Estimados cofrades, los saluda un fiel y amante (en todo el sentido de la palabra) lector de los relatos desde hace algunos años – El contar como los descubrí y me han ayudado sería digno de otro relato – y aunque nunca me había animado a escribir algún relato propio, al parecer hoy llegó el día. Este es un relato real, con el que muchos se pueden identificar y el cual espero sea de su agrado. La Morocha - 06/2020 Había pasado casi 1 año desde que había renunciado a aquella última empresa (aprox. 09/2019). Llevaba cerca de 3 meses en una nueva empresa (entre justo antes de la pandemia) y mis días de Home Office pasaban relax (fuimos pocos los que realmente fuimos beneficiados con el HO y lo implicaba) hasta ese punto, dado que, al ser relativamente nuevo, en un área de ventas, con el inicio de la pandemia mi carga diaria laboral era realmente baja. Así, habían días que pasaba viendo tv, haciendo ejercicio o durmiendo de día; y de noche, como muchos, cazando. En una de esas noches, llegó a mis manos el número de una ex compañera, a la cual decidí escribirle - que para motivos del relato llamaremos Mercedes o Mechita de cariño - En la última empresa donde había estado compartí oficina con ella, y aunque nunca llegamos a tener una confianza de amigos ni a salir dado que estábamos en área distintas, nuestro trato siempre fue amable y obviamente la tenía en la mira. La describiré brevemente: estatura baja aprox. 1.60, delgada, de tez morocha, rostro alargado con ojos finos y labios delgados; pechos que se defendían solos y lo mejor mis cofras, un derrier de campeonato, de esos que volteas en la calle y te muerdes el labio inferior, era un “culito rico”, no era caderona del todo, más bien, era nalgona, de esos derriers que se hinchan gracias a su maravillosa genética. La cuestión fue que en la oficina nunca pasamos de un “hola”, “chau” o a lo mucho un “me prestas tu cargador”, pero, por whatsapp y ya sin trabajar juntos, mi estrategia (que use con varias féminas en ésta época de la pandemia) era de hablar como si nos conociéramos de toda la vida, para ello, mientras chateaba me gustaba tomarme un wisky o un vinito en casa y le enviaba las fotos de lo que tomaba y obviamente de mí. Así, empezamos a conversar y “conocernos” realmente, llegando a tener una confianza de amigos en muy poco tiempo. Siempre yo comentando sus estados o ella saludándome, llegando al punto de hablar todos los días desde que despertábamos, hasta que nos quedábamos dormidos. Transcurrido aprox. 2 meses, me mandé por Whatsapp. Jajajajajaja, si mis cofridas, en una de esas salidas a “privaditos” me embriagué y decidí tantearla con la clásica: “siempre me gustaste, pero no me atreví porque trabajamos juntos”, “no sabes cómo me arrepiento” y varias versos de ese estilo; ella, muy cordial siempre, se reía en la conversación y me decía que estaba loco, y aunque me dijo directamente que no lo imaginaba; por la confianza que había nacido entre nosotros, se animó a decirme que le gustó lo que leía y oía (para dicho punto, hablábamos por audios y, a veces, hasta videollamadas) - 11/2020 Era un día sábado, aprox quincena de noviembre, ya veníamos semanas planeando salir, pero nunca se concretaba, o bien porque ella tenía compromisos. - Uy, se me paso comentarles un dato importante cofritas: Mi morocha en cuestión, era casada, y vivía con su mamá, su esposo y la menor hija que tenía con su esposo; y, aunque me decía que se llevaba mal con el esposo, obviamente a mí no me incomodaba ni me importaba, total, estaba de cacería y me agradaba hablar con ella y tener la esperanza de que caería. – o bien porque yo no podía salir por temas de casa. Un día antes, el viernes, habíamos quedado en vernos desde temprano y salir a tomar algo. Pero, llegado el mediodía del sábado, me boté cofritas, la llamé para decirle que se me había complicado por un tema personal con mi papá y no podría llegar, ella aceptó esa respuesta con pena, y me dijo que entendía. Pero, aprox. 2pm me escribió nuevamente, diciéndome si podía pero más tarde – En realidad lo que yo quería era tantear que tan dispuesta a salir y hasta que hora podía quedarse ella, lo cual pronto me sorprendió. – A lo que yo le dije que podía a partir de las 6pm. Y bueno, fue así, como quedamos a las 6pm en real plaza de Risso, para luego ver dónde íbamos. Yo ya lo tenía planificado, Rustica de Risso, ver hasta donde llegábamos y quedar una 2da cita. Aprox. 6.15pm llegé (ese día había un tráfico terrible) y ella ya me esperaba, la veía Cofritas después de más de 1 año y seguía tal cual me acordaba. Estaba con un polo semiescotado (que luego descubrí que era un body), una casaca cortaviento de cuerina, y una pantalón de vestir que lucía increíble ese derrier que pronto me volvería loco. La salude y gracias a la confianza que ya teníamos, todo fluyo de maravillas. Llegamos a Rustica y obviamente íbamos a entrar al 2do piso (si es que hubiera tenido 10 pisos, la hacía subir los 10 para seguir viendo ese culito subir peldaño a peldaño). Nos acomodamos y empezamos a tomar, ella pidió unas rondas de margaritas, y luego yo le pedí vodka y un combinado que venden en Rustica; mientras yo, solo chelitas, y unas rondas de alitas para acompañar. Así, transcurrieron aprox. 2 o 3 horas entre conversa, risas, mucha más confianza, al punto de cruzar las manos entre ambos, tocarnos las rodillas (ya saben cofritas, todo lo que hacemos en la 1ra cita demostrando la caballerosidad). Yo intuía que ella me diría para irnos (dado su situación en casa), pero en ningún momento me lo dijo, y bueno, yo seguí pidiendo rondas y acercándonos más. Dada la situación de ese momento (la pandemia), no se podía bailar, y el horario de cierre era 10pm, es decir, a las 9.50pm nos terminaron botando del lugar y caballero, nos cortaron la viada. Ella estaba picadita, mientras que yo estaba fresquito por la chela. Salimos y decidí acompañarla a casa, en el camino, la abrace y ella se quedó a medias dormida, cosa que aproveche para hacerle bromas, bajar su mascarilla y robarle un primer beso, ella lo recibió y empezamos a unirnos en un beso de esos que parecen que no se detienen, nos besamos riquísimo, jugando con nuestras lenguas y obviamente aproveche en tocarle las piernas (estábamos sentados así que no pude aún tocar esas nalgas deliciosas) y quedarnos así hasta llegar a su casa. Detuvimos el taxi aprox. 1 cuadra antes de su casa, ella descendió y la vi caminar y alejarse, mientras yo, con el mismo taxi, enrumbé a casa. Había terminado, sí, la 1ra cita, y aunque no lo crean cofritas, a veces la Paciencia es el mejor Aliado. Ese día sábado ya no hablamos más, volvimos escribirnos recién al mediodía del día siguiente, donde ambos nos dijimos lo rico que había sido ese beso, bromeando si se lo había robado ella o yo (obviamente había sido yo), y que deseábamos concretar YA una 2da cita. Continuará……
Estimados cofrades, los saluda un fiel y amante (en todo el sentido de la palabra) lector de los relatos desde hace algunos años – El contar como los descubrí y me han ayudado sería digno de otro relato – y aunque nunca me había animado a escribir algún relato propio, al parecer hoy llegó el día. Este es un relato real, con el que muchos se pueden identificar y el cual espero sea de su agrado. La Morocha - 06/2020 Había pasado casi 1 año desde que había renunciado a aquella última empresa (aprox. 09/2019). Llevaba cerca de 3 meses en una nueva empresa (entre justo antes de la pandemia) y mis días de Home Office pasaban relax (fuimos pocos los que realmente fuimos beneficiados con el HO y lo implicaba) hasta ese punto, dado que, al ser relativamente nuevo, en un área de ventas, con el inicio de la pandemia mi carga diaria laboral era realmente baja. Así, habían días que pasaba viendo tv, haciendo ejercicio o durmiendo de día; y de noche, como muchos, cazando. En una de esas noches, llegó a mis manos el número de una ex compañera, a la cual decidí escribirle - que para motivos del relato llamaremos Mercedes o Mechita de cariño - En la última empresa donde había estado compartí oficina con ella, y aunque nunca llegamos a tener una confianza de amigos ni a salir dado que estábamos en área distintas, nuestro trato siempre fue amable y obviamente la tenía en la mira. La describiré brevemente: estatura baja aprox. 1.60, delgada, de tez morocha, rostro alargado con ojos finos y labios delgados; pechos que se defendían solos y lo mejor mis cofras, un derrier de campeonato, de esos que volteas en la calle y te muerdes el labio inferior, era un “culito rico”, no era caderona del todo, más bien, era nalgona, de esos derriers que se hinchan gracias a su maravillosa genética. La cuestión fue que en la oficina nunca pasamos de un “hola”, “chau” o a lo mucho un “me prestas tu cargador”, pero, por whatsapp y ya sin trabajar juntos, mi estrategia (que use con varias féminas en ésta época de la pandemia) era de hablar como si nos conociéramos de toda la vida, para ello, mientras chateaba me gustaba tomarme un wisky o un vinito en casa y le enviaba las fotos de lo que tomaba y obviamente de mí. Así, empezamos a conversar y “conocernos” realmente, llegando a tener una confianza de amigos en muy poco tiempo. Siempre yo comentando sus estados o ella saludándome, llegando al punto de hablar todos los días desde que despertábamos, hasta que nos quedábamos dormidos. Transcurrido aprox. 2 meses, me mandé por Whatsapp. Jajajajajaja, si mis cofridas, en una de esas salidas a “privaditos” me embriagué y decidí tantearla con la clásica: “siempre me gustaste, pero no me atreví porque trabajamos juntos”, “no sabes cómo me arrepiento” y varias versos de ese estilo; ella, muy cordial siempre, se reía en la conversación y me decía que estaba loco, y aunque me dijo directamente que no lo imaginaba; por la confianza que había nacido entre nosotros, se animó a decirme que le gustó lo que leía y oía (para dicho punto, hablábamos por audios y, a veces, hasta videollamadas) - 11/2020 Era un día sábado, aprox quincena de noviembre, ya veníamos semanas planeando salir, pero nunca se concretaba, o bien porque ella tenía compromisos. - Uy, se me paso comentarles un dato importante cofritas: Mi morocha en cuestión, era casada, y vivía con su mamá, su esposo y la menor hija que tenía con su esposo; y, aunque me decía que se llevaba mal con el esposo, obviamente a mí no me incomodaba ni me importaba, total, estaba de cacería y me agradaba hablar con ella y tener la esperanza de que caería. – o bien porque yo no podía salir por temas de casa. Un día antes, el viernes, habíamos quedado en vernos desde temprano y salir a tomar algo. Pero, llegado el mediodía del sábado, me boté cofritas, la llamé para decirle que se me había complicado por un tema personal con mi papá y no podría llegar, ella aceptó esa respuesta con pena, y me dijo que entendía. Pero, aprox. 2pm me escribió nuevamente, diciéndome si podía pero más tarde – En realidad lo que yo quería era tantear que tan dispuesta a salir y hasta que hora podía quedarse ella, lo cual pronto me sorprendió. – A lo que yo le dije que podía a partir de las 6pm. Y bueno, fue así, como quedamos a las 6pm en real plaza de Risso, para luego ver dónde íbamos. Yo ya lo tenía planificado, Rustica de Risso, ver hasta donde llegábamos y quedar una 2da cita. Aprox. 6.15pm llegé (ese día había un tráfico terrible) y ella ya me esperaba, la veía Cofritas después de más de 1 año y seguía tal cual me acordaba. Estaba con un polo semiescotado (que luego descubrí que era un body), una casaca cortaviento de cuerina, y una pantalón de vestir que lucía increíble ese derrier que pronto me volvería loco. La salude y gracias a la confianza que ya teníamos, todo fluyo de maravillas. Llegamos a Rustica y obviamente íbamos a entrar al 2do piso (si es que hubiera tenido 10 pisos, la hacía subir los 10 para seguir viendo ese culito subir peldaño a peldaño). Nos acomodamos y empezamos a tomar, ella pidió unas rondas de margaritas, y luego yo le pedí vodka y un combinado que venden en Rustica; mientras yo, solo chelitas, y unas rondas de alitas para acompañar. Así, transcurrieron aprox. 2 o 3 horas entre conversa, risas, mucha más confianza, al punto de cruzar las manos entre ambos, tocarnos las rodillas (ya saben cofritas, todo lo que hacemos en la 1ra cita demostrando la caballerosidad). Yo intuía que ella me diría para irnos (dado su situación en casa), pero en ningún momento me lo dijo, y bueno, yo seguí pidiendo rondas y acercándonos más. Dada la situación de ese momento (la pandemia), no se podía bailar, y el horario de cierre era 10pm, es decir, a las 9.50pm nos terminaron botando del lugar y caballero, nos cortaron la viada. Ella estaba picadita, mientras que yo estaba fresquito por la chela. Salimos y decidí acompañarla a casa, en el camino, la abrace y ella se quedó a medias dormida, cosa que aproveche para hacerle bromas, bajar su mascarilla y robarle un primer beso, ella lo recibió y empezamos a unirnos en un beso de esos que parecen que no se detienen, nos besamos riquísimo, jugando con nuestras lenguas y obviamente aproveche en tocarle las piernas (estábamos sentados así que no pude aún tocar esas nalgas deliciosas) y quedarnos así hasta llegar a su casa. Detuvimos el taxi aprox. 1 cuadra antes de su casa, ella descendió y la vi caminar y alejarse, mientras yo, con el mismo taxi, enrumbé a casa. Había terminado, sí, la 1ra cita, y aunque no lo crean cofritas, a veces la Paciencia es el mejor Aliado. Ese día sábado ya no hablamos más, volvimos escribirnos recién al mediodía del día siguiente, donde ambos nos dijimos lo rico que había sido ese beso, bromeando si se lo había robado ella o yo (obviamente había sido yo), y que deseábamos concretar YA una 2da cita. Continuará……
La Morocha - 12/2020 Nuestras conversaciones nocturnas ya habían subido de tono, estaban definitivamente en otro nivel, llegando incluso a preguntarnos nuestros gustos en la cama, nuestras poses favoritas y preguntas hot que me ponían a mil cada noche. Así, quedamos para salir un viernes. Nos encontramos en Metro de Canadá aprox 3pm; mi Mechita estaba nuevamente con un body (para ello, ya me había comentado que usar bodys era de su preferencia, y hasta me había enviado fotos de su colección), esta vez de color marrón, una casaca de color similar y un jean al cuete con el cual lucia delicioso ese derreir. Besito en el cachete y partimos rumbo a Rústica de la costa verde. Estando ahí todo siguió fluyendo entre ambos, primero comimos y luego full tragitos, esta vez quería picarla más, así que solo pedíamos los tragos combinaditos de Rústica – Los famosos AntiStress (creo que tienen vodka, ron, pisco y alguna fruta de estación). Así, las horas pasaban y poco a poco yo también fui embriagándome por el licor, su olor y las ganas que se notaban teníamos ambos. Llegado un punto de la noche, volvimos a besarnos, pero esta vez con muchas más ganas, era palpable la tensión, esta vez fui directo a su derrier, metiendo mi mano por debajo de su jean, sintiendo por primera vez ese culito delicioso y como su body era atrapado y desaparecía entre sus nalgas; cofritas, estábamos que no dábamos más, dando un digno espectáculo en la terraza de besos y manoseadas. Con todo ello, salimos y abordamos el primer taxi, rumbo nuevamente a Metro de Canadá donde tengo hasta 3 “Centros de operaciones”; en el camino, seguimos en lo mismo, y noté que mi Morocha estaba super hot, cuando empezó a lanzar pequeños gemidos mientras le besaba el cuello y la boca, eso me puso a mil así que seguí tocándola toda sin importante el taxista, PERO (como todo en la vida, siempre el bendito pero) había un pequeño problema: Dado que nuestra estancia en la costa verde había sido muy placentera entre charla, besos y toqueteos, no me había percatado la hora, y ya eran casi 10.30pm (nuevamente, el bendito toque de queda de las 11 de la noche); dándome cuenta de ello en el taxi, tenía 2 opciones, llevarla y meternos un rapidin (sabía que no podía quedarse conmigo y ella debía si o si volver a casa) o dejarla en casa y quedar una 3ra cita. Mi mente transitaba y se encontraba en la disyuntiva entre “mis huevos” y mi “cerebruto”; ganando el cerebrito, le dije a mi Mechita que debía dejarla en su casa, y le propuse vernos mañana mismo, la recogía de donde sea y nos íbamos a concluir lo que debíamos; sin embargo, en este punto, Mi morocha me sorprendió, y conocí por fin a la lobita que llevaba dentro, sus palabras, las tengo grabadas hasta ahora: “ Llévame hoy amor y hazme tuya”. Cofritas, entenderán que ante esas palabras no queda nada más que hacer. Entramos al hotel con las ganas a mil, el ascensor fue testigo de cómo iba desnudándola. Al entrar a la habitación ya teníamos las prendas de arriba fuera, y solo faltaban los pantalones. Acto seguido, mi morocha se recostó en la cama, con las piernas abiertas, y me miró. Yo sabía lo que quería, sabía que quería que la penetre, y yo no me iba a hacer de rogar - Casco para el soldado, y a la guerra – Fui penetrándola de a pocos, hasta entrar por completo, y empezó cofritas, empezó una guerra sin cuartel ni sobrevivientes. Ambos fuimos poseídos por la diosa lujuria y dimos rienda suelta a nuestros deseos carnales. Mi morocha gemía y gritaba mientras su servidor entraba y salía de su ser, pasamos luego a hacerlo con sus piernas en mi hombro, entrando aún más profundo de mi morocha, quien mientras gemía y me arañaba, me pedía que no me detenga. Me detuve, solo para cruzar sus piernas, ella sabía lo que quería, se puso en la posición de perrita por completo, dejando su culito - sí, ese culito que me había vuelto loco ya y al cual le había dedicado innumerables pajas – a mi merced, al que poco más y le dedicaba una oración por estar tan ricoooooooo (ustedes saben cofritas, siempre agradeciendo por lo que nos comemos). La verdad, me desquicié estando ella así, se lo hice saber metiéndosela hasta el fondo y dejando relucir mis mejores armas en el arte amatorio, el sentir como se estremecía y empezó a venirse fue lo mejor, gritaba y seguía gimiendo, mientras yo la tenía sujeta, boca abajo, y seguía penetrándola como loco. Mi morocha cayo rendida, pero yo no me había venido, por lo que acerque mi pene a su boca, para que me practicara sexo oral, y aquí descubrí cofritas, que a mi Mechita no le gustaba mandar saludos; me lo hizo saber negándose a chuparla y diciéndome un simple “no me gusta hacerlo”. Como caballero entendí, pero no me iba detener, por lo que le dije que vallamos a bañarnos, donde nuevamente empezamos a hacerlo, ella de espaldas dejando a mi voluntad esas nalgas que se volverían mi perdición. Logré venirme estando en la ducha y ambos terminamos de bañarnos; para ello, ya eran cerca de la medianoche y el toque de queda ya había empezado, pero, nuevamente, ella no podía quedarse, salimos raudos y felizmente encontramos un taxi que la llevó, repitiendo el acto de dejarla una cuadra antes, no sin antes, fundirnos en un delicioso beso y darle una apretada y una nalgada de despedida. El mismo taxi me llevaría a casa donde caí rendido a dormir. Al día siguiente, el sábado, volvimos a conversar, pero algo me metió el bichito, mi morocha me decía que no se acordaba de algunas partes de nuestra sesión – eso, la verdad cofritas, me puso picón, no podía ser posible que no se acordara de que tan rico la habíamos pasado – así, use ello a mi favor, y le dije que debía hacerla recordar lo más pronto posible, ella muy animada me dijo que pensaba lo mismo, y quedamos en vernos en 2 días, el mismo lunes y hacer “Home office juntos”. Continuará……
La Morocha - 12/2020 Nuestras conversaciones nocturnas ya habían subido de tono, estaban definitivamente en otro nivel, llegando incluso a preguntarnos nuestros gustos en la cama, nuestras poses favoritas y preguntas hot que me ponían a mil cada noche. Así, quedamos para salir un viernes. Nos encontramos en Metro de Canadá aprox 3pm; mi Mechita estaba nuevamente con un body (para ello, ya me había comentado que usar bodys era de su preferencia, y hasta me había enviado fotos de su colección), esta vez de color marrón, una casaca de color similar y un jean al cuete con el cual lucia delicioso ese derreir. Besito en el cachete y partimos rumbo a Rústica de la costa verde. Estando ahí todo siguió fluyendo entre ambos, primero comimos y luego full tragitos, esta vez quería picarla más, así que solo pedíamos los tragos combinaditos de Rústica – Los famosos AntiStress (creo que tienen vodka, ron, pisco y alguna fruta de estación). Así, las horas pasaban y poco a poco yo también fui embriagándome por el licor, su olor y las ganas que se notaban teníamos ambos. Llegado un punto de la noche, volvimos a besarnos, pero esta vez con muchas más ganas, era palpable la tensión, esta vez fui directo a su derrier, metiendo mi mano por debajo de su jean, sintiendo por primera vez ese culito delicioso y como su body era atrapado y desaparecía entre sus nalgas; cofritas, estábamos que no dábamos más, dando un digno espectáculo en la terraza de besos y manoseadas. Con todo ello, salimos y abordamos el primer taxi, rumbo nuevamente a Metro de Canadá donde tengo hasta 3 “Centros de operaciones”; en el camino, seguimos en lo mismo, y noté que mi Morocha estaba super hot, cuando empezó a lanzar pequeños gemidos mientras le besaba el cuello y la boca, eso me puso a mil así que seguí tocándola toda sin importante el taxista, PERO (como todo en la vida, siempre el bendito pero) había un pequeño problema: Dado que nuestra estancia en la costa verde había sido muy placentera entre charla, besos y toqueteos, no me había percatado la hora, y ya eran casi 10.30pm (nuevamente, el bendito toque de queda de las 11 de la noche); dándome cuenta de ello en el taxi, tenía 2 opciones, llevarla y meternos un rapidin (sabía que no podía quedarse conmigo y ella debía si o si volver a casa) o dejarla en casa y quedar una 3ra cita. Mi mente transitaba y se encontraba en la disyuntiva entre “mis huevos” y mi “cerebruto”; ganando el cerebrito, le dije a mi Mechita que debía dejarla en su casa, y le propuse vernos mañana mismo, la recogía de donde sea y nos íbamos a concluir lo que debíamos; sin embargo, en este punto, Mi morocha me sorprendió, y conocí por fin a la lobita que llevaba dentro, sus palabras, las tengo grabadas hasta ahora: “ Llévame hoy amor y hazme tuya”. Cofritas, entenderán que ante esas palabras no queda nada más que hacer. Entramos al hotel con las ganas a mil, el ascensor fue testigo de cómo iba desnudándola. Al entrar a la habitación ya teníamos las prendas de arriba fuera, y solo faltaban los pantalones. Acto seguido, mi morocha se recostó en la cama, con las piernas abiertas, y me miró. Yo sabía lo que quería, sabía que quería que la penetre, y yo no me iba a hacer de rogar - Casco para el soldado, y a la guerra – Fui penetrándola de a pocos, hasta entrar por completo, y empezó cofritas, empezó una guerra sin cuartel ni sobrevivientes. Ambos fuimos poseídos por la diosa lujuria y dimos rienda suelta a nuestros deseos carnales. Mi morocha gemía y gritaba mientras su servidor entraba y salía de su ser, pasamos luego a hacerlo con sus piernas en mi hombro, entrando aún más profundo de mi morocha, quien mientras gemía y me arañaba, me pedía que no me detenga. Me detuve, solo para cruzar sus piernas, ella sabía lo que quería, se puso en la posición de perrita por completo, dejando su culito - sí, ese culito que me había vuelto loco ya y al cual le había dedicado innumerables pajas – a mi merced, al que poco más y le dedicaba una oración por estar tan ricoooooooo (ustedes saben cofritas, siempre agradeciendo por lo que nos comemos). La verdad, me desquicié estando ella así, se lo hice saber metiéndosela hasta el fondo y dejando relucir mis mejores armas en el arte amatorio, el sentir como se estremecía y empezó a venirse fue lo mejor, gritaba y seguía gimiendo, mientras yo la tenía sujeta, boca abajo, y seguía penetrándola como loco. Mi morocha cayo rendida, pero yo no me había venido, por lo que acerque mi pene a su boca, para que me practicara sexo oral, y aquí descubrí cofritas, que a mi Mechita no le gustaba mandar saludos; me lo hizo saber negándose a chuparla y diciéndome un simple “no me gusta hacerlo”. Como caballero entendí, pero no me iba detener, por lo que le dije que vallamos a bañarnos, donde nuevamente empezamos a hacerlo, ella de espaldas dejando a mi voluntad esas nalgas que se volverían mi perdición. Logré venirme estando en la ducha y ambos terminamos de bañarnos; para ello, ya eran cerca de la medianoche y el toque de queda ya había empezado, pero, nuevamente, ella no podía quedarse, salimos raudos y felizmente encontramos un taxi que la llevó, repitiendo el acto de dejarla una cuadra antes, no sin antes, fundirnos en un delicioso beso y darle una apretada y una nalgada de despedida. El mismo taxi me llevaría a casa donde caí rendido a dormir. Al día siguiente, el sábado, volvimos a conversar, pero algo me metió el bichito, mi morocha me decía que no se acordaba de algunas partes de nuestra sesión – eso, la verdad cofritas, me puso picón, no podía ser posible que no se acordara de que tan rico la habíamos pasado – así, use ello a mi favor, y le dije que debía hacerla recordar lo más pronto posible, ella muy animada me dijo que pensaba lo mismo, y quedamos en vernos en 2 días, el mismo lunes y hacer “Home office juntos”. Continuará……
