Amiga se arrebata con joven trabajador contra su novio

Esto me lo contó una amiga a modo de confesión íntima cuando ya era de madrugada y con el efecto de los tragos encima, donde ya nada era secreto para nosotros.

Fue en ese entonces cuando era pareja de Rodrigo, su último novio, del cual ella andaba inicialmente muy enamorada, pero con el tiempo, su decepción solo se notó cuando la personalidad de éste cambió al del típico patán hijo de papá. Era obvio, el sujeto estaba acostumbrado a tenerlo casi todo, igual que mi amiga, por lo tanto había peleas por cada mínimo capricho de ambos.

Era de esas parejas de pitucos que se peleaban por pequeñeces, y cuando lo hacían, saltaban hasta los dragones de sus bocas. Se decían y hacían de todo con tal de demostrar que cada uno tenía la razón "objetiva", y no solo eso, sino que ambos se victimizaban, a modo de manipulación emocional. Pero claro, todas sus fotos eran perfectas en Instagram, cuyos likes pasaban los 200.

Ella viene de una familia extremadamente pudiente, igual que él. Y como la desigualdad monetaria no viene sola, la belleza también lo hizo, siendo muy generosa con ella. Es de esas mujeres que volteas a ver un ratazo porque es casi la perfección. Y digo casi porque si bien su físico es impecable, su vida emocional es un total fiasco: peleas, broncas, chismes, traiciones y demás cosas cochinas que no se tapan con un dedo.

El hecho es que en una de sus últimas peleas que inició en un festival (por una cuestión X tan estúpida que ni vale la pena mencionar), ambos terminaron disgustados a más no poder. Literal, ni se hablaron por varias horas, estando cada uno con sus grupos de amigos durante la noche; y no solo eso, ambos trataban de generarse celos mutuos, bailando cada uno con un chico o chica desconocidos. Se daban miradas tan frías que parecían de odio puro.

La noche pasaba naturalmente y ambos, junto con el alcohol, ya necesitaban de acción sexual, más aún no eran capaces de ser tan descarados con irse a la cama con tales desconocidos(as). Así que Rodrigo se le acercó por la espalda, la tomó del brazo y prácticamente la jaló hacia unos bungalows que estaban por ahí cerca.

La cosa no fue nada menos que intensa, ella tratando de liberarse de él mientras que éste la jalaba para meterse a la habitación, diciendo cosas como -Es suficiente, ya te he visto con ese tipo y no lo voy a dejar pasar- Ante la fuerza del novio, ella no pudo hacer nada, pero andaba pensando en alguna forma para vengarse de él, de humillarlo prácticamente.

Entraron. Ella básicamente como una fiera furiosa y el hombre con unas ansias de sexo tan grandes que interrumpirlo supondría un hecho tan violento como rápido. Lo primero que hicieron en el cuarto no fue más que discutir, solo que esta vez, él bajaba sus revoluciones para dar la apariencia de más calmado. Pero ella sabía muy bien que esa era su estrategia. Le siguió el juego.

Se empezaron a tocar más, como desvistiéndose, ella ya había quedado en ropa interior y el ambiente ya estaba cargado de puro sexo. Pero antes de seguir dándole al asunto, se inició espontáneamente otra discusión. Así, en vez de irse a la cama, empezaron a gritarse tan feo que ella amenazó con irse del cuarto.

-¡Vete! -le dijo todo furioso. Que acá me consigo otra y me la tiro si quiero.
- Bien, animal. -respondió mi amiga, no sin antes recoger su ropa en sus brazos para ponérsela e irse.

De pronto llaman a la puerta, era un chico trabajador que verificaba que todo andaba bien. Rodrigo, ante las ganas de bajonearla más, se acerca a la puerta e intenta abrirla de golpe, pero ella al notar que aún estaba en ropa interior, se abalanza contra la misma para impedir eso.

Del otro lado, el muchacho seguía tocando y preguntando si todo estaba bien. Rodrigo, cansado de la insistencia de mi amiga le dice: Haz lo que quieras, puta. Y se va para la cama a echarse.

Aquello, me dijo, fue algo que derramó el vaso. Lo vio tan desinteresado y confiado en que ella no haría nada más que quedarse en la habitación diciéndole al chico que todo estaba bien, que se echó con una sonrisa hipócrita en la cara. "Al carajo" pensó ella, no solo se le habían venido más las ganas de joderlo, sino que gracias al alcohol le dio el empuje para abrir de repente la puerta, mostrándose al muchacho así con lo que estaba.

Ella abrió la puerta y el otro la miró semidesnuda, ya que solo traía un brassier y tanga puestos, ambos de color blanco y de encaje. Rodrigo miró la escena y dio una sonora carcajada, como dándole a saber que ella misma se estaba humillando. Pero no, esta vez ella haría lo que quisiera. Cogió su ropa tirada del suelo y le pidió al chico que la lleve a otra habitación: solo le dijo un por favor tan frio que casi parecía una orden, que ella tenía plata y pagaba lo que sea con tal de que la saque de allí.

El muchacho acepta, así que ambos salen de la habitación juntos, ella caminando tras él para que le muestre dónde se iba a quedar. Así que en lo que ya se alejaban, Rodrigo sale del cuarto hecho un toro como queriendo reclamar su propiedad. Caminando tras ella le iba diciendo y gritando cosas. Ella ni lo miraba.

El muchacho, sabiendo del estado de ella, se acerca hacia un estante y saca una bata de baño. Ella se voltea dándole la espalda y él le pone la prenda que finalmente la cubría de cuerpo entero. Así sin decir palabra alguna se van alejando cada vez más hasta una habitación disponible. Al llegar, el chico le dice que allí puede estar, le abre la puerta y la deja pasar.

Rodrigo, que veía hecho un marsupial, gritó y amenazó al muchacho que solo hacía su trabajo, diciéndole que iría a perder su trabajo por meterse en problemas ajenos. Tal fue la bronca que el chico solo se paró y no dijo nada más de total susto. Ella, que estaba a punto de cerrar la puerta y dejar que los problemas se queden allá, intercede por el muchacho, diciéndole que entre al cuarto un rato hasta que Rodrigo se vaya.

Al oír esto, el novio se enoja más y trata de agarrar al trabajador del polo, pero gracias a su rápida reacción evita que eso suceda. Por su parte, ella lo sostiene desde atrás y lo jala hacia dentro del cuarto para cerrar la puerta rápidamente y con llave. Los golpes de Rodrigo llovían con furia: gritaba, vociferaba y amenazaba sobre todo lo que se le ocurría. Mientras tanto allí dentro, ambos callaban, mirándose en silencio y asustados.

No supo exactamente cuántos minutos de rabia fueron, pero una vez calmados, éstos se convirtieron en súplicas de perdón y cambio. El chico, nervioso, quería y tenía que salir. Pero ella le dijo que no, porque conociendo a su novio, no dudaría en golpearlo. Así que se quedaron allí un momento más, mientras que Rodrigo trabajaba de entablar una conversación.

Ese era el momento en el que el novio ahora se humillaba, llorando (tal vez de verdad) por perdón, prometiendo que todo se iba a arreglar ni bien salgan y hablen "civilizadamente". Ella ya sabía que tenía ahora el total control, así que decidió castigarlo de una vez por todas.

El muchacho, allí parado, no sabía qué hacer, así que ella le cogió del brazo y lo llevó hasta el borde de la cama, haciéndolo sentar. -Que se joda mi novio, -le dijo mientras empezaba a desabrocharse la bata otra vez, mostrándose una vez más en esa taguita y con su cuerpo en extremo esbelto. Pero aún nervioso, el muchacho solo la miró con mucho deseo pero con indecisión. Nunca le había pasado tal cosa con tremendo mujerón (palabras exactas de mi amiga, riéndose).

De tal forma que mientras Rodrigo se lamentaba detrás de la puerta, ella sostuvo las manos del chico y las dirigió hacia su cuerpo: quería que la toque completamente. Así que, mientras finalmente el muchacho se ganaba la lotería de su vida, palpando el bellísimo cuerpo de mi amiga, ella daba pequeños gemidos de placer cada vez que oía la voz de ahora su ex-pareja detrás de la puerta.

Rodrigo, tal vez al oír un sonido extraño (gemido), paró de repente y, entre preocupado, sorprendido, celoso, triste, enojado, indignado, y mil cosas más, dijo lastimeramente: Oye, qué haces. Para por favor lo que haces y sal a hablar conmigo. Te lo ruego.

Esas palabras no hicieron más que aumentar el sentido erótico de mi amiga, sabiendo que con cada gemido de placer (y placer) se vengaba de las humillaciones de Rodrigo, por lo que ya era necesario aumentar el jugueteo vengativo. Las manos de muchacho pararon sobre sus nalgas, sobando la tanga y contornos de su cuerpo, dando ella sonidos de placer prohibido.

De tal forma, antes de que en sus ansias por ver más, antes de bajar la prendita, ella le abre las piernas y desabrocha el pantalón. Baja lentamente la prenda junto con el calzoncillo y se asoma un miembro totalmente erecto y oscuro (era la primera vez que se comía uno de ese color). Así que agacha su hermosísimo rostro hacia el falo del muchacho y abre la boca en tanto que se acercaba a su objetivo, mientras que las lamentaciones de Rodrigo sonaban de fondo musical que daban a la escena mayor erotismo.

Ahora se escuchaban esos típicos sonidos muy viscosos de cuando algo grande y excitado entra por una protuberancia llena de hambre de placer. De tal forma, en esa cama, ella me cuenta que le hizo el súper oral de su vida, como nunca antes había hecho, a un total desconocido. Los gemidos ahora era de ambos, él de placer enorme y ella por la misma razón y por querer herir a su expareja.

Pasaron un par de decenas de minutos antes de cambiar la posición. Ahora ella se echaría a la cama con las piernas totalmente abiertas y con un perfecto rostro de placer prohibido incitando a su compañero a entrar oralmente a su centro de feminidad. El muchacho decidió no quitarle la tanga, tal vez porque le gustaba mucho lo que veía, así que la besó con profundo deseo por encima de la tela, que poco a poco se iba mojando aún más, reluciendo ahora esos rosados labios abultados de sangre.

Desplazó el hilito al costado y tuvo frente a su rostro esa rayuela hermosa, vulvosa, rojita, que le invitaba a entrar con la lengua y descubrir/saborear cada rincón carnoso. Así que esa lengua entró profundamente, de manera inevitable, provocando arqueamientos de tronco y gemidos mayores hacia el techo, como invocando al dios del placer. Sus piernas blancas se movían, aplastaban, abrazaban y rodeaban la cabeza del chico cada vez más. Su cuerpo era un pulpo que se aferraba a cada rincón.

Afuera ahora había silencio, tan solo interrumpido por unos muy leves sollozos que sabían perfectamente lo que pasaba allí dentro. Mientras que en la habitación, luego de haber experimentado mutuo placer oral, era momento de la culminación del acto. Ella, en la misma posición (piernas abiertas), pero con líquidos brotando de su vagina, invitó al falo del muchacho a introducirse dentro de sí misma. Pero antes, y con habilidad, de un instante se desabrochó el brassier, dejándolo caer. Unas perfectas tetas de aureolas medianas y puntiagudas, rosadas ambas, le dieron la bienvenida.

Así que, mientras el báculo se acercaba para penetrar, unos labios hacían lo mismo con dirección a los bellos pezones también erectos.

De esa forma ambos hicieron el amor como si fueran pareja. Ella amaba ahora ese pene, el que la salvó del bruto de su ex novio, mientras que él amaba ese cuerpo perfecto, esculpido por la genética. Los gemidos no eran ahora solo como demostración malévola del acto sexual para Rodrigo, sino de verdadero placer. No hace falta mencionar que hicieron varias poses durante buenas horas.

Amanecieron juntos y desnudos. Ella se duchó frente a él y él frente a ella. Luego ella se vistió frente a él e igual el otro. -Toma de recuerdo, -le dijo al chico dándole la tanga de encaje. La guardó, morbosamente, dentro de su calzoncillo, frotando su paquete. Luego ella, ya vestida con un pequeño short, decide salir del cuarto junto a él.

No habían rastros de Rodrigo, pero sí de unas amplias manchas blancas que habían salpicado a la puerta y se discurrían hacia abajo. Esa gran mancha era la única prueba de que el perverso hombre había estado allí sufriendo de la humillación, y cuyo único refugio de placer era la masturbación. Ella lo despidió y nunca más se volvieron a ver.

Fue una experiencia única en sus vidas.

Luego de un tiempo ella decidió contarme esa anécdota con lujo de detalle, recordando sin remordimiento esa faceta sexual recién descubierta. Le gustó mucho, pero se mantuvo alejada de tales cosas, puesto que si bien era en extremo placentero, también había mucho riesgo.

Ahora ella es una mujer soltera y feliz. Sigue con sus mismas conductas, pero sabe bien a qué tipo de personas mirar. Aprendió la lección del cruel Rodrigo, humillado por alguien a quien él fácilmente discriminaría. Nunca más se comunicaron ninguno de los tres.

 

Agradezca a su amiga de mi parte cofrade muchas gracias

 

Las mujeres nos llevan años luz en las estrategias del juego del amor y más certeras son sus dagas, que aunque más pequeñas causan más dolor.

 

Que buen relato, buena venganza

 

Es verdad, pero siendo sinceros, tanto hombres como mujeres sabemos perfectamente cómo manipular y hacer sufrir al otro. Las mujeres tienen estratagemas diferentes a las nuestras, pero eso no las hace menos mortíferas que nosotros. Todos sabemos como poner el dedo en la herida jaja

 

Le daré los saludos de un anonimo admirador jaja

 

Y en toda la historia de la humanidad han ocurrido tales "venganzas" e incluso más intensas

 

Que buena historia y ganado el muchacho ojala que no haya tenido repercusiones en su trabajo, tal vez no lo dice tu amiga pero seguro que hasta la cola fue parte de la venganza.

 

Que ricas flacas se mueven en esos circulos de dinero...

 

Como siempre amigo jaja en toda la historia ha pasado lo mismo y Lima no es la excepción

 

Oe pero el novio hubiera roto la puerta de una patada... Sospechoso

 

También hubiera cogido una madera y golpeado la puerta hasta romperla, pero no lo hizo