Caleta de ensueño

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por David guerrero, 2 Feb 2024.

    David guerrero

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    Saludos cofrades.
    Voy a hacer este relato a lo Julio Ramon Ribeyro.
    Ojos de un paraíso falaz
    ¿Cuando vemos amor en los ojos de una mujer? Algunos afirman que los ojos delatan sentimientos, son la ventana del alma. Así fue como por un momento me olvidé que la mujer que sostenía en brazos era una caleta.
    En la segunda semana de enero Renata tenía deudas que pagar y le pidió a su amiga colocar un anuncio en Facebook. Ahí fue cuando atraído por su piel lozana decidí escribirle. 150 soles y la promesa de un encuentro en el Mall del Sur fueron suficientemente atractivos para tomar mi decisión. En estos años ya tenía experiencia y los cofrades del barrio me habían educado para ser prevenido.
    Llegue media hora antes y comencé a tantear el terreno. Ya sabía a qué telo iría y qué cosas quería hacerle a Renata. A la una de la tarde llegó con un corto vestido negro. Se veía mejor que en la fotos, sobretodo por sus ojos color caramelo. Se sorprendió de que yo parecía tan joven y me saludo con timidez.
    -Hola, ¿tu eres Joaquin?
    -Si, tu debes ser Renata, te queda muy bien ese vestido.
    -Gracias, tenía que venir así por la calor.
    Unos cuantos comentarios de relleno y mi mente solo quería llegar al telo. Pagué la habitación y subí las escaleras detrás de ella. Renata tenía un cuerpo digno del norte peruano. Tenía un tatuaje en la espalda que decía "Solo se vive una vez". Era gracioso que su cuerpo hablará con tanta verdad.
    En la habitación le propuse bañarnos primero, era mi momento para ver mejor ese manjar norteño. El agua caía lentamente en su cabello, al menos así lo veía. Cuando me metí con ella rápidamente me dio un chape de esos que te da una flaca. La tomé de la cintura y seguimos el beso bajo la ducha. Una vez listos, llegamos a la cama, me empujó y comenzó con una mamada que alternaba con sonrisas hacia mi. Yo la tomé de la cabeza para guiar su ritmo. Una vez ella se sintió satisfecha era mi turno. No sé cómo describir esa emoción, pero un instinto que no sabía que tenía despertó en mi. Levante sus piernas sobre mis hombros y comencé a penetrarla cada vez más fuerte. Yo no me fio de los gritos de una caleta, pero los de ella se sentían tan naturales en ese momento que me dejé llevar. Luego ella quería mostrarme como lo hacían en su tierra y comenzó a cabalgarme. El espectáculo para mí fue grandioso, tenía unos senos redondos y blancos como un pan francés. Mientras ella aceleraba el ritmo yo sentía como llegaba a mi límite, ella pareció entenderlo e hizo un final digno. Su vagina aún estaba joven y el ajuste me dejó satisfecho.
    Ahora me tocaba agradecerle, siempre con protección. La llevé a la ducha de nuevo y la puse de espaldas contra la pared, mientras la penetraba ella pidió que la cargará. Entonces cambiamos de posición. No presumo de tener mucha fuerza, pero en ese pequeño espacio todo cambio. Me empezó a besar más apasionada y seguíamos en los nuestro. En las muy pequeñas pausas ella me miraba a los ojos y yo los veía llenos de lujuria y confianza. Nos sentamos en el piso de la ducha y ahi continuamos. No era el lugar más cómodo, pero si el que la calentura nos dio. Pasaba el tiempo y seguíamos ahí, yo la escuchaba disfrutar hasta que con un gran gemido sentido los líquidos caer de su vagina.
    Fuimos a la cama y bajo las sábanas descansamos por un tiempo. Ahí me abrazo de costado y me besaba el cuello. Seguimos el momento y hablamos un poco, el tema no importaba, había risas en cada diálogo.
    Finalmente, volvimos por una tercera. Ahí aproveche para ponerla en cuatro. La vista era muy buena, y ella parecía disfrutar esa pose aún más. Dedo decir que me gusta lo clásico, así que quería terminar en misionero. Ahí con sus besos largos y sus respiraciones cada vez más agitadas terminé más que satisfecho.
    Ambos fuimos a bañarnos y al salir nos dimos cuenta que el tiempo no perdonó. Renata pensó que llegaría tarde al instituto así que nos alistamos y la deje en el paradero. Ahí se despidió con otro beso y con esos ojos mirándome tan tranquila.
     
    David guerrero, 2 Feb 2024

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