Forjando la carne

Había llegado el momento de retomar la disciplina del deporte y la energía, habiendo pasado los cuarenta's. , y la gravedad quería hacer su trabajo con mis músculos, decidí cambiar de hábitos a más saludables.

En el sótano del condominio, existía un gimnasio, con poca o nula concurrencia de los vecinos, e inicie con dos asistencias a la semana, los jueves y viernes después de las 9 pm.

Inicios agotadores, terminaba con el cuerpo descompuesto, y ese horario nocturno era el único usuario.

Descubrí que no era el único, al encontrar las pesas movidas, y pregunté al conserje, indicando que asistían en las tardes, dos vecinas y un vecino durante la semana.

Hace unas semanas, llegando al Gimnasio del condominio, escucho ruidos y veo la silueta femenina, a quien nunca había visto andar por el condominio, quizás sea nueva propietarios e inquilina, los saludos de rigor y cortesía, luego un silencio sepulcral.

 

NO SE PERO CREO QUE SE VIENE ALGO BUENO

 

Aun sin llegar a comunicarnos, ni hablarle por que la vecina a quien llamaremos Venus, seguía con su rutina, me era inevitable verla de reojo vestía una licra negra que dibujaba sus nalgadas generosas, para ser directo un rico culo redondito, senos medianos cubrían esas deliciosas tetas un polo manga cero, y yo tratando no verme como el sapo miron de ese momento.