La hora del almuerzo, día 2

Esa noche ni pude dormir, pensando hasta donde más podríamos llegar, el morbo me mataba, me corrí varias veces pensando en tan deliciosos senos, un manjar al tacto y un placer a la vista.
El día siguiente llegué temprano, aún no llegaba ella, ya cuando lo hizo vino con una chompa, no de las ceñidas al cuerpo más bien, muy holgada. No sé apreciaba nada, al contrario se le veía un poco gorda, no saben cómo bajó mi libido.
Ya en el almuerzo me dice, con una mirada muy cómplice: te gusta mi chompa? A lo q respondo que sí, ella sonríe y solo contesta: así vendré todos los días. Sentí una punzada pues el juego solo duró un día, ella me pregunta porque estaba raro y no supe que decir, me palteó. Así q me dice, creo q no te gustó mi chompa, ya tuve que decirle, no que no me gusta por qué no se te aprecia bien, me arriesgué y le dije, se pierden tus curvas.
Entonces lo hizo, se levantó la chompa y allí estaban, esos deliciosos senos aprisionados por el brasiere. Me dijo estás curvas, aquí están y solo para tus ojos. Casi se me cae la comida, no lo podía creer, que loca y arriesgada en hacer eso, yo me quedé quiero solo mirando su piel blanca en ese brasiere gris de encajes, tan provocativo; era como ver una obra de arte, esa redondez casi perfecta de sus senos, la curvatura entre ellos, la línea casi sin fin que los separaba, que se perdía en el brasiere, llegaba casi a tocar el cielo del placer.
No quedó allí, se los empezó a tocar, a apretar entre ellos marcando más la línea que los separaba, luego con su mano intentaba cubrirlos, era inútil pero los apretaba más. Una vez más dije, puedo y me dice, eso espero desde ayer. Y los toqué, ya no con miedo sino con mucho placer, así q baje un poco el brasiere para liberar esos pezones tan rosados con una aureola pálida que se perdía en la grandeza de su seno. Me acerqué más para olerlos, aún recuerdo ese aroma y calidez que expulsaban, casi un sueño.
Cuando me doy cuenta, sus manos ya habían soltado la chompa y hacían que mi cabeza siga presa entre sus pechos, así q intento liberarme buscando besarla, pero no me dejaba. Me di cuenta que le excitaba más que jugara con sus pechos, así que volví al ruedo. Continúe besándonos y poco a poco, sus pezones empezaron a erectarse, y ella empezó a jadear.
Allí si me detuve, porque era mucha bulla y temía que alguien nos encontrara, ella me soltó y se bajó la chompa, estaba molesta. Trate de que entienda que si alguien nos encontraba, nos despedían; por lo que le dije, que a la salida podíamos ir a un lugar más privado, más entre los dos; solo atinó a decirme: lo pensaré!

 

Continúe cofrade, esta muy interesante su historia . . Saludos