Empezando por el principio

Aprovecharé esta ocasión para compartir mis anécdotas eróticas. Habiendo tanto pan por rebanar, y en aras de llevar una reseña ordenada, "empezaremos por el principio", con la vez que perdí mi virginidad a los 21 años. Espero tengan paciencia con la lectura. No me gusta mucho resumir mis experiencias.

Cuando me encontraba en la Universidad, era un joven introvertido, hasta cierto punto solitario y muy apegado a las reglas. No bebía y me juntaba con un grupo de amigos que por algún azar del destino, llevaban una vida tranquila, si bien no tan tranquila como la mía, pero hasta cierto punto "aburrida" dentro de los canones juveniles.

Sin embargo, mi actitud de extrema introversión, además de hacerme ganador de muchas "chapas", me mantuvo alejado de las innumerables oportunidades de diversión que solamente la vida universitaria puede brindar.

Los ciclos terminaban, y el fin de los estudios de pregrado se iba acercando, incrementando los sentimientos de nostalgia entre todos. Ello motivo que los últimos 4 meses en la universidad, mis amigos, casi a la fuerza, me llevaran con ellos a verbenas universitarias para disfrutar el poco tiempo que nos quedaba en nuestra alma mater.

La primera verbena a la que acudí, no tomé una sola gota de alcohol. Mi yo "aburrido" aun tenía control de mi voluntad, y a pesar del malestar de mis compañeros, pasé toda la noche simplemente bailando con algunas amigas de nuestra facultad (amigas que hasta cierto punto, yo consideraba como hermanas).

A la segunda verbena que acudí, sin embargo. Uno de mis compañeros, el menos "tranquilo" del grupo, invitó a unas amigas de otra facultad para que nos acompañasen. Entonces fue en que la conocí. Se llamaba Lorena, era una señorita de unos 19 años, delgada, de piel clara y de una sonrisa capaz de cautivar a las rocas. En fin, era el tipo de mujer que por esos días, y hasta la fecha, despiertan en mi la lujuria. Ella estaba acompañada de otras dos amigas, sin embargo, mi atención fue totalmente absorbida por Lorena, por su sonrisa, por sus ojos, por su cuerpo. Ella se me acerca, me estrecha la mano, esperando el típico saludo de besito en la mejilla, pero su belleza despertó en mí, además una lasciva fascinación, mi timidez. Oh maldita timidez, que por suerte ya superé, pero que me causó tantos líos en mi juventud. Oh maldita timidez que me hizo sacudirle la mano solamente, como quien saluda a un compañero de trabajo. Sorprendida, ella solo atina a sonreírme y continuar saludando al resto del grupo. Pensé que ya había quemado cualquier oportunidad que tenía con ella, porque como dicen, las primeras impresiones son para siempre. La fiesta continuo, y fue tal mi timidez, sumada a mi sentimiento de vergüenza, que no la invite a bailar. en toda la noche, y solo atiné a mirarla mover su cuerpo al ritmo de la música, como sus ojos brillaban, y su cabello se agitaba de un lado al otro. Esa noche, sentí rabia por mi mismo, por mi timidez. Al finalizar la verbena, ella se veía algo mareada, aunque dentro de sus cabales. Empieza a despedirse de todos junto a sus amigas, y entonces ella se me acerca, y estrecha mi mano, mientras una risa traviesa se dibuja en su cara.

- "Hasta luego..."- Me dice - "Por si acaso, no muerdo eh..." - Luego me da un sacudón en la mano, mientras me quiña el ojo, con la sonrisa traviesa aun en el rostro.

Me suelta y se va con sus amigas. Mis amigos están demasiado picados para notar lo que acababa de suceder. Sino, una nueva chapa hubiera nacido esa madrugada: "Tomatón" "Sangrón", o cualquier otra chapa que haga referencia a lo rojo que estaba mi rostro. Me ardían las mejillas, y en mi mente aun resonaba su voz. Sin embargo, no tenía esperanzas de verla nuevamente.

Entonces llegó la tercera verbena. Nuevamente el mismo grupo de amigos, reunidos. Confirmando mi mala suerte, el amigo que me presentó a Lorena en la verbena anterior, esa noche tenía que hacer trabajos extras en su chamba. Eso implicaba que en aquella verbena, Lorena no estaría presente.

- Bueno, pensé... si venía tampoco iba a pasar mucho... - pensé, excusando mi destino.

Sin embargo, la vida es como una caja llena de sorpresas. Promediando las once de la noche, oigo una voz a mis espaldas.

- Hola señor Seriedad - Me dice - Espero que no pienses que te voy a morder hoy...

Era ella. Lorena estaba detrás mío. Me di vuelta y la vi más radiante que nunca. Estaba con una faldita que me permitía apreciar sus sensuales piernas, una blusa escotada y los lentes que por algún motivo, hacían aun mas resaltar la belleza de su rostro. Siento que mi timidez quiere apoderarse de mi, e internamente lucho por no dejarme poseer. Ella me sonríe, y por algún motivo, siento que ella espera que yo de el siguiente paso. Por suerte, logro vencer temporalmente a mi timidez, tomo sus manos, le doy un beso en la parte anterior de la palma y luego un besito en la mejilla. Ella vuelve a sonreir, y se retira. Estaba con sus amigas, sin embargo, mi atención ya tenía dueña, así que solo atiné a saludarlas y luego las borré de mi vida.

Sin embargo, estaba seguro que si quería revivir mis chances con ella, tenía que hacer algo más que haberla saludado como lo hacia el resto. Y lamentablemente, sabía que difícilmente volvería a vencer a mi timidez. Esa bendita timidez que me conocía por 21 años, y que herida por la efímera victoria mía, sabía perfectamente como doblegar mi voluntad. Entonces, de reojo, miro mis manos y veo que llevo una botella con whisky. Como mis patas sabían que yo no tomaba, me hacían cargar las botellas con licor cuando ellos bailaban. Fue así como esa botella llegó a mis manos, y sintiendo su fría textura, encuentro la clave para vencer mi timidez aquella noche. Tomo un vaso de plástico del suelo, me sirvo una generosa ración de aquella botella, y me la tomo torpemente como si fuese agua. Siento que mi garganta quema, que mis mejillas están calientes. Entonces, la orquesta empieza a tocar una serie salsas sensuales. Pienso que es mi oportunidad, pero aun no tengo el suficiente valor para invitarla a bailar conmigo. Lorena sale a bailar con uno de mis amigos, y yo me siento desfallecer. Entonces, nuevamente llega a mis manos otra botella, esta vez era una botella de Cuzqueña. Nuevamente me sirvo un vaso generoso y me lo tomo cual agua. El alcohol empieza a hacer su efecto, y de pronto, me siento alegre y decidido. Veo que una de las amigas de Lorena no está bailando, asi que me acerco a ella y la saco a bailar. Ella acepta. Sabía yo que ella no era mi objetivo, solo estaba juntando valor para ir a por mi objetivo central: bailar con Lorena.

Termina la primera parte de la serie de salsas. La orquesta detiene su armonioso recital por unos segundos. Entonces, retoma con la segunda parte de la serie de salsas sensuales. En mi oportunidad. Con una decisión inusitada, nueva para mí, me acerco.

- Lorena, ¿te gustaría bailar conmigo? - le pregunto, mirándola directamente en los ojos, viendo mi reflejo en sus bellas pupilas marrones.

- Así que por fin entendiste que no mordía... - me dice, mostrándome la misma traviesa sonrisa que dibujó en su rostro cuando se despidió de mi en la verbena anterior.

Empezamos a bailar suavemente. No podía creerlo. La tenía cerca de mi, podía oler su perfume colmando mis sentidos. Ver su cuerpo moverse al ritmo de la música me alocaba. Y ella me miraba, oh si que me miraba. Parecía irreal. Como uno de esos sueños de los cuales no queremos despertar. Pero no, sí que era real. Lorena bailaba junto a mi, y con el pasar del tiempo, se apegaba. Nos apegábamos más. Con cada nueva canción de la orquesta, la distancia que nos separa se acortaba, como si fuese hielo derritiéndose ante el fuego de la sensualidad que sin darnos cuenta nos envolvía.

Habremos bailado más de 10 canciones juntos. Hasta que el tiempo de la orquesta terminó. El vocalista se despide de la gente, la cual, en su mayoría, ya no le presta atención pues casi todos están picados. Lorena y yo nos detenemos. No supe como mi mano terminó en su cintura, mientras la otra tomaba sus delicadas manos. Ella me mira a los ojos. Yo la miro. Por un momento el silencio nos envuelve, y parecía que solo estábamos los dos, juntos, parados sobre aquel concreto universitario, sintiendo nuestro sudor bajar por la frente, y oyendo el palpitar de nuestros jóvenes corazones.

- Te dije que no mordía... - Me dice - Ppp..pero... pero si quiero, puedo morder muy bien...

No podía creer lo que me dijo. Por unos segundos me se congeló la sangre. No sabía que decir. Nunca en mi vida me había encontrado en una situación como esa. Me sentía traicionado conmigo: haber leído tantos libros, para que ninguno de ellos me diga como hacerle frente a una situación así...

Sin embargo, como dije antes, la vida es una caja de sorpresas. Y sin darme cuenta, oí decirle lo siguiente:

- Si gustas, podemos irnos a un lugar más tranquilo a conversar...

Ella me mira fijamente. Nuevamente esa sonrisa traviesa se dibuja en su rostro. Ambos sabemos que no son necesarias más palabras. Ella empieza a despedirse de sus amigas y del grupo, excusándose que comenzaba a sentirse algo mareada y que yo, el buen Lorenzote, la iba acompañar a tomar su taxi. Si todos nuestros amigos hubieran estado sobrios esa noche, no hubieran creído tan improvisada excusa. Por suerte, el alcohol ya nublaba sus mentes, y solo pude confirmarlo al dia siguiente, cuando al vernos ellos no recuerdan haberme ido con Lorena.

Así, salimos juntos de la universidad, tomados de la mano. La noche me parecía demasiado tranquila. Estaba muy nervioso, nunca había llegado tan lejos con una chica. No sabía que hacer. Por suerte, ella ve mi miedo, se me adelanta y se para frente a mi. Toma mis dos manos, entonces se acerca y me da un beso en los labios.

- No te preocupes, verás que mis mordidas te van a gustar - Me dice coquetamente.

Yo reacciono y la tomo de la cintura, y empiezo a besarla con mayor apasionamiento. Sus labios eran como fuentes de agua en un desierto de timidez, en la que me había visto perdido por mucho tiempo. Fue entonces, mientras nos besábamos, en que llegué a la conclusión que esa noche no iríamos a conversar, como le había sugerido en mi propuesta. Oh que inocente era, hasta ese momento. Sabía que esa noche perdería mi virginidad, y sin embargo, esa idea ya no me causaba ningún temor. Dejo de besarla y miro al cielo. Era medianoche, y nunca, hasta entonces, me había sentido tan lleno de vida.

- Vamos a mi cuarto, mis amigas no volverán hasta las 10 de la mañana, las conozco - Me dice.

Llegamos a la pista, tomamos un taxi y nos encaminamos a su cuarto.

Ella vivía con sus amigas en un mini departamento alquilado junto a sus amigas. Cada una dormía en un cuarto pequeño, pero con la suficientes comodidades con las que una estudiante universitaria está más que feliz. Al llegar, vamos directamente a su cuarto. Entonces, antes de que diga cualquier cosa, ella me arroja sobre su cama.

- Ahora deberías tener miedo, porque te voy a morder... - me dice, mientras mueve su cuerpo de una manera sexual.

Siento que mi pene empieza a erectarse dentro de mis pantalones. Ella se hecha sobre mi y comenzamos a besarnos tan apasionadamente como si no hubiese mañana. Siento como sus manos van recorriendo mi pecho, luego mi abdomen, hasta llegar a mis pantalones. Puedo sentir como sus dedos recorren la ropa que la separan de mi erecto miembro. Ella lo nota, deja de besarme y me mira con esa risa traviesa nuevamente. Entonces comienza a desnudarse. Primero se quita la blusa, luego el sostén, dejando al aire sus hermosos pechos. Ella toma mi mano, y la coloca sobre su pezón izquierdo. Yo comienzo entonces a acariciar suavemente sus pechos. Me levanto entonces y acerco mis labios a sus pezones. Siento como estos comienzan a ponerse duros, mientras ella emite unos gemidos de placer. Luego ella nuevamente me empuja hacia la cama. Se para, y lentamente se baja la falda. Recorría con mis lujuriosos ojos sus piernas, desde los pies hasta el lugar en el que sus calzón rosa cuidaba el dulce que ansiaba probar. Ella nota mi desesperación y se baja lentamente el calzoncito.

- Veamos si sabes morder - Me dice.

Entonces, ella se siente sobre mi rostro, poniéndome a mi disposición su vulva, y esos pequeños labios que comencé a besar sin darme cuenta. Comienzo a hacerle sexo oral a ella. Movía mi lengua dentro de su vagina, probando su dulce sabor, mientras ella emitía gemidos de placer. Senti claramente como comenzaba a humedecerse dentro de ella, y mi pene estaba más erecto que nunca antes.

- Si sabes morder ehhhh - Dice, mientras lentamente se para.

El sabor de su vagina me inunda la boca. Esta extasiado. No podía entender como me había privado de ese placer por tanto tiempo. Ella entonces me quita la camisa, me baja el pantalón, me baja el boxer y mi pene salta erecto ante ella.

- Ahora me toca morderte...

Entonces veo como abre su boca, y su lengua comienza a recorrer mi glande. Me siento desfallecer de placer. Se siente demasiado delicioso. Luego, súbitamente, cierra la boca, y se traga mi pene en toda su extensión. La felación que me hace es lenta, pero deliciosa. Dentro de su boca, su lengua recorre la sensible piel, mientras sus labios aprisionan mi miembro. Nunca había sentido tanto placer hasta ese entonces. Por un momento, siento que me voy a venir, pero de alguna manera pude contenerme, porque dentro de mi me decía que recibir un oral no era perder la virginidad, e inconscientemente, esa se había vuelto mi metas esa noche.

- Det... dett.. detente por favor - Le digo. - Me voy a venir si sigues así.

Ella se detiene. Veo que tiene un poco de semen en sus labios. Entonces se da cuenta de lo cerca que estuvo de terminar con una generosa eyaculación en la boca.

Me mira coquetamente, con esa sonrisa traviesa que tanto me había perturbado.

- Tienes condones? - Me pregunta.

- Nnnnnnno... - Le digo.

Siento que he vuelto a malograrla. Debí haber comprado condones en el camino me reclamo a mi mismo. Eres un idiota Lorenzo.

- Mira, yo me cuido... pero mañana me prestas la mitad para la píldora si... Es que he gastado en unos insumos de laboratorio algo caritos - Me dice.

- Está bien... - Le digo.

Ella no sabe que está a punto de desvirgarme. Tampoco pienso decirle eso. Entonces, veo como alinea su pelvis con la mia. Toma mi pene erecto de la base, y lo guía en dirección a su vagina. Entonces siento como mi pene empieza a ingresar dentro de ella. Un calor delicioso se apodera de mi miembro, mientras penetro dentro de su ser. Ella comienza a montarme lentamente en un principio, con movimientos pélvicos suaves pero ritmicos. Un nuevo nivel de placer se abre ante mi, como quien encuentran una palabra nueva en un diccionario. Su vagina era ajustada, pero se sentía humedo dentro, caliente, ajustado y humedo. Mientras me monta, yo le beso los senos, y luego ella baja para besarnos.

- Te gusta? - Me dice, mientras emite unos arrechantes gemidos.

- Me gusta demasiado - Le respondo, al borde de la locura sexual.

- Entonces métemela más adentro - Me susurra a los oidos, y me besa el cuello.

Entonces, me detengo. Saco mi pene de su húmeda vagina. Ella me mira con ligera sorpresa. Me levanto con las piernas temblando y me pongo detrás de ella. Entonces ella sabe lo que viene, levante el trasero, mostrándome esa vulva con esos labios vaginales que hace unos segundos daban la bienvenida a mi pene, y que en mi éxtasis, comencé a besar alocadamente. Ella ya no puede contenerse, y los gemidos pasan a convertirse en gritos de placer. Entonces, luego de probar nuevamente el afrodisíaco sabor de su genitalidad, tomo mi pene y lo introduzco lentamente.

Nuevamente ese delicioso calor abriga mi miembro, mientras éste ingresa cada vez más dentro de ella. Empiezo a bombearla mientras acaricio sus senos desde atrás. Nuestras respiraciones son agitadas, el placer se apodera de nosotros. De pronto, siento me voy a venir. Entonces la acelero mis movimientos. Ella presiente lo que ocurrirá, y me comienza a dar unos riquísimos ajustones. No puedo contenerme más y termino dentro de ella. Se me escapa un grito seco, ahogado de placer. Era como si me hubiese estado contiendo de orinar por mucho tiempo, y al fin lo hacía, pero eso, como multiplicado por mil. Era mi primer orgasmo completo. Mi respiración agitada, mi sudor, su sudor, su respiración, todo ello habia creado un ambiente con una electricidad que solo nosotros dos sentiamos. Entonces saco mi pene de su vagina, y un gran chorro de semen se escapa.

- Ricoooo... - Me dice - Ya ves que no tenías porque tenerle miedo a mis mordidas.

Nos echamos a reir como locos. Me recuesto a su lado y comienzo a besarla. Ella me abraza.

- Quédate a dormir conmigo un rato... Mi despertador suena a las 7, mis amigos aun no habran llegado asi que te podrás ir tranquilo. Ellas son muy jodidas sabes.

Sin embargo, esa noche no dormimos. Lo hicimos una vez más, y luego nos duchamos juntos en el baño que ella compartía con sus amigas. Luego conversamos por una hora aproximadamente, sobre nuestras carreras, sobre el futuro, sobre la vida. No le dije que me acaba de desvirgar. No era necesario.

- Oye, me gustaría verte de nuevo en la U - Me dice... - Aunque por ahora no busco novio, creo que podemos pasarla chevere de vez en cuando.

- Claro - Le digo - Siempre y cuando muerdas igual de bien que hoy.

Nos echamos a reir nuevamente. Al poco rato, nos quedamos dormidos. A las 7 a.m. suena su despertador, y en efecto, sus amigas aun no llegaban.

- Esas borrachas - Me dice sonriendo.

Al rato nos despedimos con un beso largo y profundo.

Luego de eso, la volví a ver solamente un par de veces más. Ella era, para mi sorpresa, una chica muy centrada en sus estudios y disciplinada con las diversiones que tenía. Así que cuando comenzó a hacer sus prácticas en un laboratorio, nuestros encuentros cesaron, y con el pasar del tiempo, nuestro vínculo se desvaneció, así como mi tiempo en aquella universidad, mi alma mater, la institución en la que había aprendido muchas cosas, en la que había conocido a buenos amigos y en la que, sin esperarlo, perdí mi virginidad. En diciembre de ese año, al ver mi nota aprobatoria del último examen, era ya un egresado universitario, era ya el joven Lorenzote a punto de iniciar sus aventuras en este mundo, o mejor dicho, en esta vida, llena de sorpresas.

 

Excelente relato cófrade. Saludos!!

 

Gracias por tomarse el tiempo de leer cofra, y me alegra que le haya gustado. Espero poder seguir contribuyendo con esta sección del foro. Saludos.

 

Despues de tiempo que leo algo bueno. Felicitaciones.

 

Muy buen relato, haces recordar las épocas de pulpines

 

Bro , que buen relato! Muy interesante y arrechante historia...

 

buen relato con detalles exactos bien jugado.

 

En este mundo puteril en el que estamos inmersos muchos cofrades encontramos de todo:
los timidos que les cuesta encontrar hembras por lo que prefieren pagar por sexo ...
los casados que quieren variar el menu de vez en cuando ...
los sin pareja, que ya no quieren una mujer que los joda y solo quieren tirar sin complicaciones ...
tambien hay los que quieren una puta que los mantenga ...

Asumo que usted es de los primeros, le falta vivir mucho, experimente fuera de este mundillo puteril

 

excelente relato buena experiencia gracias por el aporte

 

Cofra, cuando era más joven era recontra tímido. Por suerte ya superé esa etapa, aunque me costó. Ya estoy a punto de llegar a la base 3.5, y la vida me ha dado muchas sorpresas, unas gratas, otras agridulces. Lo bonito es eso, si todo fuera color de rosas, no sería divertido.

 

Muy buen relato, mezcla muy bien lo sensual co lo literario.

 

Muy buen relato Lorenzote. Yo tengo una historia muy similar a la tuya que algun día me animaré a contar. Yo también fui muy tímido en la universidad, y me demoré aun más que tú en iniciarme sexualmente. Y ahora, aun a mis 35 años, me sigue costando tener relaciones, aunque la poca experiencia (y la buena billetera) ayuda muchísimo. Un fuerte abrazo y felicitaciones por el relato

 

lorenzote, tu historia me hace pensar en todas las aventuras que se me avecinan en la universidad.

 

Viva su vida universitaria cofra con inteligencia y cuidado, que le depara varias aventuras. No todo es estudio, sin embargo la cosa es saber equilibrar.

 

Coincido con los otros cofras... Gran relato estimado Lorenzote. Nos hizo recordar a muchos nuestra etapa de estudios. Un abrazo!

 

que buen relato amigo cofrade me hizo retroceder a aquellos tiempos de la vida universitaria.

 

Tuvo la fortuna de perder su virginidad con una jovencita yo tuve que resignarme los 13 años lo hice con una escort recuerdorecuerdo que no fue tan agradable y bueno y más algunos complejos que siempre tuve con el tamaño y la timidez le entiendo su timidez decidí ser un poco más mandado recién disfrute a mis tardíos 25 comencé a ser más vivo y Tuve mayores satisfacciones buen relato