Abriendo (más) la caja de Pandora

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por tetascampeon, 21 Dic 2024 a las 17:33.

    tetascampeon

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    Me hice casero y llamaba a Pandora con regularidad. Aunque era rara, se podría decir que hasta cierto punto se hizo mi kineamiga. Para la tercera vez que la vi, de nuevo en el hotel de confianza, Pandora se encontraba ya desnuda mostrándome sus carnes abundantes mientras que me chupaba el pene antes de ponerme alguno de los (múltiples) condones que había traído para la ocasión. El buen rato que me succionó la pieza me dio la valentía y la calentura suficientes para hacerle la pregunta: ¿Aceptarías que te lo hiciera sin condón?

    Al principio ella dudó, se hizo la digna, aunque muy puta era y muy necesitada estaba. Le reiteré y le lancé una suma mayor a lo que le estaba pagando, y con eso ella se puso más puta y menos digna. Subió un poco el monto y terminó de hacerse puta por completo cuando acepté su propuesta. Me levanté de mi posición sentada porque ella estaba arrodillada ante mí mientras me succionaba la pieza, la besé ferozmente en sus labios y la puse en 4 sobre la cama, quería que exhibiera su culazo blanco ante mí y ella eso hizo, como buena puta obediente.

    Hundí mi cara en medios de sus nalgotas y las sazoné previamente con una batería de nalgadas que se las dejaron rojas con mi mano marcada antes de clavarle la vagina con mi pinga calata. Más que ver su culazo ondear ante cada movimiento de mi pelvis, era la gloria de ver mi pichula entrar hasta las profundidades de Pandora sin oposición de por medio, sintiendo directamente su humedad vaginal con un objetivo tan claro en mente como el color de piel de la propia puta que me estaba cachando.

    Lo decidí finalmente cuando la tenía en el clásico misionero, cuando podía ver claramente mi masculinidad entrar por completo entre las piernas abiertas de Pandora. Me incliné sobre ella y la besé con pasión mientras aceleraba mis movimientos, sin saber si ella siquiera sabía lo que venía y quería hacer. No me importaba, ya la calmaría después, pensaba muy en el fondo de mi cabeza, pensando con la más pequeña.

    Introduje mi pene hasta el fondo en el momento que la sentí inevitable, dejando mi hombría clavada hasta el fondo del útero de Pandora en el momento que empecé a eyacular sin tapujos, vaciando por completo el contenido de mis bolas dentro de ella. No había manera en que la puta no hubiera sentido mi semen en su interior, había sido demasiado. No la dejé responder de tanto que la besaba mientras me vaceaba, pero finalmente se acabaron el beso y el semen. Entonces ella...
     
    tetascampeon, 21 Dic 2024 a las 17:33

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    interesante el relato, ojala hubiera mas
     
    veritorouss, 23 Dic 2024 a las 11:04

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    Soltó un insulto y se separó de mí con premura, observando atentamente su raja abierta. Bastó apenas una ligera separación de sus labios vaginales para que parte de mi abundante descarga empezara a rezumar de su interior. La puta, por supuesto, estaba enojada; me habló en tono enojado, me insultó un par de veces, se quejó, me exigió unas disculpas que le di sin sentirlas mientras que me hacía prometer pastillas y una paga extra por pasarme de la raya. Obviamente yo planeaba, si era necesario, meterle el levonorgestrel por la garganta como si de un animal se tratase porque no pretendía en lo más mínimo encargarme en caso de un embarazo. Solo quería el placer, solo tenía ganas de marcar a Pandora como si se tratase de mi propiedad, dejar libre mis instintos más primarios. Sin embargo, el tono airado de su protesta empezaba a molestarme genuinamente, escarbando de la tierra la pelea reciente con mi novia que planeaba desahogar justamente viniendo con mi culona y pagada amante.

    El enojo me copó el cuerpo en el momento que ella se levantó de la cama y buscó su ropa. Quería irse, no quería ya verme, quería una compensación y el dinero necesario para las pastillas que evitarían las peores consecuencias. Traté de convencerla mientras ella tomaba su ropa y se vestía en medio de una tormenta de enfado. Fue cuando su tono subió de nuevo que me reemplazaron las emociones y la tomé de las mejillas apretando con fuerza. En ese momento, como un globo que explota, su tono se esfumó y me miró con un temor que, lejos de infundirme piedad, me llenaba de ira y poder.

    Pandora se había logrado poner la ropa interior. La tuve así, asustada y semidesnuda, apenas unos segundos que para mí se hicieron mucho más largos. Le solté las mejillas y pegué mi cuerpo al suyo ya completamente rendido al deseo, besando ferozmente su cuello blanco y amasando sus enormes nalgas blancas. Alcancé a escucharle una súplica apagada tan lejana de su reciente y determinado enojo que me provocó una mezcla hermosa de lástima y excitación. La besé en los labios, le pasé la lengua por la cara, le seguí manoseando el culazo alternando con nalgadas feroces mientras que le decía que ella no se iba a ir hasta que yo lo dijera.

    La regresé a su estado desnudo, le pegué una nada ligera cachetada, la hice agachar tomándola de su cabello corto y le introduje la pichula hasta el fondo de la garganta, superando claramente su capacidad felatoria porque llegaron de inmediato las arcadas y las lágrimas. Tosió, lloró, babeó, pero yo no soltaba su cabello ni aflojaba mi asedio furioso contra su boca, que chapoteaba exquisita. No sé cuánto rato estuve cachándole la boca, pero de seguro para ella pareció más tiempo. Cuando le di por fin una tregua tenía la cara entomatada, hecha un asco por la mixtura de saliva y lloros.

    La pausa, eso sí, duró poco, porque no tardé en asirla de nuevo por su maltratado pelo para, esta vez, lanzarla a la cama y atacar sus tetas engordadas. Dejando la piedad de lado le chupé, mordí, succioné y maltraté los pezones y los senos para demostrarle que, en efecto, era una puta que estaba allí solo para darme placer, nada más.

    Fue, sin embargo, una sorpresa grata sentir que las tetas de Pandora parecieron darme las gracias con nada más y nada menos que su leche. No lo entendí al principio, pero el sabor dulce me hizo entender rápido que la muy puta, de lo excitada que estaba, estaba produciendo leche materna que yo recibí con alegría. Cogiendo firmemente su pezón con mis labios lo exprimí y lo azoté, provocando un torrente copioso que ingresó a mi organismo y lo hizo muy feliz. Pandora había quedado sumisa, dócil y ciega por las lágrimas, su resistencia se había esfumado y ahora solo se dejaba hacer mientras que yo, por debajo de ella, bebía la leche de sus tetas, que no dejaban de premiarme con su néctar. Ora pezón derecho, ora pezón izquierdo, seguía bebiendo del elíxir inesperado mientras que ella temblaba y gemía ahogadamente.

    La muy puta ardía tanto que su vagina era una mezcla empapada de sus jugos y el semen que le había dejado hace poco. Dejé por fin su leche y, viéndola a los ojos, le planté otro beso seguido por una cachetada. Le hablé con palabras por fin, diciéndole que ella no se iba hasta que yo lo dijera. Hasta que tuviera los huevos vacíos, hasta que ella tuviera el útero lleno de mi semen y las nalgas marcadas por mis azotes, cuando por fin admitiera que era una puta.

    La ubiqué de nuevo a 4 patas sobre la cama pero no la penetré de inmediato. Le lancé una nalgada tan feroz que ella no pudo contener un grito altísimo entre el dolor y el placer, pero aquel fue solo el primero de muchísimos más. Zorra sucia, ramera, cachera, prostituta, perra, puta, le decía de todo lo que se me ocurría hasta que tuvo el culo listo para freír encima un huevo. Con la mano también ardiendo le tomé el cabello otra vez y le metí la pinga por fin, entrando con una facilidad pasmosa.

    Era, más que una prostituta, una puta y eso era lo que merecía.
     
    tetascampeon, 25 Dic 2024 a las 23:16

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    #3
    A kavorka y polo35 les gusta esto.

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