Una experiencia con Tinder

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Buenas noches cofras:

Escribo después de mucho tiempo, ya que el trabajo, el día a día y la pareja que en ese momento me acompañaba no me permitía entrar mucho a este foro. Hoy relataré una historia de un encuentro que tuve hace 2 años con una chica que conocí en Tinder.

Estaba yo volviendo a la vida de soltero -citas, salidas, agarres ocasionales- y es así que me animo a instalarme Tinder, una aplicación muy popular y de la cual estuvimos hablando en mi centro de labores de ese entonces. Al segundo día de utilizarlo, hice "match" con Sandra, una chica de rostro bello, delgada, de talla mediana (1,60m), senos medianos, caderas pequeñas y un trasero chico pero pronunciado, y le dejé un "Hola". Me sentí emocionado ya que éste era mi primera coincidencia en esta red, después de haber pasado mis intentos del día anterior, aunque también un poco torpe por el mensaje tan simplón que dejé. Al día siguiente, respondió mi saludo y empezamos a conversar. Ella era una chica de 31 años (yo tenía 28) de Arequipa que estaba en Lima por trabajo y que me contaba que acababa de retornar a su ciudad. Dentro mío lamentaba la "mala suerte" que tenía, ya que supuse que nuestro encuentro no se daría. Conversamos brevemente y me dijo que ella se instalaba Tinder cuando salía de su ciudad, así podía conocer personas en los lugares que visitaba para hacer amistad y de pasada conocer la ciudad; y que cuando volvía a Arequipa, desinstalaba la aplicación. Antes que diga algo, me dio su número de celular para continuar nuestra conversación por ahí.

Estuvimos hablando un par de semanas sobre nosotros e intercambiando fotos en diferentes situaciones de nuestras vidas (ninguna erótica). En estas conversaciones siempre salía el clásico: y si nos encontramos ..., pero ambos asumíamos que para ello iba a pasar un buen tiempo. Es así que una semana después, en la víspera de Fiestas Patrias, me pregunta qué planes tenía para ese feriado largo, a lo que le respondí que el viaje que iba a tener con unos amigos se había cancelado y que no tenía nada que hacer; y ella, medio en broma, medio en serio, me propuso ir a Arequipa, y ella podría hacerme un tour y hospedarme en mi estancia para así no gastar tanto dinero (por esas fechas las cosas suben bastante de precio). Le pregunté si me hablaba en serio a lo que ella respondía con un tímido "jajaja". Sin darle vueltas al asunto saqué mi tarjeta de crédito y busqué pasajes vía áerea, pero opté por comprar un pasaje vía en Cruz del Sur por la gran diferencia de precios. Al rato, le envié una captura de pantalla de mis pasajes y le pedí que me espere en el terminal terrestre para guiarme, ya que nunca había visitado Arequipa. Ella, entre sorprendida, preocupada y contenta, aceptó; no sin antes decirme que aunque me deje dormir en su casa, no iba a dormir en su cama.

Llegué al día siguiente a Arequipa, y ella estaba con un pantalón jean y una casaca para el frío, lo que no me permitió ver en ese momento su cuerpo. Pasamos a dejar mis cosas en su casa, ella preparó un cuarto y cama que tenía disponible y me dijo: aquí dormirás, riéndose; a lo que respondí con otra risa. Luego, se cambió de ropa para salir. El vestido floreado que usaba dejaba ver sus hermosas piernas y marcaba su trasero cuando el viento pasaba. Era un deleite ver su cuerpo delineado por los ocasionales soplidos que habían mientras paseábamos por la ciudad conversando de nuestras vidas y experiencias. Ya entrada la tarde, me dijo que iban a ir unos amigos a su casa para tomar algo, así que fuimos a comprar unos cuantos tragos, que ella, a pesar de mi insistencia, invitó.

Llegada la noche, estuvimos con sus amigos, conversando, riendo, tomando. Pasaban las horas y se iban yendo de uno en uno hasta que, a las 11:30 de la noche, nos encontramos los dos solos bebiendo vino y contándonos cosas personales. Se acabó la botella de vino y le pregunté si había otra a lo que ella me dijo que no. Ni modo, estábamos acabando el vaso servido y ella se levanta y me dice que espere un momento, que ya se iba a poner su pijama. Volvió y estaba con un pijama polar, lo que me hizo pensar que definitivamente ese día no pasaría nada. Después de dar el último sorbo, me despido de ella con un beso en la mejilla y me dispongo a ir a mi cuarto, pero al pararme, ella me coje del brazo, me jala hacia ella y me dice: "acompáñame", mientras me llevaba a su habitación. Ni bien se apagaron las luces empezamos a besarnos, mientras seguíamos avanzando a su cuarto...

 

Llegamos a su dormitorio mientras nos desvestíamos en el camino. Mis manos tocaban ese rico trasero, mientras mi boca cambiaba de besar sus labios a lamer sus pechos. Llegamos a la cama y me bajó el pantalón y el calzoncillo, mi pene salió disparado por la erección que tenía. Ella, al verlo, se lo metió a la boca y me hacia uno de los felatios más ricos que recuerde. Lamía la punta de la cabecita y luego engullía todo el tronco hasta casi llegar a la base del pene. Siguió así por varios minutos mientras yo tocaba su vagina recontra mojada y metía mis dedos para motivarla más. Ya no pudimos contenernos, así que paró, me tumbó a la cama y se sentó de golpe, introduciéndose todo mi tronco por esa conchita. ¡Qué sensación!, apretaba (o sabía como hacerlo) bastante y se movía como una licuadora, tal vez desesperada porque, según dijo, no tenía sexo desde hace 7 meses. Seguía saltando y mojándome hasta los huevos, mientras yo besaba sus pechos y mis dedos juguetones tocaban su espalda y culo. De pronto dio un grito y se empezó a mover de manera más brusca, me calentaba la cabeza sentir que ella llevaba el control; hasta que, la saqué de mi encima y la puse en perrito. Era un espectáculo ver ese culito pronunciado comiéndose mi verga. Cada vez la penetraba más fuerte y más profundo, y mis dedos aprovechaban en chequear como estaba ese anito rico que se escondía entre sus nalgas. No metí dedo, aunque se notaba que ya había sido visitado. Ella se dio cuenta que mis manos se entretenían mucho por ahí, y con la calentura del momento me dijo que le rompiera el culo en el segundo polvo. Eso no hizo más que ponerme como un burro y le di de alma, hasta que no pude contenerme y exploté, bañando toda su espalda de leche. No contento con eso, ella se levantó y succionó hasta la última gotita de leche que quedó en mi falo. Pudo ser por el vino o por lo agitada de la sesión que nos quedamos dormidos al momento.

Me desperté en la madrugada sintiendo ese culito caliente, y mi mente empezó a recordar su petición de la noche anterior. Empecé a tocarla...

 

Pinta bien eh!! La continuación cófrade!! Buen jugado!

 

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Excelente relato continuala