Crónicas del Placer Don Pepe, un viejo gordo y libidinoso (parte 20)

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Salta Montes, 15 Jun 2024.

    Salta Montes

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    Desde que anoche salió Alejandro de mi apartamento, no pude conciliar el sueño, preocupada por lo que tenía que decirme sobre Don Pepe. El peso de sus palabras, aunque vagamente insinuadas, resonaba en mi mente una y otra vez. ¿Qué podría ser tan importante? ¿Qué debería saber sobre Don Pepe?

    Desperté tarde, con la luz del sol ya alta en el cielo, y me puse a reflexionar sobre mi casa. Había mucho para hacer, había descuidado el aseo de la sala, la cocina, el dormitorio, el pequeño patio, e incluso el baño. Y había una montaña de ropa por la lavar. Decidí, con determinación, ponerme en acción. No sabía por dónde empezar, pero fuera lo que fuera, empecé a hacer el aseo. Primero, cuidé de mí misma, bañándome con esmero, dejando que el agua caliente lavara no solo la suciedad de mi piel, sino también algo del peso de mis preocupaciones.

    Mientras me sumergía en el aseo total de mi casa, no pude evitar que mis pensamientos volvieran una y otra vez a lo que ya había ocurrido durante esos últimos días. Intenté olvidar todo lo que había pasado, tanto con Don Pepe como últimamente con Alejandro. Sin embargo, era una tarea imposible. Por ratos, me invadia los nervios y el miedo, al pensar en las consecuencias de mis actos. Pero en otros momentos, al recortar las aventuras íntimas, una oleada de excitación recorría mi cuerpo.

    Cada sonido, cada pequeño crujido, hacía que mi corazón diera un vuelco. Estaba alerta cualquier movimiento en la puerta, cada paso en el vacío me hacía llenar de adrenalina. ¿Sería Alejandro? ¿Don Pepe? ¿O peor aún, Laura? Hace dias que no sabía nada de ella, y eso me inquietó un poco, siempre me sorprendía con su presencia en la puerta de mi apartamento, y en ese instante un terror me paralizó de golpe. Recordé que su esposo ebrio, me tomó por sorpresa aquella madrugada su cumpleaños. Desde esa fecha no sabia nada. ¿Qué extraño? Sin embargo, toda la mañana y toda la tarde transcurrieron sin ningún evento.

    Mientras fregaba el suelo de la cocina, la mente se me iba al momento en que Alejandro me había besado con tanta pasión. Podía sentir todavía el calor de sus labios, la firmeza de sus manos recorriendo mi cuerpo. Cerré los ojos un momento, permitiéndome revivir esos instantes furtivos, sintiendo como mi respiración se aceleraba y un breve temblor recorría mi vientre, que se extendía hasta llegar a mi vagina.

    Sacudí la cabeza, intentando concentrarme y mi tarea. No podía seguir por ese camino, debía mantenerme fuerte, al menos hasta que me explicaron qué estaba pasando con Don Pepe. ¿Qué secretos ocultaba el hombre que había sido mi clandestino durante tanto tiempo?

    Finalmente, la casa comenzó a recuperar su brillo, pero mi mente seguía enredada en una maraña de pensamientos y emociones. Sabía que la calma aparente no duraría mucho, tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones. Pero por ahora, me aferré a la sensación de normalidad que me brindaba la limpieza, estoy esperando que el día siguiente trajera respuestas y no más complicaciones.
    Dieron las seis de la tarde cuando, al fin, me percaté de que había dejado mi casa tan limpia como un anís. El brillo reluciente de los pisos y el orden impecable de cada rincón me llenaron de una satisfacción silenciosa. Estaba exhausta, mis músculos clamaban por descanso y mi mente pedía un respiro. Pensé en recostarme en el sofá, pero una punzada de hambre me llevó a la cocina, que ahora lucía impecable, como si nunca hubiese sido tocada por el desorden.
    Decidí prepararme algo liviano para comer. La necesidad de alimentarme era tan apremiante que me sentía capaz de devorar un tiburón de un solo bocado. Opté por algo sencillo pero reconfortante: una ensalada fresca y un pan tostado con mantequilla, acompañado de un vaso de cebada fría. Me tomé mi tiempo, disfrutando de cada mordisco, cada sorbo, como si fueran los primeros en días. No me llevó más de veinte minutos tenerlo todo listo, y lo devoré con ansias, sintiendo cómo el hambre se disipaba lentamente, dejando en su lugar una agradable sensación de plenitud.
    Una vez llena y satisfecha, sentí el irresistible llamado de mi cama.

    Era tan tentador caer en su acogedores brazos, rendirme al abrazo de las sábanas frescas. Caminé lentamente hacia mi dormitorio, cada paso más pesado que el anterior. Me dejé caer en la cama, sintiendo como mi cuerpo se hundía en el colchón, como si este quisiera absorber todo mi cansancio. La somnolencia me envolvió rápidamente, y en cuestión de minutos, caí vencida, entregándome al dulce y profundo sueño qué tanto necesitaba.

    No sé cuánto tiempo dormí; podrían haber sido horas. Desperté con un sobresalto, al escuchar un ruido en la puerta de mi apartamento. Por un instante estuve desorientada, envuelta en un velo de confusión y temor. La oscuridad envolvía mi casa como una manta opresiva, haciéndome sentir perdida en mi propio hogar. Fueron unos cuantos segundos más los que me bastaron para recordar que estaba en mi cama, en mi dormitorio.

    Los toques suaves sobre la puerta se repetían, insistentes, y mi corazón comenzó a latir con fuerza, resonando en mis oídos como un tambor de nervios y miedo. La ansiedad me invadió mientras intentaba descifrar quién podría ser. ¿Don Pepe o Alejandro? No me atrevía a levantarme de la cama. La incertidumbre se mezclaba con el cansancio y el sueño, creando una mezcla paralizante de emociones.

    La ansiedad me consumía, pero mi cuerpo se negaba a moverse. Por un instante, decidí quedarme donde estaba, inmóvil y alerta. Fuera quien fuera, no me atrevería a abrir la puerta. El cansancio y el sueño todavía pesaban sobre mí, y la idea de enfrentar a alguien en ese estado me parecía imposible. Me quedé en la cama, esperando que el intruso se marchara, mientras mi mente divagaba entre el miedo y la resignación.
    Pasaron varios minutos y los golpes en la puerta se hicieron presentes nuevamente. La insistencia me obligó a empezar a dilucidar quién podía ser.

    Don Pepe, después de las 8:30 de la noche, es imposible que me esté buscando. Él sabe muy bien que mi marido ya se encuentra a esa hora en casa, y no tiene idea de que ha viajado al Cusco. Ese desconocimiento actúa como un limitante para él; no se atrevería a acercarse a mí en tales circunstancias.
    Pero Alejandro, por otro lado, está plenamente consciente de la ausencia de mi esposo. Su insistencia y audacia me hacen pensar que debe ser él. Probablemente venga con el pretexto de hablarme sobre Don Pepe. La mera idea me llena de curiosidad y ansiedad a la vez. Sin embargo, estoy segura de que, una vez dentro, buscará tener intimidad conmigo. La verdad es que no estoy dispuesta para eso; me siento exhausta.

    Busqué a tientas en la mesita de noche y encontré mi reloj de pulsera. En la oscuridad, las manecillas fluorescentes señalaban las 8:45 de la noche. Saqué cuenta y me di cuenta de que había dormido cerca de dos horas.

    Entonces, la duda me asaltó de nuevo: ¿y si fuera Don Pepe? Un silencio sepulcral se apoderó del ambiente, intensificando mi inquietud. No se oía ningún paso, ningún movimiento en el pasillo del edificio. La incertidumbre se mezclaba con el cansancio, creando una opresión en mi pecho.
    Decidí, finalmente, no enfrentarme a quien fuera que estuviera detrás de la puerta. Me arropé más en la cama, buscando el refugio del sueño. Cerré los ojos con la esperanza de que el sueño me devolviera la paz que necesitaba.

    De pronto, soñé que caminaba sobre un campo soleado, adornado con flores exóticas cuyas fragancias embriagaban el aire. El cielo, de un azul prístino, parecía extenderse infinitamente sobre mí. Buscaba entre los senderos algún lugar sombreado para descansar, cuando divisé a lo lejos unos grandes árboles cuya sombra prometía alivio.

    Al llegar, la sombra que proyectaban era tan espesa y negra que parecía engullir la luz. La oscuridad era impenetrable, y no podía divisar nada. Una inquietud profunda se apoderó de mí, y empecé a correr desesperadamente, buscando claridad, con el temor constante de tropezar en la penumbra.

    De repente, a lo lejos, vislumbré una luz tenue que se abría paso entre la oscuridad. Con el corazón latiendo a mil por hora, me dirigí hacia ella, sintiendo una mezcla de esperanza y ansiedad. La luz emanaba de una pequeña puerta, cuyas rendijas dejaban escapar una intensa luminosidad que parecía llamarme.

    Empujé la puerta con determinación, y me encontré dentro del cuarto de limpieza del edificio. La transición fue abrupta y desconcertante. La luz se disipó, revelando el interior del cuarto con una claridad casi dolorosa. Frente a mí, completamente desnudo, estaba Don Pepe. La visión me dejó atónita; su figura se destacaba con una nitidez perturbadora, y una sensación de irrealidad me envolvió.

    El contraste entre el campo soleado y la cruda realidad del cuarto de limpieza era abrumador. La intensidad del sueño me hizo sentir como si estuviera atrapada entre dos mundos, uno de luz y otro de sombra, sin saber cuál era más real.

    Desperté a medianoche, sobresaltada y con el corazón palpitante. Encendí la lámpara de noche, y su luz suave iluminó el dormitorio con un resplandor cálido. Me giré hacia el pequeño estante junto a la cama y, con manos temblorosas, busqué un libro de sueños que siempre mantenía cerca. Lo abrí con cuidado, ansiosa por desentrañar el significado de las imágenes que me habían perturbado, y comencé a interpretar su misterioso mensaje.

    Pasé las páginas del libro con urgencia, buscando respuestas que pudieran calmar mi mente agitada. Los sueños eran fascinantes, puertas a nuestro subconsciente, y estaba segura de que el mío tenía un mensaje claro. Al llegar a la sección sobre campos soleados, leí que estos simbolizaban la búsqueda de paz y armonía. Las flores exóticas representaban deseos ocultos y oportunidades inesperadas.

    Sin embargo, la sombra espesa y negra que encontré bajo los árboles denotaba miedos y preocupaciones profundas, una oscuridad que aún no había enfrentado. Mi carrera frenética, en busca de claridad, reflejaba mi lucha interna por escapar de esos temores y encontrar respuestas.

    La luz a lo lejos, la puerta pequeña con rendijas iluminadas, indicaba una esperanza o una revelación próxima. Al empujar la puerta y encontrarme en el cuarto de limpieza, supe que este espacio común y mundano representaba aspectos ocultos y reprimidos de mi vida cotidiana.
    Don Pepe, completamente desnudo, era la clave más desconcertante. La desnudez en los sueños a menudo simboliza vulnerabilidad, secretos expuestos y deseos reprimidos. Esto me confirmó que mi relación con él no solo era un asunto de lujuria, sino también de revelaciones profundas que necesitaba enfrentar.

    Cerré el libro, reflexionando sobre lo que había leído. Entendí que mi subconsciente me estaba advirtiendo sobre los peligros de mis acciones y las emociones no resueltas que llevaba dentro. Este sueño era una llamada a la introspección, un recordatorio de que necesitaba confrontar mis miedos y deseos antes de que consumieran mi realidad.


    *******
    CONTINUARÁ
     
    Salta Montes, 15 Jun 2024

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    Muchas gracias por la continuación. La esperaba con ansias.
     
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    Creo que se te hara dificil....no querer que Don Pepe te lleve a ese cuarto del placer siempre
     
    Danielon90, 15 Jun 2024

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    Buenazo el relato como poco a poco se acerca el momento siga continúe
     
    luiscontreraxxx, 15 Jun 2024

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    Hola @Josephsen me da gusto que la historia te haya gustado e interesado. Pues te adelanto algo, Don Pepe la lleva al cuarto de limpieza y le invita comer Palomitas de maíz.
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    @luiscontreraxxx Hola Luis, es cierto Don Pepe no dejará fácilmente a Marta. Todavía hay mucho pan que rebanar, la historia sigue su curso en forma excitante.
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    @Danielon90 Obvio Daniel, por todos los medios Don Pepe la llevará siempre al cuarto de limpieza. Gracias por leer la historia de La sensual Marta.
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    @luiscontreraxxx Muchas gracias por leer la historia. Habrá emocionantes capitulos calientes.
     

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    Cofrade @Salta Montes ese don Pepe me recordó al tio Lisuratas jajajaja
     
    Bisonte1977, 16 Jun 2024

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    Si, gracias las imágenes de la sensual Marta son de gran ayuda para recrear las escenas con Don Pepe _a633f553-0214-4563-a1f0-1c03b9ca3702.jpeg
     
    Salta Montes, 23 Jun 2024

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    Obvio, Alejandro no sabe nada de lo que Don Pepe se la lleva a Marta al cuarto de limpieza del edificio _1d726f25-bbae-4323-abc9-763ae1b06090.jpeg

    Solamente sabe que Don Pepe, la mira con voyeurismo y se coloca bajo las gradas para observarle las piernas a la noche muy incrédula Marta.
     
    Salta Montes, 23 Jun 2024

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    Jajaja jajaja que risa , un buen parecido a un gran zorro de la política peruana. ¿Porque no un gran amante al sexo? ¿Quien sabe? El tipo no está nada mal. _c35daa3b-785a-49b9-8243-5149401b1792.jpeg Un saludito, y a seguir disfrutando de la lectura.
     
    Salta Montes, 23 Jun 2024

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    _936c2378-09f5-4352-8c12-b5cab880d4b6.jpeg Oh gracias por sus palabras hacia la historia. Espero que sigas disfrutando de la lectura. Saluditos.
     
    Salta Montes, 23 Jun 2024

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  1. Jorge1222
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