Follé con mi novia, su madre y su hermanas (Capítulo 7)

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Felipe Vallejo, 23 Nov 2020.

    Felipe Vallejo

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    Capítulo VII: Adultera a regañadientes

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    Una vez cumplida nuestra fantasía, acordamos que ella saldría, echaría un vistazo a la puerta y me avisaría si era seguro salir de allí, fue sencillo. Volví a la mesa, no había pasado hasta ahora nada nuevo. Majo llegó cinco minutos después y se sentó al lado mío, como si nada hubiese ocurrido.

    Los novios no parecían estar disfrutando mucho del evento. Laura estaba pendiente de cómo salía la organización de la fiesta, mientras que su esposo estaba sentado junto a sus padres y los padres de la novia, en lo que supongo yo, era una charla tensa.

    Yo permanecía en la mesa, realmente aburrido porque al ver mi objetivo cumplido no veía por cuál razón debería seguir estando allí. Los demás asistentes ya tenían una copa de licor en sus manos; supongo que las habían repartido mientras que estaba con Majo en el baño.

    Estar en ese evento y sin si quiera una gota de alcohol en mi organismo se me hacía una tortura. Me levanté de la mesa y le dije a Majo que volvería en un rato, que iría a buscar un trago. Le pregunté si ella quería uno, a lo que respondió que sí.

    Di una vuelta por todo el salón buscando si habían dejado una bandeja llena de copas por ahí a la deriva. Como no la encontré fui a la cocina para buscar allí a algún mesero que me alcanzará un par de copas.

    Me llevé una tremenda sorpresa apenas entré a la cocina. Mis ojos no podían creer lo que veían. Era Laura, estaba follando con un cocinero. Ella estaba apoyando sus manos sobre un mesón mientras el cocinero la penetraba desde atrás.

    No se habían dado cuenta de que yo estaba allí, así que me escondí antes de que notaran mi presencia. Me agaché y me hice atrás de unas bolsas enormes que estaban llenas de pan. Levantaba mi cabeza lo suficiente para poder seguir viéndolos. Follaban fuertemente, casi que con desespero. Lo que hablaban o cualquier otro tipo de sonido que saliera de ellos quedaba tapado por el ruido que hacían las ollas y los invitados al otro lado de la puerta.

    Noté como Laura lo apuraba para que acabara, el cocinero le daba con todas las ganas y fuerzas que tenía. Finalmente terminaron, lo vi empujar a Laura con dureza un par de veces y luego desplomarse sobre su espalda. Me preguntaba si la recién casada se estaba protegiendo.

    Haber visto esto me calentó muchísimo. Pensé en salir de allí y buscar nuevamente a Majo para repetir, pero ya la fantasía estaba cumplida, no valía la pena repetir exponiéndonos a ser descubiertos. Rápidamente descarté esa idea y pensé en lo que acababa de ver. Laura no estaba mal y si estaba dispuesta a volver cornudo a su marido con un cocinero, ¿por qué no conmigo?
    Al final de cuentas yo tenía una gran ventaja; había visto todo y podía jugar cruelmente con el chantaje, hacerle sentir que estaba en mis manos, convertir el supuesto día más feliz de su vida en el más bochornoso.

    El cocinero se rehízo y continuó con sus labores. Noté como Laura lo apuraba para que sacara rápido los platos para los invitados. Apenas terminó de darle órdenes, la vi venir, iba a volver al salón junto a los invitados. Era ahora, era el momento de actuar.

    Justo cuando iba pasando al lado de las bolsas, tras las cuales yo permanecía escondido, me levanté y ella se llevó tremendo susto. “¿Qué haces acá?” me increpó la infiel y descarada mujer. Estuve en silencio un par de segundos, mirándola a la cara, di un paso al frente y acercándome le dije, “acabo de verlo todo”. Se quedó en silencio por un instante; tragando saliva me dijo “¿qué fue lo que viste?”

    Sin dudar le dije, “he visto todo, absolutamente todo bonita. Tu matrimonio está en mis manos”. Ella no sabía qué hacer, me preguntaba qué era lo que quería yo de ella. Le dije que era obvio, era claro cuál iba a ser mi pedido. Le dije que quería que hiciera conmigo lo mismo que había hecho con el cocinero.

    Me miró extrañada, quizás con un poco de ira en su mirada. “¡Estás loco!, eres el novio de mi hermana y además como puedes apreciar ya soy una mujer casada”, dijo mostrándome su sortija en el dedo. Le respondí diciéndole que ya era una mujer casada mientras follaba con el cocinero; que estaba en mis manos la decisión de convertir su matrimonio en un bochornoso e inolvidable escándalo. No tenía como zafar; permaneció en silencio por un par de segundos y al verse derrotada accedió de mala gana a mi pedido.

    Me llevó junto al cocinero, al lado de la puerta era un riesgo total hacerlo. Además el mesón en que la había cogido hace solo unos minutos el cocinero parecía tener cierto embrujo para Laura. Mientras el cocinero estaba pendiente de la puerta, Laura se sentó en el mesón, abrió las piernas y me invitó a empezar. Su vagina era preciosa, tan deliciosa como la había imaginado durante todos estos años. Sabiendo el lio en el que me estaba metiendo debía ser precavido, no podía desvestirme allí, fácilmente podrían encontrarme con los pantalones abajo; así que saqué mi pene por la abertura de la bragueta. No hubo tiempo para deslizar mi lengua sobre su apetecible coño, me habría encantado hacerlo, pero no era el momento.

    Agarré mi pene con una mano y lo conduje por entre su muy deliciosa vagina. No sabía si Laura era una mujer reprimida, o sencillamente no quería hacer ruido, o si le generaba tan poco deseo. La follé con muchas ganas, mientras la hundía con todo el empeño del mundo, bajé su vestido lo suficiente para que sus senos quedarán al aire. Eran lindos, ligeramente caídos pero eran de buen tamaño. De verdad que Laura se me hizo un poco fría, algo rígida, no era de moverse mucho ni de gemir. Algo aburrida, pero yo no dejé que eso me arruinara el momento.

    Laura me apuraba porque tenía que volver con los invitados, al ver su mala actitud y el apuro que tenía decidí moverme bruscamente, buscando correrme lo más pronto posible. Me dejé llevar tanto que no hubo tiempo de sacarla. Era la primera vez que terminaba adentro y sin protección con una mujer de esta fogosa familia. Una vez que terminé, permanecí unos segundos allí, inmóvil, pegado a ella. Laura se quedó mirándome fijamente, se veía la ira y el odio en su expresión.
    “¡Sacala rápido maldito cerdo!”. Saque mi pene y volví a reacomodarlo en mi pantalón. Le dije que debía volver al salón con un par de tragos en las manos, me los dio muy apurada, y salí rápidamente de allí rumbo a la mesa.

    Majo lucía feliz en la mesa, charlando con los otros invitados. Le llevé la copa y al notar que la conversación que mantenía con los invitados era acerca de los planes de bodas que le estaban armando, supe que tenía que huir antes de verme comprometido con alguna declaración de esas que salen obligadas por presión social.

    Me levanté y salí del recinto. Necesitaba aire y además tenía deseos de fumar. Afuera me encontré a Mariajosé, la madre de mi novia. Vi que era el momento perfecto para preguntarle por su raro cambio de ánimo y actitud hacia mí desde esa noche en que follamos. Me aclaró que no era nada personal. “Simplemente fue que cuando preguntaste si yo era feliz, y te dije la verdad, me di cuenta de lo desgraciada que es mi vida junto a mi marido. Eso me hizo sentir miserable y deprimida”. Una vez que terminó de hablar estuvimos en silencio por unos segundos, sin saber que decir o qué hacer, le di un abrazo y volví a entrar al salón para buscar a Majo.


    Capítulo VIII: Tentando al destino

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    Ir a la boda de Laura fue una buena decisión. De verdad que mi relación con Majo tomó un segundo aire a partir de ese día. Obviamente que peleábamos ocasionalmente, pero no tanto como en el último año. Y es que para Majo solo surgieron buenas noticias a partir de ese día. Consiguió que renovarán la beca de sus estudios por un año más, había logrado un buen trabajo que alternaba con sus estudios; y su dicha fue mayor cuando se enteró de que sería tía y veía como de a poco, y con mucho esfuerzo, conseguía que su relación conmigo se fuera afianzando...
     
    Felipe Vallejo, 23 Nov 2020

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