Aventuras con una casada I de IV

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por spadina72, 4 Ago 2021.

    spadina72

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    Capítulo I: El Encuentro.
    Las cosas se estaban poniendo un poco difíciles para mí. Cada vez tenía menos opciones de hablarte por el messenger y por ende de jugar con la cam, mientras ambos disfrutábamos de la vista y de como nos corríamos viéndonos.
    Yo necesitaba verte y busque el pretexto perfecto. Nos encontramos después de varios meses. Y la calentura era notaria en ambos cuando nos vimos cara a cara para irnos al hostal. Nos besamos tiernamente al vernos, pero la pasión era más que evidente. No habíamos tenido muchas ocasiones para tener algo de pasión a distancia.
    Nos encaminamos de la mano al mismo hostal de aquella vez. No era la primera vez que nos tomábamos de la mano, pero si la primera que caminábamos de la mano por calles antes ajenas a nuestra memoria. Tenía intenciones de pedir la misma habitación de esa primera vez. Luego de caminar algunas cuadras dándonos besitos cada cinco pasos, llegamos a nuestro punto de encuentro personal. Esta sería la ocasión en la que daríamos rienda suelta a nuestros deseos. Sería la primera vez que tu disfrutarías de los placeres del sexo anal. Quería que todo saliera perfecto para que te llevaras un buen recuerdo de nuestro encuentro y de mí obviamente. Desde que nos conocimos, había crecido un sentimiento alimentado por nuestros deseos y gustos. Un sentimiento que a estas alturas luego del tiempo transcurrido difícilmente podría negarse, pero si obligadamente ocultarse dada nuestra condición de personas prohibidas el uno a la otra. Situación que siempre nos ha entristecido, pero que habíamos podido hasta el momento sobrellevar e ignorar.
    Nos encaminamos a la habitación (una vez más de la mano). Entramos. Ni bien cerramos la puerta te acercaste a plantarme un beso sólo como tu sabes hacerlo. Mis labios te recibieron tiernamente como a ti te gusta. Busqué que apoyarme contra una pared para besarte mientras te cogía de la cintura. Y empecé a besarte y a besar tu cuello y lóbulo de la oreja mientras mis manos recorrían la anatomía que sigue a tu cintura. Te acariciaba con ternura y pasión a la vez. El deseo era evidente. Tus manos no estaban quietas tampoco. Me apretabas hacia ti para sentirme más cerca. Luego una mano traviesa tuya comenzó a sobar mi entrepierna. Una de mis manos subió por dentro de tu ropa desde la cintura y llegó a tu sujetador. Y con una destreza que me sorprendió fui capaz de liberar tus senos de su prisión. Te acaricié tu espalda libre de obstáculos para mis manos. Todo esto sucedía mientras aún nos besábamos. Nos dirigimos hacia la cama, aún muda testigo de nuestro encuentro. Nos recostamos de costado apoyados con nuestros codos mirándonos. La ropa aún cubría nuestros cuerpos, pero ya sin zapatos. Me desabroché el pantalón, pero no me lo saqué. Me acerqué a ti y te besé. Me coloqué encima de ti a seguir besándote. Me incorporé y me saqué la camisa y me quité los pantalones. Me quedé sólo en mi polo interior y truza, que a estas alturas apenas si podía contener la erección que llevaba. Me volví a acostar a tu lado para besarte. Nos besamos con pasión y deseo. Te besaba el cuello y escuchaba tus gemidos de placer en mi oído.
    Te incorporaste y te ayudé a desvestirte y te quedaste sólo en la tanga, porque el brasier ya te lo había soltado. Me puse a contemplarte con mayor ahínco que la última vez. Y dado que apenas una vez pude verte por completo desnuda.....extrañaba la visión de tu cuerpo. Y porque no decirlo, me excitaba sobre manera lo que estábamos viviendo.
     
    spadina72, 4 Ago 2021

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    Capítulo II: El acercamiento.
    Me acerqué a ti y empecé acariciarte los senos. Rozando suavemente tus pezones con mis dedos, luego empecé a besarlos con mis labios y a succionarlos con mi boca. Mientras te hacía esto mis manos se deslizaban por tu cintura y se dirigieron a tus nalgas apenas cubiertas por la tanga que pedido expreso mío llevabas. Yo estaba encantado con tus senos. Sencillamente extasiado. Los besaba una y otra vez. Te mordía los pezones a petición tuya pero también me gustaba hacerlo. Mis manos se dirigieron a tu entrepierna que andaba media húmeda ya. Y aunque no quería dejar de comerme esos senos maravillosos. Lo cierto es que extrañaba el sabor de tu coñito. Aún recostados sobre la cama, acerqué mi cara a tus caderas y con mis dientes empecé a bajarte la tanga. Primero el lado derecho y luego el izquierdo, poco a poco. Mientras sentía el aroma que emanaba de tu coñito ya bastante húmedo por la calentura previa. En pocos segundos tu tanga ya estaba a la altura de tus rodillas. Terminé de sacártela. Separé tus piernas y me dirigí presto a tu entrepierna. Me detuve a escasos centímetros y aspiré profundamente su aroma. Para recordarlo siembre. Te miré a los ojos desde donde estaba y besé tus labios mirándote a los ojos. Luego empecé besarte por los costados y busqué tu clítoris. Lo besé. Lo chupé. Lo mordí tiernamente. Gemidos se escuchaban de tus labios. Me dirigí a tu vagina y casi por inercia mi lengua salió de su cobijo natural y empecé lamer la entrada de tu coñito. Y pude sentir su humedad y sabor tan anhelados y añorados durante mucho tiempo. No podía creer que me estaba comiendo una vez tu coñito que tantas veces había visto por la cam. Intercambiaba mis lamidas de coño con comidas literales de clítoris que a estas alturas estaba excitado sobremanera. Mientras me comía tu clítoris metía uno de mis dedos a tu coñito y podía sentir lo húmedo que estaba. Tu conchita empezó a mojarse deliciosamente. Y yo estaba encantado con el sabor de tus flujos. Me bebía cada gota de ti. Estabas deliciosa. Ni que decir que tus gemidos eran intensos y profundos y que se notaba que disfrutabas de cada movimiento de mi lengua y de mis dedos. Mi pene casi no cabía en la truza. Pero tampoco quería dejar de disfrutar de ese momento tan delicioso, intenso y personal que estábamos viviendo. Sentía como te venías y venías orgasmo tras orgasmo y sabía que por nada del mundo cambiarías ese momento. Te pedí que te pusieras en posición de perrito. Y empecé a lamerte como un perro ese coñito más que húmedo. Mordía tus nalguitas y las besaba tiernamente. Metí uno de mis dedos en tu coñito y lo embadurné bien. Y mientras me dispuse a comer tu coñito una vez más empecé a jugar con la entrada de tu anito que hasta el momento se había mantenido ajeno a mis caricias. Diste como un respingo, pero sabías que pretendía....y te dejaste. Yo mientras tanto bebía de tu coñito como si me fuera la vida en hacerlo. Y disfrutaba cada segundo. Era un momento que no lo cambiaría. Y sentía más y más tu sabor y estaba extasiado con ese manjar que emanaba de conchita más mía que nunca. Tan dulce y deliciosa.
     
    spadina72, 5 Ago 2021

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