Dos tíos se fuerón a Miami para intentar darle un giro a su vida. Al enterarme de su coraje y por impulso les llame diciendoles si podría ir, al final era mejor tener tres y no dos fuentes de ingreso. Tres semanas después estaba en un avión pensando en que como sería mi nueva vida. El barrio donde ellos habían conseguido un cuarto era pobre, multicultural y con diversas personas que hablaban Castellano. La habitación quedaba en el quinto piso de una pequeña casa. No era tan pequeño como inmagine, por lo menos tenía baño y una sala que por las tardes se transformaba en cocina y por las noches en mi cuarto. Dias después encontre un trabajo de entregador de pizzas. Tres semanas se pasarón y mi cuerpo sentía el dolor de estar doce horas por dia montando bicicleta con una caja termica en la espalda. Pensaba en declinar y buscar algo mejor, pero todo cambió cuando mi vecina pidió una pizza casí al final de una noche. Ella vivía al lado de mi edfifício, en una casa de tres pisos. Sería la última entrega de ese dia. Estaba muy cansado y con la espalda adolorida. Toque el timbre y salió una rubia, que parecía hippie, me dijo algunas cosas que no entendí. Sólo atiné a decir: "Cristiane", que era el nombre de la persona a quien tenía que entregar la pizza. Ella se río y alzó tres dedos y dijo third floor. Luego apunto a unas escaleras. El olor a marihuana y a antiguedad era intenso. Toque la puerta y me abrió una negra espectacular, de caderas abundantes, piernas tonificadas, labios carnosos y pechos voluptuosos. Ella hablaba en portugues y parecía que estaba acompañada. Me pagó y con una sonrisa me dijo: Obrigado. Su mirada intensa, su sonrisa enceguecedora y su escultural cuerpo despojarón todos los dolores que sentía y me dejarón pisando nubes. Pasó una semana de la entrega y en ese tiempo le dedique várias masturbaciones. No podía olvidarla, quería que pida mas pizzas. Subí a la cobertura para tomar algo de sol y hacer un poco de ejercício y me percaté que el cuarto de ella estaba rodeado de vidrios que no parecían ventanas y que talvez con el crepúsculo algo podría ver. Continuará...
Dos tíos se fuerón a Miami para intentar darle un giro a su vida. Al enterarme de su coraje y por impulso les llame diciendoles si podría ir, al final era mejor tener tres y no dos fuentes de ingreso. Tres semanas después estaba en un avión pensando en que como sería mi nueva vida. El barrio donde ellos habían conseguido un cuarto era pobre, multicultural y con diversas personas que hablaban Castellano. La habitación quedaba en el quinto piso de una pequeña casa. No era tan pequeño como inmagine, por lo menos tenía baño y una sala que por las tardes se transformaba en cocina y por las noches en mi cuarto. Dias después encontre un trabajo de entregador de pizzas. Tres semanas se pasarón y mi cuerpo sentía el dolor de estar doce horas por dia montando bicicleta con una caja termica en la espalda. Pensaba en declinar y buscar algo mejor, pero todo cambió cuando mi vecina pidió una pizza casí al final de una noche. Ella vivía al lado de mi edfifício, en una casa de tres pisos. Sería la última entrega de ese dia. Estaba muy cansado y con la espalda adolorida. Toque el timbre y salió una rubia, que parecía hippie, me dijo algunas cosas que no entendí. Sólo atiné a decir: "Cristiane", que era el nombre de la persona a quien tenía que entregar la pizza. Ella se río y alzó tres dedos y dijo third floor. Luego apunto a unas escaleras. El olor a marihuana y a antiguedad era intenso. Toque la puerta y me abrió una negra espectacular, de caderas abundantes, piernas tonificadas, labios carnosos y pechos voluptuosos. Ella hablaba en portugues y parecía que estaba acompañada. Me pagó y con una sonrisa me dijo: Obrigado. Su mirada intensa, su sonrisa enceguecedora y su escultural cuerpo despojarón todos los dolores que sentía y me dejarón pisando nubes. Pasó una semana de la entrega y en ese tiempo le dedique várias masturbaciones. No podía olvidarla, quería que pida mas pizzas. Subí a la cobertura para tomar algo de sol y hacer un poco de ejercício y me percaté que el cuarto de ella estaba rodeado de vidrios que no parecían ventanas y que talvez con el crepúsculo algo podría ver. Continuará...
La casa donde vivia Cristiane fue de una próspera empresaria en los años 60, cuando falleció su marido, viciado em alcohol, decidió vender la casa por un precio irrisorio. En la época de esplendor, la casa ostentaba un vivero de enorme diversidad. En la actualidad, las paredes estan deterioradas y todos los espacios, incluyendo el vivero se transformarón en cuartos de alquiler. La distancia aliada con la miopía no permitierón que pueda espiar a Cristiane. Obcesionado, trabaje horas extra hasta que pude comprarme unos binoculares. Ellos me permitierón ver con detalle toda la sala de Cristiane. Con el pasar de los dias me di cuenta que ella solo aparecía después de las once de la mañana, siempre con diminutas prendas que irradiaban su sensualidad de forma natural, tomaba café, hacía ejercício y después se ponía a escribir. Por el trabajo yo no podía ver más que eso. A mi me bastaba ver las nalgas y senos de Cristiane rebotando de un lado al otro cuando ella se ejercitaba, pero el destino me había reservado más. Mi jefe me cambió el horário de trabajo, deje las noches y comenzé a trabajar por la mañanas. El primer dia de la nueva rutina pasó despacío, dejando a mi ansiedad estaba al borde del suplicio. Llegué a casa y cené con mis tíos y sin más y de forma sigilosa subí a la sotea. A pesar de la oscuridad, los binoculares funcionaban bien. Estuve mirando a la sala de lado a lado sin rastro de ella. Unas horas se pasarón y finalmente Cristiane apareció con una toalla envuelta al cuerpo. Yo suplicaba para que la está se caíga, pero no hizó falta. La brasilera se desnudá para aplicarse cremas por todo el cuerpo. Era un festín ver ese cuerpo negro y voluptuoso llenó de crema blanca que desaparecia con el compás de los masajes. Obviamente ya estaba erecto. Cuando terminó el masaje se sujeto el cabello y se probó un conjunto de piezas intimas. Tanto el calzón como el sujetador eran blancos. Esto hacía que su piel resalte más. Estaba mirandosé en un espejo cuando vio su celular y desapareció de mi vista. Varios minutos se pasarón sin rastro de ella. Cuando menos esperaba regresó desnuda y acompañada de un hombre sin camisa pero aún con pantalones. El tipo era colorado y tenía un bigote prominente y espeso. Ella resbuscó alguna cosa en su cartera y después empezarón a besarse. Este la nalgeaba sin parar. Cuando ella dejo de besarlo, él aún con ambas manos en sus mejillas la empujó hasta arrodillarla. Bajo su cierre y con delicadeza aproximó la cara de la carioca a su mienbro. Yo solo podía mirar a Cristiane de la cintura para arriba, el sofá me obstruía la vista. La cabeza, de cabellos enrollados y negros, se movia sin parar, parecía una máquina a todo vapor. Expeli unas gotas de felicidad y me disponía a autosatisfarcerme cuando el tipo se llevó a Cristiane de la sala y no aparecierón más durante la noche. Continuará...
La casa donde vivia Cristiane fue de una próspera empresaria en los años 60, cuando falleció su marido, viciado em alcohol, decidió vender la casa por un precio irrisorio. En la época de esplendor, la casa ostentaba un vivero de enorme diversidad. En la actualidad, las paredes estan deterioradas y todos los espacios, incluyendo el vivero se transformarón en cuartos de alquiler. La distancia aliada con la miopía no permitierón que pueda espiar a Cristiane. Obcesionado, trabaje horas extra hasta que pude comprarme unos binoculares. Ellos me permitierón ver con detalle toda la sala de Cristiane. Con el pasar de los dias me di cuenta que ella solo aparecía después de las once de la mañana, siempre con diminutas prendas que irradiaban su sensualidad de forma natural, tomaba café, hacía ejercício y después se ponía a escribir. Por el trabajo yo no podía ver más que eso. A mi me bastaba ver las nalgas y senos de Cristiane rebotando de un lado al otro cuando ella se ejercitaba, pero el destino me había reservado más. Mi jefe me cambió el horário de trabajo, deje las noches y comenzé a trabajar por la mañanas. El primer dia de la nueva rutina pasó despacío, dejando a mi ansiedad estaba al borde del suplicio. Llegué a casa y cené con mis tíos y sin más y de forma sigilosa subí a la sotea. A pesar de la oscuridad, los binoculares funcionaban bien. Estuve mirando a la sala de lado a lado sin rastro de ella. Unas horas se pasarón y finalmente Cristiane apareció con una toalla envuelta al cuerpo. Yo suplicaba para que la está se caíga, pero no hizó falta. La brasilera se desnudá para aplicarse cremas por todo el cuerpo. Era un festín ver ese cuerpo negro y voluptuoso llenó de crema blanca que desaparecia con el compás de los masajes. Obviamente ya estaba erecto. Cuando terminó el masaje se sujeto el cabello y se probó un conjunto de piezas intimas. Tanto el calzón como el sujetador eran blancos. Esto hacía que su piel resalte más. Estaba mirandosé en un espejo cuando vio su celular y desapareció de mi vista. Varios minutos se pasarón sin rastro de ella. Cuando menos esperaba regresó desnuda y acompañada de un hombre sin camisa pero aún con pantalones. El tipo era colorado y tenía un bigote prominente y espeso. Ella resbuscó alguna cosa en su cartera y después empezarón a besarse. Este la nalgeaba sin parar. Cuando ella dejo de besarlo, él aún con ambas manos en sus mejillas la empujó hasta arrodillarla. Bajo su cierre y con delicadeza aproximó la cara de la carioca a su mienbro. Yo solo podía mirar a Cristiane de la cintura para arriba, el sofá me obstruía la vista. La cabeza, de cabellos enrollados y negros, se movia sin parar, parecía una máquina a todo vapor. Expeli unas gotas de felicidad y me disponía a autosatisfarcerme cuando el tipo se llevó a Cristiane de la sala y no aparecierón más durante la noche. Continuará...
Durante los siguientes dias vi un sin fin de hombres entrando por las noches a la casa de Cristiane. En algunos tube suerte y vi como la brasilera era poseída por alguien. Otros días la acción empezaba en la sala y era culmina en otro lugar fuera de mi alcance. Y, uno que otro día, la oscuridad y el silencio se apoderaban de la sala dejandome tristoño. Tres casos me llamarón mucho la atención. El primero fue de un hombre calvo que tenía un bigote gris y buena forma física. Sus venas eran espesas y a pesar de que su piel no era tan clara se podía ver como estas saltitaban. El calvito fue dos veces y hizó exactamente lo mismo. Entró, se sentó en el sofá y sacó de su maletín una botella que parecía ser agua. Todo esto siempre era acompañado de vistazos al reloj. Cristiane tomaba el líquido y después bailaba hasta quedarse desnuda. Entonces, él tipo se desnudaba y la brasilera le orinaba en la cara. El orín caliente parecía que lo trasntornaba, pues sus venas se pronunciaban aún más y su rostro inexpresivo ganaba un aire de extasis. Lo curioso es que en ningún momento el tipo tenía una erección. El segundo caso era un aparente joven de ojos rasgados. Este entró en la sala con un terno, que combinaba con sus gafas de sol, y un maletín abultado. Esa noche Cristiane se pusó un vestido rojo muy ajustado. Él "chino" abrió su maletín y sacó un libro y una botella que parecía ser vino. Sirvierón dos copas y este empezó a leer. La cara de la brasilera era de confusión y al mismo tiempo de encantó. En la hora del sexo, "el asiático" se tranforma en una fiera violenta. Se sacaba la ropa con premura y su dorso desnudó mostraban una cantidad enorme de tatuajes. Seguidamente le arrancaba la ropa a Cristiane dandole mordisco por todas partes. Después le escupia en los labios y introducía su pene, que era de un buen tamaño, en la boca de la carioca. Practicamente le violaba la cara. La ahorcaba, volvia a escupirle y después la abofeteaba. Ya en la hora del sexo vaginal, la energía no le acompañaba, pues no duraba mucho la penetreación. Una vez que el finalizaba, Cristiane lo acurraba en su pecho como una madre cuando hace dormir a un niño. Por último, un joven muy flaco con una enorme cabellera fue cuatro veces a verla. Las tres primeras conversarón por mucho tiempo y desaparecierón. La cuarta vez el tipo se quitó la ropa y Cristiane lo nalgeó con un cinturón. En medio de los latigazos, le jalaba la cabellera, cuando las nalgas estaban encendidad, la carioca se sentaba en el sofá y abriendo sus piernas esperaba que el flaco se acerque gateando para hacerle sexo oral. Cuando se daba por satisfecha, ponía un condón en un dildo y le introducía al cabelludo el aparato. Antes de que yo vomite pude ver la cara del tipo. Sus ojos saltones, disueltos de placer, eran acompañados por sus mejillas rojizas. Su cara me remetía a alguien que quería pero que no podía expulsar las heces en el baño. Después de ver todo esó sentí una sensación extraña. Una cosa es ver cosas diferentes del sexo en la pornografía y otra verla desde tu sotea. Pense mucho y tomé la decisión de contratar los servicios de Cristiane. continuará...
Durante los siguientes dias vi un sin fin de hombres entrando por las noches a la casa de Cristiane. En algunos tube suerte y vi como la brasilera era poseída por alguien. Otros días la acción empezaba en la sala y era culmina en otro lugar fuera de mi alcance. Y, uno que otro día, la oscuridad y el silencio se apoderaban de la sala dejandome tristoño. Tres casos me llamarón mucho la atención. El primero fue de un hombre calvo que tenía un bigote gris y buena forma física. Sus venas eran espesas y a pesar de que su piel no era tan clara se podía ver como estas saltitaban. El calvito fue dos veces y hizó exactamente lo mismo. Entró, se sentó en el sofá y sacó de su maletín una botella que parecía ser agua. Todo esto siempre era acompañado de vistazos al reloj. Cristiane tomaba el líquido y después bailaba hasta quedarse desnuda. Entonces, él tipo se desnudaba y la brasilera le orinaba en la cara. El orín caliente parecía que lo trasntornaba, pues sus venas se pronunciaban aún más y su rostro inexpresivo ganaba un aire de extasis. Lo curioso es que en ningún momento el tipo tenía una erección. El segundo caso era un aparente joven de ojos rasgados. Este entró en la sala con un terno, que combinaba con sus gafas de sol, y un maletín abultado. Esa noche Cristiane se pusó un vestido rojo muy ajustado. Él "chino" abrió su maletín y sacó un libro y una botella que parecía ser vino. Sirvierón dos copas y este empezó a leer. La cara de la brasilera era de confusión y al mismo tiempo de encantó. En la hora del sexo, "el asiático" se tranforma en una fiera violenta. Se sacaba la ropa con premura y su dorso desnudó mostraban una cantidad enorme de tatuajes. Seguidamente le arrancaba la ropa a Cristiane dandole mordisco por todas partes. Después le escupia en los labios y introducía su pene, que era de un buen tamaño, en la boca de la carioca. Practicamente le violaba la cara. La ahorcaba, volvia a escupirle y después la abofeteaba. Ya en la hora del sexo vaginal, la energía no le acompañaba, pues no duraba mucho la penetreación. Una vez que el finalizaba, Cristiane lo acurraba en su pecho como una madre cuando hace dormir a un niño. Por último, un joven muy flaco con una enorme cabellera fue cuatro veces a verla. Las tres primeras conversarón por mucho tiempo y desaparecierón. La cuarta vez el tipo se quitó la ropa y Cristiane lo nalgeó con un cinturón. En medio de los latigazos, le jalaba la cabellera, cuando las nalgas estaban encendidad, la carioca se sentaba en el sofá y abriendo sus piernas esperaba que el flaco se acerque gateando para hacerle sexo oral. Cuando se daba por satisfecha, ponía un condón en un dildo y le introducía al cabelludo el aparato. Antes de que yo vomite pude ver la cara del tipo. Sus ojos saltones, disueltos de placer, eran acompañados por sus mejillas rojizas. Su cara me remetía a alguien que quería pero que no podía expulsar las heces en el baño. Después de ver todo esó sentí una sensación extraña. Una cosa es ver cosas diferentes del sexo en la pornografía y otra verla desde tu sotea. Pense mucho y tomé la decisión de contratar los servicios de Cristiane. continuará...
En esa época surgían las redes sociales, los medios de comunicación más utilizado eran "Messenger" y mensajes de texto. No tenía ni el msn ni el número de Cristiane y, no podía aparecerme en su casa sin más. Así que arquitecte un plan un tanto arriesgado. El primer pasó era ir al trabajo y revisar cuál era la pizza que le entregue aquella vez. Demore horas buscando devido a que el sistema era muy antiquado. Finalmente encontré el pedido, pizza de cuatro quesos y una gaseosa helada. Ese dia después del trabajo compre la pizza y bien uniformado fui a su casa. Toque el timbre y mis piernas comenzarón a temblar. Parecía que mi estómago iba a jugarme una mala pasada. En eso la puerta se abre y aparece la rubia hippie. - Hi. Cristiane´s request. - Oh! Ok. Uhm... you want tea? Solo entendi té y acepte con un movimiento afirmativo. Ella me sirvió un té oscuro en una taza con las bordas quebradas. Confieso que la infusíon me cayó como anillo al dedo; permitió templar mis nervíos. Subí las escaleras sintiendo que mis piernas eran de plomo. Cuando finalmente llegué al cuarto, me eché un poco de perfume y comí un chicle. Toque la puerta despacio y no obtuve respuesta. Volví a intentar con más ahínco y la puerta se abrió. - Oi. Desculpa estava tomando banho - Era Cristiane con los cabellos mojados y una toalla blanca alrededor del cuerpo. - ¿Hablas Castellano? - Debia haber estado nervioso que ella pusó una cara de preocupación. - Muy poquito. - Y empezó a reir. - ¿Que puedo hacer por você? - Usted ha ganado un sorteo de la pizzería. Esto es para usted. Agradecido, cogió la pizza y estaba dispuesta a cerrar la puerta así que casí gritando le dije: -¡ESPERA! - Senti que mi cara empezó a sonrojarse. - Necesitó tus datos y una foto para poder registrar a la ganadora. Me miró por unos segundos y me dijo que espere algunos minutos para que pueda ponerse algo de ropa. Debía ser muy desconfiada pues no me invitó a pasar. Espere unos veinte minutos y finalmente ella salió. Me dijo que disculpe que estaba una bagunça (desordenado) su sala. Primero tome la foto y empeze las preguntas. - Nombre completo. - Coloca (escribe) Cristiane Leles. - Professión. - No tengo muchó tiempo. Tengo 29, soy brasileira (brasileña) y trabajo como GP. ¿Algo más? - Su pregunte fue ruda y cortante. - ¿Qué es GP? - ¿Sério isso? (Es enserío) - Riendo me dijo - Significa Garota de programa, en tu lengua es puta. Mi garganta se secó y una gota salió de mi ser. Seguidamente cogió dos pedazos de pizza los pusó en un plato y me dijo que el resto era para mi. Debio haber visto que estaba con la leche en los ojos, pues cuando nos despedimos me entrego un cartón y me dijo que si queria sus servicios debia llamar para que entre en su agenda. Tal cual me dijo procedí. Llame y me pusó en su agenda para final de mes. Para eso faltaban dos semanas. Esa espera fue un calvário, cada espiada aumentaba mi ansiedad. Las masturbaciones de entrenamiento fuerón incontables. Finalmente el gran dia llego. Estaba depilado, energizado y oliendo lo mejor posible. Fui a su casa y por tercera vez la rubia hippie fue quien abrió. Queria despejar mi mente y intente ser ameno con ella, así que entable una conversación de señales por causa del idioma. Como no entendia casí nada, pude ver al detalle la gran belleza que tenía. Ya en la puerta de Cristiane respire profundamente y toque. Ella salió con una túnica transparente que escondía un hilo dental extremanente sexy. Entre en su sala, me pidió el dinero y me preguntó que es lo que quería hacer. Con una sonrisa sarcástica volvierón a mi memoria todos los fetiches pornograficos que habia visto y respirando despacio le dije: Quiero probar sexo hardcore. Continuará...
En esa época surgían las redes sociales, los medios de comunicación más utilizado eran "Messenger" y mensajes de texto. No tenía ni el msn ni el número de Cristiane y, no podía aparecerme en su casa sin más. Así que arquitecte un plan un tanto arriesgado. El primer pasó era ir al trabajo y revisar cuál era la pizza que le entregue aquella vez. Demore horas buscando devido a que el sistema era muy antiquado. Finalmente encontré el pedido, pizza de cuatro quesos y una gaseosa helada. Ese dia después del trabajo compre la pizza y bien uniformado fui a su casa. Toque el timbre y mis piernas comenzarón a temblar. Parecía que mi estómago iba a jugarme una mala pasada. En eso la puerta se abre y aparece la rubia hippie. - Hi. Cristiane´s request. - Oh! Ok. Uhm... you want tea? Solo entendi té y acepte con un movimiento afirmativo. Ella me sirvió un té oscuro en una taza con las bordas quebradas. Confieso que la infusíon me cayó como anillo al dedo; permitió templar mis nervíos. Subí las escaleras sintiendo que mis piernas eran de plomo. Cuando finalmente llegué al cuarto, me eché un poco de perfume y comí un chicle. Toque la puerta despacio y no obtuve respuesta. Volví a intentar con más ahínco y la puerta se abrió. - Oi. Desculpa estava tomando banho - Era Cristiane con los cabellos mojados y una toalla blanca alrededor del cuerpo. - ¿Hablas Castellano? - Debia haber estado nervioso que ella pusó una cara de preocupación. - Muy poquito. - Y empezó a reir. - ¿Que puedo hacer por você? - Usted ha ganado un sorteo de la pizzería. Esto es para usted. Agradecido, cogió la pizza y estaba dispuesta a cerrar la puerta así que casí gritando le dije: -¡ESPERA! - Senti que mi cara empezó a sonrojarse. - Necesitó tus datos y una foto para poder registrar a la ganadora. Me miró por unos segundos y me dijo que espere algunos minutos para que pueda ponerse algo de ropa. Debía ser muy desconfiada pues no me invitó a pasar. Espere unos veinte minutos y finalmente ella salió. Me dijo que disculpe que estaba una bagunça (desordenado) su sala. Primero tome la foto y empeze las preguntas. - Nombre completo. - Coloca (escribe) Cristiane Leles. - Professión. - No tengo muchó tiempo. Tengo 29, soy brasileira (brasileña) y trabajo como GP. ¿Algo más? - Su pregunte fue ruda y cortante. - ¿Qué es GP? - ¿Sério isso? (Es enserío) - Riendo me dijo - Significa Garota de programa, en tu lengua es puta. Mi garganta se secó y una gota salió de mi ser. Seguidamente cogió dos pedazos de pizza los pusó en un plato y me dijo que el resto era para mi. Debio haber visto que estaba con la leche en los ojos, pues cuando nos despedimos me entrego un cartón y me dijo que si queria sus servicios debia llamar para que entre en su agenda. Tal cual me dijo procedí. Llame y me pusó en su agenda para final de mes. Para eso faltaban dos semanas. Esa espera fue un calvário, cada espiada aumentaba mi ansiedad. Las masturbaciones de entrenamiento fuerón incontables. Finalmente el gran dia llego. Estaba depilado, energizado y oliendo lo mejor posible. Fui a su casa y por tercera vez la rubia hippie fue quien abrió. Queria despejar mi mente y intente ser ameno con ella, así que entable una conversación de señales por causa del idioma. Como no entendia casí nada, pude ver al detalle la gran belleza que tenía. Ya en la puerta de Cristiane respire profundamente y toque. Ella salió con una túnica transparente que escondía un hilo dental extremanente sexy. Entre en su sala, me pidió el dinero y me preguntó que es lo que quería hacer. Con una sonrisa sarcástica volvierón a mi memoria todos los fetiches pornograficos que habia visto y respirando despacio le dije: Quiero probar sexo hardcore. Continuará...
Esperaba sin saber qué es lo que había dicho. Mi boca estaba seca, mis rodillas temblaban, pero mi mirada era de total confianza. Fije la mirada en ella y Cristiane empezó a menearse hasta recostarse en el sillón. El cuarto se oscurecía y sus dedos me invitaban a acercarme. La bese como si la conociera desde siempre, sentí sus uñas acariciarme la espalda y poco a poco me desnudo. De repente me jalo los cabellos y me ordeno que me pusiera de rodillas. Sus ojos brillavan y sus piernas rígidas se abrían, con un movimiento brusco se despojó de su ropa. Puso su sexo en mi boca y empezó a menearse como si anduviera a caballo. Mi lengua intentaba encontrar el centro de su placer, pero los saltos aleatorios me hacían perder la dirección. Poco a poco su vagina se mojaba y cuando empezaba a sentirme cómodo me patio el pecho con un taco aguja. Quede recostado en el suelo. Perdí un poco de aire y mis ojos se humedecieron, perdí la visión momentáneamente. Cuando me repuse ella estaba con un chicote negro, parecía de látex. Yo quería esconderme y quedarme estático, pero ella cerró las cortinas y me dio una chicoteada en la espalda. Yo me quede erizado, cuando pretendía decir basta, me cayó el segundo latigazo. A medida que el ardor se anestesiaba nascía una erección. - Seu cachorro nojento, agora vou deitar y quiero que me metas esto. - No me había percatado que en su otra mano estaba cargando un dildo. Camine lentamente y respirando rápido puse mi cabeza en sus pechos. Cuando ella iba a moverse le mordí con fuerza sus pezones. Su cara cambio, era como si ella me quería decir: ahora si entraste al juego. Comí sus pechos con mucha fuerza y poco a poco le metí el dildo. Ella gritó pidiendo que lo introdujera por completo. Como aguantaba esa mujer. Con la adrenalina a tope, la cogí de los cabellos y la arrodille. Mirar su cara de placer con mi pene en su boca era como mirar a las nubes en la Patagonia. Su lengua parecía acolchonada, mi pene estaba feliz. Escupía, lamía y se atoraba con mis testículos. El sonido de sus arcadas me excitaba cada vez más. No iba a aguantar mucho tiempo, así que le di un condón y, sin utilizar las manos, vistió mi pene con perfección. Le dije quiero perrito. Su cara de desentendiendo me hizo gracia. - Dog, gua gua.- Ella se rio y se acomodó en el sofá. Me demore unos minutos para comenzar la acción, primero me deleite la vista con esas enormes nalgas negras. Al mismo tiempo que se la metía con toda mi fuerza, la nalgueaba sin piedad. Para no perder el tono hardcore de un empujón cambiamos de posición. Yo estaba sentado en el sofá y ella encima moviéndose como si no hubiera mañana. Sus uñas empezaron a dibujar líneas de sangre en mi cuerpo en cuanto yo me sentía explotar. Contra mi voluntad tuve que echarla en el suelo y explotar en su cara. Mi esperma salía con parte de mi inocencia pintando el lienzo negro con puntos blancos fusiformes. Echados en el suelo ella me dijo que estuve bien y que pensó que me iba a trabar. - Es la primera vez que lo hago de esa forma. - en ese momento sentí que la perversión que tenía oculta afloró. - Quer dizer, que te tire la virginidad. - Su voz cansada y sus ojos brillantes me dejaban satisfecho. - Por eso nunca te olvidaré. - dije despacio con miedo de parecer cursi. - Eu sentía que tu vista se perdía por momentos. - Miraba para afuera, era como para ganar coraje o algo así. - Entiendo. Pensé que era porque tú sentías lo que he sentido en las últimas semanas. - ¿Y que has sentido? - Siento que alguien me vigila. THE END
Esperaba sin saber qué es lo que había dicho. Mi boca estaba seca, mis rodillas temblaban, pero mi mirada era de total confianza. Fije la mirada en ella y Cristiane empezó a menearse hasta recostarse en el sillón. El cuarto se oscurecía y sus dedos me invitaban a acercarme. La bese como si la conociera desde siempre, sentí sus uñas acariciarme la espalda y poco a poco me desnudo. De repente me jalo los cabellos y me ordeno que me pusiera de rodillas. Sus ojos brillavan y sus piernas rígidas se abrían, con un movimiento brusco se despojó de su ropa. Puso su sexo en mi boca y empezó a menearse como si anduviera a caballo. Mi lengua intentaba encontrar el centro de su placer, pero los saltos aleatorios me hacían perder la dirección. Poco a poco su vagina se mojaba y cuando empezaba a sentirme cómodo me patio el pecho con un taco aguja. Quede recostado en el suelo. Perdí un poco de aire y mis ojos se humedecieron, perdí la visión momentáneamente. Cuando me repuse ella estaba con un chicote negro, parecía de látex. Yo quería esconderme y quedarme estático, pero ella cerró las cortinas y me dio una chicoteada en la espalda. Yo me quede erizado, cuando pretendía decir basta, me cayó el segundo latigazo. A medida que el ardor se anestesiaba nascía una erección. - Seu cachorro nojento, agora vou deitar y quiero que me metas esto. - No me había percatado que en su otra mano estaba cargando un dildo. Camine lentamente y respirando rápido puse mi cabeza en sus pechos. Cuando ella iba a moverse le mordí con fuerza sus pezones. Su cara cambio, era como si ella me quería decir: ahora si entraste al juego. Comí sus pechos con mucha fuerza y poco a poco le metí el dildo. Ella gritó pidiendo que lo introdujera por completo. Como aguantaba esa mujer. Con la adrenalina a tope, la cogí de los cabellos y la arrodille. Mirar su cara de placer con mi pene en su boca era como mirar a las nubes en la Patagonia. Su lengua parecía acolchonada, mi pene estaba feliz. Escupía, lamía y se atoraba con mis testículos. El sonido de sus arcadas me excitaba cada vez más. No iba a aguantar mucho tiempo, así que le di un condón y, sin utilizar las manos, vistió mi pene con perfección. Le dije quiero perrito. Su cara de desentendiendo me hizo gracia. - Dog, gua gua.- Ella se rio y se acomodó en el sofá. Me demore unos minutos para comenzar la acción, primero me deleite la vista con esas enormes nalgas negras. Al mismo tiempo que se la metía con toda mi fuerza, la nalgueaba sin piedad. Para no perder el tono hardcore de un empujón cambiamos de posición. Yo estaba sentado en el sofá y ella encima moviéndose como si no hubiera mañana. Sus uñas empezaron a dibujar líneas de sangre en mi cuerpo en cuanto yo me sentía explotar. Contra mi voluntad tuve que echarla en el suelo y explotar en su cara. Mi esperma salía con parte de mi inocencia pintando el lienzo negro con puntos blancos fusiformes. Echados en el suelo ella me dijo que estuve bien y que pensó que me iba a trabar. - Es la primera vez que lo hago de esa forma. - en ese momento sentí que la perversión que tenía oculta afloró. - Quer dizer, que te tire la virginidad. - Su voz cansada y sus ojos brillantes me dejaban satisfecho. - Por eso nunca te olvidaré. - dije despacio con miedo de parecer cursi. - Eu sentía que tu vista se perdía por momentos. - Miraba para afuera, era como para ganar coraje o algo así. - Entiendo. Pensé que era porque tú sentías lo que he sentido en las últimas semanas. - ¿Y que has sentido? - Siento que alguien me vigila. THE END
