¡El auto era una Rana!

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Beyonder, 1 Mar 2021.

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    Cofradía lectora, les comparto un relato armado con mis recuerdos y una que otra exageración, espero les guste.

    Todo hombre tiene una parte ficción en su propia historia. En esta, mi nombre es Santiago y la realidad se mezcla con la teatralización, todo lo necesario para ocultar identidades y todo lo conveniente para que valga la pena ser leída.

    Esa noche de sábado prometía todo, menos sexo. Tal vez para alguien distinto a mi yo de 21 años hubiese sido el contexto ideal para levantar desconocidas, aprovechando la dinámica de las discotecas barranquinas de aquel entonces, sin embargo, yo me encontraba en un momento de suficiente autoconocimiento como para empezar a aceptar que ese no era mi estilo.

    Las flacas de mi grupo habían ido con sus enamorados y las solteras no podrían haber hecho que se le parara ni a un náufrago, de modo que mi prospecto para esa noche era chupar, hablar con mis patas de la facu y hacerme el interesante con alguna para que luego me presente candidatas apetecibles.

    La noche transcurría y mis patas tomaban medido, unos porque manejaban, otros porque querían terminar más sobrios que sus parejas. Así pasaban las horas hasta que una compañerita me pasó la voz

    - Oye Santi, ¡mira quién está ahí!

    Siguiendo su seña llegué a ver una figura femenina de un metro cincuenta y ocho, con su estatura aumentada por unas botas. El jean apretado le marcaba los muslos, le dibujaba el culo como una perita en tres dimensiones, sin dejar de ser pequeño. Era la chata Alhelí, con quien tuve una historia de un día, o de unas horas o, mejor dicho, un encontrón de dos rounds (El tatuaje de la mariposa (perutops.com) Dándole en la ducha (perutops.com))

    -¡Oh!, es Alhelí
    -Ajá, y ha venido sola. Me dijo que, si venía, venía sola.
    -¡Oh!
    -Oh, oh, ¿”oh” qué, pavo? Si está sola anda hazle el habla. A ella le gusta el cine como a ti.
    -Claro, y a los que les gusta el cine, van con los que les gusta el cine; los gordos con las gordas, los lindos con las lindas y los feos con las feas.
    -Ay, ¡serás pavo!
    -O avestruz, pero no gallina; así que ahora, damisela, crea en mi palabra de que es con vos con quien quiero bailar.
    -Jajajaja, ¡cómo eres! Vamos

    Bailaba con esta compañera medio moticuco mientras trazaba mi estrategia. Si Alhelí acababa de llegar, no me iba a abalanzar de inmediato. La dejaría bailar con algún extraño, que pase un rato; a ver si llega un pata con quien ya había pactado o se integra al grupo donde estaba o con alguna flaca en particular. Después de todo, habían pasado como 8 o 10 meses desde nuestro encuentro y no habíamos confraternizado más allá de la facultad. Ya mi ex tenía buen tiempo con Víctor, el suficiente como para que Alhelí haya dejado de interesarse en sacarse el clavo o joder esa relación. Además, la chata Alhelí no era precisamente tranquila. Había evidencia de que sabía divertirse y, en ese momento, me pareció muy capaz de ser lo suficientemente independiente como para autogestionar sus polvos.

    Entonces me dediqué a bailar con mis compañeras moticuco, a chupar en la mesa y a esperar el contacto casual, que asumí se daría indefectiblemente salvo que ya hubiera ido con el plan de encontrarse con alguien aparte de nosotros.

    Corrieron las horas y cuando me acercaba con unas cervezas a la mesa del grupo, Alhelí ya conversaba con una de mis compañeras

    -Hola Ale, ¡qué tal!
    -Hola Santi, qué bien que te veo por acá

    La conversación que siguió no la recuerdo, tan irrelevante debió ser que se opaca en mi memoria en favor de su cuerpito. De esta chata y su top sobre el ombligo, a pesar de sus piernas torneadas por el jean y de su culito formado, lo que me llamó la atención fue su carita. Un rostro pequeño, de boquita más pequeñita aún, no sabría precisar si redondeado o cuadrangular; diría que, como un melocotón, y de ojitos alargados sin llegar a ser chinos. Su cabello, además, tenía algo de cerquillo y estaba atado como en una cola japonesa, o con adornos que me parecieron japoneses. Bueno, el punto de tanta descripción es que en ese momento no me interesaba sino una cosa de ella, lo que no pude obtener en mis encuentros previos, cogérmela por la boca.

    Estuve rondando la barra, ubicándome donde fumar sin incomodar, al punto que pulseaba como se comportaba la chata esta. Bailaba en grupo con las otras flacas, no daba signos de interesarse o esperar a alguien y ya le contaba varias piñas coladas. De pronto, mientras prendía un cigarrillo a la altura de la barra (tiempos aquellos en los que aún se podía fumar dentro de una discoteca o bar sin que digan nada) se me acerca a pedirme fuego.

    -Santi, ¿tienes encendedor?
    -Claro

    Sus ojos parecían brillar al acercarse a la llama de mi encendedor. Yo los imaginaba vidriosos por las atragantadas que se daba en mi mente.

    -Y Ale, qué te cuentas. ¿Viniste en plan tranqui?
    -Ay sí…. Igual el panorama no está interesante, jajaja. Así que solo bailar y desestresarme un toque. Sin presión. ¿Tú qué tal? No me digas que le has puesto el ojo a alguien ¿O has venido solo a emborracharte?
    -Mmmm comparto tu opinión sobre el panorama, sobre todo porque las veo acompañadas a todas, como en esa canción de Mecano.
    - ¿Mecano? Uuyyyy no sabía que tenías tu lado femenino, jajaja. A ver si te sales yendo con el flaco de alguien.
    -Jajajaja. Jamás, de ese pie no cojeo (te consta, putilla). Pero supongo que podría emborracharme. Si cuando acabas tu pucho quieres bailar con un fan de Mecano, heterosexual, a ver si bailamos antes de que me emborrache.

    Sentía que todo lo que había vivido en estos meses daba fruto. No recordaba tanta seguridad en mí mismo, tanto dominio de mis emociones. Era como desatar tu jugada con el firme convencimiento de ganar, sin miedo a fracasar; aceptando la derrota no como una condena, sino como algo posible que hay que tratar de esquivar a toda costa. El premio, mi pene en su boca; y si fallo… las risas no habrán faltado.

    Con esta nueva seguridad fruto de mis experiencias de los últimos 15 o 16 meses me distraje de ella. Estuve conversando con mis patas, ella conversaba en la barra con dos flacas del grupo, luego bailaban y seguía así. Cada cierto tiempo me pedía fuego; hasta que empezó a pedirme cigarros. Cuando ya iba por el quinto pucho le dije:

    -Hey, voy a tener que cobrarte. Si se me acaban los puchos aquí no bajan de un sol cada uno.
    - ¡Ay como eres! Tan egoísta y fijón. Seguro llevas la cuenta de los puchos.
    -Digamos que, si se te va antojar un sexto pucho, vamos yendo a bailar de una vez. Si luego se te antojan más… bueno….
    -Jajaja ¿Bueno qué, si se me antojan más?
    -Primero el baile

    Me aventuré a bailar, teniendo dos pies izquierdos, porque lo que sonaba era reguetón y porque confirmé, por el tono de su voz y la articulación de sus palabras, que andaba picada. Las piñas coladas y la cantidad de puchos tenían que dar algún efecto. El hecho es que bailamos, una, dos, no sé cuántas. Nos acercamos lo suficiente pero no me la chapé. La miraba con ganas y la tomaba de su exquisita cintura, hasta que nos fuimos a la barra por unos tragos. Cuando se acercaron las otras flacas dejé que siguieran su rumbo colectivo al baño, no sin antes haber deslizado mi mano por su muslo y ponerle dos cigarrillos en el bolsillo trasero del jean, todo acompañado con una sonrisa de su parte.

    “Y nos dieron la una, las dos y las tres” Supongo que fueron las cuatro, el hecho es que la discoteca cerró. Tomé mi casaca de cuero y contemplé las cuatro esquinas formadas por calles muy rectas, un rectángulo perfecto a las 4 de la mañana, rodeado de pocos taxis y gente que se disolvía en el vacío de la plaza Butters; como una versión más lacaya de “Avenida Larco”. Cada quien tomó su taxi y yo vi que Alhelí caminaba sola en dirección a la esquina con la Av Luna Pizarro.

    -Ale, ¿te recogen?
    -No Santi, he venido con carro. Voy a donde una prima en Chorrillos
    -Oh, ¿Pero puedes manejar bien? Quizá es poco prudente
    - ¡No friegues! Algo picada estoy, pero normal llego a Chorrillos. A más lejos he manejado así. He estado midiendo los tragos.

    Debo concederle que no se veía borracha, solo tan picada como para hablar rápido. Dijo otras cosas, pero no venían al caso. Lo que sí venía era su mirada achinada y dirigida a mí, sus pasos ralentizados… vi que la jugada estaba armada.

    -Bueno, si quieres, solo si quieres, te puedo acompañar hasta Pedro de Osma, ahí ya es todo recto, más abierto y poco probable que te pase algo.
    - ¿Crees que me pueden asaltar? ¿Me vas a defender como un caballero andante?
    -Lo haría más como Mario o Luiggi
    -Jaja, ¿en serio crees que me pueden robar o que va aparecer Kooppa?
    -Mmm, había pensado más en un policía dispuesto a ponerte una multa o cobrarte una coima importante.
    -Ahhh. Para mí que quieres que te jale y no lo dices claro. Pendejo. Dime que quieres que te jale.
    -Jajaja, ¿Así ves mi sincera preocupación por tu seguridad? Bueno, digamos que mi ruta es ir al parque municipal, y digamos que es una forma de pagar por los cigarros a la vez que te da algo de seguridad; al menos más que ir sola a través de esas callejuelas hasta la avenida principal.
    -Mmm. Ya sube. Pero solo porque hueles rico.
    - ¿Ah sí?
    -Sí, me ha gustado tu colonia

    Subimos a su auto y poco antes de llegar al óvalo Balta (lo que fue el óvalo Balta) ya le había dicho

    -Ale, no sientes que cada vez que acaba una semana, se te escapa algo de juventud.
    - ¿Cómo así?
    -Quiero decir, habrá un momento en el que ya no podremos hacer ciertas cosas, por estar muy mayores o con la presión alta. Cada vez que acaba un fin de semana, un sábado, siento que se acaba una parte del total de oportunidades para hacer cosas.
    -Uyy, qué filosófico. Por eso hay que aprovechar los pequeños momentos, tratar de vivir cada momento al límite.
    -Ja, no sé si al límite. No te digo que cada sábado tengo ganas de escalar una montaña. Me refiero más a oportunidades de hacer cosas que no he hecho, y que podría hacer, solo con un poco de atrevimiento.
    -Ah, ¿cosas que no has hecho? Osea, como no dejar pasar oportunidades.
    -Exacto, no dejar pasar oportunidades de hacer cosas que no he hecho, solo por falta de decisión.
    -Entonces Santi, ¿qué cosas has dejado pasar este fin de semana?
    -Bueno Ale (deslicé mi mano hasta su rodilla, y le acaricié con firmeza el muslo) Nunca he besado a una chica hermosa mientras maneja.

    Le seguí acariciando el muslo todos los minutos que le tomó atravesar la avenida El Sol. En el semáforo que cruza con Grau, la tomé de la cintura y me la chapé como en película de adolescentes norteamericanos. La besaba y con mi mano ya sobaba su entrepierna, tan fuerte como su jean lo permitía.

    -Oye Santi aaahhh, eres un pendejo, ahhh.
    -Se trata de una actitud, Ale, de no dejar pasar la oportunidad. ¿Lo habías hecho alguna vez en un auto?
    Le besaba el cuello y logré desabotonar su pantalón. Le acaricié un pecho por debajo del top y del sostén, pude notar su pezón erecto. Parece que le gustó el ambiente.
    -No Santi, ¿tú tampoco? Bueno, no sé…
    -Tú maneja, si sabes ir a Chorrillos sabes llegar a la av. Pedro de Osma, pasando el parque.
    -Es la avenida con los árboles altos.
    -Así es, a esta hora está desierta.
     
    Beyonder, 1 Mar 2021

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    He aquí la segunda parte de este humilde aporte

    Alhelí manejó todo recto, desde la intersección de la av. el Sol con San Martín, doblando a la izquierda a la altura del estudio 4 (en esos años). El trayecto entero hasta pasar la municipalidad, donde la av. San Martin cambia de nombre a Pedro de Osma. Yo iba con mi mano dentro de su trusa. Mis dedos vibraban al ritmo del motor, moviéndose según la velocidad del auto, a una presión que imagino ideal, por cómo se mojaba. Ale hacía una cara de arrecha impresionante, jadeaba, se mordía los labios, cada vez que paraba me jalaba la cabeza para que le bese el cuello y de rato en rato me acariciaba el muslo con una mano. A la altura de la Iglesia Santísima Cruz de Barranco, aquella frente al parque con un atrio elevado por escaleras, me persigné con la idea de confiar al cielo mi plan, o de expiar mi futuro pecado, con los años no recuerdo bien; el hecho es que luego de pasar el Museo de la Electricidad le dije que se detuviera cerca de un antiquísimo bar y bodega, amparados en la soledad de la avenida.

    -Ay Santi, ¿Seguro que nadie va a venir? Mira que a lo mejor grito un poco.

    Me decía esto mientras chapábamos. Me pregunté si el licor y los cigarrillos la habían desinhibido lo suficiente, dependía y contaba con eso, así que procedí a quitarle todo el pantalón, estando ella aún en el asiento del piloto. La di una nalgada, retrocedí el asiento a todo lo que daba y la senté en mí, dándome la espalda. Mientras me rebajé el pantalón solo hasta descubrir mi bóxer la chapaba, le lamía el cuello y le estimulaba los pezones. Ella se estiraba y con su culito me sobaba la guasa, erecta ya. Continué masturbándola frenéticamente, sin quitarle el calzón, mientras ella se estiraba y doblada, raspando su espalda con mi pecho. Su top ya tenía toda la tira derecha caída y exponía su pecho. Estaba mojadísima.

    -Ay Santi, Ayy. Me estoy mojando mucho. Santi, agárrame más fuerte el pecho. ¡Santiii aaahhh! ¡De una vez Santi! Aaahhhh, ¡Házmelo en el carro Santi, antes que venga alguien!
    -Espera, Ale, espera. Tiene que ser rápido, con todo… y como es noche de primeras veces. Ale, me la tienes que chupar.
    - ¿Cómo?
    -No sé si será la primera vez que haces sexo oral, pero sí sería la primera en un carro. Mira, si me la corres con la mano me voy a venir al toque y si lo hacemos así nomás va a tardar mucho. Si me la chupas me estimulo lo justo y hacemos esto en el tiempo justo.
    - ¿Cómo que quieres que te la chupe? No sé, yo….

    La moví de nuevo al asiento del piloto y mientras me la chapaba guiaba su cabeza hacia mi pene. Llegó a apoyarse en mis muslos y a tener el mentón a milímetros de mi glande

    -Santi… yo no, nunca he hecho eso… Chuparlo, no sé.
    -Ale, ¿nunca te ha dado curiosidad? ¿nunca te lo han pedido? ya estamos aquí, así, es cuestión de dejarse llevar sin desaprovechar el tiempo.
    -Ya, pero, no sé cómo se hace…. Me enseñas, me dices si lo hago mal
    -No te preocupes Ale, yo te guío. Primero cógelo con tu manito de la base, y muévelo un poco de arriba abajo
    - ¿Así, como si te estuviera masturbando?
    -Ajá, ahora despacio, abre tu boquita y pon la punta en tu lengua, presionando.
    -Ahhh, sabe raro
    -No lo saques, tenlo ahí.

    Ale se llevó a la boca la punta de mi pene, no cerró la boca ni los ojos, mientras me pajeaba con suavidad desde la base. Aprovechando le dije “Mírame, así, con cara de coqueta, muy bien. Ahora dale lenguazos a toda la punta”
    Comenzó a lamerme la punta y a rodeármela con la lengua. Su humedad y calidez eran como de una anfitriona dándome la bienvenida.

    -Eso Ale, mírame, ahora envuelve con tu boca la punta, con cuidado de hacer presión con los dientes, como si su fuera un chupetín.
    - ¿Solo la punta?
    -Sí Ale, solo la punta.

    Ale cerró los ojos y encerró con sus labios mi glande. Sin que le diga nada intuyó como chuparlo, como un chupete precisamente. Veía su rostro de costado, formar una “o” con sus labios y hoyitos en sus cachetes. De cuando en cuando abría su pequeña boca y le dada lengüetazos.

    - ¿Así está bien?
    -Sí Ale, la estas chupando bien, muy bien. Ahora vas a bajar lentamente, hasta donde puedas, despacio al principio y cuando te acostumbres más rápido.
    -Ya

    Entonces vi la magnífica escena. Supongo que producto del alcohol y los puchos había conseguido esta maravillosa visión. Ale me la estaba chupando, veía su boquita llena con mi pinga, de arriba abajo mientras sentía su lengua y su paladar. La sentía tan apretada por lo pequeña de su boca.

    -Así Ale…Ahhh. Muy bien, me la estas chupando muy bien. Anda más rápido, según puedas.

    La vi mover su cabecita más rápido, como una funda cubriendo y descubriendo mi guasa. Sentía como se agitaba.

    -Bien Ale, ahora abajo. Lámelas y chúpalas.
    - ¿Abajo también? Oye, no vayas a emocionarte y….
    -No Ale, sigue

    La empujé de la nuca hacia mis pelotas y las lamió. Las lamía y las chupaba con torpeza, pero lo compensaba presionándola. Lo que ella no veía desde su posición era que yo me estaba pajeando mientras me chupaba las bolas, preparando el acto final. Luego de un rato la quité de ahí y le azoté la pinga en la lengua y un poco en los cachetes y nariz. Le dije que la lamiera toda y empezó a hacerlo mientras la besaba como quien da besos en el cuello, pero a los costados de mi verga.

    -Ale, ahora métela hasta donde puedas y chupa hasta ahí, lo más rápido que puedas.
    -Hay Santi, ya. Me voy a ahogar y ahorita viene alguien.
    -Por eso, al toque, con eso ya quedaría
    -Bueno

    Ale llegó a poco más de la mitad y chupaba fuertemente. Yo comencé a guiarla con mi mano en su nuca, cada vez más rápido, hasta que hizo una arcada chiquita y se la sacó. Aproveché para azotarla contra su lengua y pajearme apuntando a su boca, tan rápido como para estimular lo inevitable. Calculé y volví a poner mi pene en su boca.

    -Ya Ale, unas chupadas más y queda. Si vieras la belleza de tu cara chupándome la pinga.

    Ale hizo el ademán de mirarme, pero no pudo. Mi mano seguía en su nuca solo que esta vez la tomé fuertemente, apretado un poco su moño pseudo japonés con mis dedos. Cuando lo notó ya todo estaba en marcha. La moví cada vez más rápido, al punto que no podía evitar bajar más de la mitad. Ya sentía muy húmedo todo mi falo, algo de sus dientes y la presión de su boquita ajustada. Entonces procedí con la intención que tuve al verla en la discoteca, no de tirármela, sino de cogérmela por la boca, salvajemente.

    Así que le tomé la cabeza con mis dos manos, hasta inmovilizarla, y me la caché por la boca. Mi pelvis se movió frenéticamente de arriba a bajo mientras ella decía: “¡Ummm! ¡Umm fufufu, fu uuummm!”

    - ¡Eso Ale! ¡Así se chupa una pinga! ¡Sigue!
    -¡Clock, clock, ogh, ogh, ogh fufufufuf!

    Cuando sentía que llegaba el gran final le empecé a mover solo la cabeza, de arriba a abajo con mis dos manos. Veía como había abierto los ojos y me hizo señas con las manos. Supongo que sentía la vibración, el espasmo que precede el final. Por mi parte, me recosté en el respaldo del asiento al sentir como si el tiempo pasase más lento, la dilatación del espacio-tiempo por la boca de Alhelí chupándome la pinga. Todo se sintió como en cámara lenta, la veía agitando sus brazos a la vez que hacía sonidos guturales “Ummmmffuoooo” y sus ojos se veían vidriosos. La sujeté durante el primer disparo, la solté en el segundo y para los dos últimos ya había sacado su cabeza de mi entrepierna. Pude ver como el penúltimo chisguetazo le caía en la boca abierta, sobre su lengua, y el último en el mentón y cuello.

    - ¡OOaaa! ¡AAhhhh! ¡Ptu Ptu!

    La contemplé limpiarse los ojos, escupir parte te mi vaceada y hacer como arcadas mientras se quejaba.

    - ¡AAggg, Oaaag! ¡Me has hecho tragármela! ¡Imbécil! (decía entre agitada y llorosa) ¡AAggg, ptu, ptu! ¡Oooaaaghhh! ¡Eres un imbécil, enfermo de mierd@! ¡Ojuo, ojuo! ¡Te viniste en mi bocaaaa! ¡Idiota de mierd@! ¡Qué asco, imbécil! ¡Ojuo, ojuo, ojuo!

    Vi que hacía el ademán de una cachetada, quizá arañarme los muslos. Mientras escupía y tosía, se había erguido sobre el asiento del piloto, así que aproveché para abrir la puerta del copiloto, y subirme los pantalones a la vez que me paraba y salía del auto. Tras cerrar la puerta pude oír que se volvía a abrir y a Ale gritando:

    - ¡Imbécil de mierd@, hijo de puta! ¡Vas a ver!

    El detalle era que su auto estaba estacionado en el carril derecho de la avenida Pedro de Osma, en dirección hacia Chorrillos. La avenida Pedro de Osma es una avenida de doble carril, que en el medio tiene una vereda estrecha con unos ficus inmensos. Yo había hecho que se estacione en la auxiliar, por donde están los rieles de un antiguo vagón eléctrico, a la altura de lo que era “Posada del ángel 2” de modo que para alcanzarme tendría que haber manejado hasta la siguiente abertura de las veredas de en medio; porque al salir de su carro le di la vuelta y crucé, en diagonal, hacia el carril izquierdo. Naturalmente, podría haberme perseguido corriendo, pero le había quitado los pantalones; y hasta que se los pusiera yo ya había alcanzado el parque.

    No sé si decidió perseguirme, si con los pantalones ya puestos siguió mis pasos. El hecho es que en ese tiempo yo vivía en un edificio que está en pleno Boulevard, cruzando el parque; por lo que en menos de 5 minutos ya había cerrado la reja negra del viejo edificio sin indicios de que me siguiera. Vivía en el tercer piso, así que decidí homenajear mi hazaña con un cigarrillo, unas tranquilas bocanadas de humo que complementaban mi sensación de triunfo y autopercepción de superación. Jajajaja.

    Al despertar la mañana siguiente me sentía un antihéroe, pensar que mi adolescencia de casi nerd/otaku y mi adultez temprana de chico buena gente templado de una única mujer habían dado paso, especialmente por los acontecimientos de los últimos 15 o 16 meses, a que en la madrugada de ese día me haya podido venir en la boca de una putilla sexy. En aquel momento me gustaba pensar en mí mismo como Jhon Constantine. Nada de culpa, una satisfacción cínica cuyo máximo momento de goce murió con la noche pasada, y que ahora renacía para vivir por siempre, en forma de recuerdo. Cerca de las 6 pm recibí unos mensajes de texto. “Oye Santi. Lo de ayer fue x los tragos y xq eres un imbécil”, “Eres asqueroso”, varias horas después de silencio “Mira, lo de ayer no pasó nunca. Pobre de ti q lo andes contando. No sabes en la que te vas a meter”. Descubres que estás creciendo cuando ese tipo de cosas te dan risa, cuando entiendes la dimensión a la que pertenecen. Casi a la media noche le escribí “Ale, ¿ayer? Salimos de la discoteca y me jalaste hasta el parque. Nada más”, a lo que recibí por respuesta “Nada más, imbécil”

    En la facultad nos saludamos como siempre, una educada distancia, como con cualquier compañera, incluso compartimos algunas actividades grupales. Sin drama, sin nada. Eso sí, jamás me volvió a pedir cigarrillos.
     
    Beyonder, 6 Mar 2021

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    Buen relato , gracias por compartir
     
    RobThomas, 6 Mar 2021

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