Crónicas del Placer Inesperada noche de copas con una (semi)desconocida

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por IGORTEPES, 2 Abr 2020.

    IGORTEPES

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    Buenas noches con todos, este es mi primer relato, con base a una vivencia real hace muchos años atrás.

    Al haber estado finalizando una relación tranquila de un par de años, sana y sin ningún motivo aparentemente grave más que la diferencia de personalidades, gustos e intereses con la enamorada de ese entonces, además de los demandantes últimos ciclos de ingeniería de la carrera universitaria que cursaba, me dirigí al bar de un amigo sin intenciones más que hablar con el grupo de conocidos que solían ir, para distraerme un poco y disipar la melancolía, aunque no era tristeza del todo, por este asunto sentimental.

    Este bar tenía una temática rockera, y tal como supuse, encontré a algunos amigos con quienes empezamos a tomar cubas libres. Vi otras mesas de gente conocida también, y entre coros de canciones cantadas entre risas, brindis y más jarras, pasó la medianoche y un escándalo en una de ellas surgió de un momento a otro. Una chica flaca, a quien conocía de vista empezó a gritar, lanzar vasos y golpear a todos los que estaban a su lado. Al parecer, pensé, se pasó de copas y vio diablos azules. Mi amigo, dueño del bar - que para entonces ya estaba bastante tomado también - quiso tranquilizarla, le cogió los brazos y trató de apartarla, y en el forcejeo ambos cayeron al piso.

    Algunos reían, otros solo miraban y seguían en lo suyo. ya que mi amigo estaba en nuestro pequeño grupo, me acerqué a tratar de ayudar. La flaca se levantó a duras penas, y la llevé a una silla, le dije "tranquila, siéntate" y me mandó una patada a la canilla. Estaba rayada. De algún modo hice que ella y el resto se tranquilicen y sigamos. Empezamos a tomar nuevamente, vi como ella se servía y se zampaba el vaso en una. Mi amigo trataba, en su avanzada borrachera, de sacarle plan (al parecer estaba tras ella por un buen tiempo, y otros siempre le atrasaban). Ahora describiré a la flaca, bonitos ojos grandes y cambiantes en tonalidad según la luz, pardos/marrones/verdes aunque con ligero estrabismo en uno de ellos, casi imperceptible, piel clara, cabello largo castaño, casi plana de tetas pero con unas nalgas grandes redondas en forma de pera bien formadas, piernas regulares y una voz de pito horrible, pero que en el momento no importaba, sumados a la fama de "movida" en el círculo que frecuentaba. Ella había supuestamente terminado una relación hacía un par de semanas.

    Mi amigo y la flaca, en su borrachera, trataban de hablar y balbucear no sé qué, mientras otros tres seguíamos hablando, en la misma mesa, en mejor estado y sin darles mucha importancia. Hasta el punto que este amigo mío acabó colgado, se jateó con los ojos abiertos, miraba a la nada y no decía palabra alguna. Su hermano se lo llevó casi cargado. Nos quedamos en la mesa los tres varones (a quienes no conocía mucho) y ella, la flaca borracha. Ya que nuestras sillas en la mesa quedaron más cerca que la de los otros dos amigos, empezamos a hablar. Le dije que no tome más, le invité una botella de agua y poco a poco empezaba a hablar más tranquila, aunque seguía ebria. Le pregunté el porqué de su rayada, y me dijo que alguien le había robado su cuaderno de notas de la universidad, donde apuntaba todos los cursos. Se había pasado directo de las clases de universidad al bar. probablemente algún chistoso quiso hacerle la broma o llamar la atención llevándose ese cuaderno que después del terrible escándalo apareció. Seguimos hablando de todo, de ella, de mí, de música, y los otros andaban en otra, discutiendo qué artista es mejor, y cosas por el estilo, se fueron a otra mesa con otra gente, y nos dejaron solos.

    Ella me pide acompañarla urgente a llamar por teléfono afuera (nótese que hablo de inicios del 2000, donde los celulares eran raros para muchos). Caminamos una cuadra hasta el teléfono público, puso la moneda y marcó, empezó a insultar a alguien y otras cosas ininteligibles ya que seguía borracha. Regresamos al bar y recién me di cuenta del armonioso culo que se movía entre paso y paso mientras le cedía el paso al retorno. Tomamos un poco más, le pregunté por la llamada que hizo y a quién estaba puteando, me respondió "al huevón de mi ex, que me engañó con una mostra, yo que le había dado todo, todo...". Hice de consejero sentimental mientras le clavaba la mirada al culo cada vez que ella iba al baño. En un momento pidió irnos, y que la acompañe, que era tarde y debía llegar a su casa antes que sus viejos se molesten más, tenía un ultimátum ya que estaba saliendo mucho las últimas dos semanas, luego de su ruptura sentimental.

    Tomamos el taxi, e inmediatamente me coge de la cabeza y me estampa un beso lujurioso, no era un chape de personas que recién se gustan, era un beso con lengua y cargado de lujuria, abre sus piernas y me lleva la mano a su vagina, y aún con el jean que llevaba, pude sentir su calor y humedad. El taxista se ganaba todo, pero el alcohol hace que a veces perdamos la vergüenza. Llegamos a su casa y ella me había dejado loco. Le dije que si no quería que la acompañe dentro de casa , y me respondió que no, que sus viejos eran estrictos y seguro ya estaban más asados. me pidió halls para tratar de disimular el tufo, aunque su estado era notorio. Esperando que abra la puerta para partir con el taxi a mi casa, me mira y me dice "puta madre, me han echado seguro por dentro, si toco el timbre y me ven así de borracha me van a matar, vamos a otro lado hasta que se me pase". Ni corto ni perezoso, le dije al taxista que nos lleve a un hotel que conocía, mientras empezábamos otra vez con los chapes lujuriosos y el manoseo.

    Apenas llegamos se fue al baño, salió y se tumbó en la cama muerta y roncando, "carajo, ¿y ahora?" pensé, se supone que debíamos continuar lo que empezamos en el taxi, y nunca fui de querer aprovecharme de alguien en ese estado. Ni modo, me recosté a su lado con todas las ganas y arrechura contenida, hasta que después de quince minutos ella empieza a moverse, se voltea y me vuelve a besar, semidormida, con los ojos cerrados, media lenta pero insistente. Paleteo por todo lado y chapes furiosos, nuevamente su entrepierna húmeda y caliente. Le saqué la casaca delgada y el pantalón, levanté el polo y levantando el brasier vi aflorar dos pequeñas tetas, chiquitas pero levantadas, con pezones duros y excitados, que empecé a lamer y morder ante los gemidos de la flaca. Me saqué el polo y desabroché el pantalón mientras seguía mordiendo y besando sus tetas, bajé sin dejar de lamer por su vientre hasta llegar a su pubis y sentir el vello bastante corto en forma triangular y su aroma fuerte, penetrante, de vagina lubricada. Le quité el calzón azul pequeño y sentí más ese aroma que me enloquecía, empecé lamiendo suavemente los labios y el clítoris mientras ella gemía y se retorcía más y más, metía mi lengua en su conchita mientras le tocaba con la mano y ella desesperada me pidió que la penetre ya. Por suerte tenía un condón en la billetera, me lo puse y ¡zas!, en una, ella estaba muy lubricada y entró sin esfuerzo. Estuve sobre ella en misionero un buen rato. El alcohol me había favorecido en aguantar un poco más de tiempo, ella arañaba mi espalda y alternábamos los gemidos con besos salvajes, le pedí que se voltee y se puso en cuatro al toque. Pude ver y sentir esas nalgas grandes, carnosas sin ser excesivas y bien formadas, lo mejor que ella tenía, y empezamos con el ritmo acelerado, me excitaba de sobremanera chocar con ese culo bien formado y mientras le pasaba el dedo por el ano tratando de saber su reacción, ella no dijo nada más que ya quería venirse y me de vuelta y me recueste, entonces, ahora encima mío, cabalgando, movía sus caderas de adelante a atrás frenéticamente y entre gimoteos (sin que yo sea muy dotado, asumo que tengo el pene de tamaño estándar, podía sentir la pared cervical o uterina), "uyyy, está hasta el fondo, me duele pero me excita..." decía, y repentinamente tomó un ritmo endiablado y empezó a gemir mientras su cara se ponía roja, "¡oooooaaaaahhhhhhh, qué ricooooo!" decía mientras llegaba al clímax, sudando y gimiendo. Seguía moviéndose pero a baja revolución y al notar que estaba un poco cansada le pedí que ella se eche esta vez, mirándome, y empecé a penetrarla fuerte. Era mi turno, levanté sus piernas en mis brazos para sentir sus nalgas chocar otra vez, yo ya sentía venirme y ella pedía más, y que la espere que ya se venía nuevamente. Yo no pude aguantar y sentí explotar dentro de su concha y ella mientras gemía decía "nooo, ya estaba por llegar, malo". "Discúlpame, pero ya no podía aguantar" le respondí, "pero estuvo rico" dijo ella mientras se acomodó de costado y nos quedamos algo dormidos en cucharita.

    Pasada media hora me desperté, y ella seguía durmiendo. Mi pene se armó nuevamente al sentir sus nalgas y lentamente empecé a jugar con su conchita, tocándole con la punta tratando de meterla un poquito y retirando. Ella despertó pero se quedó en la misma posición y empezó a gemir, le gustaba el roce. Hice lo mismo y sentí que se mojaba, y mientras llevaba la punta del pene desde el clítoris hasta el ano, jugando y esparciendo sus fluidos, traté de metérsela despacio por el culo. "Espera" - me dijo - "por ahí no, me duele" - , me dejó con las ganas - "además no estás con condón". Carajo, era cierto, ya no tenía más preservativos, ¿y ahora?, caballero, tendrá que ser oral o masturbación mutua, nada más. Aunque ese "además no estás con condón" me hizo suponer que sí lo hacía, y lo comprobé tiempo después. Seguimos entre paleteos y toqueteos, besos y subiendo el nivel de excitación hasta que ella en un salto increíblemente rápido se subió sobre mi y se la metió sin darme oportunidad a decirle nada, "oye pero no tengo condón" le dije, "no importa, estoy muy arrecha" me respondió mientras empezaba ese cadencioso movimiento inicial de atrás hacia adelante, movimiento que aceleraba cada vez más hasta llegar otra vez al ritmo agitado de la primera ronda. Yo le mordía los pezones y apretaba los senos pequeños. Me di cuenta entonces de algo gracioso, que sus pezones al estar excitados se erectaban apuntando ligeramente hacia afuera cada uno de ellos, algo que ambos después llamábamos "pezones vizcos" entre risas.

    Sentir que mi pene tocaba la pared cervical y que su conchita era ajustada (para la fama de "movidita" que tenía") me excitó, y más aun sintiendo sus fluidos mojar toda la base de mi pene y mis testículos, haciendo ese sonido característico de "splash" mientras veía que su cara otra vez enrojecía y soltaba su clásico "ooaaaaahhhhh, qué ricooooo". Le pedí que siga cabalgando pero esta vez volteada, para poder verle las nalgas, giró casi sin sacar mi pene de su concha. Amasaba ese culo con ganas mientras ella se movía, las abría, metía el dedo pulgar en el ano en el vaivén del adelante/atrás, hasta que me dijo que prefería voltear, mirándome, "porque así siento que mi clítoris roza más cuando me muevo" dijo . No demoró mucho en decir que tendría otro orgasmo, y esa humedad hizo que yo también cargue el tanque de presión orgásmico, más aun sabiendo que estábamos tirando esta vez a pelo. "Ya llego, ya llegoooooo" y nuevamente su frenético movimiento, y yo que no pude aguantar más, sentí que eyaculé como pocas veces, y ambos nos fundimos en un éxtasis de sexo y gemidos, fluidos y besos, manos, nalgas, tetas, todo lo que se podía tocar ese momento mientras alcanzábamos nuestro primer orgasmo conjunto. Me besó y dijo "qué rico es venirse a la vez, he sentido tu semen caliente, qué rico..." y se acurrucó en mi pecho.

    Ya echados ambos, recuperando el aliento, no sabía como preguntarle sin que lo tome a mal, "oye, ¿no tienes nada, no?" le dije, tímidamente. "¿Qué? ¿cómo se te ocurre? yo no, para nada, más bien tú, ¿no tienes nada que me contagies, no?" me respondió. "No pues, cómo crees, pero, aparte de eso ¿ahora, estás en tus días?", le dije, "no, ya me debería venir así que no hay problema por un supuesto embarazo". Y otra vez nos quedamos dormidos.

    "¿Qué hora es?", me preguntó. "Van a ser las cinco" le dije, "ya, hay que alistarnos, mi viejo sale al trabajo temprano y abrirá el seguro de la puerta, después que salga entraré yo, antes que salgan mi madre y hermana", con pereza empezamos a estirarnos. Al parecer los efectos del alcohol habían pasado totalmente. Estirándonos ambos nos abrazamos y otra vez nos fundimos en besos apasionados. Ya sabíamos qué seguía, no dijimos nada y directos al tercer round. "Oye, yo te besé y comí la conchita, y tú ni siquiera me besaste abajo" le dije, "es que, la verdad no me gusta chupar penes, pero te voy a recompensar bien" me dijo. "Además no hay tiempo", nuevamente ella encima, y para entonces estaba absolutamente claro que esa era su pose favorita. Se vino nuevamente, luego la puse en cuatro y le di duro hasta que me vine. Al baño rápido, a vestirnos y salir. Eran las cinco y treinta de la mañana.

    En el taxi de retorno volvimos a hablar un poco más serios, como disimulando ante el taxista, aunque yo sentía que impregnábamos el auto con ese olor condensado a sexo de nuestros cuerpos y ropa. "Oye, te pido que esto quede solo entre los dos, no le digas a nadie", dijo la flaca, "descuida, los caballeros no tenemos memoria" respondí, "¿qué significa eso?", y pensé dentro de mi, qué corcha, "nada, nada, no te preocupes, no diré nada de esto a nadie", y ella finalizó con un "ok, gracias, mira que estoy confiando en ti".

    Al llegar a su casa me dio un beso tímido, porque ella andaba más preocupada que no la vean o en el peor de los casos, se choque cara a cara con su padre. "Ya estoy con tarjeta amarilla, chao" me dijo, la esperé con el taxi unas casas más allá para ver que esta vez sí pueda entrar a su casa, y así lo hizo. Le pedí al taxista que me lleve a la mía.

    Al llegar busco mi billetera para pagar y encuentro dentro de mi bolsillo los documentos de la flaca, DNI y carnet universitario. "¿En qué momento de calentura me los dio para guardárselo, y nos olvidamos del asunto?", yo en verdad pensé que eso quedaba ahí, como un choque y fuga, porque como conté inicialmente, yo estaba terminando una relación seria, y no pensaba en otro compromiso instantáneo, además tenía poco tiempo libre al cursar los últimos semestres de mi carrera. Además, lo de esa noche fue solo lujuria y pasión, nada de sentimientos... o eso creía.

    Sin embargo sabía que la vería otra vez para devolverle esos documentos, y eso se contará en la próxima vez.
     
    IGORTEPES, 2 Abr 2020

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    El Funcionario

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    Siga cofra con el relato...
    Al final la vió nuevamente...?
     
    El Funcionario, 2 Abr 2020

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    Que buen relato cofrade esperamos la continuación y si la volvió a ver nuevamente
     
    parrokiano23, 2 Abr 2020

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    Buen relato cofrade, muy bien escrito con lujo de detalles...
     
    sb3x, 2 Abr 2020

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    Entretenido el relato cofrade.
     
    kurt29, 3 Abr 2020

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    Icelos230680

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    Está bastante bueno el relato mi amigo saludos y continúe pues la saga
     
    Icelos230680, 3 Abr 2020

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    Buenas noches y gracias por los comentarios positivos. Quiero comentarles que quizá a algunos no les guste mi estilo extenso de narrativa, pero creo que no hay mucha gracia en describir directamente el "tirar" sin un preámbulo que ponga en contexto global y descriptivo de cada lugar y momento, para mayor idealización de la historia, más aun cuando es una vivencia 100% real.

    Hoy seguiré con el relato, referido al segundo encuentro con la flaca.

    Nuestra primera aventura se desarrolló un viernes y hasta el sábado por la mañana. Ese día dormí hasta tarde, aprovechando que no tenía nada programado en la universidad. Me desperté por la tarde, con esa sensación extraña que combina la resaca, satisfacción y sobre todo la alegría y éxtasis de una aventura impensada que se coronó con una noche de sexo salvaje.

    Por otra parte, la emoción de tener en mis manos los documentos de la flaca, que me hacían aterrizar y creer que no fue un sueño húmedo, hacían que busque la manera de ponerme en contacto con ella. Sólo la conocía, hasta antes de lo sucedido, de vista y algún "hola" por compromiso. Ella había estado de enamorada con dos conocidos míos antes. ¿Cómo obtener sus datos? ¿preguntar a sus ex y pedirles la dirección, o teléfono? Todos en el bar me vieron saliendo con ella, muchos de los presentes eran amigos de sus ex. ¿Cómo lo tomarían? Reitero, tal como conté en la primera parte, que en esos años de inicios del nuevo milenio los celulares no eran comunes, y ni ella, ni yo, teníamos uno.

    Bueno, de algún modo tenía que averiguar esos datos, no me preocupé y me quedé a dormir temprano en casa esa noche de sábado. El domingo al mediodía suena el teléfono, era ella, ¿qué cómo consiguió mi número? No lo sé. Entre una tímida conversación soltábamos ciertas risas recatadas y cómplices, sabiendo que los teléfonos de casa en domingos familiares siempre estaban a merced de oídos inoportunos. "Oye, tienes mis documentos, los voy a necesitar" dijo luego de las bromas de la resaca. "Claro, te los llevo ahora, dame tu dirección", y ella algo nerviosa dijo "No, mis viejos están muy molestos conmigo ahora y están en la casa, no voy a poder ni salir a la puerta, te dejo mi número, llámame mañana lunes a mediodía, por la tarde tengo clases en la universidad".

    Así lo hice. No me respondió nadie. Insistí a los 10 minutos y una voz de un viejo tosco responde, al preguntar por la flaca, antes que termine de decir el nombre, me dice "No está" y cuelga. Me dejó con la palabra en la boca, cuando iba a decirle que necesitaba entregarle algo. Sólo los que vivimos esa época, antes de los celulares, messenger, WhatsApp, etc. entendemos la adrenalina de llamar a un fijo y que te cuadren por gilero, o te nieguen, o nunca te respondan. Una nueva llamada por la noche, y otra vez el viejo mandándome a la . ¿Acaso se las olía que yo me llevé a su hija todo el viernes por la noche y hasta el sábado?

    Martes por la mañana y nadie me respondió el teléfono. Miércoles...jueves y viernes lo mismo, o nadie contestaba, o yo colgaba cuando escuchaba al viejo contestar. En ese punto, yo me preocupaba que ella tenga sus documentos ya que son sumamente necesarios, más que poder tener la excusa para intentar acostarme otra vez, y me preguntaba el porqué no me llamó nuevamente si ya tenía mi número. Seguí con mis trabajos de universidad mientras por las noches recordaba cada curva de su ser, sus nalgas, su olor, su húmeda vagina estrecha y sus besos lujuriosos. Viernes por la noche me pasan el teléfono, "te llaman". "Aló, hola Igor, oye discúlpame que no haya vuelto a contactarte, perdí la hojita con tu número, y un par de veces escuché a mi viejo negarme cuando llamaban, seguro eras tú"; por segunda vez pensé que esta chica era una corcha, pero me alegró escucharla nuevamente. "¿Tienes tiempo mañana sábado por la tarde para que me entregues mi DNI y el carnet?" e instantáneamente le respondí que sí. "bueno, nos vemos a las cinco de la tarde en la Plaza X".

    ¿Cómo actuar esta vez con ella? ¿insinuarle desde el arranque para una revolcada salvaje? ¿o solo quería que le entregue los documentos y nada más? A la hora puntual la esperé, y no llegaba, mientras creía que sus viejos la encerraron o se le olvidó - a la muy corcha - contemplaba la posibilidad de irme. Eran 45 minutos de más y con el desgano a cuestas ya me iba, cuando veo una figura delgada corriendo y con el cabello suelto y largo revoloteando por todo lado con el viento vespertino. "Discúlpame, tuve mucho quehacer en casa, cociné, limpié todo, para que me dejen salir" mientras me daba un beso en la mejilla sujetándose de mi hombro. Pude oler la frescura de su cuerpo recién bañado. Por primera vez la vi a la luz natural. Era más simpática de lo que recordaba, sin todo el maquillaje que usaba aquella vez. "No me dejaban salir de todos modos, pero le pedí a mi madre que me de permiso, porque tengo que comprar un regalo por el día del padre - que era el día siguiente - y un pantalón para el desfile de mi facultad esta semana, ¿me acompañas?".

    Fuimos a una tienda cercana y compró alguna cosa simple para su padre, luego fuimos a unas galerías para buscar su pantalón. En ese momento ella estaba con un jean celeste ajustado y que le formaba bien el culo de pera. Siempre le cedía el paso por delante, por caballerosidad y también para poder ver esas nalgas que con el ritmo de cada paso describían un sexy vaivén. En las galerías ella miraba tiendas y en una de ellas se acercó por unos pantalones como leggins, negros, y se interesó en ellos. Quería probárselos. La tienda tenía un vestidor muy simple, una cortina circular en una esquina, que dejaba ver el jean que se dejaba caer al quitarse para probarse los otros. Yo iba fantaseando tratando de imaginar qué interior tenía puesto. Se probó una y otra, y mientras pidió otra talla, la vendedora arrastró la cortina un poco con los dos pantalones que recogía y ¡voilà!, pude ver la truza melón cortando a mitades sus nalgas redondas y metiéndose en la base por la raya. Ella no se dio cuenta. Se probó el pantalón, abrió la cortina y me dijo contenta "¡este es! ¿qué te parece?" mientras daba vueltas modelando y se esmeraba por ponerse en diagonal para dejarme ver el culo formado mientras reía coqueta. "Creo que es la señal" pensé.

    Mientra ella se volvía a quitar el pantalón y pagaba, alguien me toca el hombro, volteo y me asombro al ver a una amiga cariñosa con la que tuve algunos agarres tranquilos, y que no me dejaba hacer más, aduciendo que no quería malograr la amistad. Me preguntó qué hacía ahí, "Hola Yanina", nervioso le dije, "acompaño a una amiga a comprar, y tú?", me miró la típica expresión de incredulidad, con un ojo más abierto que el otro, y me respondió "una de estas tiendas es de mi mamá, y por hoy estoy ayudando en la atención". Ella trataba de mirar de reojo quién era mi acompañante, hasta que salió, y ambas se quedaron con los ojos abiertos, ceños fruncidos, y notablemente incómodas. "Bueno, ya nos vamos, cuídate, chao", me despedí y ella casi sin responder nos seguía con la mirada inquisidora. La flaca también empezó a preguntar "¿la conoces? me estaba mirando mal, seguro tuviste algo con ella, ¿no?" y mientras le decía que no tuve nada, que sólo era una buena amiga, y buena persona, y que se olvide del asunto, reafirmaba mi apreciación, y la de la mayoría de mis amigos, que las mujeres se aman o se odian, sean o no sean conocidas, y que instintivamente pueden llevar una competencia entre ellas, desde lo más insignificante como es llevar un arete, a caminar con algún hombre como trofeo o adorno.

    "Bueno, ¿y ahora?" le dije. "No sé, caminemos un rato, tengo un poco de tiempo antes de volver a casa". En mi mente pensé "ya me puso el parche de que ahora no es, seguro debe volver pronto a su casa, por la puta madre". Le dije para tomar un café en un lugar presentable. Ahí le devolví los documentos, y para quedar bien, ensayé un juego de frases típicas de disculpas por si la semana pasada se sintió sobrepasada por lo que pasó, que el alcohol nos jugó mal y no quería que ella piense que me había aprovechado. "No te preocupes, ambos lo quisimos, y me gustó" mientras me lanzó un guiño y tomaba un sorbo de la tacita de café. Mi pene automáticamente se endureció. "¿otro café?... ¿o prefieres una chelita?" pregunté, y ella al toque "síiiii, una chela, me muero de sed". Fueron cuatro chelas pequeñas las que tomamos y ya más desenvueltos y entre risas salimos a caminar, esta vez de la mano, y chapando como enamorados frente a todos. Ella me sorprendió luego con lo que dijo, "hoy toca la banda de mi ex en el bar del Diablo (mi amigo, el dueño del bar del primer encuentro) y quiero ir a dejarle unas cosas en claro", eso no me gustó mucho, pensé "o sea yo la caliento y se va a ir a ver al ex para un remember". Ya estaba asado pero no podía hacer otra cosa que aceptar. Nos dirigimos en taxi, y al notar que estaba medio palteado, ella dijo una frase mirándome a los ojos mientras tomaba una de mis manos: "Estamos yendo juntos, y saldremos de ahí juntos", algo no me cuadraba, ¿acaso no tenía que irse temprano a casa? Se lo pregunté y respondió: "A la con mis viejos y su horario, va a ser solo un rato" exclamó la flaca. Al llegar, en efecto, el local estaba lleno y aquella banda, la de su ex, la cual yo conocía y me parecían un montón de principiantes desafinados estaban en plena ejecución.

    Me encontré con el dueño y otros amigos, y al toque nos jalaron con ellos para tomar ron. Si ya estábamos picados con la chela, el ron nos emborrachó totalmente. Como el local reventaba, el dueño nos llevó detrás de la barra, mientras él brindaba con nosotros y cobraba al resto a la par. La flaca pidió que le guarden la bolsa con el pantalón nuevo y el regalo de su viejo bajo la caja. "Oye, ¿qué onda con tu ex? ¿qué le vas a decir? ¿para qué me pediste venir?" le dije ya con mi voz lenta y desentonada por el alcohol. Y ella dijo: "para esto" y me estampó un chape brutal delante de todos, mientras acercaba su cintura a la mía y rodeaba sus brazos en mi cuello. Ese beso no terminaba, era un agarre desvergonzado delante de todos, entonces entendí que ella quería devolver al ex alguna pendejada anterior y que necesitaba reafirmar su venganza delante de todos los conocidos de este. Días después me confirmaron que él estuvo mirando como huevón nuestra escena romántica calentona, y se quitó al toque sin decir nada apenas terminó de tocar. Y no me importó ser parte de eso, en ese momento ya quería llevármela al hotel nuevamente. Unos tragos más y ya estábamos muy borrachos, hasta que le susurré al oído para irnos. Los demás no querían dejarnos ir y pedían que nos quedemos. "No se vayan, mañana es el día del padre y queremos celebrar a Steven - un amigo - por ser su primer año como papá". La flaca con su voz de pito profirió entre todas las voces "No, yo vine con él, y me voy con él" mientras me besaba efusivamente. Ante las bromas de todos "buena campeón... nos dedicas una... siempre con ponchito..." y demás bromas, salimos a tomar un taxi al hotel.

    Dentro del taxi todo fue besos con lengua y paleteos, hasta que ella se sube sobre mi y empezamos un coito con ropa, la notaba mojadísima y arrecha. Mientras le frotaba el clítoris por sobre la ropa con mi miembro duro ella me muerde el labio inferior muy fuerte, lo que me hizo reaccionar un poco y bajarla de mi. Empecé a sangrar y ella me lamía la herida y se tomaba la sangre. Para entonces el taxista no nos dijo nada pero me imagino que se cagaba de risa o se arrechaba con la situación. Le pagué un billete y hasta me olvidé de pedirle vuelto, entramos al hotel, pagué y prácticamente corrimos al cuarto en el primer piso.

    Apenas cerramos la puerta nos comimos a besos con lengua mientras nos arrancábamos literalmente todas las prendas y nos olvidamos por completo de comprar condones en el hotel, me jaló a la cama, sobre ella y en una se la metí, estaba súper mojada, su sexo quemaba, levanté sus piernas a mis hombros y se la metí hasta que nuevamente pude sentir la pared cervical, ella gemía de dolor y placer, cambiamos de posición y ella se subió a su posición favorita. Se movía efusivamente, aceleradamente, en un momento, y a pesar de estar adormecido por el alcohol, pensé que me quebraría el pene; le mordía los pezones y ella se alocaba, "qué ricas tetitas vizcas" le decía y ella se reía, y gemía, entre risa y gimoteo gritaba "qué rico, ya me vengoooo, jajajajaja, ya me vengo, jajajajajaaa, aaaaaahhhhhhh....." y sentí que se mojaba tanto que yo pensé que había eyaculado, pero no, era ella, eran sus líquidos sobre todo mi tronco y testículos, y mientras trataba de pensar qué era, la veo llorar. "¿Estás llorando?" y me responde: "síiiii, me he venido rico, me has hecho reír y llorar de la arrechura, nunca me vine así" mientras se volvía a reír. Qué loca, pensé, mientras ella seguía moviéndose más apaciguada.

    Seguía su ritmo cadencioso hasta que vuelve a acelerar el vaivén adelante/atrás y llega a su segundo orgasmo, nuevamente los gritos y gemidos, que me imagino se escucharon en todo el hotel, llenaron el ambiente. La puse en cuatro, y empecé a darle fuerte, sentía su olor, la humedad y sus fluidos, la estrechez de su conchita "Dame, dame fuerte... así, así" mientras parecía que la cama se desarmaba. Nuevamente el alcohol fue mi aliado y me tenía durando más de lo habitual, hasta que sentí que me venía, le abrí las nalgas y metí mi pulgar derecho en el ano mientras la bombeaba duro, ella no se quejaba y desfogué una cantidad enorme de semen en la concha mientras ella trataba de algún modo de sujetarse a la cabecera de la cama.

    Rendidos caímos echados sin decir nada y sólo recuperamos aliento. Me levanté al baño para orinar y lavarme. regreso y ella seguía echada, dormida. Voy a recoger algunas ropas para llevarlas al clóset y por la base de la cama siento un charco. "¿Qué es esto?" pensé. ¿Alguna fuga de agua, o no limpiaron bien el cuarto de alguien que derramó agua o gaseosa antes?". Estaba tan cansado que pensé hacer la queja al salir del hotel y no ese momento. Supongo que pasó una hora cuando siento que la flaca se levanta al baño y regresa como en automático, tambaleándose. Viene a la cama y se sienta sobre mí. Yo seguía con los ojos cerrados y ella agarró mi pene mientras lo frotaba en su clítoris. Erección instantánea y ella se lo metió hasta el fondo, seguía mojada y no hubo ninguna fricción, nuevamente movimientos rápidos y sus clásicos gemidos mientras yo pensaba "qué flaca más insaciable". Yo tenía aun los ojos cerrados y las manos en sus pequeñas tetas, amasándolas y jugando con los pezones. Ella acelera el ritmo, "ooohhhhhh, ohhhhhhh...." mientras apoya sus manos en mi pecho y presiona su sexo contra el mío para llegar a un nuevo orgasmo húmedo. "Es mi turno", le dije. La puse en cucharita y empecé a darle duro, mientras aprisionaba con mi brazo libre sus tetas, luego bajé a sujetarme de las notorias caderas que se le formaban mientras se la metía y sacaba, le abrí las nalgas y empecé a metérsela hasta la base del tronco, mientras ella volteaba la cara sacando la lengua para tratar de besarme. Empujé su espalda un poco más y le busqué nuevamente el ano para jugar con mi pulgar, lo movía en círculos sin dejar de bombear su rica conchita caliente. Me vine nuevamente en un orgasmo prolongado, mientras ella me aprisionaba con las nalgas. En el estado de somnolencia no fue difícil volver a dormirme casi instantáneamente, incluso sin sacar mi miembro de su vagina.

    (va)
     
    IGORTEPES, 5 Abr 2020

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    "¿Qué hora es? ¿qué hora es?", me despertaron sus frases sobresaltadas "Ya van a ser las seis". Ya había luz natural y se escuchaba una licuadora. "Qué rico, debe ser un jugo de naranja" le dije, y ella "creo que es un jugo de papaya". Ambos estábamos deshidratados por el desgaste físico y con la resaca encima. Alucinábamos con un jugo fresco. "Mis viejos me van a matar" me dijo. "Bueno, a alistarnos de una vez, vamos flaca", me siento y me apoyo en la cabecera para despertar mejor. Ella me abraza y apoya su cabeza sobre mis genitales. Dice con voz somnolienta que no quiere levantarse. "¿Ahora sí, me la vas a chupar?" le pregunté cambiando de tema. "No, todavía, es que no me gusta, pero si te sigues portando bien, lo haré pronto". Qué rara, pensé. Tanto goza del sexo pero no le gusta chupar.

    En fin. "¡Oye tu labiooooo!" exclama asustada mientras se acerca a verme mejor. "Si pues, me arde, ¿no recuerdas que en el taxi me mordiste horrible?" con una expresión de arrepentimiento y pena me dice "lo siento muchooo, no me di cuenta, es que me arrechabas mucho y quería comerte entero". "¿En verdad se ve feo?", me levanto, voy al baño y prendo la luz, ¡por la puta madre!, la mitad de mi labio inferior estaba hinchado y con rastros de sangre, como si me hubieran metido un puñete. Salí asado del baño y le dije que debió haber sido más cuidadosa. me vuelve a pedir perdón y me lleva a la cama, se voltea se echa en ella y moviendo el culo en círculos me dice "lo siento, quiero recompensarte, ven". Ver el panorama de sus nalgas carnosas, la conchita roja por toda la fricción nocturna y el anito rosado moviéndose al unísono no hizo más que causarme otra erección instantánea. Me subí sobre ella y empecé a penetrarla. "Espera, voy a levantar más la cadera..." y jala las almohadas para poderlas debajo de su vientre y levantar más el culo. "Ahora sí, métemela toda...". y así fue, empecé a darle con fuerza, por la arrechura de sentirla en esa posición - que se convirtió en una de nuestras favoritas - y por la cólera de haberme dejado esa herida en el labio. Le dí duro mientras ella gemía, esta vez tapándose la boca con una mano, mientras se sujetaba a la cabecera con la otra, hasta que eyaculé por tercera vez, tal como en nuestro primer encuentro. Volví a comentarle sobre el charco que había en el piso, y ella me dijo que no sabía qué era.

    Nos aseamos y vestimos rápido, y ya listos para salir de la habitación, "mi pantalón, mi pantalón, ¿dónde está? carajo... ¡mi pantalón!" mientras revisa efusivamente todo, destapando las sábanas y mirando bajo la cama. ¿Qué pantalón?, lo llevas puesto" le dije, "no pues mongo, el pantalón que compré ayer y el regalo para mi papá" mientras se agarraba la cabeza. Recordé que lo dejamos para que nos lo guarden en el bar y se lo dije. "¡Qué huevona soy, qué huevonaaaaa....!" Hasta entonces no me cabía duda que era una corcha, que se olvidaba de todo, documentos, citas, compras, etc. Era domingo, día del padre. "vamos rápido al bar, deben estar aún tomando dentro a puerta cerrada" le dije, mientras salíamos cegados a la calle por los rayos del sol.

    Llegamos y me dice que ella prefiere esperar en el taxi. En efecto, la puerta estaba cerrada, pero escuchaba bulla. Toqué fuerte, casi golpeando la puerta y al fin me abrieron. El espectáculo era como una película de zombies, casi toda la gente de la noche anterior seguía, en estado de borrachera bruta e inconsciente. tuve que pasar abriéndome camino, hasta que una flaca me agarra las piernas desde un sofá bajo y me dice balbuceando: "¿eres papá? Dime, ¿eres papá?....porque si eres papá te doy un regalo por tu día... estos mierdas de mis acompañantes se han dormido... y necesito compañía...", me zafé sin decirle nada y fui hacia la barra. El Diablo no estaba, pero sí Steven que junto a otros seguían celebrando su primer día del padre. "¡Ohhhhhh... huevón... te has mechado... te han sacado la mierdaaaaa!" me dice entre risas. "No, me han mordido" le digo. Steven se caga de risa y dice "¡Ahhh, ya recuerdo, anoche estabas que te comías a la flaca, seguro ella te ha comido a ti, ¡jajajajajaaaaa!" y se me adelantó "Seguro has venido por esto" y me entregó el paquete de la flaca no sin seguir con sus bromas: "Anda ponle el lompa a la flaca, cómo te la llevas así de calata...¡jaaaajajajaja!". Un abrazo de felicitación y me quité al toque. Subí al taxi y nos fuimos a la casa de la flaca.

    Al llegar nuevamente se puso nerviosa y me pidió dejarle unas casas antes, para que sus viejos no la vean bajar de un auto con alguien. Me dio un beso tímido y me dijo que me llamaría para contarme lo que le pase con sus viejos, y para seguir viéndonos, y que esta vez no demoraría en comunicarse conmigo. Vi que abrió su puerta, se despidió con la mano e ingresó. Pedí al taxista que me lleve a casa. Estaba devastado; la flaca me estaba dejando deshidratado. Mientras estaba en camino, pensaba que podía hacer de esta experiencia una relación informal excitante con esta chica, sexo salvaje, sin que comprometa mis horarios de universidad y sobre todo sin comprometer sentimientos. O eso creía...
     
    IGORTEPES, 5 Abr 2020

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    Que buena anécdota, siga está muy buena la historia.
     
    Luman, 5 Abr 2020

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    Gran relato cofrade, excelente forma de narrar los hechos, no pierde detalle alguno
     
    sb3x, 6 Abr 2020

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    Gran relato cófrade!! Bien contado.. continue por favor.
     
    sic2005, 8 Abr 2020

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    Gracias a todos por los comentarios. Vamos a continuar con el relato.

    Fueron hasta entonces dos semanas en las cuales me embriagué de lujuria con el cuerpo de la flaca, ese cuerpo delgado, sin embargo muy bien formado y sexy. Dos noches vividas plenamente en sudor y sexo, en el fulgor de su caliente vagina húmeda y sus pasionales besos, entre sobresaltos y la adrenalina por escapar, escondernos, tirar y regresar a nuestras casas sin que ella sea descubierta.

    Efectivamente, ya no pasaron muchos días para que ella se comunique. Aquel domingo por la noche, luego de haber completado a duras penas algunos trabajos para la universidad, pensé en llamarla. Para mala suerte, había visita en casa, sentados cerca al teléfono y con el anexo averiado (en aquellos años, tal como comenté antes, sin celulares la situación de comunicación era complicada). Salí a una bodega cercana por cigarrillos, y mientras prendía mi primer Premier de la noche, me acerqué al teléfono público y marqué su número, consciente del riesgo de que su padre responda y me cuelgue. El teléfono sonaba ocupado. Intenté dos veces más e igual. Resignado terminé mi cigarrillo y me fui a casa. Al llegar, mi padre me dice que alguien me llamó, y que si puedo devolver la llamada en cuanto llegue, al saber que era ella, una sensación de emoción recorrió mi mente que dibujaba todo el día el recuerdo de cada rincón y curva de su cuerpo. Como los invitados seguían, fui nuevamente al teléfono en la calle y le llamé con premura. No terminó la primera timbrada y ella responde, con su voz de pito, ya familiar para mi, cálida y sensual a la vez. "Te estaba llamando" me dijo. Me contó que felizmente no hubo muchos problemas con su padre, que había llegado ebrio (como constantemente estaba dada su condición de regular alcoholismo) y que la tensión se depositó entre él y su madre, haciendo que su regreso de la mañana haya pasado desapercibida.

    Luego de contarnos algunas cosas, me dijo que le gustaría verme otra vez, y que si disponía de tiempo en la semana. Ambos coincidimos en que el martes pro la tarde teníamos tiempo libre, y nos citamos. pasaría a recogerla a su universidad.

    Aquel martes, salí corriendo de clases y me fui a su universidad, la que estaba cerca. La vi desde lejos, acercándose con su paso característico, como si sus piernas quisieran doblarse, con el cabello largo oscilando en el viento y una mochila sobre la espalda. Al mirarnos fijamente, solo atinamos a sonreír y darnos un tímido saludo de beso en la cara, mientras ella se despedía de algunas compañeras que alternaban su salida cerca a nosotros.

    "Vamos caminando" le dije, y empezamos a ir sin rumbo, hablando de todo, de cómo llegó a casa, me contaba el problema de su viejo con la botella, y cómo mermaba en su trabajo y sobre todo en su familia. Mientras ella hablaba, podía verle el rostro mucho mejor a la luz del sol, su piel blanca, las casi imperceptibles pecas que por las tardes y noches yo no notaba, y sobre todo, el color cambiante de sus ojos, que combinaban el verde y caramelo según el ángulo de luz que sus iris recibían.

    Y sin valentía mutua para hablar nuevamente del sexo intenso que tuvimos, decidimos ambos, casi a la vez, saciar la sed con unas cervezas en un pub simpático. Y es así que nuevamente la confianza plena afloró y empezamos a comentar detalles. "He estado pensando mucho en ti, todos los días desde la primera noche, y también en el segundo encuentro... me has dejado hipnotizado" le decía, mientras ella, ruborosa, respondía "¿En verdad?, yo también... y...¿qué te ha gustado de estas noches?" mientras esbozaba una sonrisa pícara. "Tus besos, tus nalgas, tu olor, tu sexo. Tu ritmo y gemidos, ¡todo!", ella dejó escapar un suspiro y respondió mientras ponía una mano bajo la quijada y la otra alcanzaba la mía: "Y a mi me ha gustado todo... ¡TODO! de ti". Sentía que su mirada y sus palabras me excitaban y me provocaban una erección, y estaba seguro que ella estaba caliente y mojada. Entre tanta charla pícara, le comenté "hasta ahora, no entiendo ese charco en el piso del cuarto, en el hotel, ¿qué habrá sido?" y ella, riendo, tapándose la boca, confesó: "Mira, te confieso, estaba tan borracha, tan cansada, que cuando tú entraste al baño, también quise orinar, y me daba flojera levantarme de la cama, así que yo me oriné en el piso, y lo que pisaste, fue lo que hice... lo siento" y ambos explotamos en risas.

    Toda la tarde nos la pasamos entre chelas y más chelas. Aun cuando su cuerpo era delgado y parecía que con un vaso caía, era de aguantar al tomar. Ya entrada la noche y bastante ebrios, salimos del local. Fuimos caminando hasta su casa, una media hora, abrazados, tratando de mantener el equilibrio, mientras reíamos y disfrutábamos del momento. Era día de semana, así que ni pensar en escaparnos a un hotel nuevamente, y menos cuando yo tenía pendiente más trabajos para mis cursos. Al dejarla en la puerta nos besamos y despedimos sin acordar cuándo nos veríamos otra vez. La pasamos muy bien, al margen del sexo, conociéndonos mejor en personalidades y gustos, que curiosamente eran muy similares en ciertos aspectos.

    El miércoles me la pasé muy ocupado, todo el día aunque siempre se me pasaban fugaces recuerdos de ella por la mente. El jueves salía de clases a la 1:00 pm, y veo fuera de la facultad a dos personas, a quienes reconocí mientras me acercaba. Era un amigo, el chato, que no estudiaba nada, y con quien intercambiaba música, cassettes, cd's, y que se recurseaba vendiendo marihuana a algunos universitarios por todas las carreras. Y también estaba la flaca, mi flaca sexual, ellos también se conocían por amigos en común, por gente del bar de nuestro primer encuentro y también por su ex. Un abrazo con mi pata y un beso en los labios con ella, que nos salió natural. El chato se palteó, "asu, qué buen saludo" nos dice, y nosotros sin saber qué decir. "¿Están, no?" prosigue, "no/si... si/no" alternábamos al mismo tiempo las respuestas contrarias con la flaca y nos reímos los tres. Él se las olía, algo teníamos en secreto.

    El chato nos acompañó hasta la puerta, me devolvió algunos cassettes y nos despedimos de él. Nosotros seguimos nuestro rumbo - sin rumbo - conversando. "Oye, quise darte una sorpresa, la vez pasada me contaste tus horarios de clases de la semana y decidí venir a verte" decía alegre la flaca mientras no dejaba de sonreír. "¿En verdad?, gracias por la sorpresa. ¿Y cómo apareciste con el chato?" le pregunté. "Me encontré con ese huevón en la puerta, y como no podía ingresar, tuve que ayudarlo a pasar y decir que era un practicante al que robaron sus documentos y buscaba a mi papá para que le ayude" (ella era hija de un catedrático de mi universidad, y tenía pase para poder ingresar. El viejo no era de mi facultad, felizmente). Llegamos nuevamente hasta su casa, pero antes tomamos unas gaseosas por una bodega cercana, y entre bromas, besos y risas, nos despedimos acordando vernos el sábado.

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    IGORTEPES, 13 Abr 2020

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    Aquel sábado por la tarde se hizo desesperante minuto a minuto para dar con la hora pactada. Sabía lo que iba a ocurrir nuevamente. Me sorprendió que llegase puntual. Nos saludamos y lo primero, "¿unas chelitas?" le propuse, "¡claro que sí!" respondió la flaca, emocionada. Nos fuimos a pasear por las zonas más interesantes, y alternamos dos locales buenos y muy bien decorados, tomando cervezas en cada uno de ellos, riendo y sazonando el morbo contenido.

    Llegamos entre charla y charla, entre risa y risa, entre conversaciones totalmente inocentes e interesantes, a cambios de temática de doble sentido y sexuales, al recuerdo de nuestros encuentros, nuestras poses favoritas. Besos y sonrisas, nos quedamos callados de imprevisto. "oye, ¿te diste cuenta que nos llevamos muy bien, en todo sentido?" me habló algo seria ella. "Tienes razón flaquita. Tenemos mucho en común" mientras nos quedamos nuevamente en silencio, mirándonos fijamente. No sé qué pasó, no lo tenía planeado, pero me salieron estas palabras "Oye, ¿y no quieres estar conmigo?". Sentí que al terminar de pronunciar eso se me pasó el efecto del alcohol, y esperaba su negativa rotunda. Ella sonrió, "qué dulce, qué lindo" dijo (y yo pensaba, "¿dulce? ¿lindo? hemos tirado como locos llenos de pasión y ahora me mira con ternura. ¿qué está pasando?"). La flaca me dijo seriamente "mira, me encantas, me gustas mucho pero hay reglas que yo me he impuesto, yo nunca acepté ninguna relación inmediatamente, siempre me tomo unos días. Voy a pensarlo, dame dos semanas" mientras tomaba mis manos con la suyas en medio de la mesa. "Además, recuerda que hace pocas semanas terminé con mi ex, y no quiero que pienses tú y los otros que soy una ruca". Hice un gran esfuerzo por no reír, porque sabía que ella era movida, muchos de mis amigos deducían que nosotros ya tirábamos, chapábamos delante de todos como si fuéramos enamorados, así que su reputación no iba a cambiar mucho. "Bueno, no hay problema, voy a esperar tu respuesta" mientras nos dimos un nuevo beso y seguimos tomando.

    Ella se veía bien, como cada fin de semana, con sus jeans ajustados que dibujaban su culo en perita, y ya me imaginaba arrancárselos para penetrarla como las veces anteriores. Yo le comía con la mirada cada vez que se iba al baño, y ella regresaba coqueta susurrándome al oído "¿Te gusta? ¿Crees que no sé que me miras? Más tarde pueda que te lo de..." A medida que seguíamos con las chelas, su voz se aletargaba más, y contrariamente a las otras veces, el alcohol le llegó rápido y empezó a apoyar sus brazos en la mesa y a quedarse dormida. "¡Por la puta madre!" exclamé bajito. ¿Y ahora qué?, apenas eran las 09:30 pm y ella ya estaba muerta. Los del local miraban de reojo y comentaban, habían muchos turistas y entre risas disimuladas y ciertas palabras que yo podía entender claramente, traté de despertarla. Le dije para salir, a duras penas se puso en pie, le puse la casaca y salimos.

    Las calles de estos locales eran peatonales, calles pequeñas, y empezamos a recorrerlas para poder salir a una vía principal y tomar un taxi. La sostenía firme de la cintura para evitar que se caiga, y dirigía la dirección que debía andar con los zapatos con tacos altos que tenía puestos. A medio camino, en una de las callejuelas, vacía de gente y silenciosa, ella me pide parar. "¡Me orino!... me orino" me dice con los ojos casi cerrados, "entonces vamos rápido a la vía principal, y pedimos en algún local que te dejen usar los servicios" respondí mientras trataba de acelerar el paso. Ella se detuvo firmemente y finalmente abrió un poco los ojos, "¡No!, no aguanto. Tápame, y se fue a un rincón de aquella calle angosta, bajo un balcón colonial de la única casona ubicada ahí. Afortunadamente nadie transitaba ese momento, y tampoco habían luces o señales de que alguna persona pueda estar viendo desde aquella casa. Tuve que acercarme, sacarme la casaca y taparle mientras ella se bajaba con dificultad los jeans ajustados. Vi su calzón rojo, el cual también se lo bajó, pude ver de manera fugaz sus vellos al ras, delineados en un triángulo pequeño hasta el inicio de la vulva, mientras se sentaba en el piso, sobre una rejilla de alcantarillado. Terminó de orinar y se subió la ropa. La abracé nuevamente y avanzamos un par de metros, ella volvió a cerrar los ojos y me dijo con voz aletargada pero decidida: "Estoy muy cansada para caminar, quiero sentarme un rato" mientras se dirigía al portón cerrado de la casona. "¡Carajo!" pensé, y no era la urgencia por tirármela, era ahora el temor porque puedan asaltarnos ese rato, en ese lugar silencioso, en esa callejuela sin lugar donde escapar ni locales donde refugiarnos. La flaca se sentó en el escalón del portón, apoyó su cabeza sobre sus brazos y éstos a la vez sobre sus piernas y se quedó dormida. Traté de despertarla pero fue en vano, estaba muy mareada, el alcohol le cayó fatal, por primera vez. Resignado, me concentré en estar alerta a cualquier movimiento que pueda haber, a cualquier persona que pueda pasar. Volvía hacia ella para despertarla, y me pedía diez minutos más y volvía a quedarse dormida, incluso roncando.

    Pasados cinco minutos decido llevármela de cualquier manera, e intento despertarla y cargarla. No me dejó hacerlo, el aire le había chocado peor y parecía más fuera de sí. Balbuceaba palabras y con suerte yo entendía algunas cosas. le pedía que me deje cargarla, que iríamos a descansar a un hotel, que era peligroso estar ahí, solos, en esa calle vacía. Ella no entraba en razón y se negaba, sólo quería dormir ahí mismo. Hasta que de pronto levanta la mirada y me dice: "Quiero hacer el amor". Le respondo "yo también, por eso, vamos a un hotel, camina, o mejor te cargo". en realidad yo quería que ella despierte y se reincorpore, las ganas de tirármela en ese momento pasaban a segundo plano. "¡No!, yo quiero hacer el amor ahora mismo... aquí... no me importa!", y repetía eso cada vez más alto. Ahora también me preocupaba que la gente de la casona pueda escuchar. Se puso en plan rayada y terca. "¡Quiero hacer el amor!... ¿no entiendes?, quiero tirar, quiero cachar... ¡quiero que me caches! ¿acaso no te gusto? ¿para eso me has pedido estar, si no vamos a tirar?". Traté de taparle la boca y se rayó más, "qué horrible borrachera tiene esta flaca" pensé. Los minutos pasaban y no había progreso en la intención de movernos del sitio.

    "Si me haces el amor, acá mismo... me levanto y nos vamos... sino, me quedo sentada hasta mañana..." me decía. Nunca había lidiado con una mujer en ese estado de inconsciencia por alcohol. "Ya pues, ni modo" le dije. No me importó que otra vez no tenía condones. Me senté en el escalón del portón, ella me pasaba la mano por sobre el pantalón tratando de sentir mi pene, y esto hizo que pueda conseguir la erección. Ella se paró, se bajó el pantalón y se sentó sobre mi, de espaldas, mientras trataba de introducir mi pene en su vagina. De un solo sentón se introdujo en esa conchita que me volvía loco. La sensación de calor y humedad que tenía me excitaba, pero esta vez había un ingrediente adicional, la adrenalina de tener sexo por primera vez en la calle, que incrementaba mi libido y me hacía gozar más. ella se movía perfectamente de adelante hacia atrás, a pesar de la borrachera, sincronizaba muy bien los movimientos. Yo la sostenía de las caderas y ayudaba a mantener fuertes y rápidos sus movimientos, mientras ella sostenía con una mano su pantalón a la altura de sus rodillas y con la otra se frotaba el clítoris. Sus nalgas recorrían todo mi bajo vientre mientras dejaban ver tímidamente su ano rosado cada vez que se movía hacia adelante.

    No tardó mucho para que ella empiece a gemir como siempre lo hacía, su característico "oooooooaaaaahhhhh... ya me vengooooooo... qué ricoooo... ahhhhhhh" mientras se movía más rápido y su mano frotaba desesperadamente el clítoris. Echó su cabeza hacia atrás y gemía fuerte, en tanto que le puse mi mano a la boca para silenciarla un poco, me mordió fuerte, me atrapó con su mano y empezó a meterse mis dedos a la boca, lamiendo y chupándolos. Yo tenía la intención de levantarme y salir de ahí inmediatamente, pero sentí la excitación y la sensación previa que recorre como electricidad los conductos seminales previo a la eyaculación. "Sigue moviéndote" le susurré al oído, y ella obedeció con ganas, empezó a mover el culo nuevamente, mientras yo me recosté un poco más hacia atrás y le tocaba el ano en cada vaivén con mi pulgar. Llegó la explosión y eyaculé en ella con mucha fuerza, y mucha cantidad. Saqué papel higiénico, la limpié y me limpié, y nos arreglamos presurosos. Yo temía que nos echen agua de la casona, o en el peor de los casos, que aparezcan algunos maleantes y nos asalten. Afortunadamente, nada de esto pasó, y la flaca empezó a caminar, siempre tomada de la cintura, para evitar una caída. "¿Ves amor... qué rico hemos tirado?" me decía mientras trataba de articular otras palabras que yo no llegué a entender. "Amor me dijo", pensé, "pero palabras de borracha no cuentan" y no presté mayor atención.

    Llegamos pues así a la vía principal, más tranquilos y seguros. Ya habíamos tirado en la calle, y tal como estaba la flaca, en ese estado, me desanimaba para llevarla al hotel. Le pregunté si quería ir, o si se sentía muy mal y prefería que la lleve a su casa. Ella seguía ebria y terca, obstinada, y me dijo, "vamos al Bar del diablo, necesito tomar agua y despertar un poco... no puedo llegar a casa así, me van a matar". Sabía que no podía discutir con esa mujer en ese estado, y no me pareció tan mala la idea. Yo estaba bastante bien aún, y podía aprovechar en encontrarme con mis amigos en el bar. Así que al bajar del taxi ingresamos y como era de esperar había mucha gente. Mi amigo El Diablo, dueño del local estaba ahí, también Steven, quienes nos invitaron a unirnos a su grupo. Para suerte de la flaca, los sillones eran muy confortables y blandos, y ella aprovecho para quedarse dormida junto a mi, apoyada en los cojines, con ronquidos incluidos. "¡Oye qué fue!... jajaja... pendejo... ¿quieres emborracharla para comerte a la flaca por sus tres bocas no?... jajaja", empezaban a bromear. "¡Shhhh!... nada de eso..." les dije apresuradamente mientras les contaba el mal rato que me hizo pasar en la calle.

    Estuvimos así como por dos horas, tomando y hablando con el Diablo y Steven, y otros amigos más. Cerca a la barra logré reconocer a una chica que me miraba de lejos, era Yanina, mi amiga, ella quien se ganó el pase de verme la semana anterior acompañando a la flaca a comprarse el pantalón, y ella ayudaba a su mamá en una de sus tiendas. Me llamó con la mano, me levanté mientras la flaca seguía durmiendo y me fui a saludarla. "¡Hola Yani! ¿qué tal? ¿por qué no vienes a nuestra mesa? ya los conoces a ellos" mientras apuntaba a mis amigos. "A ellos sí, claro que los conozco, pero no voy a ir, porque tu novia me puede pegar" me dijo sarcásticamente. "¿Mi novia?, nada que ver, estamos saliendo como amigos, nada más". Ella tenía - como la mayoría de mujeres - un sexto sentido para estos casos y me dijo "no mientas, conociendo la fama de esa golfa seguro ya se te ha regalado y tú redondito has caído... huevón". Nos reímos y le dije, "nada que ver, es mi pata, así como tú" mientras le tomé la mano, sin ninguna intención más que reforzar el vínculo amical. "¡Ajjj!...¡suéltame!...¡qué habrás hecho con esa mano cochina, dónde la habrás puesto!" me dijo entre molesta y sarcástica, no le dije nada y solo reí, porque era verdad, esa mano tocó conchita, culo y fue relamida por la boca de la flaca un par de horas antes. "Bueno, regreso con mis amigos, nos vemos" me dijo Yanina y se despidió. Sentí una percepción de celos en ella, en fin, nunca dejó que pase más antes, sólo unos chapes, así que ella se la pierde.

    Regresé a mi mesa y la flaca seguía dormida, un par de vasos más con mis amigos y finalmente ella despierta. Se reincorpora, va al baño y regresa con la cara lavada y peinada. "Ya estoy bien" me dice. Le ofrecimos un vaso pero ella no aceptó. "No quiero saber nada de alcohol en mi vida" mientras hacía muecas de desagrado mirando las botellas. "Sí... claro", pensé.

    (va)
     
    IGORTEPES, 13 Abr 2020

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    Ya eran casi las dos de la mañana. Yo ya estaba bastante picado y mis amigos en otra. Nos despedimos y salimos con la flaca. "¿Vamos al hotel?" le pregunté. "No creo, estás ebrio ahora, y si vamos nos quedaremos dormidos hasta tarde mañana y en mi casa me matarán". Tenía razón, yo quería dormir y si me iba al hotel no me iba a despertar hasta el mediodía. Taxi a su casa, la despedí con besos y le dije que entre para poder subirme al mismo taxi e ir a la mía. Ella me miró y me dijo: "Quédate un rato conmigo, para estar juntos, después tomas otro taxi". Así lo hice. Pagué la carrera y bajé. Como no podíamos entrar a su casa, empezamos a caminar al pequeño parque a media cuadra, nos sentamos a ver la luna llena y a besarnos en unas gradas bajas al borde del césped, tras unas bancas que nos servían de barrera. Le pregunté algo que me tenía preocupado: "Oye, la primera noche que hicimos el amor me dijiste que estabas en tus días infértiles, pero la anterior semana, no nos cuidamos, y ahora tampoco, y se supone que ya estás en tus días peligrosos, ¿no me saldrás con alguna sorpresa luego, no?". Ella se molestó un poco y me cuadró: "¿Qué crees que soy? ¿una "caza-maridos"? ...Ni que fueras Van Damme". Nos reímos mucho y ella prosiguió: "en verdad sí, la anterior semana tuve que tomar las pastillas salvadoras". Tengo que recordar que en aquellos años, la pastilla de emergencia comercial tal como la conocemos ahora no estaba en venta aún, pero una amiga de la flaca, obstetra recién graduada, le había dado unas, que me imagino, tenían el mismo efecto regulador que las "pastillas del día siguiente actuales". "Y gracias a ti, voy a tener que tomar hoy otra vez" me dijo frunciendo el ceño. "¿Crees que no recuerdo que me violaste en la calle hace horas?" decía seria pero con esbozos de querer soltar una sonrisa en la comisura de los labios. "¿¡Qué!?... pero si usted, señorita, no quería moverse del lugar aún cuando podían habernos asaltado o llamar a la policía o arrojarnos agua..." respondí antes que ella me estampe un beso. "Pero estuvo muy rico, ¿no crees?" decía mientras seguía besándome.

    Yo estaba picado y fácilmente excitable, ella ya estaba en sus cinco sentidos pero también empezaba a acelerar la respiración y entre besos mis manos se fueron a sus nalgas, mientras ella ponía un brazo en mi cuello y con la otra me frotaba el pene por fuera del pantalón. "Ven...", se levantó y me llevó de la mano por el camino hacia su casa. Pensé que la flaca quería meterme ahí con el riesgo de su viejo renegado, pero nos desviamos por una intersección en la esquina, una calle cortita que daba a una avenida colectora en trabajos de pavimentación, por lo tanto, sin tráfico. Aprovechando que un poste de alumbrado estaba malogrado, y que esa área correspondía a un muro perimétrico de un almacén sin puertas cercanas, nos encubrimos en la oscuridad de aquella madrugada para devorarnos a besos, y nuevamente tirar como amantes desesperados. Entre besos y manoseos, la flaca gemía y murmuraba "me vuelves loca... me arrechas". Le hice girar de pie, mirando al muro, y mientras ella se apoyaba en él, yo le bajaba el pantalón. También pude subirle el polo por dentro de la casaca abierta y dejar al aire sus senos chiquitos pero excitables, metí mi mano entre las nalgas por detrás mientras ella volteaba la cara para besarme y meter su lengua en mi boca. Cambié la posición de mi mano, tocándola por delante, apretando suavemente el clítoris en círculos, y mientras alternaba al meter mis dedos en su conchita. Al sentirla mojada, abrí sus nalgas y acomodé mi glande en la entrada, metiéndosela lentamente, sacándola para rozarle el clítoris, rozarle el ano, la flaca se estremecía de placer y me pidió que la penetre de una vez. Así lo hice y mientras ella gemía y se movía sacando más el culo, yo le abría las nalgas intentando metérsela toda, hasta la base de la verga. Seguimos en ese posición, ella de pie sacando el culo y yo por detrás abriéndole las nalgas y penetrándola con energía. No podía olvidar su anito. Llevé un dedo a su boca y me lo chupaba, al dejarme ensalivado lo llevé al chico y se la metí poco a poco. Era una sensación muy placentera, ella se agachaba un poco más y aumentaba los gemidos; le encantaba sentir mi pene y a la vez un dedo en el culo. Intenté con un dedo más, pero empezó a quejarse. "Me gusta, pero me duele... no me metas más dedos" me dijo. Así que se los saqué y me concentré en darle duro por la concha, mientras sentía sus nalgas rebotando en cada arremetida a la vez que el sonido de sus líquidos dejaban escuchar el típico "¡splash, splash!". Ella se levantó un poco más y tomó mi mano: "Pasa tu mano por delante y tócame... tócame el clítoris... ya me vengo... ya me vengoooooo... ohhhhh... ooooaaaahhhh..." y me sujeté a sus tetas mientras ella explotaba en trance orgásmico. Nuevamente la incliné un poco para que saque el culo, le abrí las nalgas y empecé a arremeter con velocidad porque también sentía que me venía. Le llené nuevamente la concha con semen, mientras ella contraía sus paredes vaginales y me deleitaba de placer. Seguíamos pegados unos segundos para recobrar la respiración, y en una casa del frente, algo alejada, vimos las luces que se prendían. Saqué mi pene aún erecto y ella se subió el calzón y el pantalón. Nadie nos vio, nadie nos dijo nada. Solo ella, que al caminar hacia su casa, que estaba tan cerca, decía "Qué asco...toda tu leche está goteando por mi pierna, ya me mojó todo el calzón y el pantalón" mientras reíamos como cómplices amantes.

    Llegamos a su puerta, nos abrazamos y miramos a los ojos. "Oye flaca, ¿te das cuenta que me has pedido dos semanas para pensar y darme la respuesta para estar o no? Sin embargo, tenemos una vida sexual activa, y alocada, ¿no te parece raro eso?" le dije mientras le besaba la frente. "Sí, es raro... nunca me sentí tan... compenetrada... confundida... pero ya te expliqué... no quiero que la gente me vea cambiando de enamorado tan rápido..." mientras levantaba la cara y me besaba. "Justo esta semana, mi amiga de facultad me preguntaba si una puede enamorarse de un choque y fuga... y yo le dije... dime tú... estoy en las mismas" y se rió tímidamente. "Hagamos algo", dijo, "ya no serán dos semanas, solo una, dame una semana, el próximo sábado te doy la respuesta, ¿qué dices?". No me pareció mala la idea. "¡Acepto!", entonces quise despedirme y ella me puso la mano a la boca "No no, nada de besos ni nada, hasta que te de la respuesta la próxima semana". Eso me hizo reír y preocuparme a la vez. "¿Estás loca?, hemos hecho el amor tantas veces, acabamos de hacerlo hace minutos ¿y ahora me pides que nada de besos?". realmente no la entendía. "Entiende pues, quiero que esta relación inicie bien, formal, como debe ser, con sentimientos y sin lujuria, al menos no como empezamos estas semanas. Si esta semana estamos así, con el respeto debido, me será fácil tomar la decisión correcta. Pero si seguimos tirando nada más, pensaré que lo nuestro sólo es algo sexual". Salí confundido totalmente, pero no me quedaba otra. Ya me la había tirado hace minutos, me la había chapado, le había tocado la concha, el culo, las tetas y nalgas, habíamos intercambiado saliva y lenguas en nuestras bocas, y ahora debía despedirme con un abrazo y un beso en la mejilla. ¡Qué cojudez! pensé.

    Así fue, beso en la mejilla, abrazo y beso en la frente, y ella se metió a casa sonriendo y agitando su mano. Afortunadamente, no le habían cerrado la puerta. Caminé un poco hasta encontrar un taxi, y sentí que la borrachera me había pasado. ¿Qué hice?, pensaba. Se supone que yo no quería otra relación... pensé que lo único que tendría con la flaca era sexo salvaje... ¿en qué me estoy metiendo?... ¿valdrá la pena?. Todas estas dudas circularon por mi cabeza. Esta noche fue tan extraña...

    Veremos qué pasa el próximo sábado.
     
    IGORTEPES, 13 Abr 2020

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    Muy interesante tu relato broder que chica para más loca te toco y muy bipolar también pero bien arrecha a la ves esperamos la continuación del relato
     
    parrokiano23, 13 Abr 2020

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    Buen relato Cofrade, a la espera de la continuación...
     
    kurt29, 14 Abr 2020

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    excelente relato, esperando la continuación, 3,2,1...
     
    bizarronocturno, 15 Abr 2020

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    Gracias por los comentarios. Retomamos el hilo del relato, de aquellos tiempos excitantes y locos, con la flaquita.

    Aquella sensación de extrañeza, alegría y emoción se conjugaban con destellos de seriedad y hasta preocupación. ¿En serio, habíamos llegado al punto de querer formalizar la relación? Se supone que sólo era sexo... sexo con la flaca rica, aquella que tenía fama de movida, ¿o serían habladurías de todos los que querían estar con ella, y a quienes ella choteó sin roche, incluyendo a mi amigo Diablo y también a Steve y el Chato? Y ahora este sentimiento había sobrepasado mi tranquila intención morbosa hacia el plano sentimental. ¡Qué diablos! No podía detener eso.

    El domingo por la noche me llamó la flaca. "¿Nos vemos mañana por la noche? ¿Me recoges de clases?" me dijo. Así acordamos, y saliendo de la universidad, pasé por la suya. Tal como me pidió, nada de besos en la boca, solo caminar, hablar, desarrollando el cortejo de dama y caballero que ella quería, previo a una posible confirmación de la relación. Así pasó casi toda la semana, pasé por ella para recogerla al final de sus clases, a veces más temprano, a veces por la noche. Caminábamos y tomábamos algún café, un piqueo ligero, nada de alcohol ni sexo. Mi mente estaba puesta en ella, y por momentos me preocupaba no concentrarme en lo más importante, mis últimos cursos de facultad, los trabajos, las opciones de prácticas que avizoraba en algunas empresas. Estas semanas el hilo de importancia se había escondido tras el recuerdo permanente de la imagen de la flaca, de su fragancia, su sonrisa, el aroma de su vagina, sus curvas, sus gemidos.

    El viernes, al llegar a su casa, como era costumbre, me pidió vernos al día siguiente otra vez. Le recordé que era sábado, "oye, recuerda que mañana se cumple la semana para tu respuesta", y ella sonriendo y guiñándome el ojo de manera coqueta se volteó y dirigió hacia su puerta, la abrió, se ocultó a medio cuerpo tras ella y antes de cerrarla me dijo "claro que no me olvido, mañana nos vemos y hablamos de eso, ¡chao, cuídate mucho!" mientras me mandaba un beso volado con la mano, y en ademanes de juego, yo hacía como que lo atrapaba del aire y entre risas, cerró la puerta.

    Aquel sábado nos vimos a las tres de la tarde en el parque X, el mismo de nuestro primer encuentro post revolcada; ella estaba linda, bastante arreglada, con un jean pegado, botines, y un saco delgado con una cafarena, todos en tono azul metálico y negro, y un collar dorado pequeño que hacía un buen contraste. Aun cuando tenía el saco, era corto y se podía ver el culito formado, ese culito que me volvía loco y el cual ya había amasado, abierto y sentido en cada penetración en la que la tenía de espaldas hacia mí, en cuatro o parada, o sentada. Pensé que ese sábado debía definirse el futuro de seguir comiéndome ese cuerpo, o si me pondría el parche y hasta aquí no más, o peor, que sólo me quería como amigo.

    Como era ya costumbre, nos fuimos por unas chelas, en uno de los bares que ya frecuentábamos. evitamos ir al bar del Diablo, porque esa conversación pendiente requería de privacidad y que nadie nos interrumpa. Luego de un par de botellas pequeñas, y luego de contarnos cosas triviales de la semana, las clases, la familia y otros, fuimos al grano. "Oye flaquita, como ya sabes, ahora se cumple una semana para tu respuesta, ¿qué decidiste?" Y ella sin mucho qué decir, ruborizada y esbozando una sonrisa me respondió: "¿Tú qué crees?" En ese momento no sabía si eso era bueno, o malo, si me iba a decir que sí, o si me iba a dar un sermón de que hemos empezado mal y que necesitaba más tiempo, o quizá no estaba preparada... no sé. Esos segundos se hicieron interminables. "Mmm... no sé, dímelo", respondí. "¡Sí, la respuesta es sí!... quiero estar contigo" dijo ella, y sin que me de opción a reaccionar me dio un tierno beso, no como los lujuriosos a los que acostumbraba, sino uno que me hizo sentir y reconocer que había cariño y algo más que sólo pasión sexual.

    Continuamos con algunas chelas más, riendo felices, tomándonos de la mano, y curiosamente sin mencionar nada en doble sentido o alguna insinuación carnal. En verdad, la estábamos pasando bien. Eran ya pasadas las siete de la noche cuando de un sobresalto yo reaccioné, y ella asustada me pregunta el motivo, "Debo ir a la universidad, a controlar y tomar los datos de las pruebas de suelos sumergidos que dejé en el laboratorio, es un trabajo grupal que venimos haciendo desde hace tres días, y hoy me toca ir a tomar las lecturas. Si no lo hago, tendré problemas con mis compañeros, es parte importante de la calificación del curso" le dije mientras me tomaba de golpe lo que quedaba de cerveza. "Descuida, no te preocupes... ¡vamos, te acompaño, y si puedo, te ayudo!" me dijo. Le agradecí y acepté que me acompañe. en el camino nos compramos Halls y chocolates para disimular el tufo a alcohol. Llegamos a mi universidad y pasé el control de la puerta con mi carnet, y ella con el pase que tenía gracias a su viejo, que era catedrático.

    Caminamos hasta mi facultad y luego a los laboratorios de suelos. Me identifiqué con el cuidante, me abrió las puertas del laboratorio y empecé a revisar y tomar los datos, mientras tanto la flaca me dijo que necesitaba un baño urgente; le enseñé el camino y se fue ajustando las piernas casi corriendo. Salimos tan rápido del bar que ella se olvidó de orinar y tenía todas las chelas acumuladas. Mi trabajo fue sencillo, y en cinco minutos ya estaba listo. Ella ya había regresado y miraba todo, preguntando qué era, para qué servía, y mientras trataba de explicarle, sus muecas me decían que no entendía nada. "Es media calabaza, no va a entender nada", pensé.

    Llamé al cuidante para decirle que terminé y que podía cerrar las puertas. Él se quedó en su ambiente dentro del laboratorio, y salimos con mi flaquita. Al avanzar buscando la salida hacia la facultad nos encontramos en un silencio sepulcral, todo estaba oscuro, sábado por la noche significa nula presencia de estudiantes, profesores, trabajadores y otros. Cortamos camino por unas áreas verdes con árboles y mientras la tomaba de la mano para que no se tropiece, nuestras mentes se encendieron de nuevo. Ella se detuvo, yo intuí la razón, giré y la abracé inmediatamente. Ella me rodeó el cuello con sus brazos y me besaba apasionadamente. Nos echamos al pasto, al pie de unos arbustos y frente a un árbol, que nos servía de resguardo aun cuando no había absolutamente nadie alrededor. Me puse sobre ella mientras no dejábamos de besarnos. La flaca abrió sus piernas para acomodarme mejor, y nos calentábamos simulando hacer el amor, con la ropa puesta. Con la calma del silencio y la complicidad de la oscuridad, íbamos despojándonos de algunas prendas. Yo mi casaca, la que estiré en el pasto para que ella pueda echarse. ella se quitó el saco y se quedó con la cafarena, se la levantó hasta los hombros y se desabrochó el brasier. Empecé a lamer y chupar sus pezones sensibles, que inmediatamente se erectaron y generaron los gemidos de la flaca. Ella en tanto me desabrochaba la correa, me abrió el pantalón, me bajó el bóxer y sacó con sus manos mi pene, ya erecto y goteando el líquido seminal, y me masturbaba, sin dejar de gemir, y alternando los besos de sus senos con los besos apasionados a sus labios. Presuroso le desabroché el pantalón, y se lo bajé; ella se sacó sólo un botín para retirar solo una pierna del jean y también su tanga. Abrió sus piernas ahora con libertad y empezamos a masturbarnos mutuamente, mientras seguíamos comiéndonos a besos. Se volvía loca cuando alternaba la presión sobre su clítoris, en círculos, y la penetración a su conchita, con un dedo, con dos, y finalmente con tres, mientras su cuerpo se arqueaba de placer. "Ahora sí traje un condón, voy a sacarlo de mi billetera", le comenté al oído mientras se lo besaba suavemente. "No quiero condón, ya tomé mi pastilla por lo del sábado pasado, ¿recuerdas? y en la semana me reguló el mes, así que ahora estoy en mis días de free-pass, vamos a celebrar nuestra relación, ahora sí, como se debe". Estas palabras cortaron el romanticismo y nos hicieron reír, aunque no duró mucho. Nos fusionamos en besos nuevamente y me coloqué sobre ella. Mi pene entró fácilmente gracias a toda la humedad que su conchita emanaba. empecé el ritmo suavemente, mientras ella me tomaba la cara con las manos y me miraba de manera tierna, empezamos a acelerar el ritmo y sus gemidos delataban su satisfacción. Sus líquidos mojaban todo mi miembro, y chorreaban hasta mis testículos, generando el característico sonido de "splash" en cada arremetida. Me pidió que le recoja las piernas y las sostenga, y que mantenga mi ritmo. Eso hizo que se abra un poco más y pueda poner su mano sobre el clítoris, y mientras le penetraba fuerte esta vez, con pasión y ganas, ella se frotaba y mientras cerraba los ojos se dejaban escuchar los gimoteos y frases que ya me las conocía perfectamente, y que significaban el inevitable orgasmo suyo. "Así... así... qué rico... dame que ya me vengo... me vengo... ya me vengooooo...... ohhhhhh" y mientras llevaba sus manos a la altura de la cabeza, gimiendo, yo me apresuré en ritmo y fuerza, dejando caer sus piernas libres mientras apoyaba mis manos en el pasto, hasta que sentí que también me venía y que explotaba todo el semen contenido de la semana. Ambos jadeábamos de placer y seguíamos moviendo las caderas, entre besos y ritmos desacelerados, hasta acabar rendidos, yo sobre ella, sudados y sin palabras.

    Estuvimos pegados un poco más hasta que sentí que el semen salía de su vagina. Me aparté de ella y le alcancé un poco de papel higiénico para que se limpie, y lo propio hice yo. Nos besamos y abrazamos mientras disfrutábamos del silencio (tal como lo canta Dave Gahan y Depeche Mode), hasta que éste se rompió con su voz baja, exclamando "te quiero". Le tomé de las manos, se las besé e instintivamente le respondí lo mismo, "también te quiero", aunque en mi mente pensaba si realmente estaba empezando a quererla, o era aún muy apresurado, o si estábamos confundiendo el apego sexual. Nos levantamos y tratamos de acomodar nuestras ropas, nuestros cabellos, especialmente el de ella, largo, y que se había enredado y llenado de hojas pequeñas, ramas, etc. Por último levantamos el saco y casaca, y mientras ella se quejaba de que estaba muy arrugado, yo sentí que la cara interna de mi prenda estaba llena de semen, que había resbalado desde su concha. Traté de buscar más papel de mi bolsillo para limpiar, y ella me lo quitó de las manos, me pidió la casaca y la limpió: "Dámela, yo la limpio, fue mi culpa por ponerme sobre ella sin darme cuenta. Debí haberla sacado cuando sentía que tu leche goteaba por mis nalgas..." mientras trataba de quitar los restos cuidadosamente. Al ser la tela impermeable, el líquido de desplazaba de un lado a otro y ella trataba de contenerlo, aunque el papel ya estaba saturado. Cogió más papel para enrollar el que ya estaba usado y lo guardó en el bolsillo de su saco. Luego, me miró de manera pícara, e hizo algo que me excitó desde ahí y hasta ahora, cada vez que recuerdo la escena, se llevó los dedos con restos de semen a la boca, y se los relamió uno a uno. "Qué rico semen tienes" me dijo, mientras reía. Le agarré la cintura y bajé hasta sus glúteos mientras le besaba el cuello nuevamente, pero ella me detuvo y dijo "No señor, no seas vicioso, además, debemos salir porque ya es muy rochoso". Tenía razón, aunque me dejó con el pene resucitando, debíamos salir ya.

    Caminamos pues, hasta la facultad, nos lavamos las manos en las pilas exteriores, nos peinamos bien, y a la luz de los focos nos arreglamos las ropas para aparentar que nada había pasado. Nos dirijimos al control de la puerta y pedimos nuestros documentos. El vigilante, ya de edad, nos miró con una cara de desconfianza, una ceja más arriba que la otra, y exclamó con voz ronca, pausada y seca: "El cuidante a cargo del laboratorio nos comunicó que usted hizo la toma de notas de las pruebas de C.B.R. y que salió hace más de media hora. Se les recuerda, que la universidad es un lugar estrictamente para fines educativos" mientras nos alcanzaba los documentos. Nos quedamos asombrados y avergonzados a la vez, y sólo atiné a decirle que nos demoramos porque utilizamos el teléfono público de la facultad para coordinar los trabajos y reportar los datos. Salimos y nos reíamos. Fuimos a un café a comer algo ligero, y noté que el antebrazo del saco de la flaca tenía una mancha grande, blanca, de semen seco, que no habíamos visto y por tanto no limpiamos. Nos reímos mucho más, pues así, cualquiera se daba cuenta de lo que hicimos. Ya no había necesidad de alcoholizarnos para buscar hacer el amor. Ya nos pertenecíamos y podíamos ser cómplices a vista de todos, no teníamos que tener las excusas tontas para hacer aflorar nuestros instintos carnales. Sabíamos que la pasaríamos bien, como amigos, compañeros y amantes. Entendimos bien eso. Aquella noche, nos dirijimos a su casa, hablando, riendo, recordando cosas, tomados de la mano o abrazados. La dejé en su puerta, nos despedimos con un beso y me fui a la mía, feliz y extraño a la vez. "Se supone que esto no debía pasar aún... se supone... que debía pensar en lo mío primero... en mi carrera... en mis cosas" meditaba mientras caminaba y fumaba mis Premier. "Qué importa... creo que estoy enamorado otra vez... lo que venga, qué " y dejé de cuestionarme todas estas semanas locas.

    Aquella fue nuestra primera aventura, ya como enamorados oficiales, y que desencadenaría en muchas más experiencias, buenas, bonitas, fuertes y también penosas y decepcionantes, las cuales serán relatadas posteriormente. Reitero amigos, que esta vivencia es 100% real, y que la protagonista quedará así, sin revelar el nombre ni usar ficticios, porque el misterio que la rodeó y que la rodea hacen propicio que sea simplemente eso y nada más que "la flaca".
     
    IGORTEPES, 18 Abr 2020

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    kurt29, 18 Abr 2020

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