La primera salida

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Como les va cofras, aprovechando el día de feriado, continuaré relatándoles las anécdotas que han ido marcando mi vida sexual hasta la fecha.

Quizá este relato sea más mundano que los anteriores, sin embargo, en la medida de que mi intención es narrar mi historia siguiendo un orden temporal, me parece indispensable no obviar este pasaje de mi vida, el cual me abrió las puertas al mundo de las citas sin amor, de encuentros clandestinos, mundo con el que aun ahora, a mis 34 años, sigo conviviendo.

Ya habían pasado 5 meses desde que mi relación con Rosario había terminado, y siendo ella la primera mujer con la que mantuve una relación amorosa, pues me sentía realmente mal. La culpabilidad por haber hecho mal las cosas me abrumaba cada mañana, cada tarde, cada vez que al caminar por alguna calle no la tenía a mi lado. Me sumí en un estado muy cercano a la depresión, lo cual hizo aflorar la timidez que yo ya creía superada. Por algún ridículo motivo, producto de mi total ignorancia de la vida, me prometí no enamorarme más.

Hasta ese momento solo había compartido la cama con dos mujeres, pero no estaba dispuesto a que eso quede allí. Si bien, siendo más joven había tenido curiosidad por lo que sería salir con una prostituta, nunca tuve la suficiente firmeza de decisión para intentarlo, además de que consideraba que no lo necesitaba, pues tenía 20 años, era aun un universitario y no tenía mucho dinero. Sin embargo, el tiempo había pasado, y me encontraba con casi 25 años sobre los hombros, más dinero en los bolsillos, herido sentimentalmente y con una absurda promesa que cumplir. Todo ello sumó para que decida iniciar mi búsqueda de una mujer que me alquilara su compañía.

Pero antes, quise informarme cuál era la mejor manera de hacerlo. Usando el buen Google, que si bien no era tan potente como ahora para las búsquedas, igual era muy bueno, empecé mis investigaciones. Lo primero que aprendí es que habían dos tipos de prostituta: la que te visitaba en un hotel y la que uno tenía que visitar en un determinado local. Y que el término más popular para referirse a ellas era el de kinesiológa, o más coloquialmente, kine. Sintiendo temor de ir a un local que no conocía y que me puedan robar, decidí que mi primera kine sería del tipo que lo visita a uno en un hotel. Averigué también de que uno de los distritos más concurridos para este tipo de servicio era Lince, así que antes de dar mi siguiente paso, por una semana caminé por distintas calles del distrito buscando algún hotel que me de confianza.

Pasada esa semana, ya tenía el 75% de los requisitos listo. Tenía definido el tipo de kine que elegiría, el distrito y el hotel. Solo me quedaba buscar a la señorita. Para esto, Google hizo nuevamente su aparición. Fue asi como di con Angy. Encontré su aviso, en el que adjuntaba algunas fotos además de una picante descripción de su cuerpo y sus servicios, y tras compararlo con otros anuncios, me animé a llamarla. Tomo mi celular, marco el número indicado y espero, muy ansioso, pues no sabía como iniciar la conversación. En el auricular se oye el timbrado, y al rato, una delicada voz interrumpe el monótono silencio.

- Aló, siii... - Me saluda.

- Hola... sssse... uu.. usted es la ssseñorita Angy? - Le digo, con una voz muy baja, temiendo que por alzar la voz suene tonto. Maldita timidez.

- Hola amigo, podrías hablar un poco más fuerte que no te escucho? - Me increpa, sin alterar por nada la delicada voz.

Me quedé callado por unos dos segundos. Estaba nervioso, pero a la vez decidido. Así que en un arrebato de firmeza ahorqué a mi timidez, y hablando lo más claro y fuerte que pude, le respondí.

- Hola, si, disculpe, ahora me escucha mejor - Le dije, hablando con más impetu.

- Ahora si cariño, dime...

- Usted es la señorita Angy, correcto?

- Si cariño...

- He encontrado un anuncio suyo y estaba preguntandome si podría conocerla...

- Claro cariño, mira, tengo 21 años y podríamos vernos en algún hotel de Lince, San Luis, San Isidro o Miraflores - Me dijo, para luego añadir con una voz que me pareció muy sensual - La vamos a pasar muy bien...

Me quedé callado por otros dos segundos, pensando en qué responder, hasta que sin darme cuenta le dije:

- Esta bien, te parece si nos vemos hoy en Lince a las 7 de la noche?

- Claro cariño, te hospedas y me llamas para decirme en que hotel y habitación te encuentras para visitarte.

- Esta bien - le respondo - hh.. hasta luego Angy.

- Bye cariño - me responde - Hasta las 7, y preparáte para pasarla rico.

Luego de eso me corta la llamada, y me la imagino diciéndome esas últimas palabras, guiñándome el ojo.

Ya estaba todo listo. Eran a las 4 de la tarde, así que tenía 3 horas para mi encuentro con Angy. Luego de ducharme y vestirme lo mejor que pude (por algún motivo pensé que era necesario que le fuera atractivo a la señorita) me enrumbé al distrito de Lince.

En el trayecto, no dejaba de pensar en las fotos de Angy, en su voz, y en lo que iba a ocurrir en la habitación de aquel hotel limeño. Sin embargo, poco a poco mis pensamientos fueron usurpados, en primer lugar por Lorena, y los arrebatos de pasión que compartí con ella durante mis últimos años unversitarios. Luego, de manera inevitable, Rosario hizo su aparición, ofuscando mi memoria con sus ojos, su sonrisa, sus cabellos, su calor. Como proyectiles indetenibles, llegaron a mí los recuerdos de nuestra primera vez juntos, luego de aquella fiesta del trabajo, y los postreros encuentros en que ambos nos entregábamos con pasión. Y también sin quererlo, llegaron a mi mente los recuerdos de aquella noche en que ella me dice que ya no quiere seguir conmigo, con lágrimas en los ojos, dejándome sin palabras. Todo eso pasaba por mi mente mientras iba a Lince a encontrarme con Angy, y por un momento sentí lástima de mi situación. Pero la firmeza seguía allí, y ningún sentimiento de culpa iba a evitar que aquella noche yo tuviera sexo con Angy.

Llegué asi a mi destino. Ingreso al hotel y rento una habitación con cama matrimonial. Al rato, subo por las escaleras, y entro a la habitación, encontrando dentro una cama, una mesa, un par de sillas y un televisor, los futuros testigos de mi cita con Angy. Enciendo el televisor para evitar que el silencio me haga recordar, y me recuesto sobre la cama. Entonces, me quedo mirando al techo por unos momentos hasta que meto mi mano al bolsillo, tomo mi celular y marco el número de Angie.

El teléfono timbra, pero ella no contesta. Me quedo extrañado. Vuelvo a marcar, y nuevamente no hay respuesta. Entonces empiezo a sentir ansiedad, a que todo había sido en vano, a que quizá yo quería que Angy no conteste el celular para no traicionar el recuerdo de... el recuerdo de Rosario?. Sin embargo, luego de marcar por una tercera vez, la voz de Angie destrozó todas mis pesimistas alucinaciones.

- Hola cariño, ya estás hospedado? - Me dice.

- Si Angy... - Le respondo, para luego darle la información necesaria para que me ubique.

- Listo Lorenzo, ya voy para allá, prepárate...

Nuevamente el ruido del televisor inundó la habitación. Y yo me quedo recostado en la cama, mirando al techo de aquella fría habitación como si a través del concreto pudiese ver el negro cielo limeño, deseando que mi mente se mantenga vacía de recuerdos, lo cual me es inevitable. Llega a mi mente entonces el recuerdo de la última vez que hice al amor con Rosario, en un hotel de Huancayo:

Aquella vez, nuevamente el trabajo nos habia juntado. Eso fue a un mes de terminar nuestra relación. Si bien yo ya había notado cambios en su manera de comportarse conmigo, no pensé lo sola que se sentía debido a mi ignorancia y a mi conducta distante. Ahora pienso que esa vez fue el último intento de ella para volver a enamorarse de mi, para convencerse de que aun era posible seguir adelante a mi lado. Esa vez luego de cenar nos dirigimos a un hotel. Entonces ella se entregó con locura. Se me aventó encima como una fiera sobre su presa, ahogándome con sus dulces besos. Sus manos acariciaban mi torso, mis pechos, y poco a poco iban acariciando a mi miembro. Yo, sorprendido ante tal arrebato de pasión, solo atiné a dejarme llevar. Ella entonces me desnudó con violencia, como si la Tierra fuese a desaperecer en unos minutos y ya no nos quedaba tiempo. Ahora pienso que quizá ella sí lo sentía asi de alguna manera. Luego, ella se desnudó, arrojando su ropa al piso sin preocupación alguna, y luego volvió a echarse sobre mi para continuar con aquel ritual de pasión. Nuestros labios se enredaban en el placer, mientras poco a poco nuestros sexos quedaban expuestos uno frente al otro, ansiosos por enredarse también. Luego ella se detiene, y me mira a los ojos, para luego preguntarme: Lorenzo, aun me quieres? Yo me quedo callado por un instante, y le respondo que si, pensando que aquella pregunta no era más que parte del juego amatorio, cuando en realidad ella buscaba una respuesta más sincera y profunda. Le digo eso, que si la quería, y me acerco para seguir besándola. Luego de eso hicimos el amor de manera estridente. Ella se movía sobre mi como si de ello dependiese su vida, levantando su torso en algunos ratos, poniendo sus manitas sobre mi pecho, y otros ratos acercandome los labios para besarla. No me dejó cambiar de pose, ella quería estar encima mio todo el tiempo, y yo la dejé. Al rato, terminamos ambos, quedando ella recostada sobre mi, con mi pene aun erecto dentro de su vagina. No hubieron más preguntas, no hubieron más palabras aquella noche. Nada me hacía presagiar que luego de un mes de aquella velada apasionada, la misma Rosario que acaba de disfrutar a mi lado, me diría entre lágrimas que ya no quería seguir conmigo.

Estaba invadido por esos pensamientos cuando de repente, alguién toca a mi puerta. Mi corazón latía violentamente, y sin darme cuenta, tenía el pene erecto. Además estaba sudoroso. La puerta volvió a sonar con su seco toc toc, y yo ya no estaba tan seguro de querer abrir la puerta.

Nuevamente la puerta vuelve a sonar, y mi celular empieza a timbrar. Entonces me di cuenta que no podía eludir el destino que yo mismo había preparado tan minuciosamente. Me dirijo al baño, me mojo la cabeza y me acerco a la puerta. Mi mano, algo temblorosa, toca la perilla de la puerta, y la gira lentamente. Se oye el ligero rugido del metal, liberando el cerrojo de la puerta, la cual, luego de unos milisegundos de indecisión, abro de golpe.

Continuará...

 

Bien Lorenzote. Buen inicio de relato. Continua con tus aventuras

 

Previa de la historia tengo un presentimiento raro de todo esto esperemos que no se cumpla saludos... Buen relato un relato así está pintando

 

Gracias cofra, espero que el desenlace no lo decepcione...

 

A mi amigo?? No lo creo probablemente en lugar de lo que puse como final en mi saga te esperabas que me culeara a nadia y a silvia a la vez no¡?¿

 

interesante relato¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

 

Prosiga lorenzote no nos deje en pindinga jajajajaja

 

Buen relato cofrade, muy bien redactado..salud!!

 

continúe cofra.... muy buen comienzo

 

Esos segundos entre que tocan la puerta y vas a abrir, sin saber si te habrán hecho el cambiaso, la flaca será como las fotos, como leiste en el ranking o si cumplirá tus expectativas es una de las sensaciones mas adrenalinicas que hay.

 

Jajajaja, tiene razón cofra, adrenalina pura. Trataré de culminar el relato en cuanto pueda. Saludos.

 

Cofrade siga compartiendo su historia...Saludos

 

Amigo Lorenzote. Animese y siga contando su historia

 

Cofras, discúlpenme por no haber terminado este relato, pero estuve muy ocupado por temas laborales como para poder hilvanar mis memorias con calma y pasarlas a estas páginas virtuales. Prometo terminar el relato para este fin de semana, y continuar con mis memorias. Saludos cofras.

 

(...) Y allí estaba ella... Angy, una mujer de metro sesenta, cabellos cortos a la altura del hombro, labios rojos como manzanas y un aroma de perfume que de golpe iba inundando mis sentidos con erotismo. Era bonita, llevaba un saco negro, y un bolso de cuerpo colgando sobre su hombro izquierdo.

- Hola cariño... - Me dice.

- Hola, ¿Angy?

- Si cariño, la misma que viste y calza - Me contesta, sonriendo pícaramente, acercándose a mi para darme un breve beso en los labios.

Entonces la hago pasar. Sentía nervios. Nunca había estado con una "kinesiologa" antes, y a decir verdades, no sabía cómo proceder. Debía avalanzarme sobre ella como un animal dominado por la pasión?, o debía ir lento. Por suerte, Angy notó mi nerviosimo, ante lo cual me mira y me dice:

- Tranquilo cariño, tenemos tiempo, recién he llegado.

Ella entonces deja el bolso sobre la mesa, se quita el saco negro, mostrando su delicada figura.

- Hay que ponernos cómodos cariño... - Me dice, echándose sobre la cama en la que antes me encontraba recordando mis amorías con Rosario.

- Okey - le digo, y me acerco a ella, echándome muy próximo a ella.

- Cariño, nos vamos a relajar ya... - Toma mi mano, y la pone sobre su muslo.

Empiezo yo entonces a acariciar su muslo, de manera tímida. Ella entonces empieza a acariciar mi pecho, y desabotonar los botones de mi camisa.

- Cariño, la vamos a pasar muy bien... - Agrega, y entonces pone esos labios rojos sobre los mios, esperando que yo los devore como la lasciva fruta que parecían.

Y entonces no comenzamos a besar, al principio de manera delicada, sin embargo, había algo en su manera de besar que me hacía ir con más intensidad. Mientras la besaba, sentía como su manita terminaba por desabotonar el último botón de mi camisa, para luego pasar a acariciar mi pubis. Mi pene, al sentir el tacto delicado de Angy, comenzó a erectarse, ante lo cual ella reaccionó deteniendo los besos para mirarme a los ojos con una mirada de deseo. Entonces me quitó la correa, desabotonó mi pantalón, y bajó mis calzoncillos, dejando al descubierto a mi pene semi erecto.

- Ahora te voy a armar, cariño... - Me dice.

Su mano derecha entonces se pone sobre mi pene, y comienza a subir y bajar, pajeándome delicadamente. Podía sentir con claridad como la sangre impulsada por el erotismo de la situación comenzaba a inundar el interior de mi miembro, el cual al empezaba a erectarse más y más.

- Está rica, cariño - Me dice - Me la voy a comer...

Entonces, retirma sus manos de mi pene, y comienza a desnudarse lentamente. Primero, se quita la blusa y el brasier, dejando a relucir sus pechos medianos. Luego se comienza a quitar el pantalón, moviendo las caderas de manera sugerente. Y ella lo hacía todo procurando no quitar su mirada de mis ojos. Al rato, solo su tanga cubría sus genitales, por un breve tiempo, pues ella misma, dándose de espaldas, comenzó a bajarselo. La vista era surreral hasta cierto punto. Nunca había pensado hasta ese entonces que ver a una mujer desnudarse fuera tan erótico. Ello quizá porque con Lorena y Rosario, los encuentros se centraban más en la pasión propia del sexo, sin embargo, Angy, como profesional que parecía ser, explotaba cada movimiento como un insumo más para generar en mi, su cliente de turno, la máxima atracción. Y alli estaba ella, desnuda, de espaldas ante mi, agachada y moviendo la cintura, viendo los labios de su vulva como si fuesen los labios que acababa de besar hace algunos instantes. Entonces ella se acerca a su bolso, y saca un sobre: el condón.
Nuevamente se acerca a mi, y se echa sobre mi, procurando evitar que mi pene se intersecte con su vagina. Ella se me acerca, y me da un beso en los labios, luego un beso en el mentón. Luego, pude sentir como su lengua comenzaba a bajar por mi cuello, por mis pectorales, por mi vientre hasta detenerse en mi pubis. Entonces, ella saca el condón del sobre, y con la boca me lo pone, y comienza a hacerme sexo oral.

Era la primera vez que me hacían sexo oral con preservativo. Si bien el látex reducía la sensación, Angy era muy habilidosa haciendolo, recorriendo mi pene desde los testiculos hasta la punta del glande con su lengua, para luego devorárselo todo con una garganta profunda. Fue una mamada intensa, muy placentera, y por algun motivo, pensaba en Rosario, y la tierna manera en que ella me lo hacía. Sin embargo, Angy tenía un estilo que era nuevo para mí, y teniendo su mirada felina fija en mis ojos, comienza a acariciarme con una mano los testiculos. Sentía que mi pene estaba a punto de reventar, que iba a eyacular. Asi que con sutileza puse mi mano sobre su cabeza, a lo que ella entendió. Entonces se levanta, se echa sobre encima mio, y deja que mi pene erecto ingrese lentamente dentro de ella. Entonces comenzó a montarme, aumentando con cada momento la velocidad y el contorneo de sus caderas. Acercaba sus pechos para que los bese, también me dejaba el cuello a mi disposición, y por supuesto, sus labios rojos. Entonces, la rodee con mis brazos de la cintura, y comenzé a bombearla de abajo, generando el tipico sonido de la carne chocando la carne. Podía sentir como la parte baja de mi pene comenzaba a humederse con los fluidos que emanaba su vagina al ser penetrada por mi miembro. Se sentía bien, no podía negarlo. Y comenzé a moverme con mayor intensidad. Ella comenzó a gemir, mientras sus manos revoloteaban mis cabellos, luego nuevamente me besaba.

- Si cariño, dame más - Me decía.

Seguía entonces bombeandola de abajo hacia arriba, hasta que sentí que ya se me iba a venir el orgasmo eyaculatorio. Decidí detenerme en seco. Y sutilimente le dije:

- Perrito?

- Si mi amor, en perrito me gusta más.

Entonces ella se levanto, retirando mi pene. Pude sentir claramente como la presión de su vagina dejaba de rodear a mi pene. Ella entonces se pone en la posición de perrito, de rodilla en la cama, mientras movia la cintura ritmicamente de un lado a otro, invitandome a irle con todo.

- Vamor cariño, dame rico - Me dijo.

Obediente, me le acerqué e introduje mi pene en su vagina. Ella entonces se arqueó un poco, para luego poner sus manos empuñando las sabanas de la cama. Empecé a penetrarla con intensidad. Podía ver como el condon se iba llenando con semen mientras la iba penetrando. Su vagina se sentía caliente, y humeda, y por algun motivo volvi a recordar a Rosario. Pero ello solo por un momento, pues a los 5 minutos no pude contenerme más y eyaculé. Ella me dejo estar unos segundos dentro hasta que me dijo:

- Estuvo rico cariño, pero mejor sácalo, no vaya a ser que se salgo algo...

Retiré mi miembro, y despaché el condon inundado por mi semen.

- Nos vamos a la ducha cariño? - Me dice.

- Esta bien.

Nos vamos juntos a la ducha, y nos duchamos. Mientras el agua recorria su cuerpo desnudo, sentía algo extraño dentro. El recuerdo de Rosario comenzaba a inundar mis pensamientos. Angy me mira entonces, me da un beso y luego me dice:

- En qué piensas amor? - Me pregunta - Seguro en tu mujer.

- No tengo mujer - Le digo - Bueno, tenía una novia, pero ya no.

- No te preocupes cariño - Me dice, acercando su boca a la mia - Ahora yo soy tu novia cariño.

Volvimos a la cama, y conversamos un poco hasta que nuevamente sentí ganas de poseerla. Nuevamente el oral intenso, para continuar con una penetración en misionero. Ella redeo mi espalda con sus brazos, y pude sentir como sus uñas comenzaban a hincar mi caliente piel. Ese ligero dolor, sorpresivo, no hizo más que despertar en mi un apasionamiento que nunca antes habia sentido. Así que comencé a penetrarla con mayor fuera, con mayor intensidad. Me puse de rodillas, y levanté sus piernas para poder ver como mi pene ingresaba en ella, ver como sus labios vaginales abrazaban el latex del condom que evitaba el contacto piel con piel. Luego, puse sus piernas sobre mi pecho y comencé a besar sus piecesitos. Las uñas pintadas de rojo de su pies no hacian más que incrementar mi lujuria. Parecía estar descubriendo en mi un fetiche nuevo, porque literalmente deboré sus pies hasta que no pude más y eyacule emitiendo un gemido de placer.

- Que rico cariño... - Me dice. - Ha estado rico.

Terminamos echados sobre la cama por unos minutos.

- Bueno cariño, ha estado rico, pero aun no me has dado mi propinita.

- Cierto - Le digo avergonzado por haber olvidado ese detalle.

Luego de darle el dinero acordado, ella, ya vestida, se me acerca y me dice.

- Cariño, la he pasado genial, espero que me vuelvas a llamar... Y no andes pensando mucho en ella, ahora me puedes tener a mi.

Me dio un beso que duró unos treinta segundos y se retiró. Me sentí en paz, mientras la veia abandonar el cuarto de hotel en que la habia hecho mia. Sentía paz, por algun motivo. Quizá habia encontrado una manera de huir a los recuerdos de Rosario. Hasta ahora, que ya han pasado varios años desde aquel evento, no puedo explicar la paz que senti en ese entonces. Lo unico que sabia era que acaba de tener sexo con una mujer con la que no tenia ningun vinculo emocional, que me habia gustado, que definitivamente queria repetirlo, y que los recuerdos de Rosario no me atormentarían la tranquilidad al menos en lo que restaba de esa noche.

Y asi estimados cofras, me inicié en este mundo de amores alquilados y placeres convenidos. Angy fue la primera de todas, y por ello se ganó un lugar especial en mi memoria, al lado de Lorena, la universitaria atrevida que me arrebató mi virginidad, y de Rosario, la encantadora ingeniera que me mostró el amor por primera vez.

 

Excelente historia amigo Lorenzote. Tu historia me hace acordar a mis propias historias en el mundo de la lujuria y el sexo prepagado y convenido. Y estoy seguro que es similar a la de muchos lectores de este foro. Ya me animaré a contar mis historias. Felicitaciones por la redacción

 

Excelente historia cofrade, muy buena experiencia.

 

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buen relato estimado sigue así y con foto