Mi flaca se calatea ante extraños

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Srdestroyer, 5 Oct 2017.

    Srdestroyer

    Sargento

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    Antes de estar con ella ya soñaba con observar su cuerpo y sentirlo, pero después, cuando logramos concretar una relación, vino en mí el deseo de que otros la puedan observar tal y como yo la deseaba. Recuerdo días de verano en que la veía con sus amigas vistiendo desde pequeños shorts hasta falditas muy cortas. También cuando me la encontraba en una que otra fiesta o discoteca, siempre tan sensual, bailando. Pero después de tiempo de estar con ella, conocía cada parte de su cuerpo, conocía exactamente sus lunares y manchas. Quería seguir explorando, pero a la vez no deseaba descubrir otros cuerpos, engañándola. No digo que haya pasado momentos aburridos, para nada, solamente que luego de mucho tiempo de estar con ella, necesitaba hacer actividades más peligrosas, más divertidas.

    Y fue así que después de pasar muchas noches imaginando que era un desconocido observándola, decidí comunicarle todos mis deseos y fantasías. Para aquel entonces imaginaba que era un extraño cuando hacíamos el amor, o que desde lo lejos la espiaba algún muchacho o mirón enamorado. Fue relativamente sencillo abrirme completamente, ya que ella lo hizo también; y pudimos conectar nuestros deseos mutuamente. Descubrí entonces que mi fantasía con extraños se relacionaba con una necesidad de ella, la que era recibir más atención, admiración y una sensación de peligrosidad prohibida. ¡Momento justo en comunicarnos nuestras necesidades, de lo contrario, pudieron haber pasado infidelidades secretas, muy molestas!

    Comenzamos nuestras actividades eróticas. Comenzamos sencillo, para variar de lugares, fuimos a discotecas no tan concurridas, para evitar toparnos con conocidos. Recurrimos a lugares donde, graciosamente, no iba gente muy agraciada. Eso nos pareció bien ya que ella, para mí, es espectacular; y si para mí lo es, para otros sería mucho más aún. Éramos los dos juntos en un mar de extraños, íbamos bien vestidos, y ella siempre recibía la mayor cantidad de miradas. Claro, con aquellos vestiditos quién no voltearía a mirar a una mujer preciosa. Nos íbamos al centro de la pista de baile y danzábamos sin parar, experimentando con nuestros sentidos y sensaciones. Pasadas las horas, con un par de tragos encima, empezaba a sentirme con más deseos, ella también seguía el ritmo. Nuestros cuerpos rozaban mutuamente, y mis manos iban desde su cintura hasta más abajo. Entre el caos de movimiento de todos los cuerpos y un ruido estremecedor, nosotros seguíamos con nuestro propio mundo. Ya con más calentura encima, miraba a mi alrededor, y notaba como otros hombres que bailaban con sus parejas, miraban fijamente el cuerpo de mi pareja. Sus piernas, sus caderas, sus pechos; todo de ella se movía, cerrando los ojos y disfrutando de cada roce de nuestras masas. Y aprovechando esos momentos, tomaba sus manos, las llevaba hacia sus muslos y frotábamos su clara piel, de arriba a a abajo, siguiendo el ritmo de las canciones. Con cada vez más movimientos sensuales, ella se agachaba y me entregaba sus nalgas, las mismas que frotaba con mi pantalón. De frente, pude ver como un feo joven, mientras bailaba con una mujer, prestaba más atención a los movimientos de la mía, quien ya estaba muy abajo, abriendo las piernas completamente.

    Entre toda la oscuridad y multiplicidad de colores que iban y venían, estoy muy seguro que cualquiera pudo notar esa tela blanca, muy llamativa, que sobresalía debajo de su falda, entre las piernas. Como si ésta emitiese una luz propia, como un efecto fosforescente, llamaba a la atención en aquella oscuridad caótica. Y a ella no le importaba en lo absoluto; mientras yo aún seguía rozando con mi pelvis sus glúteos, ella bailaba y mostraba a todos esos feos su prohibida ropa interior. Entonces eran más quienes volteaban a mirarla, algunas mujeres también lo hacían y daban muecas de disgusto, ya que mi novia era la que acaparaba casi toda la atención. El que ella disfrutara aquello también me extasiaba, poco a poco mi erección aumentaba hasta el punto en el que era evidente y ella podía notarlo mejor durante el baile-cortejo. Las miradas iban y venían según ella abría y cerraba las piernas, cada vez con menos vergüenza y mayor osadía. Pero aún así, yo sentía que se requería de más para satisfacer nuestros deseos. Así que bailando cara a cara, esta vez, comenzaría a tocar y mostrar un poco más. La miré y mientras danzábamos nos besamos profundamente en la boca. Ella cerró sus ojos. Yo posé mis manos en sus caderas, bajándolas lentamente, sintiendo su falda hasta que esta se acabe, en sus muslos. Con mis dedos sostuve el filo de la prenda y, con el ritmo de la canción, intentaba subir y bajar esta misma. No contento, posé una mano dentro de su falda, mientras la otra sostenía la misma; y así seguí moviéndome con el ritmo.

    Aquel fue el beso más profundo y largo que pude notar, durante todo el tiempo en el que mi mano tocaba su pierna, dentro de la falda, ella inspiraba muestras de gemido. Mi corazón latía a mil ahora que sentía las ganas de tocar sus nalgas y alzarle la falda frente a cualquiera que tenga el deseo de observar. Y así lo hice, poco a poco. Primero mi mano subió por la pierna, dentro de la falda, y apreté su glúteo derecho, fuerte. Pude notar que la falda aún no estaba subida porque esta la sentía sobre la mano, entonces con esa misma mano subí más hasta pasar su ropa interior. Y así, rozando sus glúteos, pude alzarle la falda a mi novia para enseñar ese hermoso culo que había trabajado muy fuerte para conseguir. Todas las miradas terminaban allí abajo, devorando cada detalle de esa tanga blanca que relucía ante toda esa masa de gente fea. Mi otra mano también siguió el mismo juego, levantándola hacia arriba de la prenda interior. Y mientras ambas manos las tenía sobre sus nalgas, nuestros cuerpos bailaban pegados, al ritmo de la música. Como era lógico, la parte delantera de la falda seguía el trayecto de la trasera, alzándose cada vez, demostrando el delantal de la pequeña prenda íntima. Y así, finalmente, aquella faldita pudo elevarse lo suficiente para mostrar, por completo, esas caderas, esas nalgas y esa preciosa prendita blanca que era imposible dejar de mirar.

    Mi pene, dentro del pantalón, rozaba su pubis, solamente cubierto por la fina tela blanca. Y mientras más endurecía, ella se frotaba fuertemente. Mis manos también jugaban con sus glúteos, los tocaba y apretaba. Y algunas veces, introducía mis dedos dentro de la tanga y la estiraba. Aquel momento fue mágico para ambos, ya que descubrimos un nuevo aspecto de nuestra sexualidad. Fue más emocionante aún cuando descubrí a un feo espécimen masculino que, acercándose disimuladamente, intentaba pegarse a ella. Dejé que lo haga, es más, dejé que también toque sus nalgas. Ella seguía moviéndose, mientras más manos la tocaban y jugaban con su tanga. Tuve que detener aquella iniciativa extraña cuando, pensando que tenía más confianza, intentó introducir sus dedos en la prenda para dirigirse hacia sus labios. Lo detuve en medio camino, pero en el proceso, me di cuenta que había deslizado la prenda hasta la parte media de los glúteos de mi mujer. Los dedos extraños subieron y dieron un pellizco juguetón en la nalga. Hastiada, ella sostuvo la mano ajena y la alejó con delicadeza, para luego sujetar la tanga, alzársela y acomodársela hacia arriba. Vi como el feo sujeto miraba el proceso, y cómo es que pudo ver la tela ajustarse e introducirse más entre sus glúteos, formando una línea oscura. Tuve ganas de masturbarla allí mismo, pero supe que ella no estaba preparada para tanto. Mostrar su prenda íntima ante una gran masa de feos había sido suficiente, y haberse dejado tocar también había superado nuestras expectativas. Luego de aquella aventura, ella bajó delicadamente su falda y dio por terminado el espectáculo. Aún así, ese había sido solo el comienzo de muchas aventuras parecidas y atrevidas.

    Al final de ese día llegamos a casa exhaustos y dormimos juntos. Yo desnudo, ella vistiendo solamente esa bella tanga blanca que había sido vista por todos. Continuará con más historias.
     
    Srdestroyer, 5 Oct 2017

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    Aldo el apache, 6 Oct 2017

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    si ambos disfrutan adelante... buen relato
     
    Icelos230680, 8 Oct 2017

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