Jornada Mundial de la Juventud

Tema en 'Filosofía y Religión' iniciado por KORPS8, 20 Ago 2011.

    KORPS8

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    Arranca con todo la JMJ y el Papa hablará las cosas con total claridad y sin medias tintas.
    ----------------------
    Lo que pasa con Benedicto XVI ya lo quisieran los grandes artistas y grupos de rock de la tierra. También los demagogos y corruptos de la política y la vida pública, de esos que abundan en Latinoamérica. Este fin de semana, el Papa congregará en Madrid a millones de mujeres y hombres para la Jornada Mundial de la Juventud.

    Pocos, muy pocos tienen la capacidad de convocatoria del Santo Padre, quizá nadie en el mundo. Lo más sorprendente del caso es que los peregrinos que acuden a la Madre Patria no lo hacen para escuchar la oscura letanía del relativismo ateo y agnóstico, ese modelo cultural que nos bombardea día y noche desde los medios de comunicación, un discurso primitivo que proclama la exaltación del placer por el placer, la ausencia de verdades y principios, el culto supremo del egoísmo y la más irresponsable levedad.

    No. Los que van a ver al Papa son plenamente conscientes que ese anciano de poderosa inteligencia hablará de compromiso, deber y lucha diaria. El Papa pedirá a los jóvenes que se sacrifiquen hasta el extremo por un mundo podrido recordándoles que ellos son la sal de la tierra y que serán perseguidos y escarnecidos, al igual que su Maestro. Burlada y combatida, la juventud que hoy acude a Madrid recorriendo todos los caminos de la tierra, contempla el declive moral de una civilización que ha alcanzado la cima del progreso material mientras se hunde en el fango del odio a lo trascendente, un odio nefasto y soberbio que se disfraza de laicismo ramplón. Duro es, pues, el horizonte al que tienen que enfrentarse los cristianos de esta época. Por eso, los jóvenes que responden al llamado del Santo Padre son auténticos nadadores contra corriente, rebeldes que se niegan a someterse al signo de estos tiempos. Ellos han comprendido que el Papa, esa roca fuerte, tiene palabras de vida eterna y que toda existencia es un combate de seres libres por la verdad. Sí, militia est vita hominis super terram.

    Benedicto XVI es un intelectual claro, directo, conciso. No se anda con rodeos. A diferencia de esas ideologías que retornan de ultratumba tras haber construido muros y enterrado millones de vidas, el Papa sabe que para transformar el mundo primero tenemos que cambiarnos a nosotros mismos. Lo demás es demagogia, falaz abstracción condenada a estrellarse con la realidad. Toda esa palabrería babélica que hoy intenta explicar la crisis global desde el positivismo económico y jurídico ignora adrede la dimensión valorativa de los problemas mundiales. Por eso está condenada al análisis sesgado. Los enemigos de la verdad, entre espasmos y retorcijones violentos, no soportan que un anciano, el heredero de Pedro, convoque a tanta gente para pedir sacrificio y generosidad, al igual que hace dos mil años lo hizo el hijo del carpintero. Y los que odian la fe tampoco comprenden el misterio esencial de la Iglesia, madre sobre todas las cosas: si los jóvenes no acuden, ¡el Papa los irá a buscar!Martín Santivañez: Esa roca fuerte | Diario Correo
     
    KORPS8, 20 Ago 2011

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    A EL HAZZARD, Lisa S. y BERNARDO les gusta esto.

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    Pronto en Dubai! E.A.U
    Y el 2013 en Rio de Janeiro Brasil, de todas maneras allí estaré presente. :cool:
     
    EL HAZZARD, 25 Ago 2011

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    #2

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    que es eso ?
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    Donde es la cheleada bailable ??? :D:D:p:p
    Los curas pedofilos iran en busca de homosexuales a brazil ??? :eek::eek::eek:
    Yo paso, no quiero brindar un par de chelas con esa secta de politicos blasfemos dizque "religiosos" criminales :(:(:D:p Espero no encontrame con el en el mundial si llego a ir :eek:

    Saludos
     
    PUTOLOGO, 26 Ago 2011

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    #3

    JACI2

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    Por Mario Vargas Llosa

    Bonito espectáculo el de Madrid invadido por cientos de miles de jóvenes procedentes de los cinco continentes para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud que presidió Benedicto XVI y que convirtió a la capital española por varios días en una multitudinaria Torre de Babel. Todas las razas, lenguas, culturas, tradiciones, se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachas y muchachos adolescentes, estudiantes, jóvenes profesionales venidos de todos los rincones del mundo a cantar, bailar, rezar y proclamar su adhesión a la Iglesia católica y su “adicción” al Papa (“Somos adictos a Benedicto” fue uno de los estribillos más coreados).

    Salvo el millar de personas que, en el aeródromo de Cuatro Vientos, sufrieron desmayos por culpa del despiadado calor y debieron ser atendidas, no hubo accidentes ni mayores problemas. Todo transcurrió en paz, alegría y convivencia simpática. Los madrileños tomaron con espíritu deportivo las molestias que causaron las gigantescas concentraciones que paralizaron Cibeles, la Gran Vía, Alcalá, la Puerta del Sol, la Plaza de España y la Plaza de Oriente, y las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos, como el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que, animadas por lo que Rubén Darío llamaba “un blanco horror de Belcebú”, rezaban el rosario con los ojos cerrados.

    Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que “El País” ha llamado “la mayor concentración de católicos en la historia de España”. La primera ve en él un festival más de superficie que de entraña religiosa, en el que jóvenes de medio mundo han aprovechado la ocasión para viajar, hacer turismo, divertirse, conocer gente, vivir alguna aventura, la experiencia intensa pero pasajera de unas vacaciones de verano. La segunda la interpreta como un rotundo mentís a las predicciones de una retracción del catolicismo en el mundo de hoy, la prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla.

    Una de estas tempestades tiene como escenario a España, donde Roma y el gobierno de Rodríguez Zapatero han tenido varios encontrones en los últimos años y mantienen una tensa relación. Por eso, no es casual que Benedicto XVI haya venido ya varias veces a este país, y dos de ellas durante su pontificado. Porque resulta que la “católica España” ya no lo es tanto como lo era. Las estadísticas son bastante explícitas. En julio del año pasado, un 80% de los españoles se declaraba católico; un año después, sólo 70%. Entre los jóvenes, 51% dicen serlo, pero sólo 12% aseguran practicar su religión de manera consecuente, en tanto que el resto lo hace sólo de manera esporádica y social (bodas, bautizos, etcétera). Las críticas de los jóvenes creyentes –practicantes o no– a la Iglesia se centran, sobre todo, en la oposición de ésta al uso de anticonceptivos y a la píldora del día siguiente, a la ordenación de mujeres, al aborto, al homosexualismo.

    Mi impresión es que estas cifras no han sido manipuladas, que ellas reflejan una realidad que, porcentajes más o menos, desborda lo español y es indicativo de lo que pasa también con el catolicismo en el resto del mundo. Ahora bien, desde mi punto de vista esta paulatina declinación del número de fieles de la Iglesia católica, en vez de ser un síntoma de su inevitable ruina y extinción es, más bien, fermento de la vitalidad y energía que lo que queda de ella –decenas de millones de personas– ha venido mostrando, sobre todo bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.

    Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes). Su trayectoria es bastante curiosa. Fue, en su juventud, un partidario de la modernización de la Iglesia y colaboró con el reformista Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII.

    Pero, luego, se movió hacia las posiciones conservadoras de Juan Pablo II, en las que ha perseverado hasta hoy. Probablemente, la razón de ello sea la sospecha o convicción de que, si continuaba haciendo las concesiones que le pedían los fieles, pastores y teólogos progresistas, la Iglesia terminaría por desintegrarse desde adentro, por convertirse en una comunidad caótica, desbrujulada, a causa de las luchas intestinas y las querellas sectarias. El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas.

    ¿Es esto bueno o malo para la cultura de la libertad? Mientras el Estado sea laico y mantenga su independencia frente a todas las iglesias, a las que, claro está, debe respetar y permitir que actúen libremente, es bueno, porque una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos –empezando por la corrupción– si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad.

    Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, ésta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales.

    La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías, marginales al gran público. La mayoría de seres humanos sólo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia, han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y éste sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática.

    Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos.
     
    JACI2, 19 Sep 2011

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    Me parece interesante y coincido con lo que MVLL pone en su artículo, solo que no mke parece que el gobierno español que se encuentra en una crisis económica terrible haga dispendios y gastos para atender a las delegaciones religiosas y al Papa, si yo fuera español por muy católico estaría muy molesto, por otro lado me parece que MVLL debería estar compartiendo lo que vivimos en el Perú que gobierna Ollanta Humala porque este gobierno se debe en mucho a el espaldarazo que él le dio y no en España viviendo el el Paseo del Prado, debería hacerse responsable y garante de que este gobierno haga las cosas correctas.
     
    alfredoseb, 20 Sep 2011

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    #5

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    Qué ironía,o tal vez no tanto, que este tema lo inicie un usuario que se ha pronunciado en este foro a favor del genocidio racista, del odio entre hombres. El Papa, ese representante de quien se dijo, propugnó el amor al prójimo, se ha convertido en el primer enemigo de esa doctrina ,y eso explicaría la simpatía que inspira entre todos los fascistas,

    Un hermoso poema de Juan Gonzalo Rose ilustra como la Iglesia decidió dejar esa posibilidad de ser verdaderamente ecuménica, al servicio del bien común (por primera vez en su historia) para pasar a estar dominada por esta panda de retrógrados.

    LA PREGUNTA
    Juan Gonzalo Rose

    Mi madre me decía: si matas a pedradas /os pajaritos blancos, Dios te va a castigar; si pegas a tu amigo, el de carita de asno, Dios te va a castigar. Era el signo de Dios de dos palitos, y sus diez teologales mandamientos cabían en mi mano como diez dedos más. Hoy me dicen: si no amas la guerra, si no matas diariamente una paloma, Dios te castigará; si no pegas al negro, si no odias al rojo, Dios te castigará; si al pobre das ¡deas en vez de darle un beso, si le hablas de justicia en vez de caridad, Dios te castigará. Dios te castigará. No es éste nuestro Dios, ¿verdad, mamá?
     
    Percival, 24 Sep 2011

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    #6

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    Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que “El País” ha llamado “la mayor concentración de católicos en la historia de España”.

    Me alegra que un diario izquierdoso diga esta verdad devastadora para el Mal.

    Sucede que el Mal se atrevió a responder grotescamente al Papa en la JMJ...pero quienes eran ? Se hacen llamar ''los indignados'', un grupo anarco que desea mover el tren hacia Utopía Comunista (nosotros ya sabemos que clase de utopia es esa).

    A pesar de que los “Indignados” se presentan como un conglomerado espontáneo de elementos apolíticos y sin ideología determinada, todo indica que su aparición es una maniobra más de la izquierda internacional; un nuevo intento de levantar cabeza, después del desplome del comunismo y la Teología de la Liberación, de las pesadas derrotas electorales sufridas por los partidos socialistas en los últimos 20 años, y del fracaso de las tentativas más recientes para relanzar la ideología de Marx, como los “Foros Sociales Mundiales” realizados en varios países desde el año 2000.

    Las artificiales crisis financieras y distorsiones económicas que desde 2008 mantienen en vilo a los países desarrollados, ofrecen el pretexto ideal para ensayar una nueva y diferente aventura izquierdista. Es en ese contexto que surgen los “indignados”, con fuertes indicios de que en ellos se funden la izquierda clásica y la revolución cultural neomarxista (neotribal, homosexual, femino-abortista, etc.).

    ¿Los salvadores del comunismo?

    “Indignados” y lucha de clases: En la leyenda de la pinta, “Cómase al rico”, el logo comunista adaptado sugiere: mátelo con la hoz, cómalo con el tenedor que sustituye el martillo.Ya su primera aparición en la Puerta del Sol de Madrid, en mayo pasado, fue saludada por el ex secretario general del Partido Comunista Español, Julio Anguita, con un artículo cuyo título lo dice todo: “Son los nuestros”. Afirmando que los “Indignados” le dan “la gratificante sensación de que volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía” (ya sabemos de qué utopía se trata...), el veterano dirigente rojo convocó a sus raleados camaradas a sumarse a la protesta y “engrosar sus filas”, en nombre de “nuestra militancia comunista” [1].

    Es obvio que existe una mano dirigiendo por detrás, pues esa “espontaneidad” está muy bien organizada... y muy bien financiada, como lo reveló —tal vez sin querer— Vanessa Zettler, joven manifestante brasileña del movimiento Ocupe Wall Street en Nueva York: “El comité de comida ofrece alimentación gratis”, declaró. “Las personas que donan alimento y dinero son las que (…) no pueden estar aquí” [2]. Curioso, en verdad: ¿por qué no pueden “estar aquí”? ¿Por qué no pueden aparecer? ¿Qué nos está siendo escondido en esas manifestaciones?

    De hecho el rompecabezas de la protesta es complejo, por falta de información sobre su origen e inspiración ideológica. Sin embargo algunos datos comienzan ahora a aparecer, como los proporcionados por el destacado historiador y sociólogo italiano, Prof. Massimo Introvigne, en un artículo titulado Indignados, la Cuarta Revolución [3]. Y son bastante reveladores:


    El nombre “indignados” fue tomado de un pequeño libro publicado en Francia el año pasado. Su autor, Stéphane Hessel, de 93 años, es un veterano socialista vinculado al ex director del FMI Dominique Strauss-Kahn, personaje más conocido por su depravación moral que por su actuación pública.

    El librito en cuestión se llama Indignez-vous! Pour une insurrection pacifique. (“¡Indígnense! – Por una insurreción pacífica”). Sus pocas páginas, dice Introvigne, son “de una pobreza desoladora”. Citando al periodista Pierre Marcelle, del diario ultraizquierdista “Libération”, que califica a Hessel de “un Papá Noel de la buena conciencia”, Introvigne muestra que el supuesto anticonformismo de “¡Indígnense!” no es más que “anticuado conformismo politicamente correcto, y deja la impresión de que para superar la crisis actual no hay necesidad de hacer sacrificios. Bastaría que los ‘malos’ que se han apoderado de la política y de la economía sean substituídos por ‘buenos’ de características muy vagas: leales, generosos, un poco antinorteamericanos y antiisraelíes, ... y capaces de emocionarse por los ‘nuevos derechos’ revindicados por las feministas y los homosexuales” [4].


    Puerta del Sol, Madrid, mayo de 2011: ”revolución española”, en la senda de la Cuarta Revolución anarquista.De Madrid a Roma, odio anticatólico
    En esta aparente vaguedad ideológica, hay algo bien definido que diferencia a los “indignados” de otros movimientos de protesta anteriores: es su odio antirreligioso, sobre todo anticatólico: Introvigne recuerda que el teólogo español Javier Prades-López había advertido, en un reciente encuentro eclesiástico en Italia, que “desde el comienzo los “indignados” se las han tomado con la Iglesia y han terminado por contestar al Papa y a la Jornada Mundial de la Juventud”.

    Ese odio se manifestó ahora, ¡y de qué manera!, en la publicitada jornada de protesta del día 15 de octubre. Ese día, en Roma, “indignados” asaltaron la iglesia de San Marcelino y San Pedro, destrozaron un crucifijo y una imagen de Nuestra Señora en tamaño natural, aparte de otros actos de vandalismo sacrílego. Con la participación de cientos de elementos del grupo anarquista “Black Bloc”, incendiaron también edificios públicos y vehículos, destrozaron comercios, etc., en una verdadera batalla campal contra la Policía, que conmocionó la ciudad y a todo el país, dejando decenas de heridos, y que fue descrita por el Vicario papal para Roma, Cardenal Agostino Vallini, como “escenas de guerrilla”.



    Por lo mostrado hasta este momento, ¿qué opinión podemos formarnos del fenómeno “indignados”? Massimo Introvigne nos da un elemento clave de respuesta, al señalar con justeza que “para comprender a los “indignados” no bastan los analistas políticos. Hace falta una teología de la historia”. Y se remite a Plinio Corrêa de Oliveira, que “en su gran cuadro de la descristianización del Occidente, ‘Revolución y Contra-Revolución’ ... veía a la Revolución (con ‘R’ mayúscula) como un proceso de progresiva destrucción de los lazos sociales que habían hecho cristiano a Occidente”.

    Primero fueron destruidos “los lazos religiosos, con la ruptura del protestantismo con Roma; luego los lazos políticos orgánicos fundados sobre la riqueza de los cuerpos intermedios, sustituidos por una fría relación entre el ciudadano y el Estado moderno, con la Revolución francesa; por fin los lazos económicos, con el comunismo y la absorción de toda la vida económica por el Estado”. Y ahora le llega el turno a los lazos sociales y familares, y hasta a “los lazos del hombre consigo mismo, con la droga, la ideología de género, la eutanasia”. Es la revolución del caos, o “Cuarta Revolución”. “Los ‘indignados’ parecen ser al mismo tiempo la causa y el efecto de una Cuarta Revolución que ha llevado a sus últimas consecuencias la disgregación del cuerpo social, el aislamiento de todos de todos, y contra todos, el rechazo de toda responsabilidad, ... la falta absoluta de perspectivas y, en el fondo, también de esperanza”.

    * * *
    O sea, los “indignados” son la versión más reciente de un proceso de deterioro moral y social iniciado con la decadencia de la Cristiandad medieval: la Revolución anticristiana, cuya meta es ni más ni menos que la destrucción de la sociedad civilizada, para implantar la anarquía. Y sólo una auténtica Contra-Revolución podrá atajarla. Cualquier interpretación del fenómeno fuera de esta perspectiva, estará necesariamente mutilada en su aspecto más esencial.

    Notas
    [1] “El Mundo”, 20-5-2011.

    [2] “Folha de S. Paulo”, 12-10-2011.

    [3] Cfr. La Bussola Quotidiana, 14-10-2011,
    Fuente; tradicionyaccion.
     
    KORPS8, 23 Oct 2011

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    #7

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