Me encanta exhibir a mi flaquita ante cualquiera Pt. 1

Sin más que decir, mi flaca me vuelve loco. Desde la primera vez que la vi, me dije a mí mismo: " que tal mujer". Fue puto amor a primera vista, pero básicamente me llevó el deseo carnal, era obvio que su cara era bella pero su cuerpo, Dios. En ese entonces era verano y la flaquita vestía prendas cortas, en su mayoría shorts, pero en algunas ocasiones minifaldas. Y fue así que cuando una vez ella caminaba y subía unas escaleras, yo me acerqué detrás de ella para verle esas blancas y deliciosas piernas, pero fue gracias al viento que esa tela se elevó más y pude ver a perfección un delicioso calzoncito blanco. A partir de ese entonces me dije: "a la , ella va a ser mía". Y fue así, inspirado por esa imagen mental, reuní fuerzas y con seguridad le comencé a hablar. Y así nos conocimos más y llegamos a ser pareja. Puede ser un buen fin de la historia, con buen sexo obviamente, pero mi obsesión no llegó allí, puesto que como una droga, se quiere más. Al inicio me sentí el hombre más afortunado del mundo, puesto que tener una flaca tan buena como ella al costado mío caminando en la calle y agarrados de la mano, era lo más emocionante que podía haber pasado. Era notorio, claro, toda mujer apetecible siempre va a ser observada, es casi una ley física. No puedo negar que me incomodaba que algunos mañosos la observen, puesto que como es pareja, los celos siempre están allí. Pero luego me puse a pensar: ¿Acaso ellos no desean lo mismo que yo deseaba? Y era cierto, era completamente comprensible que otros deseen ver lo mismo que yo, tocar lo mismo que yo, saborear lo mismo que yo. Para qué, entonces, me dije, debiera ser celoso. Ella es un premio para mí, y como buen premio, a uno le gusta mostrar...

Mostrar, mostrar, mostrar






Aquellas palabras invadían mi mente cada vez. Eran como latidos del corazón que retumbaban sobre mi cabeza. Al poco tiempo, imaginaba a mi pareja siendo observada, siendo apreciada, siendo admirada... siendo tocada. Aquella idea que antes me causaba cierta repulsión ahora me pedía ser alcanzada. Tenía hambre. Tenía hambre como un animal salvaje. A pesar del sexo, aún sentía que quería más, y gracias a mi imaginación, lograba aumentar mi libido y placer. Ella me lo agradecía, evidentemente. Pero todo aquel combustible de erotismo y energía giraban en torno a esas palabras que me repetía constantemente: mostrar, mostrar, mostrar.

Al salir a la calle a pasear, siempre rogaba que ella fuera de forma provocativa. "Para qué", me preguntaba ella. Y yo respondía que para observarla bien, aunque en mi mente ya imaginaba a aquellos otros hombres desprovistos de toda ventaja observarla andar. Sus ojos, su piel, sus pechos, sus caderas, sus piernas, todo. Todo era una obra maestra y los hombres lo sabían. A llegar a una esquina, solía besarla apasionadamente y con mis manos recorría su cuerpo, a veces, insinuando con las manos subir por sus muslos para alzar sus vestidos. Ella reía, me decía, entre risas, "para, se me va a ver todo". Esa es la idea, mi amor.



Tenía que soltar toda esa carga sexual de una vez por todas. Tenía que idear algo, pero, ¿cómo lo iba a lograr? Pensé en todas las alternativas. Pensé en decírselo, pero también creí que de hacerlo, iba a estropear mi plan, puesto que de saber ella, la sorpresa se perdería. Quería que otra persona la observe tal y como yo la observo, y si por alguna circunstancia se diera la oportunidad, que la acaricie y contemple como yo lo hago. Me considero un hombre bueno, puesto que me gusta compartir lo mío.

Si le mencionaba sobre mi fantasía, iba a perder toda sorpresa. Quería sentir esa adrenalina. Así que luego llegué a una solución a mi dilema. ¿Y qué pasaría si pido comida y, al llegar el repartidor, se de cuenta que mi flaquita esté desnuda? Esa imagen me pareció muy excitante, el pensar en ambas reacciones: del hombre que la veía así y de ella que, al estar desprovista de cobertura, se impactaba por tal sorpresa. Y luego, ¿Qué llegaría a pasar? ¿Tal vez ella se enojaría y lo botaría de la casa, o tal vez le daría la menor importancia a su desnudez y aún así continúe con lo suyo? Lo segundo me encendía. ¿Cómo fuera si ella, estando desnuda, siga caminando por los cuartos mostrando todo su esplendor sin el menor bochorno? ¿Y si ella se agachase y le mostrase su sexo? ¿Y si se acercara a él y le pida que converse con ella un rato más? ¿Y si le invitara a sentarse? ¿Y si le pidiera unos "leves" masajes? ¿Y si le pidiera un beso? ¿Y si le pidiera que bese sus piernas o su sexo? ¿Y si le pidiera que la penetrara? ¿Y si me pidiera que la penetrara también?

Dios mío.





De pensar en su bello cuerpo siendo devorado por el placer ajeno y prohibido me satisfice muchas noches. Cada vez que hacía el amor con ella venía en mí aquella escena imaginada y causaba mayor potencia, hasta tal punto de quedar totalmente exhaustos los dos. ¿Cómo iba a lograr todo eso? Una noche, mientras lo hacíamos otra vez, aún faltando para llegar a la conclusión, una pertinente llamada de su trabajo nos distrajo. Como el asunto seguía sonando, ella tuvo que contestar, era su viejo y feo jefe, quería hablar de un asunto (qué se yo). Pero lo que me avivó más fue que mientras ella hablaba, me indicaba que la siga penetrando, que la siga amando. Ella hacía todo lo posible para mantener la compostura por la voz, pero era evidente que se le escapaba cierto atisbo de placer por pequeños momentos. Eso me dio una gran idea.

Le iba a hacer el amor y justo en la mitad de este, tenía que llegar el repartidor.

Idea muy incómoda para muchos, lo sé. ¿Quién quiere ser interrumpido cuando se hace el amor? Tenía que hacer tal sacrificio, puesto que yo veía más allá. Un placer mucho mayor. De esta forma, entonces, la idea ya estaba dada, ahora solo faltaba ponerla en marcha. Para ello pasaron varias semanas para ponerla en marcha, la verdad, fue más mi preparación psicológica que la logística, puesto que iba a ser mi primera aproximación ante tremendo hecho. Ya con anterioridad había hecho ciertos estudios sobre qué clase de pedido iba a hacer y dónde. Al inicio pensé en pizza, pero luego me di cuenta que esos repartidores de comida rápida siempre tienen que estar en movimiento, ya que tienen otros pedidos que hacer. Quedaba descartada la comida rápida entonces. Ahora ¿Qué otras alternativas me quedaban?

Un día salí a montar bicicleta para hacer ejercicios y de repente me di con la respuesta a mi problema. Cerca a mi casa había una tienda, y esta tenía el servicio de delivery por motocicleta, ya que como las casas son grandes, muchos vecinos no prefieren caminar, así que era mejor contratar muchachos jóvenes con motocicletas para hacer los pedidos. Para mi sorpresa, estos muchachos estaban afuera de la tienda haciendo nada. Quizá esperaban al próximo pedido, pero a diferencia de las cadenas de comida rápida, estos no eran muy seguidos. Ya tenía todo listo, era perfecto. Llamaría a la tienda, haría algunos pedidos, y mientras le haga el amor a mi flaca, llegaría el joven repartidor, a quien le diría que pase y, sorpresa, vería a mi flaquita desnuda.

El plan era casi perfecto, ahora solo tenía que esperar a cuál sería la reacción de ambos. Con el otro no había problema, puesto que a esa edad de 18 o 19 años todos paran arrechos; pero ella sí, aunque tenía como herramienta el sexo para hacerla seguir la situación. Unos días después, puse a marchar mi plan.




Fue un día sábado, casi a medio día. Yo y ella ya nos habíamos despertado y estábamos listos para el resto del día. No puedo negar que durante esas horas mi cuerpo temblaba, temblaba como si fuera la primera vez que tendría sexo. Cada vez que pasaba al costado de ella, tenía que respirar hondo y hacer que todo estaba normal. Cosa que no lo estaba. Mi mente vacilaba constantemente y mi corazón latía a mil. Tuve suerte de que no me puse a sudar exageradamente, pero aún así, estaba profundamente nervioso. Durante un momento en el que ella se había ido a hacer unas cosas dentro de la casa, yo me percaté que estaba a solas y podía comenzar mi plan. Así que con mucha determinación cogí mi celular y marqué el número, pero antes de presionar el número de la llamada me detuve a respirar. Miles de dudas llenaron mi cabeza de repente. Me sentí aún más nervioso y pensé que mi voz se iba a quebrar, pero ya estaba allí y había dado el primer paso. No había forma que retroceda, no si tenía aquella oportunidad.

Entonces con un impulso sin pensarlo mucho y casi animal, presioné aquel botoncito verde. ¿Aló, sí?.... , ya hice la llamada y me pedían que quería. Listé un conjunto de productos sin sentido. Una vez que acabé la llamada, sabía que tenía algunos minutos para que el humilde joven llegue a casa y toque la puerta. Ahora tenía que atacar.

Ella estaba leyendo un libro en el cuarto hasta que abrí la puerta casi de a golpe. Ella se sorprendió y antes de preguntarme qué pasaba, yo le hice mi sonrisa mejor fingida (un intento muy cómico de seductor de película) y me abalancé sobre ella para darle un profundo beso en la boca. A simple vista eso fue muy salvaje, casi animal. Solamente caí sobre ella para besarla. Mientras ella reía y me preguntaba que qué quería, la sostuve con mis brazos y la cargué, para luego llevarla al sofá de la sala y echarla allí. Una vez echados los dos, vi su mirada tierna y juguetona, como aquella escena del Rey León donde Simba y Nala se reencuentran y ruedan en el suelo para caer uno encina del otro. Vi sus ojos verdes y no contuve el impulso de besarla profundamente una vez más. Ahora ambos fluíamos con armonía, con nuestra propia energía. No nos importaba nada más que nosotros besándonos y tocándonos en ese sofá. Siguiendo mi instinto, metí mis manos debajo de su polo y toqué sus tetas sobre su sujetador. Luego bajé mis manos y desabroché su jean para abrir paso a una truza de encaje muy hermosa. Le bajé el pantalón de una forma tan suave que hasta ahora me cuesta creerlo.



Ella sonreía de placer y sorpresa mientras yo aún jugaba con su cuerpo. Besaba cada extremo suyo y ella me pedía aún más. Besaba y tocaba, aún no era hora de penetrarla, puesto ambos disfrutábamos de ese juego posterior. Cada instante parecía una eternidad. Bajé mi cabeza y posé mi mentón sobre su pubis. Ella ya sabía que quería, así que llevó su mano y me indicó que la siguiera. Mientras rozaba con mi lengua esa tela que cubría su sexo, me preguntaba dónde estaría el repartidor y cómo haría para que no se pierda toda esa pasión ardiente. Ella ya estaba excitándose cada vez más, y una interrupción solo iba a hacer que se pierda todo, así que tenía que seguir jugando con ella sin llegar a penetrarla. La masturbación era una buena idea, pero era mejor si progresivamente iba subiendo la excitación.



Ella sobaba su blanca piel que cubría todo el cuerpo. Mientras desde allí abajo, yo paseaba con mi lengua por todo el contorno de su ropa interior, tratando de pasar por cada detalle. Evidentemente, estaba dibujando la prenda con mi lengua. Traté de evitar aún llegar a su sexo, me enfocaba en los alrededores, y cada vez que ella trataba de frotarse, metía sus dedos en mi boca para que aún no se de mayor placer. Mientras lo hacía a ojos cerrados, ella gemía cómodamente y yo estaba pensando que en cualquier momento llegaría el joven. El momento ya era el preciso, pero aún no había nada. O era yo el apresurado por la situación, o de verdad se estaba demorando el repartidor. Poco a poco la escena requería de más, y no podía detener aquella excitación. Tenía que buscar nuevas formas para hacer tiempo y hacerla disfrutar. Entonces me decidí y la sostuve para voltearla, dirigiendo sus carnosas nalgas hacia mí. Me detuve un instante para saborear con mi mirada tremendo monumento. Ella en ese instante ya pedía más.



Apreté sus nalgas con mis manos de forma fuerte y metí mis narices dentro de sus glúteos. Abrí mi boca y besé la prenda, cuyo volumen ya había aumentado por la excitación. Podía sentir sus labios vaginales con mis labios y mi lengua. Y me mantuve jugando de todas las formas allí, de arriba hacia abajo o formando óvalos constantemente. Ella daba gemidos del placer. Parecía que ya nada le importaba más que recibir gozo. Y deleite yo le daba. Era el momento preciso para que ya llegase el otro, me repetía constantemente. Pero aún no. Tuve que seguir jugando con mi boca y mis manos hasta que llegara el momento. Yo la ponía en varias poses y así la tocaba y besaba, de esta forma iba descubriendo nuevas formas de pasar el rato de forma erótica.



De repente, ante una escalada de deleite, mi flaquita gemía más y se ubicaba en nuevas posiciones para que juegue con mi lengua hasta que sonó el bendito timbre. Yo fui el primero en notarlo y mi emoción subió a niveles nunca antes elevados. Mi corazón latió aún más rápido y de repente comencé a expulsar el sudor que había estado aguantando. ¿Quién será ahora?, dijo ella en un tono entre malhumorado y gimiendo. No pares, también me dijo. No vayas, me suplicó. Pero yo ya había accionado mi plan, y quería sentir el mayor deleite erótico posible. Parando de jugar con mi lengua, cogí su mano y la dirigí hacia su clítoris, con el objeto de que ella misma se vaya dando placer mientras yo atiendo la puerta. "No abras mucho", dijo ella, pero era justo lo contrario que iba a hacer.

Me paré de un salto y caminé hacia el costado, hacia la puerta, donde el joven con la moto esperaba. Abrí la ventanita de la puerta y por fin le vi la cara. No era un sujeto agraciado, para nada, menos aún fornido. Era un muchacho escuálido y feo. Ese tipo de hombre el cual una mujer como mi flaca nunca se fijaría. Pero este iba a ser su día de suerte, este día iba a tener el mayor regalo de su vida. Abrí de golpe la puerta y le dije: "PASE".

Una vez que entró giró la cabeza hacia el sofá y vio una imagen que sospecho nunca había visto en directo en su vida. Mi flaquita aún estaba excitada, pero se había sorprendido tanto que se detuvo de golpe e intentó pararse para subirse el pantalón y dejar de mostrar su trucita. De esa forma, el joven la observó absorto desde atrás, mientras que ella giraba su cabeza para mirarlo fijamente con sorpresa.



Ambos se miraron un momento, y sospeché que ella había perdido el placer de repente. Entonces, para no acabar con aquella escena, me acerqué hacia ella, quien seguía en la misma posición en cuatro mostrando el culo; y toda la seguridad del mundo le sobé una nalga y me dirigí al joven para decirle: "Deja en el piso la bolsa y mira si quieres". Ella estaba muy confundida, se notaba en su mirada, pero acerqué mi boca a la suya y la besé. Como no respondía ante mi estímulo, puesto que estaba aún tiesa, dirigí mi dedo medio entre las nalgas y siguiendo la línea del hilo hasta llegar a la zona superior de su vagina, cubierta por la tela aún. "No te detengas, amor, sigue con lo tuyo, por favor."

De repente comencé a mover aún más mi dedo hasta que ella poco a poco logró reaccionar ante el estímulo placentero. Ella luego subió su cabeza y arqueó su espalda, moviendo las caderas y siguiendo el juego del inicio. Felizmente estábamos comenzando a retomar el momento de deleite anterior, solo que ahora ya podía hacer aún más. Estuve así durante un tiempo más hasta que ella comenzó a dar sus pequeños pero seguros gemidos. Ahora ella ya había entrado de completo al juego y podríamos proseguir.

Por el otro lado, el joven la seguía mirando absorto mientras descubría con su mirada cada parte de su cuerpo. "Oh, sí. Mamacita" y "Sigue así", comenzaron a brotar de su boca, la cual tenía ganas de ir hacia ella y saborear. El joven dirigió su mano hacia su miembro y lo comenzó a tocar. Ella seguía gimiendo conforme yo iba aumentando la intensidad de mis movimientos. Ahora, ella quería que le bese la vagina directamente. De repente, ella se sentó hacia mí y miró al joven, quien se frotaba a través del pantalón. ¿Te gusta?, le dijo ella a él. "Me encantas, perrita" Le dijo él. "Te chuparía toda la concha hasta morir".

Entonces mira esto, dijo ella...

(Sigue en la parte 2)

 

​que continúe...que pusiste imágenes? no salen...

 

Sí, había puesto fotografías, pero de la nada ya no se pueden ver. Es un poco decepcionante.

 

cofra utiliza este linl para tus fotos:

http://www.uploadhouse.com/

y lo ingresas como códigoBB...algomás..y si seria bueno juntarlos porq ni enterado.,,,gracias mi bomboncita por el aviso

Algún mode que los una.

 

Muchas gracias, resolveré ese tema lo más antes posible.

 

buen relato cofrade.

 

buen relato

 

y las fotos?

 

Me gusto cofrade.

 

Amigo, yo también tengo ese morbo por mostrar a mi mujer, solo cuerpo no rostro. Pero no sé porque me excita tanto. Saludos.