La tía

Esta historia comienza cuando tenía 14 años. Como casi cualquier adolescente vivía soñando con las chicas y masturbándome a la menor oportunidad. Solía inspirarme con mis más bonitas compañeras de colegio, las cuales tenía anotadas en un ranking. Si conversaba con alguna de ellas, o se reía conmigo, la subía a la cima y le dedicaba mis más entusiastas pajas.
Un buen día llegó a alojarse en casa una prima lejana de mi madre. Era una de esas chicas serranas blancas, de cuerpo macizo, cabello castaño rizado y ojos color miel. Apenas tenía un par de años más que yo y hablaba con marcado acento de la sierra. Parecía que no estaba suficientemente civilizada. Andaba descalza, con ropa de niña que le quedaba muy ajustada. Apreciar sus caderas y sus pechos ya muy desarrollados para su edad me perturbó completamente. Desde la primera noche empecé a inspirarme en su cuerpo para mis placeres personales. Su habitación daba al jardín de la casa, así que yo subía a la azotea y la observaba desde allí. Cuando me sorprendía mirándola yo me escondía. Luego, descubrí que podía espiarla cuando se bañaba. Para lograrlo agrandé un agujerito en la delgada pared del baño. Más de una vez pude ver su matita de pelo castaño. Tenía unos senos bien formados y con aureola y pezones rosados. Por eso, durante meses estuvo en la cima de mi ranking. Obviamente era más mujer que cualquiera de mis compañeras de colegio. Tenía ese atractivo salvaje que a uno le podía hacer perder la cabeza. Ella se había dado cuenta de lo mucho que me perturbaba y aunque al principio me evitaba, luego empezó a no desviar la mirada cuando me cruzaba con ella en los pasillos de la casa. Luego me sonreía pero rara vez intercambiábamos más de 3 palabras. Por dos razones. Una era que pocas veces estábamos a solas y la otra era que apenas estaba cerca de ella sentía su olor y experimentaba una veloz erección. Es que ella se había traído de la sierra un fuerte olor a leña, a bosque, a campo. Varias noches me acerqué a su habitación, que estaba a unas puertas de la mía, en plena oscuridad. Ponía la mano en la perilla y cuando estaba por girarla, me asustaba un ruido y regresaba veloz a mi cuarto. Luego pensaba en lo que hubiera pasado si llegaba a entrar. ¿Se dejaría abrazar y besar? ¿Empezaría a gritar pidiendo auxilio?
Luego de unos meses más escuché la noticia de que se regresaba a su pueblo. Por un lado me sentí aliviado, pues estaba seguro de que no iba a saber qué hacer si lograba meterme a su cuarto. Además de que mis padres iban a despellejarme vivo si me descubrían en el acto. Por otro lado, me sentí alarmado pues pensé que posiblemente no iba a volver a verla.
Llegó la última noche. Una vez más estuve merodeando la puerta de su habitación. Puse la mano en la perilla y... ¡giró por sí misma! La puerta se abrió y allí estaba ella. Me tomó la mano y me jaló hacia adentro mientras cerraba la puerta. No me dijo nada ni yo tampoco abrí la boca. Traté de abrazarla pero no me dejó y me hizo sentar en la cama. En la penumbra nos miramos a los ojos un rato. Es ahora o nunca, pensé. Lleno de nervios, le planté un torpe beso, entre labios y mentón. Ella, me sujeto la cabeza con las dos manos y me dio un beso mejor puesto. Yo estaba en la gloria total. Totalmente sumergido en ese olor salvaje suyo. Cada vez sentía más piel suya a medida que le iba quitando la ropa. Ya con los ojos habituados a la oscuridad podía ver su piel blanca relucir con la poca luz que se filtraba por la ventana. Yo estaba encima de ella y frotaba mi pene erecto, que estaba a punto de explotar, en su entrepierna desnuda. Fue demasiado para mi. Ahogando un gemido, eyaculé lo que me pareció un litro de semen entre sus piernas y sobre la sábana. Sentí un pudor absurdo. No me sentí un hombre. Sentía como si me hubiera masturbado con su cuerpo. No supe que decir. Me levanté, recogí mi ropa y salí de su cuarto murmurando un adiós que no supe si escuchó.
De vuelta en mi cama, me enfrentaba a la idea de volver para decir algo. Pedirle que no se vaya o pedirle otra oportunidad con ella. O pedirle que me disculpe por ser muy joven y no tener experiencia. O simplemente acostarme a su lado para decirle que estaba enamorado. O pedirle que se case conmigo cuando fuésemos mayores de edad. O que nos escapemos juntos esa madrugada. Estaba en esas cavilaciones cuando me venció el sueño.
Por la mañana desperté luego de una noche de variados sueños húmedos. Pensaba en lo reales que fueron algunos de esos sueños cuando sentí su olor en mis manos y en todo mis cuerpo. Alarmado, salí atropelladamente para encontrar su habitación vacía. No había rastro de la sábana.
Fin del primer capítulo.

 

Y la tia?

 

Era la prima lejana de mi madre. No menciono que es una "tía" pues aunque no lo crean, durante todo este tiempo yo no la veía como una tía, sino como una chica de 16 años.

 

En el título del post dice la tía por eso te preguntan por la tía jajaja jajaja

 

La tía es la única chica o mujer mencionada con la que tengo unos cuantos roces, ¿cual otra sería la tía? Jejeje
En todo caso, el siguiente capítulo sí hace énfasis en la relación tía-sobrino.

 

Continue la historia estimado cofrade @Alexander Volkov.
Chévere su relato!

 

En cuanto me desocupe me mando con el segundo capítulo. Realmente no se imaginan lo que va a pasar.

 

Si en el título pones la tía en tu relato tbm debes mencionar la palabra. Ya q solo dices vino una prima de mi mamá algo así y tenía un par de años más q yo dices, por lógica uno piensa q estás hablando de alguien de tu edad no de una tía como dices,por más q sea obvio debes especificar tbm. Solo es una sugerencia. Saludos.

Escribe bien dijiste TENIA UN PAR DE AÑOS MAS ahí es donde se cree como q es una prima parece no tia

 

Es mi primer relato publicado por acá, pero bueno, lo tomaré en cuenta para otros que escriba. Al menos en este, era intencional.

 

por el modo de accionar de la tía se ve que es una mujer madura mayor que tu, es buen relato hay que concluirlo, promete ser bueno y ameno. adelante cofrade, saludos.

 

Adelante cofra, promete su relato ojalá que en esta oportunidad la meta. Prosiga hasta el fondo

 

Definitivamente se llegará al fondo del asunto.

 

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