Cómo convertí a mi amiga en "amiga con derechos" - Parte 1/3

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¿Será verdad esa teoría loca que dice que las relaciones sexuales entre amigos refuerza los lazos de amistad? Lo comprobaré mediante mi propia experiencia.

A Francesca me la presentó una amiga con la que solía conversar en los refrigerios en la agencia donde trabajaba. Ambas eran analistas de marketing y estudiaron en la misma universidad, por lo que su amistad empezó en las aulas y se mantiene hasta ahora. El día que la conocí fue en uno de los tantos after office que organizaba dicha agencia. Fue en el mes de mayo, justo el día que gané una cámara semi profesional en un sorteo. Lo único que se me ocurrió decirle fue si conocía a una chica X porque ambas tienen el mismo apellido por lo que solo atinó a reírse de mi tontería; de hecho, fue para romper el hielo, así que sí funcionó.

Casi siempre, Francesca (“Franchi”, de cariño) me pedía acompañarla a la bodega a comprar después del almuerzo, aprovechando que teníamos dos largas horas de refrigerio. Yo también solía decirle para salir de las oficinas y caminar por un parque que estaba cerca mientras hablábamos de cualquier cosa, ya sea de trabajo, familia, amistades, cine, etc. A veces nos esperábamos en el trabajo hasta tarde para poder regresarnos juntos ya que ambos tomábamos la misma ruta para ir a nuestras casas y, si la situación lo ameritaba, cenábamos algo antes mientras nos contábamos cómo nos había ido en el día. Cuando dejé de trabajar, Franchi me invitó una vez a cenar makis como despedida, y yo hice lo mismo con ella cuando se cambió de trabajo. En algún momento, recuerdo haber visto en sus redes sociales una publicación que hizo a modo de denuncia contra un ex novio que la agredió físicamente, dejando fotos de las evidencias y también los documentos policiales. Le dije que para cualquier cosa que cuente conmigo siempre, y su respuesta fue que por el momento no deseaba hablar con nadie, lo cual era muy comprensible.

Nunca hubo una intención detrás. Nunca hubo atracción. Todo lo que hacíamos juntos siempre fue por iniciativa propia de ambos y partiendo siempre desde la amistad pura y dura. Hasta que llegó el verano del 2018…

Había conseguido un trabajo nuevo, y Franchi quería celebrarlo conmigo un viernes. El plan era encontrarnos en Miraflores ya que yo trabajaba en Surquillo y para mi era más fácil llegar ahí. Llegamos, compramos un par de latas y nos fuimos caminando por la calle conversando mientras tomábamos. De repente, empezamos a jugar “Yo nunca…”, y el tono del juego se fue yendo cada vez más y más picante hasta llegar a cosas sexuales que ninguno de los dos imaginó contar. Mientras yo le confesaba que alguna vez hice dos tríos diferentes, que eyaculé dentro de una chica sin usar condón o que le tomé fotos desnuda a otra chica, ella me confesaba que le habían hecho anal a ella, que probó el sadomasoquismo y que experimentó con otra mujer.

A mediados de abril, le conté a Franchi que estaba haciendo ejercicios en mi casa y ella también había empezado a hacer lo mismo. Yo a veces uso el "doble sentido" para casi todo con mis amigas, y con Franchi no fue la excepción; así que recuerdo haberle dicho algo así como que “podíamos intercambiar experiencias” en cuanto al mundo del fitness y cosas así, pero resultó que ella lo entendió de otra forma y, por cosas del destino, eso sirvió como el detonante para lo que más adelante sería nuestra “primera vez” como amigos con derecho. Desde ese momento, todas las conversaciones que teníamos pasaron a volverse muy morbosas, perversas, excitantes. Mi cabeza volaba con cada cosa que me decía: “Quiero probar tu leche”, “Quiero saber que se siente tener a mi amigo dentro de mi”, etc.

Y de repente, el gran día llegó. Fue un viernes que aprovechamos que aún teníamos disponible el horario de verano. El punto de encuentro fue en San Miguel, por donde están los hoteles que se ubican cerca al centro comercial. Llegamos, nos echamos en la cama mirándonos, el sol me daba en la cara y ella se quedó un buen rato mirándolos.

-Tienes bonitos ojos.- Me decía mientras me acariciaba el rostro.
-Son un poco claros, por eso se ven medio vidriosos.- Le respondí.

Después de un rato en silencio no nos contuvimos las ganas, la tomé de la nuca, la acerqué a mi boca y le clavé un beso muy profundo, y todo ese nerviosismo que teníamos al principio se nos fue. Aún con la ropa puesta, Franchi se echa sobre mí y empieza a sobarse contra mi miembro mientras yo le mordía el cuello y le acariciaba la espalda o apretaba sus nalgas con mis manos. Oír sus gemidos y sentir cómo su sexo se calentaba con sus movimientos de caderas fue muy rico, pero a la vez muy raro; después de todo, es mi amiga. Cuando me tocó estar sobre ella comencé a besar sus pechos, su ombligo. Le bajé el pantalón y pude sentir el calor de su vulva, su aroma. Le quité la trusa y posé mi nariz sobre sus vellos para respirarlos. De repente, ella misma con sus manos abrió sus labios vaginales para poder ver su interior, y mi única reacción fue hacer una sola pero buena pasada de lengua sobre su vagina para luego oír un gemido muy fuerte de su voz. A pesar de que tenía un olor y sabor un poco fuertes, no solté por ninguna razón mi boca ni mi lengua de su sexo, es más, le daba más duro con mi boca, le chupaba su clítoris y le estimulaba sus pezones mientras veía cómo le salían sus fluidos a chorros hasta venirse en mi boca. El oral que me hizo a mi fue igual de delicioso; nunca antes había sentido mi pene tan sensible como esa vez, eso sumado a sus dotes con la boca, la lengua y las manos. Realmente quedé sorprendido.

Cuando se montó sobre mí, no nos habíamos dado cuenta que no tenía puesto el preservativo.

-No te estás protegiendo.-
-No importa, tu sigue.- Le respondí. -Después me lo pongo.-

Después de varias poses y varios besos (algunos con lengua), le pregunté en dónde quería mi leche. Me pidió que terminara en su boca. Cuando lo hice, le pedí que me lo siguiera chupando sin importar haberme venido. Al terminar, quedamos echados y ella de repente me abraza y me da un beso en la mejilla.

-¡Gracias!- Me dijo. Es la primera vez que una chica me dice eso después del sexo. -¿Cómo es posible que no tengas novia, teniendo todas estas habilidades?-
-No lo se.- Le respondo. -Por alguna razón debe ser.-

Al rato y para recuperar el aliento, nos quedamos dormidos. Estuvimos así por, al menos, 15 minutos de una buena siesta.

Cuando despertamos, casi toda la plática que tuvimos fue sobre qué nos gusta del sexo y qué es lo que más nos gusta hacer y que nos hagan en la cama. Mientras tanto, nos acariciamos el cuerpo mutuamente.

-Sinceramente, no imaginé nunca hacer esto con mi amiga.-
-¿En serio nunca lo imaginaste?- Me pregunta con mirada pícara.
-No, en serio. Ni siquiera alguien que fuese del trabajo.- Le respondo.
-Bueno, ya que lo hiciste, quiero que me digas qué es lo que se siente.-
-Pues, en principio, se siente raro. Quiero decir, no voy a negar que el sexo es riquísimo, pero hacerlo con tu amiga le da una cuota extra de morbo.-

No sé qué más le había dicho a Franchi cuando de pronto ella acercó dos de sus dedos a mi nariz y pude sentir el olor de sus fluidos. ¡La muy mañosa se estaba tocando mientras conversábamos!

-¿Te gusta?-
-¡Wow! ¡Claro que sí! ¡El perfume natural es mucho más rico!

No me aguanté más las ganas y lo volvimos a hacer. Casi en toda la segunda ronda la tuve en cuatro. Habremos estado en esa misma pose por casi veinte minutos. Durante ese tiempo la tomaba del cabello, le daba una que otra nalgada que hacía que su vagina apriete mi pene.

-¡Qué rica pinga!- Exclamaba una que otra vez.
-¿Dónde lo quieres?-
-No se. ¿Dónde me la quieres dejar?
-Si quieres, te la puedo dejar adentro.
-Pero puede ser peligroso. Sabes que puedo quedar embarazada.
-Entonces te compro una píldora.
-¿Estás seguro? No deseo tener problemas a futuro.
-Confía en mí.
-Ok. Dale. Termina adentro. ¡Dame toda tu leche!

La levanté, pegué su espalda a mi pecho, la embestí con más furia que mil leones y eyaculé dentro de Francesca. Eyaculé dentro de mi amiga.

Nos volvimos a quedar dormidos tras esa segunda ronda. Al despertar vimos que ya era tarde y era hora de volver a nuestras casas. Antes de vestirnos la tomé de las manos, la acerqué a mí, nos dimos un abrazo y un beso muy tiernos y empezamos a hablar de lo que hicimos mientras nos alistamos para salir del hotel. Antes de retirarnos de la habitación, le pregunté qué tanto lo disfrutó en la escala del 1 al 10. Me dijo que un 8. Yo le puse un 9. Nos dimos otro abrazo y ella exclamó otro “Gracias”. Salimos y nos fuimos directo a una farmacia para comprarle la píldora del día siguiente y finalmente nos despedimos.

El cuerpo no miente, realmente Franchi lo disfrutó, y el morbo de ser solo amigos hizo que ambos lo disfrutemos más. Esta experiencia de tener sexo con tu amiga quizá pudo estar en una fantasía que no cualquiera puede realizar. Personalmente, nunca estuvo en mi lista de “metas por cumplir”, simplemente me tocó vivirla y estoy muy agradecido.

Normalmente, esta clase de experiencias suele ocurrirle una sola vez a más de una persona. Pero en mi caso, si bien fue nuestra “primera vez”, no fue la única.

 

buen relato de su experiencia estaré a la espera de la segunda y tercera parte y gracias por compartir

 

Buena historia, sigue contando

 

Interesante relato...suele ocurrir...en espera de la segunda parte...

 

Muy buen relato, esperamos saber mas!!!

 

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Va por buen camino el relato, a la espera de las secuelas