Anónimo - Memorias de una Pulga

Tema en 'Libros y Lectura' iniciado por Antrax, 14 Mar 2007.

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    Antrax

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    A ver, keria saber si es q puedo mandar por capitulos esta novela , yo se q muchos de uds la han leido y los q no, entonces el gustara. no se ke dira el sr moderador.
     
    Antrax, 14 Mar 2007

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    #1
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    Ojala los moderadores permitan la publicación de la novela, es buenisima!!! Muy, pero muy buena idea, mis respetos...
    Saludos
     
    Caballerito, 14 Mar 2007

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    #2

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    La novela es muy explícita. Durante su desarrollo aparecen las más comunes de las fantasías o desviaciones del tipo sexual. No es una lectura recomendable, pero cuando empiezas a leer, te atrapa.
    El libro se consigue hasta por 8 soles. Yo quemé (literalmente) el q tenía porque quien lo veía o se lo prestaba, se horrorizaba (una vaina vivir en medio de ovejas, cuando se es lobo)...
    Además que mucho lo re-leía yo mismo. (JA!)

    En suma, no estoy de acuerdo.

    Bye

    P.D. Los intereresados pongan en el Google "memorias de una pulga" y sale hasta la segunda parte (jejeje)
     
    User504, 15 Mar 2007

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    #3

    cazador 65

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    Ese libro me lo quitaron en el colegio, desde alli no tuve la oportunidad de conseguirlo, espero permitan su publicacion.
     
    cazador 65, 15 Mar 2007

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    #4

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    toda la raxon man, esta novela desperto en mi el placer.... por la literatura y por la obras literaias la eli, re lei una y otra vez, dando rienda suelta a mi imaginacion adolescente jejejeje, fantaseando q bella estaba frente mio y yo... pero bueno, si la buscas en google slo encuentras 2 capitulos, yo lo pbusque por ares ylo encontre todo completo.

    se respeta la opinion, en serio

    Y saludos a mi antonimo, el de la risa JAJAJAJAJA
     
    Antrax, 15 Mar 2007

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    #5

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    Esa sexo-novela de la pulga por lo menos tiene 16 años de antiguedad..........recuerdo haberla leido y para que.........te hacia armar carpa, jeje.......

    Un detalle..........según recuerdo enntre las memorias de la pulguita se relataba encuentros sexuales donde (aunque no recuerdo si estaba expresamente indicado) participaban individuos que no alcanzaban la mayoria de edad y se relataba su primera vez..........y aunque se trata de relatos inventados por el autor......... creo que no es conveniente copiar estos relatos en el foro.........ya suponen porque no?


    saludos
     
    PIZKO, 15 Mar 2007

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    #6

    noctambulo_23

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    bueno cofraddes buscando por la web encontre memorias de una pulga y pude leer que hay 12 capitulos , me he demorado en leerlo hora y media y eso que todavia salteandome los 12 capitulos. aqui hablan de puro sexo desde la primera vez de una virgen , sexon aanal , trio , penetracion doble, incesto muy interesante pero leerlo todo demora yq eu es largo como dije me he tirado hora y media leerlo por internet y todavia salteandome. aqui les paso el link para que lo lean o lo impriman http://es.wikisource.org/wiki/Memorias_de_una_pulga:_I
     
    noctambulo_23, 16 Mar 2007

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    #7

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    te pasaste men, normalmente encontraba solo 2 capitulos, se agradece sobre todo para ya no colgar la novela entera como era mi intencion
     
    Antrax, 16 Mar 2007

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    #8

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    para que esa novela es bien explicita...
    se la recomiendo a todos
    con decirles que se la he prestado a
    mi pata y ahora el es mi jefe
     
    omisama, 12 Mar 2008

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    #9

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    Memorias de una Pulga es el libro que todo adolescente debe leer, yo lo descubrí ente mis andanzas de colegial por el centro de lima, cuando la av. wilson altura de plaza francia estaba llena de revisteros y entre la busquedad de revistas pornos(no habia internet, a lo mucho videos betamax) encontre este librito muy particular, lo compre mas por curiosidad, primera vez que me animaba a comprar algo que no tuviera fotos y para que valió la pena. De allí encontre al Marquez de Sade y una de sus obras llamada: FILOSOFIA EN EL TOCADOR. Espero que algún cofrade lo pueda bajar por internet es RECOMENDABLE.
     
    El corregidor, 14 Mar 2008

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    #10

    Fonzi70

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    Pedir permiso para subir una novela de ficcion en un foro con tanta calata?
    en un foro con las mas delirantes descripciones de performances de Kinesiologas?
    dificil de creer que lo piensen tanto para subir el librito.

    Lo lei hace tiempo cuando era estudiante y la verdad no es nada del otro mundo, quizas un perutopista con aspiraciones literarias podria hacer algo mejor o similar haciendo un resumen de las aventuras con las trampas y kinesiologas contadas en este foro.

    Saludos
     
    Fonzi70, 16 Mar 2008

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    #11
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    Caraxo hasta ahora no he leído ese libro a pesar q siempre m lo recomendaron, voy a conseguirlo lo más antes posible, ya q son muy buenas las recomendaciones
     
    PVT2, 23 Jun 2008

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    #12

    User504

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    mmm... no concuerdo contigo, se ve o no has leido el libro, o no sabes las reglas del foro.
    Ta bien, es fantasía, pero no por eso deja de ser "poco adecuado", hablar de Bella en este Foro.

    Saludos.
     
    User504, 12 Jul 2008

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    #13

    angel_child

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    ufff buenos recuerdos de ese librito... cuando empezaba mi pubertad o empece a leer y comence a concoer mi alter ego....

    me gusto un comentario de arriba... :
    es un problema vivir entre ovejas cuando uno es un lobo
     
    angel_child, 13 Jul 2008

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    #14

    argoll

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    yo recuerdo que me entere de la existencia de esta novela, porque salio la noticia en el Periodico, ahi donde hacian critica de libros.
    Asi como tambien el Decameron de Boccacio, nos lo recomendo el profe, es que ya nosotros leiamos un poco.
    No eramos genios de la matematica,pero leiamos.
    El libro lo vendian nuevo en la plaza san martin, un viejito, y de segunda habia en las librerias de periodicos viejos.
    Con tanta censura en la tele y el cine en esos tiempos, cualquier libro erotico era bien buscadito.
    Me cuenta una amiga que tambien lo ha leido, pero seguro es porque algun mañoso de sus amigos le proporciono el libro, o alguna de sus amigas, y como esta rica, ya me imagino el buen polvo que habra resultado de esas lecturas. Hasta ahora habla con entusiasmo del libro, como si yo no lo hubiera leido, un dia le voy a demostrar que yo tambien lo he leido varias veces, pero con la practica.:D
     
    argoll, 13 Jul 2008

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    #15
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    INTRODUCCION

    Es fácil comprender porqué esta contenciosa narración permanece en el anonimato. Escrita en tiempo en que el arte del simbolismo reemplazaba los peligros de las expresiones realistas, su autor se propuso, sin duda, transmitir a sus lectores el impulso sexual interior de un hombre, comparándolo con su aspecto exterior. A mi modo de ver, no cabe duda de que el narrador estaba tan lleno de sus descarriadas fantasías, que imaginó todas las situaciones sexuales concebibles, por muy irreales e increíbles que fuesen, con tal de dar satisfacción a su anormal lujuria.

    El relato abarca un conjunto de perversiones o desviaciones sexuales comunes y anormales, y da comienzo con el despertar del deseo sexual de una jovencita por el sexo opuesto, y que continúa describiendo actos anormales, como aquel en el que el individuo encuentra placer sexual en ver cómo otros realizan el coito, o el exhibicionismo, en méritos del cual el hombre muestra sus órganos sexuales a una observadora del género femenino, y que encuentra satisfacción en el azoro con que reacciona ella ante el espectáculo, sintiendo que ha efectuado un desfloramiento psíquico.

    El autor, al presentar esta extraña situación, sitúa este aspecto desviacionista en el marco de una situación no natural. El sadismo y el masoquismo están representados por tres hombres maduros que entablan relaciones sexuales con la muchacha por las vías vaginal, anal y bucal. Sin embargo, se introduce otro aspecto desviacionista cuando se presenta a la joven como siendo de tipo ninfomaníaco, de deseos tan intensos que nunca pueden encontrar satisfacción completa, y cuya libido va in crescendo con cada nueva conquista. El incesto, es decir, las relaciones sexuales entre parientes próximos, se manifiesta cuando el tío de la muchacha la seduce también.

    Por la palabra “símbolo” entendemos que se sugiere algo por relación, asociación de ideas o mutuo convenio. Muchas de nuestras imágenes recordadas pueden ser realzadas y distorsionadas, hasta el punto de convertirlas en grotescas. Pero en realidad no son sino fantasías, o combinaciones de recuerdos varios. Durante los siglos XVII y XVIII, época en que se desarrolla la presente historia, se produjo en Europa central un movimiento popular de protesta contra los convencionalismos, llegándose al extremo de presentar a las figuras más astutas bajo extraños aspectos, en una tentativa por escapar a los límites restrictivos. Thomas Paine dijo: “Lo sublime y lo ridículo se encuentran a menudo tan próximos, que es difícil separar uno de otro. Un paso más arriba lo sublime se vuelve ridículo; un paso por encima de lo ridículo nos lleva a lo sublime”. El presente relato, de ribaldo simbolismo, se ajusta extraordinariamente a esta definición.

    El narrador de nuestra novelita es una pulga común y corriente (O extraordinaria, por mejor decir, en el sentido del relato); una pulga que no es sino un insecto succionador de sangre, altamente capacitado para la vida parasitaria y con gran capacidad para deslizarse entre los pelos y las plumas. La pulga humana —Pulex Irritans— acecha al hombre como lo hace la nigua. Algunos seres humanos son inmunes a las picaduras de la pulga, y no experimentan efectos irritantes, aun cuando permanezcan por largo tiempo expuestos a las mismas. Esto explica por qué nuestro amigo —el señor Pulga— pudo viajar por todas partes, inspeccionarlo todo y contárnoslo todo. A título de disgresión, diremos que es notable la gran complejidad que pueden llegar a alcanzar los parásitos. Por ejemplo, en una determinada oruga pudieron descubrirse otras 23 variedades de insectos, cada uno de los cuales soportaba a otros 13, los que, a su vez, daban también albergue a dos o más cada uno.

    Observada en este nivel tan bajo, la vida, en cualquiera de sus manifestaciones, tiene que ser considerada en un nuevo aspecto. Tengo para mí que el autor, con un caprichoso toque de sátira, se valió de la pulga como un símbolo de los ojos humanos, que desean ver las cosas que no pueden observar abiertamente. De esta manera las visualiza mentalmente, con lo que. de paso, para provocar sus emociones, profundiza hasta lo más hondo de la marea sexual. Los necios son mi tema; dejad que la sátira sea mi canción”. Este pensamiento, tomado de English Bards and Scotch Reuiewers, suele ser aplicable cuando los hombres frustrados pugnan por desprenderse de sus inhibiciones.

    Los motines iniciados al grito de “¡Abajo el papismo!”, desencadenados en 1780, revelan la inquietud en aquellos tiempos de un populacho soliviantado contra el autoritarismo y rebelándose para separar las leyes de la naturaleza de las de los hombres, al parecer diametralmente opuestas. El hombre, desde los albores de la humanidad, ha discrepado de las leyes de la naturaleza y las ha alterado para adaptarlas mejor a sus impulsos egoístas. Es a menudo cierto que aquellos individuos que más se ajustan a un código ético abrigan en su seno los deseos sexuales más heterodoxos e insatisfechos, aunque es este subconsciente el que los encamina hacia el campo opuesto.

    De manera similar, en la misma época, en las colonias de Norteamérica los puritanos sujetaban al pueblo a leyes tan estrictas que, en realidad, constituían la negación de una existencia normal. Las leyes matrimoniales significaron la separación de muchos enamorados, quienes, temerosos de disgustar a sus padres, recurrieron a entrevistas furtivas y a desahogos clandestinos.


    El amor fue estigmatizado en todos sus aspectos por los teólogos puritanos como el más poderoso instrumento de Satanás, y hasta el simple idilio fue desaprobado, asociándolo con el pecado original. Con el más fútil pretexto los jóvenes eran clasificados entre la gente más baja, anatematizándolos con palabras en las que, lisa y llanamente, se proclamaba que “es práctica común en diversos lugares destinados a los jóvenes que éstos muestren sus malvados propósitos, y se acerquen a las doncellas con fines malévolos, por lo cual se ha desarrollado mucha maldad en torno a nosotros para menosprecio de Dios y daño de nuestras personas

    No hay que decir que en tales circunstancias los adolescentes, como es el caso de la juvenil Bella y de su admirador, se juntaran a escondidas para dar satisfacción a sus necesidades íntimas, En el caso de los puritanos, las leyes contra el galanteo secreto que acabamos de mencionar no aseguraron la moral, como lo prueba un simple examen de los registros judiciales de la época. En realidad, el vicio de una legislación excesiva tiende más bien a extender los males que trata de prevenir. Esta rara situación vino a agravarse con la costumbre del “enfardamiento”, que se hacia necesario cuando un joven había caminado mucho para ver a su amada, y no tenía ya tiempo para regresar a su hogar.

    Se le permitía entonces quedarse en la casa de la familia de la novia, en la que dormía junto con los familiares de ella, cubriéndose todos con mantas y pieles. De esto resultaba el coito entre el mozalbete y la doncella, y el acto, realizado tan cerca de él, sin duda estimulaba sexual-mente al padre, satisfecho de la parte que había tomado en la consumación de aquél. Por extraño que ello pueda parecer, ninguna joven era criticada por errores cometidos durante el “enfardamiento”, y éste no perjudicaba en nada las ulteriores posibilidades matrimoniales de la muchacha.

    En esta misma época se promulgó una ley contra “la intemperancia, la inmoralidad y la irreverencia”, que prohibía en todo momento cualquier clase de música, tanto de cuerda como de viento, en las tabernas y casas públicas, así como cantar, bailar y hacer algazara en las mismas.

    Para acentuar el resentimiento de la gente contra estas severas prohibiciones, fue ésta la era en que la brujería comenzó a asomar su fea cabeza. Sus verdaderos comienzos hay que buscarlos en los escritos hebreos, donde encontramos a Bebemot, deidad monstruosa descrita por Job como “poderosa criatura de cola grande como un cedro, los tendones de sus piedras están atados juntos”. El vocablo latino para indicar la piedra es testiculus, con lo cual, según se cree, se pretende asociar la divinidad con los atributos sexuales, de la misma manera que el falo se ha tenido siempre como símbolo representativo de la actividad creadora universal. Los sacerdotes de Baal siempre entraban desnudos a sus templos, y las mujeres exhibían su cuerpo ante la imagen adornada de un falo, a la que rendían pleitesía.

    En la edad media los hombres, atosigados por el cúmulo de normas y de leyes que les imponían tanto los gobernantes como los representantes de la religión, iban en busca de caminos descarriados para dar satisfacción lo mismo a su naturaleza espiritual como a la carnal. Siempre han existido dos principios de luz y sombra, en oposición y conflicto permanentes, Del centro de Europa partieron los adoradores de Satanás, oficiales de la misa negra, cuya creencia en el agnosticismo situó a la doctrina del conocimiento por encima de la fe, e incluso de la moral. A menudo se recurrió al racionalismo para acomodarse a los niveles religiosos del momento.






     
    Antrax, 30 Sep 2008

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    #16

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    )continuacion de la introduccion)


    Tales gentes creían en un Dios bueno, pero pensaban que el mundo material, en el que estaba incluido el cuerpo físico, era creación de un espíritu maligno. Siendo mala la materia prima, creían que ésta no podía ser el vehículo de la gracia divina. Otros creían que la divinidad era el origen de todo —el bien y el mal— y que el hombre se inclinaba hacia la luz o hacia la sombra, siguiendo sus inclinaciones. En realidad, la brujería es una forma de dualismo religioso que a menudo encuentra adeptos entre los confusos e ignorantes miembros de la ortodoxia organizada, quienes no pueden adaptarse a las rígidas normas a las que tienen que hacer frente.

    Es en esta confusa era donde hay que buscar las raíces de estas MEMORIAS DE UNA PULGA. El hombre, siempre reacio a someterse al conformismo y a la autoridad, pensó en poner al descubierto las fuerzas de la pasión sexual más crasa, la lujuria y la algolagnia (al causar o sufrir dolor para incrementar el placer sexual> que proporcionan tanto mayor satisfacción a su naturaleza sexual cuanto más alta es la categoría social de las personas de quienes se trata.

    El barón Gules de Laval Rais, conocido como el “Barón Negro”, e íntimamente asociado con la iglesia, fue uno de los que fueron desenmascarados como cultivadores del satanismo. Después de su captura y enjuiciamiento confesó sus monstruosas actividades y sus crímenes sádicos, cometidos en niños a los que sacrificó al diablo, practicando incisiones en su garganta para sorberles la sangre por la yugular, además de vio-bríos antes y después del sacrificio. Fue ahorcado y quemado y después de muerto se descubrieron en la torre de su castillo los esqueletos de alrededor de doscientas de sus víctimas. Sin embargo, por extraño que parezca, cuando era conducido al suplicio rogó —y le fue permitido— que se le autorizara para arrodillarse a orar y pedir perdón a Dios y a los cientos de personas que se habían congregado para presenciar su ejecución. Tanto poder había en su verbo, y tanto magnetismo irradiaba su personalidad, que más tarde fue erigida una estatua en el lugar donde se le ajustició y quemó, y por años las mujeres estériles acudieron al sitio del sacrificio para implorar el don de la maternidad.


    Cabe en lo posible que una personalidad sumamente narcisista sea la autora de este librito, MEMORIAS DE UNA PULGA.

    La autosexualidad, o el amor a sí mismo, es tal vez la forma más trágica y perversa de amor sexual conocida, ya que nadie comparte con esta clase de enfermos los placeres del amor erótico. El mismo es su compañero en el acto sexual, excitado por escritos sensuales o por ideas de la naturaleza más erótica. Después que el narcisista llega al clímax de la masturbación se siente cada vez más solo y culpable, así como menos capacitado para competir con el mundo normal.

    El autosexual. por lo común, es aquel a quien las circunstancias han negado el escape de la energía sexual por conductos normales o irregulares, por cuya razón se evade hacia el mundo de la autosexualidad. Muy a menudo llega a este punto culminante sin experimentar placer alguno que valga la pena, denotando conflicto entre el Id. la disposición inconsciente y fundamental a partir de la cual se desarrollan el anhelo y el placer, y el Súper Ego, censor interno del Ego. la parte del inconsciente influenciado por los sentidos, habiendo tomado conciencia al contacto con la realidad, y con el placer asociado al acto.

    El verdadero homosexual sólo encuentra placer sexual en la masturbación, durante cuyo acto puede ponerse a sí mismo en relación a una situación erótica de su gusto.

    LAS MEMORIAS DE UNA PULGA son un relato para mentes adultas, la expresión de una mente humana en busca de renunciar a lo anormal para encaminarse hacia lo normal, y caen dentro de un tipo de literatura que actualmente se reconoce como necesaria para el estudio de la conducta humana. Es cierto que cuando comenzamos a investigar los hechos íntimos y reales de la vida sexual del hombre tropezaremos con tantos modelos como individuos examinamos. Frecuentemente, demasiado frecuentemente, son aquellos que en apariencia parecen reprobar las manifestaciones sexuales quienes poseen una naturaleza más marcadamente erótica. En esta ambivalencia de sentimientos, en el experimentar dos sentimientos contrarios, tales como el amor y el odio, lo correcto y lo erróneo, se encuentran las raíces mismas de la desviación y la variedad sexuales. En último término, diciéndolo con palabras de Freud:¿quién puede decir, a fin de cuentas, qué es lo normal y qué es lo correcto.., o lo que puede ser anormal o erróneo? ¿Quién puede decirlo?
     
    Antrax, 30 Sep 2008

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    Capitulo I

    NACÍ, PERO COMO NO SABRÍA DECIR COMO, cuándo o dónde, y por lo tanto debo permitirle al lector que acepte esta afirmación mía y que la crea si bien le parece. Otra cosa es asimismo cierta: el hecho de mi nacimiento no es ni siquiera un átomo menos cierto que la veracidad de estas memorias, y si el estudiante inteligente que profundice en estas páginas se pregunta cómo sucedió que en el transcurso de mi paso por la vida —o tal vez hubiera debido decir mi brinco por ella— estuve dotada de inteligencia, dotes de observación y poderes retentivos de memoria que me permitieron conservar el recuerdo de los maravillosos hechos y descubrimientos que voy a relatar, únicamente podré contestarle que hay inteligencias insospechadas por el vulgo, y leyes naturales cuya existencia no ha podido ser descubierta todavía por los más avanzados científicos del mundo.

    Oí decir en alguna parte que mi destino era pasarme la vida chupando sangre. En modo alguno soy el más insignificante de los seres que pertenecen a esta fraternidad universal, y si llevo una existencia precaria en los cuerpos de aquellos con quienes entro en contacto, mi propia experiencia demuestra que lo hago de una manera notablemente peculiar, ya que hago una advertencia de mi ocupación que raramente ofrecen otros seres de otros grados en mi misma profesión. Pero mi creencia es que persigo objetivos más nobles que el de la simple sustentación de mi ser por medio de las contribuciones de los incautos. Me he dado cuenta de este defecto original mio, y con un alma que está muy por encima de los vulgares instintos de los seres de mi raza, he ido escalando alturas de percepción mental y de erudición que me colocaron para siempre en el pináculo de la grandeza en el mundo de los insectos.

    Es el hecho de haber alcanzado tal esclarecimiento mental el que quiero evocar al describir las escenas que presencié, y en las que incluso tomé parte. No he de detenerme para exponer por qué medios fui dotada de poderes humanos de observación y de discernimiento. Séales permitido simplemente darse cuenta, al través de mis elucubraciones, de que los poseo, y procedamos en consecuencia.

    De esta suerte se darán ustedes cuenta de que no soy una pulga vulgar. En efecto, cuando se tienen en cuenta las compañías que estoy acostumbrado a frecuentar, la familiaridad conque he conllevado el trato con las más altas personalidades, y la forma en que trabé conocimiento con la mayoría de ellas, el lector no dudará en convenir conmigo que, en verdad, soy el más maravilloso y eminente de los insectos.

    Mis primeros recuerdos me retrotraen a una época en que me encontraba en el interior de una iglesia. Había música, y se oían unos cantos lentos y monótonos que me llenaron de sorpresa y admiración. Pero desde entonces he aprendido a calibrar la verdadera importancia de tales influencias, y las actitudes de los devotos las tomo ahora como manifestaciones exteriores de un estado emocional interno, por lo general inexistente.

    Estaba entregado a mi tarea profesional en la regordeta y blanca pierna de una jovencita de alrededor de catorce años, el sabor de cuya sangre todavía recuerdo, así como el aroma de su... pero estoy divagando.

    Poco después de haber dado comienzo tranquila y amistosamente a mis pequeñas atenciones, la jovencita, así como el resto de la congregación, se levantó y se fue. Como es natural, decidí acompañarla.

    Tengo muy aguzados los sentidos de la vista y el oído, y pude ver cómo, en el momento en que cruzaba el pórtico, un joven deslizaba en la enguantada mano de la jovencita una hoja doblada de papel blanco. Yo había percibido ya el nombre Bella, bordado en la suave medía de seda que en un principio me atrajo a mí, y pude ver que también dicho nombre aparecía en el exterior de la carta de amor. Iba con su tía, una señora alta y majestuosa, con la cual no me interesaba entrar en relaciones de intimidad.

    Bella era una preciosidad de apenas catorce años, y de figura perfecta. No obstante su juventud, sus dulces senos en capullo empezaban ya a adquirir proporciones como las que placen al sexo opuesto. Su rostro acusaba una candidez encantadora; su aliento era suave como los perfumes de Arabia, y su piel parecía de terciopelo. Bella sabía, desde luego, cuáles eran sus encantos, y erguía su cabeza con tanto orgullo y coquetería como pudiera hacerlo una reina. No resultaba difícil ver que despertaba admiración al observar las miradas de anhelo y lujuria que le dirigían los jóvenes, y a veces también los hombres ya más maduros. En el exterior del templo se produjo un silencio general, y todos los rostros se volvieron a mirar a la linda Bella, manifestaciones que hablaban mejor que las palabras de que era la más admirada por todos los ojos, y la más deseada por los corazones masculinos.

    Sin embargo, sin prestar la menor atención a lo que era evidentemente un suceso de todos los días, la damita se encaminó con paso decidido hacia su hogar, en compañía de su tía, y al llegar a su pulcra y elegante morada se dirigió rápidamente a su alcoba. No diré que la seguí, puesto que iba con ella, y pude contemplar cómo la gentil jovencita alzaba una de sus exquisitas piernas para cruzaría sobre la otra con el fin de desatarse las elegantes y pequeñísimas botas de cabritilla.

    Brinqué sobre la alfombra y me di a examinarla. Siguió la otra bota, y sin apartar una de otra sus rollizas pantorrillas, Bella se quedó viendo la misiva plegada que yo advertí que el joven había depositado secretamente en sus manos. Observándolo todo desde cerca, pude ver las curvas de los muslos que se desplegaban hacia arriba hasta las jarreteras, firmemente sujetas, para perderse luego en la oscuridad, donde uno y otro se juntaban en el punto en que se reunían con su hermoso bajo vientre para casi impedir la vista de una fina hendidura color durazno, que apenas asomaba sus labios por entre las sombras.

    De pronto Bella dejó caer la nota, y habiendo quedado abierta, me tomé la libertad de leerla también. los incautos. Me he dado cuenta de este defecto original mio, y con un alma que está muy por encima de los vulgares instintos de los seres de mi raza, he ido escalando alturas de percepción mental y de erudición que me colocaron para siempre en el pináculo de la grandeza en el mundo de los insectos.

    “Esta noche, a las ocho, estaré en el antiguo lugar”. Eran las únicas palabras escritas en el papel, pero al parecer tenían un particular interés para ella. puesto que se mantuvo en la misma postura por algún tiempo en actitud pensativa.

    Se había despertado mi curiosidad, y deseosa de saber más acerca de la interesante joven, lo que me proporcionaba la agradable oportunidad de continuar en tan placentera promiscuidad, me apresuré a permanecer tranquilamente oculta en un lugar recóndito y cómodo, aunque algo húmedo, y no salí del mismo, con el fin de observar el desarrollo de los acontecimientos, hasta que se aproximó la hora de la cita.

    Bella se vistió con meticulosa atención, y se dispuso a trasladarse al jardín que rodeaba la casa de campo donde moraba, fui con ella.

    Al llegar al extremo de una larga y sombreada avenida la muchacha se sentó en una banca rústica, y esperó la llegada de la persona con la que tenía que encontrarse.

    No pasaron más de unos cuantos minutos antes de que se presentara el joven que por la mañana se había puesto en comunicación con mi deliciosa amiguita.

    Se entabló una conversación que, sí debo juzgar por la abstracción que en ella se hacía de todo cuanto no se relacionara con ellos mismos, tenía un interés especial para ambos. Anochecía, y estábamos entre dos luces. Soplaba un airecillo caliente y confortable, y la joven pareja se mantenía entrelazada en el banco, olvidados de todo lo que no fuera su felicidad mutua.

    —No sabes cuánto te quiero, Bella -murmuró el joven, sellando tiernamente su declaración con un beso depositado sobre los labios que ella ofrecía.
    —Sí, lo sé —contestó ella con aire inocente—. ¿No me lo estás diciendo constantemente? Llegaré a cansarme de oír esa canción.

    Bella agitaba inquietamente sus lindos pies, y se veía meditabunda.
    —¿Cuándo me explicarás y enseñarás todas esas cosas divertidas de que me has hablado? —preguntó ella por fin, dirigiéndole una mirada, para volver luego a clavar la vista en el suelo.

    —Ahora —repuso el joven—. Ahora, querida Bella, que estamos a solas y libres de interrupciones. ¿Sabes, Bella? Ya no somos unos chiquillos.
    Bella asintió con un movimiento de cabeza.

    —Bien; hay cosas que los niños no saben, y que los amantes no sólo deben conocer, sino también practicar.


     
    Antrax, 30 Sep 2008

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    —¡Válgame Dios! —dijo ella, muy seria.

    - Sí —continuó su compañero—. Hay entre los que se aman cosas secretas que los hacen felices, y que son causa de la dicha de amar y ser amado.

    —¡Dios mío! —exclamó Bella—. ¡Qué sentimental te has vuelto, Carlos! Todavía recuerdo cuando me decías que el sentimentalismo no era más que una patraña.
    —Así lo creía, hasta que me enamoré de ti —replicó el joven.

    —¡Tonterías! —repuso Bella—. Pero sigamos adelante, y i cuéntame lo que me tienes prometido.

    —No te lo puedo decir si al mismo tiempo no te lo enseño —contestó Carlos—. Los conocimientos sólo se aprenden observándolos en la práctica.
    —¡Anda, pues! ¡Sigue adelante y enséñame! —exclamó la muchacha, en cuya brillante mirada y ardientes mejillas creí- descubrir que tenía perfecto conocimiento de la clase de instrucción que demandaba.

    En su impaciencia había un no sé qué cautivador. El joven cedió a este atractivo y, cubriendo con su cuerpo el de la bella damita, acercó sus labios a los de ella y la besó embelesado. Bella no opuso resistencia; por el contrario colaboró devolviendo las caricias de su amado.

    Entretanto la noche avanzaba; los árboles desaparecían tras. la oscuridad, y extendían sus altas copas como para proteger a los jóvenes contra la luz que se desvanecía.

    De pronto Carlos se deslizó a un lado de ella y efectuó un ligero movimiento. Sin oposición de parte de Bella pasó su mano por debajo de las enaguas de la muchacha. No satisfecho con el goce que le causó tener a su alcance sus medias de seda, intentó seguir más arriba, y sus inquisitivos dedos entraron en contacto con las suaves y temblorosas carnes de los muslos de la muchacha.

    El ritmo de la respiración de Bella se apresuró ante este poco delicado ataque a sus encantos. Estaba, empero, muy lejos de resistirse; indudablemente le placía el excitante jugueteo.

    -Tócalo -murmuró—. Te lo permito.

    Carlos no necesitaba otra invitación. En realidad se disponía a seguir adelante, y captando en el acto el alcance del permiso, introdujo sus dedos más adentro.
    La complaciente muchacha abrió sus muslos cuando él lo hizo, y de inmediato su mano alcanzó los delicados labios rosados de su linda rendija.

    Durante los diez minutos siguientes la pareja permaneció con los labios pegados, olvidada de todo. Sólo su respiración denotaba la intensidad de las sensaciones que los embargaba en aquella embriaguez de lascivia. Carlos sintió un delicado objeto que adquiría rigidez bajo sus ágiles dedos, y que sobresalía de un modo que le era desconocido.

    En aquel momento Bella cerró sus ojos, y dejando caer su cabeza hacia atrás se estremeció ligeramente, al tiempo que su cuerpo devenía ligero y lánguido, y su cabeza buscaba apoyo en el brazo de su amado.

    —¡Oh, Carlos! —murmuró—. ¿Qué me estás haciendo? ¡Qué deliciosas sensaciones me proporcionas!

    El muchacho no permaneció ocioso, pero habiendo ya explorado todo lo que le permitía la postura forzada en que se encontraba, se levantó, y comprendiendo la necesidad de satisfacer la pasión que con sus actos había despertado, le rogó a su compañera que le permitiera conducir su mano hacia un objeto querido, que le aseguró era capaz de producirle mucho mayor placer que el que le habían proporcionado sus dedos.

    Nada renuente, Bella se asió a un nuevo y delicioso objeto y, ya fuere porque experimentaba la curiosidad que simulaba, o porque realmente se sentía transportada por deseos recién nacidos, no pudo negarse a llevar de la sombra a la luz el erecto objeto de su amigo.

    Aquellos de mis lectores que se hayan encontrado en una situación similar, podrán comprender rápidamente el calor puesto en empuñar la nueva adquisición, y la mirada de bienvenida con que acogió su primera aparición en público.
    Era la primera vez que Bella contemplaba un miembro masculino en plena manifestación de poderío, y aunque no hubiera sido así, el que yo podía ver cómodamente era de tamaño formidable. Lo que más le incitaba a profundizar en sus conocimientos era la blancura del tronco y su roja cabeza, de la que se retiraba la suave piel cuando ella ejercía presión.

    Carlos estaba igualmente enternecido. Sus ojos brillaban y su mano seguía recorriendo el juvenil tesoro del que había tomado posesión.

    Mientras tanto los jugueteos de la manecita sobre el juvenil miembro con el que había entrado en contacto habían producido los efectos que suelen observarse en circunstancias semejantes en cualquier organismo sano y vigoroso, como el del caso que nos ocupa.


    Arrobado por la suave presión de la mano, los dulces y deliciosos apretones, y la inexperiencia con que la jovencita tiraba hacia atrás los pliegues que cubrían la exuberante fruta, para descubrir su roja cabeza encendida por el deseo, y con su diminuto orificio en espera de la oportunidad de expeler su viscosa ofrenda, el joven estaba enloquecido de lujuria, y Bella era presa de nuevas y raras sensaciones que la arrastraban hacia un torbellino de apasionada excitación que la hacía anhelar un desahogo todavía desconocido.

     
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    Con sus hermosos ojos entornados, entreabiertos sus húmedos labios, la piel caliente y enardecida a causa de los desconocidos impulsos que se habían apoderado de su persona, era víctima propicia para quienquiera que tuviese aquel momento la oportunidad. y quisiera lograr sus favores y arrancarle su delicada rosa juvenil.

    No obstante su juventud. Carlos no era tan ciego como para dejar escapar tan brillante oportunidad. Además su pasión, ahora a su máximo, lo incitaba a seguir adelante, desoyendo los consejos de prudencia que de otra manera hubiera escuchado.

    Encontró palpitante y bien húmedo el centro que se agitaba bajo sus dedos; contempló a la hermosa muchacha tendida en una invitación al deporte del amor, observó sus hondos suspiros, que hacían subir y bajar sus senos, y las fuertes emociones sensuales que daban vida a las radiantes formas de su joven compañera.

    Las suaves y turgentes piernas de la muchacha estaban expuestas a las apasionadas miradas del joven.

    A medida que iba alzando cuidadosamente sus ropas íntimas, Carlos descubría los secretos encantos de su adorable compañera, hasta que sus ojos en llamas se posaron en los rollizos miembros rematados en las blancas caderas y el vientre palpitante.

    Su ardiente mirada se posó entonces en el centro mismo de atracción, en la rosada hendidura escondida al pie de un turgente monte de Venus, apenas sombreado por el más suave de los vellos.

    El cosquilleo que le había administrado, y las caricias dispensadas al objeto codiciado, habían provocado el flujo de humedad que suele suceder a la excitación, y Bella ofrecía una rendija que antojábase un durazno, bien rociado por el mejor y más dulce lubricante que pueda ofrecer la naturaleza.

    Carlos captó su oportunidad, y apartando suavemente la mano con que ella le asía el miembro, se lanzó furiosamente, sobre la reclinada figura de ella.

    Apresó con su brazo izquierdo su breve cintura; abrazó las mejillas de la muchacha con su cálido aliento, y sus labios apretaron los de ella en un largo, apasionado y apremiante beso. Tras de liberar a su mano izquierda, trató de juntar los cuerpos lo más posible en aquellas partes que desempeñan el papel activo en el placer sensual, esforzándose ansiosamente por completar la unión.

    Bella sintió por primera vez en su vida el contacto mágico del órgano masculino con los labios de su rosado orificio.

    Tan pronto como percibió el ardiente contacto con la dura cabeza del miembro de Carlos se estremeció perceptiblemente, y anticipándose a los placeres de los actos venéreos, dejó escapar una abundante muestra de su susceptible naturaleza.

    Carlos estaba embelesado, y se esforzaba en buscar la máxima perfección en la consumación del acto.
    Pero la naturaleza, que tanto había influido en el desarrolló de las pasiones sexuales de Bella, había dispuesto, que algo tenía que realízarse antes de que fuera cortado tan fácilmente un capullo tan tempranero.

    Ella era muy joven, inmadura —incluso en el sentido de estas visitas mensuales que señalan el comienzo de la pubertad— y sus partes, aun cuando estaban llenas de perfecciones y de frescura, estaban poco preparadas para la admisión de los miembros masculinos, aun los tan moderados como el que, con su redonda cabeza intrusa, se luchaba en aquel momento por buscar alojamiento en ellas.

    En vano se esforzaba Carlos presionando con su excitado miembro hacia el interior de las delicadas partes de la adorable muchachita.

    Los rosados pliegues del estrecho orificio resistían todas las tentativas de penetración en la mística gruta. En vano también la linda Bella, en aquellos momentos inflamada por una excitación que rayaba en la furia, y semienloquecida por efecto del cosquilleo que ya había resentido, secundaba por todos los medios los audaces esfuerzos de su joven amante.

    La membrana era fuerte y resistía bravamente. Al fin, en un esfuerzo desesperado por alcanzar el objetivo propuesto, el joven se hizo atrás por un momento, para lanzarse luego con todas sus fuerzas hacia adelante, con lo que consiguió abrirse paso taladrando en la obstrucción, y adelantar la cabeza y parte de su endurecido miembro en el sexo de la muchacha que yacía bajo él.

    Bella dejó escapar un pequeño grito al sentir forzada la puerta que conducía a sus secretos encantos, pero lo delicioso del contacto le dio fuerzas para resistir el dolor con la esperanza del alivio que parecía estar a punto de llegar.
    Se ha dicho que ce n’est que le premier coup qui coute, pero cabe alegar que también es perfectamente posible que quelquejois il cauto trops, como puede inferir el lector conmigo en el caso presente.

    Sin embargo. y por muy extraño que pueda parecer, ninguno de nuestros amantes tenía la menor idea al respecto, pues entregados por entero a las deliciosas sensaciones que se habían apoderado de ellos, unian sus esfuerzos para llevar a cabo ardientes movimientos que ambos sentían que iban a llevarlos a un éxtasis.

    Todo el cuerpo de Bella se estremecía de delirante impaciencia, y de sus labios rojos se escapaban cortas exclamaciones delatoras del supremo deleite; estaba entregada en cuerpo y alma a las delicias del coito. Sus contracciones musculares en el arma que en aquellos momentos la tenía ya ensartada, el firme abrazo con que sujetaba el contorsionado cuerpo del muchacho, la delicada estrechez de la húmeda funda, ajustada como un guante, todo ello excitaba los sentidos de Carlos hasta la locura.

    Hundió su instrumento hasta la raíz en el cuerpo de ella, hasta que los dos globos que abastecían de masculinidad al campeón alcanzaron contacto con los firmes cachetes de las nalgas de ella. No pudo avanzar más, y se entregó de lleno a recoger la cosecha de sus esfuerzos.

    Pero Bella, insaciable en su pasión, tan pronto como vio realizada la completa unión Que deseaba, entregándose al ansia de placer que el rígido y caliente miembro le proporcionaba, estaba demasiado excitada para interesarse o preocuparse por lo que pudiera ocurrir después. Poseída por locos espasmos de lujuria, se apretujaba contra el objeto de su placer y, acogiéndose a los brazos de su amado, con apagados quejidos de intensa emoción extática y grititos de sorpresa y deleite, dejo escapar una copiosa emisión que, en busca de salida, inundó los testículos de Carlos.

    Tan pronto como el joven pudo comprobar el placer que le procuraba a la hermosa Bella, y advirtió el flujo que tan profusamente había derramado sobre él, fue presa también de un acceso de furia lujuriosa. Un rabioso torrente de deseo pareció inundarle las venas. Su instrumento se encontraba totalmente hundido en las entrañas de ella. Echándose hacia atrás, extrajo el ardiente miembro casi hasta la cabeza y volvió a hundirlo. Sintió un cosquilleo crispante, enloquecedor. Apretó el abrazo que le mantenía unido a su joven amante, y en el mismo instante en que otro grito de arrebatado placer se escapaba del palpitante pecho de ella, sintió su propio jadeo sobre el seno de Bella, mientras derramaba en el interior de su agradecida matriz un verdadero torrente de vigor juvenil.

    Un apagado gemido de lujuria satisfecha escapó de los labios entreabiertos de Bella, al sentir en su interior el derrame de fluido seminal. Al propio tiempo el lascivo frenesí de la emisión le arrancó a Carlos un grito penetrante y apasionado mientras quedaba tendido con los ojos en blanco, como el acto final del drama sensual.

    El grito fue la señal para una interrupción tan repentina como inesperada. Entre las ramas de los arbustos próximos se coló la siniestra figura de un hombre que se situó de pie delante de los jóvenes amantes.

    El horror heló la sangre de ambos.

    Carlos, escabulléndose del que había sido su lúbrico y cálido refugio, y con un esfuerzo por mantenerse en pie, retrocedió ante la aparición, como quien huye de una espantosa serpiente.

    Por su parte la gentil Bella, tan pronto como advirtió la presencia del intruso se cubrió el rostro con las manos, encogiéndose en el banco que había sido mudo testigo de su goce, e incapaz de emitir sonido alguno a causa del temor, se dispuso a esperar la tormenta que sin duda iba a desatarse, para enfrentarse, a ella con toda la presencia de ánimo de que era capaz.

    No se prolongó mucho su incertidumbre.

    Avanzando rápidamente hacia la pareja culpable, el recién llegado tomó al jovencito por el brazo, mientras con una dura mirada autoritaria le ordenaba que pusiera orden en su vestimenta.





     
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