Institutriz

-¡Aló!
- Hermano. ¿Ingresaste?
Silencio sepulcral por algunos segundos.
- No. Casi la hago, me falto un pelin.
- Si claro. Mira yo tampoco, pero aún tenemos una chance para no perder el año. - La voz de Marco era tan serena, que parecia que el si habi ingresado.
- Es muy injusto lo que vivimos. Por que carajos tenemos que perder tanto tiempo de nuestras vidas aprendiendo cosas que nunca vamos a utilizar. - silencio com respiraciones fuertes - Lo peor es que nos hemos perdido mas de veinte fiestas, viajes y todo eso por estar sentado leyendo o calculando cual es el puto valor de "X".
- Uhm, calmate y ven a mi casa. - Dicho el telefono fue colgado con mucha fuerza.
Cuarenta minutos después estaba en la sala de Marco, esperando a que me diga que diablos hariamos. Ambos teníamos diecisiete años, pero Marco siempre estaba un paso adelante, era un tipo raro, siempre sonreía y nunca reclamaba ni se enojaba con nada. Nuestra amistad era de cuna. Yo siempre fui efusivo y me encantaba encontrar culpados para todos lo malo que me sucedia.
- ¡Ya era hora que bajes!
Marco estaba radiante, parecia que el mundo no conseguia sacar su peor versión.
- He conversado con mis padres sobre la pruebita. Mira antes que empiezen tus reclamaciones, ya te digo que tengo una buena solución para no perder el año.
- Soy todo oídos. - Mis mejillas rojas y mi voz iracunda no le amendrentaran.
- Hace unos meses he conocido a una chica que enseña en una escuela a niños chiquitos el alfabeto.
- Pero como no lo pense antes - Rapidamente Marco corto la respuesta con un severo grito.
- ¡Silencio! - Sus cejas se aproximarón y el tono de seriedad se enfatizo. - Ella necesita dinero para mantenerse en la ciudad y por eso está dispuesta a enseñarnos tres veces por semana. Ella es super inteligente, su nota era tan buena que podría escojer medicina y ser la número uno.
- Espera. Vamos por partes. Tu sabes que no tengo un centavo y que mis padres me han cerrado el caño.
- Hombre, eres desesperado. Ya te dije que hable con los míos y ellos van a pagar todo. Solo necesitas traer tu trasero a mi casa y ponerle ganas.
- Mira, no quiero ser descortés. Pero no creo que una institutriz sea la persona apropriada para poner en juego mi futuro. - Un sonido de tacos se hacia mas intenso. - Una vieja que debe haber dado la prueba con Pachacutec no debe - Marco empezó a tapar su boca para esconder su risa y sutilmente apuntaba el dedo para que mire hacia atrás. Enguliendo saliva giré agobiado.
- Hola. Tengo que confesar que Pachacutec ingreso y yo no. - Una voz preciosa y sarcástica me dejo mudo.
Alli estaba ella, la institutriz, encarandome con su melena pelirroja, su rostro cuadrado, sus ojeras pronunciadas y sus senos esplendorosos.

Continuará...

Este es un relato de mi primo, por esó me será imposible contar todo tal cual pasó. De cualquier forma he mantenido la escencia de los acontecimentos.

 

Jajaja se comieron un lomo no muy agraciado, pero si muy inteligente

 

Se pone interesante continué .......

 

Primer día de clases.
- Me llamó Beatriz, pero pueden decirme Bea. No tolero el desorden y la impuntualidad. Pueden preguntarme todo lo que quieran. Como tendré que enseñarles a los dos, he traído esta mini pizarra para facilitar la dinámica. Dicho esto quiero que resuelvan esta prueba en dos horas. Así puedo saber cuales son los puntos en los que más debo trabajar.
- Oyé Marco. - susurre en su oído. - ¿Es una mujer o un robot? - Ambos empezamos a reír y ella nos dijo que debiamos levantar la mano para tener la palabra.
Bueno, respire profundamente y comencé a resolver la prueba. Marco sin más ya estaba escribiendo sobre el papel. Bea estava con una falda y un saco que parecían de oficina. Su camisa blanca con un pequeño escote me dejo intrigado.
- Bueno chicos, voy por un café.
Al ir a la cocina sus caderas se movían como un reloj de péndulo, constante, con pasos iguales y de forma elegante. Sus tacos aguja apimentaban el meneo de su caminar y resaltaban el compas de sus nalgas. La institutriz no era linda, pero tenía algo que llamaba la atención. Estaba en la pregunta dos cuando escucho sus tacos. Inmediatamente levante la mirada. Bea dejo el café en la mesa, pusó a un lado su saco, se amarró el cabello rojizo con un lápiz y se pusó unos lentes con bordas negras. Que imagen más divina, sus piernas cruzadas, sus gafas empapadas por el calor del café y sus movimientos en camará lenta. Sin esfuerzo, tuve una erección. Por su parte, Marco estaba totalmente concentrado en la prueba.

Dos semanas después.
Toque la puerta y después de varios minutos Marco dijo "Hola" por el intercomunicador.
- Abre que soy yo.
- ¿Ya es la hora de la clase? - su voz estaba agitada.
- No. Vine antes para decirte algo. Abre de una puta vez.
Cinco minutos después abrió la puerta.
- Ya era hora, me estaban saliendo raízes.
- Estaba ocupando meneando la cola. Pasa y dime que es eso tan importante. - Su mirada estaba alegre. - Yo tambien quiero decirte algo.
- Que bueno. Mira yo.. uhm.. me da pena, pero creo, no espera. Estoy seguro. Bueno, estoy enamorado de Bea. - Inmediatamente la expresión de Marco cambio. Sus ojos se apagarón y empezó a morderse las uñas, siempre hacía eso cuando estaba muy nervioso.
- ¿Que pasa? No me digas que estas así por que piensas que ella es fea.
- No es esó. - Un silencio incomodo y misterioso apareció por unos segundos. - Solo que me cojes de sorpresa.
- ¿Tú que querias decirme?
- Nada. - Pensativo y mirando para el suelo me dijo. - Queria que el domingo salgamos a montar bicicleta. - Dicho esto subió corriendo a su cuarto. Bajo con cuadernos. - ¡Me olvidaba! Tenemos que ir al super para comprar la cena. ¿Vamos?

Seis semanas después
La rutina y la mano de fierro de Bea me dejarón agotado. Parecia que tenía plomo en la espalda.
- Mira Bea, creó que podrías darnos un dia de descanso. Hemos mejorado desde el primer día, pero de seguir así mi mente va a explotar.
- Bueno. Pueden tomarse el domingo libre. Pero después no me culpen de nada.
- Perfecto. ¿Te parece si vamos a nadar?
El domindo fuímos a un ojo en el medio de la nada. Yo era un buen nadador y queria presumir mis habilidades. Pero mi principal objetivo era verla en ropa de baño. Estabamos solos. Bea vistio un bikini rojo tipo body. Con eso sus nalgas perdierón volumen, pero sus pechos ganaban una nueva dimensión. Se recostó en la borda, pasó protector solar y con unas gafas oscuras y una visera se pusó a leer.
En el agua, le pedi a Marco que se vaya para que pueda conversar a gusto. Confundido y riendo se fue a un cerro, no sin antes decirme que tenía treinta minutos para darle el batacazo. Era muy extraño pero nunca habia tenido una conversa con Bea fuera de clases. Era un poco tímido y por eso me bastaba verla explicar sobre letras y números.
- La idea era dejar los libros por hoy. - Dije con un tono bajo, esperando no ser grosero.
- Queria dejarlos disfrutar. La verdad es que ni se por que acepte venir, no me gustan estas cosas.
- Podrías entrar al agua por lo menos.
Con desgano dejo el libro y probó el agua con sus pies. Al ver que estaba caliente, entro rápido. Una piedra la desestabilizo y cayó de cara al fondo del ojo. Rapidamente fui a acudirla. Ella me abrazó con fuerza. - Calma, que no es profundo. - Sus ojos, ahora sin gafas, parecían invitarme a algo más. Por eso sin pensar la besé. Ella me empujó y empezó a escupír agua.
- ¿Pero que haces? - Sus cabellos mojados estaban pegados en su cara, parecían llamas de fuego que salían de su enojo.
- Disculpa, he interpretado mal las señales.
- ¿Que carajos te pasa? - Tosia intentado reponerse. - Casí me ahogo y tú me dices que eso es una señal. - No pude defenderme y el silencio la irrito más. - ¿Creíste que le iba a corresponder a alguien que casi no conozco? - nuevamente tosió. - ¿ O que iba a sentirme excitada con el agua en mi garganta?
- No. Me deje llevar. - Queria que la tierra se abra y me trague.
- ¡Eres un idiota! - Empezó a salir del agua. - Lo que más me jode es que apuesto que después del beso esperabas que me saqué la ropa y te de el mejor sexo de tu vida.

Continuará...

 

Interesante relato. Esperando la continuación

 

continue continue por favor

 

Interesante relato falso

 

Creo que este espacio es para redactar relatos verdaderos que puedan entretener a la cofadria. No es mi intensión jactarme de ser un Casanova, si no compartir experiencias proprias o de conocidos. Es claro que por motivos de entreteniento he tenido que maquillar o exagerar algunas partes. Si en algun momento decido escribir algo irreal, pondré en la primera línea: Relato ficticio.

 

Al dia siguiente intente no encontrar la mirada de Bea. Por su parte ella siguió sus clases al pie de la letra sin cambiar el trato conmigo. En las primeras clases preguntaba bastante sobre lo que no entendía, pero después del exabrupto deje de intervenir. Fue así por una semana hasta que ella me dijo que quería que conversemos.
- ¡No seas idiota! - Su voz y su mirada eran la de un león hambriento. - Es tú futuro el que está en juego. Lo que paso estuvo mal, pero no hay tiempo que perder, apenas quedan veinte dias para la prueba. - Hizó una pausa, suspiró, desamarro el cabello y con la mirada más blandita me encaró. - Haber, si quieres puedes invitarme un helado y borrón y cuenta nueva. - Yo estaba con la boca muy seca y solo pude mover mi cabeza de forma afirmativa.
En la heladeria me pidió para que no hablemos nada de estudios y para que no haga nada que le obligue a marcarme la cara con sus dedos. Pasamos una tarde preciosa, ella era conocedora de muchas cosas que nunca pensé. Los dias se pasarón uno a uno y se volvió una rutina comer helados después de clases. A veces Marco nos acompañaba, lo raro es que siempre acertaba los sabores de nuestro agrado.
Poco a poco fui ganando terreno con la institutriz. Faltando dos días para la prueba decidimos que lo mejor sería relajarnos en la playa. Mi sorpresa fue ver que desta vez Bea vistió un bikini rojo muy sexy. Además de que tenía un tatuaje de un barco pirata en la parte inferior izquierda de su abdomen. Nadamos, reímos, comimos ceviche y esperamos a que el sol muera. En ese momento Marco se despidió para ver un partido de futbol.
- Echate a mi lado para sentir como el calor de la arena se despide del dia. - Sin dudarlo me recoste. Su cuerpo humedo goteaba bolitas de luz. Era muy lindo verla con el reflejo del sol muriendo.
- Me gustas mucho. - Mi voz salió entrecortada.
- Eres un tipo interesante, medio tonto a veces pero - Antes de que el lapso de coraje desaparezca la besé. Ella me separo por unos segundos, parecía que pensaba en algo, cuando terminó nos besamos con más intensidad.
No tenía dinero ni para un hotel, así que la opción más rentable era hacerlo en el carro viejo de mi tio. Entramos sin ser visto y como estábamos con poca ropa nos desnudamos con rapidez. Besos iban y venían, pequeñas caricias fuerón perdiendo la inocencia poco a poco. Mis dedos dibujaban círculos imaginarios en sus labios vaginales, era como si instintivamente pidieran permiso para entrar. Cuando finalmente penetrarón, encontrarón una vagina caliente que de a pocos se humedecía.
- ¿Este carro prende? - me pregunto con desesperación en sus ojos.
- Sí. ¿Quieres que vayamos a otro lugar?
- Prende la calefacción. - Rápido y con el mayor cuidado posible lo hice.
- Ahora es la hora de las preguntas. Cada respuesta bien dada ganara un premio.
- Que bien que tengo a la mejor maestra del mundo.
- ¿Cuál es la primera ley de Newton?
- Fácil. Es la ley de la inercia. Basicamente dice que un cuerpo no puede cambiar por sí solo su estado - en ese momento ella bajo su cabeza y empezó a lamer mi pene. - Oh! su estado, sí su estado incial. - Ahora empezó a chuparlo por completo, sus movimentos eran tan suaves que parecía no tener dientes. Con mi mienbro el la boca dijo como puedo "sigue hablando". - Ya sea en reposo o movimento. Oh. Que delicia. No pueden cambiar el rumbo o estado a menos que.¡Sigue así, no pares! - gemi con intensidad. - un cuerpo aplique una fuerza resutante o nula.
Riéndose empezó a masajear mis testículos. Poco a poco mis dedos empezarón a hurgar sus curvas. Ella se levantó y condujo mi boca hasta su vagina. El primer impacto de mi lengua fue desagradable. La sal del mar aún estaba presente. Poco a poco fue mejorando y cuando ya estaba cómodo mi lengua se explayo por todo lado. Debia estar haciendo un buen trabajo pues entre la poca luz pude ver que ella se mordia los labios y sus uñas por momentos me dejabana marcas de guerra. Finalmente me senté en el asiento y ella se pusó encima mio. No me di cuenta en que momento me pusó un condón, pero lo que si senti con mucha intensidad fue cuando su vagina se abrió para mi. Mis primeros movimientos fuerón suaves y lentos, como quien quiere conocer el terreno a fondo. Queria que está a gusto. Debio haber funcionado pues a partir de esa momento fue ella quien comando la intensidad de los movimientos. Cuando por fin estábamos a todo vapor el asiento cedió. El silencio y la parálisis de movimentos durarón poco. Ella se empezó a mover nuevamente como si nada hubiera pasado. Aprovechando que teníamos un poco más de espacio cambiamos para "perrito". A pesar que su trasero no era grande, amortiguaba muy bien mis impactos. Yo queria seguir alli por más tiempo, pero esa posición me apretaba los uñeros. Cambiamos a "cucharita". Mis manos meneaban sus senos y por momentos cacheteaban sus nalgas. Ella me decía - Si eyaculas ahora te mato. - Respire fuerte y cuando sentí que estaba cerca del plazer máximo me puse encima de ella, queria verle la cara cuando salga mi hombría. Bea no reclamo, me besó cuando la penetre y cuando la intensidad cresció me araño el pecho. Ya estaba jugando el tiempo extra cuando sus piernas se entrelazarón en mi cuerpo y sus gemidos se agudizarón: era el esplendor del orgasmo. Anonadado por lo presenciado, eyacule una cantidad absurda de semen.

Continuará...

 

Se pone interesante ........

 

En un bar cercano a la universidad, nos reunimos para escuchar el resultado del examen. El local estaba repleto de estudiantes ansiosos. Poco a poco algunos fuerón saltando de alegria, en cuanto otros lloraban de amargura. La lluvia de cerveza no tardó en aparecer. Marco fue citado y sin pensar se subió en la mesa y se quitó el polo. Yo pase saliva, no queria llorar. Bea, me agarró la mano y me miraba con pena. Baje la mirada y pense en salir corriendo para no ver los festejos de Marco. De repente Bea gritó.
- ¡Ingresaste!
- ¿Que? - respondi. ¿Estas segura?
- No. Solo quiero jugarte una broma - dijo ella.
Levante la mirada y Marco me echó un chopp en la cabeza.
- ¡Ingresarón pavazos! - dijo Bea con los ojos vidrados. - Orgullosa de mis niños.
Los tres nos abrazamos, saltamos, gritamos y nos bañamos en cerveza, por dentro y por fuera. Cuando acabo el listado la fiesta estalló. Bea bailaba con los dos al mismo tiempo. Nunca supe si fue el alcohol o si ese era su estado más puro, pero ella estaba leve y radiante. No se parecía en nada con la institutriz que leía y que solo que nos trataba como a un pelotón. En el medio bailaba con soltura, girando para compartir su atención con los dos. Quería besarla, pero ella estaba tan plena que no quise manchar su momento. Después de mucho baile, ella fue al baño.
- Ella nos robó el momento - le dije a Marco al oído.
- Es mejor así - me respondió. - Al final de cuentas ella nos ayudó mucho.
- ¿De que hablan? - dijo ella encuanto nos ofrecía unas cervezas.
- De la vida mon amour - dijo Marco.
Entonces empezarón a besarse. Sentí frío en la barriga. No sabia que estaba pasando. Se suponía que ella y yo habíamos tenido algo lindo, que estábamos enamorados y que por eso hicimos el amor. Las luces coloridas y el humo intenso de los cigarros me sofocaban. Me acerque a la barra para pedir agua.
- ¿Esta celoso mi niño? - me dijo Bea al oído.
- ¿Que? - respondi escondiendo mi rabia. - No sé qué pasa aquí, pero me gustaría que me expliques.
Marco me abrazó por el cuello y me dijo para ir al baño. Cuando caminábamos la gente gritaba: cachimbo, somos cachimbos.
- ¿Que te paso? - dijo Marco mirándome a los ojos fijamente.
- Eso digo yo. Hace unos dias estaba con Bea haciendo el amor en el asiento de un carro y ahora se está besando contigo.
- Yo sabía que esto te iba a afectar, pero no pensé que tanto.
- ¿Que? Ah claro. Disculpa. Yo tengo que aguantar callado que mi mejor amigo se meta con mi novia.
- ¿Novia? - me puso las manos en los hombros y me sujero fuerte. - En primer lugar el cachudo he sido yo.
- ¿Que hablas?
- Creíste que la contrate por casualidad. No pues hermano. Yo ya estaba enrollado con ella. Las clases fuerón una pantalla para que la tenga cerca, ya que mis padres me castigarón sin salir a la calle.
Sus palabras eran peores que golpes de puño cerrado. Sua manos me apretaban los hombros cada vez más fuerte.
- Ella y yo nunca quisimos algo serio - dijo con alegria. - Ella me comento que tú le echabas miraditas y que parecia que algo querias. Yo no le hice caso, pero concordamos en que debería decirte para que no te ilusiones. Pero el día que te iba a contar todo, tú me confesate con ilusión que ella te atraía. Le dije a Bea que no podia matarte la ilusión.
- ¿Y que te dijo ella?
- Que parecían alguien interesante y que a lo mejor los tres podríamos vivir algo cool.
- ¡Puta madre! - grite con rabia.
- Tranquilo. No queria hacerte daño. - dijo Marco cuando me abrazaba. - No pense que eras tan cariñoso. Lo mejor es que te vayas a tu casa. Bea nos debe mandar a la a los dos por chibolos y por tener mente de peruanos.
En ese momento unas imágenes rondarón mi cabeza. Marco acertando las combinaciones de helado que me gustaban. La veces que demoraba para abrir la puerta y que después teníamos que salir a la calle. Las veces que encontré en su casa copas de vino y a Bea con los labios roijizos.
- ¡Puta madre! - grite. - Soy un huevón. Tantas pistas y no pude leer lo que pasaba.
- Lo mejor es que me vaya con ella y que tú vayas a tu casa. - dijo Marco sin paciencia.
- ¡No! Por una puta vez en la vida voy a hacer una locura. Somos jovenes y que que ella no quiera algo de verdad. Por lo menos quiero tirarmela una vez más.
- ¡Esa es la puta actitud hermano! - grito él con una sonrisa muy picara. - Ahora vamos que ella debe estar pensando que somos unos chibolos estúpidos.
- ¡Espera! - dije con voz chillona. - Si voy a hacer esto. Necesito estar drogado. No quiero echarlo a perder.
- Quedate un toque en la barra con la insitutriz y voy a ver como solucionó tu problemita.
La fiesta estaba más loca, gente sin camisa, caras pintadas con tinta, el suelo ecnharcado de cerveza y besos por doquier. Bea estaba bailando sola en el medio del tumulto. Para la época era muy extraño.
- Bea - grité en su oído.
Ella voltio y me besó.
- Que bien que hayan solucionado todo. Por un momento pensé que no estabas preparado para esto.
- Tranqui. Duele un poco, pero tal vez sea mejor así.
Veinte minutos después estabamos en un taxi a camino de un hotel. Marco y yo fumábamos marihuana. Bea dijo que drogas no son parte de su arsenal. El taxista dijo que cobraría extra por el humo.

Continuará...

 

El problema de fumar marihuana por primera vez es que no sabes cómo vas a reaccionar. Lo primero que sentí es que mis manos estaban hechas de plomo. En mi cabeza retumbaban las palabras del recepcionista del Hotel.
- Otra vez carajo - decía en tono pintoresco. - Estos cacheritos no dejan dormir a uno. Parece que hoy estamos de promoción dos por uno señorita.
- Así disminuyen las chances de salir del cuarto sin alzar vuelo - respondió Bea.
El recepcionista estaba desencajado, no esperaba que la chica sea tan liberal. En silencio y tímidamente entregó una llave a Marco.
- Que idiota ese tipo – dijo Marco con voz firme cuando caminábamos al cuarto.
Mi boca estaba seca y sentía que mis labios estaban heridos. El cuarto parecía un manicomio. Los muebles, paredes y toallas eran blancos. El aire era denso y el suelo estaba cubierto por maderas brillante que olían a limpio. El baño tenía un pequeño jacuzzi en el que no entraban más de dos personas. Marco mudo el tono de la luz, paso de un blanco amarillento para un rojo intenso. Este cambio hizo que la piel de Bea brille, sus ojeras desaparecieron con el juego de sombras y sus pecas ganaron una intensidad tan sensual que no puede esperar y me lancé en sus brazos buscando desesperadamente un beso.
- ¡Que comience la fiesta! - gritaba Marco tomando cerveza y sacándose el polo como un stripper.
La institutriz me besaba con tanta intensidad que empezaron a escurrir gotas de sangre de mis labios. De repente mi visión empezó a marearse, veía todo girando y sentía que burbujas de calor emanaban de mi cuerpo. Por unos segundos perdí la noción. Cuando desperté estaba en el jacuzzi desnudo, hambriento y sediento.
Me levante despacio, casi me resbaló cuando salía del baño. Por algún motivo me sentía triste, quería llorar. La luz amarillenta me amargaba la vista. Cerca del lavado se escuchaban los últimos destellos de unos gemidos lejanos. Por estos, recordé como Bea estaba preciosa. Limpie mis lágrimas y abrí la puerta. En el cuarto rojizo estaba Bea encima de Marco. Sus cabellos giraban y giraban. Marco estaba respirando alto y palmoteándole las nalgas a la institutriz.
- Continua zorra - decía con voz entrecortada. – Deja feliz a tu papi.
Ella estaba en silencio, parecía concentrada en su placer. Cuando giró y me vio me hizó una señal de aproximación con los dedos. Tambaleando me acerqué y ella me beso. Su aliento estaba fresco. No pude evitar tener una erección. Mis manos buscaron desesperadamente sus pechos. Masajee sus pezones dibujando círculos imaginarios. De repente sentí un palmazo en el trasero.
- ¡Por fin despiertas carajo! - dijo Marco.
Bea salió de él y se puso de rodillas en el suelo. Mirándome fijamente llevo mi pene a su boca. Al parecer la marihuana me había dejado sensible, pues sentí que su lengua me quemaba. Marco, creó que celoso, le jaló las caderas y la puso en posición de “perrito”. El movimiento hacia con que la boca de Bea se moviera más rápido. Con la fricción mi pene estaba siendo devorado por completo. A ese paso no iba a durar nada. Cuando sentí una arcada me resbale y mi espalda apretó unos botones en la pared. Inmediatamente empezó a tocar la canción I'm too sexy. Marco se emocionó, empezó a cantar y levantó a Bea para que se la meta en el aire. Por mi parte, vi un energético en la mesa de noche, que no dude en tomar. Marco gritaba con intensidad, era como un león marcando territorio. Ella miraba a las luces y parecía disfrutar del sexo aéreo.
- ¡Me vengo hombre! - dijo Marco con rabia - Abre la boca putita.
- Bea se puso de rodillas, lo masturbo con fuerza y le hizo eyacular en el suelo.
- ¡Perra! Quería llenarte la cara de leche. – respondió Marco, su voz emanaba placer.
En eso empezó a tocar la canción Je t'aime moi non plus. Bea y yo nos miramos, sabíamos que esa música era una invitación para los amantes. Por algunos segundos nuestras miradas fueron cómplices de lo que sentíamos. Poco a poco bailamos y con besos tiernos nos echamos en la cama. Ella empezó lamiendo suavemente mis testículos, hacia esto para que yo pueda retomar mi erección. En pocos segundos acomode mis manos en sus hombros y me eche encima de ella. Mis brazos parecían no haber perdido la sensación de debilidad, temblaban mucho. Hice un gran esfuerzo para mantenerme así. Cuando pensaba rendirme ella me beso y con un movimiento ágil se introdujo mi pene. Mi miembro entraba y salía con ternura. Parecía que el compás de la música dictaba el vaivén de la obra. Marco remusgando que éramos unos huachafos se fue al baño. No nos importó, seguimos amándonos. Las uñas de Bea me dibujaban mapas fusiformes en la espalda y yo le besaba el cuello. Mi lengua le hacía masajes dejando que algunos gemidos nazcan. Poco a poco la sangre subía a mi cabeza y con esto mis movimientos ganaban fuerza. Sudaba y sentía que mi corazón iba a estallar. Ella por su parte tenía, una vez más, la mirada perdida.
Casi al final de canción, cuando la cantante imita un orgasmo, eyacule. Al instante saque mi pene y le embarre la barriga. Ella no se molestó, su cuerpo estaba allí pero su mente estaba en otro lugar. Su mano sobre la mía dirigió mis dedos entre su sexo. Después de unos minutos su piel se erizo y mojo la cama. Casi que sin fuerza, Bea me abrazo y tartamudeando me susurro al oído.
- Por eso me gustan los dos. Uno es bruto y el otro es tímido y tierno.

THE END

 

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Excelente final. Muy buen relato.