Impétigo contagioso

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Estaba en Santiago de Chile, paseando por la cuadra mayor, cuando robaron el hotel en el que me hospedaba. Infelizmente mis mochilas fueron hurtadas y me quede con la ropa del cuerpo, mi pasaporte y unos dólares.

Después de varios días pidiendo ayuda, finalmente junte un dinero para poder ir a Tacna.
En Tacna tengo un amigo, el cual no dudo en prestarme un poco de dinero para regresar a casa. Pero antes de eso, me dijo que necesitaba una ropa limpia y un buen baño. A lo que le respondí: a la lista hay que agregarle un buen plato de comida. Mi amigo no es adinerado así que me llevo a una feria de ropa barata y en ella acabe comprando unos pantalones jeans por el módico precio de 20 soles.

Cuando finalmente llegue a mi casa. Me preste dinero de mis padres y le pague a mi amigo el doble de lo que me presto. La generosidad siempre tiene que ser bien recompensada.
Al día siguiente empecé a buscar trabajo. Repartí hojas de vida por todo lado. Ese mismo día me llamarón de dos lugares para entrevistarme al día siguiente.

En la primera entrevista empecé a sentir que mi entrepierna me picaba mucho. Me intentaba rascar frotando mi pantalón sin que nadie me viera. Cuando llegue a mi casa, me saque el pantalón en la sala y vi que una herida con pus se había formado.

Sin pensarlo fui a consultarme con mi prima, que es dermatóloga. Su consultorio era modesto, con cuadros de muestra y jarras antiguas. Su saleta tenía un sofá rojo, que olía a limpio. En él estaba una linda señorita de aproximadamente 25 años, con un vestido negro bien corto para la época. Sus labios maquillados y sus ojeras le daban un tono misterioso. Sus cabellos pintados de rubio, le asentaban tan bien, que por unos momentos creí que eran naturales.
- Hola. – le dije sentándome en el sofá.
- Hola. – respondió cortante.
Después del saludo florecieron unos minutos de silencio. Cuando quería quebrar el hielo, ella cogió una revista de modas y salud y empezó a ojearla. Hice lo mismo, me puse a leer, pero siempre con un ojo en ella. Pude ver que cerca de su pulso, había una macha roja, muy parecida con la mía. En eso la puerta del consultorio se abre y una señora con un perfume delicioso sale acompañada de mi prima.
- Primo. – me dijo abriendo los brazos.
- Prima, que gusto, después de muchas lunas que te veo. – respondí abrazándole.
- Mira, no es que no te quiera atender hoy, pero estoy contra el tiempo y Micaela ha agendado su consulta con anticipación. Es que tengo un simposio en una hora y no puedo faltar.
- No hay problema, regresó mañana.
- Gracias por entender, pero solo por si acaso dime que tienes. – sus ojos brillantes no dejaba de ver el reloj.
- Me ha salido una herida con pus en la entrepierna. – dije bajando mi voz.
- Puede que sea una foliculitis o un forúnculo, pero habría que ver. Por coincidencia Micaela tiene lo mismo. Espera aquí un segundo.

Ella giro y le dijo a Micaela, que era la chica que estaba en el sofá, que si podía atendernos juntos, que tenía prisa. Micaela acepto.

Los tres entramos al consultorio y mi prima me pidió que le muestre la herida.
- Pero es que está en mi entrepierna. – dije mirando a Micaela.
- No se preocupe, yo mirare para el otro lado. – respondió Micaela riendo.
Después de unos minutos, mi prima nos explicó sobre la importancia del manto hidrolipídico en la piel y que lo más que probable era que teníamos un staplylococcus aureus. Nos pidió para lavarnos más las manos y redoblar el cuidado con el lavado y procedencia de la ropa. En ese momento me acorde del jean de 20 soles.
Cuando la consulta acabo, mi prima ofreció dejarnos cerca del centro, Micaela acepto y a pesar de que era para el lado opuesto donde yo iría, acepte.
Micaela bajo en la plaza principal de la ciudad y yo junto con ella.
- Bueno, a cuidarse que no hay de otra. – dije en ton de despedida.
- Pues sí. Que este bichito pica como no tienes idea.
- Créeme que la tengo.

Nos reímos y cuando parecía ser el final ella me dijo para sentarnos en una banca y comer un helado para intentar descubrir en donde fue que contrajimos el “bichito”.

Continuará…

 

Buen inicio continua

 

Se pone muy interesante

 

Dale cofra, que promete la historia, saludos.

 

Buen relato cofrade. Espero que continúe.....

 

El bichito del sexo se enciende.

 

Entre risas, descubrí que Micaela era actriz de teatro. Que su familia era tan modesta como la mia y que por esó siempre sus figurinos eran usados o donados por amigos.
- Pues creó que tu cogiste el bichito en unos pantalones de 20 lucas y yo en un traje medieval del último festival en el que hubo más actores que público - dijo Micaela mirándome sin parar.
- Al fin desvelamos el misterio del siglo - dije bajando la mirada.
- Es rico comer un helado con alguien interesante - me decía encuanto se levantaba. - En dos semanas participaré de una obra llamada Hairspray, aparece por allí.
- Claro, estare en primera fila echándote porras.
- Con tal que sean silenciosas, no hay problema. Por cierto tienes helado en tu mejilla.
Cuando levante mi mano para limpiarme, ella me detuvo y me limpio con la punta de su lengua. Ese pequeño contacto erizo mi piel y sentí millares de hormigas paseando en mi cerebro.

El día de la obra, me bañe como nunca. En la ducha recordaba a Micaela y mi cuerpo se estremecía, sentía el fuego de su lengua en mi mejilla. Mi imaginación volaba, llevándome a pensar que su lengua estaba masajeando mi pene. La espuma y mi mano me hicierón creer que realmente Micaela estaba allí, de rodillas y dispuesta a darme placer. Cuando eyaculé, me sentí com un chiquillo de quinze años, lleno de energía y vigor para encarar al mundo.

En la obra Micaela hizo el papel de la chica que no se encajaba con los padrones de belleza de la sociedad. Debo decir que el papel le cayo como anillo al dedo, su actuación fue preciosa. En el camerino le entregue unas flores y un chocolate. Ella me abrazo y me dijo que estaba con ganas de pollo a la brasa. Sin duda alguna, el romántico era yo. En la polleria me explico el contexto de la obra y cuanto ella amaba el teatro. Cuando terminamos de comer me dijo sí queria tomar una cerveza en un mirador cercano. Inmediatamente accedí. En el lugar habían muchas parejas.
- ¿Es un poco raro, no crees? - le dije tomando un poco de cerveza.
- ¿Que es lo raro? - me respondió dudosa.
- Me siento como violinista en el medio de tantos enamorados.
- Que tonto eres - me dijo riendo encuanto sus brazos se entrelazaban en mi cuello.
Sentía su respiración caliente tan próxima que no aguante y la bese. Ella cerro los ojos y con movimientos suaves masajeo mis labios. Una exploción de calor inundó mi cuerpo y de repente sentí que sus labios ya no me besaban. Abri los ojos y ella me miraba con una sonrisa pícara.
-¿Qué? - dije enrojecido.
- Pues vaya que te ha gustado mi beso - dijo apuntando su indicador a mi bragueta.
- Lo siento, es que yo...
- Silencio. No pasa nada. En el teatro aprendemos a ser libres y expresar nuestras emociones sin que nos pese el que dirán.

La noche habia comenzado a caer, con ella el viento ganó tanat fuerza que dejo pálidas las mejillas de Micaela. Después de lo ocurrido, conversamos un poco, nos besamos bastante y finalmente nuestros cuerpos decidierón que dormiriamos juntos esa noche.

continuará...

 

Buen relato continua

 

Amigo buen relato, ojalá que la tercera parte no sea el 30 de Mayo jajajajaj broma. Siga cofra.

 

Buen relato cofrade, bastante cómico y agradable

 

Caminamos durante algunos minutos, parando en ocasiones para besarnos. Todo iba bien hasta que me acorde que estaba con poco dinero. Maldito pollo pensé.
- No quiero parecer patan pero mi dinero no va a alcanzar para un motel limpio.
- Callate tonto. No iremos a un hotel, si no a una tiendita en la que trabajo. - Sus ojos estaban vibrantes y su sonrisa me desnudaba.
- Siendo así, voy a agarrar tu mano y seguirte ciegamente.

Algunas cuadras despúes llegamos a la tiendita "La Shushupe". Un pequeño emprendimiento de una selvática que queria hacer patria fuera de su tierra. El local era chico y muy limpio. Habia una refrigeradora con carnes y al rededor unas mesas llenas de brebajes y hierbas. Además de un pequeño stand de galletas y chocolates. El piso del local era de tablas grandes, con el tipico olor de antiguo. Los pasos se sentían como crujidos.
- Voy a poner algo de música, si no los vecinos pueden joder - dijo Micaela amarrandose el cabello. - Si quieres bebe alguna cosa, la casa invita.
La luz era tan tenue que mal podia leer los rótulos. Para para, Siete veces sin sacar, Rompe condón, Tres al hilo, Rompe calzón. Ante tanta variedad, decidi tomar Siete veces sin sacar. Cuando bebía empezarón a tocar "Los Mojarras" y apareció Micaela solamente con calzón.
En el medio de la penumbra ella se aproximo y con un baile sensual me hizó masajear sus senos. Que pezones deliciosos: firmes y suaves. Poco a poco fue desnudandome. Al ver mi pene ella aproximo sus nalgas dandome empujones suaves. Se movia en circulos y yo le daba unas nalgadas. Dentro de mi sentía que ya no podia más. Ella poco a poco me llenaba de besos y lamidas, yo para corresponder hacía lo mismo. Cuando finalmente decidio ponerse de rodillas, yo cerré mis manos y pensaba no te vayas a venir. Su lengua empezó con lamidas en mi glande, poco a poco iba lamiendo más y más, hasta que de un sopetón se trago toda mi verga. Su cabeza se movia tan rápido que hacia temblar a las botellas. Era muy extraño tener sexo con la sensación de que en cualquier momento todo se iva a venir abajo. Micaela parecía no importarse. Cuando mi pene estaba super mojado ella se levantó, me cogió del cabello y me dijo.
- Lame con la punta como si fuera un helado. Por favor solo en línea recta.
Con la oscuridad no le atine a la primera, pero a la segunda mi lengua ya estaba bien posicionada. Su vagina era fría y sin sabor. Algo que me agrado. Lami y lami hasta que ella pateó el brebaje que estaba tomando. Entonces, agarre la botella y la empecé a bañarle con el brebaje. Moje sus senos y su ombligo para luego lamerlos. Entonces, me recoste y ella se pusó encima. Mi pene la penetro tan suavemente que la tensión desapareció. El sonido de las botellas se intensificó junto con el crujido de las tablas. La madera estaba tan encerada que ambos nos delizabamos. Micaela era muy buena para moverse. Sus nalgas empezarón a sonar cada vez más fuerte. Parecia una orquesta, las botellas, maderas y las nalgas haciéndole coros a la canción de los terroristas (NSQNSQ - Las torres). Algunos minutos depués, Micaela me agarro el pene y me dirigio para ponernos em pie. Empino el trasero y supe que era la hora de dar lo mejor de mí. La embesti lo más fuerte y rápido que pude. El sudor en mi frente y sus gemidos me hacian pensar que todo estaba valiendo la pena. Cuando mi ritmo bajo, ella empezó a girar sus nalgas dibujando círculo imaginarios. Cada giro apretaba y soltaba. No aguente mucho y me vine con todo. Al sacar mi pene, senti como Micaela empezó a gozar. Riéndose me empezó a chupar nuevamente. La sensación fue extremamente placentera. Hormigueo en mi cerebro, piel erizada y por momentos mis pies se ponian de puntillas por no saber como reaccionar a esa nueva sensación.
- ¿Es rico que te la chupen despúes de gozar no? - dijo susurrandome al oído.
Sin dudarlo, la recoste y le chupe la vagina. Ella debía conocer bien su cuerpo, pues inmediatamente empezó a gozar. En el proceso me araño y me quitó un par de cabellos.

Al abrir la puerta para irnos, sentí un calor intenso, mi frente sudaba y mi pene estaba erecto como si no hubiera tenido sexo en meses.
- Siete veces sin sacar - dije pensando alto.
- ¿Qué?
- Necesito que entremos nuevamente.


THE END

 

Yo tuve la oprtunidad de comprar unos buzos de marca en las ferias de tacna, menos mal los lavé bien antes de usarlo. Se que son usados.

 

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Ahora le meto cloro a todo ajjajajajaj