Casa de Oro

Me entro un ventarrón de nostalgia, siendo este mi point de mil batallas y ahora lo veo en proceso de remodelado. Pasaron por esas sabanas algunas bailarinas que tuvieron su momento de fama, las mejores venecas que pude conocer en el negocio, trampas, anexos y capillas. Mis primeras fotos filtradas que luego Google borraría sin aviso alguno, algunos encuentros con conocidos y sus trampas, la mafia, pero aún no sé qué es lo que me gustaba de ese lugar habiendo tantos otros, y mejores lugares.

Recuerdo que llegué a aquel hotel porque había habitaciones alquiladas por servidoras del sexo, que comencé a frecuentar después del trabajo; las mismas que con el tiempo dejaron de existir aparentemente por “temas municipales”.

Era un telo bullero, con instalaciones que muchas veces merecían un justo cambio; pero yo me sentía cómodo, solía alquilar habitación con jacuzzi y personalmente llegaba lo más temprano que podía para relajarme un rato. Pedía unas cervezas, igual fumaba a pesar de estar prohibido; las Kinesiólogas que citaba las hacía pasar previa verificación en la recepción, mientras yo me remojaba, algunas oportunidades ellas se apuraban en desvestirse para entrar en el jacuzzi, otras veces simplemente me salía del jacuzzi con la pieza armada, siempre tenían un gesto diferente entre que les gustaba o les llamaba la atención un poco de show; a mí me gustaba pensar que se sentían dominadas en la cueva del león.

Muchas habitaciones tenían espejo en el techo, lo cual era propicio para deleitar los ojos con las formas que se reflejaban. También hubo oportunidades donde llegaban kines que no eran lo ofrecido y media vuelta, gracias; otras veces simplemente no llegaban en el tiempo acordado y yo me retiraba. Tiempos aquellos donde aún no existía el pitufo o en su defecto era con prescripción médica, no recuerdo. Un servicio costaba 80 a 100 soles, la hora quizás 200, adicionales a 50. Con 300 nuevos soles era el rey todo a mi disposición sin apuros sin tapujos; las caseras en algunas oportunidades voluntariamente llegaban en pareja: “te quiero presentar a mi amiga”, algunas veces estaba buena otras no y simplemente se retiraba sin mayor problema. Hubo las peruanas buenas que llegaban con su movilidad o mejor dicho un señor que las trasladaba por lima y quizás las chalequeaba, nunca pregunte.

Los momentos que se vienen a mi memoria son cuando alguna de las “chicas” salía en televisión, modelando, con un futbolista o haciendo farándula. También estaban las viejas glorias que ahora llamamos milf , señoras que habían sido modelos de revista, quizás de pasarela, o similar que siempre les gustaba recordar una que otra anécdota, muchas veces se limitaban a ciertas posiciones sexuales yo siempre entendí que la vejez llegara para todos ; todo eso se quedaron en las cuatro paredes de una habitación o quizás dos o tal vez tres que siempre frecuentaba