El mototaxista

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Me llamo Estefany, tengo 35 años, soy natural de Iquitos, pero aunque desde hace tiempo que vivo en Lima, aún conservo algo del acento de mi tierra al hablar. Soy charapa pues, y muy orgullosa de serlo.
Soy bajita, de 1.55 o 1.57 si voy con tacos, llenita, con pechos y caderas que, aún después de dos hijos, siguen atrayendo las miradas.
No voy a ser hipócrita y decir que no me gusta que me miren, porque me encanta, me eleva la autoestima, por eso me pongo pantalones ajustados y escotes bien pronunciados, aunque a mi marido le moleste.
Tampoco voy a negar haberlo hecho cachudo más de una vez, incluso el día antes de casarnos y también en nuestra propia luna de miel, pero eso ya lo contaré en algún otro relato.
Lo que quiero contar ahora es una experiencia que tuve hace algunas días.
Vivo en Magdalena, así que una o dos veces por semana realizo mis compras en el Mercado del distrito, el que está frente a la Plaza de Armas.
Un día salía por una de las puertas del Jirón Castilla, cuándo se para una Mototaxi.
-¿La llevo Señito?- me pregunta el conductor, un chibolo de no más de 20 años, moreno, afrodescendiente, delgado aunque bien agarrado.
Yo llevaba solo un par de bolsas, nada pesadas, pero me gustó tanto el chico que le dije que sí y me subí.
Vivo a tres cuadras del Mercado, así que llegamos enseguida. Le pagué el sol cincuenta del viaje, y nos despedimos, creyendo que ya nunca lo volvería a ver. Pero..., a la semana siguiente, cuándo salía un tanto más cargada, levanto el brazo para llamar una Mototaxi, ¿y quién creen que para? Sí, el mismo chico.
Cuándo abre la puerta, me lo quedo mirando y haciendo un gesto de sorpresa, le digo:
-Tú no me estarás siguiendo, ¿no?-
Recién entonces me reconoce. No es que sea inolvidable, pero me había dado cuenta de la forma en que me miró, sobre todo cuando al bajar de la moto, hice lo posible por levantar lo más que pude la cola.
De nuevo le pago el viaje, yo entro a casa y él se va a seguir con su rutina.
A la otra semana... Debo hacer una salvedad y decir que acostumbro a hacer las compras por la mañana, luego de dejar a mis niños en el Colegio, siempre el mismo día y a la misma hora. Así que no me sorprendió que al salir, me estuviera esperando. Esa vez iba mucho más cargada, ya que había hecho la compra de la semana, por lo que se bajó a ayudarme.
-Ahora sí no es casualidad, la estaba esperando- me dice antes que pueda reprocharle nada.
-¡Bacán!- le digo -Me ahorraste el trabajo de buscar una moto por mi cuenta-
Ésta vez me ayuda a cargar las bolsas hasta la puerta de casa. Son las diez de la mañana, mis hijos tienen clases hasta la una y mi marido ya debería estar chambeando. Igual, por las dudas, entro con una bolsa y lo llamo.
-¡Amor, ¿estás? Ayúdame con la compra, por favor...-
No, no está, así que regreso a la puerta y le digo al mototaxista que pase. No sé si estaría acostumbrado a tratar con cacheras cómo yo, pero no pareció sorprenderse.
Le enseño dónde está la cocina, para que deje allí las bolsas y le invito un vaso de agua helada. Aunque estamos en invierno, es un día caluroso, o por lo menos yo siento calor.
-Todavía no sé tú nombre- le digo mientras le doy el vaso.
-Braian...- me dice.
-Braian, yo soy Estefany, puedes llamarme Estefy, si quieres-
-Mucho gusto Estefy- me saluda tendiéndome la mano.
Se la estrecho, manteniéndola apretada un poco más de lo habitual. Miro el reloj de la pared, son 10 y 30, así que le digo:
-Mis hijos llegan del Colegio al mediodía, así que si vamos a hacer algo Braian, tenemos que hacerlo ahora-
-¿Algo como qué?- me pregunta, insinuante.
Quiere que yo tome la iniciativa, para que no haya confusiones.
-¡Algo cómo ésto...!- le digo, y colgándome de su cuello, lo beso en la boca.
Recién entonces me doy cuenta de lo alto que es. Debe medir como 1.70 por lo menos, a su lado parezco más chata todavía.
Rápido como todo chibolo arrecho, me agarra de la cola y me aprieta contra su cuerpo, al que siento fibroso y enérgico.
Luego del beso, lo tomo de la mano y lo llevo conmigo al cuarto. La cama todavía está deshecha, pero igual nos derrumbamos sobre las sábanas revueltas, rodando el uno sobre el otro, sin dejar de besarnos ni de tocarnos en esos lugares que concentran nuestra mayor atención.
Cuándo se baja el pantalón, el pincho le salta duro y potente. Me saco la chompa, el sostén y me lo refriego por encima de las tetas, sintiendo esa energía que lo atraviesa de la cabeza a los huevos.
Tremendo pingazo que se manda el chibolo, una cosa negra y enorme, con el entramado de las venas bien marcado y el glande hinchado y enrojecido, cómo un globo. Obvio que no tardo nada en chupárselo, succionando cada pedazo con el mayor de los gustos.
Me lo saco de la boca y le paso la lengua de arriba abajo, frotándomelo por toda la cara, oliéndolo, sometiéndome a su exuberancia.
Cuándo me come la concha, me hace ver las estrellas... ¡Que manera de chupar, por Dios! ¡Que lengua! ¡Que labios!
Ya había probado su boca al besarlo, pero sentirla ahí, entre mis piernas, me resulta por demás estimulante.
Me deja toda mojada, así que dándole rápido uno de los condones que usamos con mi marido cuándo no tomo la píldora, me pongo en cuatro y levantando el poto, le pido guerra.
Se coloca tras de mí, me sujeta de la cintura y, dándome el gusto, me la entierra toda, todita, haciéndome rugir de placer con una sola embestida.
Ahí me vine con todo, sí, con la primer metida tuve un orgasmo brutal y fulminante. Sentí que me estallaba el vientre y algo así como una oleada de calor se extendía por todo mi cuerpo.
Igual, ajeno a mi placer, el pata me sigue cachando, metiéndole punche a cada envión. Lo único que se escucha entre esas paredes son nuestros gemidos y el ruido de chapoteo de la penetración.
-¡¡¡Ahhhhhhh... Siiiiiiiiiiii... No pares... Cachame bien rico...!!!- me gusta hablar y escucharme cuándo estoy en pleno canchis canchis.
Pero solo cuando estoy de trampa, con mi marido no me permito ser tan malcriada.
Cuándo me da un respiro, solo para acomodarse el condón, que se le resbala de tanta fricción, me doy la vuelta y se me echa encima, en plan misionero, de forma que ahora puedo abrazarlo y besarlo mientras me la hunde bien hasta el fondo.
Siempre tuve preferencia por los hombres de tez morena, y no sólo porqué estén mejor dotados, lo cuál no es un mito, sino una realidad, también porque me parecen mejores amantes. Por eso me casé con un blancón... jajaja. A los morenos solo para vacilar, no quiero ser yo la cornuda.
Me levanto y me pongo de cara contra la pared. Mi conchita ya había recibido lo suyo, ahora era mi cola la que requería cierta atención. Dándose cuenta rápidamente de mi necesidad, el chibolo viene conmigo, el pincho arqueado hacia arriba, cómo un plátano, de tan duro que lo tiene.
Primero me introduce en el chiquito un par de dedos ensalivados, los que mueve con facilidad, ya que la primera vez que me lo hicieron por detrás todavía estaba en el Colegio. Así que imagínense cuánta agua ha corrido bajo el puente. O dicho más claramente, cuántas pingas me han metido por ahí.
Se planta tras de mí, me coloca la puntita justo en la entrada, y sujetándome la cintura con las dos manos, me la empuja, haciendo de mi chiquito un grandote.
-¡Ahhhhhhhhhh...!- que placer.
Mi marido es más tradicional en lo que a sexo se refiere, por lo que cuándo estoy de trampa, no pierdo la oportunidad de que me lo hagan bien rico por detrás. Y el chibolo me lo hacía delicioso.
Me tiene agarrada de las tetas, apretándomelas, retorciéndome los pezones, mientras me ensarta una y otra vez, haciendo que mis nalgas se abran y sacudan ante cada empuje.
Me gusta así, fuerte, duro, brutal, que me arranque los gemidos más estridentes y locazos.
-¡Siiiiiii... Siiiiiii... Así... Ahhhhhhh... Siiiiiiiiii...!- gozaba yo como lo que soy, la más cachera y tramposa.
Ahora no sólo me mete la verga por el recto, sino también los dedos en la concha, llevándome en andas a un nuevo orgasmo. Él también llega al suyo, rugiendo conmigo, bien abrazado a mi cuerpo, empapado en sudor debido al esfuerzo físico al que lo había sometido.
Da un par de pasos para atrás y me la saca con ese ruidito... PLOP... de destape.
El culito se me queda abierto, solitario y abandonado, adoptando todavía la forma del trepidante volumen que acaba de boquetearlo.
Si lo conociera mejor, me tragaba su semen, ya que es algo que me gusta y que hago con amantes de larga data. Cómo con Renzo, un amigo con beneficios, con quién suelo encontrarme en un hostal de la avenida Angamos.
Se saca el condón, y con la pinga todavía semierecta, en ese estado medio gomoso que queda luego de la eyaculación, se va al baño a orinar en forma ruidosa y abundante. Yo me tiro en la cama, mejor dicho, me derrumbo, sintiendo todavía en mi cuerpo esas oleadas de placer que se resisten a mitigarse.
-¡Que rico me cachaste...!- le digo cuándo regresa a la habitación -Creo que desde ahora vas a ser mi motocholo oficial-
-Te dejo mi número y cuándo quieras otro me llamas- me sugiere.
-¿Cuándo quiera otro qué... un viaje o un polvo?- bromeo.
-Lo que quiera, Señito-
Obviamente voy a volver a ver a Braian, tengo dos muy buenas razones para hacerlo.

 

Buen relato sigue con los aportes

 

Hola Estefy que buen relato, me hiciste acordar a una chica que conocí de Rioja que me decía: "hazme el amor rico, para hacerlo sólo contigo" ... continúa con tus historias ...

 

Excelente relato, por algo dicen que lo prohibido es adrenalina pura.

 

Buen relato esperamos la continuación pronto más historias, si tienes con amigas casada exitante

 

Hola @Estefany35
Me dejo sin palabras.
Al parecer hubo más encuentros.
Espero su continuación.
Saludos

 

Hola, así me gustan las mujeres, sinceras como buena charapa, que digan las cosas como son, sin ambiguedades, disfrute mucho el relato, espero hayan más. Estuve por la selva cuando tú tenías 24, no será que te conosco, jajajaja. Saludos continua con los relatos, eres muy buena.

 

Jajajajajaja, me hizo recordar un experiencia, solo que yo la descarté por que sabía que ella era casada, buen relato, saludos
y prosiga.
Saludos
pd: Me río, por que sino ponía punche, hubiese cedido a la tentación, jajajajajajajajaja.

 

Buen relato cofra Estefy, buena pluma la suya, me quedo con la frase de "cuánta agua ha corrido bajo el puente", muy buena! se agradece.

 

Buena cofra. Está chévere tu relato. Así deben ser directas .

 

Buen relato Estafy, como me has hecho acordar cuando tenía a un moyobambina muy rica en cuerpo y sexo.... Que bueno encontrar más mujeres que se suelten por aquí.

 

Esa mi tía. Toda una pornstar con su zambrano

 

Muy buena historia, siga contando sus experiencias, se agradece.

 

felicades, somos paisanos yo de iquitos y vivo aca , cuando vengas a que conocernos guapa... saludos @Estefany35

 

El relato es interesante pero ficticio , me animaría a decir que lo redacta un trabuco

 

si hay fotos de como te clava ideal

 

a veces con las tias ya no se sabe full poncho nomas... ya estaran quemadas con tantos hombre q se levantan...

full poncho y nada de sopa por todos sus relatos ya varios metieron la lengua ahi, hasta los chamos que paran quemados

 

No se trata de desanimar a las foristas mujeres, es mas me pareció muy bien el relato de esta señora al principio, me pareció bueno. Pero si tiene conductas de riesgo, ella cuenta que ve un hombre caminando o parado en la calle y se lo levanta, sin poncho, es conducta de riesgo, pero allá los que les gusten las tías facilonas.

 

que rica jalada, ojalá yo como moreno tenga la oportunidad de conocerte!

 

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Escribele al mp, quizás te salga gratis, y a pelo. No importa si eres kamikaze, te inmolas.