Encuentros Furtivos IV (de IV)

De encuentros Furtivos IV
Pasaron varios días en los que no supe de ti, andaba molesto y no sabía como decírtelo. Me atormentaba no saber de ti.
Te pedí cita y nos vimos en el lugar acordado y nos fuimos al mismo hotel. Te había pedido que vayas una vez más con vestido o con falda. Había pensado en una forma de castigarte por no responder mis mensajes. Nos fuimos de la mano camino al hostal y sentí tu ternura en el calor de tus manos y en la forma como tocabas la mía. Y a medida que nos acercábamos al hostal no sabía ya si continuar con mi plan de castigarte o no.
Nos registramos y entramos. En la habitación cuando buscaste abrazarme y besarme te desairé y te increpé tu falta de comunicación conmigo.
Te empujé hacia la cama y te dije:
“Eso no se le hace a tu hombre”; “No me puedes dejar así, sin saber ti”.
“Voltéate que te mereces unas nalgadas por no acordarte de mí”.
Te volteé y levanté el vestido que llevabas. Pude apreciar la tanguita que te habías puesto. Realzaba muy bien tu culito. Se veía tan apetitoso y precioso. Le dí un par de sonoras nalgadas y empecé a besarlo cual poseso. Te lo besaba y mordisqueaba a la vez. Metía mi nariz entre tus pliegues y te decía luego:
“¿De quién es ese culito?” ¿De quién?, “Respóndeme”
Tu entre sollozos y jadeos respondías: “Tuyo amorcito, tuyo”
¿Quién es el único que te lo puede comer?
Tu respondías: “Sólo tu mi amor, sólo tú"
Comencé a comerme ese coñito desde atrás, metiendo mi lengua en tu concha y mordisqueando tu clítoris. Cada una de mis caricias linguales iba acompañada de gemidos tuyos profundos. Tuviste dos orgasmos intensos y luego coloque mi glande en la entrada de tu conchita. Hice un amago de que te la metería....me dijiste: "Si, papito, sigue, métemela toda"...Eso lo veremos, dije yo. Saqué mi pene de tu vagina y lo coloqué en la entrada de tu culito. Demás está decir que es lo que se avecinaba luego. Te introduje la cabeza de golpe y soltaste un grito, aunque más parecía un alarido. "Para, por favor para", alcanzaste a decir.
¿Quieres que pare, respondí?. ¿Eso quieres? Pues no, te manifesté. Te voy a castigar por olvidarte de tu macho, de tu amo, del dueño de tu culo. Ahora sabrás lo que se siente que te atraviesen el culo. Tu me lo pediste. Ahora lo estás viviendo. Siente como te voy atravesando. Siente como se abre paso por una parte de tu cuerpo inexplorada por el pene humano. Mientras te decía todo esto, no parabas de gritar y pedir que me detenga. Mi pene aún estaba a la mitad de tu anito y el placer que sentía era inmenso. Aunque me apenaba tu dolor....
Decidí sacarte la pinga, y me dediqué a comerme tu coño nuevamente. Estaba mojadísimo, podría decirse que antes de comérmelo me lo estaba bebiendo de lo mojada que estabas. Y gemías y gemías ante cada una de mis embestidas. Decidí untarme de lubricante un par de mis dedos y comencé a jugar con la entrada de tu anito mientras te comía el coñito. Te comía y lamía el clítoris como hambriento de ti. Primero metí uno de mis dedos en el mismo momento que tuviste un orgasmo y me tomé todos tus jugos y continué comiéndome tu coñito y metí un segundo dedo para ir dilatando más tu anito que ahora estaba más relajado. Me pareció que era el momento de volver a intentarlo. Te pedí que te pusieras en posición de perrito y coloqué lubricante en la entrada. Me apliqué yo también lubricante a lo largo de todo mi pene y coloqué la cabeza de mi pene en la entrada de tu culito. Ejercí una ligera presión y entró mi glande sin mayores problemas acompañado de un gemido tuyo. Seguí empujando mi verga y se introdujo un poco más. En pocos segundos y había introducido más de la mitad de mi pinga en tu culito. Pero tus gemidos-quejidos también se incrementaron y aunque no me pediste que la sacara me dijiste: "Duele, amor, duele".
Te respondí con la mayor ternura: “Ya pasará amor, ya pasará”. “Relájate”. Me detuve unos segundos para que tu culito se adaptara al intruso que lo invadía. Luego proseguí mi tarea de introducir mi pene en tu culito hasta que mi pelvis tocó tu culito. Ahora si te tenía completamente empalada por el culito. Ahora si había terminado de romper la última barrea. Comencé a meter y sacar pausadamente para que disfrutaras. Aún no sentías mucho placer, pero a medida que te continuaba, tus quejidos cesaron y los gemidos empezaron. No había duda que todo esto me excitaba muchísimo y que me sentía de maravilla por estar perforando tu culito y de que por fin fueras mi mujer por completo una vez más. Tus gemidos de placer aumentaron y también yo estaba disfrutando mucho con cada embestida de mi pinga. Me sentía completamente extasiado y quería que este momento durara mucho mucho tiempo pero sabía mi eyaculación estaba próxima. Traté de alargarla lo más posible y reduje la velocidad de mis embestidas para disfrutar cada segundo y milímetro de tu culito. Y tu también disfrutabas mucho, las cosas que me decías me indicaban que empezabas a agarrarle el gusto a esta casi nueva experiencia para ti. Me decías: "Amor, que rico, sigue, por favor, sigue”, “dame duro con esa pinga que tienes", "pártele el culito a tu putita". Y no mucho después empezaste a decirme: "me vengo, me vengo". Entonces yo te dije: "Ahí voy yo amorcito, espérame". Justo en ese momento me empecé a venir a borbotones dentro de ese culito tuyo que durante tanto tiempo guardaste para mí. No lo saqué hasta que salió la última gota. Me fui a lavar y me acosté junto a ti y nos besamos. Besé una vez más tus senos y tu coñito. Tu besaste mis pectorales y bajaste a chuparme los huevos. Luego nos volvimos a echar uno al lado del otro mirándonos y hablando de lo que acabábamos de hacer y de lo bien que nos sentíamos.
Aunque ahora las cosas se estaban complicando un poco más, y no se cuánto tiempo pasaría para vernos otra vez, también pensaba que luego de este encuentro no sabía si seguiríamos o no.
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Buenos relatos .....................

 

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Buen relato continua

 

Interesante relato continua

 

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