Cajamarca´s bizarre adventure

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Beyonder, 10 Abr 2021.

    Beyonder

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    Cofradía lectora, les dejo este relato rescatado del rincon mas profundo y enigmatico de me cabeza en el 2019.

    Todo hombre tiene una parte ficción en su propia historia. En esta, mi nombre es Santiago y la realidad se mezcla con la teatralización, todo lo necesario para ocultar identidades y todo lo conveniente para que valga la pena ser leída.


    Al abrir los ojos lo primero que sentí fue el frío de las mayólicas en mi piel, después, una mezcla de pisco macerado en la garganta, nicotina y la básica necesidad de responderme “¿qué hago aquí?” A pesar del esfuerzo, no puedo decir con certeza si lo que contaré ahora son recuerdos o sueños, ya que, si bien tienen la claridad propia de los hechos reales, la lógica de su sucesión pertenece al mundo onírico, donde tienen lugar todos los actos imposibles que de día resultan excesivamente incisivos.

    Me vino a la mente una imagen en fondo azul, de luces de pub, licor dulce, destellos, música que impide escucharse y cuatro flacas saltando en su mismo sitio en lugar de bailar… Me repetía a mí mismo, sentado sobre el suelo de la ducha y con la espalda apoyada debajo de las perillas, “los tipos duros no bailan … ¿qué hago en boxers?”

    Para mi tranquilidad reconocí el lugar, estaba en el baño del departamento que habíamos alquilado en Cajamarca. La ciudad del Carnaval y de las coplas fue la sede de un congreso profesional, lo que motivó que tres patas del trabajo y yo asistiéramos, bajo la figura de “capacitación”. La segunda noche llegamos a un pub en un segundo piso donde había música no bailable y mucha gente en plan de tomar tranquilos. Nosotros bebíamos pisco en forma de chilcanos y, en realidad, el plan no era levantar nada, pero nuestro grupo era capitaneado por un hombre cuyo apelativo es “el Gran Jefe”. Este hombre, cincuentón, cachero clásico, bonachón; había sido nuestro jefe durante la más gloriosa administración del departamento, al menos desde la perspectiva del clima organizacional, y en aquel momento, a pesar de no ostentar la jefatura, realizó la gestión más valiosa.

    Mis recuerdos lineales llegaban hasta ahí. Sin levantarme de la ducha y aún en boxers armé lo mejor que pude los eventos de aquella madrugada. El Gran Jefe había estado echándole ojo a la más alta de una mesa cercana. Las estudió lo suficiente como para determinar el momento ideal en el cual mandarles una jarra de lo que sea que estaban tomando. En unos instantes estábamos todos en su mesa. Me visualizo haciendo las mejores referencias del mundo, aunque cada vez lo recuerdo diferente. Los elementos comunes son unos anteojos de marco hipster, una casaquita de cuero, la falda larga y amarilla de la más alta de la noche y cómo mis manos acariciaban una cintura de mujer. No puedo asegurar que besé a alguien en el pub, en cambio, tengo la penosa certeza de haber ingerido litros de pisco adulterado con algún líquido innecesariamente dulce y de colores; además de risas, muchas risas.

    Y entre risa y risa, de algún modo, llegamos al departamento en primer piso que habíamos alquilado. En realidad, era una casa acondicionada, con entrada independiente y cuatro habitaciones con baño. La privacidad nos permitía un polvo a puerta cerrada a cada quien, sin embargo, el primer recuerdo que tengo es de cada uno en una silla del comedor, con una mujer encima y dos botellas de pisco puro rodando por la mesa.

    La flaca que llevé a mi cuarto destacaba absolutamente por nada, o, mejor dicho, no soy capaz de recordar nada absolutamente destacable de ella, salvo quizá por sus labios carnosos. La siguiente imagen que tuve fue mía jalando sus jeans con ambas manos, usándolo a manera de banda, empujando su nuca hacia mi falo. Algo mareado, con la imagen de su cara distorsionada recuerdo haberle hecho un facefucking y lanzarla a la cama. Le comí el clítoris con la mandíbula totalmente adormecida por el alcohol, solo reaccioné cuando ella me dijo “¡Ya, sube!”

    Los gemidos de esta anónima colega eran intensos. Mientras le daba de misionero, la flaca me arañaba la espalda y me cogía del abdomen con fuerza. De pronto me dijo “Agárrame, ¡agárrame fuerte de la cadera!”. Entonces la cogí y le di duro, tanto que empezó a gritar “¡Ay, Javi, así Javi, mi Javicho!” “¡Sigue Javi, sigue, sigue!”. Que me cambiaran el nombre fue un asunto menor, pero su intensidad sí me puso a mil, de modo que la puse piernas al hombro y estirándole los brazos hacia abajo, tomando sus muñecas, me sadiqueé con los movimientos.

    La flaca no paraba de gemir, con los ojos bien cerraditos, estiraba el cuello al máximo y arañaba las sábanas de tanto que le daba. Me arrechaba oírle decir “¡Aaaah Javi, Javi, qué rico Javi, Jaaaavicho Aaaaah!” Aunque no fuese mi nombre, la humedad de su vagina rodeaba mi pene, y no el del tal Javicho (a quien le envío un saludo por calentarla tanto. Borracho como estaba seguro que no la hacía), especialmente porque en un momento me dijo “Ahórcame Javi, tú sabes, ahórcame”. A lo mejor esta parte es delirio, no sé, pero yo puse mis manos en su cuello mientras me doblaba como un acordeón sobre ella, con sus piernas sobre mis hombros y le decía “¡Dime que te gusta, di que te gusta que te coja!” a lo que yo oía por respuesta “¡Me gusta, me gusta, me gusta que me cojas!” en un tono de agitación. Admito, no obstante, que le doy más crédito del que podría cerciorarme a este evento, pero es porque lo que sigue es algo inverosímil.

    El siguiente recuerdo que tengo es estar viendo como mi miembro entra y sale de su concha, mientras tengo sus piernas abiertas y estoy erguido sobre mis rodillas en la cama. De pronto, alzo la mirada y veo a uno de mis patas desnudo, de pie al borde de la cama mientras la flaca misma flaca, echada y de cabeza, le chupaba la pieza. Yo, sin salir de mi desconcierto, oía los “glop, glop, glop” que se metía la flaca con la pinga de mi pata, a la vez que él, con los ojos entrecerrados decía “¡Santi! ¡Salen unas coplas! ¡Matarina, matarina, maaaatarina de algodón!” “Flaca, ¿qué más era?” y veo como le sacude el mazo en la cara mientras le dice “Canta pues flaca, ¡Canta la matarina!”, ante lo cual escucho “¡glop, glop, gloack! Mataaa, glop, matarina, glop. Mpfatfarinaoack dfe aglopdoan, glo, glop, glop” Juro que instantáneamente vi a mi pata con un sombrero cajamarquino gritar “¡Tómatela! ¡Que no se derrame nada!” Durante toda la escena yo me la seguía cogiendo, con más fuerza por esa escena porno en vivo que estaba viendo, complementada de cuando en cuando con un primer plano de mi miembro penetrándole la argolla. Luego debí parpadear y cuando volví a ver la tenía de perrito con todo el cabello sobre la espalda y mordiendo la almohada. Me vine tomándola de los hombros y dejando descansar todo mi peso sobre ella. Jadeamos como dos borrachos sedientos.

    Supongo que se durmió y fácil yo también, pero solo yo me levanté en busca de agua. Con mucha dificultad para enfocar bien salí del cuarto rumbo a la sala-cocina, y le atribuyo a mi incapacidad para enfocar y a mi embriaguez el hecho de haber visto a otro de mis colegas dándole de perrito sobre un sillón largo a otra de las flacas, mientras que en el sillón del frente estaba sentado el Gran Jefe, calato, con la flaca más alta arrodillada, haciéndole una paja a la vez que él miraba la cogida de perrito y fumaba. Yo pasé por el medio, me serví un vaso con agua y cogí una cajetilla de puchos que estaba en el comedor. Antes de volver al cuarto di una ojeada y vi que la flaca más alta ya se la estaba chupando al Gran Jefe, que no dejaba de mirar a los que tenía en frente. Oí decir al colega que estaba dándole a la flaca de perrito “¡Johhny, el primero en tu nombre!” y al Gran Jefe recontra cagarse de risa. Le hice un saludo militar de respeto, que respondió sin dejar de reír y mi otro colega decía algo como “¡Graba Santi, graba, aaaahhh, toma una foto pal Face!”

    Jajaja. Prendí un pucho, ya dentro del cuarto, y los dejé seguir. Sabe Dios qué otras cosas decían. Por mi parte, me senté en la cama y recité no sé cuántas incoherencias sobre Teología de la liberación, La genealogía de la moral y de por qué una parodia de Darling in the Franxxx sería una parodia de una parodia. Jajaja, la flaca obviamente dormía, aunque a veces recuerdo que me abrazaba la espalda, otras que se colgaba de mi cuello y muy pocas veces que lo hacíamos en el suelo, de perrito, y que ella probaba mi semen del piso; claro, que esto último puede ser un fragmento pornográfico superpuesto en mi memoria.

    Lo que sí recuerdo es haberme arrastrado al baño para intentar ducharme. ¿Cuántas horas habrán pasado desde que me quedé dormido en el suelo de la ducha?, ¡quién lo sabe! Pero, lo que sí sé, es que cuando tuve la lucidez suficiente como para haber recordado todo esto y enfocar mi mirada, sin tanta distorsión, la puerta del baño se abrió. Los espacios de la cortina dejaron ver entrar a una silueta femenina que tambaleaba y que dijo “Puta madre. Jajaja, no puedo creerlo, ¡Qué asco doy! Soy de lo peor, jajaja”. Esa voz femenina pareció ser ese canto de sirena que atrae irremediablemente a los desdichados marineros, solo que lo que vino después no fue desdicha.
     
    Beyonder, 10 Abr 2021

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    Siga cofra, eso se pone bueno.
     
    luigui001, 10 Abr 2021

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    Buen relato se agradece
     
    piuranosolitario, 10 Abr 2021

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    louis72, 12 Abr 2021

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    Que buen inicio y redacción.
    Se me hizo muy entretenido, esperaré la continuación
     
    JeiOne, 12 Abr 2021

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    Cofradía lectora, dejo esta segunda parte de mi confuso relato, espero les guste.

    Me levanté después de oir las palabras "Puta madre. Jajaja, no puedo creerlo, ¡Qué asco doy! Soy de lo peor, jajaja" Confirmé, al salir de la ducha, que quien acababa de hablar era la flaca de los lentes de marco hipster y casaquita de cuero, la misma a quien no sé si estaba besando en el pub, pero a la que inequívocamente le acaricié las caderas.

    -Oyeeee... ¡Santi! Jijijiji ¿Qué haces acá?
    -Es el baño de mi cuarto, ¿qué haces tú aquí?
    -¡Hay jijijijiji! ¡Tu baño! Jaja, no seas malo, ¡Préstamelo! Necesito lavarme un poco.

    La flaca estaba picada, yo también, y deduzco que nuestra desorientación coincidió para dirigirse a mi pene, erguido en máxima turgencia. Ella me dijo sus últimas palabras mirando fijamente mi erección, presintiendo los eventos venideros.

    Ahora bien, debo decir que yo también me concentré en mi erección porque lo que vi en su rostro me desconcertaba, al mismo tiempo que provocó mi erección. La tomé por el cabello y le estiré la cabeza hacia atrás. Al ser chata, tuve una visión plena de su cara.

    - Dime, ¿qué es eso que tienes por toda la cara?
    -Jijiji, oye, deja que me lave
    -No, quédate con eso. Es una marca, la marca de uno de mis patas, la marca de que eres una traviesa.

    Le metí la mano entre las piernas y la iba humedeciendo con mis movimientos, jugando con su clítoris y deslizando mis dedos dentro de su concha. Ella gemía y, ya sea por la excitación o la embriaguez, se tocaba los pechos y movía su cabeza de un lado al otro.

    Cada segundo mis testículos y mi glande palpitaban más, porque mientras ella jadeaba y retorcía su cuello, el semen que cubría todo su rostro se iba chorreando, formando hilos desde su mentón, cayendo como el rastro de una cascada sobre sus pechos y haciendo que escupa un poco cuando atravesaba sus labios.

    -Jajaja, entonces se han venido en tu cara. Toda tu carita esta llena de leche. Eres un diablita. ¿Te gusta la leche en la cara?
    -Jajaja ¡Nooo! ¿Qué pensarás? Jajaja ¡Haay, estoy tan borracha!
    -Pero no tanto como para esto.

    Le di la vuelta y la jalé del cabello, estaba apoyada con sus manos en el borde del lavamanos e inclinada hacia el espejo sobre él, levantando el culito hacia mi erección. Me quité el boxer y le rocé con la punta la entrada de su conchita.

    -Dime, tragaleches, ¿quieres que te la meta?
    - ¡Hay Santi! ¿Pero así? Déjame que me lave primero.
    -No, no, no. Quédate así. Mírate bien en el espejo. ¡Mira tu cara llena de semen, chorreando de leche mientras te cojo!
    -¡Aaahhhh!

    De una y sin miramientos se la enzarté en la papa, lo que ocasionó un gemido largo, sordo y con la boca muy abierta. Estuvo así una rato, tanto que algo del líquido viscoso tocó su lengua. Antes de que pudiera escupir la tomé fuertemente de sus pequeñas caderas y le penetré como si quisiera sacar veneno de mis testículos. El sonido de nuestras pelvis chocando parecían aleteos de una bandada de gaviotas sobrevolando focas que aplauden. Era una velocidad bestial e inmisericorde, como un ejercicio que solo buscaba la eyaculación. Sin embargo, lo que era realmente excitante era ver toda la carita de esa colega en el espejo, llena del semen espeso que se escurría mientras me la cogía. Sus gemidos intensos y el brillo del liquido blanquecino en su cara parecían completar la máxima escena de erotismo: mi pene entrando y saliendo a toda velocidad de su conchita, a la vez que ella jadeaba y gemía, sin poder evitar que los chorros de semen se exparsan por toda su carita, entren en su boca y toquen su lengua. Yo veía ese cuadro facial desde el espejo y el éxtasis era incontenible.
    -¡Mira, mira tu carita llena de leche mientras te reviento la concha!
    - Ah, ah, ah ¡Santi, Santi, aaggh, aah! ¡Ah, ah, ah, ah!
    -¡Eso, eso! ¡Que te caiga en la lengua! ¡Mira como te cogen con la cara llena de semen!
    -¡Aaaaaahh, ah, ah, aaahhh!

    Con un resoplido cavernícola la di toda dentro de ella. La última imagen que tuve fue de ella gimendo un "aaaahh" sostenido a la vez que su reflejo en el espejo iba cayendo hacia el lavamanos. Ese descenso fue tan lento en mis recuerdos como Pitou viendo el ataque de Netero en HunterXHunter: aunque debió durar unos segundos parecieron minutos de verla llendo hacia abajo, con toda la leche manchándole las superficies de la cara y deslizándose lentamente por cada surco de su rostro, entrando como estalactitas de hielo en su boca, tocando su lengua con el extremo más grueso de esas gotas espesas.
    Me salí de ella y fui en retroceso hasta la cama vacía de mi cuarto.

    Contradictoriamente, aveces recuerdo haberme quitado un condón, otras, simplemente haberme dejado caer de espaldas a la cama. Lo que siempre recuerdo es haber prendido un pucho y entregarme a una mezcla de paz, mareo y cosquilleo placentero; como un estiramiento perpetuo que solo se interrumpe con una mística caída en la inconsciencia, en forma de sueño.

    De ahí en adelante no hay cerebro que entienda lo que recordaba, era como ver a los costados mientras corre Flash, siluetas distorsionadas en líneas y ruidos incomprensibles. Incapaz de distinguir entre sueño y realidad mi mejor apuesta es decir que estuve dormido hasta que alguna necesidad fisiológica me llevó a la cocina-comedor, donde recién tengo el siguiente recuerdo más vívido, pero no por ello menos bizarro (en el sentido anglosajón de la palabra) e incomprensible.
     
    Beyonder, 15 Abr 2021

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    #6

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    Buena cofra, prosiga
     
    luigui001, 16 Abr 2021

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    #7
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    Cofradía lectora, les dejo la última parte de esta confusa historia. ¡Espero les agrade!

    Había dicho que mi recuerdo era vívido e incomprensible, porque incluso ahora no entiendo cómo llegué ahí. Estaba la flaca más alta de la mesa, abrazándome del cuello y sentadada sobre un repostero. Yo tenía mis manos en su cintura y me la estaba tirando. Seguimos en esa postura hasta que la flaca me dijo "tócame los pechos ¡fuerte! ¡Apriétame los pechos!"

    Le cogí ese bello par de tetas y noté que eran operadas, bellamente operadas. Aún así, sus pezones llegaron a erectarse y mientras más fuerte los amasaba más parecía exitarse. Llegué a pensar que por estar operados requerían de una estimulación más intensa, el caso es que la flaca se puso como loca. Se estiró como poseída y movía el vientre como en danza árabe, podría decirse que se echó todo lo que pudo en el repostero y, enlazando mis caderas con sus piernas, ella me empujaba de afuera hacia adentro de su vagina. Luego de un rato de gemir toscamente nos juntamos y volví a tomar el control de su cintura; al mismo tiempo que ella tensaba sus piernas alrededor de toda mi pelvis y se apretaba las tetas intensente.

    - ¡Ah, aaaah, ay que rico! ¡Siguee, siigueeee! Aaaahh!

    No soy capaz de afirmar que me vine, ni siquiera de asegurar en qué pose acabó aquello, todo lo que puedo decir es que lo siguiente que percibí fueron unos gritos que venían de alguna habitación.

    -¡Aaay, me duele, me duele... Sácalo, sácalo! ¡Au, Aaaau Aaaaaayy!
    -Aguanta mamita, ¡aguanta! Ya falta poco, ¡falta poco para que te reviente ese culo!
    -¡Ay, ay, ay! ¡Mi culo, mi culo nooo, Aaayy, me duele Aaauu!
    -¡Ya mamita, ya, ya viene! ¡Gaaaaaaaaaaa! ¡Ah, ah, ah! ¡Uuff! Ah, ya está flaquita, bien partido el culito.
    -Ay, ay, au, au, au. No sé, ay, no sé por qué les gusta por ahí. Au, ay, ay. Qué salvajes, au, au; me duele y está todo chorreando de tu... Au, au, no me puedo parar, jajajaja ¿Por qué me rio? Ay, jajajaja, ¡estoy tan borracha! Puta madre, no vuelvo a tomar así. Au, au.
    -Eso te pasa por pendeja.

    Había distinguido que esos gritos tan fuertes eran de la chata que me había cogido en el baño, su voz era inconfundible y podría jurar que mi pata se la tiró en el marco de la puerta de su cuarto, no sé, jamás quedó claro. Lo curioso para mí fue que la persona que dijo "eso te pasa por pendeja" era la cuarta flaca, aquella con la que no había cogido.
    Estaba sentada en el comedor, comiendo un plato de cereales. Fuera de que estaba en ropa interior nada llamaría la atención, salvo que yo mismo estaba desnudo, de pie a un metro de ella, culeándome a la flaca más alta sobre la misma mesa. Me perdí un rato en la escena: la flaca más alta estaba de pie y con la mitad del cuerpo sobre la mesa mientras yo le daba de perrito.

    El punto máximo de rareza se alcanzó cuando la flaca que comía cereales dijo "ya apúrense que voy a tener que llamar un taxi" y juraría que me dio una nalgada. Yo solo alcance a reír y a darle con todo a esa hermosa perita que formaba el culo de su amiga. "Ah, termina rápido, ¡dame con todo y de una! ¡Con todo!"

    No podía identificar mis sensaciones, el mareo que sentía precedía al sueño y no sabría decir si mis movimientos correspondían con lo que pensaba. ¿Me estaba moviendo rápido?, ¿estaba pensando que me movía rápido?, ¿la nalgada que sentí era un golpe para que me apure? No sé. Lo que puedo recordar con mas fidelidad es que de algún lugar del departamento mis patas empezaron a corear "¡daaale campeón, daaale campeón!" y en una de esas el Gran Jefe arengó "¡Saaanti, Saaanti!", para dar paso a un multitudinario "¡Santi (papapa, palmadas y golpes de mesa) Santi (papapa) Santi!", acompañado incluso por las voces femeninas. En mi embriaguez recuerdo haber reido mucho, haber cogido sus caderas con la firmeza que un náufrago coge una boya y, apoyándome en ella, se la metí y saque con la mayor intensidad de una metralleta. La flaca solo gemía "¡Ah, ah, ah, aaaaah!" y yo me abandoné al movimiento como un poseso, al punto que antes del clímax mi subconsciente me hizo gritar "¡Aaaah Gokuuuu, Aaaah!" y me vine como Krilin explotando en el cielo namekiano.

    Luego de eso solo recuerdo risas e imagenes borrosas. Cuando abrí los ojos, ya totalmente consciente de mí, estaba en un sillón de la sala con nada más que el pantalón puesto. Tardé en ponerme de pie y sentí la terrible resaca como una cruz hasta la mesa del comedor. El Gran jefe nos decía "calichines" y ya había preparado café.

    Una vez conscientes todos fuimos al mercado para su respectivo caldo levanta muertos, de ahí a dormir la borrachera y bien entrada la tarde, prácticamente de noche, nos sentamos a la mesa a tratar de armar el rompecabezas de aquella jornada.

    Incluso hoy no hay consenso sobre los detalles, ni siquiera sobre qué les dijimos a las flacas para convencerlas ni cómo se fueron a su hotel. Es como dice el Joker en aquella joya de los comics escrita por Alan Moore, Batman: la broma asesina: "A veces lo recuerdo de una forma, a veces de otra. Si voy a tener un pasado prefiero tener múltiples opciones". Jajaja. Aunque nunca nos penemos de acuerdo, por lo menos nos quedó la anécdota.
     
    Beyonder, 24 Abr 2021

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    Genial anécdota!
    Me gustó la manera en la que lo redactaste y las cosas insólitas que sucedieron, jajaja
    Que buena!
     
    JeiOne, 24 Abr 2021

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    Locasa aventura, bien contada, para alucinar.
     
    Fredy56, 25 Abr 2021

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