Follé con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 14)

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Felipe Vallejo, 29 Nov 2020.

    Felipe Vallejo

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    Capítulo XIV: Sucumbiendo ante irresistibles encantos

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    Ella abrió la secadora, se inclinó un poco para recoger los pantalones y justo su sostén cayó al suelo. Estaba comprobadísimo que me estaba tentando, no había que ser un genio para deducirlo, y ahora su desfachatez no tenía límites, era absolutamente descarada. Aun sabiendo esto, era innegable que los dos minutos que había pasado en el baño buscando relajarme se habían ido a la basura. Otra vez estaba completamente excitado; evidentemente ella lo notó, al fin y al cabo que su cara estuvo a la altura de mi cintura por unos cuantos segundos.

    “¿Y eso? ¿Te calenté?”, preguntó ella a la vez que sostenía un gesto pícaro en su rostro. Le dije que con todo respeto era imposible no dejarse llevar si me estaba mostrando los senos.
    “Te entiendo, igual no te sientas incómodo, admito que ha sido mi culpa. Es más, te hago una confesión…”. Guardó silencio por un par de segundos. “El incidente de Karla me molestó, pero no solo porque engañaste a Majo, sino porque la preferiste a ella antes que a mí. Vamos a cambiar las condiciones de lo que te plantee, solo puedes hacerlo pero si es conmigo”.

    Quedé sorprendido, aún no sabía si me decía la verdad. No sabía qué decir, ni cómo reaccionar. Lo primero que hice fue pedirle que me regalara un cigarrillo. Luego le dije que de cualquier forma seguiría siendo engañar a Majo y no me parecía bien hacerlo. Por dentro pensaba que si era nuevamente con esta madura valía la pena totalmente, pero debía guardar compostura por si se trataba de una prueba.

    “Puedes negar que lo deseas con palabras pero tu cuerpo no puede mentir. Igual, quédate tranquilo que te estoy hablando en serio. Tengo ganas, mi marido no está, está de viaje; hace un rato llamé a Majo y todavía está en clase, lo sé porque no contestó, y Esperanza está dormida”.
    Insistí en tomar mis pantalones, era mejor evitar cualquier problema. Me los dio pero mientras me los ponía, ella se acercaba bailando, lo hacía aun sin que hubiera música. Lanzó su mano hacia mi pene, lo agarró por encima del bóxer mientras que se mantenía bailando. “¿Entonces te vas?”.

    Guardé silencio, ella continuaba su baile mientras que dirigía su cara hacia la mía, me ponía sus senos en mi pecho y los movía de lado a lado mientras buscaba besarme; traté de resistirme, corrí mi cara hacia un costado pero el intento duró cinco segundos.

    “Qué bueno que te decidiste”, dijo la caliente madre de mi novia. Se dio la vuelta y empezó a mover su culo de arriba a abajo contra mi pene; variaba el ritmo, lo movía lentamente y de repente quebraba con un movimiento brusco. Se fue quitando los pantalones mientras se restregaba contra mi cuerpo con su sensual baile.

    Cuando se sacó la tanga, la tomó con sus dos manos, la alzó y empezó a pasarla por mi cara mientras se refregaba contra mi pene erecto, y hasta entonces oculto bajo mi bóxer.

    Le pedí que se detuviera, fue necesario recordarle que necesitaba un condón. “vamos a buscarlo luego de que te la chupe”; se dio la vuelta quedando ahora de frente a mí, pasó sus manos por detrás de mí cuello, aún seguía sin soltar la tanga.

    Siguió bailando, bajaba y se restregaba conmigo. Me pidió que me quitara el bóxer y siguió restregándose, deslizando mí pene con el exterior de su vagina, que hervía; bueno, los dos ardíamos. Continuó con su baile, por un momento me sorprendí con la condición física de esta señora; llevaba un buen rato con su baile y no se cansaba. Fue bajando muy lento mientras chocaba lentamente sus caderas conmigo.

    Con una mano tomó mi pene, lo metió rápidamente en su boca y lo sacó con la misma velocidad. Luego ponía por ratos la puntita de su lengua en la punta de mi pene, hacía círculos con la lengua. Lo hizo por un buen rato y luego, de sorpresa, lo metía hasta el fondo de su boca y lo volvía a sacar. Se repitió en esto por un par de minutos. Después empezó a sacudirlo fuertemente con sus dos manos a la altura de sus senos; yo estaba tan caliente que me corría de a pocos, tanto que mi pene se había humedecido con mi propio líquido preseminal, quizás con algo de su saliva; se le resbalaba de las manos y se reía.

    Abruptamente, sin hacer ningún tipo de gesto, sin dar ninguna clase de aviso, lo metió en su boca y empezó a darme una fuerte, y por qué no decirlo, increíble mamada. Se la sacaba de la boca exclusivamente para volver a tomar aire y se la volvía a meter. Paraba ocasionalmente, para pasar su lengua lentamente por debajo de m pene, y continuaba con su salvaje forma de dar mamadas. Me hacía delirar, y cuando veía que estaba a punto de correrme se detenía por completo. Dejaba pasar unos segundos y retomaba, la velocidad con que deslizaba mi pene en su boca era incesante. Hasta que llegó un momento en que no soporté más, solté una gran descarga sobre su rostro.

    Ella se puso de pie, se pasó la mano por la cara, se limpió y me tomó de la mano. Fuimos caminando a su dormitorio, era increíble, a pesar de que acababa de correrme seguía durísimo. Camino a su habitación noté que del cuarto de Esperanza provenía un sonido, quizás el de la televisión. Así que ya se había despertado o se había dormido con la tele encendida.

    Mariajosé cerró la puerta, me dejó sentado en la cama y fue a buscar un condón a un cajón. Mientras ella me lo colocaba le pregunté si solo había sido infiel a su marido conmigo. Ella respondió que obviamente no, “no habría soportado 30 años siendo mal follada”. Mientras movía lentamente mi pene con una de sus manos, me contaba que se había casado con Mariano cuando había quedado embarazada de Laura; no quería que su segunda hija corriera la misma suerte que la mayor, criarse sin una familia.

    Me puso el condón y sin dar tiempo a nada me montó. Se movía al ritmo que había bailado hace un rato nada más; movimientos lentos alternados ocasionalmente con un movimiento brusco. Follamos en esa posición por un par de minutos, luego se levantó, fue nuevamente a su cómoda y encendió un cigarrillo. “¿Te había dicho que solo fumo cuando lo hago con otro que no sea mi marido?... tengo ese fetiche”.

    Volvió a mí, se dio vuelta y me montó. Seguíamos sentados, pero esta vez su espalda quedaba frente a mí, podía verle muy bien su culo mientras la penetraba. Empezó a sacudirse fuertemente, yo la rodeaba con mis brazos y la agarraba de los senos; por ratos suave y por ratos fuertemente, dependía de lo excitado que estuviera.

    Capítulo: XV: Todo tiene su final


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    “Esperanza, ¿usted que hace ahí?”, se escuchó el gritó proveniente de afuera del cuarto. Era Majo. Mariajosé seguía sacudiéndose sobre mí, ahora giraba su cabeza para poder verme. Sonreía con mucha malicia mientras veía mi cara de pánico al saber se avecinaba la debacle. Se escucharon pasos al exterior del cuarto, como alguien corriendo, luego una puerta cerrarse...
     
    Felipe Vallejo, 29 Nov 2020

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