El viaje de trabajo

Reciban todos ustedes mis más cordiales saludos.
Después de tanto tiempo de disfrutar de sus relatos, finalmente he decidido a contribuir y (tratar de) devolver la amena lectura a la comunidad.
En esta ocasión les relataré mi experiencia con una ex-enamorada. La relación con ella se dio cuando éramos chiquillos aún, y más allá de meternos mano no pasamos. Debido a los avatares del destino y un largo viaje al extranjero, debimos de dejar la relación inconclusa (y yo quedándome con las ganas de comérmela). Sin embargo siempre mantuvimos el contacto, con sus altos y bajos, hasta mi regreso al país. Vamos a llamarla Tatiana.
Paso a describirla de manera aproximada (dado que a la gran mayoría del público lector importa poco o nula mi propia descripción): 1.70 m de altura, una tercera de busto, 100 cm de circunferencia de caderas, cabellera castaña y larga, y unos expresivos ojos pardos en su bello rostro. En fin, seguramente cualquier hombre dedicaría algunos segundos en voltear a mirarla por la calle.
En ese momento, yo mantenía una relación a distancia con otra chica (cosa que Tatiana no tomó muy bien, a pesar de no tener ningún vinculo sentimental conmigo. Pero quién entiende a las mujeres...), y de vez en cuando salía con Tatiana a tomar algo, pero siempre en plan de amigos. No obstante, en cada una de las salidas era perceptible la tensión sexual entre nosotros, y siempre terminaba a mi regreso a casa calmando mis ánimos masturbándome bajo una ducha fría.
El hecho es que tuve que realizar un viaje por trabajo a una localidad selvática, y al hacerle el comentario a Tatiana, insistió en acompañarme (decía que estaba cansada de Lima, que necesitaba despejarse, que nunca había visto el lugar, etc.). Era muy arriesgado para mí, dado que mi enamorada no toleraba a Tatiana, así que la presencia de mi amiga debía ser cuidadosamente ocultada. Hice presente mis preocupaciones a Tatiana, quien me dijo que iba a ser muy cuidadosa para evitarme cualquier inconveniente. No sin ciertas reticencias, acepté.
Comenzamos los preparativos para el viaje, y dado que yo debía trabajar durante la semana, dejé en manos de Tatiana la reserva de los pasajes y el alojamiento. Los pormenores eran acordados entre nosotros telefónicamente. Me encontraba en la oficina cuando recibo una llamada de ella:
- General Kenobi, ya he separado los pasajes de avión. Viajamos el día X (no recuerdo la fecha)
- Excelente. Ya decidiste el lugar donde quedarnos?
- Sí, el hotel tiene piscina y es uno de los mejores del lugar!
- De acuerdo
- Pero hay un problema: sólo queda una habitación para la fecha
- ... (PTM)
- Pero no te preocupes, tiene dos camas
- Tatiana, sabes que ése no es el problema... Si mi enamorada se entera que voy contigo, me deja seguro
- Ay! Ya te dije que seré discreta. Ni se enterará
- Estás segura? (Carajo, sabía que no tenía que aceptar)
- Pareces un niño! Ya te dije que no va a pasar nada
- Bueno, si tú lo dices
- Entonces hago la reserva?
- Ok
(Paréntesis: sé lo que muchos de ustedes están pensando. General Kenobi es un rosquete. Pues les digo que no es así. Me moría de ganas de estar con ella en un mismo cuarto. Los días posteriores me los pasé masturbándome como un poseído, pensando en el abanico de posibilidades que se abrían. Me imaginaba todas las escenas de películas porno relacionadas a chicas avezadas que invitaban a tener sexo salvaje con uno... Pero no dejaba de preocuparme el hecho que me descubrieran, y ese pensamiento fijo retornaba con vehemencia al final de cada eyaculada a la salud de mi querida amiga Tatiana...)
Llegó el día del viaje. Acordamos encontrarnos directamente en el aeropuerto, y ella llegó tarde, para variar. Subimos al avión y nos sentamos, y yo estaba hecho un manojo de nervios. Hablamos de cosas vanas durante el corto trayecto, y al aterrizar y abrirse la puerta del avión, nos envolvió la selva en su caliente y húmedo abrazo. Debí tomarlo como el preludio al tórrido viaje que me esperaba.
Abandonamos el aeropuerto, y fuimos directamente al hotel en un pintoresco mototaxi (no entendía ni del improbable español del conductor ni del recepcionista del hotel, así que dejé que Tatiana se encargara de todo).
Una vez en la habitación, nos repartimos los muebles y deshicimos las maletas. Por mi parte, empleé dos minutos en ordenar mis cosas, mientras Tatiana aún continuaba a sacar prendas de su voluminosa maleta. Le dije que me pegaba un duchazo, dado que tenía que salir para iniciar con mis encargos del trabajo.
Una vez que salí del baño, me encontré con su colección de ropa interior extendida sobre su cama. Tuve que coger mis cosas rápidamente y entrar nuevamente en el baño para ocultar mi erección. Una vez calmado y cambiado, me despedí raudamente de ella y me dirigí a realizar mis diligencias. Tuve que enfrentarme al obscuro lenguaje de los mototaxistas, pero esta vez solo. Logré llegar a destino a tiempo, por fortuna.
Mi trabajo consistía literalmente en hacer acto de presencia. Hechas las presentaciones y explicadas las labores a realizarse, mi tarea había culminado. Dejé a los operadores empeñados en sus actividades, prácticamente se dirigían solos. Me invitaron al almuerzo protocolar en un lujoso restaurante, y después de saludar a mis anfitriones y anotar mentalmente la posición del excelente local, decidí regresar al hotel.
El calor era agobiante. Una vez arribado, me encontré a Tatiana extendida en una tumbona al lado de la piscina, exponiendo su cuerpo de campeonato al sol. Me invitó a chapotear en la piscina, y yo ni corto ni perezoso fui a cambiarme en la habitación. Al entrar, no pude evitar ver su ropa interior en el cesto de ropa sucia. Ganas no me faltaron de acercarme su tanguita a la nariz y embriagarme de su aroma. Mantuve la entereza, ignoré de manera estoica el llamado de la natura y me puse el bañador, acomodando mi erección al interno lo mejor que podía.
Le dí el alcance a Tatiana en la piscina, y estuvimos jugando un rato en el agua. La temperatura del líquido era ideal, y se estaba a las mil maravillas en la piscina. Y eso sin contar los eventuales roces que, en medio de los jugueteos, lograba dar a Tatiana. No sé como el agua que estaba en torno a mi pene no hervía. Llegaron unos mocosos a romper la tranquilidad, así que nos apartamos a un rincón de la piscina. Ella salió para que el sol le bese nuevamente la piel, mientras yo me quedaba apoyado en el borde con el torso fuera para conversar con ella. Me hubiera gustado salir, pero mi erección era incontrolable. Desde ahí pude observar como los padres de los niños se comían con los ojos a mi amiga, y las respectivas miradas de desaprobación de las madres de familia. Me preguntó sobre el trabajo, y al explicarle en qué consistía, me acusó riendo de robar el sueldo.
El sol se estaba ocultando lentamente, así que fuimos a nuestra habitación. Teníamos que ducharnos para quitarnos el cloro de la piscina, y Tatiana, alegando que su cabello no podía permanecer mojado, entró primero en la ducha. Mientras esperaba mi turno, no pude evitar abrir sus cajones para contemplar su ropa interior. Tangas, hilos, brasileras... tengo un particular fetiche por la ropa íntima femenina, y Tatiana tenía un gusto divino para elegirla. Escuché como se cerraba el grifo, y me apresuré a cerrar el cajón.
- Te toca - me dijo Tatiana envuelta en una toalla - Qué hacías en silencio? Enciende al menos la tele.
- Seguro no hay nada, como siempre - le respondí.
Encendí la TV y le pasé el control remoto. No sé cómo hice a ocultar mi excitación y entré en el baño.

 

Me dí una larga ducha con agua fría, mientras me pajeaba pensando en la chica que se encontraba a una pared de distancia. Después de una rápida enjuagada, me vestí y regresé a la habitación. Me encontré a Tatiana sentada en la cama vistiendo aún la toalla. Sus generosas formas, envueltas en el textil, dejaban imaginar el precioso espectáculo que contenía.
Iniciamos a conversar, cada uno echados en sus respectivas camas, planeando dónde iríamos los próximos días, y a discutir nuestras prioridades según los propios gustos. Le comenté del restaurante al que había ido a almorzar, y le pregunté qué había comido ella. Me dijo que el calor le quitó el apetito, pero ahora tenía hambre (y no se imaginaba el hambre que le tenía a ella). Le propuse salir a comer, y aceptó encantada.
- Me voy a vestir - anunció Tatiana - Puedes entrar en el baño?
- Y porqué habría de hacerlo?. Ve tú
- Es que dentro no hay aire acondicionado
- Pues entonces hubieras aprovechado mientras estaba dentro dándome el duchazo (y apuñalándome pensando en ti)
- Mira que yo no tengo ningún problema de cambiarme aquí mismo. Basta que te voltees mientras lo hago
- Pues hazlo
Y sin más Tatiana se acercó a su cajón de ropa interior, escogió un hilo rojo y un brassier elástico y los dejó en la cama mientras me miraba con parsimonia. Yo trataba de hacerme el indiferente, haciéndome el que se concentra en la TV.
- Voltéate - me dijo.
Yo simplemente me giré, y quedé de costado. Saber que estaba a escasos metros de Tatiana desnuda me tenía duro como una piedra. Dirijo mi mirada hacia el bulto que se había formado en mis shorts, y me doy cuenta del espejo que estaba colocado en la esquina de la habitación, al costado de la puerta del baño. Pude ver como Tatiana se desprendía de la toalla, se agachaba sobre la cama para recoger el hilo, se erguía nuevamente y empezaba lentamente e enfilarse la prenda. Tenía la zona púbica rasada, a excepción de una línea corta de vello que ornamentaba su glorioso monte de Venus. Luego inició con el brassier, y casi suelto un gemido de desaliento cuando empezó a cubrir esas magníficas tetas.
Se inclinó para sacar de la maleta un shortcito cachetero y un topcito. Esas nalgas eran preciosas. Terminó de vestirse y me dijo que estaba lista. Le dije que tenía que ir al baño y entré rápidamente, ocultando el bulto que ella había generado. Mientras lo acomodaba para disimularlo, me preguntaba cómo podía estar así de excitado a escaso cuarto de hora de masturbarme en la ducha. Debe ser el calor. O debe ser que todo el cuarto estaba rebosante de esa hembra llamada Tatiana.
Al salir, me encuentro a Tatiana en pie delante del espejo. Mientras controlaba su outfit, me decía sonriendo "Espero que no me hayas estado espiando!". Balbuceé un "no" y abrí la puerta de la habitación. Ella, con esa sonrisa pícara tatuada en su precioso rostro, atravesó la puerta y yo salí tras de ella.
Ella sabía que la había espiado. Tenía que saberlo. Desde ese espejo era posible observar perfectamente su cama desde la mía. Estaba seguro de que lo sabía. De lo que no estaba seguro era del juego que estaba jugando. Qué quería? Verme reventar de deseo? Llevarme a los límites de la excitación?
Sumido en mis pensamientos (y en las preocupaciones de los riesgos de aventurarme a hacer algo con ella), llegamos al restaurante. Pedí una mesa para los dos, y nos sentamos. Ella se excusó para ir al baño, y yo aproveché para mandar a dormir a mi enamorada (no sin cierta culpa por lo que estaba haciendo). Cuando ella regresó, ordenamos los platos.
- Has estado bastante callado todo este tiempo - inició Tatiana.
- Si, he estado un poco distraído
- Parece que hubieras visto algo que no te gustó - me dijo con una sonrisa.
- No, para nada. Desde que hemos llegado, no he visto nada que no me guste - le respondí sonriendo.
Llegaron las entradas, y comenzamos a hablar ya con más ánimos. Ella me contó de lo mal que había salido de su relación anterior, y de cómo había quedado dolida por tanto tiempo. Luego inició con una simulación de qué hubiera pasado si nuestra relación no hubiera terminado. Comenzamos a echarnos las culpas de manera amistosa, pero sentía como se elevaba la tensión sexual minuto a minuto. Ambos nos lamentamos por no haber tenido la oportunidad, y nos prometimos de no desaprovecharla en el caso ésta se presentase. Y así transcurrió la velada, de manera bastante amena. El vino helado que servían era muy bueno, y pasaba liso como el agua al beberlo. Siempre más animados, pagué la cuenta y salimos a caminar por la plaza. Estuvimos enfrascados en conversaciones tan interesantes que no nos dimos cuenta de la hora hasta que advertimos que las calles se hallaban vacías. Decidimos tornar al hotel a pie, y al pasar por una tienda, compré unas cervezas para continuar con la cháchara en la habitación.
Llegamos al hotel, y al entrar en la habitación nos dimos cuenta que ésta estaba caliente, no obstante me hubiese asegurado antes de dejar el acondicionador encendido a potencia mínima para encontrar la habitación fresca a nuestro regreso. Cogí el control remoto para encenderlo, pero no respondía. Subí a una silla para activarlo manualmente, pero fue en vano. Finalmente llamé a la recepción, desde donde enviaron un empleado que trató de manera infructuosa de poner el acondicionador en marcha. Nos dijo que el día siguiente lo repararían, y lo despedí de no muy buena manera por el fastidio. Ni modo. Iba a ser una noche muy caliente.
Por fortuna teníamos un frigobar, y Tatiana tuvo la previsión para poner a helar las cervezas apenas llegamos. Tatiana abrió la ventana de par en par, su cama se encontraba bajo esta.
- Tendré que dormir contigo, dado que te has cogido la mejor cama - protesté en broma.
- Pues acomódate - me invitó ella.
- Hace un calor increíble, y siento que todo el vino que he tomado en el restaurante está evaporando ahora - le dije, pasándole una lata de cerveza.
- Te dije que no bebieras tanto, eres un pollo - me dijo riendo.
Me senté en su cama, con las piernas cruzadas, y abrí mi cerveza. Ella se puso al frente mío, e hizo lo mismo.
- Sabes, he estado pensando todo el camino a lo que prometimos en el restaurante - me dijo Tatiana.
- Ah si?
- Si, y pensaba en la situación en la que estamos ahora
- Tienes miedo que me pueda aprovechar de ti? (mi sangre se había agolpado íntegramente en mi pene, y su cabeza pensaba ya sola)
- De hecho, me estaba preguntando cuándo ibas a iniciar
Se acercó un poco a mí, y ya no pude pensar más. Me abalancé sobre sus labios, tirando mi cerveza sin importarme dónde cayera. Ella me correspondió con un beso húmedo, mientras me acariciaba la nuca con una mano.
- No sabes cuánto he estado esperando para esto - me dijo Tatiana susurrando.
Por toda respuesta, yo le quité la cerveza de la mano, la dejé acompañar a la precedente, e inicié a sobarle las tetas.
- Espera - me detuvo Tatiana - apaga las luces y cierra la ventana
- Hace demasiado calor como para cerrar la ventana - le respondí - además quiero verte desnuda.
Me alcé y simplemente bajé las persianas, en modo tal que no se pudiera observar directamente dentro de la habitación.
Ella se puso en pie y comenzó a sobarme el paquete por encima del short.
- Creo que nos están sobrando prendas - le dije.
Me saqué el polo, mientras ella me aflojaba la correa. Una vez libre del polo, comencé a tirar de su top para sacárselo. Tatiana detuvo su forcejeo con mi correa, y se sacó el top y el brassier.
- Si no te calmas, me vas a romper la ropa - me dijo Tatiana.
Yo estaba hipnotizado ante esas tetas. Ella inició a sacarse el short, y poco después también desaparecía su diminuto hilo. Yo seguía embelesado, ni siquiera respiraba ante el espectáculo.
Tatiana se me acercó, dispuesta a continuar a desvestirme. Apenas se puso a mi alcance, yo comencé a acariciar ese maravilloso cuerpo. Era de una suavidad increíble.
- No piensas ayudarme con esto? - me preguntó ella, que aún forcejeaba con la correa. En un abrir y cerrar de ojos, me quité el resto de la ropa. Tatiana capturó mi pene entre sus manos, y me condujo hacia su cama usándolo de timón. Se echó sobre el mueble, y se abrió de piernas invitándome a acomodarme sobre ella. Me costaba creer que estaba pasando, me costaba creer que tenía ese cuerpo con el que había fantaseado sólo para mí, me costaba creer mi suerte. Y aún no habíamos iniciado.
Rápidamente me puse entre sus piernas, y comencé a comerle la boca como si fuera un náufrago. Ella me correspondía con su húmeda lengua, y entre las pequeñas treguas que le daba a su boca, me susurraba al oído que quería ser mía. Acerqué una mano hacia su sexo. Era increíble cuánto estaba húmedo y caliente. Comencé a sobar mi falo sobre sus labios, y ella se encontraba ya respirando entrecortadamente. Después de unos minutos de morreo, ya no pude resistir más. Orienté la cabeza de mi ariete hacia el ingreso de su conchita, y me quedé mirando su rostro en espera de aprobación.
- Estás seguro de lo que estás haciendo? - me preguntó con un hilo de voz.
Y por toda respuesta, se la metí. Advertí el sonido de beso húmedo que producía su vagina al alojar mi miembro. Estaba caliente. Quemaba. Por fortuna ya me había masturbado horas antes, porque de lo contrario ahí mismo me hubiera corrido sin remedio. Ella aprisionaba con sus manos mi cabeza contra la suya, y con sus piernas atenazadas alrededor mío, trataba que la penetrase hasta el límite de su profundidad.
- Sabías que esto iba a terminar así - le pregunté mientras entraba y salía de ella.
- No estaba segura - me respondió - pero seguro no me ibas a agarrar sin prepararme.
- Estaba tan caliente que ni pensé en el condón
- No te preocupes, quiero que me lo dejes todo dentro
Estaba alucinando. Nunca había estado así de excitado en mi vida. Se la saqué y me eché en la cama. Si continuaba a ese ritmo, me hubiera venido en pocos momentos. Ella se encaramó encima mío, y se introdujo sola mi miembro. Comenzó un sube y baja lento, tratando siempre con más vehemencia de aumentar la intensidad de la penetración. Sus tetas, sin ningún tipo de sujeción, saltaban siguiendo el ritmo de sus caderas. Yo alternaba mis manos (ni manco que fuese) entre sobar sus tetas y sujetar su culo. Después de poco tiempo, Tatiana comienza a acelerar aún más.
- Ay shit! Me vengo! Me vengo! Me vengo! Me vengooo!!! - gritó Tatiana en éxtasis.
Y sentí como su vagina succionaba mi miembro, mientras un líquido corría por el interior de mi muslo.
- Me vengo... me vengo... me vengo... - me decía a la oreja con un susurro, acercando todo su cuerpo al mío.
Dejé de moverme, la abracé y comencé a besarla cariñosamente, con mi pene aún insertado en su húmedo agujero. Sentía como palpitaba las paredes de su vagina alrededor de mi miembro.
- Déjame descansar un ratito - me dijo Tatiana - pero no la saques. Déjala dentro
- Tus deseos son órdenes para mí - le respondí en broma.
Se incorporó un poco, tenía una sonrisa de oreja a oreja.
- Así que fogosito eras? - me dijo jocosa.
- Y tú cómo esperaba que fuese? - le pregunté con el mismo tono.
- No sé, pero lo haces muy rico churro
Se levantó de la cama, y me dijo que se iba a dar una pequeña refrescada. Nos hacía falta, estábamos pringosos de sudor, así que la acompañé a la ducha y comenzamos a enjuagarnos mutuamente. De retorno a la habitación, me doy cuenta que la sábana se encontraba empapada. Le propongo a Tatiana intercambiarla con la mía, aceptó y me ayudó con la tarea. Me sentía en la gloria sabiendo que ése cuerpo que se movía con gracia y ahora colaboraba conmigo a cambiar la sábana, lo tendría a disposición por todo el viaje. Terminado con el cambio, nos echamos nuevamente a jugar con nuestros cuerpos.
Tatiana me cogía el miembro, pero sus movimientos eran torpes y parecía que no supiera muy bien qué hacer con él. Tengo que reconocer que curiosamente esa inexperiencia me excitaba. Comencé nuevamente a besarla, pasando por sus orejas, su cuello, sus senos, su barriga, su ombligo. No me perdía un centímetro de ella. Finalmente me dispuse a comerle el coñito como se debe.
Inicié con unos pequeños besos por el interior de sus muslos, acercándome y alejándome de su rajita deliberadamente. Escuchaba sus gruñidos de queja cuando me alejaba para retornar a sus muslos, y eso me divertía. Continué con los besos concéntricos hacia su vulva, y cuando me disponía a alejarme de nuevo, ella cogió con fuerza mi cabeza entre sus manos, y me condujo hacia su conchita. Tenía ése sabor ligeramente salado que me parecía maná de los dioses. Hice que cambiara de posición, y viendo su afición a ser devorada en esa zona, la senté sobre mi cara, mientras ella jugueteaba torpemente con mi falo. Sentía como su respiración se desbocaba nuevamente, y en medio de la vorágine en la que estábamos sumergidos, decidí meterle un dedito a ese ano que me estaba guiñando el ojo desde hacía rato. En ese momento tensó la espalda, contrajo los muslos y... sí señores, el unicornio blanco del squirt existe. Existe, y su presencia se hizo manifiesta de manera sorpresiva y tempestiva. Me llenó la boca de sus jugos (y también las fosas nasales), mientras repetía su letanía de "Shit! Me vengo!". Su juguito, salado y poco denso, amenazaba con entrar a mis vías respiratorias. Tuve que salir de la posición en la que me encontraba, mientra Tatiana trataba de secarme el rostro con la sábana y se excusaba repitiendo la frase "Es que tú no sabes la cantidad de tiempo que llevo sin sexo".
Yo no tenía nada que reprocharle. Estaba feliz, como perro con dos colas. Una vez reprendido de la sorpresa del evento, me regocijé en mi suerte de haber encontrado tamaño diamante en bruto. Era preciosa, se sentía atraída por mí, nos llevábamos a la mar de bien y la cereza que corona el pastel: squirtaba!
El sol nos encontró aún en faena. Al darnos cuenta del amanecer, decidimos de mala gana suspender nuestras actividades amatorias.
Dejo a su imaginación todo el sexo ininterrumpido que continuó por toda esa noche, dado que debo suspender este relato; sea porque creo que me he extendido demasiado con los detalles, sea porque he tenido que parar dos veces la escritura de mi relato para realizar actividades onanistas, al recordar los detalles de ese dichoso viaje.
Para culminar, les comento que tuve que llamar a la recepción para que nos cambien las sábanas, dado que las que habíamos usado tenían partes que estaban empapadas de los jugos de Tatiana. La muchacha que mandaron con las sábanas de recambio entró mientras mi amiga (ahora con derechos) estaba tomando la enésima ducha para refrescarse. Realizó el cambio de las sábanas rápidamente, y al salir me sonrió de manera cómplice. En ese momento advertí que nunca cerramos la ventana, por lo que es probable que la charapa que de recepción haya escuchado toda nuestra actividad nocturna.
Le devolví la sonrisa, y me quedé con ella buen rato, mientras Tatiana continuaba en el baño.
Apenas empezaba el día, y aún disponía de otros tres con mi queridísima amiga, en este gran viaje de trabajo.

 

grande General Kenobi, que suerte tuvo en su viaje y que tal faena! lo felicito por su excelente relato

Saludos

 

Muy buen relato Saludos continúe así

 

Excelente relato, buena trama, buena redacción y sumamente exitante. Éxitos cófrade, los agradecimientos respectivos

 

Prosiga usted gran General, ese viaje debe haber tenido varias paradas técnicas.

 

Muchas gracias por sus gentiles cumplidos señores. Apenas tenga el tiempo adecuado, continuaré con el relato de "Tatiana". Y aún tengo otra tres historias dignas de mención. Ya se me ocurrirán los pseudónimos de las femeninas que me acompañaron en mis correrías libidinosas, que con algo de tiempo compartiré con ustedes

 

Que rico Squirt yo me kedo con ella cofrade que rico polvo

 

Asu brother lo envidio sanamente... y a todo esto su flaka? Que paso con ella. Ya que me imagino que Tatiana llenaba sus noches de placer durante su viaje. Oh hubo trio jaja eso hubiese sido la cereza del pastel.

 

Muy buen relato cofrade, le envidio

 

Definitivamente el squirt descrito de tatiana es un acto cacheril que merece no dejarla ir...buen relato ilustre cachero, esperamos la continuación

 

Apenas cuente con tiempo, relataré la(s) continuación(es)... Pero para ser sincero, los pocos thanks recibidos anulan mi voluntad señores

 

oe general kenobi, ese relato ya lo iniciaste y tienes que concluirlo, no te pongas en modo flaca esperando likes, parece comentario de chica reality

 

Buenas Tardes Sres., finalmente dispongo nuevamente de tiempo para continuar el relato.
El viaje de trabajo se prolongó por otros tres días, en los cuales casi no salíamos de la habitación debido a nuestra actividad sexual. Me encantaba sentir sus líquidos cuando se corría, jamás había probado algo así. Las pocas veces que nos aventuramos a pasear por la pequeña ciudad, era sólo para comer en algún restaurant. Por cuanto respecta a mi trabajo, no podía importarme menos. Simplemente coordinaba con mi personal al teléfono cuando tenía una pequeña pausa tras una sesión amatorial con mi querida amiga.
Sería ocioso y repetitivo contar todas las veces que me dedicaba a penetrar Tatiana, pero algo que debo evidenciar es que mientras le daba en perrito, era inevitable que mi mirada no se desviara hacia su anito. Sentía como me guiñaba el ojo, y yo le correspondía masajeándolo con uno de mis dedos. Podía notar como Tatiana también disfrutaba de la caricia a esa zona-tabú, pero no me atrevía a profanarlo. Aún.
El último día, nos fuimos temprano hacia el aeropuerto. Nos encontramos con mi personal (al cual felicité posteriormente, los muchachos habían trabajado de manera completamente autónoma), abordamos el avión y regresamos a Lima. Una movilidad nos esperaba para recoger al personal y a mí, por lo que tuve que despedirme de Tatiana. Coordinamos por mensajes una salida nocturna.
Me desembaracé rápidamente del trabajo, y por la tarde ya me encontraba libre. No veía la hora de encontrarme con mi amiga cariñosa. Finalmente llegó las 8 P.M., recogí a Tatiana de su casa y fuimos a tomarnos un trago en un conocido bar barranquino. Conversábamos acerca del viaje, pero tenía la impresión que ella se encontraba poco dispuesta a continuar con nuestros encuentros sexuales. Por fortuna me equivocaba.
Llegó las 11.30 P.M., y yo quería llevarme a Tatiana a un lugar más tranquilo.
- Bueno, mañana tengo que trabajar... - inicié yo.
- Yo no! Son las ventajas de ser mi propia jefa - me respondió sonriente Tatiana.
- Yo no tengo tu fortuna. Mañana me tengo que levantar temprano... sólo que...
- Sólo que...?
- Sólo que esperaba que tu quisieras acompañarme a un lugar más apartado...
- Llévame - me dijo con un susurro - Estaba esperando tu propuesta.
Pagué rápidamente, y me la llevé de la mano hacia la salida. Podía ver como otros hombres le miraban ese culo generoso mientras salíamos, que se dejaba vislumbrar apenas bajo esa corta minifalda que le quedaba tan bien. Culito que, esa noche, la bella Tatiana me entregaría...

 

Tengo que interrumpir el relato Sres., mi amiga Angie acaba de llamarme. Me ha dicho que tiene la casa sola, y como Uds. comprenderán, promete terminar en cache la visita. Ya contaré las peripecias de Angie en otro thread, espero su comprensión.

 

buen relato amigo continua

 

Buen relato cofra...
Continué pronto con la entrega del culito de Tati.

 

Felicitaciones general kenobi, buen relato

 

Donde me quedé? Ah, la entrega del culito de Tati a este humilde servidor.
Salimos del bar, subimos raudamente a mi auto, y prácticamente despegué con dirección al hotel. En el camino, ella me decía lo contenta que estaba, que siempre quiso probar eso conmigo... La verdad no le presté mucha atención, tenía la mente ocupada en planificar qué hacerle. Asentía de manera mecánica, con una sonrisa de oreja a oreja. Creo que se dio cuenta, dado que a cierto punto se calló, se giró hacia mí, me sonrió y comenzó a sobarme el bulto que se evidenciaba en mis pantalones.
- Veo que ya estas listo! - me dijo de manera pícara.
Y acto seguido, comenzó a abrirme la bragueta y hurgar en mis pantalones. Tenía la mano fría (por qué la mayoría de ustedes las mujeres siempre tienen las manos y pies fríos? En caso una lectora femenina pueda desvelarme este misterio, quedaría muy agradecido), pero rápidamente inició a calentarse en contacto con mi muchacho. Era riquísimo. Traté de poner a trabajar esa boquita, pero cuando le pregunté si me la quería chupar, me dijo que nunca lo había hecho. "Aún" pensé para mis adentros.
Estábamos por ingresar al hotel, por lo que le pedí de interrumpir su placentera actividad, y acomodé con cierta dificultad el soldado dentro de los pantalones. La recepcionista me pidió mis documentos, nos dio la tarjeta, mientras Tatiana susurraba tras de mí "Que roche! Que roche!".
Entramos en la habitación, cerré la puerta y comencé a meterle mano por todos lados. Ella me besaba a la desesperada, con ambas manos sosteniendo mi cara. Le alcé la faldita, debajo llevaba un hilo. Lo retiré ligeramente a un lado, y rocé con los dedos la vulva. Introduje un par de ellos al interno de sus labios, estaba super lubricada, con ese líquido espeso que augura un buen cache.
Saqué el pene de la bragueta, le alcé una pierna, y vestidos aún se lo introduje de golpe. Así, sin necesidad de más preámbulos y de ningún mueble, le empecé a dar parados. Ella gemía bajito, mordiéndome la oreja y susurrándome "Dame, dame, dame...".
Estaba como poseído, lo único que sentía era mi miembro penetrándola, horadando la húmeda y caliente conchita de la rica Tatiana. Le di en pie y con furia unos 5 minutos, hasta que ella me pidió que al menos le deje sacarse los tacos. Pequeña pausa de combate.
Nos separamos, y comenzamos a desvestirnos. Tenía manchas de los flujos de Tati en los pantalones, realmente estaba muy mojada. Terminé de desvestirme, y traté de ayudar a mi amiga a desnudarse. Se quedó en ropa interior.
- Apaga la luz - me dijo mientras entraba en cama.
- Para qué? - le pregunté.
- Tú solo apágala, me da roche!
A veces no entiendo este comportamiento femenino. Ya la había visto desnuda antes, habíamos tirado mañana y noche por cuatro días seguidos durante mi viaje de trabajo, y ahora tenía todo este pudor ante mí. No me hice problemas, apagué la luz principal y encendí la del baño, dejando la puerta abierta para no quedarnos en penumbra.
Me lancé a la cama, Tatiana me esperaba ya con las piernas abiertas. La penetré nuevamente, mientras ella me pasaba los brazos en torno al cuello. Comencé a besarle el cuello, a chuparle esas maravillosas tetas, mientras la taladraba a consciencia. Era riquísimo sentir el golpeteo de mis testículos contra sus nalgas, escuchar ese sonido de beso húmedo que se produce cuando la hembra está bien mojada.
No podía venirme, aún no. Saqué mi miembro y me eché al costado de ella.
- Vamos, sube por favor - le dije a Tati.
- Tú me quieres hacer vanir, no pendejo? - me respondió sonriendo.
- Y tú no quieres que te haga venir?
Por toda respuesta, Tatiana me montó, se acomodó mi pene dentro, y comenzó su cabalgada. Puso al alcance de mi boca su teta derecha (luego hizo esa una de sus costumbres, siempre la teta derecha), mientras me pedía que la muerda.
- Házmelo rico! Me encanta tu pene! - comenzó a gemir.
- Si no me pedías de venir, habría tenido que desfogarme luego con una paja a tu salud - le dije al liberarme un segundo de la succión de su teta.
- De verdad te masturbarías pensando en mí?
- Ya lo he hecho, y no sólo una vez.
- Ay! Sí! Dime que te gusto, dime que voy a ser tu amante! Dime que te encanta hacerlo conmigo!
- Me encanta preciosa, me encanta que te vuelvas así de perrita en la cama!
- Ahhh! Cáchame!
Y acto seguido, Tatiana aumentó el ritmo. Yo comencé a jugar con mis dedos cerca a su anito, haciendo presión en torno pero sin introducirlo.
- Ah! Quieres jugar con mi culito? - me preguntó mientras continuaba con su cabalgata.
Por toda respuesta, le metí el dedo. Una especie de descarga eléctrica la sacudió, y comenzó a sobarse con mayor profusión contra mi pubis.
- Ay shit! Ay shit! Me vengo! Me vengooo! - iniciaba mi amiga con su letanía pre-orgasmo.
Y acto seguido descargó su ya clásico líquido, que comenzó a correrme por el interior de los muslos. Yo continuaba con mi dedo dentro de su anito, simulando el ritmo de penetración.
- Ahhh! Ahhh! - poco a poco se devanecía mi amiga sobre mí. Sus flujos salían menos profusamente. Sentía como mi miembro era apretado por sus paredes vaginales. Finalmente quedó echada sobre mí. Se incorporó en uno de sus brazos y me estampó un buen beso, yo continuaba con miembro y dedo dentro de ella.
- Oye! Saca tu dedo de ahí! Es sucio! - me dijo mi amiga.
- No me pareció que te preocupara eso hace unos instantes - rebatí sonriendo.
- Estaba en medio del goce, me gustó mucho.
- Ya lo hiciste antes por ahí? - me aventuré.
- Sí, con mi ex - me respondió ella.
- Y te gustó?
- La verdad no mucho, sólo acepté porque él insitía.
- Y te gustaría que yo te dé por ahí?
- Lo que tú quieras churro...
Ufff... ante esa respuesta, cargada de sensualidad, por poco termino dentro de ella. La diosa Fortuna me estaba sonriendo con esa hembra magnífica. Y me premiaba ulteriormente con el culito de mi querida amiga Tatiana...

 

buena matanza con la Tati