Clara, la amiga de mi hermana. (foto)

Allá cuando tenía 14 años, recuerdo muy bien la primera vez que vi a Clara, una de las varias amigas de mi hermana que venían a casa a pasar el rato. Yo estando aún en el colegio, y sin ninguna experiencia adulta aún, solía fantasear con los vídeos porno que mi fascinación llevaba a experimentar. Pero lejos de las fantasías mentales, aún era un chico introvertido, atractivo pero muy tímido. Y gran parte de esa timidez, causada por el exceso de pornografía, evidentemente aumentaba cierta ansiedad al acercarme a cualquier chica.

Allá cuando Clara venía a casa, habría parecido yo tan inerte, que ella solía llamarme "maniquí", obviamente sin que me diera cuenta, ya que ello lo descubrí luego pero no por parte de ella. Mi petrificación interna se evidenciaba por la falta de palabras y una mirada fija en los ojos de la joven de 18 años. Estoy muy seguro de que de mi boca no salían más de 3 palabras, de las típicas "hola que tal". Pero esa torpeza mental no impidió que Clara agarrara cierto cariño hacia mí, pero digo cariño porque quizá eso fue lo que sentí inicialmente, con bromas hacia mí o sonrisas burlonas. Era una posibilidad que Clara me estaba poniendo a prueba, para saber hasta qué grado ella podría jugar psicológicamente conmigo.

La interacción de ella con mi hermana era constante, al llevar cursos juntas en el primer ciclo de universidad, era usual que vayan a mi casa a estudiar, pero más para pasar el rato que lo primero. La experimentada juventud de ambas, desde mi punto de vista, evitaba que me acercara a ellas, pero siempre mantuve ese impulso nato por saber qué hacía Clara, qué decía y qué pensaba. Ciertamente la situación escaló hacia un punto que habría pasado todo límite de amistad, entre ella y yo ciertamente, puesto que un día que vino Clara a mi casa y, por eventualidades nos encontramos a solas en la cocina, ella me preguntó toscamente si ya había besado a alguna chica, o chico. No, le dije yo, bajando la mirada y poniéndome rojo como un tomate, pero nunca hubiera imaginado que ella se hubiera acercado a mí, y con una naturalidad tan descuidada me agarró del mentón y mordió mis labios inferiores con sus dientes, para luego introducir su lengua húmeda dentro de mi boca. Con una mirada inquisidora me preguntó si podría guardar el secreto, entre ambos, ya que no quería que tanto mi hermana como su enamorado se enteren de nuestra recién estrenada aventura. Le prometí que guardaría el secreto.

Descubrí poco tiempo después que Clara era una máquina erótica, con ganas de experimentar tanto como de controlar a su juguete personal, yo. En una segunda ocasión que nos encontramos a solas, no solo repetimos el beso, sino que ella se quitó los zapatos y, mostrándome sus pies cubiertos por unas pequeñísimas medias, me ordenó que practique masajes a sus pies. Lo habré hecho tan bien que me dijo que para la próxima, ella podría desbloquear nuevas partes de su cuerpo para seguir practicando con mis manos milagrosas. Aquella fue la primera vez que le toqué los pies a una mujer de manera erótica, y la imagen de ella recostada en el sofá ofreciéndome sus pies provocaba erecciones constantes cuando me venía en mente.

Ahora los besos con Clara eran cada vez más constantes, y siempre que haya una oportunidad en la que mi hermana no se diera cuenta, ella venía buscándome para sujetar mi cara con sus manos e introducir sus labios en los míos de forma desenfrenada. Aún no tenía la valentía para tocarla, pero como maestra experimentada, me indicó con sus manos donde debía yo cogerla, así que la primera vez que pude tocar glúteos femeninos fue bajo su dirección. Y fue tal la satisfacción, que como cachorro sin experiencia, mis manos comenzaban una danza desenfrenada exploratoria, al punto que ella terminó de besarme pero me permitió seguir tocándola. Después me sentaría en una silla y, ella volteándose dándome la espalda, dejaría que siga tocando sus nalgas de la forma que quisiera.

En otra ocasión ella dejaría que haga lo mismo, pero esta vez, mientras a forma de baile sensual se bajaba el pantalón, mostrándome sus nalgas desnudas y su tanga blanca. Bésame, dijo, pero no dónde, así que, ante lo que tenía directamente frente a mi cara, besé sus nalgas y jugué con mi lengua introduciéndola entre ellas, sintiendo la tela de la tanga que se escondía hacia el fondo oscuro. De esa manera, aprovechando el poco tiempo de secreto entre ambos, ella se quitaría el pantalón y me besaría en la boca, mientras manoseaba su cuerpo.

Muchas de esas actividades se repetirían constantemente, pero la primera vez que la vi desnuda fue en un verano, mientras ella se duchaba en mi baño, luego de todo un día de piscina. Vienes al baño, dejo la puerta abierta, me dijo. Aprovechando que mi hermana dormía muy cansada, entré al baño y me senté en el inodoro, como ella me ordenaría, allí Clara empezaría a desnudarse completamente y por fin pude observar sus hermosos senos y vagina. No me dijo nada al inicio, solamente me dio un espectáculo de ella duchándose frente a mí, como si no existiera. Dentro de un rato me pediría que le pase el jabón y el shampoo. Antes de acabar de limpiarse, me ordenó entrar a la ducha con ella, así que ella ayudó a desvestirme y me introdujo allí. Evidentemente, nos besamos, pero esta vez ella frotaría mi pene, masturbándome y yo tocando por primera vez sus senos mojados, la situación escalaría al punto en el que ella haría uso de su experiencia amatoria agachándose para besar mi miembro, luego introducirlo en su boca y finalmente repitiendo el mete y saca oral. Eyaculé en su boca, mientras ella mi miraba directamente.

Más adelante debutaría con ella, en una ocasión donde me quedé a solas otra vez con Clara en la casa. Durante esta experiencia, ella vendría a mi cuarto, como de costumbre, luego se desnudaría en mi cama y, con sus piernas abiertas, me indicó cómo debería yo hacerle un buen sexo oral. Lo hice bien. Luego me pediría que me desnuda y, por primera vez, cuando introduje mi miembro en su vagina y este se movía, la vi gemir como solo veía en los vídeos porno. Lo hicimos tanto que luego me indicaría que se la meta por el ano, ya que sería la primera vez para ambos por allí. Cuando ella se ponía en la posición cuadrúpeda, dejándome ver su abertura, me dijo: "Ahora soy tu perra, haz lo que quieras." En ese entonces no tenía idea de la excitación mental de tener de esa forma a una mujer mayor que yo, por cuatro años, que se sometiera tanto a mí, un niño sin experiencia que recién empezaría a ser hombre. Así que al fin y al cabo, introduje mi miembro en su orificio e hicimos el amor. Terminamos recostados, desnudos en la cama, besándonos como adultos, esperando a que alguien llegara a la casa para vestirnos rápidamente.
Luego de una serie desenfrenada de sexo salvaje, perdí contacto con ella, ya que ella habría de seguir adelante con una nueva pareja y proyectos personales, pero yo, teniendo tan solo 14 años, y ella 18, pudimos salir de nuestra virginidad anal.

 

Buen relato cofrade

 

Muy buen realto y buena flaca¡¡¡

 

buena cofra...q buen lomo lo sacó del piticlin y probó de todo...muy bien

 

cofra creo que debió decir "la saque de su virginidad anal" ... porque ahi dice "nuestra virginidad anal" y eso da entender que a usted también lo penetro ella .... o asi fue ???

 

Buena la flaca, no creó q ud tb halla perdido ese día su virginidad anal.

 

Jajaja creo que cometí un error de redacción tal vez. Pero me refería a que para ella fue su primera vez teniendo sexo anal como yo que la penetré por allí también.

 

Lo es! Lo que pasa es que me gusta poner fotos referenciales para darle atractivo a la historia.

 

Excelenre relato cofra... una envidia sana!!!

 

Tuvo su recompensa cofrade, después de ser un juguete para ella..... Felicitaciones y saludos......