¿Quién Realmente Asesinó a Miguel Grau? - I

Tema en 'Actualidad Peruana' iniciado por Wateque, 22 Oct 2009.

    Denzel1998

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    1)Lo que hubo fue una rebelion amigo pero los españoles ya tenian el poder que es muy diferente, lo que hubo fue solamente sometimiento aunte uan diferencia en teconologias muy distintas , ya que en es eentonces america y europa no se conocia.

    2) Francisco Pizarro fue un aventurero y un ladron, que experiencia ellos tenian ? solo aproevcho la debacle del tahuantinsuyo por la guerra civil entre Huascar y Atahualpa, y por su tecnologia del arma del fuego

    4) Todas las culturas asimilan de su anteriores culturas si no como hubo un machu Picchu hoy una de las maravillas del mundo, tampoco idealizemos que la conquista o la cultura española fue mejor y superior.

    5) Bueno lo estandares mundiales ambinetales son de aigual para todas las industrias, no por eso, se va ha dar cabida alas empresas que contaminan el medio ambiente , claro que eso es mas afaciñ al Peru arecoger, pero es facil hablar del otro lado de la montaña, imaginate que tu seas un comunero y que tu unica propieda sea tu rio con la cual riegas tu chacra y qeu tu rio este contaminado con cianuro o relaves mineros?
     
    Denzel1998, 3 Dic 2009

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    #21

    drais

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    1)¿Rebelión? Los españoles estuvieron a punto de ser echados al mar. Les cortaron el camino al Cusco eliminando cinco expediciones de socorro a los sitiados del Cusco. Si no fuera por los huaylas en Lima y los restos de la expedición de Almagro en el Cusco, la cosa hubiera sido muy diferente. Las armas de los incas demostraron ser efectivas. Las boleadoras fueron muy eficaces en detener a la caballería. Ahora no subestimes a los incas. Al César lo que es del César.

    2) No juzgues a los conquistadores por tus prejuicios. Libre de prejuicios se entienden mejor las cosas. Te repito, las armas de fuego no se usaron mucho durante la conquista. Su uso masivo se dio en las guerras civiles de los conquistadores una década después.

    3)No se trata de idealizar la conquista. Se conoce mejor el periodo que las conquistas de los incas. La cultura hispana no era mejor ni peor que la inca, simplemente diferente. Los hispanos estaban en la edad de hierro y la pólvora y los incas en la de cobre.

    4) Los estándares ambientales son diferentes dependiendo de la industria. No es lo mismo reglas de emisión de gases que otras de disposicion de relaves. En cualquier situación todos somos afectados. ¿Por qué crees que hay preocupación por el río Rimac? Es el agua que tomas del caño y SEDAPAL tiene que meterle infinidad de cosas para purificarla.




    5) Bueno lo estandares mundiales ambinetales son de aigual para todas las industrias, no por eso, se va ha dar cabida alas empresas que contaminan el medio ambiente , claro que eso es mas afaciñ al Peru arecoger, pero es facil hablar del otro lado de la montaña, imaginate que tu seas un comunero y que tu unica propieda sea tu rio con la cual riegas tu chacra y qeu tu rio este contaminado con cianuro o relaves mineros?[/QUOTE]
     
    drais, 3 Dic 2009

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    #22

    Denzel1998

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    No hay prejuicios aca, ni tampoco trates de imponer tus ideas este es un foro de anonimos, donde cada uno da su opinion de los hechos,a demas mas claro es que tal ves tu tengas prejuicios y solo en el foro puedan leerte.

    Tampoco podemos ver a los Incas auna cultura si valor , si lo podemos valorar por todo el lgado que ha dejado, la conquista si fue un sometimeinto por que tenia el poder , mas facil no pudo ser para los españoles. ni por el rescate que pago atahualpa ,promesa de Pizarro igual le dio muerte,

    Con respecto al medio ambiente, Paises como Usa, Australia, son tan exigentes en temas mediomabientales para todo tipo de industria, como de igual la mineria. es cierto que los estandares ambientales son diferentes apara cada industria y no me referia a eso , si no a la de as exigencias de un pais con rescpeto al otro, si pues como negarlo la contaminacion del Rio Rimac, por eso el Peru es un pais donde nos e respeta el medio ambiente
     
    Denzel1998, 3 Dic 2009

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    #23

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    1) ¿Imponer ideas? Los hechos son claros. El prejuicio los desvirtua y crea una historia a la medida de nuestras decepciones o victorias. Los hechos se entienden de acuerdo al contexto de la época que sucedieron, no como hubieramos querido que fueran.

    2) La conquista no fue fácil. En el libro de Hemming te describen las cosas claramente y te da una idea clara de lo duro que fue tanto para los incas como los españoles. Los mazos de los incas rompían cabezas espantosamente.

    3) El juicio de Atahualpa fue un hecho controvertido incluso en España. Muchos españoles - incluyendo Pizarro - no querían matarle pero la amenaza potencial de la llegada de un ejército inca desde Quito precipitó las cosas. Tras la conquista se reescribió el asunto y Atahualpa fue rehabilitado por la trascendencia que tuvo el asunto entre los juristas del Consejo de Indias y la Corte.

    4) En el Perú recién tomamos conciencia del medio ambiente. Eso es lamentable.
     
    drais, 3 Dic 2009

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    #24

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    Los hechos no se borran, no doy como me gustaria que fuese, si no doy los hechos de punto de vista diferente , asi como hay muchos.
    El tahuantinsuyo estaba en una guerra civil entre Atahualpa y Huascar esto aprovecho Pizarro para serla mas facil ya que enfrento a los dos, pero e veradero poder los tenian los españoles desde que pisaron el tahuantinsuyo.

    Bueno esa opinion del medio ambiente deberia escalar a las grandes empresas mineras, que si bien es cierto tiene una cultura de medio ambiente, tampoco las respetan al 100 %, ya que en parte la leyes peruanas favorecen, con tal de tomar como unto de partida del creciemitno economico del Pais,
     
    Denzel1998, 3 Dic 2009

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    #25

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    1) What? ¿Enfrento a los dos? Huascar ya estaba vencido y prisionero de los quiteños. Los sobrevivientes de la panaca cusqueña estaban en fuga. Los españoles no tuvieron el control de la situación hasta 1536, cuando fracasa la rebelión de Manco Inca, la última resistencia organizada y a gran escala de los incas. En 1532 y 1536 no podían tener ninguna seguridad porque eran una gota de agua en un mar de nativos. El cambio de la marea se dio con la llegada de refuerzos desde Nicaragua, Mexico y Panama. El conflicto entre los que llegaron primero y los que les siguieron desencadenó las guerras civiles de los conquistadores.

    2) Las soluciones medio- ambientales son caras y de largo plazo. Ese es un problema en país corto - placista como el nuestro.
     
    drais, 4 Dic 2009

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    #26

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    El control del poder ya lo tenian los españoles , los españoles tenen de titers a los Incas,

    Cuando uno teine poryecto de una mina, tiene que entregar su programa mediomabiental para que pueda ser autorizado, tanto todas las empresas cumplen con entregar, pero eso es en teoria, en la practica es algo que muchas no cumplen,siendo grandes empresas multinacionales, se ha visto casos de abusos inclusive en las compras de las tierras , en las cuales el Peru hambiriento de la inversion extranjera, pasa de alto. Con esto no quiero decir que estoy en contra de la inversion extranjera, si noq ue hay cumplir con los programas medioambientales,
     
    Denzel1998, 4 Dic 2009

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    #27

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    Estas confundido. Lo que ocurrió fue que tenían prisionero a Atahualpa como rehen y habían postergado que hacer con él. No existía consenso respecto a qué hacer con él después del pago del rescate. Hernando de Soto se oponía a que se le matara, mientras que Almagro y su gente - quienes no habían participado de la toma de Cajamarca - veían al inca prisionero como una remora en el camino hacia el corazón del Tawantinsuyo. En esas circunstancias Atahualpa dio el motivo para la condena: la orden de asesinato de Huascar y la amenaza de la llegada de las tropas quiteñas desde el norte. El avistamiento de las avanzadas quiteñas nunca fue confirmado, pero al final forzó la decisión de juzgar y condenar a Atahualpa. Esto se hizo en ausencia de los españoles que se oponían vehementemente a la condena (Hernando de Soto estaba en misión de reconocimiento en el sur).

    Una vez juzgado y condenado, los españoles dejaron Cajamarca rumbo al Cuzco. Con ellos iba un hermano de Huascar que murió asesinado en el camino, aparentemente por ordenes de un general quiteño rehen de los españoles. Poco antes de la llegada al Cuzco aparece Manco Inca, quien había estado refugiado en Apurimac y asumió el rol del difunto. Sólo así se pudo entrar al Cuzco y mantener una posición precaria hasta 1536.

    Manco Inca no fue conciente de su situación de rehen - títere hasta que Juan Pizarro (el hermano menor de Francisco) lo agarró de punto y le robó una de sus esposas. So pretexto de una partida de caza huyo del Cusco, organizó las fuerzas restantes del ejército cusqueño y a la población y sitio el Cusco. La rebelión fue de nivel nacional y se llegó a situar Lima. Cinco expediciones de refuerzo españolas fueron eliminadas. Considerando que eran tan pocos españoles, esas masacres eran perdidas importantes de efectivos. No bastaban los hombres de Benalcazar que quedaron en Quito, porque allí se los quiteños daban una resistencia a muerte. A Pizarro no le quedó otro remedio que pedir refuerzos en Panamá y Nicaragua. El resto te lo conté.

    En la universidad tuve la suerte de escuchar algunas clases de Antonio del Busto quien conocía muy bien el asunto. También en casa. ¿a tí quién te enseñó historia? Estas perdido.




     
    drais, 4 Dic 2009

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    #28

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    #29

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    Escucha compadrito, ésta no es una lección sino información. Cuando los españoles partieron de San Miguel hacia Cajamarca la guerra civil había terminado con el triunfo de los quiteños. El conflicto había debilitado al Imperio pero eso no significaba que su suerte estuviera echada. La posición de los españoles en Cajamarca siempre fue delicada hasta 1536, por el temor que tenían de la llegada del ejército quiteño. La conquista de lo que actualmente es Ecuador acabó con ese temor. Otro factor fue la duda en que cayó el principal general de Atahualpa, Calcachima, que decidió entregarse a los españoles en lugar de resistir con sus ejércitos en la sierra central. Esta decisión la tomó porque entre los incas era lo que en Europa era lesa majestad, es decir, delito contra el Estado.
    Los quiteños ocuparon Cajamarca luego que los españoles ya habían partido hacia el Cusco. La suerte de los incas se selló al fracasar la rebelión de Manco Inca, en 1536. Así fueron las cosas tal y como quedaron consignadas por los cronistas. Lee a Hemming, te vas a entretener y enterarte.


     
    drais, 4 Dic 2009

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    #30

    Denzel1998

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    Denzel1998, 4 Dic 2009

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    #31

    drais

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    Leer una crónica toma años, compadrito. Y encima tienes que cotejar versiones. Yo me he dado el trabajo de investigar sobre el tema por interés personal. El punto es simple: los españoles no tuvieron las riendas del país hasta 1572, cuando desapareció el reino de Vilcabamba. La guerra civil favoreció a los españoles, pero no fue el único factor en cuenta. Tuvieron que jugar con alianzas con la nobleza nativa inca y de otros pueblos para poder consolidar su posición. Ese proceso tomó cuarenta años y se concretó con las reformas toledanas. Ahora haz la tarea y cuida tu ortografía (debable es con B)

    Oye compadrito esta bien que tomes recortes de libros, cronicas, etc , y pongas fechas, etc etc, y trates de dar clases de historia en un foro de anonimos, y con eso creas que subas tu ego y tu autoestima, pero el fondo del asunto es que la historia del tahuantinsuyo ya estaba ne devacle, Pizarro supo aprovechar muy bien de la guerra civil entre Atahualpa, y Huascar, los siguiente fueron sublevaciones, pero un poder ya tomado por los españoles, nadi duda que los siguientes fueron heroicos enfrentamientos.[/QUOTE]
     
    drais, 4 Dic 2009

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    #32

    inxs

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    No es facil ahondar en la historia, siempre existen versiones incluso entre autores de la misma nacionalidad. La web no es buena fuente para entenderla, nada se compara (por ahora) con los textos, los libros de historiadores que aplican su rigor cientifico.

    Por ahora son las bibliotecas la unica fuente confiable, lo que se encuentra en internet es por regla general muy superficial, pues solo escarban en la epidermis.

    Creo que en el fondo el cofrade Denzel esta de acuerdo con el cofrade Drais, hasta ahora no entiendo sus puntos discrepantes. Nuestro periodo de la Conquista fue muy complejo y analizarlos despues de siglos requiere despojarnos de prejuicios o cliches.

    Inxs
     
    inxs, 4 Dic 2009

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    #33
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    claro ya l pregunta es Quien Realmente asesino a Miguel Grau?
     
    Denzel1998, 4 Dic 2009

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    #34

    drais

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    Obvio, pero la necedad no puede ir al fondo de la materia.

    Primer ejemplo, el uso de las armas de fuego. Mentira. Fue muy raro, recién se tuvo una prueba arqueológica hace un par de años en trabajos de excavación en Puruchuco. Encontraron un craneo que muestra herida de arcabuz. Los españoles usaron lanzas largas, ballestas, espadas y perros de guerra.

    Segundo punto: la "devacle". El cofrade no conoce nada de los incas de Vilcabamba. En verdad es un tema poco estudiado o más borrado en la enseñanza oficial de nuestra historia. En fin, a nadie se le puede obligar a hacer la tarea

     
    drais, 5 Dic 2009

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    #35

    drais

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    Grau no fue asesinado. Murió en combate el 08 de octubre de 1879. Fue una víctima egregia de la política de desarme de nuestra marina y ejército en la década de 1870s. Grau sabía perfectamente lo que le esperaba pues como comandante general de Marina dejó escrita una Memoria sobre el estado de los buques de la Armada en 1878. Otro gallo nos hubiera cantado si se hubiera comprado blindados en 1875 o, al menos, tener tripulaciones entrenadas y haber modernizado el Huascar y hace hidraulica su cañon principal. La situación emperó tras la pérdida de la Independencia.


     
    drais, 5 Dic 2009

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    #36

    drais

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    Esa es mi respuesta. No fue asesinado. Morir en combate no es asesinato.

     
    drais, 5 Dic 2009

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    #37

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    Ya si quieren seguir en la chacota podrian darse el trabajo de averiguar que artillero disparo desde la casamata del blindado Cochrane :rolleyes:

    Hablando sobre la muerte de Bolognesi la ocasion es propicia para ilustrarles de la manera en que un solo hecho historico cual es la muerte de Bolognesi puede tener diversas versiones, algunas sumamente contradictorias, dictadas algunas por intereres particulares cual es el caso de Nicanor Molinari cuyo estilo es siempre denigrante hacia los peruanos.
    Precisamente de esto se trata cuando uno quiere estudiar historia, de cotejar las diversas versiones, intercalar datos, confrontar escritos de la epoca y lo que es mas valedero para mi, hacer labor de campo :cool:, buscar evidencias materiales de la batalla misma.




    Los partes oficiales chilenos no aportan, en la cuestión que nos convoca, mayores pormenores. Así, el General Manuel Baquedano apenas dice: “...El enemigo perdió a sus mejores jefes. El que no cayó prisionero rindió la vida...” Por su lado, el Coronel Pedro Lagos, responsable directo del criminal asalto, apuntó: “...El sargento mayor señor Saldívar, a la cabeza de su regimiento, siguió el ataque (...) hasta arrollar completamente al enemigo en sus últimas trincheras, donde, por fin, se rindieron a discreción 60 y tantos entre jefes y oficiales, y más de 300 individuos de tropa...” Parecido tenor posee el parte de guerra del aludido Luis Solo Zaldívar: “...el regimiento siguió atacando al enemigo hasta que lo estrechó dentro de las fortalezas del Morro donde se rindieron 60 entre jefes i oficiales i 300 individuos de tropa (...) Las [bajas] del enemigo, en los distintos puntos que lo atacó el regimiento no serian menos de 200 muertos, entre los que se encuentra el coronel Bolognesi jefe de la guarnición de Arica, el comandante Moore que mandaba las baterías del Morro i muchos otros jefes i oficiales i unos 150 heridos...”

    Los partes peruanos de guerra suministran mayores datos respecto al tema planteado. En primer lugar tenemos el de Manuel C. de la Torre, Jefe de Estado Mayor de la Plaza: “...Palmo a palmo y con empeñoso afán, fueron defendidas nuestras posiciones hasta el ‘Morro’, donde nos encerró y redujo a unos pocos, el dominante y nutrido fuego del enemigo por una hora. Eran las 8 y 59 de la mañana, cuando todo estaba perdido; muertos casi todos los Jefes, prisioneros los que quedaban, dos únicos, y arriada por la mano del vencedor nuestra bandera...”

    El parte del argentino, y por entonces teniente coronel del ejército peruano, Roque Sáenz Peña, noticia lo siguiente: “... La oficialidad y tropa del medio Batallón que logré subir [al Morro] estaba ya diezmada; los tres Jefes subalternos no pudieron seguirme, y yo me hallaba herido desde el principio del combate, de un balazo en el brazo derecho que me permitió sin embargo mantenerme a caballo hasta los últimos momentos en que tuve que abandonarlo por serme ya imposible darle dirección; fue entonces que nos reunimos con US. Los señores Coroneles don Francisco Bolognesi y don Guillermo Moore, cayendo a nuestro lado estos dignos Jefes atravesados por el plomo de una fuerte descarga...” Finalmente, merece resaltarse particularmente el parte del capitán de corbeta, y segundo jefe de las baterías del Morro, Manuel Ignacio Espinoza Camplodo: “...la tropa que tenía su rifle en estado de servicio, seguía haciendo fuego, hasta que los enemigos invadieron el recinto haciendo descargas sobre los pocos que quedábamos allí; en esta situación llegaron a la batería, el señor Coronel D. Francisco Bolognesi, Jefe de la Plaza, Coronel D. Alfonso Ugarte, Ud. (se refiere a Manuel C. de la Torre, a quien está elevado el parte), el teniente Coronel D. Roque Sáenz Peña, que venía herido, el Sargento Mayor D. Armando Blondel y otros que no recuerdo; y como era inútil toda resistencia, ordenó el señor Comandante General que se suspendieran los fuegos, lo que no pudiendo conseguirse a viva voz, el señor Coronel Ugarte fue personalmente a ordenarlo a los que disparaban situados al otro lado del cuartel, en donde dicho jefe fue muerto (...) A la vez que tenían lugar estos acontecimientos, las tropas enemigas disparaban sus armas sobre nosotros, y encontrándonos reunidos los señores Coronel Bolognesi, Capitán de Navío Moore, Teniente Coronel Sáenz Peña, Ud., el que suscribe y algunos oficiales de esta batería, vinieron aquellos sobre nosotros y, a pesar de haberse suspendido los fuegos por nuestra parte, nos hicieron descargas de los que resultaron muertos el señor Coronel Comandante General de la Plaza D. Francisco Bolognesi y el señor Capitán de Navío D. Juan G. Moore, habiendo salvado los demás por la presencia de oficiales que nos hicieron prisioneros...”

    Leamos ahora lo que registraron los corresponsales de prensa de la época. Según (como se verá después) el poco fiable corresponsal en campaña de El Mercurio de Santiago, Bolognesi murió así: “...Caído el Comandante San Martín, los oficiales y soldados del 4°, antes de detenerse a llorarlo, procuraron vengar su herida. Como una avalancha humana hicieron irrupción en el Morro, yendo a la cabeza el Mayor Solo de Zaldívar, sin hacer caso de la granizada de balas que llovía sobre sus cabezas ni detenerse a mirar quien caía y quien seguía. Los inconscientes peruanos, que hasta ese momento habían continuado sus disparos, los suspendieron entonces como si hubieran visto una aparición maravillosa, y arrodillándose delante de nuestros soldados decían: ¡Perdón! ¡Viva Chile! como quien recita una oración. Sólo Moore y Bolognesi continuaron haciendo fuego con sus respectivos revólveres, hasta que un soldado tendió muerto instantáneamente a éste de un balazo que le atravesó el cráneo. El Mayor Saldívar se adelantó entonces hacia Moore intimándole rendición; pero éste, en lugar de contestarle, hizo contra él un disparo de revólver, y Zaldívar entonces, sacando el suyo le dio uno en el pecho que le causó al instante la muerte. Cayó al lado de Bolognesi, y es digno de figurar a su lado. Así se les dejó hasta la tarde mientras se buscaban los medios de enterrarlos dignamente, como lo merecen los bravos que mueren por la patria. Sin embargo, ni Moore ni Bolognesi eran peruanos de raza...”

    A este versión (o a parte de ella) le salió al frente con una carta –desde el campamento de Calama- el propio Mayor chileno Saldívar, el 6 de julio de 1880: “...Es inexacto que yo haya muerto a Moore. Este Jefe, como Bolognesi, murieron en el Morro, de disparos de rifle ejecutados por nuestros soldados. Cuando yo entré en esa fortificación eran ya cadáveres, y todos, oficiales y tropa de este regimiento que ahí se batieron, están conformes en creer que ambos jefes cumplieron ese día con su deber. Una vez rendido el Morro hice yo apartar sus cadáveres para que se les diera una sepultura decente”.

    Una carta de la época, escrita por un Jefe Chileno, y publicada por el Ferrocarril de Santiago dice: “Las fortificaciones de Arica eran magníficas, pero para que fuesen enteramente inexpugnables necesitaban ser defendidas por una fuerza que no bajase de 5 á 6,000 hombres. Este es el motivo porque las hemos tomado en pocas horas, cuando bien defendidas habrían resistido el ataque de 12 á 15,000 hombres. Los enemigos se han batido muy bien, como que sabían que la cosa valía la pena, pues no se daba cuartel en el combate”.

    Por nuestro lado, el corresponsal de El Nacional de Lima, Gustavo Rodríguez, narró como sigue la muerte de Bolognesi: “El éxito no era dudoso; dueño de las primeras trincheras ¡ríndanse! gritaban, y Bolognesi, el heroico viejecito, aún tenía la suficiente voz para dejar oír su contestación sublime de ¡NO... SOBRE MI CADÁVER! Una bala le destrozó el cráneo. Los chilenos entraron. Moore aún vivía y combatía. ¡Basta, muchachos!, exclamó, queriendo salvar la vida a los valientes que combatían a su lado. No pudo concluir la frase. Armando Blondel, después de haber arrancado la bandera chilena que ya había sido puesta en el Morro, se precipita hacia el mar, según una de las versiones, siguiendo el ejemplo, del denodado Ugarte”. Por lo demás, en 1880, el diario La Patria de Lima reconstruyó de esta manera –valiéndose de diversas informaciones recibidas desde Chile- la escena final de la batalla: “Cuando los chilenos treparon al Morro, los Comandantes La Torre y Sáenz Peña se encontraban junto a More y Bolognesi que se apoyó junto a la pared de tablas del comedor de oficiales (perteneciente a la Marina), ahí un soldado le descargó un culatazo despedazando el cráneo de aquel patriota y heroico Jefe”.

    Si en este primer nivel de las fuentes históricas sobre dicho episodio hay ya una discordia entre el parte de Espinoza frente a las versiones de los corresponsales de prensa, los posteriores testimonios de los veteranos de guerra agravarían el contraste. En un pequeño libro denominado Francisco Bolognesi, escrito por Hugo Neyra Samanez, leemos que estando prisionero en San Bernardo -tras la Batalla de Arica- el Teniente coronel Manuel C. de la Torre Barbarchán (jefe de más alto cargo tras la muerte de Bolognesi y More) afirmó al periódico chileno La Opinión Nacional, en una entrevista realizada el 13 de diciembre de 1880, que no hubo ninguna voluntad de rendición durante la batalla, con lo que habría objetado en parte la versión de Espinosa. Por otro lado, en una carta escrita en Buenos Aires por Roque Saénz Peña el 3 de julio de 1905, y dirigida a Ricardo Silva Arriaga (oficial chileno que lo salvara de morir ante la desaforada tropa sureña) se lee: “Cuanto estuve prisionero en Chile, tuve ocasión de declarar que fue Ud. el primer oficial chileno que pisó el Morro de Arica y contuvo el exterminio de heridos y prisioneros; habían muchos oficiales que aspiraban al mismo honor, pero no los vimos sino muy tarde, cuando la tropa, lejos de la acción de usted, que le mantuvo en nuestra protección, cometía horrores con los caídos...” Roque Sáenz Peña no aclara aquí quienes fueron aquellos oficiales peruanos que estando “heridos y prisioneros”, fueron cobardemente ultimados.

    Sin embargo, en otro testimonio del argentino denominado Mis Recuerdos (publicado por la revista Juventud de Arequipa, 1905), descartó que en ese grupo de oficiales prisioneros y luego muertos, hubiera estado el Coronel Bolognesi: “Al amanecer del día siguiente las infantería chilenas que había ganado posiciones durante la noche, rompieron el fuego, al pie de las trincheras; el coronel Bolognesi a caballo, se destaca sobre las alturas del Morro, sirviendo de blanco a las punterías enemigas y haciendo esfuerzos heroicos por detener el ataque, recio y formidable, de los regimientos chilenos, que avanzan sobre un mar de sangre y un hacinamiento de cadáveres. Por fin el fuego cesa dentro de la plaza porque el que no está herido está muerto; Bolognesi sale ileso del combate; fue en aquella situación indecisa cuando un grupo de soldados trepó los parapetos, haciendo una descarga vigorosa con punterías fijas y precisas permitidas por la proximidad de la distancia. Allí cae Moore como tantos otros, atravesando por una multitud de proyectiles y el coronel Bolognesi, el viejo amigo, el anciano venerable, inclina su frente y cae con el alma serena y el rostro plácido y sonriente... una bala le había atravesado el corazón. Cuando volvimos al campo de los muertos buscando los cadáveres de Ugarte y de Zabala, encontramos el cuerpo frío del que fue nuestro jefe. Me detuve un momento en contemplarlo y aun conservo la impresión que me produjo la disposición del cadáver profanado momentos antes; los bolsillos del pantalón estaban vueltos hacia fuera, se le había despojado de la chaquetilla y de las botas y un feroz culatazo le había descubierto la parte superior del cráneo, derramando la masa cerebral sobre el tosco lecho de granito...” Lo que sí no aclara Sáenz Peña es si hubo o no hacia el final alguna orden de “alto al fuego” –tras el fracaso de uno de los principales sistemas defensivos: las minas-, y si el Coronel Bolognesi y More murieron, como dice Espinoza, “a pesar de haberse suspendidos los fuegos de nuestra parte”. La frase de Sáenz Peña: “en aquella situación indecisa”, deja un amplio margen de interpretaciones.

    Algunos años después de facilitados los anteriores datos por el aliado argentino, y atravesando las relaciones entre Perú y Chile por un período especialmente tenso, las versiones sobre los últimos instantes del Coronel Bolognesi se polarizarían aún más. De ellas, tomaremos dos ejemplos que ilustrarán claramente lo dicho. El Comercio publicó el 23 de junio de 1909, una carta del veterano de guerra peruano Manuel Salazar -uno de los pocos sobrevivientes del batallón “Artesanos de Tacna”- destinada al “restablecimiento de la verdad histórica” (como respuesta a algunos testimonios chilenos) y que contenía la siguiente noticia: “Al grupo donde estaban el señor coronel Bolognesi con el capitán de Navío Moore, rodeaban en estrecho perímetro algo así como mil soldados chilenos que se estrecharon a la bayoneta con los de la primera fila. Rota ésta en un desorden espantoso en que se confundían gritos de ¡Viva el Perú! y Chile, los ayes de las víctimas y mil imprecaciones, y estando yo como a diez pasos de mi coronel Bolognesi, éste, revólver en mano disparó sobre la masa chilena. Cayeron heridos, lado a lado, el coronel Bolognesi y el capitán Moore. Yo, sin apercibirme de que había sido herido en el cuello, disparaba contra el grupo. El coronel Bolognesi disparaba con su revólver intentando levantarse, y dándonos ánimo para continuar peleando, volteando hacia mí exclamó: ¡No hay que rendirse! ¡Miserables! ¡Viva el Perú! (...) Al caer desangrado por ésta y la anterior herida, ya mi coronel Bolognesi estaba muerto. Un chileno avanzó y le arrancó la presilla del hombro izquierdo. En este acto de violencia, el cadáver de mi coronel fue movido hasta quedar casi sentado, desplomándose enseguida; otro soldado chileno, entrado en años, le puso el pie sobre el brazo y le arrancó la otra presilla del hombro derecho...” La anterior narración tuvo para el historiador Rubén Vargas Ugarte S.J. un “especial valor”, pues en su opinión hay “tanta sinceridad en el relato y lo enriquecen tantos pormenores que su veracidad está fuera de toda duda”. Nosotros sólo agregaremos que lo mismo podría decirse del parte de Espinosa, con la ventaja, para este último, de que fue escrito el mismo día en que ocurrieron los hechos.
     
    Sexo Adicto, 5 Dic 2009

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    Por otro lado, el escritor chileno Nicanor Molinare publicó hacia 1911 un destemplado folleto (infestado de prejuicios contra el Perú y envidia hacia la apoteosis de Bolognesi) titulado Asalto y toma de Arica. Entre los testimonios que incluyó figura uno del antes aludido capitán Ricardo Silva Arraigada (a quien Roque Saénz Peña dirigió afectuosas palabras en otras partes de su misiva). Dicho oficial afirmó sobre el desenlace del coronel Bolognesi: “...Nos detuvimos un momento, y como hubieran muchas bajas, de acuerdo todos seguimos el asalto y penetramos a la gran plazuela, y me dirigí a un fuerte cuadrado y con rieles que había en el medio. Cuando llegué al mástil, que enarbolaba la insignia peruana con varios de sus soldados, nadie, de nuestro ejército, se había adelantado a mí. Más tarde pude ver los cadáveres de Bolognesi, Moore y Ugarte. Todos decían que después de haberse rendido vulgarmente, la tropa los había ultimado a culatazos, porque, con felonía, estando rendida la plaza, le dieron fuego a los cañones, reventándolos...”

    Frente a este delicado y desconcertante episodio de la Batalla de Arica los historiadores chilenos, al menos los clásicos, como Vicuña Vickenna y Gonzalo Bulnes, simple y llanamente admitieron las informaciones de los partes de guerra, sobre todo la del capitán de corbeta peruano M. I. Espinoza, dejando así zanjado, en su opinión, el asunto. El primero escribió en el tomo III de su Historia de la Campaña de Tarapacá y Arica: “...Cuando los desventurados Jefes Peruanos Bolognesi, Moore, Alfonso Ugarte, Armando Blondel, 3er. Jefe del Batallón de Artesanos De Tacna, hijo de opulento industrial y minero francés avecindado en esa ciudad, vieron penetrar en la plazoleta que formaba el Fuerte a los primeros soldados del 4°, cegados por indómita cólera, levantaron una bandera de parlamento, en la punta de una espada y se agruparon en torno de un cañón como para morir en las gradas del altar de su Patria desdichada. Pero los soldados chilenos no distinguieron en el asalto a Jefes ni Oficiales, y dispararon en todas direcciones sus rifles, mataron a aquellos 4 desdichados patriotas, sin que hubiera misericordia. Todo lo contrario; derribado de espaldas el venerable Gobernador de la Plaza con la frente atravesada por un proyectil, de rifle, un soldado le asestó un fuerte culatazo en el cráneo que sus sesos se vaciaron en el pavimento”.

    Por su parte Gonzalo Bulnes en el volumen II de su Guerra del Pacífico apunta: “... En el espacio llano que coronaba el cerro estaban los sobrevivientes de las trincheras y castillos, la guarnición del Morro, y todas las grandes reputaciones de Arica: Bolognesi, Moore, Ugarte, Sáenz Peña, Blondel. Los asaltantes invadieron el recinto en una carrera agitada y vertiginosa revueltos los oficiales con los soldados. El Comandante San Martín había sido herido de muerte en el trayecto de Cerro Gordo al Morro. El glorioso Regimiento iba mandado ahora por Solo Saldívar. Al ver invadida la plazoleta del Morro, Bolognesi mandó suspender los fuegos. Comprendió que la resistencia era imposible, y debió decirse que su deber estaba cumplido. No quiero que esta aseveración, que ofende la leyenda peruana de la defensa de Arica, descanse en mi palabra. Lo dice oficialmente el comandante de las baterías, Coronel Espinosa, en el parte de la acción, dirigida al Jefe del Estado Mayor del Perú”.

    De nuestro lado, los historiadores y escritores que han historiado sobre tal hecho como Gerardo Vargas Hurtado, Carlos Dellepiani, Eudoxio H. Ortega, Eduardo Congrains Martín, entre otros, se han limitado a repetir, con ligeros matices, nuestra “versión oficial”, la misma que Pons Muzzo sintetizó así con motivo del centenario de la Batalla de Arica: “...en la fase final del combate y cumpliendo con la palabra empeñada en defensa del honor nacional, murió heroicamente el Jefe de la plaza coronel Francisco Bolognesi, derribado por una descarga enemiga, y cuando se incorporaba para hacer fuego con su revólver, un soldado chileno le destrozó el cráneo de un feroz culatazo...” Lamentablemente, dicha versión no ha resultado de algún cruce de información, ni ha sido apoyada en una fuente suficientemente clara (ni siquiera con el testimonio de Manuel Salazar). Pareciese que la versión ya dicha se inspiró únicamente en el famoso cuadro: El último cartucho, del pintor Juan Lepiani (1899). Por añadidura se eludió, sin justificación alguna, las noticias que al respecto ofrece el parte de Espinoza (el documento peruano más serio que contradice la propia versión nacional), fuera de las otras fuentes expuestas.
    Dicho de otro modo, ante el problema que introduce el parte del capitán de corbeta, no pocos historiadores o escritores peruanos siguieron (y siguen) el fácil trámite de soslayar, sin descargo alguno, el fragmento (o todo el parte) párrafos arriba reproducido. Examinemos algunos notorios casos:
    En primerísimo lugar está el ariqueño Gerardo Vargas Hurtado, quien en su obra clásica, La Batalla de Arica (1921), sólo cita a Espinoza en los pasajes que encaja con las hipótesis de su libro, pero omite la noticia sobre el final de Bolognesi sin justificar tan antojadiza utilización de la fuente. Para Vargas Hurtado, Bolognesi murió así: “En momentos que el enemigo descendía de Cerro Gordo en dirección al Morro, Bolognesi se hallaba en medio de la meseta de éste, dirigiendo la acción, acompañado de La Torre, Ugarte, More, Sáenz Peña y sus Ayudantes de campo. Su valor y arrojo infunden bríos a los pocos soldados que le quedaban, los cuales redoblan sus descargas sobre el chileno, que avanza en medio de granizadas de plomo. Fue en este instante cuando el defensor de la Plaza, revólver en mano, cae dominado por traidora bala (...) Cuando los asaltantes llegaron al sitio donde yacía el Héroe, estaba aun con vida, anegado en sangre; pero sin reparar en su alta investidura ni en su condición de herido, le destrozaron el cráneo a culatazos. ¡ASESINOS!”.
    Vargas Hurtado se enfrentaba a la posición del ya mentado escritor chileno Nicanor Molinare (sub-teniente del regimiento 4 de línea durante la Batalla de Arica), quién en su libro Asalto y toma del Morro de Arica (1911), pretendió “desmitificar” a Bolognesi presentando testimonios de veteranos de guerra chilenos -además del parte de Espinoza-, todos los cuales hacían referencia a una supuesta rendición y muerte –estando prisionero- de Bolognesi.
    Lamentablemente, la defensa de Vargas Hurtado es pobre y contradictoria, ya que por un lado cita a Molinare profusamente cuando, por ejemplo, el chileno “encomia” a algunos jefes peruanos, mientras por otro cae en el juego del escritor sureño y se limita a denigrarlo -cuando aquel se opone a la heroicidad de Bolognesi-, en lugar de intentar refutar las fuentes y argumentos que presentó el chileno. En suma, si bien Molinare fue un destemplado y recalcitrante anti peruano que llegó a escribir: “¡Primero morir (...) antes que ser vencidos y servir de pasto a la impudicia y sucia lascivia del corrompido pueblo peruano, del cholo feroz y sanguinario!”, creemos que merecía, por sus graves aseveraciones sobre la muerte de Bolognesi, rectificaciones más elaboradas y contundentes –si las había- que la simple “no resisten el menor análisis” de Vargas Hurtado.

    El volumen que publicó el ejército del Perú; La Epopeya del Morro de Arica (con motivo del centenario de dicha batalla), no hace ninguna alusión al parte de Espinosa. Para la comisión permanente de la historia del ejército del Perú dicho documento fue simple y llanamente irrelevante, ya que nos parece imposible que haya ignorado su existencia. Desgraciadamente, no se nos dice en ninguna de las más de trescientas páginas del libro por qué se desestimó tal testimonio. Por lo demás, el libro sigue la arbitraria selección de información que adoptara Gerardo Vargas Hurtado. Así, toma como totalmente cierta la descripción que hiciera Molinare sobre la muerte de Arangüez en el fuerte “Ciudadela”, pero pasa por alto lo que el escritor chileno apuntara sobre el desenlace de Bolognesi. Sobre el final de este último, se dice en La Epopeya del Morro de Arica sin apelar a ninguna fuente o autoridad: “...Aquí, en un último esfuerzo de resistencia al asalto con armas blancas y fuegos de fusilería murieron gran parte de los defensores; entre ellos, el coronel Bolognesi que cayó abatido por una descarga, sin que ello le impidiera incorporarse para disparar el último cartucho, momentos en que un culatazo en el cráneo terminó con su vida...”

    Parecido tenor “metodológico” tienen, sobre la cuestión que nos convoca, los dos breves libros sobre la Batalla de Arica de E. Congrains Martín pertenecientes a su serie “Reivindicación” (1973). Congrains transcribe y da total crédito a extensos párrafos del parte de Espinoza, y opina que el mencionado documento tiene un “innegable valor testimonial”. Sin embargo, en el apartado denominado Los últimos momentos de Bolognesi, no hay una sola referencia a los datos que al respecto suministra dicho parte. ¿Cómo se puede pasar tan alegremente por alto algo que páginas atrás tenía un “innegable valor testimonial”, más aún teniendo en cuenta que el resto de partes oficiales son más bien escuetos con respecto a esos últimos momentos de Bolognesi? Fuera de afrontar estas cuestiones, Congrains aporta dos noticias no “oficiales”. La primera se refiere a Espinoza; en la segunda parte de la Batalla de Arica se lee: “Al capitán de corbeta Manuel I. Espinoza, le cupo realizar el último acto de guerra peruano sobre la cima del morro: cuando ya no queda soldado nuestro en pie de combate, Espinoza logra dar cuenta de un solitario (¿?) vigía que custodiaba la entrada a uno de los recintos de artillería y conectando mechas ya preparadas logra hacer explosionar dos cañones Parrot allí instalados, evitando así que el enemigo incrementase su parque de artillería. Cuando Espinoza emprendía veloz fuga un certero balazo lo hirió en un muslo y fue hecho prisionero...” Congrains no anota la fuente de donde extrajo esta información, algo lamentable toda vez que la misma no es confirmada por el parte del propio capitán de corbeta: “... muertos el señor Coronel Comandante General de la Plaza D. Francisco Bolognesi y el señor Capitán de Navío D. Juan G. Moore, habiendo salvado los demás por la presencia de oficiales que nos hicieron prisioneros. En esta situación se oyó una explosión producida por el cañón ‘Parrot’ que reventaba en ese momento, cuando ya los enemigos habían arriado nuestro pabellón e izado en su lugar una banderola chilena...” Se podría alegar que Espinoza no escribió en su parte el suceso que apunta Congrains por estar prisionero en el momento de redactarlo, sin embargo, en todo caso, Congrains debió aquí, como en muchos otros puntos de su obra, registrar sus fuentes.
    La otra noticia por resaltar (toda vez que no es refrendada por ningún parte oficial peruano ni chileno) es sobre las circunstancias de la muerte del coronel Bolognesi. El mismo volumen dice: “Cuando la masa adversaria empezó a rebasar los débiles flancos peruanos, el coronel Bolognesi intentó accionar la batería eléctrica que debió haber volado el morro. Frenéticamente intentó, una y otra vez, activar el disparador sin que explosión alguna se produjera. -¡Traición! ¡Traición!, -alcanzó a gritar nuestro máximo héroe militar antes que una bala chilena le quitase la vida. Bolognesi cayó mortalmente herido en medio de charcos de sangre que ya se habían formado a su alrededor; haciendo un esfuerzo supremo intentó incorporarse y disparar sobre un soldado chileno que se le acercaba, pero un tercero, arteramente, aproximándosele por la espalda, le descargó feroz culatazo que le destrozó el cráneo...”

    En el punto que nos cita, es decir, cómo fue ultimado Bolognesi (en la noticia de la indignación del coronel por el fallo de las minas el autor parafrasea al corresponsal de El Nacional de Lima) Congrains se “apoya” exclusivamente en el historiador inglés, Sir Clements R. Markham, quien escribió lo siguiente: “A este valeroso jefe (Bolognesi), lo acompañaban el valiente Moore, el joven Ugarte y muchos otros. Los chilenos los mataron sin misericordia. Bolognesi fue atravesado por una bala de rifle y después le destrozaron el cráneo...” Eso es todo lo que dice Sir Clements R. Markham sobre el fin del coronel, ¿de dónde entonces extrajo Congrains eso de que Bolognesi “haciendo un esfuerzo supremo intentó incorporarse y disparar sobre un soldado chileno que se le acercaba, pero un tercero, arteramente, aproximándosele por la espalda, le descargó feroz culatazo...”? Al parecer sólo repitió a su estilo, cediendo a su inclinación por la historia novelada, la versión “oficial” sobre tan dramático episodio nacional.


    Eudoxio H. Ortega en, Francisco Bolognesi, el Titán del Morro (1972), tiene el acierto de insertar el parte completo de Espinoza. Pero no utiliza esa fuente en la reconstrucción de los momentos finales del asalto de Arica: “No hubo cuartel en la batalla. Tan encarnizada era que se salvaron pocos defensores, debido a una avalancha enemiga que sextuplicaba en número. Como postrer recurso se replegaron hacia el Morro en cuyas baterías murieron la mayor parte de los Jefes entre ellos el Coronel Francisco Bolognesi al pie de un Vavasseur de 250, que caído de espaldas de un balazo, fue destrozado el cráneo por un soldado chileno. Los bárbaros no respetaron siquiera la majestad de los muertos. Murió con la mirada altiva cumpliendo su palabra quemando el último cartucho”. ¿Por qué no usó el parte de Espinoza? E. H. Ortega no justifica tal segregación, lo que extraña, más aún en alguien como él que páginas atrás pontifica lo siguiente: “Nicanor Molinare, historiador chileno, que peleó en el Morro el 7 de Junio de 1880, en su condición de Sub-Teniente del 4 de Línea, es el más mordaz entre los escritores de su nación en condenar la actitud infame de sus jefes, con una valentía digna y como un ejemplo (¡!) para los historiadores peruanos, que con una conciencia farisea nos presentan una historia deformada, desconcertante, y que gravita hondamente en la conciencia nacional”. El tratamiento, entonces, que le han dado la gran mayoría de historiadores peruanos al parte de Manuel I. Espinoza sólo puede ser calificado de arbitrario. Toda vez que su palabra no ha sido puesta en entredicho, ni ahora, ni en su época, por ningún documento que pudiera deslizar la hipótesis de una tergiversación de los hechos por parte del capitán de corbeta. Por el contrario, basta recordar que después de la Batalla de Arica, lejos de caer en desgracia por los datos que ofreció sobre los últimos momentos de la batalla, Espinoza llegó a ser capitán de fragata, y que fue desempeñándose como capitán de puerto y director de la Escuela Náutica que le sobrevino la muerte el 5 de julio de 1893, a parte de que muchas veces su testimonio fuera invocado para certificar las muertes y el comportamiento -en los juicios de montepío que se interpusieron ante el Estado peruano- de algunos patriotas caídos en Arica, como los sargentos mayores Juan Isúsquiza y Genaro Vizcarra Blancas, los capitanes Adolfo King y Juan Pablo Ramírez Márquez, el teniente Jorge Esteban Giles Bustios, entre otros.

    Si se han hecho estas observaciones han sido sobre personas que ostentan títulos de historiadores o sobre aquellos que han tratado de hacer obras con rigor histórico, no habría ocupado nuestra atención si nos hubiéramos enfrentado a novelas o meros panegíricos para levantar la moral de un pueblo ávido de héroes.

    Sólo Jorge Basadre y el capitán de navío (R) Julio J. Elías, enfrentaron el problema sorteado por muchos, siendo este último el que con mayor objetividad lo abordó. Julio J. Elías concluye en su documentado trabajo, La Lancha Torpedera “Alianza” en la Epopeya de Arica (17 de marzo - 7 DE Junio 1880): “Valientemente hagamos crítica sana, contemplando a seres de carne y hueso, que quisieron ser portadores del más alto mensaje de hombría, de virilidad, de valor y de patriotismo, para lo cual tuvieron que vencer sus debilidades humanas, flaquezas y errores de los que no podían estar libres: eso es lo interesante, la lección de suma importancia (...) No es posible mantener la proposición antihistórica de la intangibilidad absoluta de la Epopeya del Morro, ni menos elevar alrededor de ella una cortina de hierro, como círculo cerrado al análisis crítico; no, hagamos más luz respecto a la Epopeya y sus personajes, apreciemos como sólo es un eslabón de la cadena y adoptemos el principio de la más libre investigación”.

    El conspicuo historiador tacneño –en su notable colección Historia de la República del Perú (1822 – 1933)- le hace una serie de cuestionamientos o reproches al parte de Espinoza -entre los que sorprende especialmente uno por provenir de un historiador de tal nombradía: “¿Inspiró a Espinoza, un ciego respeto a la verdad en todos sus detalles?” Pese a ello, concluye Basadre que la cuestión aún está por dilucidarse, y agrega sobre las repercusiones que tendría este estado de la cuestión: “Y si los fuegos fueron suspendidos cuando todo estaba consumado (en el caso de haber sido así) este hecho discutido no enerva el significado evidente de la resistencia del Morro (...) No se concibe en un hombre del temple de Bolognesi, que había expresado libre, voluntaria y nítidamente su voluntad de ir a la lucha, otra actitud sino la de defender hasta donde humanamente fuera posible, palmo a palmo y hasta su límite con el mar (cita a Espinoza), el terreno cuya guarda y defensa le había sido encomendada”.
    En efecto, al poner sobre el tapete las circunstancias en que murió el Coronel Bolognesi, no se ha pretendido colocar en entredicho el enorme patriotismo de un hombre que, junto a los soldados –en su mayoría civiles enrolados- y oficiales del Ejército del Sur, enfrentaron a una masa de salteadores entrenados –dotados de una abrumadora ventaja material- que invadía el Perú con la saña del que carga un secular complejo de inferioridad. Tales patriotas, para ello, recorrieron las insufribles y áridas pampas que se extienden al sur del Perú (el mismo desierto que le hiciera telegrafiar al felón Daza: “Imposible pasar adelante. El desierto abruma”), equipados de exiguos y deficientes pertrechos militares, mal vestidos, apremiados por la escasez de agua y víveres, y alentados sólo por el deseo de defender “la honra e integridad de la patria”. Lo anterior, sin embargo, no excluye que en nuestro país debamos habituarnos -como afirmara el historiador Armando Nieto Vélez- “a mirar de frente, sin pestañear, la cruda luz de la historia, de toda nuestra historia, sin dejar voluntariamente zonas oscuras, resguardadas por estudiados silencios o por velos de un mal entendido patriotismo. Decía Hegel que los pueblos que no tienen de sí mismos sino un conocimiento fabulesco, borroso y fragmentario son pueblos de ‘conciencia turbia’, que no merecen ingresar a la historia universal”.
     
    Sexo Adicto, 5 Dic 2009

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    saludos cofrade denzel el post del compañero wateque que inicia este hilo, si bien apela a un articulo con referencias historicas valederas, a informacion veraz claro que si, como la antipatia de pierola hacia grau, la desidia de la administracion gubernamental de la epoca que practicamente desarmo la marina, el evidente lobby chileno en tierras inglesas, y demas; plantea mas bien en el fondo una pregunta metaforica; pues es imposible o por lo menos dificil encontrar responsabilidad criminal a una muerte acaecida en una guerra convencional, como la de nuestro ilustre y gran almirante; los paises tienen el derecho a la guerra, y en tal sentido las distintas convenciones de ginebra han planteado como "licito" matar al enemigo, ya sean estos combatientes de la milicia o no beligerantes como el caso de civiles levantados en armas que toman parte de las hostilidades (asi pues estos tambien constituyen objetivos legitimos), siempre y cuando estas bajas se den bajo determinadas circunstancias, osea que no se trate de muertes a traicion, ejecuciones, etc; otra hubiera sido la figura legal si bajo un enfoque de paz, no en un conflicto armado un barco armado atacara a otro con armas de fuego, "asesinara" a sus ocupantes y ademas se apropiara de sus bienes o pertenencias, ergo las robara; pues estos hechos vistos desde el derecho serian el de una banda criminal asociada para delinquir, que ademas de robar, asesina, por ende hace una apropiacion ilegitima y alevosa de la libertad o el derecho a la vida; pero en la guerra del pacifico, esta figura no paso de ser un peloton (flota o escuadra) designada a una mision por un comandante con ordenes de apropiarse de la logistica del enemigo a fin de disminuir su capacidad operativa y claro causarle "bajas" de guerra.

    sin embargo, si queremos ponernos detectiviscos, filosoficos, o metafisicos incluso, podemos barajar la hipotesis de un complot (mismo teoria de la conspiracion) orquestado por algunos peruanos que parece le tenian ojeriza a grau o veian en una derrota peruana alguna retribucion (cosa muy posible); y ni aun asi creo que seria posible establecer como concreta siquiera una responsabilidad por delito de homicidio por omision; por que en ese plan, habria que buscar tambien al artillero chileno o ingles que disparo el obus que acabo con el almirante y tratar de dilusidar si su intencion ademas de abatir a su natural o politicamente impuesto enemigo, obedecia ademas a motivaciones personales y/o tambien estaba complotado no, pero eso es entrar en materia de las mas profundas y rayadas hipotesis; asi que, ante la pregunta de ¿quien asesino a grau?, mi respuesta si quiero y siento que tengo que apegarme a las normas internacionales y el sentido comun, seria que, grau murio en combate nada mas, asi de sencillo, fue una baja; nadie lo "asesino"; a lo sumo podemos decir que "mataron" a grau, que es cosa muy distinta a la de ser asesinado no.

    en fin, ya estoy hablando al pedo.

    atte.

    p.d: celebro el intercambio de opinion, podemos tener ideas encontradas u opuestas en su totalidad, pero en lo sucesivo tratemos de evitar adjetivos o calificativos que denigren el debate okey.
     
    GILGAMESH, 5 Dic 2009

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