El Encuentro - Parte 3 (Epílogo)

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por spadina72, 31 Ago 2021.

    spadina72

    Coronel

    67%
    Mensajes:
    900
    Me Gusta recibidos:
    958
    Puntos de trofeo:
    157
    Encuentro –Epílogo
    Había pasado bastante tiempo desde nuestro último contacto. Nuestras conversaciones eran más esporádicas y espaciadas y menos profundas que antes. Las últimas semanas habían transcurrido en un ir y devenir de mensajes de preguntas y respuestas sobre el mismo tema: La ausencia tuya.
    No obstante, luego de muchas deliberaciones logramos quedar en reunirnos. En el mismo lugar de la primera vez. Nos encontramos cuadras antes. Llevabas puesto, a solicitud mía, una falda, zapatos de tacón con medias y ropa interior negra de encaje. Yo me había puesto no la misma ropa de aquella vez, pero si el mismo estilo, y llevaba la misma colonia. Nos fuimos caminando hacia el hotel de la mano. No habíamos caminado de la mano antes durante tanto tiempo. En esas pocas cuadras sentía que sólo existíamos tú y yo. Por momentos nos deteníamos a besarnos y abrazarnos. Fue muy lindo el camino.
    Nos registramos en la misma habitación que la vez anterior. Subimos a la habitación de la mano. Abrimos y cerramos la puerta. Ni bien cerré la puerta, te apoyé contra la puerta y te empecé a besar, de la forma que te gustaba que lo hiciera. Suavemente y sin apuro como si dispusiéramos de todo el tiempo del mundo. Aún podía recordar la primera vez que nos vimos y el primer beso que nos dimos: Tierno y travieso. Mis manos apoyadas en tu cintura recorrían parte de tu cuerpo mientras te besaba. Por instinto mis labios se dirigieron a tu cuello. Lo besaron y mordieron suavemente. Sentía tu aroma que me traía loco y también sentía tu deseo creciente. Mientras tanto, tu acariciabas mi entrepierna por encima del pantalón. El deseo iba en aumento para ambos, pero no era el deseo lo que nos motivaba sino la pasión y entrega generada por el amor que había surgido hacía mucho entre nosotros sin que lo planeáramos. Ese mismo amor que nos llevaba a tener pláticas de varias horas sobre nosotros. Y fue ese mismo amor que nos motivó a vernos en persona. Ahora estábamos en la misma habitación de aquella vez para consumar lo que hacía tanto tiempo deseábamos: Que te conviertas en mi mujer. Lo habíamos deseado, planeado y organizado varias veces, y esta noche por fin se haría realidad Preciosa. No podía evitar deleitarme viendo tu cuerpo cubierto por tu ropa interior. Recordaba mientras te veía, las decenas o centenas de veces que había deseado tenerte así para mí. Las muchas pajas que te había dedicado y de cuantas veces me había dormido deseando este momento.
    Luego de unos minutos besándonos en la cama, nos incorporamos y empezamos a desnudarnos para no arrugar nuestras ropas producto de la pasión. Te quedaste en ropa interior. Te veías linda, fabulosa diría yo.
    Nos recostamos sobre la cama tú en ropa interior igual que yo. Nos recostamos uno al lado del otro. Nos mirábamos tiernamente y con deseo y empezamos a besarnos otra vez. Entrelazamos nuestras piernas mientras nos besábamos. Acabaste encima mio y seguíamos besándonos. Con mi mano derecha desabroché tu brasier y empecé a besarte los senos, suavemente primero y luego comencé a morderte los pezones tal como te gustaba y claro está que a mi fascinaba hacerlo. Tus senos me traían loco desde siempre. Y más de una de mis pajillas había tenido como fuente de inspiración tus senos que tantas veces vi por la cam: Primero cubiertos por tu brasier y luego libres de tal atadura.
    Yo seguía ensimismado con tus senos. Tú no hacías más que gemir y darme alas para que siga. Algo que no necesitaba mayor seguimiento de tu parte porque me encantaban tus senos. Te acerqué a mí para besar tus labios y tu cuello. Ahora, aproveché para intercambiar posiciones y acabé encima de ti: Tú con las piernas separadas (con tu tanga) y yo encima de ti aún con mi truza (que a estas alturas apenas si podía contener la erección). Volví a besar tu cuello con pasión mientras mi pene se rozaba con tu entrepierna aún vestida. Te pedí que te pusieras boca abajo y me dispuse a besarte la parte de atrás del cuello y tu también tu espalda. Así llegué a tus glúteos que empecé a besar y morder a discreción. Tus gemidos no cesaban de escucharse. Toqué tu entrepierna y sentí tu mojadez que tanto me gustaba. Comencé a bajarte la tanga sin dejar de besarte esas nalguitas expuestas para mí. Terminé de sacarte la tanga. Me la llevé a la nariz para olerla y sentirte. Fue una delicia. Y sin que tuviera que pedírtelo, me bajaste el boxer. Mi erección saltó. Te lo metiste a la boca sin chistar. Yo estaba lubricando hacía mucho de modo que te dedicaste a tomarte mi líquido. Mientras que con una de tus manos jugabas con mis testículos. Estaba excitadísimo y seguro que tu también. Lo podía ver en tu cara. Luego de varios minutos, te pedí que te recostaras. Una vez que lo hiciste, separaste tus piernas y pude sentir (tal como en nuestra canción: tendida,...con los muslos como alas abiertas....) que iba a empezar a vivir un poema. Me acerque raudo a tu entrepierna. Allí estaba, libre, expuesta, desnuda y linda. Te olí, aspiré y empecé a saborearte. Suave y dulcemente. Lenta y pausadamente. Cuando sentiste el primer atisbo de mi lengua soltaste un gemido que aún ahora puedo recordar vívidamente en mi mente. Me dispuse luego de los primeros lengüetazos a saborearte más apasionadamente. No sabes cuánto había deseado volver a sentir esos labios tuyos junto a los míos. Ni cuanto anhelaba saborearte y tomarme esa miel salada que te fluye....lo hacía con mucho deseo y absorto en la tarea. Recorría cada milímetro de tu entrepierna, cada pliegue tuyo. Todos tus rincones expuestos a mi lengua sintieron su caricia. Y yo me deleité con cada gota que de ti emanaba. Tu clítoris estaba muy dispuesto a las caricias húmedas de mi lengua. Te lo besaba, mordía, lamía, jalaba y recibía como respuesta gemidos y más gemidos. Ni una sola emanación tuya se perdió. Mis sentidos degustaron y saborearon todo de ti con el mayor de los placeres. No se cuántos orgasmos tuviste mientras mi boca se apoderó de tu entrepierna, pero se que fueron más de dos Preciosa. El deleite para ambos era más que evidente. Te pedí que te pusieras de costado y que levantaras la pierna. Me puse hacia tu cabeza de manera que mi cabeza quedara a la altura de tu entrepierna y mi pene a la altura de tu cara. No tuve que pedírtelo dos veces. Una vez que estuvo a tu alcance te lo llevaste a la boca nuevamente. Y comencé de nuevo a comerme tu entrepierna sumamente mojada. Ahora estábamos ambos disfrutando a la vez de nuestros sexos pero no por puro deseo sino era un disfrute lleno de amor. Me incorporé y me acerqué a ti. Nos dimos un beso con el sabor de nuestros sexos en la boca. Fue sumamente erótico. Sentí que nos compenetrábamos más. Nos miramos pero no dijimos nada. Me levanté y fui en busca de un preservativo. Me lo quitaste y tu misma me lo pusiste. Te recostaste y separaste las piernas. Me acerqué a ti con mi pene enhiesto. Lo coloqué en la entrada. Y me dispuse a ingresar a un lugar por el que tantas pero tantas veces había deseado. Para sentir el calor de un coñito que se moría de ganas porque mi pene lo visite. Cerraste los ojos. Empecé a empujar suavemente, tus gemías, yo proseguía, yo me adentraba y tu gritabas...pronto mi pelvis chocó con la tuya. De repente abriste tus bellos ojos y tu me diste una mirada que nunca olvidaré, parecía que me decías, ya soy tuya amor. Me tienes ensartada. Ahora continúa poseyéndome. Empecé a meter y sacar mi pene lentamente para disfrutar cada segundo y cada centímetro de tu coñito. Me acerqué a tus senos para ir besándolos y morder tus pezones. No parabas de gemir. Yo estaba ensimismado penetrándote. Disfrutando cada segundo. Saque mi pene más que duro, te incorporaste y buscaste mis huevos y los empezaste a besar. Fue una sensación riquísima. Te pusiste de costado con la pierna algo levantada. Me acerqué a ti y te penetré. Lo hacía suavemente para que disfrutaras cada embestida. Estuvimos unos minutos así mientras te tocaba los senos y mi mano izquierda jugaba con la entrada de tu culito mojado por jugos. Poco después, nos separamos y te pusiste en posición de perrito. Me coloqué en posición, te tomé de la cintura y te la metí de golpe. Luego con mi mano derecha busque tu pelo y lo tomé. Empecé a penetrarte tomándote de los cabellos. Y te dije: ¿Quién es mi putita? dime, ¿Quién? Tú me respondiste sin demora:
    “Yo soy tu putita, Cesitar". Yo seguí penetrándote con mucho deseo y entrega. Me incorporé un poco (sin sacar mi pene de tu coñito) para estar más sobre ti. La penetración es profunda en esta pose. Yo seguía con mis movimientos de mete-y-saca mientras tiraba de tus pelos. El cuadro es magnífico: En posición de perrito, yo montado detrás de ti en una de las mejores poses que conozco. Yo sentía que me metía más y más en ti y también sentía mi pene más grande de lo usual. No está demás decir que a estas alturas tú gemías increíblemente. Yo estaba más que excitado. Te pregunté si querías que termine en esta pose. Tu respuesta-gemido no se hizo esperar. Y tú respuesta era la que esperaba oír: "Sí amorcito, termina, lléname, soy tuya”. Ni bien acabaste de decirlo. Pude sentir como tu conchita empezaba a ajustarme y a contraerse, sinónimo de que tu orgasmo estaba muy pero muy cerca y mi pene comenzó a ensancharse y a percibir como subía mi leche por los conductos seminales. Su estallido no tardó y empezó a salir a borbotones. Tus gemidos intensos denotaron que también llegaste junto conmigo. Fueron varios los borbotones que salieron de mí y que terminaron en el preservativo. No obstante, fue un orgasmo muy intenso para mí. Y estoy seguro que para ti también. Saqué mi pene de tu coñito, me quitaste el preservativo y me chupaste el pene para sacarme toda la leche que quedaba en mi pene. Me lo dejaste limpio. Nos recostamos un rato los dos, tú abrazándome. Nos volvimos a besar. Nuestros labios se juntaron como nunca antes y nos sentimos muy unidos. Sentíamos que por fin habíamos consumado una etapa de nuestras vidas: Que tú llegues a ser mi mujer y yo tu hombre.
    Aunque nuestro encuentro fue intenso, todavía tenía ganas de terminar otra tarea pendiente: Estrenar tu culito. Hasta el momento no había participado mucho en el encuentro pero ya le había llegado su hora. Te propuse que nos fuéramos a bañar y así lo hicimos. Nos fuimos juntos a la ducha y empezamos a mojar nuestros cuerpos. Luego te enjaboné y sentía un placer enorme al deslizar el jabón por tus senos y tus glúteos. Tú hiciste lo mismo con mi pene y mis huevos. A pesar del poco tiempo transcurrido, tuve una erección. Te enjaboné tiernamente tus glúteos y limpié tu culito, que estaba pronto a estrenar. Nos enjuagamos y salimos de la ducha. Nos secamos y nos fuimos a la cama otra vez. Juntamos nuestros cuerpos una vez más con un abrazo tierno. Te recostaste boca arriba y separaste tus piernas. Me acerqué una vez más a tu coñito que me lo empecé a comer como la primera vez. Estaba delicioso, fresquito con tu aroma de hembra que me vuelve loco. Te lo comía y comía tan intensamente que mi pene no tardó en ponerse en posición de atención. Cambiamos de posición y nos pusimos hacer un 69. Tu abajo y yo arriba. Me comías la polla con pasión. Mientras mi lengua se ocupaba de tu clítoris como si recién lo conociera. Mis caricias linguales fueron tan o más intensas que las anteriores. Tu clítoris estaba recibiendo mis mejores besos y caricias. Y sabía demostrar su conformidad lubricándote como nunca. No se cuanto lubricaste esta vez, pero no dejé escapar ni una sólo gota. Saboreé con placer y delicia cada gota. Te viniste dos o tres veces antes de que me dispusiera a darte placer en tu culito. No obstante, lo diligente que fui para no dejar escapar gota alguna, tu culito estaba mojado. Metí mis dedos en tu coñito para lubricarlos. Luego los dirigí hacia tu culito. Empecé hacer círculos alrededor de la entrada. Y comencé a introducirte uno. Gemiste y te quejaste un poco, pero te dejaste. Luego de unos minutos metí un segundo dedo. Todo esto mientras lamía la parte inferior de la entrada de tu coñito y me acercaba con mi lengua a tu perineo y entrada anal. Saqué mis dedos y empecé a jugar con mi lengua por alrededor de tu anito. Los gemidos tuyos no se hicieron esperar. Empezaste a gemir como nunca. Tenías otro orgasmo que inundó la salida tu coñito. No tarde en pasar mi lengua para secarte. Luego te pedí que te pusieras en posición de perrito nuevamente. Mi lengua nuevamente recorrió los alrededores de tu anito. Era evidente que estabas disfrutando. Tu culito palpitaba como nunca. Te dije que era momento de dar el siguiente paso. Busqué otro preservativo y también me lo pusiste. Saqué algo de lubricante, lo apliqué a mi pene y a la entrada de tu culito. Coloqué mi pene en la entrada y ejercí una pequeña presión. Escuché un pequeño grito tuyo. Me retiré un poco. Y volví a introducir un poco la cabeza de mi pene. Se sentía muy apretado ese culito. Empecé a empujar un poco más para que se fuera metiendo. Volviste a gritar y me pediste que te la sacara. Que te iba a partir. No te hice caso. Me incorporé un poco sin sacarte el pene de tu culito. Y me coloqué encima de ti, como si te fuera a montar, todavía con la mitad de mi pene afuera de ti. Te tomé de los cabellos y empecé a empujar lentamente hasta que todo estaba adentro de ti. No parabas de pedirme que lo sacara. Pero no te hice caso tampoco. Y me quedé unos segundos así para que tu anito se acondicione al intruso que estaba ahora donde ningún otro pene había estado. Yo me sentía en la gloria. Pues me veía una vez más dentro de ti, pero en una parte de ti en la que nunca nadie más había estado. Empecé a moverme lentamente y tus quejidos empezaron a convertirse en gemidos. Y poco a poco empezaste a decirme que siguiera que no parara, que estabas disfrutando mucho. Y también me decías cosas guarras como:
    “Así papito, rómpele el culo a tu putita”, “Rómpeme”, “Cáchame por el culo como mi hombre que eres”
    Yo te decía: ¿Quién es el dueño de tu culo Preciosa? “Este culo sólo será para ti”, “Tú eres su dueño y yo soy tu puta”.
    “Clávame”, “Cáchame completa, que esta mujer es tuya”
    Yo estaba excitadísimo. Y no me quedaba atrás y te decía:
    “De ahora en adelante esté culo sólo será para mí”, “Tu serás mi puta personal”; “Desde ahora eres una mujer completa pero sólo para mí”
    Yo te seguía cabalgando como a mi yegua. Seguía amoldando tu anito a mi pene, que estaba avocado a su tarea como nunca antes.
    Y luego de varios minutos en la misma posición, te dije que estaba pronto a eyacular. Mi pene empezó a ensancharse una vez más y sentía como iba subiendo el semen. Luego un gemido tuyo intenso me indicó que llegabas una vez más justo cuando la leche empezaba a salir nuevamente por la cabeza de mi pene. Los borbotones de leche empezaron a salir mientras yo no paraba de bombearte. Hasta que dejó de salir. Saqué delicadamente mi pene. Besé tus nalguitas muchas veces. Me saqué el preservativo y una vez más limpiaste mi pene del semen. Nos abrazamos una vez más hablando de lo que acababa de suceder. Ahora si eras completamente mi mujer. Y así te sentías tu también. La expresión de tu mirada era como nunca antes la había visto. Hablamos de tantas cosas que nos quedamos dormidos tu por la cantidad de orgasmos que tuviste y yo por la doble faena que pasé contigo.
    No recuerdo cuando tiempo transcurrió, tal vez unos minutos o poco menos de una hora, pero despertamos abrazados uno al otro como muchas veces lo deseamos o anhelamos. Nos besamos una vez más y nos levantamos. Te observé tiernamente como te cambiabas mientras trataba de hacer lo mismo. Mientras me cambiaba venían a mi mente un sinfín de conversaciones entre nosotros, sobre las cosas que nos haríamos al encontrarnos, sobre que queríamos uno del otro en el encuentro. Venían a mi mente lo que acabábamos de experimentar: Un éxtasis total. Una compenetración como nunca antes la había sentido, aunque no se si sentiste lo mismo pero me pareció que durante nuestro encuentro sólo existimos tu y yo, nadie más. Yo con mi anhelo de hacerte sentir mi amor y deseo y tú por quererme demostrar tu pasión, anhelo y entrega. No podía concebir que toda esta maravilla empezó con un hola en una sala de chat, ni que seríamos capaces de entendernos, querernos, desearnos y llegar amarnos. Sentía que todo esto que creció sin planearlo se desvanecía mientras nos cambiábamos. Sentía que te perdía. No tenía pensado decirte adiós tampoco había pensado que haría con todos sentimientos que estaban allí en mi corazón. No sabía cuánto me afectaría no tenerte o saber que cuando me conecte ya no estarías allí. Sólo sabía que no te olvidaría, ni trataría de hacerlo.
    No puedo negar que fue una experiencia magnífica, indescriptible, como nunca antes lo había experimentado. Conocernos a ese nivel fue sencillamente un éxtasis total, lo que no sabía es que sería la última.
    ----------------
     
    spadina72, 31 Ago 2021

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #1
    A grindo doido le gusta esto.

    piuranosolitario

    Usuario Baneado.

    BANEADO
    100%
    Mensajes:
    2.133
    Me Gusta recibidos:
    974
    Puntos de trofeo:
    79
    Buen relato continua
     
    piuranosolitario, 1 Sep 2021

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #2
Cargando...

Compartir esta página