Género Cine épico de carácter Histórico y Leyenda

Tema en 'Cine' iniciado por Walia, 27 Ene 2010.

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    Ficha Técnica​
    Titulo Original:CenturionGENERO:OtroPAIS:Estados Unidos / Reino UnidoDURACION:97 MinutosAÑO:2010EN CINE:[​IMG]:20-08-2010UPLOAD:KeynesComprar película:

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    Sinopsis:
    Año 117 d.C.; se centra en la historia de Quintus Dias, único superviviente del asalto de Pictish a un fuerte romano fronterizo, que marcha al norte junto al general Viriles y la legendaria novena legión, con las ordenes de destruir a todos los Picts sobre la Tierra y acabar con su líder Gorlacon. En esa batalla, librada en los bosques de Escocia, los 300 soldados de la legión romana encargada de esa misión, desparecieron en misteriosas circustancias sin motivo aparente alguno...


    AVISAR DE TRAILER BORRADO O INCORRECTO​
     
    Walia, 4 Sep 2010

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    Centurión es un apasionante ‘thriller’ ambientado en Gran Bretaña en los primeros años después de Cristo. En él, Quinto, único superviviente de un salvaje ataque a un fuerte fronterizo romano, se une a la legendaria IX Legión del general Virilo en su marcha hacia el norte para aniquilar a las aterradoras tribus conocidas como los pictos.

    Tras un ataque por sorpresa, Virilo es hecho prisionero y Quinto tendrá que luchar por sobrevivir tras las líneas enemigas con un reducido grupo de soldados en una carrera por salvar a su general, evitar la captura y burlar a la muerte
     
    Walia, 4 Sep 2010

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    Britania (provincia romana)



    BritaniaProvincia del Imperio romano[​IMG]Datos GeneralesFundaciónCreada en 45, fecha en la que comienza la invasión romanaCapitalCamulodunum y LondiniumFronteras
    • Territorios bárbaros no sometidos (norte)
    AdministraciónEmperadorAnexionada bajo ClaudioCorrespondencia actualSur de la isla de Gran Bretaña (Gales, Inglaterra y ocasionalmente Lowlands escoceses)Sitio web

    Britania (Britannia en latín) es el nombre que daban los romanos a la provincia que ocupaba el centro y sur de la actual isla de Gran Bretaña. Existió entre los siglos I y V.
    Contenido


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    [editar] Los celtas

    Hacia el año 325 a. C. el navegante griego Piteas exploró casi todo el litoral de la isla y escribió una descripción bastante detallada sobre su geografía y habitantes. La isla de Britania había estado habitada por poblaciones diversas hasta que en el siglo IV a. C. llegaron los celtas, los cuales expulsaron a dichas poblaciones hacia las regiones periféricas. Poco se sabe de estos primeros tiempos. Es en el año 43 d. C. cuando Britania entra realmente en la Historia, tras la llegada de los romanos.
    [editar] Los romanos

    Julio César (Iulius Cæsar, en latín) efectuó dos expediciones a la isla en los años 55 a. C. y 54 a. C., venciendo al rey Casivellauno (o Cassivellaunus), pero sin llegar a consolidar la incursión y sin terminar de dominar a los isleños, pues las revueltas en las Galias y las presiones de Pompeyo y Craso le obligaron a regresar al continente. Los britanos se comprometieron a jurar fidelidad al Imperio de Roma y a pagar tributo.
    Fue casi un siglo después, en el año 43, el emperador Claudio organizó una invasión con su general Aulo Plaucio al frente de la fuerza invasora, la cual contaba con cuatro legiones. Los historiadores discrepan acerca de los motivos que impulsaron al emperador a emprender la conquista aunque muchos afirman que le llevó el deseo de obtener fama y buena reputación entre los romanos ya que sus deficiencias como emperador eran evidentes. La excusa formal para iniciar la conquista estaba en el hecho de que Britania tenía grandes vínculos de entendimiento y comercio con los belgas de la Galia a través del Canal de la Mancha, por lo que Claudio y sus consejeros pensaron que la Galia no estaría nunca segura sin la anexión de Britania. El propio Claudio asistió a la campaña durante algún tiempo y, entusiasmado por el éxito obtenido, quiso perpetuarlo dando el nombre de Británico a su hijo.
    Los enfrentamientos fueron duros. Tras el desembarco en Richborough, los hijos de Cimbelino (Cunobelinus), líder de la confederación de las tribus de los catuvellani y los trinovantes, Carataco y Togodumno ofrecieron una gran resistencia, pero, tomados por sorpresa por la invasión, fueron derrotados. Plaucio acampó a la espera del emperador, a cuya llegada, procedieron a tomar la capital de Cimbelino, Camulodunum (actual Colchester), lo que provocó que numerosas tribus britanas (entre ellas los atrébates, icenos y brigantes) aceptasen la soberanía romana. Sin embargo, Carataco logró huir en el intervalo y organizar la facción antirromana, haciéndose fuerte en los valles y montañas galesas. Los cuatro años siguientes fueron utilizados por los romanos para consolidar sus posiciones en el sudeste, sudoeste y en los Midlands. Para el año 47, la frontera provincial estaba constituida por una línea imaginaria que iba de Exeter a Lincoln. Chichester se convirtió en el principal centro romano de la isla. Ese año, Plautius fue sucedido por Ostorius Scapula, quien inició el ataque contra las tribus rebeldes de Gales, los siluros y los ordovicos, al mando de Caractacus, que fueron derrotados en el año 49. Caractacus huyó y buscó refugio entre los brigantes (tribu que ocupaba el norte de la actual Inglaterra), pero fue entregado por su reina, Cartimandua, a los romanos. Paralelamente, en el año 49, se creaba la colonia romana de Camulodunum.
    La derrota de Caractacus, sin embargo, no trajo consigo la conquista de Gales, cosa que ocurriría definitivamente casi diez años después, bajo el mando del procónsul romano Cayo Suetonio Paulino. Paralelamente, los romanos apoyaban a la facción prorromana de los brigantes, encabezada por la reina Cartimandua, que mantuvo una política prorromana frente a la facción antirromana liderada por su marido (finalmente, en el año 71, el reino de los brigantes sería anexionado por Roma).
    Sin embargo, entre los años 60 y 61, estalló la rebelión de los icenios, al mando de su reina Boadicea (Budicca o Boudicca), descontentos por la anexión de sus territorios efectuada por los romanos. Apoyada por otras tribus, incluida la de los trinovantes, luchó con gran dureza y consiguió incluso expulsar de la ciudad de Londinium (el actual Londres) al procónsul romano Cayo Suetonio Paulino aunque finalmente éste aplastó la rebelión en la Batalla de Watling Street. Tras esta revuelta, comenzó un periodo más tranquilo, aunque no exento de nuevas rebeliones, que facilitó el comienzo de la romanización.
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    Las campañas de Agrícola


    Con la conquista de Claudio, Britania pasó a ser otra provincia romana regida por un gobernador. Desde sus comienzos como nueva provincia presentó para Roma una gran inseguridad por lo que hubo necesidad de una constante presencia militar, sobre todo al norte y al este de la línea formada por la calzada de Exeter a Lincoln (antigua Lindum). Hubo continuas revueltas y sublevaciones, por lo que fue necesaria la ejecución de una gran infraestructura para facilitar el paso de las legiones hacia el norte. Una de estas obras fue la construcción de un puente sobre el río Támesis, en un lugar donde no afectara las mareas. En el año 78 el gobernador Cneo Julio Agrícola se vio obligado a dirigir una nueva expedición militar para someter a la tribu celta de los ordovicos, ubicada en lo que hoy es Gales, dos años después llegó hasta Caledonia (actual Escocia) donde las tribus de los pictos conservaban su independencia. En el 84 se dio la batalla de Monte Graupio, en el norte, en la que las tropas romanas derrotaron decisivamente a la confederación caledonia (Tácito cita 10.000 muertes entre los caledonios, nombre que los romanos asignaban a los pictos). Sin embargo, debido a necesidades del Imperio en otros territorios, las legiones fueron retiradas a la línea del istmo Forth-Clyde, por eso estas derrotas no se tradujeron en un total dominio romano sobre la isla.
    No existen fuentes históricas que describan las décadas posteriores al retiro de Agrícola. Incluso el nombre de su reemplazante continua siendo una incógnita. La arqueología ha mostrado que algunos fuertes romanos al sur del istmo Forth-Clyde fueron reconstruidos y ampliados, aunque otros parecen haber sido abandonados.
    En el año 115, los nativos se sublevaron contra sus conquistadores y aniquilaron a las guarniciones romanas de Eburacum, (York). Como resultado, el emperador romano Adriano llego a Britania en 122 y comenzó la construcción de una muralla de 117 km conocida como muralla de Adriano a la altura del golfo de Solway, como límite norte del dominio de Roma. Años más tarde, su sucesor, Antonio Pío, mandó levantar otra 50 km al norte. Sin embargo, estas nuevas posiciones defensivas fueron abandonadas tras su muerte en 161, pasando a ser de nuevo la muralla de Adriano la frontera romana durante los siguientes doscientos años, un periodo de paz relativa.
    Septimio Severo, en el declive de su vida tuvo que organizar una nueva incursión militar para detener las revueltas de los britanos. Murió en una de esas campañas. En el 410, Roma cedió ante el empuje de los sajones que ocuparon casi toda la isla después de haber hecho numerosas incursiones a lo largo del siglo IV.
    Los habitantes de Britania nunca se sintieron ciudadanos romanos y apenas participaron en la vida política de Roma. Por otro lado ni el trigo que producían, ni los minerales que ofrecían sus minas cubrían los enormes costos debidos a la ocupación. Hubo en Britania una notable romanización a tener en cuenta aunque no llegó a ser nunca como la de Hispania o de Galia. Se calcula en 1 millon de habitantes de la provincia en el siglo I; con la paz interna bajo el dominio romano a 4 millones; en el siglo V, cuando fue abandonada al llegar las invasiones barbaras, la poblacion cae a menos de un millon.
    [editar] Invasiones bárbaras

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    Britania en 410


    Como ocurrió con el resto de Europa, las invasiones bárbaras afectaron también a Britania. Desde las costas de la península de Jutlandia llegaron los pueblos germánicos de los jutos (que se establecieron en Kent y en la isla de Wight, el denominado reino de Kent), junto con los anglos que colonizaron Northumbria (situado en el actual condado de Northumberland), Anglia Oriental y Mercia (en la región central) y los sajones que se adueñaron de Londinium y fueron estableciéndose en pequeños reinos que iban formando. Al principio estos pueblos se limitaron al saqueo pero pasado el tiempo hubo una invasión en toda regla. En el año 418 acudieron soldados mercenarios romanos para la defensa de puntos importantes como Londinium. Sin embargo, las legiones romanas estaban muy ocupadas en resistir las invasiones de los bárbaros en Roma.
    A partir de estos acontecimientos Britania no se recuperó nunca como provincia romana, siendo gobernada por pequeños reyezuelos locales que pretendieron seguir las costumbres romanas; algunos fueron capaces de resistir la acometida sajona en el sureste de la isla.
    [editar] Las ciudades

    Los romanos fundaron muchas y buenas ciudades a semejanza de las suyas y ampliaron pequeños emplazamientos habitados desde la Antigüedad. La tradición de las gentes de la isla aseguraba que estas ciudades habían sido construidas por gigantes o por diablos, tal era la admiración que levantaban su trazado de calles, termas, teatros y templos. Algunas de estas ciudades conservan ruinas de la época romana y otras han sido detectadas gracias a las nuevas técnicas (como fotografía aérea) y a las excavaciones siguiendo el hilo histórico.
    [editar] Calleva

    La ciudad de Calleva (actual Silchester, al oeste de Londres, al sur de la isla) fue la capital de un estado nativo, gobernada por el rey britano Cogidubnus que rendía vasallaje a Roma en los años de la conquista de Claudio. Era una ciudad rural bastante extensa, con trazado de calles en retícula, amurallada y con grandes edificaciones propias de cualquier ciudad romana: foro, templos, termas, basílicas y un gran anfiteatro ubicado fuera de las murallas, con una capacidad para 27.000 espectadores. Las excavaciones de la actual Silchester han sacado a la luz numerosas piezas de gran valor. Gracias a las fotografías aéreas realizadas se ha podido reconstruir el plano de esta ciudad.
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    Principales asentamientos y calzadas de Britania


    [editar] Aquae Sulis

    La antigua Aquae Sulis de los romanos (la actual Bath) se encuentra al oeste de Silchester, muy cerca del mar. Fue fundada en tiempos de los Flavios como asentamiento de aguas termales, lo que le dio fama y prosperidad a lo largo del siglo I hasta la época actual en que recientemente ha sido preciso cerrar las instalaciones a causa de una cierta contaminación de las aguas. El complejo termal se conserva casi intacto. En el siglo XVIII se descubrió el templo de la diosa celta Sulis que fue romanizada como Minerva. En el frontón de este templo se hallaba esculpida la cabeza de una medusa masculina y con barba.
    [editar] Fishbourne

    Fishbourne se encuentra en West Sussex (Sussex Occidental), al sur de Silchester, en la costa del Canal de la Mancha. En 1960 se descubrió un yacimiento de restos romanos que dio lugar al estudio de la ocupación romana en este condado y su relación con el resto de la isla. En este asentamiento romano se alzaba el espectacular palacio del rey Cogidubnus cuyas ruinas fueron sacadas a la luz en los trabajos de excavación. El palacio fue edificado en la punta de una ensenada en tiempos de la conquista del emperador Claudio, según el testimonio de los hallazgos arqueológicos recientes. Más tarde se amplió bajo el mandato de los Flavios.
    La primitiva residencia está relacionada con el rey Cogidubnus, vasallo y ciudadano romano y amigo personal de Claudio. El palacio llegó a ser uno de los más suntuosos del Imperio romano.
    [editar] Londinium

    Artículo principal: Londinium
    La actual ciudad de Londres fue fundada por los romanos en una comarca habitada desde tiempos remotos, aprovechando la cercanía del río Támesis justo donde no llegaban las mareas. Los romanos edificaron la ciudad cerca de un pequeño emplazamiento celta llamado Llyn Din (fortín del lago) y la llamaron Londinium.
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    Localización de los muros de Adriano y Antonino


    [editar] La muralla de Adriano

    Artículo principal: Muro de Adriano
    En el año 115, las tribus celtas de los territorios del actual condado de York se sublevaron contra los romanos y vencieron a las guarniciones militares que habían quedado protegiendo el territorio y que estaban ubicadas en Eboracum, actual York. Siete años más tarde, en 122, el emperador romano Adriano viajó a Britania y mandó construir una muralla que llegó a tener 117 km de longitud, atravesando la isla de oeste a este desde el estuario de Salway, en el mar de Irlanda, hasta la desembocadura del río Tyne. Sirvió como límite físico de las tierras romanizadas y como defensa de posibles ataques que vinieran desde el norte. En el 142 Antonino mandó construir otra muralla un poco más al norte de la anterior desde el estuario de Forth al estuario del Clyde. Todavía se conserva parte de la muralla de Adriano.
    Véase también: Muro de Antonino
    [editar] Las minas

    En Britania se explotaron casi lo mismos minerales que en Hispania: plomo argentífero, cobre, hierro, oro, estaño y carbón. El plomo argentífero se extraía en Somerset, Yorkshire, Derbyshire y Sussex. En este lugar el emperador Adriano explotó la mina de Lutudaron que después fue concedida a los llamados conductores cuyos nombre se conocen por estar escritos en unas tablillas de plomo que se conservan. El cobre se extraía en el País de Gales, en Shropshire y en Anglesey. El oro también provenía del País de Gales. El estaño venía de Cornualles y competía con el estaño de Hispania.
    [editar] Véase también
     
    Walia, 4 Sep 2010

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    Londinium


    LondiniumCiudad del Imperio romano[​IMG]Datos GeneralesUbicación[​IMG]51°30′00″N 0°07′34″O / 51.5, -0.12611Coordenadas: [​IMG]51°30′00″N 0°07′34″O / 51.5, -0.12611Fundaciónhacia el 50ProvinciaBritania (desde 197
    Britania Superior
    y desde 296
    Máxima Cesariensis)AdministraciónCorrespondencia actualLondres ([​IMG] Reino Unido)Sitio web
    Londinium (actual Londres) es el nombre que los romanos dieron a la ciudad que fundaron cerca de las aldeas celtas de Llyn Din, en Britania (actual Inglaterra). La ciudad fue construida en un sitio habitado por tribus aborígenes que llamaban Llyn Din al lugar (‘fortín del lago’). Aquellos celtas habían elegido el emplazamiento como sitio propicio para sus actividades comerciales. La ciudad fundada por los romanos es la actual Londres que con el paso de los años, acabó por absorber las pequeñas aldeas de las inmediaciones.
    Cuando los romanos llegaron a la isla para conquistarla hicieron grandes obras de ingeniería según era su costumbre para facilitar la marcha de las tropas y para organizar el país a su modo. Una de estas obras fue la construcción de un puente sobre el río Támesis, en un lugar donde no lo afectaran las mareas, es decir en Llyn Din. Los romanos latinizaron el nombre del sitio como Londinium.
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    Mapa de Londinium en la antigüedad tardía.


    Londinium siguió desarrollándose como ciudad hasta el año 60, en que tuvo lugar un enfrentamiento entre el ejército romano y las tribus sublevadas con la reina Boadicea al frente durante el cuál desalojaron la ciudad al tiempo que le prendían fuego. Tras el triunfo de los romanos en la Batalla de Watling Street, la reina se suicidó envenenándose. Las excavaciones han revelado la evidencia de fuego, descubriéndose una capa de ceniza roja. También fue descubierto el emplazamiento militar. La ciudad fue restaurada al cabo de los 10 años y se estableció en ella la sede del gobierno imperial de Britania. Se cree que por entonces contaba con unos 15 000 habitantes. El historiador romano Tácito (55-120) describió la ciudad alabando su grandeza como centro comercial con un magnífico puerto fluvial.
    Hacia el año 200 Londinium era ya una de las más ricas y prósperas ciudades del Imperio romano. En esa época estaba amurallada. Las murallas romanas de Londinium rodeaban 153 hectáreas (como un círculo de 1400 m de diámetro). Se conservan restos en Wall St. (la actual City), entre Wood St. y Aldermanbury. Las antiguas puertas de entrada a la ciudad han conservado su topónimo en sitios como Ludgate, Dourgate y Beluisgate.
    Cuando los sajones invadieron Britania en el siglo V hubo grandes luchas en todo el país. Londinium fue defendida y protegida más que ninguna otra ciudad pero a finales del siglo la ciudad era ya una ruina con pocos habitantes. En el siglo VII sin embargo parece que había recuperado su esplendor —los sajones la habían nombrado capital de su nuevo reino— y es mencionada en algunos documentos como una próspera ciudad sajona de gran riqueza comercial.
    [editar] Bibliografía consultada

     
    Walia, 4 Sep 2010

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    Batalla de Watling Street


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    Batalla de Watling Street o de PaulespuryParte de Conquista romana de Britania[​IMG]
    Estatua de Boudica cerca del puente de Westminster, Londres.Fecha60/61 d. C.LugarDesconocido, situado en algún punto entre Colchester, Saint Albans y Londres (Britania)ResultadoVictoria romana decisiva y fin de la rebelión
    BeligerantesIcenos
    TrinovantesImperio romanoComandantesBoudicaCayo Suetonio PaulinoFuerzas en combate100.000 según Tácito
    230.000 según Dión CasioDos legiones incompletas, la Legio XIV Gemina y parte de la Legio XX Valeria Victrix más auxiliares y caballería: Probablemente unos 10.000 hombresBajasC. de 80.000 hombresC. de 400 hombresSe conoce como Batalla de Watling Street o de Paulerspury a la batalla que tuvo lugar en el año 60/61 d. C., en la provincia romana de Britania, que integraba los territorios que hoy conforman Gran Bretaña. Enfrentó a una alianza de tribus indígenas, dirigida por la reina de los icenos, Boudica, contra los ejércitos romanos estacionados en la provincia, los cuales estaban comandados por el gobernador, Cayo Suetonio Paulino.
    Aunque ampliamente superadas en número, las tropas romanas compuestas por unos 10.000 soldados, según Tácito, lograron mantener sus posiciones frente a las britanas. El número de hombres que componía la facción britana varía en función de las fuentes, siendo estimadas en unos 100.000 por Tácito, y en 230.000 según Dión Casio. La victoria romana en esta batalla supuso el punto final a la prolongada resistencia britana a la romanización. Se calcula que unos 80.000 britanos murieron, mientras que los romanos apenas sufrieron 400 bajas.
    No es conocida la localización precisa de la batalla, pero la mayoría de los historiadores la ubican entre Londinium (Londres) y Viroconium (Wroxeter en Shropshire), en la ruta que actualmente se conoce como Watling Street. La moderna denominación de la batalla es anacrónica, además de ser un poco especulativa, ya que el actual nombre de la calzada se originó en la época anglosajona.[1]
    Contenido



    [ocultar]
    [editar] Antecedentes

    Véase también: Invasiones de César a Britania
    Artículo principal: Conquista romana de Britania
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    Principales asentamientos y calzadas de Britania.


    Desde que en los años 55 a. C. y 54 a. C. Julio César desembarcara a la cabeza de sus tropas en las Islas Británicas, no se había realizado intento alguno de anexionar Britania al Imperio. No obstante, en el año 43 d. C., el emperador Claudio ordenó al general Aulo Plaucio tomar la isla. El ejército romano, liderado por Plaucio, invadió el sudeste de Britania, comenzando de ese modo la conquista romana de Britania.[2] La ocupación de dicho territorio se produjo de manera gradual; al tiempo que determinadas tribus hostiles eran derrotadas, otras permanecieron nominalmente independientes en calidad de aliados del Imperio.[3]
    Uno de estos pueblos aliados era el de los icenos, asentado en la actual región de Norfolk. Su rey, Prasutago, pensó garantizar su independencia reconociendo en su testamento como heredero de sus tierras, junto a sus hijas, al emperador romano. Sin embargo, al morir el rey, alrededor del año 61, su última voluntad fue ignorada. Los romanos incautaron sus tierras, aumentaron los tributos sobre los icenos y humillaron gravemente a su familia: cuando su viuda, la reina Boudica, protestó por las acciones emprendidas, fue azotada y sus hijas violadas.[4] Mientras esto ocurría, el gobernador de la Britania romana Cayo Suetonio Paulino, ignorante de lo acontecido, estaba en campaña en la isla de Mona, hoy Anglesey, al norte de Gales.[5]
    Aquella muestra de brutalidad provocó que los icenos se sublevaran dirigidos por Boudica. Buscaron aliados entre las tribus vecinas, encontrando rápidamente apoyo entre los Trinovantes, cuya antigua capital, Camulodunum, había sido convertida ahora en una colonia romana de veteranos. Además, los romanos habían construido en la ciudad un templo en honor del emperador Claudio a expensas de los nativos, lo que había aumentado el malestar. Excitados por todas estas afrentas y por la encendida oratoria de Boudica, los rebeldes descendieron sobre Camulodunum, que estaba indefensa sin muros ni guarnición, y la destruyeron, matando a todos aquellos que no pudieron escapar.[6]
    Ante el inesperado éxito, Boudica y su ejército se dirigieron entonces a la capital de la provincia, Londinium, la actual Londres, con la intención de tomarla a sangre y fuego para expulsar a los romanos. Para proteger la ciudad apenas había tropas, sólo un destacamento, quizá tan solo una cohorte, de la Legio IX Hispana, que inicialmente fue enviado para parar la rebelión. Ampliamente sobrepasados en en número por los britanos, fue aniquilado en una emboscada, salvándose tan sólo su legado, el futuro gobernador Quinto Petilio Cerial y su guardia personal.
    Mientras tanto, un mensajero había llegado con las noticias hasta Suetonio, que enseguida ordenó a sus tropas dirigirse a Londinium; sin embargo, no podía hacer uso de las dos legiones con las que contaba, puesto que no podía dejar sin guarnecer el campamento, y las tropas legionarias de las que sí podía disponer no podían desplazarse con la rapidez requerida, por lo que él mismo, al mando de la caballería y de una tropa escogida, se adelantó a marchas forzadas, ordenando al resto de las fuerzas esperarle en un lugar determinado. Suetonio, pese a llegar antes que los rebeldes, y tras analizar las defensas de la ciudad, llegó a la conclusión de que no tenía el número de hombres necesario para defender el emplazamiento y ordenó su evacuación antes del ataque. Londinium siguió el destino de Camulodunum: fue quemada hasta los cimientos y todos los habitantes, ancianos, mujeres y niños que no pudieron huir, fueron asesinados.[7]
    Mientras el ejército de Boudica continuaba su rebelión, atacando Verulamium, donde procedieron de igual manera que en Camulodunum y en Londinium, los romanos se intentaban reorganizar. Según Tácito, Suetonio reunió un ejército formado por un total de 10.000 hombres, incluidas la Legio XIV Gemina, un vexillatio —destacamento compuesto de una o dos cohortes— de la Legio XX Valeria Victrix, y todas las tropas auxiliares que pudo encontrar.[8] La Legio II Augusta, acantonada cerca de Isca Dumnoniorum, no logró reunirse con él debido a que su prefecto de campo no acató las órdenes del gobernador.[9] Una cuarta legión, lo que había quedado de la IX Hispana, fue enviada a Camulodunum para levantar el cerco y contener a los posibles refuerzos.
    [editar] Fuerzas enfrentadas

    El tamaño del ejército de Boudica no está establecido de manera fiable. Tácito relata que los britanos eran unos 100.000 y Dión Casio sube la cifra hasta los 230.000; tampoco se sabe a ciencia cierta si esas cifras son las de los combatientes o las de las tribus enteras puestas en marcha, ya que los britanos tenían la misma costumbre que los germanos y sus guerreros, al ser acompañados al campo de batalla por las mujeres y los niños. En todo caso, el ejército britano era varias veces mayor que el romano,[10] por lo menos en una proporción de 5 a 1 y probablemente entre 10 a 1 y 20 a 1.
    Las fuerzas romanas eran sin dudas bastante inferiores: la mayor parte de la Legio XIV Gémina, y parte de la Legio XX, con infantería y caballería auxiliar, lo que sumaba un total de no más de 10.000 hombres.
    [editar] La batalla

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    Despliegue al comienzo de la batalla.


    Superados en tan gran proporción, Suetonio buscó cuidadosamente un campo de batalla en el que sus tropas pudieran contrarrestar la superioridad britana. Para ello, eligió un estrecho desfiladero cerrado a las espaldas por un bosque y abierto a una amplia llanura. El desfiladero protegía de un ataque los flancos romanos, mientras que el bosque impedía la aproximación del enemigo por la retaguardia y la amplia llanura hacía imposible las emboscadas. Esto eliminó la ventaja numérica de Boudica.
    Para evitar la primera embestida de las tropas britanas, Suetonio colocó a la Legión XIV y el vexillatio de la Legión XX en el centro formadas en orden cerrado y duplex acies, a las tropas auxiliares ligeras las dividió en dos y colocó una mitad en el flanco derecho y la otra en el izquierdo de las legiones y, finalmente, apostó la caballería en las alas.[11]
    Los britanos emplazaron sus carros en forma de media luna a lo largo del campo de batalla, desde donde sus familias pudieran observar lo que ellos esperaban que sería una abrumadora victoria, y el resto de los guerreros, mayoritariamente infantería, formaron una masa indiferenciada al frente de la línea de carros.[12] Dos dirigentes germanos, Boiorix de los cimbrios y Ariovisto de los suevos, ya habían adoptado la misma formación de combate en sus batallas contra Cayo Mario y Cayo Julio César, respectivamente, siendo derrotados.[13]
    Así organizados sus ejércitos, los comandantes trataron de motivar a sus soldados. El historiador romano Tácito, que describió la batalla cincuenta años después, nos informa del discurso de Boudica a sus tropas: «Nada está a salvo de la arrogancia y del orgullo romano. Desfigurarán lo sagrado y desflorarán a nuestras vírgenes. Ganar la batalla o perecer, tal es mi decisión de mujer: allá los hombres si quieren vivir y ser esclavos».[14]
    Tácito también consignó el discurso de Suetonio a sus legionarios: «Ignorad los clamores de estos salvajes. Hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados y no están debidamente equipados. Les hemos vencido antes y cuando vean nuestro hierro y sientan nuestro valor, cederán al momento. Aguantad hombro con hombro. Lanzad los venablos, y luego avanzad: derribadlos con vuestros escudos y acabad con ellos con las espadas. Olvidaos del botín. Tan sólo ganad y lo tendréis todo».[15]
    Aunque Tácito, como muchos historiadores de su época, era dado a inventar conmovedores discursos en estas situaciones, el de Suetonio es en esta ocasión inusualmente directo y práctico, lo que le otorga visos de verosimilitud. El suegro de Tácito, el futuro gobernador Cneo Julio Agrícola, formaba parte del estado mayor de Suetonio en ese momento y pudo haberle informado con bastante exactitud. Según Dión Casio, Suetonio da otro discurso muy diferente.[16]
    Suetonio no tenía intención de atacar, pues deseaba que fueran los britanos los que cargaran corriendo hacia ellos, pues así estarían más cansados que sus tropas. Tras una tensa espera, Boudica ordenó el ataque y sus tropas, gritando, avanzaron corriendo a través de la llanura y del desfiladero en un masivo ataque frontal. A medida que avanzaban, entre las paredes del desfiladero, fueron canalizados en una densa y apretada masa; a aproximadamente cuarenta metros de la línea romana, su avance fue recibido por salvas escalonadas de pila, el venablo romano. El pilum fue diseñado para doblarse cuando se clavara en un escudo, lo que lo hacía imposible de extraer; así, el enemigo podía elegir entre cargar con una pesada lanza de hierro en su escudo o deshacerse de él y luchar sin esa protección.[17] El daño fue enorme, ya que muy pocos britanos llevaban alguna clase de armadura. A esa primera lluvia de dardos le siguió una segunda, puesto que cada romano portaba dos pila.[18] Esta táctica desarmó el ataque lanzado por los britanos, dejando el frente plagado de cuerpos, en tal cantidad que los atacantes empezaron a retroceder en desorden.
    Con los britanos en desbandada, Suetonio ordenó a sus legionarios y auxiliares avanzar en la formación de combate llamada caput porcinum («cabeza de cerdo»), en la que el centro del frente se adelantaba un cuerpo con respecto a los flancos, de manera que recordaba el morro y las orejas de un cerdo, y dispuestos así, cargaban; además, a una orden de Suetonio, la caballería, con las lanzas en ristre, se lanzó al galope. Con una disciplina mayor, una clara ventaja en armaduras y armas, una formación ordenada, más descansados y la victoria al alcance de la mano, los romanos fueron capaces de seguir luchando con la misma ferocidad del principio.[19]
    Los britanos habían convertido la retirada en una huida, pero su fuga fue bloqueada por el semicírculo formado por los carros, por la caballería romana que atacaba los flancos y por el avance de las legiones y los auxiliares por el centro: fueron detenidos, cercados y masacrados. Según las fuentes, los romanos mataron no sólo a los guerreros, sino también a las mujeres, a los niños e incluso a los animales, en lo que era práctica habitual al aplastar una rebelión. Tácito dice que, de acuerdo con una estimación, murieron 80.000 britanos por sólo 400 fallecidos entre las tropas romanas. Tras la victoria los romanos esclavizaron a los icenos sobrevivientes y destruyeron sus alimentos para matar de hambre a aquellos que huyeron.
    La localización exacta del campo de batalla no ha sido facilitada por ningún historiador, aunque Tácito da una breve descripción. Si bien han sido sugeridos una gran variedad de lugares, sin un acuerdo total, sí existe consenso en que el ataque del ejército britano se produjo desde la zona de Londres hacia la concentración de las fuerzas romanas, en dirección a Cornualles y al País de Gales. Una leyenda lo sitúa en el camino de Battle Bridge en King's Cross, Londres, pero conforme a lo narrado por Tácito es poco probable que Suetonio regresara a la ciudad.[20]
    La mayoría de los historiadores son partidarios de un lugar en la región de West Midlands, probablemente a lo largo de la calzada romana de Watling Street entre Londinium y Viroconium (hoy Wroxeter en Shropshire), que es actualmente la autopista A5. Otras posibles sugerencias incluyen Manduessedum (Mancetter), en los alrededores de Atherstone (Warwickshire), un sitio cercano a High Cross en Leicestershire,[21] una pequeña depresión en Cuttle Mill, dos millas al sudeste de Lactodorum (Towcester) en Northamptonshire,[22] o en un sitio cerca de Kings Norton Metchley Camp en Birmingham.[23]
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    Mapa de los pueblos celtas.


    [editar] Consecuencias

    Se dice que el emperador Nerón se conmocionó tanto con estos hechos que consideró retirarse definitivamente de Britania,[24] pero con la revuelta aplastada y tras mostrar los romanos su contundencia en acabar con las rebeliones, la ocupación de Britania continuó. Nerón sustituyó al gobernador por Publio Petronio Turpiliano, más conciliador, ante el temor de que las políticas punitivas acarrearan más problemas.[25]
    Respecto de Boudica, su final no es claro, pues según Tácito se envenenó; sin embargo Dión Casio cuenta que cayó enferma y murió y le fue dado un lujoso entierro.[26] En cuanto a Poenio Póstumo, prefecto de la Legio II Augusta, al mando de la misma por carecer ésta de legado, y que la había impedido unirse a la batalla, después de haber privado a sus hombres de una parte de la gloria, se suicidó cayendo sobre su espada.
    La provincia de Britania se mantendría dentro de los límites del Imperio romano durante siglos, sin que se produjeran levantamientos de consideración, a excepción de los protagonizados por los brigantes: el de Venutio, que llevaría a cabo otra revuelta menos documentada, en el año 69 d. C.,[27] el de Argiragus en el 100 y el 105, y posteriormente otros levantamientos en el 115,[28] 118 y 154 (el último documentado).
    Boudica se convertiría, con el paso de los siglos, en una figura venerada en Gran Bretaña, sobre todo en la época victoriana, una heroína que desafió un poder mucho más grande que el suyo para conservar la libertad y un paradigma de las virtudes británicas.
    [editar] Bibliografía

    [editar] Referencias


    1. ↑ Graham Webster, Boudica: Rebelión de los britanos contra Roma, AD 60 (1978)
    2. ↑ Dión Casio, Historia Romana 19-22
    3. ↑ Tácito, Agricola 14
    4. ↑ Tácito, Anales 14,31
    5. ↑ Tácito, Anales 14.29-39, Agricola 14-16; Dión Casio, Historia de Roma 62.1-12
    6. ↑ Tácito, Anales 14.31-32
    7. ↑ Tácito, Anales 14,33
    8. ↑ Tácito, Anales 14,34
    9. ↑ Tácito, Anales 14,37
    10. ↑ Goldsworthy, Adrian. "El Ejército romano", Ed. Akal, Pág.52
    11. ↑ Tácito, Anales 14,32
    12. ↑ Dión Casio, Historia romana 62.8.2
    13. ↑ Floro, Resumen de la historia romana 1,38; Julio César, Commentarii de Bello Gallico 1,51
    14. ↑ Tácito, Anales 14,35
    15. ↑ Tácito, Anales 14,36
    16. ↑ Dión Casio, Historia romana 9-11
    17. ↑ Plutarco, Mario 25
    18. ↑ Polibio, Historias 6.23.8
    19. ↑ Goldsworthy, Adrian. El ejército romano. págs. 52-53
    20. ↑ Sheppard Frere, Britannia: una historia de la Bretaña romana, 1987, p. 73
    21. ↑ Kevin K. Carroll, La fecha de la rebelión de Boudicca, Britannia 10 1979
    22. ↑ "Boudica's Last Battle", Osprey Publishing (recuperado el 23 de septiembre de 2006)
    23. ↑ «¿Boudicca enterrada en Birmingham?», BBC, 25 de mayo de 2006 (recuperado el 9 de septiembre de 2006)
    24. ↑ Suetonio, Nerón 18, 39-40
    25. ↑ Tácito, Anales 38-39
    26. ↑ Dión Casio, Historia romana 62.12.6
    27. ↑ Tácito, Historias, 3,45
    28. ↑ Esta nueva sublevación aniquiló a las guarniciones romanas de Eburacum (York)
     
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    [​IMG] Ampliar
    Según una profecía, un hombre procedente de las tierras del este uniría a todas las tribus para desafiar a Roma por el derecho a dominar el mundo. Este hombre fue Atila, rey de una tribu guerrera valiente y orgullosa. Criado por su tío, el rey Roas, demostró desde pequeño su carácter de lider por su valor e inteligencia. Aprendió también a ser un buen estratega durante su estancia en Roma, lugar al que acudió invitado por Flavius, aliado, entonces, de su tío para expulsar a los visigodos. Regresó con los suyos al conocer la muerte de su pariente para



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    Atila



    Para la ópera del mismo nombre, véase Attila (ópera).
    AtilaRey [​IMG]
    Reinado434–453Nacimiento406
    Fallecimiento453
    Valle de Tisza, HungríaPredecesorBleda y RuaSucesorElacPadreMundzuk[​IMG] [​IMG]
    Bleda y Atila, mientras rezaban por Tamás Tulipán.


    Atila (406 - Valle de Tisza, 453) fue el último y más poderoso caudillo de los hunos, tribu procedente probablemente de Asia, aunque sus orígenes exactos son desconocidos. Atila gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en 453. Conocido en Occidente como «El azote de Dios». Sus posesiones se extendían desde la Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos del Imperio Romano, que en esta etapa final del mismo estaba dividido en dos: El Imperio Oriental con capital en Constantinopla, hoy Estambul, y el Imperio Occidental, con capital en Roma y más tarde en Rávena. Invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans, hasta que el general romano Aecio le obligó a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos en el 451 (Châlons-en-Champagne). Logró hacer huir al emperador de Occidente Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452. Atila murió por la picadura de una serpiente.
    El imperio de los Hunos murió con Atila. Los hunos fueron un pueblo nómada de cazadores y ganaderos. No solían usar la agricultura ni la industria en su organización social, y la escritura era rara vez usada para documentar su historia, por lo que desaparecieron sin dejar ninguna herencia destacada. Lo poco que se sabe de ellos se lo debemos en gran parte a sus mayores enemigos, los romanos. A pesar de todo, Atila se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa, y en gran parte de la Europa Occidental se le recuerda como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Algunos historiadores, en cambio, lo han retratado como un rey grande y noble, y tres sagas escandinavas lo incluyen entre sus personajes principales.
    Contenido


    [[editar] Orígenes

    Artículo principal: Hunos
    Los hunos europeos parecen haber sido una rama occidental de los hsiung-nu o xiongnu, grupo proto-mongol o proto-túrquico de tribus nómadas del noreste de China y del Asia Central. Estos pueblos lograron superar militarmente a sus rivales (muchos de ellos de refinada cultura y civilización) por su predisposición para la guerra, su asombrosa movilidad, gracias a sus pequeños y veloces caballos y su extraordinaria habilidad con el arco, (ver arco huno).
    Atila nació en torno al año 406. En cuanto a su infancia, la suposición de que a temprana edad era ya un jefe capaz y un avezado guerrero es razonable, pero no existe forma de constatarla. Tras la muerte de su padre, Atila se encuentra con su tío y decide acompañarlo para aprender el arte de la guerra.tuvo mucha importancia en su gobierno
    [editar] El trono compartido

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    El mundo del Mediterráneo sobre el 450 d. C.


    Hacia el 432, los hunos se unificaron bajo el rey Rua o Rugila. En el 434 murió Rua, dejando a sus sobrinos Atila y Bleda, hijos de su hermano Mundzuk, al mando de todas las tribus hunas. En aquel momento los hunos se encontraban en plena negociación con los embajadores de Teodosio II acerca de la entrega de varias tribus renegadas que se habían refugiado en el seno del imperio de Oriente. Al año siguiente, Atila y Bleda tuvieron un encuentro con la legación imperial en Margus (actualmente Pozarevac) y, sentados todos en la grupa de los caballos a la manera huna, negociaron un tratado. Los romanos acordaron no sólo devolver las tribus fugitivas (que habían sido un auxilio más que bienvenido contra los vándalos), sino también duplicar el tributo anteriormente pagado por el imperio, de 350 libras romanas de oro (casi 115 kg), abrir los mercados a los comerciantes hunos y pagar un rescate de ocho sólidos por cada romano prisionero de los hunos. Éstos, satisfechos con el tratado, levantaron sus campamentos y partieron hacia el interior del continente, tal vez con el propósito de consolidar y fortalecer su imperio. Teodosio utilizó esta oportunidad para reforzar los muros de Constantinopla, construyendo las primeras murallas marítimas de la ciudad, y para levantar líneas defensivas en la frontera a lo largo del Danubio.
    [​IMG] [​IMG]
    El imperio huno se extendía desde las estepas de Asia Central hasta la actual Alemania, y desde el Danubio hasta el Báltico.


    Los hunos permanecieron fuera de la vista de los romanos durante los siguientes cinco años. Durante este tiempo llevaron a cabo una invasión de Persia. Sin embargo, una contraofensiva persa en Armenia concluyó con la derrota de Atila y Bleda, quienes renunciaron a sus planes de conquista. En el 440 reaparecieron en las fronteras del imperio oriental, atacando a los mercaderes de la ribera norte del Danubio, a los que protegía el tratado vigente. Atila y Bleda amenazaron con la guerra abierta, sosteniendo que los romanos habían faltado a sus compromisos y que el obispo de Margus (cercana a la actual Belgrado) había cruzado el Danubio para saquear y profanar las tumbas reales hunas de la orilla norte del Danubio. Cruzaron entonces este río y arrasaron las ciudades y fuertes ilirios a lo largo de la ribera, entre ellas –según Prisco– Viminacium, que era una ciudad de los moesios en Iliria. Su avance comenzó en Margus, ya que cuando los romanos debatieron la posibilidad de entregar al obispo acusado de profanación, éste huyó en secreto a los bárbaros y les entregó la ciudad.
    Teodosio había desguarnecido las defensas ribereñas como consecuencia de la conquista de Cartago por el vándalo Genserico en el 440 y la invasión de Armenia por el sasánida Yazdegerd II en el 441. Esto dejó a Atila y Bleda el camino abierto a través de Iliria y los Balcanes, que se apresuraron a invadir en el mismo 441. El ejército huno, habiendo saqueado Margus y Viminacium, tomó Sigindunum (la moderna Belgrado) y Sirmium antes de detener las operaciones. Siguió entonces una tregua a lo largo del 442, momento que aprovechó Teodosio para traer sus tropas del Norte de África y disponer una gran emisión de moneda para financiar la guerra contra los hunos. Hechos estos preparativos, consideró que podía permitirse rechazar las exigencias de los reyes bárbaros.
    La respuesta de Atila y Bleda fue reanudar la campaña (443). Golpeando a lo largo del Danubio, tomaron los centros militares de Ratiara y sitiaron con éxito Naissus (actual Nis) mediante el empleo de arietes y torres de asalto rodantes (sofisticaciones militares novedosas entre los hunos). Más tarde, presionando a lo largo del Nisava ocuparon Sérdica (Sofía), Filípolis (Plovdiv) y Arcadiópolis. Enfrentaron y destruyeron tropas romanas en las afueras de Constantinopla y sólo se detuvieron por la falta del adecuado material de asedio capaz de abrir brechas en las ciclópeas murallas de la ciudad. Teodosio admitió la derrota y envió al cortesano Anatolio para que negociara los términos de la paz, que fueron más rigurosos que en el anterior tratado: el emperador acordó entregar más de 6.000 libras romanas (unos 1.963 kg) de oro como indemnización por haber faltado a los términos del pacto; el tributo anual se triplicó, alcanzando la cantidad de 2.100 libras romanas (unos 687 kg) de oro; y el rescate por cada romano prisionero pasaba a ser de 12 sólidos.
    Satisfechos durante un tiempo sus deseos, los reyes hunos se retiraron al interior de su imperio. De acuerdo con Jordanes (quien sigue a Prisco), en algún momento del periodo de calma que siguió a la retirada de los hunos desde Bizancio (probablemente en torno al 445), Bleda murió y Atila quedó como único rey. Existe abundante especulación histórica sobre si Atila asesinó a su hermano o si Bleda murió por otras causas. En todo caso, Atila era ahora el señor indiscutido de los hunos y nuevamente se volvió hacia el imperio oriental.
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    editar] Rey único

    Tras la partida de los hunos, Constantinopla sufrió graves desastres, tanto naturales como causados por el hombre: sangrientos disturbios entre aficionados a las carreras de carros del Hipódromo; epidemias en el 445 y 446, la segunda a continuación de una hambruna; y toda una serie de terremotos que duró cuatro meses, destruyó buena parte de las murallas y mató a miles de personas, ocasionando una nueva epidemia. Este último golpe tuvo lugar en el 447, justo cuando Atila, habiendo consolidado su poder, partió de nuevo hacia el sur, entrando en el imperio a través de Moesia. El ejército romano, bajo el mando del magister militum godo Arnegisclo, le hizo frente en el río Vid y fue vencido aunque no sin antes ocasionar graves pérdidas al enemigo. Los hunos quedaron sin oposición y se dedicaron al pillaje a lo largo de los Balcanes, llegando incluso hasta las Termópilas. Constantinopla misma se salvó gracias a la intervención del prefecto Flavio Constantino, quien organizó brigadas ciudadanas para reconstruir las murallas dañadas por los sismos (y, en algunos lugares, para construir una nueva línea de fortificación delante de la antigua).
    Ha llegado hasta nosotros un relato de la invasión:
    La nación bárbara de los hunos, que habitaba en Tracia, llegó a ser tan grande que más de cien ciudades fueron conquistadas y Constantinopla llegó casi a estar en peligro y la mayoría de los hombres huyeron de ella (…) Y hubo tantos asesinatos y derramamientos de sangre que no se podía contar a los muertos. ¡Ay, que incluso ocuparon iglesias y monasterios y degollaron a monjes y doncellas en gran número! Callínico, Vida de San Hipatio Atila reclamó como condición para la paz que los romanos continuaran pagando un tributo en oro y que evacuaran una franja de tierra cuya anchura iba de las trescientas millas hacia el este desde Sigindunum hasta las cien millas al sur del Danubio. Las negociaciones continuaron entre romanos y hunos durante aproximadamente tres años. El historiador Prisco fue enviado como embajador al campamento de Atila en el 448. Los fragmentos de sus informes, conservados por Jordanes, nos ofrecen una gráfica descripción de Atila entre sus numerosas esposas, su bufón escita y su enano moro, impasible y sin joyas en medio del esplendor de sus cortesanos:
    [​IMG] [​IMG]
    “La Fiesta de Atila”, cuadro del pintor húngaro Mór Than. Se basa en el fragmento de Prisco, al que representa de blanco en la parte derecha, sosteniendo su libro de historia.


    Se había preparado una lujosa comida, servida en vajilla de plata, para nosotros y nuestros bárbaros huéspedes, pero Atila no comió más que carne en un plato de madera. En todo lo demás se mostró también templado; su copa era de madera, mientras que al resto de nuestros huéspedes se les ofrecían cálices de oro y plata. Su vestido, igualmente, era muy simple, alardeando sólo de limpieza. La espada que llevaba al costado, los lazos de sus zapatos escitas y la brida de su caballo carecían de adornos, a diferencia de los otros escitas, que llevaban oro o gemas o cualquier otra cosa preciosa. Durante estos tres años, de acuerdo con una leyenda recogida por Jordanes, Atila descubrió la “Espada de Marte”:
    Dice el historiador Prisco que fue descubierta en las siguientes circunstancias: Cierto pastor descubrió que un ternero de su rebaño cojeaba y no fue capaz de encontrar la causa de la herida. Siguió ansiosamente el rastro de la sangre y halló al cabo una espada con la que el animal se había herido mientras pastaba en la hierba. La recogió y la llevó directamente a Atila. Éste se deleitó con el regalo y, siendo ambicioso, pensó que se le había destinado a ser señor de todo el mundo y que por medio de la Espada de Marte tenía garantizada la supremacía en todas las guerras. Jordanes, Origen y gestas de los godos” (XXXV) Más tarde, el estudioso Juan Carlos Quito N. identificaría esta leyenda como perteneciente a un patrón de culto a la espada común entre los nómadas de las estepas de Asia Central.
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    editar] Atila en Occidente

    Ya en el 450 había proclamado Atila su intención de atacar al poderoso reino visigodo de Toulouse en alianza con el emperador Valentiniano III. Atila había estado anteriormente en buenas relaciones con el imperio occidental y con su gobernante de facto, Flavio Aecio. Aecio había pasado un breve exilio entre los hunos en el 433, y las tropas que Atila le había proporcionado contra los godos y los burgundios habían contribuido a conseguirle el título –más que nada honorífico– de “magister militum” en Occidente. Los regalos y los esfuerzos diplomáticos de Genserico, que se oponía y temía a los visigodos, pudieron influir también en los planes de Atila.

    El camino de las fuerzas hunas en la invasión de la Galia, hasta la Batalla de los Campos Cataláunicos.


    En cualquier caso, en la primavera del 450, la hermana de Valentiniano, Honoria, a la que contra su voluntad habían prometido con un senador, envió al rey huno una demanda de ayuda juntamente con su anillo. Aunque es probable que Honoria no tuviera intención de proponerle matrimonio, Atila escogió interpretar así su mensaje. Aceptó, pidiéndole como dote la mitad del imperio occidental. Cuando Valentiniano descubrió lo sucedido, sólo la influencia de su madre, Gala Placidia, consiguió que enviara a Honoria al exilio en vez de matarla. Escribió a Atila negando categóricamente la legitimidad de la supuesta oferta de matrimonio. Atila, sin dejarse convencer, envió una embajada a Rávena para proclamar la inocencia de Honoria y la legitimidad de su propuesta de esponsales, así como que él mismo se encargaría de venir a reclamar lo que era suyo por derecho.
    Mientras tanto, Teodosio murió a consecuencia de una caída de caballo y su sucesor, Marciano, interrumpió el pago del tributo a finales del 450. Las sucesivas invasiones de los hunos y de otras tribus habían dejado los Balcanes con poco que saquear. El rey de los salios había muerto y la lucha sucesoria entre sus dos hijos condujo a un enfrentamiento entre Atila y Aecio. Atila apoyaba al hijo mayor, mientras que Aecio lo hacía al pequeño. Bury piensa que la intención de Atila al marchar hacia el oeste era la de extender su reino –ya para entonces el más poderoso del continente– hasta la Galia y las costas del Atlántico. Para cuando reunió a todos sus vasallos (gépidos, ostrogodos, rugianos, escirianos, hérulos, turingios, alanos, burgundios, etc.) e inició su marcha hacia el oeste, había ya enviado ofertas de alianza tanto a los visigodos como a los romanos.
    En el 451 su llegada a Bélgica con un ejército que Jordanes cifra en 500.000 hombres puso pronto en claro cuáles eran sus verdaderas intenciones. El 7 de abril tomó Metz, obligando a Aecio a ponerse en movimiento para hacerle frente con tropas reclutadas entre los francos, burgundios y celtas. Una embajada de Avito y el constante avance de Atila hacia el oeste convencieron al rey visigodo, Teodorico I, de aliarse con los romanos. El ejército combinado de ambos llegó a Orleans por delante de Atila, cortando así su avance. Aecio persiguió a los hunos y les dio caza cerca de Châlons-en-Champagne, trabando la batalla de los Campos Cataláunicos, que terminó con la victoria de la alianza godo-romana, aunque Teodorico perdió la vida en el combate. Atila se replegó más allá de sus fronteras y sus aliados se desbandaron.
    [editar] Invasión de Italia y muerte de Atila


    Atila y sus hunos invadiendo Italia.


    Atila apareció de nuevo en el 452 para exigir su matrimonio con Honoria, invadiendo y saqueando Italia a su paso. Su ejército sometió a pillaje numerosas ciudades y arrasó Aquilea hasta sus cimientos. Valentiniano huyó de Rávena a Roma. Aecio permaneció en campaña, pero sin potencia militar suficiente para presentar batalla
    Finalmente, Atila se detuvo en el Po, a donde acudió una embajada formada, entre otros, por el prefecto Trigecio, el cónsul Avieno y el papa León I. Tras el encuentro inició la retirada sin reclamar ya ni su matrimonio con Honoria ni los territorios que deseaba.
    Se han ofrecido muchas explicaciones para este hecho. Puede que las epidemias y hambrunas que coincidieron con su invasión debilitaran su ejército, o que las tropas que Marciano envió allende el Danubio le forzaran a regresar, o quizá ambas cosas. Prisco cuenta que un temor supersticioso al destino de Alarico, que murió poco después del saqueo de Roma en el 410, hizo detenerse a los hunos. Próspero de Aquitania afirma que el papa León, ayudado por San Pedro y San Pablo, le convenció para que se retirara de la ciudad. Seguramente la indudable personalidad de San León Magno tuvo más que ver con la retirada de Atila que la entrega a éste de una gran cantidad de oro, como suponen algunos autores, dado que tenía ya al alcance de su mano la plena posesión de la fuente de la que ese oro manaba.

    El encuentro de San León Magno y Atila, de Rafael, en el que se puede ver a San Pedro y San Pablo apoyando al papa desde lo alto en su encuentro con el rey huno.


    Cualesquiera que fuesen sus razones, Atila dejó Italia y regresó a su palacio más allá del Danubio. Desde allí planeó atacar nuevamente Constantinopla y exigir el tributo que Marciano había dejado de pagar. Pero la muerte le sorprendió a comienzos del 453. El relato de Prisco dice que cierta noche, tras los festejos de celebración de su última boda (con una goda llamada Ildico), sufrió una grave hemorragia nasal que le ocasionó la muerte. Sus soldados, al descubrir su fallecimiento, le lloraron cortándose el pelo e hiriéndose con las espadas, pues –como señala Jordanes– “el más grande de todos los guerreros no había de ser llorado con lamentos de mujer ni con lágrimas, sino con sangre de hombres”. Lo enterraron en un triple sarcófago –de oro, plata y hierro– junto con el botín de sus conquistas, y los que participaron en el funeral fueron ejecutados para mantener secreto el lugar de enterramiento. Tras su muerte, siguió viviendo como figura legendaria: los personajes de Etzel en el Cantar de los Nibelungos y de Atli en la Saga de los Volsungos y la Edda poética se inspiran vagamente en su figura.
    Otra versión de su muerte es la que nos ofrece, ochenta años después del suceso, el cronista romano Conde Marcelino: “Atila, rey de los hunos y saqueador de las provincias de Europa, fue atravesado por la mano y la daga de su mujer”. También la Saga de los Volsung y la Edda poética sostienen que el rey Atli (Atila) murió a manos de su mujer Gudrun, pero la mayoría de los estudiosos rechazan estos relatos como puras fantasías románticas y prefieren la versión dada por Prisco, contemporáneo de Atila.
    Éste fue el fin de los ocho años que duraron las invasiones de los hunos, los bárbaros que hicieron retroceder y extinguirse a Roma. El Imperio Romano de Occidente(Imperio Bizantino), del que prácticamente no quedaba más que la propia Roma, fue terminado y destruida por los vándalos, otro pueblo bárbaro.
    Los hijos de Atila, Elac (al que había designado heredero), Dengizik y Ernakh lucharon por la sucesión y, divididos, fueron vencidos y desperdigados el año siguiente en la batalla de Nedao por una coalición de pueblos diversos (ostrogodos, hérulos, gépidos, etc.). Su imperio no sobrevivió a Atila.
    [editar] Apariencia, carácter y nombre

    La principal fuente de información sobre Atila es Prisco, un historiador que viajó con Maximino en una embajada de Teodosio II en el 448. Describe el poblado construido por los nómadas hunos, y en el que se habían establecido, como del tamaño de una ciudad grande, con sólidos muros de madera. Al propio Atila lo retrata así:

    Ilustración de Atila de Edda poética.


    Corto de estatura, de ancho pecho y cabeza grande; sus ojos eran pequeños, su barba fina y salpicada de canas; y tenía la nariz chata y la tez morena, mostrando la evidencia de su origen”. La apariencia física de Atila debía ser, muy probablemente, la de alguien del Extremo Oriente o del tipo mongol, o quizá una mezcla de este tipo y del de los pueblos túrquicos de Asia Central. Seguramente mostraba rasgos del Oriente asiático, que los europeos no estaban acostumbrados a ver, y por eso lo describieron con frecuencia en términos poco elogiosos.
    Atila es conocido en la historia y la tradición occidentales como el inflexible “Azote de Dios”, y su nombre ha pasado a ser sinónimo de crueldad y barbarie. Algo de esto ha podido surgir de la fusión de sus rasgos, en la imaginación popular, con los de los posteriores señores esteparios de la guerra, como Gengis Kan y Tamerlán: todos ellos comparten la misma fama de crueles, inteligentes, sanguinarios y amantes de la batalla y el pillaje. La realidad sobre sus caracteres respectivos puede ser más compleja. Los hunos del tiempo de Atila se habían relacionado durante algún tiempo con la civilización romana, particularmente a través de los aliados germanos (foederati) de la frontera, de modo que cuando Teodosio envió su embajada del 448, Prisco pudo identificar como lenguas comunes en la horda el huno, el gótico y el latín. Cuenta también Prisco su encuentro con un romano occidental cautivo, que había asimilado tan completamente la forma de vida de los hunos que no tenía ningún deseo de volver a su país de origen. Y la descripción del historiador bizantino de la humildad y sencillez de Atila no ofrece dudas sobre la admiración que le causa. Asimismo, de los relatos del mismo Prisco se desprende con claridad que Atila no sólo hablaba perfectamente el latín, sino que sabía escribirlo; además hablaba griego y otros idiomas, por lo que muy probablemente se trató de un hombre de gran cultura para los cánones de la época.

    Una ilustración de la reunión de la Crónica ilustrada Húngara, c. 1360.


    El contexto histórico de la vida de Atila tuvo gran trascendencia a la hora de configurar su posterior imagen pública: En los años de la decadencia del Imperio occidental, tanto sus conflictos con Aecio (conocido a menudo como “el último romano”) como lo ajeno de su cultura contribuyeron a cubrirlo con la máscara de bárbaro feroz y enemigo de la civilización con la que ha sido reflejado en un sinnúmero de películas y otras manifestaciones artísticas. Los poemas épicos germanos en los que aparece nos ofrecen un retrato más matizado: es tanto un aliado noble y generoso –el Etzel del Cantar de los Nibelungos– como cruel y rapaz –Atli, en la Saga de los Volsung y en la Edda poética–.
    Algunas historias nacionales, sin embargo, le retratan siempre bajo una luz favorable. Durante la Edad Media, en los siglos XIII y XIV se dejó sentada la leyenda de los dos hermanos Hunor y Magor, donde se explicaba el parentesco entre los hunos y húngaros, así como la llegada de Atila a los territorios panonios. En Hungría y Turquía los nombres de Atila y su última mujer, Ildico, siguen siendo populares actualmente (siglo XXI). De forma parecida, el escritor húngaro Géza Gárdonyi, en su novela A láthatatlan ember (publicada en español con el título de El esclavo de Atila), ofrece una imagen positiva del rey huno, describiéndolo como un jefe sabio y querido.
    Se ha calificado a Atila como un "bárbaro" sin darse cuenta de que los romanos llamaban así a cualquier pueblo que no fuera romano o romanizado, sin importar su grado de cultura ni su estado de civilización. Hay que tener en cuenta, a la hora de formarse una idea correcta del personaje, que los relatos que nos han llegado son todos de la pluma de sus enemigos, por lo que es imprescindible un adecuado expurgo de los mismos.
    Aparte de esto, no es improbable que el jefe de una nación guerrera (un jefe inteligente) sopesara la ventaja propagandística de ser considerado por sus enemigos el "Azote de Dios", y que debido a ello fomentara esa imagen entre ellos.
    El nombre de Atila podría significar “Padrecito”, del gótico “atta” (padre) con el sufijo diminutivo “-la”, ya que sabemos que muchos godos sirvieron en sus ejércitos. Podría ser también una forma pre-turca, de origen altaico (compárese con Atatürk y con Alma-Ata, la actual Almaty). Es muy posible que provenga de “atta” (padre) y de “il” (tierra, país), con el sentido de “tierra paterna” o “madre patria”. Atil era asimismo el nombre altaico del actual Volga, río que tal vez dio su nombre a Atila.
     
    Walia, 6 Sep 2010

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    editar] La herencia de Atila y los húngaros

    Con[​IMG]

    el legendario general AECIO UNICO ROMANO CAPAZ DE ENFRENTARLO A ATILA
    cepción sobre la apariencia de Atila elaborada en 1360 de la Crónica Ilustrada Húngara.


    En la actualidad numerosas teorias vinculan a la nación húngara con los hunos. Una sub-étnia dentro de los húngaros conocida como Székely posee trazos genéticos en común con los antiguos hunos. Los Székely originalmente son de habla húngara y arribaron a la Cuenca panónica previamente a la "gran ocupación del hogar", comandanda por el Gran Príncipe húngaro Árpad en el 896. Por consiguiente, se estima que los székely o arribaron un par de siglos antes a los magiares, o arribaron junto con los hunos de Atila. El hecho es que tanto los magiares como los székely así como muchas otras étnias eran parte del enorme mosaico conocido como los "hunos", los cuales no eran netamente una sola etnia sino cientos de tribus fusionadas en un solo imperio. En el caso de los propios magiares, el grupo de casi 300.000 personas que arribaron con Árpad estaba compuesto por siete tribus unificadas.
    A pesar de su gran fama, poco se sabe del fin de este pueblo que atravesó 10.000 km hasta llegar desde Mongolia a Hungría. La hipótesis más razonable parece ser que la desintegración del imperio de los hunos a la muerte de Atila y las enfermedades europeas (para un pueblo de la estepa asiática con un sistema inmunitario no habituado a ellas) dividieron y diezmaron a la población, que se fue mezclando por diferentes regiones, principalmente en Hungría y Rumanía. No parece muy lógico, que tras 100 años de asentamiento en Europa, ese pueblo desapareciera por completo, o volviera a rehacer el camino a la actual Mongolia. Entre una de las propuestas medievales, los Príncipes y reyes húngaros se consideraban descendientes directos de Atila, afirmando que habían abandonado Europa nuevamente hacia Asia y que tras cuatro siglos regresaron a reclamar su herencia como descendientes del "Azote de Dios". Si en efecto eran descendientes de Atila o no, Árpad y sus descendientes realmente lo creían, así como toda la población circundante, lo cual les sirvió para legitimizarse en el poder.
    [editar] Fuentes
    · Prisco: Historia Bizantina (texto griego en Ludwig Dindorf: Historici Graeci Minores, Leipzig, B.G. Teubner, 1870). Se puede consultar una traducción al inglés de J.B. Bury en Priscus at the court of Attila
    · Jordanes: Origen y gestas de los godos. Hay una edición española de José María Sánchez Martín, Madrid, Cátedra, 2001.
    [editar] Bibliografía

    En español:
    · Bock, Susan: Los hunos, tradición e historia. Universidad de Murcia, Secretariado de Publicaciones, 1992. ISBN B0000EDNA1
    · Bussagli, Mario: Atila. Madrid: Alianza Editorial, 2005. ISBN 84-206-0341-4
    · Cebrián, Juan Antonio: Pasajes de la Historia. Madrid: Corona Borealis, 2001.
    · Gárdonyi, Géza: El esclavo de Atila
    · Grousset, René: El imperio de las estepas: Atila, Gengis Kan, Tamerlán. Madrid: Edaf, 1991. ISBN 84-7640-498-0
    · Raya Olivet, Hernan: Hunos, conquista y expansion, Colegio "Trilce", version del clásico Age of Empires II, The Conquerors, 2006.
    · Roberts, Wess: Atila, conquistador en el siglo V, líder en el siglo XX,. Madrid: Maeva, 2001. ISBN 84-86478-23-5
    En inglés:
    · Blockley, R.C.: The Fragmentary Classicising Historians of the Later Roman Empire, vol. II (colección de fragmentos de Prisco, Olimpiodoro y otros, con el texto original y traducción al inglés). ISBN 0-905205-15-4
    · Gordon, C.D.: The Age of Attila: Fifth-century Byzantium and the Barbarians. Míchigan: University of Michigan Press, 1960.
    · Maenchen-Helfen, Otto (ed. Max Knight): The World of the Huns: Studies in Their History and Culture. Berkeley: University of California Press, 1973.
    · Thompson, E.A.: A History of Attila and the Huns. Londres: Oxford University Press, 1999. ISBN 0-631-21443-7
    En francés:
    · Bóna, István: Les huns: Le grand empire barbare d'Europe (IVe-Ve siècles). París: Errance, 2002.
    En húngaro:
    · Kézai, Simon /Keszi, Simon: "A hunok és a magyarok cselekedetei". En Gesta Hunnorum et Hungarorum. Editado y traducido por László Veszprémy & Frank Schaer. Central European University, 1999.
    [editar] Enlaces externos
    · Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Atila.Commons
    · Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Atila. Wikiquote
    · [1], Traducción al castellano de un fragmento de las memorias del romano Prisco, el cuál fue enviado por Constantinopla para tratar con la corte de Atila.
    [editar] En inglés
    · Retrato reconstruido de Atila el Huno Basado en fuentes históricas; redactado con un estilo contemporáneo.
    · Descripción de Atila por parte de Edward Gibbon en su clásico The Decline and Fall of the Roman Empire
    · Extracto de 'Leadership Secrets of Attila The Hun', de Wess Roberts, describiendo las experiencias de Atila en Roma.
     
    Walia, 6 Sep 2010

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    Atila: Hombre o demonio | 1954 Gratis online

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    Título: Atila: Hombre o demonio – Attila
    [​IMG]Director: Pietro Francisci
    Actores: Anthony Quinn – Sophia Loren – Henri Vidal – Irene Papas – Colette Régis – Ettore Manni – Claude Laydu – Eduardo Ciannelli – Christian Marquand – Guido Celano – Carlo Hintermann – George Brehat – Mario Feliciani – Piero Pastore – Aldo Pini
    Año: 1954
    Pais: Italia – Francia
    Citas en la película: Deuteronomio 19:10
    Notas: Han pasado los Unos, una horda arrolladora de bárbaros,
    que de los lejanos desiertos de Asia, empujados por un insaciable deseo de pillaje, se extiende sobre la generosa tierra de occidente, un mar de sangre, de destrucción, de muerte, los guia un jefe fanático y feroz, cuyo nombre estremece como el del demonio, hiere como el filo de una espada, Atila.
    Corre el año 450 de la era cristiana, el imperio de occidente agoniza, por los confines orientales, sobre el Danubio, avanza una embajada romana, la manda el único hombre que conoce profundamente a Atila, y que está en condiciones de penetrar en el secreto de sus planes ambiciosos, un hombre nacido en Valonia, pero que desde hace muchos años vive con las insignias del imperio de occidente, es general de Roma (comienzo, voz en off).
    Flavio Aecio (Henri Vidal), general romano (nació en Durostorum, h. 390+Roma 454, una provincia romana de Mesia inferior, en la actual Bulgaria), y Prisco (Prisco de Panio, sofista e historiador, George Brehat, en la película, soldado romano), al servicio del emperador Valentiniano III, llevan un mensaje al jefe de los Unos, Rua (Rugila), para firmar un pacto de no agresión. Pero Rua ha muerto, en el trono están sus sobrinos, Bleda y Atila que son hermanos. Atila Anthony QuinnW (fotograma), es amigo personal de Aecio, pero contrario al pacto de no agresión, que si quiere firmar su hermano Bleda (Ettore Manni), al que Atila, no duda en darle muerte, para seguir con sus planes de conquista (la historia se escribe con sangre, no con vino).
    Mientras tanto en Rávena sede del imperio de occidente, se encuentra la corte del emperador Valentiniano III (Claude Laydu), un pobre diablo, que tiene miedo de lo que se le viene encima, con su madre, la bruja de Gala Placidia (Colette Régis), y su hermana, Honoria (Justa Grata) Sophia LorenW, esta quiere convencer primero a Aecio, para traicionar a su hermano y madre, para tomar el poder, al no conseguir su propósito, se ofrece al mismo Atila en matrimonio.
    Filme que recrea esta parte de la historia tan interesante sobre Atila, y su obsesión por la profecía de su guru particular Onegesius (Eduardo Ciannelli), “guardate del dios de los cristianos”, y su pitonisa Gruni “Gudrun” la , amante y mujer de sus hijos Irene PapasW, ¡Tengo miedo Atila!…¿De que?…Del que te se enfrentara sin armas…Guardate del que se llame con nombre de animal.
    Y el encuentro de Atila, con el papa, León I, (el Magno o el Grande), en los margenes del rio Po:La sangre de los inocentes caerá sobre ti. Que palabras fue diciendo aun el vicário de cristo con la esperanza de aplacar la terrible furia del rey de los Unos. Nadie logró oírlas, se habla de ellas como de uno de los grandes misterios de la historia, pero acaso, no hay tal misterio, el papa León no pudo usar otro lenguaje que el excelsamemente sencillo del evangelio, un lenguaje accesible a todos los hombres de buena voluntad, romanos y bárbaros, grandes y humildes, esclavos y poderosos, ¿sabe alguien si Atila conseguiría entenderlo?. ¡Nada más tengo que decir!, en ti está el decidir… ¡¡Atrás, atrás!! (nadie sabe qué fue lo que le dijo, pero tras la entrevista y contra toda expectativa, se retiró de Italia con todo su ejército). Fin.
    Con guión de Ennio De Concini y Primo Zeglio, música de Enzo Masetti, dirigida por Franco Ferrara,y coreografía de Gisa Geert, director de fotografía, Aldo Tonti, y es una coproducción Italo, Francesa (LVX-Ponti-De Laurentis-Dino de Lurentis y Carlo Ponti). Todo bajo la dirección de Pietro Francisci (9-9-1906, Roma – 1977), director de cine italiano, recordado por la película Hércules de 1958, que inspiró el cine Peplum, boom de la década de 1950 y 1960.
    Película, para interesarse un poco, sobre este episodio de la historia, y sobre uno de los guerreros más potentes que haya existido nunca, Atila, rey de los Unos “el azote de Dios”, y su famoso eslogan “por donde pasaba el caballo de Atila, yá no crecía la yerba”.
    Para pasar un rato muy entretenido, con un Anthony Quinn, que le va el papel , como anillo al dedo, aunque la otra versión que pondremos Atila rey de los Unos de Douglas Sirk, 1955, con Jack Palance, haciendo de Atila, está muy bien, ¡¡están geniales los dos!!, esta se pasa en un boleo, dura, 75 minutos.
    Ver…+ AtilaW.+.
    Filmes relacionados:

    [​IMG]






    Este blog se siente arremetido en estos momentos por las Invasiones Barbaras, obligandonos estos a ofrecer un telemaraton, como dirían en la televisión, con la figura de estos bárbaros, vándalos o como quieran denominarse a todas estas tribus, que azotaron occidente entre el 100 y el 500 d.c.




    [​IMG]INVASIONES BARBARAS

    Sin duda entre todos ellos, destaca la figura de uno en particular, ATILA y que mejor muestra para describirle, que dejaros todo un clásico del cine, "Atila, hombre o demonio", con un gran Anthony Quinn que rodaba tambiénUlises, en ese momento, aquí ya antes comentada y una hermosa Sophia Loren.


    [​IMG]DOS GRANDES DE LA PANTALLA JUNTOS



    Añadiremos próximamente, un documental sobre la batalla de Chalons o campos Cataláunicos, mas tarde la miniserie de dos episodios que se realizo en el 2.001, en la cual participaba inclusive nuestro famoso leonidas y si hay suerte también contaremos, con la versión de 1.955, Atila Rey de los Hunos, con un gran Jack Palance. No podremos olvidarnos por aquí del azote de Dios, durante mucho tiempo.




    LOS HUNOS DUERMEN A LOMOS
    DE SUS CABALLOS



    [​IMG]
    LOS CABALLOS JUGABAN un importante papel dentro de la cultura huna. Su empleo iba mucho más allá de la monta. Los hunos concebían la relación hombre /montura de una manera muy especial y los caballos eran mucho más que una mera bestia de carga. Los pueblos nómadas criaban su propia raza equina. Para preservar su bravura y su instinto y que estas cualidades no se perdieran con la doma, los hunos cruzaban siempre sus caballos con aquéllos que, salvajemente, campaban a sus anchas por las llanuras y estepas. Las bestias eran criadas con vistas a tres destinos: el comercio, el transporte o la guerra.


    [​IMG]
    Estas pequeñas monturas, de cuello largo, eran excelentes para el tiro, el salto, la carga y el combate, pero desempeñaban también un importantísimo valor simbólico dentro de la sociedad huna. Los caballos, y en parte gracias a su color, no tardaron en convertirse en todo un símbolo de poder. De esta forma, no todo el mundo tenía derecho a hacerse con una montura de colores claros, pues estaban reservadas para las gentes que ocupaban un lugar privilegiado en las más altas jerarquías. El color de la piel del animal servía, además, para organizar los ejércitos. Las monturas blancas se disponían al Oeste, las pardas al Sur, las negras al Norte y, por último, el resto al Este.

    [​IMG]CENTAUROS DE ORIENTE

    POR OTRO LADO, LOS GUERREROS desarrollaron un estrechísimo vínculo con sus monturas hasta el punto de parecer, en sus rápidos ataques, un único ser, lo que Gromblich en su libro Breve historia del Mundo acertó en llamar «centauros».


    Esta unión entre cabalgadura y jinete vino motivada gracias a la irrupción de la silla de montar, de las bridas y del estribo, descubrimientos que, sin duda, supusieron un importantísimo avance, no sólo dentro de la historia de la monta, sino también en el desarrollo de la logística militar.

    [​IMG]SIEMPRE EN MOVIMIENTO



    Una primitiva versión de la silla de montar se fabricaba en madera, pero los jinetes no tardaron en demandar a los artesanos el empleo de otros materiales más cómodos.


    La decoración de estos útiles de monta corría a cargo de los artesanos, pero siempre seguían el patrón familiar e identificador del propio jinete. Los estribos y las bridas resultaban tremendamente eficaces para los jinetes a la hora de poner en práctica sus acometidas guerreras y llevar a cabo las rápidas retiradas que les caracterizaban. Además, la destreza de los caballeros hunos se vio incrementada favorablemente gracias a la irrupción de estas herramientas de monta.


    Los jinetes eran capaces de realizar toda una serie de cabriolas a lomos de sus caballos. La más recordada por parte de los cronistas enemigos era aquélla que les permitía retirarse del terreno de batalla o después de una razia, montando de espaldas, capaces de seguir disparando una interminable lluvia de flechas.


    [​IMG]CREARON UN GRAN IMPERIOLos hunos, además, no se bajaban de sus monturas ni para dormir. Buena parte de las negociaciones y tratados que llevaron a cabo con otras culturas fueron zanjados y firmados a lomos de sus caballos. Incluso la preparación de ciertos alimentos transcurría durante la monta. De este modo, grandes cantidades de carne se colocaban entre el caballo y la silla de montar a fin de que este producto se ablandase. Otro tanto parecido ocurría con el yogur.


    Sin duda, en pocas civilizaciones los caballos tuvieron un peso tan claro como con la cultura huna, donde los hombres eran centauros.


    Fuente : http://www.portalmibax.com/


    LA PELÍCULA



    El debilitado Imperio Romano de Occidente envía al general Aecio (Henri Vidal) para negociar un tratado de paz con el pueblo de los hunos, el cual es gobernado conjuntamente por el pacífico rey Bleda (Ettore Manni) y su despiadado y belicoso hermano Atila (Anthony Quinn).


    [​IMG]Anthony Quinn en el mejor momento de su carrera

    Sin ambargo, Atila se adentra con sus hordas en tierras cristianas, dispuesto a entrar a Roma y vencer al jefe de los cristianos, el Papa Leo I, pero sólo la proverbial entereza del Papa convencerá a Atila de abandonar su devastador saqueo de la península itálica... Sophia Loren e Irene Papas complementan a un imponente Anthony Quinn en esta superproducción italiana sobre la compleja figura del legendario Atila, dirigida por Pietro Francisci.
     
    Walia, 6 Sep 2010

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    Batalla de los Campos Cataláunicos


    Batalla de los Campos CataláunicosParte de Invasión de los Hunos[​IMG]
    Los Hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos, por Alphonse de Neuville (1836–85)Fecha20 de junio del 451LugarAlgún lugar del actual noreste francés, quizá cerca de la actual Châlons-en-ChampagneResultadoGrandes pérdidas en ambos bandos. Victoria moral de Aecio y sus aliados, al romper el aura de invencibilidad de Atila
    BeligerantesImperio Romano de Occidente
    Visigodos
    Francos
    Alanos
    Burgundios
    SármatasHunos
    Ostrogodos
    Gépidos
    Hérulos
    TuringiosComandantesFlavio Aecio
    Teodorico †Atila
    ValamiroFuerzas en combate30.000–50.000 hombres
    120-250.000 según fuentes antiguas30.000–50.000 hombres
    100-600.000 según los romanosBajasDesconocidas15.000 a 40.000 (según los romanos)
    los más alcistas entre 160-300.000 muertos[1]La Batalla de los Campos Cataláunicos (también llamada Batalla de Châlons, o Batalla de Locus Mauriacus) enfrentó en el año 451 a una coalición romana liderada por el general Flavio Aecio y el rey visigodo Teodorico I contra la alianza de los hunos comandada por su rey Atila. Esta batalla fue la última operación a gran escala en el Imperio Romano de Occidente y la cumbre de la carrera de Aecio. Es considerada una de las batallas más importantes de la Historia Universal.
    El lugar donde se piensa que tuvo lugar la batalla fue en algún descampado en la margen izquierda del río Marne, cerca de la ciudad de Châlons-en-Champagne, actualmente en el norte francés, aunque se desconoce la ubicación exacta. El enfrentamiento tuvo lugar durante los últimos días del mes de junio del año 451.
    Contenido

    [ocultar]
    [editar] La tormenta llega del Este

    [​IMG] [​IMG]
    Imperio Romano (amarillo) e Imperio Huno (naranja) en el 450.


    El nombre de Atila había llegado a todos los rincones de Europa. Algunos pueblos bárbaros enviaban emisarios con proposiciones de alianzas, mientras otros buscaban apoyo en el decadente Imperio Romano de Occidente. La cristiandad se había extendido por gran parte del continente; tanto el Imperio Romano de Oriente, como el de Occidente habían abandonado los antiguos cultos, al igual que diversos pueblos bárbaros que se habían romanizado y adquirido el cristianismo.
    Las noticias de los saqueos y la destrucción que había sufrido el Imperio de Oriente a manos de Atila habían llegado a Occidente. El temor a que los hunos se dirigieran al Imperio de Occidente era una realidad, los militares los temían, y el pueblo también. No obstante, el emperador de Occidente, Valentiniano III, había entablado negociaciones con Atila para destruir entre ambos el Reino Visigodo de Tolosa, en la Galia.
    Precisamente, esos mismos visigodos eran los que décadas atrás se habían visto obligados a cruzar el Danubio por culpa de la presión huna, los que habían derrotado a los romanos en Adrianópolis, los que habían vagado durante años asolando los Balcanes, los que habían saqueado Roma en el 410 y los que ahora ocupaban parte de la Galia. El emperador trataba de aliarse con los causantes primeros de que los visigodos hubieran dañado seriamente al Imperio.
    Aunque las supuestas intenciones de Atila eran las de ayudar a los romanos, las reales eran muy distintas: adueñarse de la Galia. Cuando las huestes hunas se pusieron en marcha hacia la Galia el pánico cundió en el Imperio. Se temió lo peor, Atila, el poderoso bárbaro, el Azote de Dios, como lo llamaba la Iglesia católica, se dirigía hacia el Imperio de Occidente.
    Atila se dirigía a la Galia con la excusa de expulsar a los visigodos de allí, pero sus auténticas intenciones eran la de apoderarse de los territorios del Imperio de Occidente. Aecio lo sabía y, haciendo gala de su habilidad diplomática, consiguió una alianza con los visigodos, sus antiguos enemigos, para luchar conjuntamente contra Atila. Mientras tanto, las fuerzas hunas habían llegado al norte de la Galia y habían comenzado a saquearla. Ciudades como Metz, Reims o Amiens fueron pasto de las llamas, y un ejército confederado de romanos, visigodos y un pequeño número de francos, alanos y otros pueblos iniciaron su camino hacia el norte, dispuestos a enfrentarse con el Azote de Dios y sus hordas.
    El Imperio Romano era una sombra de lo que había sido. Corrupto, marchito y ajado tras siglos de existencia, agonizaba ante una avalancha de invasores que no podía frenar. Sin embargo no todo estaba perdido. Flavio Aecio, un general del ejército, el último romano de verdad, debía frenar a Atila.
    [editar] Contendientes

    En esta batalla se enfrentaron dos bandos en los que estaban integrados un gran número de pueblos de origen germánico. Por la parte huna, Atila contaba con una gran cantidad de los jinetes de las estepas que habían conformado su pueblo, así como una gran cantidad de infantería de los reinos que le habían rendido vasallaje, como los ostrogodos, gépidos, hérulos, turingios y muchos más.
    El ejército romano estaba comandado por el magister militum Flavio Aecio, apodado por los historiadores como «el último de los romanos», por sus denodados esfuerzos por defender un Imperio Occidental que se derrumbaba a pasos agigantados. Aecio buscó la ayuda de otros pueblos bárbaros, pues era consciente de que el ejército romano no podría frenar a la masa que se abalanzaba sobre las fronteras del Imperio y de que sus legiones no eran ni una sombra de lo que habían sido siglos atrás. El ejército romano estaba muy debilitado debido a demasiados factores. Las pagas no eran tan atractivas como lo habían sido en siglos anteriores, las tácticas e incluso el armamento se habían quedado anticuados en relación a los avances que habían obtenido los enemigos de Roma; con tantos y tan numerosos enemigos las posibilidades de morir habían aumentado enormemente y, en un imperio decadente, corrompido y empobrecido, la gloria por pertenecer al ejército había desaparecido. El Imperio de Occidente era incapaz de controlar sus fronteras, que se habían vuelto permeables a todo tipo de invasiones, y los emperadores se veían obligados a reclutar a los bárbaros que penetraban en el imperio, actuando como foederati para tratar de impedir que otros bárbaros también se colasen. Aecio consiguió que además de las tropas romanas se unieran a él los visigodos y burgundios, los francos y los alanos.
    [editar] La batalla que decidiría el futuro

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    Manuscrito del siglo XIV que figura la batalla (Biblioteca Nacional de los Países Bajos).


    Fue en la actual Champaña, el 20 de junio del año 451 d.C, cuando los dos ejércitos se desplegaron uno frente a otro, en campo abierto. En un lugar con un nombre tan épico como el de los Campos Cataláunicos, que dan nombre a la ciudad de Châlons (Chatalan) y a la Champaña (Champs), Atila, el caudillo bárbaro más temido de la Antigüedad y Flavio Aecio, «el último romano», se batieron con sus ejércitos en la que fue la batalla más sangrienta hasta aquella fecha.
    El ejército confederado romano fue el primero en desplegarse en el campo de batalla. Aecio desplegó a sus romanos en el ala izquierda, sobre una pequeña colina que dominaba el campo de batalla, y situó a los visigodos con su rey Teodorico en el ala derecha. Entre ambos contingentes desplegó a los alanos, en los que no confiaba demasiado, situándolos entre él mismo y Teodorico para dificultar una posible retirada de estos. Atila llegó a la llanura cuando el ejército confederado bajo el mando de Flavio Aecio ya se había desplegado. Frente a él se encontraba el único ejército romano que podía frenar su penetración total en la Galia, el ejército que debía destruir para que la totalidad del Imperio Romano de Occidente fuera suya.
    Pocos datos han trascendido sobre lo que ocurrió a continuación, y los que lo han hecho son confusos. Se sabe que Atila y su horda huna se situaron en el centro de su ejército, que los ostrogodos hicieron lo propio a su izquierda, frente a los visigodos de Teodorico, y que el resto de pueblos bárbaros se desplegaron a la derecha. Probablemente la intención del rey huno era atacar a los alanos con tal energía que abandonasen el campo de batalla, pudiendo crear una desbandada. Con los alanos huyendo el ejército de Aecio quedaría partido en dos, por lo que sería muy fácil rodearlo y destruirlo.
    Atila sabía que se jugaba mucho en aquel combate. Había dado orden que no se cargara hasta que él no abriese fuego con sus arqueros hunos y así debió ocurrir. Durante unos momentos, tras la finalización del despliegue de su ejército, ambos bandos debieron quedarse en silencio, observando a los adversarios, hasta que el caudillo levantó la mano derecha y la bajó violentamente. A su orden los arqueros hunos lanzaron una andanada de flechas que instantes después impactó contra el ejército romano. En ese momento, hunos, ostrogodos, gépidos, hérulos, y los demás aliados cargaron contra el ejército confederado. Atila, al frente de sus jinetes se lanzó contra los alanos, mientras la infantería del conglomerado bárbaro chocaba con los soldados romanos de Aecio, que dominaban la colina y, por último, los ostrogodos entablaban combate con los visigodos.
    La batalla se prolongó durante horas. Los ostrogodos lucharon enconadamente contra los visigodos, aunque las tropas de Teodorico conseguían rechazarlos una y otra vez, mientras los hunos causaban más y más bajas a los alanos. A pesar del temor de Aecio de una deserción masiva alana, tal hecho no se produjo. Los alanos resistieron con valor y determinación las constantes acometidas de los salvajes jinetes hunos, aunque no podían evitar ir cediendo terreno poco a poco. Sobre la colina, los soldados romanos resistían sin demasiada dificultad a los descoordinados bárbaros que se lanzaban contra ellos de forma desordenada y se cansaban al subir el terraplén a la carga. Sin embargo la mayor presión la estaba ejerciendo Atila en el centro del ejército confederado romano, sobre los alanos, cuyas filas comenzaron a titubear. En ese momento Atila localizó a Teodorico, el rey visigodo, combatiendo en primera fila contra los ostrogodos. Sin pensarlo dos veces se lanzó a por él; su muerte sería desastrosa para la moral visigoda. Teodorico y su guardia real se vieron atacados por la caballería huna, y tras un encarnizado combate el rey cayó muerto.
    La muerte de Teodorico no causó una desbandada visigoda. Su hijo, Turismundo, fue nombrado rey en mitad del fragor del combate. Los visigodos contraatacaron con renovadas energías contra los ostrogodos, que fueron rechazados. En ese momento la batalla cambió de rumbo. Atila, que había estado a punto de lograr la desbandada alana y otra posible retirada visigoda, se encontraba en este punto con una retirada ostrogoda y con los alanos y visigodos permaneciendo en el campo de batalla. Llegado este momento, Turismundo reorganizó sus filas y ordenó atacar a los hunos.
    A estas alturas de la tarde se había producido una sangría en el ala derecha del ejército de Atila, que no había logrado abrir brecha en las filas romanas de la colina. Atila percibió el peligro de la embestida visigoda por su izquierda, pues Aecio podía rodearlo por la otra ala. Vista la situación, el rey huno envió un jinete a su campamento portando la orden de que se hiciese una pira funeraria de inmediato. La batalla estaba perdida, y Flavio Aecio asestaría el golpe definitivo en cualquier momento.
    Reorganizó como pudo sus fuerzas y huyó del campo de batalla a su campamento, dispuesto a incinerarse antes que dejarse capturar. Si Aecio contraatacaba cercaría a los supervivientes en su propio campamento y podría aniquilarlos. Sin embargo ocurrió un hecho insólito: el general romano no ordenó el contraataque. No se sabe con exactitud cuál fue la razón que provocó tal actitud, pero se barajan varias posibilidades. Hay quien sostiene que Turismundo, el nuevo rey visigodo proclamado en mitad de la batalla, rompió el acuerdo militar alcanzado por su padre con Aecio tras la retirada huna, abandonando los Campos Cataláunicos, por lo que Aecio, con un ejército reducido a casi la mitad no podría asestar el golpe final a Atila. Sin embargo la razón más aceptada (propuesta por el historiador Jordanes) es que Aecio temía que, con la destrucción de los hunos, los visigodos, muy poderosos en ese momento, se crecieran y trataran de hacer lo que los hunos: tomar el Imperio Romano de Occidente. E incluso se opina que el general romano no tenía intenciones de destruir al ejército huno con vistas de pactar una alianza en caso de que los visigodos se revolvieran contra Roma. El caso es que, por unas razones o por otras, Aecio no contraatacó y Atila pudo retirarse a Germania.
    [editar] Desenlace

    Aecio, Turismundo y Atila abandonaron el campo de batalla de Châlons-en-Champagne dejando tras de sí tantos cadáveres (algunos estiman entre veinte y treinta mil), que según los contemporáneos las almas de los muertos siguieron luchando en el lugar durante varias noches y, durante generaciones, los campesinos de la zona siguieron desenterrando huesos y armas mientras labraban la tierra.
    A pesar de las previsiones de Flavio Aecio, Atila no se dio por vencido. Honoria, la hermana del emperador Valentiniano III, le había pedido matrimonio al rey huno, y éste, deseoso de recibir parte del imperio, había aceptado. Aunque el emperador había desautorizado la petición de su loca hermana, Atila exigía lo que creía que le pertenecía, por lo que al año siguiente, en el 452 d. C., los hunos invadieron el norte de Italia sembrando la destrucción a su paso. Sin embargo, no llegaría mucho más lejos. El papa León I acudió a hablar con él. Nadie sabe qué fue lo que le dijo, pero tras la entrevista y contra toda expectativa, se retiró de Italia con todo su ejército.
    Atila se retiró tras el Danubio y en el año 453, en una orgía tras contraer matrimonio con la princesa goda Ildico, murió por una hemorragia nasal. Lo cierto es que el caudillo las sufría con cierta periodicidad, pero en aquella ocasión, ebrio, se durmió boca arriba y se ahogó en su propia sangre.
    La retirada de Atila y su muerte al año siguiente supusieron sendos reveses para la imagen de que gozaba Aecio ante Valentiniano III, que sospechaba que su mejor general tenía aspiraciones al trono imperial. Aecio había apostado desde el principio de la invasión de Italia por una solución militar a pesar de lo reducido de sus fuerzas, pero Valentiniano III prefirió permanecer a la defensiva y resistir desde Rávena; con la muerte de Atila en 453, el emperador occidental pensó que la habilidad negociadora y militar de Aecio ya no eran tan necesarias, ahora que había desaparecido el peligro de Atila. Por estas razones, y alentado por las habituales intrigas palaciegas, en el año 454, Valentiniano III lo mandó llamar a palacio, y luego de una intensa discusión, él mismo asesinó por sorpresa a Aecio atravesándole con la espada imperial. Al año siguiente, dos antiguos oficiales de Aecio asesinaron al emperador durante un desfile militar, seguramente a instancias del influyente y rico senador romano Petronio Máximo, que aspiraba al trono.
    Más tarde, «vengando la muerte del emperador», el vándalo Genserico invadió y saqueó Roma, probablemente llamado a ello por la viuda de Valentiniano. Partió entonces hacia el norte de África con un rico botín, que incluía algunos prisioneros ilustres, dejando a la ciudad humillada. Habían pasado seis siglos desde que en tiempos de la Antigua república romana, Cartago hubiese sido destruida hasta los cimientos. Ahora la nueva Cartago vengaba a la antigua.
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    Walia, 6 Sep 2010

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    Comentarios Mios -.El oficio de las armas es una excelente pelicula que retrata el siglo XVI durante la invasion del Emperador Carlos V cuando Carlos V envia a los ejerctios alemanes a invadir a Italia , en este contexto se desarrolla la evolucion de las armas de fuego un caballero a las ordenes del papa se enfrenta con las armaduras de la edad media es herido es el primer hombre que ha muerto bajo la accion de la metralla de los cañones alemanes es el inicio del siglo XVI .


     
    Walia, 9 Sep 2010

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    EL NOBLE DEFENSOR EN EL OFICIO DE LAS ARMAS CONTRA LAS TROPAS DE CARLOS V ESTA PELICULA SE PUEDE PEDIR EN POLVOS AZULES LO COMPRE EN CD
    Las Armaduras
    Una armadura completa consta de numerosas piezas articuladas habiendo llegado a reunirse hasta el número de 250 en un solo combatiente con el peso de unos 25 a 30 kilos, pero las más comunes e importantes se reducen a unas veinticinco, distribuidas en los cuatro grupos de cabeza, tronco y extremidades superiores e inferiores.
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    Para resguardo de la cabeza servían:
    • el yelmo y sus similares protegiendo la parte superior y formado por morrion, visera y barbera
    • el morrión: era la parte alta del casco, donde solía haber la cimera.
    • la visera que cubría el rostro.
    • la barbera, o 'barbote', para la boca y la barbilla
    • la gola que defendía el cuello por delante
    • la cubrenuca que defendía el cuello por detrás.
    Para defensa del cuerpo se aplicaban:
    • el gorjal o gorguera en la parte alta del pecho y espalda, llegando a sustituir a la gola.
    • el peto, en el resto del pecho
    • las escarcelas que llegaban algo más abajo que el anterior
    • los escarcelones, especie de escarcelas que se prolongaban con articulaciones hasta las rodillas
    • el guardarrenes, para los lomos
    • la pancera para el vientre, hecha de malla
    • la culera, para los glúteos, también fabricada de malla
    Las extremidades superiores se cubrían con:
    • las hombreras, en el hombro
    • los guardabrazos en la parte superior del brazo
    • las sobaqueras en las axilas
    • los codales en el codo
    • los brazales en el antebrazo
    • los cangrejos en la parte opuesta del codo
    • las manoplas en las muñecas y manos
    • los guanteletes en los dedos y la mano
    Las extremidades inferiores se protegían por:
    • los quijotes o musleras para defensa de los muslos
    • las rodilleras para las rodillas
    • las grebas para las piernas
    • los escarpes y zapatos herrados para el pie
    • la tarja o tarjeta, que se añadía a dichas piezas en las justas y consistía en un escudito que se fijaba en la parte superior e izquierda del peto y que llevaba pintado el emblema y la divisa del caballero noble.
    Armadura de caballo


    Hubo también armadura para los caballos por lo menos desde el siglo XII la cual lleva el nombre de barda. Se completó en el siglo XVI y comprende las siguientes piezas:
    • testera o frontal, para la cabeza
    • capizana para las crines
    • petral o pechera para la parte frontal
    • flanquera para los lados
    • barda o grupera para la grupa
    Tipos de armadura
    • De trinchera. Se designa con este nombre algunas de aquellas que por su extraordinario peso no podían usarse más que al amparo de defensas que permitieran al guerrero ofender al adversario sin moverse de un lugar. En la Armería Real española hay una rodela de las llamadas de sitio que pesa 19 kilos, aunque sólo tiene 61 centímetros de diámetro. Estos escudos los llevaban los pajes y sólo los utilizaban sus dueños en el momento en que al asomarse a la trinchera habían de descubrir el cuerpo.
    • De tonelete. Servía para combatir a pie y compuesta de launas articuladas, cubría todo el cuerpo, sin embarazar los movimientos.
    • Maximilianas. Es una transformación de la armadura milanesa. Son todas estriadas o acanaladas, excepto las grebas. Su peso varía generalmente de 23 a 25 kilos.
    • Normandas. Así se designa, generalmente, los arneses caballerescos del siglo XI, porque la célebre tapicería de Bayeux, representa a los normandos marchando a la conquista de Inglaterra.
    • Para perros. Las que se hacían en los siglos XVI y XVII para defender a los lebreles en la caza de jabalíes, osos y ciervos. Generalmente eran de cuero como se ven representadas en algunos cuadros pero también las había de hierro grabadas y cinceladas.[1]
    Armaduras a toda prueba
    Desde remotos tiempos las armaduras eran sometidas a diferentes pruebas para apreciar su resistencia. Plutarco, al tratar del sitio de Rodas, dice que trajeron a Demetrio Poliórcetes dos corazas y el maestro Zoilo, que las había forjado, hizo que sobre ellas se disparasen dardos lanzados por una catapulta colocada a veinte pasos, sin conseguir más que dejar en el hierro una ligera señal.[1]
    Después se abandonó este sistema, pues hasta el siglo XIV, no vuelve a hablarse de armaduras de prueba y de media prueba. Las probadas con ballesta de torno se decían de toda prueba o a prueba, y las que sólo lo eran con flecha lanzada por el arco o la ballesta sencilla de gancho, se llamaban de media prueba.[1]
    Desde el siglo XVI se usaron las armas de fuego con objeto de probar la resistencia de las armaduras y las señales de las balas servían, alguna vez, para aumentar sus elementos decorativos, haciéndolas centro de una flor, un rosetón u otro ornato. Por esto cuando en rodelas, petos y corazas se ven marcas de balas, no hay que creer siempre que las llevaba puestas su dueño al recibir el disparo.[1]
    En los arneses de la gente de armas, se probaba el peto y el espaldar, y para la caballería ligera, únicamente el primero. En la Armería Real española hay varias armaduras que la tienen, pudiendo citarse una brigantina española de fines del siglo XV, que lleva, en alguna de sus launas, la doble marca que acredita la prueba con ballesta de torno. Otras piezas presentan huellas de balas de arcabuz, como la armadura de Felipe III, que tiene siete, adornadas con perlas de plata y tres en el espaldar, una de las cuales perforó el acero. También en una rodela se ve otra, siendo de notar que las balas de prueba, como disparadas de cerca, dejaban señales más hondas que las recibidas en la guerra.[1]

    vease FUENTE WIKIPEDIA

    OTRA FUENTE PARA VER INFORMACION DE LA HISTORIA DE LAS ARMADURAS PARA LOS AMANTES Y PUEDE ENTENDER LA TRANCENDENCIA DE LA PELICULA ES :
    Cuchillos, navajas y espadas, Aceros de Hispania
    C/ Subida al Cabezo, 2
    44630 – Castelserás
    Teruel España
    Telf/Fax: 34 978 87 70 88
    [email protected]

    LAS ARMADURAS MEDIEVALES

    Las armaduras medievales fueron un elemento esencial para los caballeros de la edad media, resguardándoles ante las acometidas que pudieran sufrir con espadas u otras armas. Ya desde la antigüedad cuando el hombre tenía que enfrentarse a un combate cuerpo a cuerpo, intentaba protegerse de alguna forma, primero con pieles de animales, luego con cuero, y por último con los metales, con las armaduras.
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    Las armaduras han ido evolucionando con el tiempo, sobre todo en su protección y en las decoraciones


    Las armaduras se fueron perfeccionando con el uso de piezas específicas, por ejemplo los codales, para la protección de los codos

    Para los que no se podían permitir este tipo de armaduras se elaboraron dos tipos diferentes, en los siglos XIV, XV y principios del XVI. Eran la jacerina por un lado y la brigantina por el otro. La primera muy usada en la Europa oriental, estaba formada por láminas de metal unidas a un traje interior de paño; y la segunda era igual que la jacerina pero invirtiendo el orden, las láminas iban remachadas dentro del un jubón de brillantes colores, rematado con tachones de cabezas labradas y doradas. Estas protecciones fueron muy habituales en España e Italia.
    La armadura de placas (como la llamaban tradicionalmente) aparece en el siglo XIV, a finales de siglo formaba el arnés blanco o armadura de unta en blanco, el arnés que cualquier caballero hubiera querido. Una armadura podía llegar a tener más de doscientas cincuenta piezas con un peso de unos 30 Kilogramos. Aunque dichas piezas no tenían siempre un nombre preciso, podemos enumerar algunas de las partes más comunes de una armadura (o armadura de placas como tradicionalmente se llamaban):

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    La armadura medieval podía estar constituida por más de doscientas pieza

    - El casco y semejantes, para proteger la parte superior de la cabeza.
    - Algunas veces el casco llevaba visera para cubrir el rostro.
    - La babera o barbote para la protección de la boca, barbilla, y mandíbulas.
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    Con el barbote protegían la zona de las mandíbulas y la boca
    - La gola que servía para cubrir el cuello. El gorgal o gorguera en la parte alta del pecho, incluyendo la garganta y la espalda, llegando a sustituir a la gola.
    - La cubrenuca para cubrir la zona que va del cuello a los hombros.
    - EL lámete o yelmo, que es un casco pero cerrado. EL yelmo estaba formado por: la cimera (para decorar, situada en la zona más alta), la celada( para resguardar la cabeza), y el collar (adorno, toda la circunferencia inferior del yelmo) Solía ser la pieza más cara, ya que era la encargada de proteger una de las zonas más importantes: el cerebro.

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    EL yelmo realizaba la misma función que el casco, pero este era totalmente cerrado
    - La ventalle, que era la pieza móvil situada al lado de la visera, y que cerraba la parte anterior del lámete.
    - El alpartaz de malla, que cubría el cuello pero dejándole movilidad.
    - El ristre, era el hierro del peto del armadura que servía para afianzar la lanza.
    - El peto para cubrir el pecho.

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    Los petos fueron adaptándose y se fueron realizando más cortos para que el caballero tuviera mayor movilidad
    - El espaldar para cubrir la espalda.
    - El volante o falda por la cintura y caderas.
    - Las escarcelas que llegaban algo más abajo que el anterior, que se anudaban a la falda.
    - Los escarcelones, especie de escarcelas pero mas grandes, que se prolongaban con articulaciones hasta las rodillas.
    - El guardarrenes, o prolongaciones del espaldar más desarrollados que servían para proteger la región lumbar.
    - La pancera para el vientre y estómago, hecha de malla.
    - La bragadura, para proteger la zona de la entrepierna.
    - La culera, para los glúteos, también fabricada de malla.
    - Las hombreras, que cubrían los omóplatos (en ocasiones éstas también cubrían la parte delantera, sustituyendo a las bufas) en el hombro.

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    Las hombreras eran otras de las piezas específicas de la armadura medieval, que tenían la función de proteger la zona de los hombros, tal como indica su nombre
    - Los guardabrazos, para proteger la parte superior del brazo.
    - Las sobaqueras, para resguardar la parte delantera y trasera de las axilas.
    - Los codales, para cubrir el codo.
    - Los brazales, pata cubrir el brazo y el antebrazo.
    - Los cangrejos, para la parte opuesta del codo o sangría del brazo.
    - Las manoplas, lúas, guanteles, manteles o mandiletes, con piezas móviles para cada dedo, que protegían las manos, y las muñecas.

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    Los guanteletes se realizaban cada vez más cómodos para el caballero, la zona de los dedos eran incluso articulada.

    - Las bufas, para proteger la zona de la clavícula.
    - Los quijotes o musleras, para la protección de los muslos.

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    Los quijotes servían para proteger al caballero la zona de los muslos
    - Las rodilleras, protegiendo las rodillas, que iba acompañado casi siempre por unos abanicos por la parte de fuera de las rodillas, para cubrirlas de los golpes laterales.
    - Las grebas para la zona baja de las piernas, en ocasiones llevaban medias grebas articuladas que protegían la parte inferior de las rodillas.
    - Los grebones, para proteger las pantorrillas.
    - Escarpes o escarpines, que tenían el fin de resguardar el empeine, también se usaban zapatos herrados para proteger los pies.
    - La tarja o tarjeta, era un escudo que iba en la zona superior izquierda del peto, con el emblema del caballero.
    La primera pieza que debía colocarse un caballero al ponerse una armadura medieval era la cota de malla (que podía llevar una capucha o almófar, colocada debajo del yelmo) Después de la cota de malla se ponía el gorjal. A este se le unían la coraza o peto y los guardabrazos. La zona de las piernas se comenzaba a montar por los pies. Las piezas se iban sujetando entre ellas por medio de correas, ganchos, tuercas y clavos. Al finalizar de montar toda la armadura, su peso final era de unos 30 ó 40 Kg., e incluso más. A causa de esto el caballero no podía moverse con toda la libertad posible, este caballero sería prácticamente insuperable pero por otra parte también inamovible. Para montar toda la armadura el caballero necesitaba de un escudero que le ayudara a vestirse y desvestirse, y a colocarse en el caballo. Éstos además de ser sus compañeros asiduos eran sus sirvientes, y les limpiaban la armadura y las armas y custodiaban sus bienes y pertenencias, e incluso llegaban a dormir en su puerta como guardián. También les curaban las heridas, y en el caso de que el caballero muriera ellos eran los encargados de hacerles un entierro apropiado.

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    Los escuderos tenían la función de ayudar al caballero, incluso limpiándole su armadura y sus armas

    Un caballero con armadura medieval en un caballo era casi imposible de vencer o derrotar, pero si este se caía al suelo, sería un contrincante muy fácil de abatir, ya que pesaba tanto que le sería casi imposible levantarse y moverse con facilidad.
    Para combatir también se usaban caballos con armadura, para poder defenderse de los ataques de los combatientes, en el siglo XII algunos caballos ya iban dotados de armadura o barda. Las piezas utilizadas para la armadura del caballo eran de forma y aspecto muy parecido a la de los caballeros. Primero se empezó a usar el cuero, luego la malla y finalmente los metales. Las armaduras para los caballos eran muy diversas, de distintas formas y estilos, llegando incluso a ser más bonitas que las de los caballeros medievales.

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    Partes de la armadura de un caballo medieval

    Algunas de las piezas de la armadura del caballo eran:
    - La testera, para resguardar la cabeza del caballo.
    - La capizana, para la protección del cuello.
    - La pechera o petral, para resguardar la parte del pecho, en esta pieza se solía poner el emblema heráldico
    - Las flanqueras, para resguardar la zona de los costados.
    - Las bardas o gruperas, para proteger la grupa o parte trasera del caballo.
    - También podríamos nombrar el arzón, que es la parte que se une a la silla de montar, aunque su función consistía más para resguardar al caballero que al caballo, se trataba de que el caballero no tuviera golpes por lanza en la zona genital.
    En el siglo XV se dio la época de mayor auge de las armaduras de combate, a esta se le llamó armadura gótica, con zonas lisas y bastante brillo, y con sugerentes curvas y decorados, pero sin exageración, sólo en los bordes. Los petos, cascos y guardas de los brazos, y las piernas tenían zonas con hendiduras y estrías, mientras que la zona de los dedos de los pies se realizaban muy anchas. Las armaduras de esta época son unas de las más grandiosas, y aunque se realizaban para combatir, nunca se hicieron unas armaduras tan espléndidas. Durante este siglo el caballero iba armado completamente, totalmente envuelto en la armadura.
    No podríamos hablar de todo esto sino hubieran existido los armeros, las personas que realizaban el trabajo de crear las armaduras. Este oficio viene de años atrás, y tuvo mucha importancia en el Imperio Romano. Muchas familias completas se dedicaban a esta ocupación. Lo primero que se realizaba en el proceso de elaboración de las armaduras era la forja, después se pulían, se ensamblaban las piezas y se colocaban las correas, los forros y los rellenos, y en el caso de que lo llevara se grababa el escudo o emblema y se adornaban, algunas de ellas con oro. El grabado era la forma más tradicional de ataviar el metal, era un proceso complicado y trabajoso. También podríamos hablar de la heráldica, eran unas insignias o blasones que servían para distinguir a los caballeros en el campo de batalla. Cada noble tenía su propio blasón, y lo estampaba en el escudo, el abrigo o en su bandera. Cada insignia era única e individual. Así pues con las insignias los combatientes podían distinguir a los enemigos.

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    Los armeros eran los encargados de realizar los grabados a las armaduras medievales

    El uso de la armadura medieval fue cayendo en declive, ya que con el invento de la pólvora la armadura dejaba de tener la utilidad por la que se había creado, para los combates cuerpo a cuerpo, lo cual deja de hacerse con este nuevo invento, donde se guardan las distancias. La pólvora fue descubierta en el siglo XI en China, pero la usaban únicamente para fuegos artificiales o similares. Los europeos fueron los que descubrieron y desarrollaron usos más destructivos. A principios del siglo XIV apareció la primera arma de pólvora, esta era un cañón que proyectaba lanzas, posteriormente se empezaron ha utilizar balas de piedra y de hierro.
    Algunos sitios interesantes donde podemos ver algunas de estas armaduras son: en la Armería Real de Madrid, en el Museo del Ejército de París, en la Torre de Londres, en Nueva York, o en el Museo de Arte Histórico de Viena.
    Se podrían mencionar algunas anécdotas sobre las armaduras por ejemplo que cuando un caballero con armadura se quería subir al caballo se necesitaba una grúa, ya que el caballero no podía subirse por si solo. Una armadura pesaba como mínimo unos 35 Kilogramos, aunque podía variar mucho ya que se podían colocar más de una armadura, una encima de la otra, se dice que en algunos casos caballeros murieron por infartos o embolias, aunque también tendría que ver la alimentación tomada antes de la batalla. También habría que destacar que estos caballos eran entrenados de una forma especial, solían ser más fuertes y ágiles de lo normal, pero que por el peso que tenían que soportar su movilidad era también más reducida.
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    Caballero y caballo con sus armaduras medievales




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    Walia, 9 Sep 2010

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    EL OFICIO DE LAS ARMAS PUEDE SER USADO PARA ENSEÑAR HISTORIA MODERNA VEAN LOS COMENTARIOS

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    Extraña y hermosísima película. Extraña por su discurso narrativo, muy fragmentario y alejado de las convenciones narrativas al uso para una película que podría calificarse de histórica o bélica y que en realidad es alegórica: Olmi nos presenta la disolución del orden moral que hace honorable en una época el oficio del guerrero. El joven capitán Giovanni de Médicis simboliza ese antiguo orden: es un hombre admirado y respetable que se dedica a las armas, nadie de su época pone en duda su grandeza. Su muerte por un disparo artillero alemán simboliza la destrucción de ese código de honor y causa conmoción entre los de su clase. Si esta película estuviera ambientada en el siglo XX seguramente el equivalente de Giovanni de Médicis habría muerto en un atentado suicida de un terrorista islámico: nosotros juzgamos estas acciones como inmorales e ilegítimas, pero lo que realmente es inmoral e ilegítimo es la imposición por la violencia. Por tanto, el bello y joven Giovanni de Médicis es el último representante de una forma de guerrear no más digna, sino simplemente anticuada: cualquier discurso sobre el honor sobra. El oficio de las armas no muere con Giovanni sino que se perpetúa con los que quedan, con sus equivalentes. La repulsa al uso de la artillería por parte de los príncipes italianos no es más que una declaración hipócrita, como la que hacen los estadistas actuales respecto a las armas químicas o atómicas.

    Olmi no sólo ha bebido en las fuentes narrativas de los mejores Bresson y Tarkovski, sino también en las de sus aciertos formales: los actores no pueden estar mejor elegidos, especialmente el protagonista (guapísimo, para qué vamos a andar con rodeos). Esta es una de esas películas de época que recrean la pintura del momento y, claro, estamos hablando del Renacimiento italiano en su esplendor: aquí, sin embargo, no hay esa sensación de envaramiento o de fiesta de disfraces que abunda en las películas históricas. Olmi refleja el avispero político italiano (la península estaba fragmentada en mil territorios dominados por nobles locales que intrigaban unos contra otros) a través de una presentación de personajes multitudinaria. El director, como he apuntado arriba, desprecia las convenciones del cine bélico (¡cuántas batallitas nos ha ahorrado!), del de intriga (la película es circular y termina donde empieza, con el funeral por Giovanni de Médicis) o del sentimental. Tras una primera parte bélico-política, Olmi se instala en la cabecera de la cama de Giovanni y allí nos quedamos todos, acongojados con la agonía del condottiero, estremecidos, emocionadísimos.
    El cine italiano está igual o bastante peor que el español desde hace mucho tiempo, por eso de la misma forma que ocurre por aquí, se suele prestar mucha atención a los nuevos trabajos de los directores con trayectoria, porque se quiere recuperar un prestigio que sólo es posible con grandes películas que traten temas que trasciendan de lo que pasa en la charcutería de abajo o de las inquietudes de la peluquera.

    Por eso cuando se estrenó “El oficio de las armas” en Italia, fue recibida con aplausos y resultó la vencedora de una forma arrolladora en la noche de los premios David di Donatello. Es cine de autor, pero al mismo tiempo tiene pretensiones de retrato y análisis histórico.

    Personalmente pienso que Ermanno Olmi no termina de explorar todas las posibilidades que la cinta permitía, a medida que avanza el metraje se decanta sin ningún tipo de titubeos en una especie de biopic del condottiero Giovanni de Médicis, abandonando otros candidatos que en un principio parecían que podrían tener más peso del que nos brinda el resultado final. Se recrea demasiado en el asunto de la pierna, lo cuál demuestra que la anécdota morbosa para muchos sigue siendo más importante que el frío armazón histórico.

    Hay que destacar la calidad técnica de la película, la fotografía de Olmi nos acerca más que nunca a la belleza de muchas obras de las mejores pinacotecas europeas, aunque al mismo tiempo, ese mismo “gusterse” de Olmi en las imágenes, recae como una losa en la narración.

    No me convence tampoco el dar gato por liebre en el rodaje de Bulgaria, país precioso pero sin la fuerza y el magnetismo de Italia. Si Olmi quería hacer una obra oscura y tenebrosa, lo consigue, pero no logra que me crea que estoy en la bota transalpina. Esa luz es única, aunque sea invierno.

    Recomendaría el visionado de “El oficio de las armas”, aunque mucho me temo, como ya se puede comprobar, que no es una película con excesivos admiradores. Llama la atención de algunos pensando que es una película bélica, y no lo es, es cine de autor, y se aburrirán. Por el contrario muchos amantes del cine independiente como las mujeres tampoco se acercaran puesto que no habla de la vecina del segundo que cuida a la viejecita del cuarto, mientras se enamora del chico del tercero y compran la comida en el restaurante hindú de abajo. Como le pasó a Giovanni de Médicis, la batalla para esta película está a la larga perdida.

    Nota: 6,5.
    vircenguetorix
     
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    Falconete
    Los falconetes son una de las unidades de artillería más pequeñas. Eran básicamente unos cañones pequeños y pesados, cuyo cometido principal era provocar daños antipersonas. Pesaban unos 130 kilos, tenían un cañón de dos metros de longitud y necesitaban aproximadamente medio kilo de pólvora para disparar un proyectil de hasta kilo y medio de peso. Aún así, la reducida cantidad de pólvora (en comparación con unidades de artillería de mayor calibre) era suficiente para que un falconete bien sujeto retrocediera hasta tres metros y medio al disparar. Fue muy utilizado a bordo de los buques de la época, desde los cuales, y sostenidos sobre una horquilla, se trataba de desangrar a la tripulación de los barcos enemigos.

    FUENTE WIKIPEDIA -PERO ADEMAS SE PUEDEN ENCONTRAR TRATADOS DE ARMAS DEL SIGLO XVI PRONTO COMENTARE SOBRE ESTA ENTRADAS DE LIBROS DEL SIGLO XVI PARA COMPRENDE LO IMPORTANTE DE ESTA PELICULA
     
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    Sinopsis
    La historia transcurre durante la España Imperial del siglo XVII. Diego Alatriste es un soldado al servicio del rey Felipe IV. Se encuentra en la Guerra de los Treinta Años. La trama comienza en los Países Bajos, donde el tercio de Diego Alatriste se bate contra los holandeses. Es aquí donde matan a Lope Balboa (padre de Íñigo Balboa, amigo y ayudante del capitán Alatriste). Decide regresar a Madrid donde la familia Balboa le pide que cuide de Íñigo.
    Junto a su compañero el sicario siciliano Gualterio Malatesta, recibe el encargo de intentar asesinar a dos extranjeros "herejes", que resultan ser el Príncipe de Gales futuro rey Carlos I de Inglaterra y su acompañante, el duque de Buckingham. El encargo se lo hace Emilio Bocanegra y Luis de Alquézar (tío del amor imposible de Íñigo; Angélica de Alquézar). Alatriste vuelve finalmente a los Países Bajos en 1624 (aunque en la película se afirme 1625) para dar el último movimiento de los tercios españoles para la caída de Breda.
    Al volver a España, Íñigo intenta fugarse con Angélica; pero ella al final desiste y decide dar marcha atrás. Alatriste mantiene un romance con la actriz María de Castro, que era la amante de Felipe IV; en tal lío que se metió que cruzó hierros con Gualdamedina, íntimo del rey y amigo de Alatriste.
    Finalmente, la querida del capitán enferma de sífilis. Problemas tan amplios como el duelo entre su amigo Martín Saldaña y él o el castigo de Íñigo a galeras forman parte del final de la película. La película termina en la Batalla de Rocroi (mayo de 1643); que correspondería al último libro de la larga y entretenida saga de "Las aventuras del capitán Alatriste". Es en esta batalla donde suena "La Madrugá" como marcha agónica del ejército y donde el ya viejo capitán Diego Alatriste muere.
    La trama de la película hace un breve recorrido por partes de algunos de los cinco libros publicados hasta el estreno (no hay mención alguna a "Limpieza de sangre", el segundo libro), manteniendo como hilo argumental de la misma a los personajes principales. Incluye fragmentos de algunos próximos libros de la saga, porque si el final de la película coincide con el deseo del autor, debería terminar en Rocroi, lo que dará aún para tres libros más.
     
    Walia, 24 Sep 2010

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