Dolly, mi negrita chimbotana

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por BugsBunny, 16 Ene 2012.

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    BugsBunny

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    Ésta es la primera vez que me animo a escribir un relato, y espero que la experiencia sea satisfactoria tanto para ustedes como para mí. Y bueno, me animo a escribir la que quizá sea la experiencia sexual más intensa y alucinante que he podido tener. Eso sí, esta historia es 100% real, y no exageraré ni en una coma. Quizá por eso, por los detalles y el tiempo involucrado, me excederé bastante en la extensión, espero lo sepan comprender.

    Todo sucedió en el 2004, cuando tenía 23 años, y para qué, estaba en la plenitud de mi juventud y estado físico (gracias a que en esa época hacía una buena cantidad de ejercicio). Trabajaba como practicante y, como tal, recibía un sueldo bastante pequeño a cambio de mucho esfuerzo. Aunque eso sí, en esas épocas no había restricciones en las oficinas por el uso del Messenger y del chat, así que en mis ratos libres (que eran pocos, pero interesantes), los usaba con el mayor entusiasmo posible.

    Yo, para esto, había salido de una relación un tanto tormentosa, con una chica de mi universidad a la que amé profundamente, pero que por razones absurdas terminó conmigo. Y bueno, para ser sinceros también, nunca tuve sexo realmente con ella, sólo oral, y lo máximo que conseguí fue frotar mi pene entre sus nalgas o sus senos, hasta eyacular. Sin embargo, después de terminar con ella, comencé a visitar a las kines de toda la vida (que en ese momento eran mucho más económicas y al alcance del bolsillo de un humilde practicante como yo). Pero yo estaba cansado y medio frustrado, quería tirar cómo se debe y no sólo con putas, así que empecé a buscar nuevas alternativas, pero como soy tímido por naturaleza, el Internet se convirtió en mi principal aliado.

    Y así, en alguno de los chats que frecuentaba, conocí a una chica que nombre Dolly, que me decía que vivía en Chimbote y tenía 25 años (yo, repito, tenía 23 en ese entonces). Nos hicimos amigos rápidamente. Me contaba que vivía con un pata, con el que tenía algunos problemas, pero que quería resolverlos porque lo quería.

    Me mostró algunas fotos suyas, y era una morena muy guapa, cabello ensortijado y linda sonrisa. Me mostró fotos de cuerpo entero, y su principal atributo era la combinación de su culo con sus caderas. Caderas lindas, no muy anchas pero bien formadas y un culito redondito, durito y paradito. Su cintura se notaba pequeña (no se podía ver si tenía rollitos, pero parecía que no), y sus senos eran pequeños pero lindos. Jugaba vóley y su cuerpo lo demostraba. Le comencé a decir “negrita”, y a ella le gustaba ese apelativo cariñoso.

    Ya un tiempo después, con más confianza, hablábamos de sexo, de lo que nos gustaba y lo que habíamos vivido (obviamente, yo había vivido poco). Me contó también que el pata con el que vivía le había sacado la vuelta y lo había botado de la casa. Y empezó mi cerebro a trabajar para hacer algo, después de todo, ella estaba en Chimbote y yo en Lima, no estábamos tan lejos. Y empezamos a hablar de sexo de un modo más caliente, me confesó que se depilaba el coñito y que le gustaba que le hicieran sexo oral, y así y todo hasta que empezamos a tener sexo virtual.

    Pasaron unas semanas, y yo trataba de convencerla de que viniera a Lima o yo de ir a Chimbote, pero ella me decía que todavía estaba dolida por lo que su marido le había hecho y que no quería involucrarse con nadie, y a pesar de mis muchos intentos, no accedía. Pero todo cambió un día, y se dio una conversación como ésta por el Messenger un martes por la noche, antes de que terminase mi día de trabajo:

    –Hola, ¿cómo estás? –dijo ella.
    –Bien, felizmente, ¿y tú?
    –Tranquila, contenta de verte. Te cuento, estoy yendo este viernes a Lima, tengo que comprar unos pasajes para irme a Argentina en unos meses, y también varias cosas que no consigo aquí.
    –Oye, qué bacán… ¿Pero a Argentina? ¿Para qué?
    –Para pasear, conocer nueva gente. Olvidarme de muchas cosas que han pasado.
    –Pero para olvidar, no necesitas irte hasta Argentina, basta con que vengas a Lima. Podemos vernos, si quieres.
    –Jajajaja, pícaro. ¿En serio, quieres verme cuando vaya a Lima?
    –Obvio que sí, mi negrita, ¿cuánto tiempo vas a estar?
    –Sólo viernes y sábado. Llego el viernes en la tarde y me regreso sábado también en la tarde.
    –Ya, bacán. ¿Y qué quieres hacer?
    –Lo que tú quieras.
    –¿En serio? ¿Lo que yo quiera?
    –Sí, lo que tú quieras.
    –Yo quiero hacerte el amor, ¿tú quieres? – le dije, lanzándome con todo.
    –Ya pues, ahora sí quiero. Pero con una condición.
    –Qué feliz me haces, ¿pero cuál condición, preciosa?
    –Todo con condón, por favor, ¿estás de acuerdo?
    –Sí, claro… Aunque yo te he dicho que siempre lo he hecho con condón y me gustaría hacerlo por primera vez sin… Ya estoy cansado de no saber cómo se siente sin… y tú sabes que a ti te deseo demasiado y quiero que seas mi primera mujer así. – (Para esto, ya habíamos conversado mucho al respecto.)
    –Ay, bebito, qué lindo. Sí, a mí me gustaría hacerlo sin, pero… es peligroso. Yo me cuido, por unos quistes que tengo y porque no quería salir embarazada del imbécil de Juan (así se llamaba su ex), pero las enfermedades, tú sabes…
    –Entiendo… ¿pero si nos demostramos que estamos sanos? Nos hacemos los exámenes y listo.
    –Uhm… Podría ser, pero me juras que estás bien, ¿verdad?
    –Claro que estoy sano, ¿no te digo que nunca lo he hecho sin condón?
    –Uhm… Ya pues, te creo. ¿Quedamos, entonces?
    –OK, quedamos. Me los hago mañana mismo y te los mando apenas los tenga.
    –OK, bebito… Nos vemos el miércoles y yo también me los hago mañana.
    –¿Y cómo hacemos?
    –Ya, mira… Yo voy a llegar por la agencia YYYY, a las 5.00 de la tarde, y me voy a hospedar en el Hotel XXXXXX, que queda en la Arenales, estaré llegando a las 6 de la tarde, presumo. Cuando yo esté allí, te llamo y te doy el número de habitación para que vayas y subas. ¿OK?
    –OK, mi amor, esperaré el viernes con ansias.

    Y claro, que lo esperé con ansias, fueron tres días de angustia y deseo. Le mostré mis exámenes por msn (todo negativo, por supuesto) y ella los suyos (lo mismo). Y los días pasaban lentamente, pero el viernes tenía que llegar y felizmente llegó. Todo el día en el trabajo, sacando cosas a la velocidad del rayo, y aunque yo salía a las 8, le había pedido permiso a mi jefe para fugar a las 6 de la tarde (también había dicho en mi casa que llegaba al día siguiente, que me iba de juerga con unos patas). Ansioso me dirigí al hotel, a esperar que me llamase. No la quería llamar yo al celular para no demostrar lo desesperado que estaba, y ya estaba bastante impaciente, hasta que sonó el celular a las 6.30.

    –¿Aló?
    –Hola, Bugs. ¿Dónde estás?
    –Jajajaja, bueno, ¿la verdad? Estoy en la puerta del hotel.
    –Jajajaja, bebito… Ya, sorry, ya llegué hace un buen rato, pero me estaba bañando y me demoré un poquito. ¿Subes para conversar?
    –Claro, ¿en qué habitación estás?
    –La 302. Preguntas por mí y di que eres mi esposo.
    –Jajaja, ok–. Me reí porque yo tenía (y tengo) una cara de chibolo que en la vida me iban a creer que estaba casado con alguien.

    Mi cabeza daba vueltas de emoción, era la primera vez que iba a estar con una mujer como se debe. Y aunque ya tenía algo de experiencia en esas lides (básicamente con kines), los nervios me alteraban los sentidos. Pensaba mientras subía las escaleras, ¿qué debo hacer primero? ¿Cómo la saludo? Y cuando llegué a la puerta, ya sabía qué hacer.

    Me abrió la puerta. Era una morena muy linda, pequeña (1.63 a lo sumo y 55 kilos, aprox), su cabello negro ensortijado estaba húmedo, vestía un polito blanco de tiritas que se le pegaba al cuerpo, con un brasier debajo con esas tiritas de plástico transparente, y un pantalón jean bien apretado a su silueta. Y lo primero que hice fue besarla en la boca y tomarla de la cintura. Fue un beso rico, sin lengua, pero muy cariñoso. Después de unos segundos, y con una seguridad que a mí mismo me sorprendía, le dije:

    –Hola, Dolly. ¿Puedo pasar?
    –Guau, ¿así de frente me besas?
    –Claro, ¿no te gustó?
    –Sí, claro, me gustó, pero eres muy aventado.
    –Qué bueno que te gustó, y aventado no, sólo que te vi y no pude aguantar la tentación. ¿Puedo pasar?
    –Sí, pasa, pasa.
    –Gracias– mientras pasaba, me sacaba el saco y me sentaba en la cama. –Eres más linda en persona que en fotos.
    –¿Tú crees? Tú también eres lindo.
    –Ven siéntate, a mi lado.
    –Jeje, OK.

    Y se sentó a mi izquierda, mientras yo estaba sentado en la esquina de la cama. ¿Qué más podía hacer? ¿Preguntarle cómo estaba y cómo había estado el viaje? Obviamente que no, eso podría ser después. Hice lo que tenía que hacer, la besé, esta vez profundamente, y ella me correspondió, abrimos nuestras bocas y nuestras lenguas se unieron con una lujuria inesperada. Mi mano izquierda tomaba su cintura, mientras que la derecha acariciaba su nuca. El beso parecía eterno, pero decidí que era tiempo de algo más, y así mientras mi mano izquierda subía hasta su seno derecho, mis labios y mi lengua se dirigieron a su cuello, y fue allí donde sentí su primer gemido. Mi pene ya estaba durísimo, y luchaba por liberarse de la prisión del bóxer y del pantalón del terno.

    Y ya estábamos en la cama, sentados, y el paso natural era recostarla en ella. Y así, mientras le seguía besando el cuello, mis dos manos la empujaban a recostarse, posándose sobre sus senos, cubiertos aún por su brasier. Ya en la cama, me quité los zapatos, y le quité sus sandalias blancas, volví a subir donde ella, y nos volvimos a encontrar con un beso húmedo y lleno de ansias de sexo. Bajé a su cintura y descubrí su firmeza y me dediqué a besarle con locura. Ella gemía, ya nada podía detenernos. Nos sentamos rápidamente, y mientras yo le quitaba ese polito blanco, ella me sacaba la corbata y desabotonaba la camisa. Yo ya había perdido toda delicadeza, y su sostén no duró ni diez segundos. Sus senos, pequeños pero firmes, con unos pezones pequeñitos y marrones, estaban erectos, aguardando la presencia de mis labios, y los chupé, los mordí, los lamí, los hice míos, por varios deliciosos minutos.

    Al mismo tiempo, yo ya había perdido mis medias, mi pantalón y mi bividí, y los dos estábamos sólo con nuestra ropa interior puesta. Sus senos eran deliciosos, pero yo quería probar otra cosa, y ella lo sabía. Y aunque mientras nos frotábamos, yo encima de ella, ella me empujaba hacia abajo, invitándome a hacer lo que los dos deseábamos. Con tal invitación, bajé nuevamente a besar su vientre, y con mis manos procedía a quitarle el calzoncito blanco de algodón que traía puesto, y descubrí una de las cosas más deliciosas que he probado en mi vida: un coñito, completamente depilado, húmedo y ansioso de placer.

    Mi lengua sabía lo que tenía que hacer y lo hizo, lamió, besó, chupó y sopló, hizo lo que tenía que hacer con el clítoris, los labios y las entrepiernas. Ella gemía de placer y mi pene ya estaba desbordándose de placer. Esperé a escuchar su primer grito de placer y las contracciones de su cuerpo (lo que me indicaba que ya había tenido su primer orgasmo), y en ese instante, me despojé de mi bóxer, mientras ella cerraba los ojos y abría más las piernas. Subí a su boca, la besé profundamente, y en ese momento sentí la sensación de placer más deliciosa de mi entonces joven vida, mi pene desnudo, mojado y sin ninguna resistencia había penetrado ese coñito ardiente y húmedo. La sensación era incomparable, la sensación de la humedad encima de mi carne caliente era algo que no podía imaginar.

    Ella dio un gemido profundo y apretó, sabiéndose penetrada, me abrazó fuertemente y me prodigó besos lascivos y profundos, mientras nuestros sexos se fundían en una poderosa embestida. Mis manos se aferraban a su maravilloso culito y la cama se remecía a cada embestida.

    Y como uno no es de piedra, la posición y la novedad me iban a pasar factura si no hacía algo al respecto. Nos decíamos cosas muy calientes, que me excitaban mucho más. Felizmente, pude maniobrar y darle vuelta a mi negrita, para que ella estuviera encima. En esa posición, pude deleitarme de cómo sus pezones estaban erectos, con mi lengua a su alcance. Pude tocar mucho mejor sus duras nalgas y ver cómo mi pene ingresaba y salía de ese placentero coñito. Un par de minutos de placer, pero también de concentración, logré que se viniese por segunda vez, lo que me ayudó, ya que mientras ella se retorcía de placer y se quedaba estática, yo podía respirar profundamente para evitar mi eyaculación.

    Después de calmarse un poco, le pregunté, “¿quieres otra pose?”. “Sí, perrito”, me respondió. Se puso en cuatro, y realmente pude apreciar la belleza de ese culito (culito por el que hasta ahora suspiro). Para tratar de ganar un poco de respiro, y también para ganarme, le comencé a besar las nalgas e hice algo que nunca había hecho, le hice el beso negro. Ella dio un gritito ahogado de placer, pero no me dijo nada y seguí. No me tomé mucho tiempo haciendo eso, por lo que enseguida, puse mi pene a la entrada de su vagina y volví a penetrarla. Ver cómo mi pene pelado ingresaba a ese coñito chorreante de deseo me alteraba. Ajustaba riquísimo, y ya estaba a punto de culminar el primer round. Ella notó el tema y me dijo “¿cuánto te falta?”. Le dije, “un poquito más”.

    Me pidió parar, me dijo “déjame echarme”. Se echó boca arriba, abriendo sus piernas tan firmes y me dijo “ven”. Me eché encima suyo, y ella condujo mi pene a su vagina y yo lo empujé, nuevamente estaba dentro de ella. Me dijo “a mí me falta poquito, métela rápido y fuerte, que quiero venirme contigo”. Yo no la movía, un poco obnubilado porque era la primera vez que iba a eyacular dentro de una mujer, y le pregunté “¿quieres que me venga dentro?”, y me respondió con un simple y amoroso “sí”. Con su respuesta, cogí sus muslos y los levanté ligeramente con mis brazos y la penetré hasta el fondo con todas mis fuerzas. Ella gimió y gritó, mientras nos besábamos apasionadamente y nos mordíamos las bocas. Habrán sido unos cinco maravillosos minutos adicionales de sexo caliente, hasta que no pude más y descargué todo mi semen en su vagina, y mientras ello sucedía, ella contraía sus paredes vaginales y ahogaba mi pene con una pasión que pocas veces he encontrado en mi vida, exprimiéndolo hasta la última gota, fue un orgasmo sensacional, el mejor de mi vida hasta entonces. Mi pene latía fuertemente después de la descarga y ella me apretaba con sus piernas, brazos y coñito. Era la primera vez que sentía algo así, y la realidad había superado todas las fantasías. Nos quedamos en esa posición por varios minutos, yo con mi pene dentro de ella y mis manos en sus nalgas y ella abrazándome con todo su cuerpo, mientras mi miembro perdía la firmeza.

    Era increíble. Una hora antes, yo nunca había visto a esa mujer en persona ni ella a mí, y véannos entonces, dos amantes completamente compenetrados y entregados al sexo, con mi pene dentro de ella y con mi semen inundando su interior.

    –¿Te gustó? –me preguntó ella.
    –Ha sido lo más rico que he sentido en mi vida– dije honestamente.
    –Jajaja, exagerado.
    –No exagero. Es verdad, nunca antes había tenido un orgasmo tan rico como éste.
    –¿En serio? Yo… Bueno, la verdad es que yo tampoco. He tenido tres orgasmos ahorita, pero el último fue ya demasiado rico.
    –No sabes cómo me alegra escuchar esto– y mientras decía eso, le sacaba mi pene y me echaba a su costado, y ella se recostó a mi lado, mientras yo la abrazaba. –¿No te quieres lavar– estúpidamente le pregunté.
    –No, mi amor, quiero sentir tu leche calientita dentro de mí.
    –Negrita, eres la primera mujer con la que hago esto, y ha sido espectacular– y nos volvimos a besar, aunque esta vez tiernamente, como dos enamorados. Y después de unos minutos de mimos y caricias, me dijo.
    –¿Quieres comer algo? A mí ya me ha dado hambre
    –Ya pues, ¿qué se te antoja?
    –Abajo hay un chifa, comemos ahí, si quieres, que ya se hace tarde– y ese “ya se hace tarde” me mató toda la emoción.
    –¿Qué, luego me mandas a mi casa?
    –¿Qué, quieres quedarte conmigo?
    –¡Claro! Mira, hasta traje ropa.
    –Jajajaja, yo no te dije que te ibas a quedar a dormir conmigo– y seguía rompiendo mi pobre corazón.
    –…
    –Jajajaja, estoy bromeando… Bueno, la verdad es que no tenía pensado hacer todo esto, era sólo una posibilidad, pero me gustaste tanto y el modo cómo entraste, que ya no pude evitar hacerte el amor. Uhm… bueno, ya quédate hasta mañana… Además, me falta hacerte algo con lo que me quedé con ganas.
    –¿Qué cosa?
    –Chupártela– y con esas palabras, como por arte de magia, mi pene se volvió a poner en posición de firmes y la besé apasionadamente.
    –Uhm, qué rico– invitándola a que proceda.
    –Pero ahorita, no. Vamos a comer, y subimos rapidito.

    Bajamos a comer, casi a la velocidad de un rayo, y regresamos al cuarto. Me pidió que la esperara un rato, se metió al baño y me dijo desde ahí que me vaya sacando la ropa, lo cual obedecí cual soldado (en ese momento me di cuenta que ella era la que estaba llevando las riendas de la situación, lo que no me molestaba, después de todo ella era un poco mayor que yo, y al contrario, me parecía mucho más excitante).

    Salió del baño, vestida con un camisón blanco que le cubría sus senos, pero sus pezones duritos se dejaban notar, y apenas cubrían sus caderas y sus nalgas, y podía ver ese calzoncito que minutos atrás le había despojado. Me dijo:

    –Sácate el calzoncillo. – A lo cual obedecí con premura. –Uhm… Ya la tienes dura. No me habías dicho que la tenías tan rica.
    –Jejeje. Bueno, no es muy larga, pero sí la tengo gruesa, ¿no?
    –Sí, y eso me encanta. Tu verga entró a mi coñito y ajustó rico, como un guante… Y qué rica cabecita tiene… Cabezoncito.

    Y terminó de decir eso, y se acercó a mi pene y comenzó a lengüetarlo y chuparlo. Desde la cabeza hasta la raíz… Nunca me habían hecho garganta profunda nunca de ese modo. Mi ex me la chupaba torpemente, mientras las kines, dentro de lo mecánicas que eran, me hacían garganta profunda con el condón. Mi negrita engullía mi verga y yo estaba en el cielo, veía su carita morena golosa con mi pene, y yo estaba a mil revoluciones.

    –Mi amor, si sigues así, me vas a hacer venir –le dije.
    –Vente, mi amor– mientras se sacaba mi verga de su boca.
    –¿Me puedo venir en tu boca?
    –¿Ah? No, no… Si te vas a venir, que sea dentro de mí, en mi chuchita… quiero volver a sentir ese calorcito dentro de mí. – Y dicho eso, se sacó el calzoncito, y se quitó las tiritas del camisón blanco, y se sentó encima de mí.

    Mi verga nuevamente estaba durísima y la penetración fue fácil, ella estaba lubricadísima y la saliva en mi verga permitió su ingreso rápidamente. Verla era riquísimo, mientras que su camisón blanco cubría su cintura, sus senos estaban libres y su culito estaba siendo apretado por mis manos. Ella cabalgaba con fuerza y gemía y gritaba, yo estaba en la gloria. Felizmente, el anterior orgasmo me estaba permitiendo durar más, pero sabía que eso no iba a suceder por mucho tiempo.

    Mientras seguía metiéndosela, le chupaba las tetas, y ella me cogía de la nuca y me arañaba la espalda. El sexo era delicioso, no había vivido nada así. Pero para mala suerte, su celular empezó a sonar, nos detuvimos. Y pude escuchar lo siguiente: “¿Aló? ¿Qué quieres? Ya te dije que no me llames… Estoy en Lima, no jodas. No, no estoy con nadie, estoy en mi hotel, viendo una película y descansando. Por favor, ya no me llames. No jodas, Juan. Ya no quiero saber nada de ti, déjame en paz, ¿quieres?”, e inmediatamente cortó. Le pregunté quién era, me dijo que era su ex, que la estaba fastidiando a cada rato, pero que ella ya no quería saber nada con él.

    Se bajó de encima de mí y se echó de costado, y me pidió que la abrazara. Lo hice desde atrás, y llevó mi mano derecha a su seno e hizo que se lo apretase. Quebró su colita y con su mano cogió mi verga y la dirigió nuevamente a su chuchita y empezó a moverse. Me encantó tenerla así. Podíamos besarnos y jugar con nuestras lenguas, podía apretar su culito delicioso y sus tetas y frotar su clítoris con mis dedos. Me decía “tú sí me haces sentir… me encantó el sabor de tu pinga, y cómo haces que me venga… dame duro que me vengo… Ah, ah, ah…. Me vengo, me vengo”, y se vino. Me jalaba con su mano mi culo para penetrarla más profundamente y se vino riquísimo. “Quiero que te vengas tú ahora”, me dijo. Se movió rápidamente, se puso encima de mí nuevamente, mientras el puto teléfono seguía sonando y sonando, y aunque jodía, parecía que nos excitaba que mientras estábamos tirando, al otro lado del teléfono hubiera un pobre diablo reclamándole qué estaba haciendo. No nos importó, me besaba apasionadamente, me ponía mis manos en sus tetas y en su culo, y apretaba su vagina contra mi pene, como exigiéndole su premio líquido, y lo consiguió. Después de algunos minutos de penetración y meneo, me logró sacar una nueva descarga. “Ay, mi amor, qué rico se siente cuando te vienes dentro de mí, quiero que me llenes de toda tu leche”, me dijo y yo cumplí su deseo.

    Y nuevamente sonó el celular, pero decidió responder, era su hermana. “Hola Mariela. Sí, estoy en Lima… Sí, con él… Uff, no te imaginas… Jajajaja, sí, es muy lindo. Lo malo es que el imbécil de Juan está llama que llama y nos jode… Bueno, si vuelve a ir, dile que no sabes cuándo regreso. Ok, bye, besitos”. Me contó que el fulano ése la estaba atosigando, que la iba a buscar a su trabajo, a su casa y demás. Que ella jamás le iba perdonar haberle sacado la vuelta, y que su hermana sabía de mí y que también sabía que nos íbamos a encontrar y quizá tener sexo. Después de eso, me pidió que a la mañana siguiente la acompañase a Miraflores a comprar sus boletos de avión para Argentina y para hacer unas compras, y que luego la acompañase al terminal para que se vaya en la tarde a Chimbote, obviamente accedí. Después de unos arrumacos más, nos quedamos dormidos.

    No sé qué horas de la madrugada serían, pero desperté y la vi durmiendo a mi izquierda, boca arriba. Su camisón caído por una tirita que rompimos en la anterior faena, me permitía ver su seno derecho, tan rico. Y también se le había levantado la parte inferior y podía ver su coñito bien depilado. ¿Qué podía hacer en ese momento? Era joven y después de un buen descanso, mi verga estaba lista nuevamente para la acción. Bajé a la altura de su coñito y lo comencé a lengüetear. Tardó unos segundos en despertarse, y sin dirigirnos palabra alguna, me llamó a sus labios, nos besamos, abrió sus piernas y mi verga nuevamente la estaba penetrando. Nos decíamos cosas muy calientes, pero tiernas, ella se estremecía de placer y yo no podía hacer otras cosa que sacar y meter mi verga dentro de ella. Fueron varios minutos, en la misma posición, no la variamos esa vez, era un misionero simple, pero lleno de cariño y deseo, hasta que nuevamente eyaculé dentro de ella. Yo me había vuelto adicto a hacerla mi mujer completamente y ella se había vuelto adicta al calor de mi semen en su interior.

    Al día siguiente, nos levantamos temprano, había cosas que hacer, me dijo. Nos bañamos juntos, la penetré en la ducha, ella contra la pared, y yo detrás de ella, y el sonido de la penetración contra el agua cayendo era bastante excitante. Me vacié dentro de ella una vez más, en una pose peligrosa en la ducha, yo cargándola y poniendo su espalda contra la pared.

    La acompañé a hacer sus compras y demás temas. Empezamos a las 9 y terminamos a las 12. Salió vestida con un shortcito jean que me alteraba los sentidos, y le metía mano cada vez que podía. A la hora que terminamos le pregunté “¿Qué vamos a hacer ahora, negrita? ¿Te llevo a tu terminal?”. Y me respondió, “Yo no tengo que llegar a Chimbote hasta el domingo en la noche, ¿te quieres quedar conmigo una noche más?”. Accedí más que gustoso. Llamé a mi casa para decir que me había ido a Chosica a la casa de un pata y que llegaba el domingo en la noche, sin problema. Ella llamó a la suya, y dijo una historia similar, pero la noté medio fastidiada, porque parecía que el tal Juan la seguía acosando. “Ya va a ver”, dijo en un tono poco amable y cortó. Fuimos a comer, y luego de regreso al hotel. Llegamos a la 1.30, y obviamente, llegamos a seguir haciendo el amor… Y fue entonces que una de las cosas más locas que me ha pasado sucedió.

    Nuevamente, nos quitamos la ropa… Ella se puso en cuatro, y me dijo que se la diera en perrito, mi verga, como es obvio (y a pesar de cuatro eyaculaciones en su haber), estaba en su punto nuevamente, dispuesta a seguir dándole duro. Estuvimos un muy buen rato ahí, previa sopeada y beso negro, y harta penetración, logré darle dos orgasmos consecutivos. Luego, ella me pidió que me echase boca arriba, me empezó a mamar la verga por unos segundos y se trepó encima. Ella estaba completamente desnuda, su cuerpito delicioso se flexionaba, mientras mis manos no sabían qué tocar… Y sonó nuevamente su celular. Y esta vez, en lugar de ignorarlo, mientras ella subía y bajaba de mi pinga, y sabiendo quién llamaba, contestó mientras jadeaba: “¿Qué quieres? Ya te dije que no quiero saber nada de ti… Ah, ah, ah…. Ya, ¿quieres la verdad? ¿quieres saber por qué hablo así y gimo?... OK, sí pues, ahorita mismo estoy cachando con mi nuevo enamorado de Lima… Sí, vine para verlo y para cachar, ¿contento? ¿Eso querías escuchar? Escúchame como gimo. Tengo su pingota dentro de mi , entrando y saliendo. ¿Oyes cómo disfruto?”. Ella subía y bajaba y gemía mientras discutía con el fulano, y yo estaba entre excitado, confundido y asombrado. ¡Mi negrita le estaba narrando a su ex cómo estaba cachando conmigo en ese mismo instante! Y prosiguió: “Ah, ¿no me crees? Mira te lo paso.” Y me alcanzó su teléfono y con un rostro fiero me gritó: “Dile todo lo que estamos haciendo en este momento, y si no lo haces, ¡te cagas conmigo, agarro mis cosas y me largo!”. Cogí el teléfono y contesté:

    –Concha &%%$#, ¿quién eres?
    –Bugs, el enamorado de Dolly.
    –Cagón de , ¿de verdad que te la estás cachando?
    –Sí, ahora mismo. – Y pasé de un estado de confusión a uno de pura excitación y me puse cancherazo. –Ella está moviéndose encima de mí, cabalgándome, cachudo de . – y eso mientras Dolly se movía más rápido y fuerte.
    –Mentiroso de , pasámela cagón.
    –Jajajajaja, me la estoy cachando, huevón –mientras jadeaba– ¿verdad que se depila la concha, y que tiene un lunar grande en la nalga derecha? Ya pues, se lo vi mientras le daba en perrito.
    –Puta de , pasámela concha de &%%$#... ¡Pásamela, cagón! –pero yo ya no podía pasársela. Estaba a punto de venirme.
    –¡Ahhhhhhhhh!, sí, mi amor, así, toma mi leche….. –y me vine. Y Dolly inmediatamente cogió el teléfono.
    –¿Escuchaste maricón? ¿Escuchaste? Ese fue Bugs viniéndose dentro de mí. Tengo toda su leche dentro de mí, y es más rica que la tuya, cagón de . ¡Ahora muérete, hijo de puta y déjame en paz! – y le cortó.

    Me pidió perdón por lo que había pasado, pero yo lo disfruté en demasía y no le reclamé nada, a pesar de que me confesó que por la rabia no había tenido un orgasmo. La abracé y la besé, y le dije que normalazo, que la entendía. Y ella se echó encima de mí, y me abrazó con mucha calidez. Después de todo, teníamos toda la tarde del sábado y hasta las 4 de la tarde del domingo para seguir haciendo el amor, y esto había sido alucinante, al menos para mí.

    Y gracias a mi juventud, pude hacerla mía todas las veces que fue necesario. Los huesos de mi cadera ya me dolían de haber hecho tanto el amor. Yo tenía miedo que después de tanto, su vagina estuviera irritada, pero no, ella era insaciable. Parecía que lo caliente que era se había multiplicado gracias a la llamada de su ex. Y eso lo supe aprovechar, felizmente.

    Después de hacerlo dos veces más en la tarde del sábado, todas con mis eyaculaciones profusas, ya estaba prácticamente deshidratado. Después de todo, ya le había dado mi semen en siete oportunidades. Sin embargo, los dos queríamos más, a pesar de estar agotados, y procedimos a dormirnos, esperando con ansias el inicio del domingo y con nuevas fuerzas. Claro, cada vez que hacíamos el amor, era condición de que yo eyaculase dentro de ella, mirándonos, ya sea ella encima de mí o yo encima de ella, siempre en un beso profundo y con lengua, cuando mi semen inundaba su vagina (me decía que le excitaba demasiado sentir lo tibio de mi boca en la suya y lo tibio de mi semen en su interior).

    Y, nuevamente, en la madrugada del domingo, después de haber comido y mientras dormía, siento algo placentero que invadía mi cuerpo. Abro los ojos, y la encuentro con su boca prendida de mi verga, succionando y haciéndome una garganta profunda de campeonato. La saca de su boca y me dice: “Yo sé que quieres que te la chupe hasta hacerte venir, ¿no? Bueno, te lo mereces, después de cómo te has portado conmigo.” Y prosiguió con la mamada. Fueron varios minutos de placer, con su cara coqueta y golosa mirándome mientras me la chupaba, y cuando sentía que estaba a punto de venirme, le dije “ya me vengo”, dándole la oportunidad de que retirase su boca, pero en lugar de hacerlo, me la chupa con más pasión y no pude hacer más que eyacular con todas mis fuerzas dentro de su boca. Yo estaba conmocionado, unas de mis fantasías sexuales se había cumplido. Y en lugar de escupir o limpiarse, vi como se tragaba mi leche, mirándome y sonriéndome. Me dijo “ésta es la primera vez que hago algo así, y tu leche es tibiecita, un poco amarga, pero me gustó, pero no te acostumbres, porque prefiero sentir tu leche caliente dentro de mí”. Después de besarnos (sí, ya sé, tenía residuos mi leche en su boca, pero no podía negarle un beso, además, era mi propia leche, ¿no?), nos dormimos abrazados.

    Y llegó el domingo, empezamos bañándonos, haciendo nuevamente el amor en la ducha. Le gustaba chupármela bajo la caída del agua, lo que me volvía loco. Salíamos mojados de la ducha, sin secarnos, y seguíamos haciendo el amor, revolcándonos mojados entre las sábanas. Y después de varias poses (perrito, de costado, al hombro, ella cabalgando, etc.) me vine dentro de ella por novena vez. Lo gracioso fue que pude ver mi semen y ya era prácticamente transparente. ¡Me estaba dejando seco!

    No voy a negar que le propuse para darle por el culito. Yo nunca lo había hecho hasta entonces, y ella me contó que tampoco. Le tanteé su anito, con mi lengua y con un dedo, pero me dijo que mejor no. Cuando me recuperé, ya a eso de las 11 de la mañana, y después de haber tomado un buen desayuno, nuevamente estábamos calientes. ¿Qué hacer? Me la tuve que cachar nuevamente. Esta vez fue diferente, sacamos el espejo del baño y lo pusimos en el suelo, porque ella quería ver cómo mi verga entraba en su conchita… La apoyé contra la pared y la empecé a penetrar, y no se imaginan cómo se puso al ver las penetraciones, me empapó con sus jugos, mis piernas recibían las gotas de su ser. Me decía “mira cómo entra todita, es tan grande y mi la quiere toda… Te amo, Bugs”, yo, caliente como pocas veces, le dije, “y yo a ti, mi negrita, te amo”. Con eso, se entregó todita, y me regaló uno de sus orgasmos más memorables, se estrujaba y contorsionaba, y a mí me empapó todito, y le regalé la poca leche que me quedaba, ya eran 10 eyaculaciones en menos de 48 horas.

    Nos abrazamos y dormimos juntos un rato. Sabíamos que el tiempo se nos acababa, su bus salía a las 3 de la tarde y ya era la 1. Hicimos rápidamente su maleta, pero teníamos que hacerlo una vez más. Se echó sobre su espalda y levantó sus piernas, me acerqué y las puso sobre mis hombros. Mi verga, tan heroica en esos días, dio su último gran esfuerzo, y nos fundimos en un nuevo orgasmo, el último de nuestro encuentro. Mis últimas gotas de leche tenían que ser suyas, y yo estaba encantado de regalárselas.

    Salimos a las 2 de la tarde, rumbo al terminal. Me dijo que en este fin de semana se había enamorado de mí. Yo, por mi parte, estaba muy contento, pero también palteado. No pude decirle otra cosa que yo también la quería. No podía negar que ella me había movido el piso, era la primera mujer con la que pasaba un fin de semana, era la primera mujer con la que dormía, la primera con la que tenía sexo sin protección, la primera que me hizo un oral completo, la única con la que tiré mientras su ex nos escuchaba. Claro que me movió el piso, claro que había despertado sentimientos en mí, y eso me asustaba, además, yo creía seguir enamorado de mi ex (a la que llamaremos Eva para futuras referencias). Me asusté, pero también le dije que la quería, y me dijo que volvería pronto para estar juntos. Al final, viajaba a Argentina en septiembre y vendría un par de días antes para estar conmigo y repetir nuestra faena, y a su retorno también (me pidió acompañarla, pero yo trabajaba y ganaba casi nada y me era imposible).

    Yo la vi subir a su bus, y enrumbé a mi casa, con la pelvis adolorida, la verga cansada y el corazón contento pero confundido.

    Lo que pasó después con mi negrita Dolly ya lo contaré en otro relato.
     
    BugsBunny, 16 Ene 2012

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    #1
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    Tonymaster

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    Mi estimado que bueno que se decidió a contarnos su historia con la negrita Dolly, le salió muy bien... y anímese a contar un nuevo episodio!
     
    Tonymaster, 19 Ene 2012

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    #2

    Milkito

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    Su relato me ha dejado profundamente conmovido dado que coincide mucho con buenos recuerdos que tengo. He disfrutado su relato con un buen cigarro y me ha llenado de nostalgia. A veces no nos damos cuenta de las cosas que pasamos en algunos momentos de nuestras vidas, ya, con los años, vemos que esas cosas nos marcaron y que jamás las olvidaremos.

    Quizás en algún momento me de el tiempo de relatar algunos hechos.

    Saludos
     
    Milkito, 19 Ene 2012

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    #3
    A ohdiosa le gusta esto.

    Macbeth

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    wao... maestro me a hecho recordar mi true history ya de hace varios años atras :rolleyes:... las tardes de sabado y domingos en la mañana eran memorables.

    Buen relato, estamos a la espera de las nuevas historias.
     
    Macbeth, 19 Ene 2012

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    #4

    CrasOverRaid

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    Buen relato bugs, oe solo una cosita, aparte de las enfermedades, tbm cuando no usas poncho, la puedes embarazar, espero que hayas tomado las medidas preventivas, xq sino cuando tu negrita venga de argentina, derrepente te viene con un bunny XD :D
     
    CrasOverRaid, 19 Ene 2012

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    #5

    BugsBunny

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    Gracias, cófrades.

    Y no, no hubo problemas por la descendencia. Ella se cuidaba.

    Apenas pueda seguiré con lo que nos pasó a mi negrita y a mí.
     
    BugsBunny, 19 Ene 2012

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    #6
  1. Muy buen relato cofrade, me has hecho acordar de una flaca que tenia, a veces cuando me hacia el karaoke, la muy pendeja subia a besarme con resagos de mi semen en su boca, cosas que pasan pes!!!....
    De otro lado tambien he recordado las jornadas maratónicas de la pre (cache y cache todo el dia, ¡¡¡bendito sean los seminarios!!!), ahora con las justas puedo un par sin ayuda :(. Bien dicen que todo tiempo culeado fue mejor.
    En fin esperamos mas historias de su negrita.
     
    pepeperez, 19 Ene 2012

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    #7

    demean

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    Muy buen relato cofra, eso del beso con restos de semen me hizo recordar a mi hembrita que le gustaba que me venga en su boca y luego me besaba; espero que se anime y nos cuente el siguiente episodio.
     
    demean, 19 Ene 2012

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    #8

    veedor

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    Leí con detenimiento su relato y yo le creo al 100%, ya que al menos en mi caso mis mejores polvorines los tuve con chicas "de color serio" y esas chicas dejan a uno completamente movido, si acaso hubiese alguna novedad con la tal Dolly no dude en compartirla con nosotros. Saludos...
     
    veedor, 20 Ene 2012

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    #9
    A EL MONJE LOCO y ohdiosa les gusta esto.

    el mandado

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    Bien Brother, si que es un relato muy bueno y detalles buenos.... aunque muchos nos hubiera querido que suceda tambien no ..jjejejje
    saludos:cool:
     
    el mandado, 21 Ene 2012

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    #10

    mwolf

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    Mis respetos para las chimbotanas, hace cierto tiempo, estuve de paso por allá, y no sé que será quizás la alimentación, productos marinos, mariscos, etc, pero son cosa seria ...
     
    mwolf, 21 Ene 2012

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    #11

    christianhs

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    cofra tengo una chimbotana y me aguanta todo, bueno tu relato, los mio tbse basan en una chimbotana, son ricas, fogosas y le van a todito, bian ahi cofra!
     
    christianhs, 25 Ene 2012

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    #12

    morrosquin

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    Y cuando continuaras el relato? Te aseguro que mas de uno estamos ansiosos de leer más.

    Gracias Man!!
     
    morrosquin, 6 Mar 2012

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    #13

    trabador

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    que buemn relato,bien ahi con tu negrita...............ya somos varios que esperamos,segunda ,tercera,cuarta,quinta...............y todas las partes que tenga tu relato
     
    trabador, 7 Mar 2012

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    #14

    chicobueno024

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    excelente relato cofrade espero continue
     
    chicobueno024, 20 Mar 2012

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    #15

    BugsBunny

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    Y después de mi anterior relato, y después de un buen tiempo, creo que es tiempo de proseguir mi historia con Dolly, mi negrita chimbotana.

    Como lo comenté, ella iba a viajar a Argentina, de vacaciones, y como me lo prometió, vino un par de días antes de partir hacia su destino. Iba a viajar un domingo en la mañana, y por ello, llegó el viernes en la tarde, para quedarnos hasta el momento de su viaje.

    Obviamente, yo sabía que al haber tenido sexo previamente, ella iba a querer salir a pasear, a bailar, a comer y hacer otras cosas que no habíamos hecho previamente. Por tal motivo, había asegurado una plata para invitarla a salir, y pasarla bien.

    Esta vez la fui a recoger al terminal de buses. Bajó de aquel que la había traído, y vestía un buzo de color azul, muy ceñido al cuerpo y con el cabello recogido. Su culo sobresalía espectacularmente, y no podía dejar de morbosearme al ver cómo el pantalón se perdía entre sus piernas, y cómo su coñito (que tanto placer ya me había dado) parecía comérselo. La recibí con un beso en la boca, cogí su mochila, la abracé y salimos a tomar el taxi.

    Estábamos cerca de Lince, así que le dije que si íbamos al mismo hostal de la vez pasada, me dijo que sí. Subimos al taxi, indicamos el destino y nos olvidamos del mundo. Nos besábamos apasionadamente, yo metía mi mano en su pantalón y acariciaba todo lo que podía, ella me sobaba la verga sobre el pantalón, todo mientras lenguas se buscaban con mucho deseo. Le agarraba las tetas, y no pude más y metí mis dedos a su coñito, que estaba mojado. El taxista quizá nos veía, pero eso nos excitaba un poco más, y al sacar mis dedos de su coño, los llevé a mi boca y los lamí, eso la volvió loca. Felizmente, no pasaron muchos minutos para llegar al hostal. Pagamos la habitación y subimos rápidamente.

    Apenas cerramos la puerta, Dolly me empujó a la cama, nos desvestimos, yo tenía mi verga hinchadísima, y con mis dedos pude comprobar que su coño estaba chorreando. Yo le chupaba las tetas mientras mis dedos la penetraban y ella con su mano me frotaba la pinga. Ni qué decir que estaba con ganas de clavarla en todas las posiciones, pero Dolly sabía hacerme sufrir.

    Me comenzó a besar el pecho, mientras con su mano me masturbaba, bajaba por mi abdomen y cuando llegó a mi verga, se detuvo, me miró con cara pícara y me dijo “Uhm, ya extrañaba el sabor de esta pingota”. Sin decir más, se la tragó y comenzó la succión. Yo estaba en la gloria y ella lo sabía, porque empezó a hacerme una garganta profunda de campeonato, y mis gemidos la incentivaban a mejorar el lengüeteo y la mamada. Yo estaba a punto de venirme, pero ella se detuvo, sabiendo el resultado cercano.

    Se echó boca abajo y me dijo “Ya, ahora, te toca a ti”, se abrió de piernas y se puso sus dedos encima de su clítoris, todo peladito y jugoso. No esperé más y me lancé de frente a esa ricura, succioné y le lamí todo, me tomé todos sus jugos, mientras la escuchaba gemir y verla tocarse esas tetitas pequeñas pero firmes, esos pezones marroncitos y erectos. No me detuve, y seguí con la faena, la hice venirse nuevamente, mientras me agarraba la cabeza y me decía que me amaba. Yo le decía lo mismo, y aprovechaba para tranquilizarme un poco, ya que estaba a punto de venirme minutos atrás.

    No pasó mucho tiempo para que me dijera “ven”, mientras se abría de piernas, y me invitaba al beso. Así, en simultáneo, mientras mi lengua ingresaba a su boca y ambos saboreábamos el sabor de su vagina, mi verga penetraba fácilmente su coñito, ayudado precisamente por nuestras salivas en nuestros sexos y la lubricación propia del deseo. Nuevamente estaba sintiendo esa caliente humedad, la carne de mi pene penetrando la carne de su vagina, sin barreras que nos separaban. Las penetraciones eran constantes y duras, mientras que nuestras lenguas y sexos se fundían, sentía sus pezones duros sobre mi pecho y mis manos apretaban fuertemente sus nalgas. Era una pose sencilla, la del misionero, pero sumamente apasionada. Había pasado un mes desde nuestro último encuentro, pero nuestros sexos parecía que no se hubieran visto en miles de años.

    Me pidió “dame en cuatro”, y adoptó la posición de una perrita en celo, con su culito durito y paradito, y su coño chorreante y ansioso. Le puse la cabeza de mi verga en su coñito, y en lugar de esperar que yo lo empujase, la muy caliente retrocedió su culo y sentí esa deliciosa sensación. Tenía mis manos encima de sus dos nalgas, tan duritas y redondas, mientras ella gemía y yo se la metía y se la sacaba, una y otra vez. Le abrí las nalgas y vi ese huequito negrito que me volvía loco. Le dije “mi amor, quiero cacharte por el culo, negrita”. Me respondió “ay, papi, sigue, sigue, mi culito te lo voy a dar, pero no ahora, sigue, sigue, mi amor”. Yo ya tenía la leche saliendo de mi verga, pero hice maravillas para no venirme.

    Le pedí cambiar de pose (y de paso tomar un poco de aire), pero me dijo “no, ya estoy a punto, dame duro”, y como no le podía negar nada, la embestí con más potencia, a pesar de que sabía que eso me iba a costar la primera lechada. Le di bastante duro y dio un grito y apretó las paredes de su coño de modo tal que me exprimió toda la leche, y dimos un gemido conjunto que nos deben haber escuchado hasta la calle. Mi eyaculación fue tremenda, y me decía “papi, siento como tu leche me quema”, mientras me recostaba sobre su espalda, mis piernas me temblaban y mi verga latía. Me retiré, y nos pusimos de costado, y pude ver a mi verga chorreante, y como de su coño salía todo mi semen. Era una cosa muy sucia y a la vez muy excitante. Pero la cosa no quedó ahí.

    Me echó boca arriba, y mientras mi verga seguía latiendo, la muy rica se prendió de ella, y la comenzó a chupar, succionándome todo el semen que había quedado, poniéndomela dura al instante nuevamente, y mamando y mamando. Yo estaba en el paroxismo, acababa de tener un orgasmo y la negrita se las ingeniaba para no dejar morir a mi verga, y darle una nueva vida. Al verla nuevamente dura, se sentó encima de ella, pero dándome la espalda, y subir y bajar de nuevo, mientras me decía “te gusta mi potito, ¿no? ¿Te gusta lo que ves? Agárrame el culo, mi amor, apriétalo fuerte… Sí, pon tu dedo ahí, mi amor, me gusta mucho… Qué rica verga tienes, mi papi, nadie me ha cachado como tú”. Yo la tenía bien clavada, con mis manos agarrando sus nalgas y mi dedo pulgar pulseando su anito, mientras mi verga dura nuevamente penetraba esa conchita peladita y recontra mojada.

    Se paró de la cama, se apoyó contra la pared, mientras se quebraba y ponía su culito a la altura ideal. Me dijo “métela así, papi, me gusta”. Mientras se ponía en las puntas de sus pies, comencé a bombearla, mientras una mano agarraba sus tetas, y la otra agarraba una de sus nalgas. Ya estábamos tirando como 40 minutos de modo ininterrumpido, ya con una vaceada de mi parte, y según ella, varios orgasmos suyos.

    Después se echó en la cama, boca arriba, abriendo las piernas e invitándome para la penetración. Me acerqué a ella, pero puse sus piernas sobre mis hombros, y aunque vi un poco de susto en su rostro, no me importó. La clavé hasta lo más profundo, y pegó un chillido de entre dolor y placer, y fue una embestida brutal, con sus piernas en mis hombros, ella contorsionada, mi verga entrando casi toda para volver entrar y casi meterle hasta mis huevos, con jadeos de ambos y gemidos muy fuertes de ella. Y llegamos quizá al momento más intenso, yo empujando más fuerte, hasta hacer que sus rodillas quedaran a la altura de sus oídos, ambos sudando terriblemente, fundidos en un beso excitante, yo con mis manos buscando tocar su culo y sus tetas, y mi verga a punto de reventar dentro de su concha. Y así fue, mientras ella gritaba y me mordía, yo eyaculaba una vez más dentro de ella, y nos fundimos en un orgasmo tremendo, delicioso, interminable y violento.

    Nos quedamos así por varios minutos, había sido demasiado intensa esa sesión de sexo. Casi ni intercambiamos palabras, aunque sí intercambiamos muchos fluidos. Me dijo que había sido uno de los mejores orgasmos de su vida, y para mí, definitivamente era el mejor, no sólo porque era la primera vez que tenía dos orgasmos al hilo, sino porque fue un orgasmo muy intenso, delicioso a más no poder.

    Después me dijo para salir a comer y tomar algo. Lo que sucedió al regresar, medio ebrios y calientes, será motivo de mi próximo relato.
     
    BugsBunny, 27 Jun 2012

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    #16
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    buen relato
     
    golosisimaperu, 28 Jun 2012

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    #17

    icarus_flores

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    buena cofrade... y hubo anal o na?????
     
    icarus_flores, 28 Jun 2012

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    #18

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    faloman1, 29 Jun 2012

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    #19

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    x lo general las chimbotanas tiran rico, mi ultima conquista fue una morenita chimbotana q me tire x 3 años, le di x todos lados y era respondona tanto asi q un fin de semana lo hicimos 18 veces quede mas seco q tetas de viejita jajaja muy rica mi nerita, lastima q tuve q dejarla x celosa
     
    christianhs, 3 Jul 2012

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    #20
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