Viaje corto y recuerdos largos, parte primera Pedregal, Medellín... Enero 2019... —Ya debes irte! —No quiero hacerlo! —Pero debes, aunque no quieras! —Porque me alejas?, porque después de todo este tiempo? Intento masticar una respuesta, pero su rostro no me deja, esos ojos aun me tienen idiotizado y sus labios envenenado. —Ya son 6 días. —Así fuera una semana, un mes o un año. —Vaya con esta niña, terca como un burro. Sonríe con la picardía a flor de piel, baja la mira y se estira cual sirena sobre la blancas sabanas. —Impúdica! —Si quieres me pongo la ropa. —Deberías, sino se te van a resfriar esas tetas. Que babosadas hablas, me digo a mi mismo, en vez de deleitarme con el espectáculo. Ella aun sigue en la cama, su piel clara parece brillar sobre la tela, el cuerpo desnudo es cubierto apenas por las delgadas sabanas y su cabello negro, tan lacio como nunca y tan largo como siempre, combina espectacularmente con la habitación. Luego de su corto letargo se levanta y toma su vestido negro, da unos cuantos pasos hacia el espejo, se mira en el y se amarra el cabello lentamente, entonces comienza a vestirse, que mala suerte pero cubrir ese cuerpo es un pecado, verdad de dios que lo digo — Como si fuera una película, la recuerdo 10 años atrás, cuando del mismo modo, mira el espejo y provocativamente se vestía. —Que ya te vas?, es en serio?. —No te entiendo, no querías que me vaya? —Jajajaja, ya me conoces no! —Peruano marica, nunca cambiaras. La abrace por la espalda, mientras desnuda aun, me miraba a través del espejo. —Pirobo, Pirobo malparido. —Jajaja, colocha hijueputa. Mordi el cuello que dispuesto se encontraba, como esperando tal proceso, instintivamente el miembro se me había erectado y sin hacer mucho alegato, deslise algo se saliva sobre el y le introduje suavemente sobre la vagina de mi compañera, ella sintió todo el poder mañanero sobre sus paredes vaginales. Me acomode como pude y empecé a empujar a mi compañero, la escena era fílmica ella mordía los labios y me miraba a través del espejo, solo le susarraba al oído cosas sucias. Mi mano izquierdo de un impulso animal se prendió de su seno izquierdo y jugueteaba con su pezon, aplastando y estirandolo, mientras la palma de la mano la estrujaba. —Que rico papi. —Mi reina, me tienes loco. —No me dejes. Otra ves?, intento maquinar una respuesta, incluso en ese momento—pero no puedo, no se que decirle, ella tampoco vuelve a mencionar nada, prefiere abandonarse en el momento. De un culazo me aleja de ella, gira y se coloca frente a mi, coge el pene ya húmedo por sus propios fluidos y lo masturba algunas veces, sólita se lo calza... Gime despacio, de por sí nunca ha sido gritona y cuando lo hace alto es porque esta fingiendo. Se siente como la vagina se contrae y succiona el miembro, la sensación es rica, acompaña el episodio vibrando todo ella, tiembla como si convulsionada, síntoma de que esta en el clímax del momento. —Cargame! Una vez dicho, sus manos enlazaron mi cuello y se dio un impulso para posar sus piernas sobre mi cintura, así me parece una niña que juega con su padre, tan grácil y delicada, fácil fue mantenerla así, es como una pluma. Ya en la posición aérea, introdujo el pene guiando lo con cuidado, ese miembro ya no era mío, era de ella y hacía con él lo que le antojaba, lo apretaba, lo estiraba y se lo introducía. Su lengua vivaracha se introducía entre mis dientes, me mordía los labios como si quisiera arrancarmelos... Caminaba, por entre el cuarto con mi niña en brazos, llegando casi al borde de la cama, me detuve. —No me sueltes, todavía. —No pensaba hacer eso. Aceleró el ritmo, comprimio más de lo que pudo, se agitó, sus gemidos se hicieron más intensos pero no estruendosos. —Ay papi, me voy a venir. —Si, mojalo toditito, amor. Freno de seco, sentí caliente en el bajo vientre... Se había corrido, la deje tendida en la cama, mientras recuperaba, el aliento y volvía a este mundo, me miraba el compañero el cual mojado completamente, me pedía más... Levante sus piernas y las doble por las rodilla, coloque mis brazos como haciendo una palanca para que mantener las piernas suspendidas y penetre nuevamente, María José, solo abrió los ojos todo lo que pudo y con sus manos apretó mis antebrazos, me dije- ya me tocaba a mi, así que acelere las penetraciones quería venirme pero a la vez no, ella creo merecía más. —Mor, corramonos juntos, por favor. Su forma de pedir "por favor", me embruja, me engatuza, me domina es como si mi cerebro tomará esa palabra, los sonidos y los modulara para enviar el mensaje a todo el cuerpo; XXXX, "Ella es la dueña y hacemos lo que pida". Apreté los puños y los hundi en la cama, me di impulsos por la misma fuerza, sentía que el corazón latía a mil, ella estrujaba las sábanas con la misma fuerza que yo apretaba mis puños. No pude más y me deje venir, llene esa conchita de semen, como si fuera un quinceañero o un arrecho. Ella en el extasis, me golpeó los brazos... Esa es siempre su forma de transmitir que le había gustado, me separe y me tendi sobre la cama, mientra miraba el techo le escucho decir: —Uy mijo, usted si que amaneció con ímpetu. —Te gusto? —Me encanto papi. Se subió encima de mi, de forma brusca, tanto así que el pene sintió la pegada. —Asu que intensa, tranquila flaca que mi amigo no es de hierro. —No es tuyo, ahora es mio! Lo apretó, hasta sacarle el semen que por ahí había quedado, lo solto y me beso amorosamente, ya no había lengua, ni mordidas solo unos labios prisioneros de ese encanto que me amarra y que llevaba ya mucho tiempo. Nos separamos y así estuvimos largos minutos, cada uno estaciado mirando su propia parte del techo, de pronto ella se para y se va directo al baño, voltea y me mira —Nos vañamos? —Uhmmm, mejor no, sino nos vamos a salir nunca de aquí. —Listo mor, no me demoro. Mientras ella se daba un duchazo, yo me volcaba sobre la laptop para confirmar si ya se hizo efectiva la reprogramacion del vuelo de retorno a Lima. Largos minutos después, María José sale del baño con la toalla envuelta en el cuerpo, con algunas gotas que aún le deslizaban por el cuerpo. —Uy, después de tanto tiempo me tienes vergüenza. —Ay no, que canson es usted. —Jajajajajajaja, encima me hablas de usted. —Ya olvide que a los peruanos debo tutearlos. Dicho esto se retiro la toalla, el espectáculo era majestuoso, desde su rostro hasta las puntas del pie, la imagen es similar a una foto que vi de Sonia Braga, la cual desnuda toda ella caminaba con un camisón que apenas le cubría los hombros. María José, creo mejoraba aquella escena su piel blanca, guardaba perfectamente la armonía entre las tetas y la cintura, su sexo depilado encaja perfectamente entre sus piernas, quien creeria que tiene casi 33, y aún así ella era mi niña de las 3 décadas. Se acerca a la cómoda y toma su bolsa, la trae a la cama y vierte sobre ella todo su contenido., caen artículos de belleza, carteras, monedas, llaves, fragancias... Un sin fin de artilugios que solo pueden usar las mujeres, pero entre tanto chisme distingo claramente una caja gris. —Todavía guardas esto? —Si, es mi amuleto!. —que si, increíble yo pensé que se había perdido, aquella noche. —No mor, aquí esta y no te lo había dicho antes porque seguro me lo quitabas. La verdad era un hallazgo verdaderamente sorpresivo, era una cajita de color gris plateada, enlazada por una cinta roja. —Lo puedo abrir? —Si, claro. Estiró la cinta y la cajita cede, dentro de ella miro una pequeña almohadilla y sobre ella un papel blanco, que a pesar de los años aún guarda algunos tonos de perfume. —Camila! El nombre está escrito con letras doradas, María José, escucha el nombre y deja sus artículos en la cama, me mira y sonríe. —No te haz olvidado verdad?. —No! —Yo si quiero que te olvides. —Porque?, si fue la primera vez que nos conocimos. Y la verdad es esa, 10 años casi han pasado de la primera vez que la vi, y en aquel momento los recuerdos me llueven, casi como si estuviera viendo un video... Recuerdo todo, detalles y cosas más. De pronto suena un timbre. —Es la recepción, mijo, vamos el carro debe estar listo. —Lo que usted mande, mi señora. Empecé a vestirme mientras ella terminaba de acicalarse. Valgan verdades, a veces la suerte juega y otras no, la fortuna llega cuando uno menos piensa... Pero muy pocos pueden tocarla.
Viaje corto y recuerdos largos, parte primera Pedregal, Medellín... Enero 2019... —Ya debes irte! —No quiero hacerlo! —Pero debes, aunque no quieras! —Porque me alejas?, porque después de todo este tiempo? Intento masticar una respuesta, pero su rostro no me deja, esos ojos aun me tienen idiotizado y sus labios envenenado. —Ya son 6 días. —Así fuera una semana, un mes o un año. —Vaya con esta niña, terca como un burro. Sonríe con la picardía a flor de piel, baja la mira y se estira cual sirena sobre la blancas sabanas. —Impúdica! —Si quieres me pongo la ropa. —Deberías, sino se te van a resfriar esas tetas. Que babosadas hablas, me digo a mi mismo, en vez de deleitarme con el espectáculo. Ella aun sigue en la cama, su piel clara parece brillar sobre la tela, el cuerpo desnudo es cubierto apenas por las delgadas sabanas y su cabello negro, tan lacio como nunca y tan largo como siempre, combina espectacularmente con la habitación. Luego de su corto letargo se levanta y toma su vestido negro, da unos cuantos pasos hacia el espejo, se mira en el y se amarra el cabello lentamente, entonces comienza a vestirse, que mala suerte pero cubrir ese cuerpo es un pecado, verdad de dios que lo digo — Como si fuera una película, la recuerdo 10 años atrás, cuando del mismo modo, mira el espejo y provocativamente se vestía. —Que ya te vas?, es en serio?. —No te entiendo, no querías que me vaya? —Jajajaja, ya me conoces no! —Peruano marica, nunca cambiaras. La abrace por la espalda, mientras desnuda aun, me miraba a través del espejo. —Pirobo, Pirobo malparido. —Jajaja, colocha hijueputa. Mordi el cuello que dispuesto se encontraba, como esperando tal proceso, instintivamente el miembro se me había erectado y sin hacer mucho alegato, deslise algo se saliva sobre el y le introduje suavemente sobre la vagina de mi compañera, ella sintió todo el poder mañanero sobre sus paredes vaginales. Me acomode como pude y empecé a empujar a mi compañero, la escena era fílmica ella mordía los labios y me miraba a través del espejo, solo le susarraba al oído cosas sucias. Mi mano izquierdo de un impulso animal se prendió de su seno izquierdo y jugueteaba con su pezon, aplastando y estirandolo, mientras la palma de la mano la estrujaba. —Que rico papi. —Mi reina, me tienes loco. —No me dejes. Otra ves?, intento maquinar una respuesta, incluso en ese momento—pero no puedo, no se que decirle, ella tampoco vuelve a mencionar nada, prefiere abandonarse en el momento. De un culazo me aleja de ella, gira y se coloca frente a mi, coge el pene ya húmedo por sus propios fluidos y lo masturba algunas veces, sólita se lo calza... Gime despacio, de por sí nunca ha sido gritona y cuando lo hace alto es porque esta fingiendo. Se siente como la vagina se contrae y succiona el miembro, la sensación es rica, acompaña el episodio vibrando todo ella, tiembla como si convulsionada, síntoma de que esta en el clímax del momento. —Cargame! Una vez dicho, sus manos enlazaron mi cuello y se dio un impulso para posar sus piernas sobre mi cintura, así me parece una niña que juega con su padre, tan grácil y delicada, fácil fue mantenerla así, es como una pluma. Ya en la posición aérea, introdujo el pene guiando lo con cuidado, ese miembro ya no era mío, era de ella y hacía con él lo que le antojaba, lo apretaba, lo estiraba y se lo introducía. Su lengua vivaracha se introducía entre mis dientes, me mordía los labios como si quisiera arrancarmelos... Caminaba, por entre el cuarto con mi niña en brazos, llegando casi al borde de la cama, me detuve. —No me sueltes, todavía. —No pensaba hacer eso. Aceleró el ritmo, comprimio más de lo que pudo, se agitó, sus gemidos se hicieron más intensos pero no estruendosos. —Ay papi, me voy a venir. —Si, mojalo toditito, amor. Freno de seco, sentí caliente en el bajo vientre... Se había corrido, la deje tendida en la cama, mientras recuperaba, el aliento y volvía a este mundo, me miraba el compañero el cual mojado completamente, me pedía más... Levante sus piernas y las doble por las rodilla, coloque mis brazos como haciendo una palanca para que mantener las piernas suspendidas y penetre nuevamente, María José, solo abrió los ojos todo lo que pudo y con sus manos apretó mis antebrazos, me dije- ya me tocaba a mi, así que acelere las penetraciones quería venirme pero a la vez no, ella creo merecía más. —Mor, corramonos juntos, por favor. Su forma de pedir "por favor", me embruja, me engatuza, me domina es como si mi cerebro tomará esa palabra, los sonidos y los modulara para enviar el mensaje a todo el cuerpo; XXXX, "Ella es la dueña y hacemos lo que pida". Apreté los puños y los hundi en la cama, me di impulsos por la misma fuerza, sentía que el corazón latía a mil, ella estrujaba las sábanas con la misma fuerza que yo apretaba mis puños. No pude más y me deje venir, llene esa conchita de semen, como si fuera un quinceañero o un arrecho. Ella en el extasis, me golpeó los brazos... Esa es siempre su forma de transmitir que le había gustado, me separe y me tendi sobre la cama, mientra miraba el techo le escucho decir: —Uy mijo, usted si que amaneció con ímpetu. —Te gusto? —Me encanto papi. Se subió encima de mi, de forma brusca, tanto así que el pene sintió la pegada. —Asu que intensa, tranquila flaca que mi amigo no es de hierro. —No es tuyo, ahora es mio! Lo apretó, hasta sacarle el semen que por ahí había quedado, lo solto y me beso amorosamente, ya no había lengua, ni mordidas solo unos labios prisioneros de ese encanto que me amarra y que llevaba ya mucho tiempo. Nos separamos y así estuvimos largos minutos, cada uno estaciado mirando su propia parte del techo, de pronto ella se para y se va directo al baño, voltea y me mira —Nos vañamos? —Uhmmm, mejor no, sino nos vamos a salir nunca de aquí. —Listo mor, no me demoro. Mientras ella se daba un duchazo, yo me volcaba sobre la laptop para confirmar si ya se hizo efectiva la reprogramacion del vuelo de retorno a Lima. Largos minutos después, María José sale del baño con la toalla envuelta en el cuerpo, con algunas gotas que aún le deslizaban por el cuerpo. —Uy, después de tanto tiempo me tienes vergüenza. —Ay no, que canson es usted. —Jajajajajajaja, encima me hablas de usted. —Ya olvide que a los peruanos debo tutearlos. Dicho esto se retiro la toalla, el espectáculo era majestuoso, desde su rostro hasta las puntas del pie, la imagen es similar a una foto que vi de Sonia Braga, la cual desnuda toda ella caminaba con un camisón que apenas le cubría los hombros. María José, creo mejoraba aquella escena su piel blanca, guardaba perfectamente la armonía entre las tetas y la cintura, su sexo depilado encaja perfectamente entre sus piernas, quien creeria que tiene casi 33, y aún así ella era mi niña de las 3 décadas. Se acerca a la cómoda y toma su bolsa, la trae a la cama y vierte sobre ella todo su contenido., caen artículos de belleza, carteras, monedas, llaves, fragancias... Un sin fin de artilugios que solo pueden usar las mujeres, pero entre tanto chisme distingo claramente una caja gris. —Todavía guardas esto? —Si, es mi amuleto!. —que si, increíble yo pensé que se había perdido, aquella noche. —No mor, aquí esta y no te lo había dicho antes porque seguro me lo quitabas. La verdad era un hallazgo verdaderamente sorpresivo, era una cajita de color gris plateada, enlazada por una cinta roja. —Lo puedo abrir? —Si, claro. Estiró la cinta y la cajita cede, dentro de ella miro una pequeña almohadilla y sobre ella un papel blanco, que a pesar de los años aún guarda algunos tonos de perfume. —Camila! El nombre está escrito con letras doradas, María José, escucha el nombre y deja sus artículos en la cama, me mira y sonríe. —No te haz olvidado verdad?. —No! —Yo si quiero que te olvides. —Porque?, si fue la primera vez que nos conocimos. Y la verdad es esa, 10 años casi han pasado de la primera vez que la vi, y en aquel momento los recuerdos me llueven, casi como si estuviera viendo un video... Recuerdo todo, detalles y cosas más. De pronto suena un timbre. —Es la recepción, mijo, vamos el carro debe estar listo. —Lo que usted mande, mi señora. Empecé a vestirme mientras ella terminaba de acicalarse. Valgan verdades, a veces la suerte juega y otras no, la fortuna llega cuando uno menos piensa... Pero muy pocos pueden tocarla.