Follé con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 3)

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Felipe Vallejo, 21 Nov 2020.

    Felipe Vallejo

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    Capítulo III: Vendetta, inquina y punto final al doblete

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    Habiéndome asegurado de que Majo estaba dormida y ante la rabia que me había generado el aprieto en que me había metido Esperanza, decidí follarla duro, con furia. Ella quedó sorprendida porque mi actitud sumisa había desaparecido, ahora era yo quién llevaba las riendas de la situación. Me había convertido en una bestia que no quedaría tranquila hasta haber explotado de placer con esa mujer que me había metido en este aprieto. Al fin y al cabo, si esperanza se comportaba como una puta, como una puta la iba a tratar.

    Apenas cerré la puerta, la vi ahí estática y sorprendida por el vuelco de mi actitud. La empujé sobre la cama, apenas cayó me acerqué para metérsela; lo tenía claro, iba a metérsela sin contemplaciones, hasta el fondo y con ganas. Así lo hice. Ella tapó su boca con ambas manos, pero yo, bruscamente, las quité de allí. Empecé a decirle con firmeza “querías culear, bueno, pues vas a culear y lo vas a disfrutar”. No hubo un instante en que aflojara el ritmo. Ella parecía estar pasándolo fenomenal, no hablaba, no podía hacerlo, solo gemía y cuando veía que se iba pasando con el volumen, cerraba los ojos y apretaba los labios, a la vez me agarraba fuertemente de los brazos o del culo. Yo también lo disfrutaba, quería cogerla cada vez más fuerte, aún en ese momento en que ella abrió sus ojos y empezó a decirme; o más bien a gesticular, porque no emitía ningún sonido de su boca, “para, para, para”. Movía su cabeza de lado a lado, como diciendo no, mientras lo decía.

    Yo no tenía planeado parar, de hecho, se lo dije, “querías que te follara como a Majo, aquí lo tienes”. Y seguía, de verdad que me lo estaba pasando bastante bien. Ella también, el calor de su concha desmentía lo que me decía con su boca, es más, el ardor iba en aumento.

    Me concentré tanto en follarla, que no hubo tiempo para variar la posición, Lo único que distrajo mi atención fue que la estaba cogiendo sin condón. Nunca usábamos condones con Majo, así que yo jamás cargaba condones. Tenía claro entonces que cuando viera venir el orgasmo debía sacarla rápidamente; y así fue. La saqué justo a tiempo, un par de segundos más y nos habríamos metido en un verdadero e inmenso problema. Arrojé todo mi semen sobre su abdomen, quedé arrodillado frente a ella; la veía ahí tumbada sobre la cama, con la respiración muy agitada, con las mejillas coloradas, y con una enorme sonrisa de placer dibujada en su rostro.

    En un comienzo ni se inmutó por el semen que se esparcía lentamente por su abdomen. Una vez se recompuso, entró en razón y dejó de lado el placer, se lo limpió. Yo estaba agotado, apoyaba mis manos sobre mis piernas buscando recuperar el aire. Cuando recuperé el ritmo habitual de mi respiración, levanté la cabeza y le pregunté si al fin estaba satisfecha. Soltó una ligera sonrisa y luego me dijo que sí,

    Inmediatamente después, sin pensárselo dos veces me dijo que por qué no me quedaba a dormir. Yo le hice saber que el trato era otro y que yo ya había cumplido; estaba completamente loca, ya eran cerca de las cinco de la mañana y yo debía salir de allí sí o sí.

    Mientras me vestía le dije que eso que había pasado era nuestro pequeño secreto, nadie jamás podía enterarse de ello. También le dije que era algo que no volvería a ocurrir, así que tenía que ir haciéndose a la idea. Ella continuaba desnuda sobre la cama, encendió un cigarrillo y mientras me escuchaba, reía. Cuando le dije que no volvería a ocurrir me miró con ojos de incredulidad, sonreía levantando solo una comisura labial, se apretaba los senos, se los juntaba con las dos manos y me miraba burlonamente. Le pedí que me abriera y ella, muy pícara, me dijo que lo haría pero que había una condición. Yo me preguntaba ¿Cuál? ¡Maldita sea! ¿No fue suficiente con lo que ya habíamos hecho? ¿Hasta dónde quería llegar?

    Le repetí que yo ya había cumplido con mi parte del trato; ella me dijo que me quedara tranquilo, que eso lo entendía y lo asumía. La condición para abrirme y dejarme ir era que le diera un largo beso de despedida. Era insaciable esta mujer. Acepté, pero le dije que se lo daría apenas me hubiese abierto la puerta. Se levantó de la cama, buscó sus llaves y juntos fuimos a la puerta. Allí nos besamos, de hecho, fue un beso muy largo, casi interminable, ella aprovechaba para mover sus manos hacia mi pene, claro está, por encima del pantalón, mientras nos besábamos en la puerta. Apenas separamos nuestros labios me dijo “quédate tranquilo, el secreto está bien guardado”. Y cerró la puerta.

    Capítulo IV: '52 kilos' de experiencia


    icono3.jpg

    Habían pasado unos meses ya desde la noche del doblete. Majo y yo continuamos nuestra relación, cogiendo en su apartamento, a veces en el mío, en el de algún amigo y hasta en sitios públicos. Con Majo no se escatima en nada cuando a sexo se refiere. En ocasiones, cuando iba a visitarla a su departamento, me encontraba con Esperanza. Era una situación que de verdad, que me hacía sentir incómodo, pero al fin y al cabo inevitable. Más si se tiene en cuenta que ella aprovechaba cualquier distracción para coquetear o insinuarse. Pero poco a poco lo ocurrido con Esperanza fue convirtiéndose en un recuerdo lejano...
     
    Felipe Vallejo, 21 Nov 2020

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    loco y en que momento te comiste a la mamá?
     
    xcacherox, 21 Nov 2020

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