todo perfecto! Tenía aspecto de atleta sexy. Estaba con unas amigas y se giró para hablar con ellas. Su cara era verdaderamente exótica, una mezcla perfecta de negra, blanca e india, con mirada penetrante y labios carnosos, muy sensuales. No tenía el pecho grande, pero lo tenía muy bien puesto. Noté que no era el único en fijarme en esa mujer, casi todos los hombres estaban embobados mirándola y algunos la sacaron a bailar. En una de mis miradas furtivas ella se giró al mismo tiempo y me descubrió. Sonrió al verme. Nos estábamos mirando y algo debía hacer, así que moví mi cabeza señalando la pista de baile, ella accedió y una vez en su centro nos abrazamos para iniciar los pasos de una canción melódica. Desde el primer momento noté que no había muros, escudos o corazas. Ella me abrazo por mi cuello y yo por su cintura, en pocos segundos ya estábamos fundidos. No nos habíamos visto nunca y estábamos bailando como si nuestros cuerpos se conocieran hacía tiempo. Mi mano paso de su cintura a su espalda y un dedo se dejó deslizar suavemente durante el trayecto. Ella parecía disfrutar del momento tanto como yo y mi pene empezó a ponerse duro, detalle que a esa distancia no creo que le pasara por alto.
    No pasó nada más, la canción terminó y volvimos a la casilla de inicio: ella con sus amigas y yo con mi cerveza.
    Los hombres empezaron a revolotearla de nuevo y yo no le dije nada más. Siempre he pensado que las mujeres bonitas deben estar hartas de tanta adulación. Pasados unos minutos me acerqué a ella y le dije al oído que había sido un placer bailar con ella y le di un beso de despedida a lo que ella respondió con un sonoro “¿Ya se va?” Nos dimos nuestros nombres, números y decidimos vernos al día siguiente.
    Me pasé toda la mañana pensando en Andrea y finalmente nos vimos por la tarde, pasamos a dejar unas cosas en mi habitación y le propuse ir a cenar. Creo que fue una cena a cuatro, nuestras mentes hablaban de trabajo, aspiraciones y experiencias y nuestros cuerpos analizaban gestos, sonrisas y miradas. La invité a pasar por mi hotel y al subir al taxi la cogí de la mano, nos miramos y la besé. Fue un beso tierno, pero muy largo.
    Llegamos al hotel y la tumbé en la cama, ella seguía mi juego, pero en determinado momento note esa mirada de ausencia de “¿que estoy haciendo aquí?”, así que decidí ir despacio. La besé tiernamente en cada espacio de piel visible: mejillas, cuello, el interior del brazo, labios, párpados…
    Le bajé el tirante e inicié un recorrido de besos que empezó en el hombro y pretendía terminar cerca del pezón, pero a medio camino su mirada se transformó en un claro “¡sí! ¡Ya recuerdo que es lo que estoy haciendo aquí!”. Celebramos su “regreso” con otro beso interminable, durante el cual aproveche para acariciar sin disimulo sus tetas. Dirigí mis labios a sus pezones y no tardaría en descubrir que esa era su zona sensible, porque parecía haber una relación directa entre mis lametones y los jugos de su vagina. ¡Seria por eso que interrumpió mi primera escaramuza a sus pechos? ¿Se sentía vulnerable?
    Celebré su vulnerabilidad con la alternancia de besos, lengüetazos y succiones mientras bajaba su pantalón. En poco tiempo quedo desnuda. ¡Qué buena estaba la hija de puta! Es sabido por todos que las mujeres vienen sin libro de instrucciones y que cada una es distinta de la otra, así que debía empezar a averiguar cómo funcionaba esta. Ya sabía que tenía los pezones muy sensibles y todo parecía indicar que le encantaría que le lamiera el coño, muy rosado y en ese momento lubricado en extremo. Empecé a lamer lentamente sus labios vaginales, hacia arriba y hacia abajo. Mientras hacia ese recorrido ella gemía y acompañaba con su mano mi cabeza rasurada. Aun no sabía si era para controlar el movimiento o para que no sacara mi lengua de allí. La lamida aumentaba el ritmo y mi polla se endurecía más en cada gemido. Llego el momento de tomar su clítoris, pero al pasar mi lengua por ahí cerró las piernas y me apartó. Me dijo que era demasiado sensible en esa parte y que siempre tenía el temor de que le doliera. No era un problema, mi polla estaba durísima y no aguantaba más. Se la acerqué hasta rozar su sexo e introduje la puntita con suaves movimientos circulares, sin pasar más allá del prepucio. Todo en su cuerpo indicaba que respondía muy satisfactoriamente a mi juego: mirada clavada en mis ojos, labios entreabiertos, tensión en sus manos, respiración acelerada y un “¡métemela toda ya!” que desvaneció toda duda sobre lo que tenía que hacer. Se la metí hasta el fondo y empecé a bombearla con tremendas ganas. La expresión de mujer con clase se había transformado por la de puta caliente. Me concentré como pude para no correrme antes que ella, aunque no era sencillo al ver esa mirada de deseo y notar las carnes duras de su tremendo culo. La intensidad de esa follada no estuvo en la variedad de las posturas, ni la intercalación de sexo oral, sinó en la conexión de nuestra mirada. Al correrse ella no aguanté más y la inundé de leche mirándola aun a los ojos.
    Después de ese encuentro pasé más de un mes alejado de Andrea. Después de cada jornada acostumbraba a recordar algún momento con ella, pero no sabía si realmente la volvería a ver. Quería llegar pronto a la ciudad de nuevo, pero algunos inconvenientes hicieron que llegara unas 5 horas antes de coger mi vuelo. Hablé con ella por teléfono, pero me dijo que aún tardaría una hora en llegar, pero que valdría la pena la espera… y joder si valió la pena. Llegó al hotel vestida para matar, no sé cómo nadie la violó por el camino. Vestido marrón claro de tela delgada, tirantes, minifalda y zapatos de tacón de aguja. ¡Que piernas! Ella entró al hotel con su mejor sonrisa y yo, después de hacerme un lio con la puerta, con mi cara de bobo estúpido le cogí la mano y sin mediar palabra la llevé a la habitación, la puse de espaldas a la pared y empecé a besarla. No por mucho tiempo, porque parecía que tenía hambre de polla (después supe que una de sus debilidades) y se la comió toda. Teníamos poco tiempo, pero lo aprovechamos bien.
    La escasez de posiciones del primer encuentro quedó de sobras compensado en el segundo. La volví a poner contra la pared y no perdí tiempo en metérsela. Estaba abrazada a mí, así que levanté sus piernas, rodeé con ellas mi culo y la follé así, con todo su peso sobre mi polla. Noté que gemía más incluso que el primer día, así que pensé que algo debería estar haciendo bien. Quería ver ese increíble cuerpo follando desde todos los lados, así que la puse en cuatro. Creo que también le gustó porque emitía un gemido sordo en cada embestida. Paré en seco cuando noté que podía correrme, aunque no disponíamos de mucho tiempo quería alargar todo lo posible esa follada. Ella aprovecho la parada para salirse de mí y tumbarme boca arriba. Se colocó sobre mi cuerpo, cogió la polla y se metió su punta. Empezó a moverse de delante hacia atrás sin llegar a metérsela totalmente, solo quería frotarse con el capullo (otra debilidad de la que me enteraría después).
    Esa mujer solo es sumisa hasta el momento de calentarse, entonces te hipnotiza con los ojos y hace todo lo necesario para controlar la follada, algo que estaba dispuesto a conceder solo hasta determinado punto. Se corrió sobre mí en un largo orgasmo, momento en que, en vez de seguir sacudiendo, paró de golpe mirando al cielo, no quise darle tregua y aceleré yo el ritmo de nuevo, a lo que ella respondió con un “no, no…. espera” que enseguida se transformó en un “hijo de puta…. me corro otra vez”. Se corrió. A esas alturas ya sospechaba que podía estar ante una bestia sexual, pero no sabía hasta qué punto sería así. La puse boca arriba, con sus piernas en mis hombros ya la follé de nuevo. Ella estaba en la cumbre de su placer y sabía que no tardaría en correrse si mantenía el ritmo, pero esta vez me correría con ella. La agarré del culo, lo subí un poco para facilitar mi penetración y mirándola fijamente le dije que se corriera ya, porque ahí tenía mi leche lista. Creo que esas palabras fueron mágicas porque tuvo un orgasmo en ese momento y yo lo tuve inmediatamente después.
    Siguieron dos minutos de reflexión, abrazados. Creo que los dos sabíamos que eso había sido algo más que un simple polvo. Miramos el reloj, “Oh, ¡Dios mío!” Era tarde, cogimos un taxi y afortunadamente llegamos a tiempo al aeropuerto. Me despedí de ella con la sospecha de que a partir de ese día mi vida ya no sería igual.
     
    Inkieto20221, 3 Feb 2022

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    por favor prosiga!!, buen comienzo
     
    canebo, 3 Feb 2022

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    Icelos230680, 3 Feb 2022

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    Inkieto20221

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    Las etapas de Andrea 2 (La distancia)

    De regreso a mi casa no podía dejar de pensar en esa mujer.
    Tenía ganas de sentirla de nuevo, pero nos separaba el Océano.
    Mi suerte era tener un trabajo absorbente al que dedicaba muchas horas y que permitía distraer mi mente durante el día, pero al llegar la noche me conectaba a Skype para conversar con ella.
    A no tener vicios mayores Andrea se convirtió en mi droga.
    No entendía muy bien porque estaba tan pendiente de una mujer que apenas conocía.
    Sumadas todas las horas que habíamos pasado juntos no llegaban a 24.
    Ni un solo día completo con ella y me tenía loco.
    No sabía quién era, ni donde vivía, cuál era su entorno y no había modo de contrastar todo lo que me había dicho.
    Así que decidí investigar por mi cuenta.
    Mi búsqueda por internet dio sus frutos y en pocos minutos encontré su nombre…vinculado a una página porno.
    Pensé al principio que se podía tratar de otra mujer con su mismo nombre, pero al aparecer la foto se despejó cualquier duda.
    Era ella en su versión más puta viciosa.
    Estaba apoyada a un taburete vestida en ropa íntima roja, mostrando sus largas y bien torneadas piernas y su cara de pícara.
    Me levanté y caminé por toda la casa, pase del baño a la cocina y de esta al dormitorio.
    Volví a mirar su perfil, donde se invitaba al lector a unirse a su show de webcam.
    Admito que me desilusioné.
    Lo primero que me pasó por la cabeza es que no debía hacerme ningún tipo de ilusión con ella.
    Andrea era dueña de su vida y tenía todo el derecho de vivirla como quisiera.
    Lo que me desconcertó profundamente es que, a la vez que esos pensamientos rondaban por mi cabeza, la polla se me pusiera tan dura.
    Un ejemplo palpable de lo que decía Woody Allen en una de sus películas, “mi mente y mi polla no se llevan bien”.
    Mientras una pensaba una cosa la otra caminaba en sentido opuesto.
    Creo que la disputa terminó siendo ganada por mi polla, porque en unos minutos me descubrí imaginando a Andrea frente a su cam, dando placer a decenas de hombres simultáneamente con su cara de mujer pervertida y, sobretodo, pervertidora.
    Esa noche me masturbé con esa imagen en mi mente y fue inspiración en otras pajas memorables, pero decidí no comentarle nada de mi descubrimiento.
    Yo seguí con mi vida y durante esos meses tuve relaciones esporádicas con tres mujeres.
    Un encuentro con cada una de ellas, pero después de esos tres polvos la imagen que se dibujaba mi mente volvía a ser la misma: Andrea.
    Ella vivía temporalmente en Medellín en ese momento y se hospedaba en un hotel.
    La señal que recibía en su habitación no siempre era suficiente y muy a menudo iba hasta un cyber para hablar conmigo.
    Poco a poco nos fuimos conociendo y constatamos que el deseo era compartido y que crecía más y más con el tiempo.
    Las conversaciones acostumbraban a terminar con tensiones, humedades y retos.
    Yo- Me muero por tocarte el culo.
    Andrea- Uuuuuuuuuuuuuuuufffffffff
    Yo- Sabes que eso me vuelve loco.
    Andrea- Si leo cosas como esas me mojo.
    Yo- Mmmmmmmm…
    Andrea- Es que tienes la habilidad de ponerme cachonda.
    Yo-¿Te has vuelto a mojar como el otro día?
    Andrea- Sólo con una frase.
    Me moje un montón.
    Yo- ¿Dónde estás?
    Andrea- En un Cyber.
    Yo- ¿Puedes conectar la cam?
    Al conectar la webcam siempre me palpitaba el corazón un poco más fuerte y más rápido, más aun cuando tenía la certeza de que Andrea estaba cachonda.
    Ella no mentía nunca en eso, pero en varias ocasiones le pedí una garantía irrefutable de lo que me decía.
    Yo- Quiero saber que tan mojada estás.
    Andrea- ¡Lo estoy y mucho!
    Yo- Metete un dedo.
    Andrea no es de las que se corten o se hagan de rogar cuando está caliente, aunque estuviera en un cyber rodeada de gente.
    Simplemente se metía la mano con más o menos disimulo, se la sacaba y acercaba su índice y corazón a la cam, los separaba y miraba satisfecha como la viscosidad de su flujo vaginal formaba una película abundante entre sus dedos.
    La constatación de su calentón más la cara de vicio que siempre acompañaba esa acción provocaba inevitables tensiones bajo mí pantalón.
    Esas conversaciones se repetían muy a menudo con algunas variaciones.
    Algunas veces me provocaba tan solo con levantarse de su asiento con cualquier excusa.
    Se paseaba un poco para que pudiera ver cómo le quedaban los pantalones ajustados a su precioso culo, lo bonito que lucía su escote o lo atrevida que era su nueva minifalda.
    Mi reacción era siempre la misma: palpitaciones y erección inmediata.
    En una ocasión fue a un cyber que disponía de máquinas con un pequeño separador.
    Eso daba cierta intimidad pero podía ser vista desde algunos puntos del local.
    Una charla sobre lo cotidiano pasó, como casi siempre, a una desinhibida descripción de durezas y humedades.
    La conversación fue subiendo cada vez más de tono hasta que me saque la polla para que viera como me había puesto.
    Ella para no ser menos, al resguardo de la posición de su pc, cogió la cam, la metió entre sus piernas, por debajo de la minifalda, separó la braguita y dejo que viera como entraba el dedito a su sexo y dejaba ese hilo de baba al salir.
    Yo seguía masturbando mi pene frente a la pantalla y ella acelero sus movimientos.
    Sus dedos casi desaparecían del monitor por la rapidez con la que los movía.
    También acercó el micrófono para que oyera el maravilloso chapotear de su coño “chap, chap, chap…” De vez en cuando subía la cam de nuevo para que viera su cara de puta caliente.
    La estaba excitando masturbarse en un local público lleno de gente.
    Su cara pasaba del fugaz estado de vigía al de placer despreocupado.
    Se iba a correr porque ya no aguantaba tantos días de tensión…”chap, chap, chap…” Acerco un momento el micro a su boca para hablarme.
    Andrea- ¡Córrete hijo de puta! ¡Ya no aguanto más!
    Le dije que pusiera la cam mostrando su rostro.
    Me excitaba mucho ver su expresión en el momento de correrse, más aun sabiendo que la podían ver y que debía contener sus gemidos.
    Intentaba aparentar normalidad pero no lo conseguía.
    Sus auriculares con micrófono quedaron junto a su coño “chap, chap, chap…” Los recupero para poderme oír.
    Yo- Tengo mucha leche acumulada, ¿La quieres ver?
    Ella asintió con la cabeza y abrió los labios en señal de sumiso recibimiento.
    Me aparte un poco de la cam para que pudiera ver la trayectoria de mi disparo, ya que cuando estoy tan cargado acostumbro a lanzar mi semen a presión.
    Aguanté hasta que vi esa cara de placer que se le pone cada vez que se corre.
    Si hubiera pasado alguien junto a su máquina en ese momento ella no habría parado de masturbarse, porque cuando está en ese punto se le desactiva toda noción de norma moral.
    Yo no resistí más y mi leche salió disparada mientras veía su cara de perra satisfecha.
    Moje suelo, teclado y pantalla.
    Trabajo me llevó limpiarlo bien todo.
    Nos tranquilizamos y nos sonreímos por nuestra fechoría.
    En un momento determinado hizo cara de sorpresa y me dijo:
    Andrea- ¡Ay Angel! Creo que no tuvimos algo en cuenta.
    Yo- ¿Qué?
    Andrea- Este cyber tiene cuatro cámaras de seguridad.
    Alguien se lo pasará bien cuando las revise- dijo riendo.
    Creo que por si acaso la habían descubierto decidió no regresar a ese cyber y conectarse conmigo desde la sala común del hotel.
    Normalmente estaba repleta de gente y no conectaba su cam.
    En una ocasión salió el tema de los secretos y le dije que todos teníamos alguno escondido a lo que ella respondió que no en su caso.
    Yo- ¿Seguro que no tienes ninguno?
    Andrea- Que yo sepa no.
    Yo- No quiero reclamarte porque sé que no tengo ningún derecho a hacerlo, pero he descubierto algo sobre ti.
    Me dijiste que trabajabas como empresaria, pero vi tu foto en una página de webcamers.
    Le detalle los pormenores de mi investigación, paso a paso.
    Ella, como hace siempre, me escuchó con atención y al terminar me lo confesó todo, también paso a paso.
    Andrea- Era algo que tenía prácticamente olvidado.
    Paso hace unos cinco años y seguramente quedó en internet.
    En un momento determinado mi empresa tenía serios problemas de solvencia, una amiga me dijo que ella ganaba mucho dinero como webcamer y que yo con mi cuerpo me haría millonaria.
    Trabajé allí dos semanas y la verdad es que no lo pasé nada mal.
    Me hacía mucha gracia ver como los hombres babeaban por todo lo que les decía y les hacía.
    A pesar de que aún tenía algunos prejuicios revoloteando por la cabeza, mi polla ganó nuevamente la batalla.
    Yo- ¿Que les decías? ¿Y qué les hacías?
    Andrea- ¿De verdad lo quieres saber?
    Yo- Si- respondí mientras notaba como mi sexo endurecía más aún.
    Andrea- Tenia una mini pieza que me prestaba la empresa para la que trabajaba.
    Había dos o tres piezas más en ese edificio.
    En ese espacio tenia cochón, sabanas, mis juguetes y un computador con cam desde el que podía chatear con todos mis clientes.
    Yo- ¿Con cuantos hablabas a la vez?
    Andrea- Con muchos.
    Yo no les veía normalmente, pero ellos a mí sí y sabía, por sus comentarios, que les gustaba lo que veían.
    Los mantenía bien arrechos, pero lo que más valoraban es que lo hiciera de un modo poco frecuente en ese medio.
    Sólo de vez en cuando les mostraba un pezón o parte de mi cola.
    La mente es mucho más erótica que cualquier parte del cuerpo y la usaba.
    Ciertamente Andrea, además de tener un físico privilegiado es una mujer con una gran intuición, buen sentido del humor e inteligencia.
    ¿Pueden imaginar lo que puede conseguir todo eso junto frente a una webcam?
    Andrea- Les hablaba de mis fantasías, de cómo me gustaba tener sexo y de cómo se lo haría a ellos.
    Accedía a parte de las sugerencias que escribían, pero no a todas.
    Algunas veces me levantaba para que pudieran verme bien en ropa íntima, me alejaba un poco o me ponía de espaldas para que vieran mi colita parada, después me giraba y mirando fijamente a la cámara metía mis deditos entre mis piernas, los acercaba a mí boca y los chupaba lentamente.
    Entonces alguno siempre quería un privado.
    La finalidad era esa, cuantos más privados tuviéramos más dinero ganaba… y yo gané mucho.
    El cliente pagaba y entonces empezaba el show de Andrea.
    Muchas veces el cliente decía que quería que hicieras, otras veces seguía mis instintos de mujer seductora.
    Acariciaba mis pechos y mi sexo a la vez que le decía todas las guarradas que me pasaban por la cabeza, que son muchas.
    En algunas ocasiones usaba alguno de mis juguetes, pero a decir verdad mis shows no duraban demasiado porque mis clientes se corrían rápido.
    Creo que les excitaba demasiado lo que veían.
    Yo- ¿Y tú te calentabas?
    Andrea- No, nunca.
    Las mujeres necesitamos más cosas para calentarnos.
    No es suficiente que te digan que tienen la polla dura.
    Sólo en una ocasión, con un cliente maduro con el que empecé a hablar de variedad de cosas, me sentí arrecha.
    Me dijo que no creía que yo tuviera 25 años, que yo era mucho más joven.
    Entró en el privado y cuando empecé a bajarme el tanga lentamente me dijo que parara, le pregunté si no le gustaba y el respondió que sí, pero que yo era demasiado niña.
    Yo hice lo que hubiera hecho en cualquier privado, pero la inicial resistencia de aquel señor me calentó.
    Seguí metiendo la mano en mi entrepierna y el señor se calentó.
    Me dijo que ya no aguantaba más y empezó a masturbarse, aunque yo solo veía su rostro.
    Sentí mariposas en mi vientre y continué con mi show.
    Mi polla, la que no entiende de prejuicios, ya estaba empalmada desde hacía un buen rato.
    La descripción de Andrea, lejos de horrorizarme, activo una extraña excitación desconocida por mí hasta ese momento.
    Empecé a masturbarme, creo que ella lo intuyo y siguió con su relato sin escatimar detalles.
    Yo- ¿Te gustaba él?
    Andrea- Si, pero no sabía hasta qué punto.
    A diferencia de otras ocasiones mi cuca se estaba mojando, algo que no entendía muy bien.
    Él me dijo que me deseaba desde hacía tiempo, pero que no quería tener la sensación de que yo simplemente lo complacía.
    En ese momento no quería tan solo complacerlo a él, para mi sorpresa me estaba complaciendo a mí misma, los gemidos no eran fingidos y la leche de mi sexo era real.
    Me coloqué en cuatro para que tuviera una buena perspectiva de mi cola, sabía que le volvía loco eso y me seguí masturbando con mis deditos.
    Después de un rato así me giré para que viera que tan mojada tenía la mano.
    Con eso él sabría ya que mi placer era autentico y que se manifestaba a través de mi vagina mojada.
    Podía ver la cara de excitación del señor por mi pantalla y su expresión de placer me ponía más arrecha aun.
    Me preguntó si quería ver su miembro.
    Claro que quería verlo.
    En ese momento hubiera preferido chupárselo, pero me tocaba conformarme con eso.
    Yo- ¡Hija de puta! ¡Me estás poniendo enfermo!
    Andrea- Pasaba por un momento de crisis en mi vida y hacía meses que no tenía sexo, ni me masturbaba, pero ese señor borró de una todo eso y consiguió que mi pan fuera una regadera.
    Me tumbé para que viera como desaparecían los dedos en mi sexo y ya pensaba más en mi placer que en el suyo.
    Lo que sentía era demasiado bueno.
    Le dije que estaba a punto de venirme, moví mi mano a toda velocidad frotandome y empecé a tener espasmos de placer.
    El señor no pudo aguantar más y se corrió también.
    Aun tuve tiempo de ver los últimos chorros saliendo de su pija.
    Su relato me excito tanto que le dije que me correría.
    Ella, aun en la sala común me dijo que esperara, que miraría si tenía internet en la habitación.
    Fue hasta ella pero la señal llegaba de forma débil, tan solo abriendo la puerta podía conseguir la cobertura suficiente para que funcionara la videollamada, así que no la cerró.
    Andrea- ¿Estás arrecho aun?
    Yo- Ni te lo imaginas.
    Eres una autentica puta.
    Andrea- Tú me haces sentir como tal.
    ¿Me dejas ver cómo te has puesto?
    Bajé la cámara para que viera que tan dura estaba mi polla.
    Seguía agitándola arriba y abajo, aun bajo los efectos de su historia.
    Andrea- Siempre consigues ponerme arrecha.
    Veo tu pene erecto y se me moja toda la cuca.
    Yo- Pues acaríciatela.
    Andrea- No puedo, deje la puerta abierta y me podrían ver.
    Yo- ¿Realmente te importa eso?
    Andrea se fue quitando la ropa con toda la buena intención.
    Cada prenda que caía era un plus de excitación para mí.
    Exhibió su magnífico cuerpo para tener el control de mi placer y empezó a acariciar sus pezones, su parte más sensible.
    En un par de minutos ya estaba masturbándose de pie.
    Cualquiera podía entrar a su habitación y verla así.
    Intentaba no hacer ruido, pero no estoy seguro de que lo consiguiera.
    Yo- Acerca tu coño a la cámara.
    Andrea acerco su sexo rosado y siempre húmedo a la cam.
    Aunque a veces se congelaba la imagen podía ver perfectamente como jugaba con él, abría sus labios de su sexo con una mano y metía ahí dos deditos de la otra que salían completamente mojados.
    Yo- Túmbate y córrete como te corriste con tu señor.
    Se tumbó sobre el colchón, abrió las piernas y empezó a frotarse con todo descaro sabiendo que tenía la puerta de la habitación abierta.
    No creo que le importara en ese momento, quería correrse y ver también como lo hacía yo.
    Miró fijamente a la pantalla disfrutando del resultado de su experiencia narrada, un miembro erecto que estaba a punto de estallar.
    Andrea- ¡Córrete tu primero!
    Me corrí a los pocos segundos de oír su orden.
    Me pareció que salían más chorros de los habituales.
    Andrea los vio, aceleró aún más el ritmo de la mano que no paraba de frotar su clítoris y empezó a gemir y a tener espasmos sobre su cama.
    Yo que, después de mi corrida, ya podía empezar a razonar pensé que difícilmente no se habría enterado medio hotel de lo que sucedía en esa habitación.
    Una vez relajada, pero aun con las piernas temblorosas, Andrea se levantó, fue hasta la puerta y la cerró sin ni siquiera fijarse si había alguien cerca.
    Creo que no le importaba demasiado.
    Andrea- (riendo) Creo que hice un poco de ruido
    Andrea- Puede… y puede que no tanto.
    ¿Con cuántas mujeres has estado en tu vida?.
    Yo- Con algunas.
    Andrea- Podrías contarlas con los dedos de tus manos?
    Yo- No.
    Andrea- Y podrías contarlas con los dedos de tus manos y pies?
    Yo- Tampoco.
    Andrea- Yo sólo tuve relaciones consentidas con dos hombres.
    Tú fuiste el tercero.
    Me parecía difícil de entender en aquel momento que una mujer que disfrutaba del sexo de ese modo tan descarado, tan bella y tan sensual como Andrea, a sus 30 años, sólo hubiera tenido relaciones sexuales con dos hombres más.
    Reconozco que lo dudé, pero más adelante certifiqué que no mentía.
    Me estaba enamorando de una Santa… la Santa más puta que había conocido en mi vida.
     
    Inkieto20221, 3 Feb 2022

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    Juan Carlos Urtecho

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    Buen relato, siga con las etapas
     
    Juan Carlos Urtecho, 5 Feb 2022

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    #5

    bomboncita

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    Excelente!!
     
    bomboncita, 5 Feb 2022

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    #6
    A luislimasjl le gusta esto.

    luislimasjl

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    Guau buen relato buen comienzo y esperar el prox capítulo
     
    luislimasjl, 6 Feb 2022

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    #7
    A amigo loretano le gusta esto.

    TERRAN1

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    por favor prosiga ....
     
    TERRAN1, 6 Feb 2022

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    #8

    louis72

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    Asu que tal relato, siga cofra
     
    louis72, 5 Abr 2022

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    #9

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