Mi chibola charapita y con la complicidad de su mamá

Hola estimados cófrades quiero compartir esta experiencia, es un poco larga, así que no entraré en muchos detalles adicionales para ir lo más rápido posible a la historia. Quería ponerla en un solo relato, pero al escribirla en Word salieron 10 páginas, así que la pondré por partes para no aburrirlos.


Preámbulo:
Esto sucedió hace mucho tiempo yo tenía 18 años. No había podido estudiar después de terminar el colegio, así que me puse a trabajar, pero en mi ciudad Chiclayo no había muchas oportunidades. Un familiar me pasó la voz para venir a Lima a trabajar en una empresa como ayudante de reparto de papel de oficina que quedaba por Yerbateros, pero al poco tiempo hubo recorte de personal y fui uno de los que se quedó sin chamba. No sabía qué hacer, regresar a Chiclayo no era una opción, felizmente me avisaron de un trabajo en una ciudad de la selva, también en reparto y acepté, el sueldo era poco, pero caballero. Acepté y me quité a la selva, era chibolo y me contentaba con tener para vivir, además que la idea de conocer otra ciudad también me animó.

Llegué a la ciudad un sábado, me habían dado el dato de una pensión cerca, fui a la dirección y en verdad estaba cerca al trabajo, podía ir y venir caminando, eso me gustó. En realidad no era una pensión, era la casa de una familia y aún nadie había tomado el cuarto, lo que significaba que el único pensionista iba a ser yo, además no costaba mucho. Me recibió la señora en la sala y me explicó el costo y todo eso, mientras ella hablaba, parte de mi atención se iba a la mesa de atrás, donde estaba su hija adolescente, desde que la vi me gustó, pero en ese momento no pasó por mi mente la idea de tener algo con la chibola.

La chamba era suave y supongo que por eso pagaban poco, para colmo no había mucho que hacer y varias veces nos mandaban temprano a la casa, o simplemente nos decían que no vayamos el día siguiente, por supuesto con su respectivo descuento. La cosa no pintaba bien, ya imaginaba que pronto volvería a estar sin chamba.


La casa pensión:
La casa donde tomé pensión era de dos pisos, y los dueños no ocupaban el primer piso sino el segundo. En el primer piso estaba la sala, el comedor, la cocina y al costado tres cuartos, uno era el que yo ocuparía, el otro estaba vacío y el tercero solo tenía un sofá y un sillón viejos y unos cestos para la ropa sucia. Me pregunté por qué no acondicionaban los otros cuartos para alquilarlos también. Al fondo un patio dónde había una hamaca, y un cuarto de baño con ducha. En el segundo piso, además de los cuartos de la familia, había otro baño que era de ellos. El baño del primer piso era el de visitas y de los inquilinos, o sea que sería mi baño, pero cuando el de arriba estaba ocupado igual usaban el de abajo.

La familia estaba compuesta por el esposo, que era policía, un tipo callado, pero no amargado, más bien amable y buena gente, pero no era muy conversador. La esposa, que era ama de casa, aunque también algunos días iba a ayudar a su hermana en su puesto, galería, bazar o algo así, pero creo que estaba un poco lejos. Ella sí que era bien habladora y risueña, su marido si bien se reía de las ocurrencias de su mujer no era de bromear, él solo le celebraba las bromas a ella. La hija mayor adolescente, quien es la protagonista de esta historia, se llamaba Mireya. Y una niña de 2 o 3 años más o menos.


Mireya:
Mireya era una adolescente de unos 14 o 15 años, estaba en cuarto de secundaria, era agraciada, un poco morenita con un lindo cuerpito, una mestiza buena moza y con esa coquetería de chibola de la selva, sus senos eran grandecitos que hacían que sus polos abulten bien rico. Se vestía unas falditas muy cortitas, o unos shorts bien chiquitos y apretados a veces de jean o a veces de tela delgadita que translucía su ropa interior. Me gustó desde que la vi, pero por supuesto no me hice ilusiones, yo ya tenía 18 y ella una menor, además que yo no era muy aventado para esas cosas y hasta ese momento, a mis 18 años, mis experiencias habían sido pocas, era otra época.

Un día que llegaba yo del trabajo, la encuentro en la puerta de su casa con su hermanita y la bici de la chiquita. Mireya llevaba puesto un top celeste de tiritas y un short de tela color rosado con rayas blancas, pero de esos que no quedan apretados sino flojito. Ella estaba sentada de cuclillas tratando de colocar la cadena en la bici y me pide ayuda, yo me pongo también en cuclillas para hacerlo en eso ella, sin dejar de sujetar la bici y sin dejar de mirar la cadena, separa las piernas y por los lados del short se podía ver su calzoncito que era de color blanco, ¡Wow! Me dejó loco ver esa telita blanquita cubriendo apenas su vagina y dejando ver su ingle (o como dicen en mi tierra: verijas), casi me vuelvo loco ver esa parte de su piel con una tonalidad más oscurita y donde se delataban las puntitas de sus vellos que sobresalían del costado de su calzón (me hizo recordar a una tía en Chiclayo a la que un par de veces le espié la entrepierna, pero eso es otra historia que talvez también la cuente). Mireya sonreía, pero a la vez se hacía la loca y miraba el timón, y luego la cadena, pero no me miraba a mí, aunque esa sonrisa delataba que era consciente de lo que estaba haciendo. Si solo contemplar de esa forma esa entrepierna era alucinante, me imaginaba cómo sería verla totalmente abierta de piernas y sin calzón. No saben la tentación que tenía de meter mi mano por esas aberturas del short y palpar esa ingle y su cosita, aunque sea por encima del calzón, al menos solo rozarlos con la yema de los dedos. Pero con gran esfuerzo me contuve. En compensación demoré un montón colocando la cadena para contemplar esa escena el mayor tiempo posible.

Continuará...

 

Sigue hermano, se ve que promete la historia.

 

Muy bien inicio cofra... chibolitas como me gustan... se agradece la continuación...

 

… Continuación

Entrando en confianza:
Como dije la señora y la chibola eran las que más hablaban, el tío casi no hablaba mucho, además que paraba fuera de casa casi todo el día, salía temprano y regresaba de noche. Así que yo más conversaba con la señora y la chibola. Poco a poco fuimos entrando en confianza, reíamos y bromeábamos. A la chibola la ayudaba con sus tareas, sobre todo de matemáticas que casi no le gustaba, en realidad no le gustaba mucho el estudio en general, pero sí se esforzaba por estudiar y aprobar los exámenes y cumplir con las tareas, pero ella misma decía que le aburría todo eso del estudio. Poco a poco conforme crecía la confianza nos lanzábamos miraditas, sonrisitas, agarradas de manos, etc. Hasta que un día que la estaba ayudando con unos ejercicios de mate en la mesa del comedor mientras sus papás estaban arriba en su cuarto. Yo discretamente le lanzaba miradas a sus pechos, pues el top de tiritas que tenía puesto dejaba ver su sostén, el cual dejaba buena parte de arriba de sus senos al descubierto, yo me deleitaba contemplando eso.

De pronto ella con su mano se acomoda el cabello de un lado a otro lanzándolo por encima de la cabeza (espero que se entienda esa descripción) ese movimiento me sacó de mis cabales, al verla así con la carita mirando el cuaderno, sus ojitos bien atentos, su orejita al descubierto con su aretito de chibola hizo que la viera deslumbrante como si un resplandor saliera de ella, la noté más guapa que nunca, para mí en ese momento fue la chica más hermosa que había visto, eso me atarantó y se notó porque hasta tartamudeé, ella me dijo "¿qué pasó?", yo todo palteado sin saber de qué hacer, "nada" le dije y traté de mirar el cuaderno para seguir explicándole pero seguía palteado. Ella insistió y me dijo "dime, pues ¿Qué pasó?", entonces la miré y le dije "¡Qué bonita eres!", y de nuevo traté de concentrarme en el ejercicio y continuar con la explicación, pero noté que ella no miraba el cuaderno, sino que me seguía mirando y sonriendo. Entonces volví a mirarla y nos quedamos así un rato, entonces me la jugué y me acerqué a su cara y ella hizo lo mismo, ahí supe que no había pierde, me acerqué más y nos besamos, que rico fue besarla y sentir esa boquita tan agradable. Continuamos estudiando, entre ejercicio y ejercicio nos dábamos picos y besos largos. Eso fue todo ese día, ya que su mamá bajó y le dijo que la ayude con la cena.

En los siguientes días, nos ingeniábamos para darnos nuestros chapes por los rincones de la casa, mientras su mamá estaba ya sea en la cocina o en su cuarto haciendo las labores, ella limpiando por un lado, y nosotros chapando por otro. Cuando iba al trabajo procuraba regresar temprano para encontrarla haciendo sus tareas o viendo tele, aunque a veces no la encontraba, supongo que salía con sus amigas. A la semana los chapes ya eran con manoseo y sobadas, qué rico era tocar ese cuerpito. La primera vez que le toqué el poto pensé que me rechazaría y se enojaría, pero no, no dijo nada, seguía besándome, yo la apretaba contra mí y se dejaba y ella me abrazaba más fuerte, le gustaba sentirme erecto.

En una ocasión entré a la cocina y ella estaba ahí picando o pelando algo, al verme me lanza un beso volado y arquea su cuerpito poniéndose bien quebradita apoyándose en la mesa y poniendo una carita de deseo, para mí eso fue una invitación. No me importó que su mamá estuviera en casa arriba en su cuarto, me acerqué a ella la abracé de la cintura por detrás y comencé a sobarme en su culito, ella volteaba a mirarme con una carita súper arrechita y eso me excitaba más, yo la besaba en la boca y el cuello y lamía su oreja, mis manos se deleitaban en sus senos por encima del polo, que ricos eran sus senos, eran grandecitos y hasta ese momento solo los había tocado por encima de la ropa aún no los había visto ni los tocaba piel a piel. Con la arrechura comencé a decirle cosas como "me gustas un montón", "estás bien rica" ella jadeaba suavecito, qué rico era sentir su aliento tibiecito con cada jadeo, "quiero verte desnuda", "quiero hacerte el amor" a lo que ella respondió "ya pues, ahorita" eso me enloqueció, pero la cosa quedó ahí porque admito que me acobardé por el temor de que baje su mamá.
Esa noche no pude ni dormir, alucinaba con que ella entraba a mi cuarto, pero claro eso no ocurrió.

Continuará …

 

Interesante espero la continuación pronto

 

… Continuación

Una mañana de locura:
Al día siguiente no me tocaba trabajar, pero me levanté temprano, me gustaba verla en su uniforme, ella como siempre ya estaba lista para ir al colegio, ese día incluso se bañó en la ducha del primer piso, por la ventana de mi cuarto la vi fugazmente subir la escalera, qué hermosa imagen verla así en toalla subir la escalera, me lamentaba no haber salido antes de mi cuarto, talvez hasta me animaba a jalarla adentro (o talvez me acobardaba jajaja). Al rato ella bajó ya vestida con su uniforme y se sirvió su desayuno, entonces yo salí de mi cuarto, ella me mira y me dice "hola", y yo respondí "hola". Me gustaba verla así porque cuando desayunaba no se sentaba, comía parada junto a la mesa, levantaba una pierna y apoyaba la rodilla en la silla. Miraba la tele bien concentrada (o al menos eso parecía) y en una mano tenía su pan y en la otra su taza. Se la veía graciosa y riquísima a la vez, su mamá la regañaba cuando la veía así, "siéntate Mireya" le decía, ella le hacía caso, pero al rato volvía a ponerse así, yo me deleitaba contemplándola así, se veía riquísima, tan niña, tan linda e inocente.

La señora estaba terminando de preparar el desayuno, así que volví a mi cuarto a esperar que llame a la mesa. Al rato, como no escuchar nada, supuse que la señora o había subido a su cuarto o había salido a la tienda, decidí ir a la sala a ver si lograba, aunque sea, darle un besito a Mireya antes que se vaya a su colegio, aunque no me hacía muchas ilusiones, ya que el papá aún estaba arriba alistándose. Cuando salgo ella estaba ahí, nos miramos, me acerco y sin más nos empezamos a besar, de pronto ella me jala al cuarto donde estaban los muebles sin usar, ahí seguimos besándonos y tocándonos. En uno de los sillones había unas sábanas, cortinas y algunas prendas desordenadas y amontonadas en ese mueble, la ventana del cuarto daba justo a la escalera, yo la cerré, pero dejé una pequeña abertura para vigilar si venía alguien.

Nos tumbamos sobre las cosas que había en el sillón, yo le desabotoné los botones de arriba de la blusa (no quise desabotonarla toda por miedo a que nos encuentren) y comencé a besar su cuello e iba bajando, besaba las tiras y los bordes de su sostén que era de color blanquito, de rato en rato echaba una mirada por la abertura de la ventana hacia la escalera. En eso ella hace ademán de levantarse, pensé que ya se quería ir, así que me levanté también, pero para mi sorpresa ella se bajó los tirantes de su falta de cole y se soltó los otros botones de la blusa. Cuando se la iba a sacar la detuve, en parte por temor a que entre alguien y también porque me gustaba verla en uniforme. Así que sin sacarse la blusa lleva sus manos hacia atrás y se desabrochó el sostén, qué rico fue ver como aflojaban las tiritas de su sostén, pero le dije que no se lo saque por completo, que quería sacarlo yo. Me acerqué, comencé a besar de nuevo su pecho y le iba subiendo el sostén hasta dejar sus hermosos pechos al aire, le dije "qué ricas tetas tienes" y ella: "te gustan", "si amor, me encantan". Yo siempre atento a vigilar la escalera, no vaya a ser que baje su mamá o su papá. Le agarré una mano y le hice tocarme el bulto, ella no lo rechazó, lo comenzó a palpar y apretar por encima del pantalón. Yo le comencé a rozar suavecito con la yema de los dedos, uno de los senos mientras al otro le daba besitos suavecitos, eso le gustaba, cerraba los ojos y miraba hacia el techo mordiéndose los labios, respiraba agitada y dejaba escapar un suave jadeo. Cuando la yema de mis dedos llegó al pezón casi se desmanda, comencé a darle piquitos suaves al otro pezón y a pasarle la puntita de mi lengua. Ella dejó escapar un "ayyyyy" jadeando que sonó muy rico, estuve así un rato más, y ella estaba que volaba, solo entonces me prendí a chuparlos y estrujarlos con pasión, qué ricos se sentían esos senos. Me bajé el cierre y me saqué el pene, ella lo agarró y comenzó a sobarlo, fue delicioso sentir el contacto de sus manos con mi pene. Mis manos comenzaron a explorar debajo de su falda, que rico sentir su cuerpito bajo su ropa interior, la agarré a los costados de las caderas pegándola a mí, luego le tocaba el poto por encima del calzón y luego metí la mano adelante tocando su conchita por encima del calzoncito que se sentía ya húmedo, yo la tocaba suavecito al inicio y luego más fuerte, restregaba su conchita por encima de la tela y le tocaba el culo como si quisiera enterar mi mano en su raja con calzón y todo. Sabía que no teníamos mucho tiempo, así que le baje el calzón e instintivamente lo metí en el bolsillo de mi pantalón (digo instintivamente, ya que eso hacía cuando tirábamos con mi flaca del barrio en la cochera de mi casa, eso es otra historia) le levanté la falda para verla y ¡Wow que espectáculo!, tenía unos vellos ralitos, me arrodille, aspiré el aroma de su pubis, y le besé sus vellos que eran finitos, luego la hice girar y besé sus nalguitas, todo le olía a jaboncito. Quería tener más tiempo para poder hacer más cositas previas al polvo, pero sabía que no contábamos con mucho tiempo. Entonces la acosté de nuevo sobre el montón de cosas del sillón, volví a aguaitar la escalera y nada, todo tranquilo. Le volví a subir la falta y le di besitos a su conchita y una lamida breve, en ese momento abrió completamente las piernas ¡Wow! No me equivoqué, verla así fue maravilloso, super excitante. Me bajé el pantalón sin sacármelo del todo mientras la miraba ahí acostada, qué rica escena, ella con su uniforme, la falda levantada, sin calzón, abierta de piernas y con las tetas afuera, escapando de su blusa. Ella sabiendo lo que venía se abre aún más y ¡Qué vista más rica! Eché otra mirada por la ranura de la ventana hacia las escaleras, nada. Me acomodé sobre ella y comencé a metérsela mientras la besaba y acariciaba sus senos, se lo metía despacito pensando que talvez era virgen, pero creo que no lo era jajajaja, Aun así que rico apretaba y estaba bien mojadita ella daba suaves gemidos, era muy placentero sentir esa humedad tibia de su interior mientras nos besábamos. Ella con sus brazos alrededor de mi cuello me apretaba cada vez más fuerte, empezó a besarme con más pasión, abría más grande la boca y sacaba su lengua, yo se la chupaba con desesperación y ella también hacía lo mismo con la mía.

Para ese momento yo estaba flotando en una nube de felicidad que hasta me había olvidado de vigilar la escalera por la abertura de la ventana y en eso escuché la voz de su mamá que la llamaba "Mireya, hija, ¿Dónde estás?". No saben lo que sentí, un frío horrible recorrió mi cuerpo y fue peor cuando una sombra se acerca a la ventada y por la abertura me encuentro con la mirada de su mamá. Me sentí perdido, estuvimos 2 o 3 segundos mirándonos a través de esa delgada abertura, yo solo veía uno de sus ojos, pero de hecho que la señora podía ver todo, podía ver que yo estaba encima de su hija entre sus piernas abiertas y con el pantalón abajo. Su mirada era de enojo, al menos eso me pareció en ese momento, y para colmo escucho la voz del papá que dice "¿dónde está la Mireya?, quiero que vaya a comprarme una Gillette" en ese momento sentí que me iba a cagar de miedo (no bromeo). No lo había visto bajar la escalera, aparte que la señora me tapaba la visión. Estaba tan asustado que no atiné ni a moverme, así que seguía encima de la chibola. Entonces ocurre algo que nunca hubiera imaginado, la señora voltea hacia su marido y le dice "la mandé a la Mireya a la tienda" y el marido subiendo la escalera dice "cuando vuelva la mandas de nuevo a comprar una Gillette". Cuando se fue su marido, la señora, ya sin mirar por la abertura, solo se pega a la ventana y dice "Mireya yaaaaa, tu papá quiere que vayas a la tienda" y se alejó. No sé si se fue a la cocina o si también subió la escalera, ya ni me fijé, solo miré a la chibola que seguía debajo de mí y para mi mayor sorpresa ella solo atinaba a reírse como si no fuera grave lo que acababa de pasar. Recién ahí me doy cuenta de que hasta había perdido la erección y se habían mojado mucho los trapos de debajo, no sé si eran sus fluidos o si con el miedo me había meado un poco dentro de ella. Me levanté aún asustado, ella seguía matándose de risa y eso me desconcertaba "¿acaso no se daba cuenta del problemón en el que estábamos?", yo solo quería salir de ahí, tenía miedo que la señora decida contarle al marido y me lo imaginaba bajando a sacarme la mugre o aún peor, que me denuncien.

Mireya agarró algo que creo que era un polo que estaba ahí y empezó a limpiarse la entrepierna siempre riéndose. Tiró el trapo a un lado y comenzó a buscar algo, supongo que buscaba su calzón, pero de nuevo escuchamos que su mamá estaba afuera del cuarto y se hacía la que tosía o se aclaraba la garganta. Mireya se acomodó el sostén, luego la blusa y salió del cuarto. Yo me escondí en un rincón, temblando. Escuché que su mamá le dijo "toma, anda a la tienda, compra una Gillette y no demores que te haces tarde para el colegio" y la chibola salió, pensé que la señora entraría al cuarto a reclamarme y agarrarme a cachetadas (y estaba en su derecho de hacerlo), pero nada, solo silencio. Miré por la ranura de la ventana, y ya no estaba, me aseguré que ya no había moros en la costa, salí de ese cuarto y me fui al mío.

Cuando la señora llamó a desayunar yo no quería ni salir, pero lo hice, quería pedirle disculpas, al menos ya sabía que ella no quería que el marido se entere si no se lo hubiera dicho ahí nomás, así que seguro quería reclamarme cuando estemos solos. Desayunamos los 4, la señora, el marido, la niña pequeña y yo. El tío, como siempre, no dijo mucho y estuvo más concentrado en el noticiero. Lo raro era que la señora, en vez de mirarme o hablarme enojada, hablaba como cualquier otro día, se reía y bromeaba como siempre, como si nada hubiera pasado apenas unos minutos antes. Me convencí más de que era porque no quería involucrar al marido y solo reclamarme cuando él se haya ido (tal vez porque sabía que el marido podía matarme, ya que era alto y agarrado y yo era una calavera). Aun así, su actitud me sorprendía.

Después del desayuno me fui a mi cuarto y cuando el marido se fue, yo salí y fui casi temblando a la cocina donde estaba la señora. No sabía cómo abordar el tema, cómo disculparme y expresar lo avergonzado que estaba, pero la señora al verme solo dijo: "joven, estoy cocinando temprano porque iré a ayudar a mi hermana", "ah, ya seño" le contesté. Ella siguió diciendo "cuando ya quiera comer se calienta la comida, pues joven", "ya seño no hay problema". Quería empezar a tocar el tema, pero ella de nuevo se me adelanta y me dice "o si no, cuando venga la Mireya ella calienta la comida" sentí que la cara me comenzó a quemar cuando mencionó a su hija, le dije: "ya seño". Y luego intento decirle: "Seño con respecto a..." pero ella me interrumpe de nuevo diciendo: "joven, en el comedor hay una bolsa con cosas, ¿me la puede traer?", "Claro, seño" respondí.

Y así salía cada cosa que no me dejaba abordar el tema, para colmo llegó una vecina y se pusieron a hablar, luego ella salió a comprar, o subía al segundo piso y luego bajaba, y cosas así de manera que no pudimos hablar y el tiempo pasaba. Yo estaba de nuevo en mi cuarto ensayando las palabras apropiadas cuando escucho que me dice desde afuera del cuarto: "joven ya me voy, si tiene hambre se caliente la comida pues, o si no la espera a la Mireya". Incluso sin tenerla en frente, la sola mención de su hija volvió a hacer que me ardan la cara y las orejas, pero aun así salí del cuarto dispuesto a hablar del tema, la encontré abriendo ya la puerta de la calle con la niña pequeña de la mano y le digo "seño un momentito..." pero ella: "joven estoy bien apuradita, ya se me hizo tarde" salió y antes de cerrar la puerta me mira y dice: "la Mireya va a preparar la cena porque mi esposo irá a recogerme y llegaremos tarde". Me quedé parado todo idiota sin comprender nada y solo atiné a decir: "ya seño".

Continuará …

 

Esta interesante esperamos la continuación pronto

 

Uy curuju.... salió premiado cofra, me late que viene algo mejor aún... prosiga buen hombre.

 

Uyyy que rico relato continúe cofra

 

Asu, muy exitante, x lo q dices la chica no era la primera vez q lo hace, x su reacción de ella y su mamá

 

He visto casos similares en la selva asi te hacen corralito o si les caes bien a la familia normal

 

Jajajaja enserio, pues tendré que dar mi vuelta por la selva, pero sin mi esposa.

 

Si claro pero ojo en la gran mayoría de veces te ponen a la hija y luego con el cuento q es menor de edad etc te quieren sacar plata la misma menor q ya es una terrible canina se presta para la webada hay un montón de casos así mas q todo de tombos milicos q pecan por ser pinga loca

 

Prosiga con el relato por favor, está muy interesante

 

… Continuando

Después del susto:
Ya de nuevo en mi cuarto, acostado en la cama perplejo, mirando al techo y con la cabeza más fría, comprendí que nadie iba a hacerme problemas, que la señora ni se había enojado por lo que vio y hasta comencé a reírme de mi ingenuidad. Como un sonso había estado todo asustado y preocupado, incluso hasta había pensado meterle el floro a la señora de que mis intenciones con su hija eran serías, que estaba enamorado y todo eso con tal de que no me hagan lío, es que en serio cofras yo ya me veía en cana, pero, al parecer, para la señora, encontrarme en su propia casa tirando con su hija no era un asunto grave. No sé cómo lo hubiera tomado el marido, pero al menos él no se había enterado de nada gracias al encubrimiento de su mujer.

En eso comencé a recordar cada escena y de solo pensar en aquello se me empezaba a parar de nuevo. Recordar sus senos entre la blusa abierta, su falda levantada dejando ver su pubis de adolescente con esos finos vellos púbicos y lo rico que se sintió lamer su conchita y luego penetrarla mientras la besaba y le mamaba los senos. También la recordé levantado su falta con una mano mientras con la otra se limpiaba la entrepierna con el polo, ella un poco encorvada y con los senos aún al aire que movían bien rico. Ahora esas imágenes en mi cabeza me parecían a la vez divertidas y excitantes, pero en su momento no lo vi así, en ese momento solo quería que se dé prisa y se vaya rápido, ya que si el papá entraba y nos veía así no había explicación que valga.

En eso, caí en cuenta de que en la tarde, cuando volviera del colegio, estaríamos los dos solos en la casa. ¡Wow! Eso me excitó un montón, quería masturbarme pensando en ella, evocando todas esas imágenes que aún estaban frescas en mi mente, ya que no nos habían dejado terminar el polvo. Quise sacarme el pantalón y jalármela, y metí la mano en mi bolsillo para sacar la llave que me incomodaba y ¡oh sorpresa!, me encuentro con el calzón de Mireya. Recién ahí recordé que al sacárselo lo había metido a mi bolsillo, y luego me acordé que después de limpiarse con el polo se puso a buscar su calzón, pero claro, no lo encontró, y como ahí nomás volvió su mamá ya no siguió buscando y terminó de arreglarse y salió. Yo hasta me había olvidado que lo tenía, entonces supuse que en algún momento subió a su cuarto a ponerse otro calzón. Ahora yo estaba tirado en la cama con el calzón de Mireya en la mano, ese calzoncito que hacía poco ella tenía puesto y que yo mismo se lo había sacado, un calzoncito recién sacadito ¡Qué rico carajo, que rico! jajaja. Eso terminó de ponerme recontra fierro.

Aunque piensen que soy un enfermo, les contaré lo que hice con su calzón. Empecé a contemplarlo, lo olía, lo besaba y me lo colocaba como en la cabeza como si fuera un pasamontañas, jajaja, mientras me la jalaba lo movía una y otra vez para tener en mi cara un rato la parte delantera, es decir, la parte de la concha y otro rato la parte trasera, es decir, la parte del poto jajajaja (sí cofras soy un enfermo, lo admito). Así terminé de jalármela y me vine con su calzón puesto en mi cabeza. Me quedé un rato tirado en la cama, con mi pene ya dormido todo embarrado y su calzón en mi cara.

Al rato me levanto, aún faltaba para que ella llegue del colegio, y no sé si por todo lo que había pasado en lo que va del día o porque con la preocupación había comido poco en el desayuno, pero me moría de hambre. Así que yo mismo me serví el almuerzo, comí pensando en Mireya, recodando de nuevo cada momento, y riéndome solo.

Después de comer y lavar mi plato quise ir al patio a dormir la siesta en la hamaca. Al final decidí acostarme en el sofá de la sala viendo tele. Entré a mi cuarto, agarré de nuevo el calzón, fui a la sala y me tendí en el sofá. Al ratito nomas volví a excitarme, no podía sacarla de mi cabeza, ahí estaba ella en mi imaginación mandándome besitos volados, mientras se abría de piernas y sin calzón. Sabía que debía guardar energías para mi Mireya real, la de carne y hueso, pero tener en mi poder su calzón era súper excitante, así que la arrechura pudo más. De nuevo repetí lo de hace rato, pero esta vez me masturbé envolviendo el calzón en mi pene, frotando mi pene como sacándole lustre con esa rica tela jajaja. Frotaba en la cabecita de mi pene la parte delantera y luego la parte de atrás del calzón, alucinando con su conchita y su culito, ese culito que ahora quería besar, oler y lamer. Ve vine embarrando el calzón con mi semen, luego lo envolví de manera que no manche y lo metí de nuevo a mi bolsillo para después dejarlo en el cesto de ropa sucia.

Así me quedé dormido en el sofá, recontra satisfecho con la chibola en mi mente y con su calzón en mi bolsillo manchado con mi leche, esperando el momento que llegue del colegio para hacerlo de verdad con ella, con mi Mireya de carne y hueso, a la que podía tocar, oler y saborear.

Continuará …

 

Eso también, pero sobre todo porque en ese momento y por prejuicios que uno arrastra de la crianza, sobre todo al escuchar a los viejos de que al estar con una virgen tienes que sentir que algo se rompe adentro. Ahora sé que no todas las chicas tienen que sangrar en su primera vez. Pero como usted dice cofra por la actitud de ellas también, ya que para la chiquilla, al menos pienso yo, debió ser más chocante ser sorprendida por alguien en su primera vez, así se trate de su propia madre. Además, la reacción de la mamá me hace suponer que ya sabía que su hija era sexualmente activa.

 

Excelente historia cofrade, lamentablemente en mi juventud no tuve algún experiencia parecida; pero ahora a mis 34 años la hermana de una amiga de 15 años está que se me regala y tengo que ser uso de toda mi razón para no caer en esa tentación...

 

Estimado, aproveche los regalos de la vida. Son oportunidades que cuando llegan solas no se pueden desaprovechar.

 

Sigue con el relato esperamos fotos

 

Buen relato continúa mano

 

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