La anfitriona que desvirgué

Buscando en la web me tope con esto, no sabia q tmb tenian esta seccion ..q buena aventuraaa doc y provechoo

 

Esperamos la 3 parte cofrade... excelente relato.

 

Que buena historia maestro... sana envidia.. prosiga con el relato...!

 

Que bueno habra estado eso de darle por atras, esperando la tercera parte cofra !!!

 

Parte tres


Ya teníamos cuatro meses de relación clandestina con Adriana. Ya habíamos alquilado un pequeño departamento donde pasábamos horas juntos haciendo de todo, incluso comer y conversar. Y ya habíamos explorado el sexo en diversas maneras, de diversas formas, en días y horas en las que parecía que tirar era nuestra única forma de seguir con vida. Yo estaba totalmente obsesionado con esa chica tan joven y deliciosa, tan inexperta para la mayoría de cosas y con esa mezcla de dulzura y sensualidad que me volvía loco y me hacía desearla, en todo momento y en todo lugar, cada vez más. Sin embargo, aún nos faltaba algo por experimentar.

Y ahí estábamos, Adriana y yo, después de haber tirado una vez más, bajo la ducha, empezando de nuevo, mientras yo la jabonaba, la enjuagaba, la lamía, la besaba, iba por sus pechos, su vientre, su pubis, luego por su nuca, su espalda y su firme, redondo y perfecto trasero. Ahí me detuve, besando, lamiendo y mordiendo sus nalgas, separándolas un poco, aspirando el aroma excitante que emanaba de esa zona aún prohibida. Una zona que en los últimos días había empezado a estimular levemente con los dedos, dándole pequeños soplidos, besos, pero sin pasar a más. Hasta esa tarde, en que además estábamos algo bebidos, con nuestra clásica mezcla de red bull y whisky, cuando la tenía con las nalgas separadas y empecé a lamerle ese delicioso y extremadamente angosto orificio. Entonces Adriana empezó a gemir un poco, a moverse, a disfrutar. Y yo, sin prisa, con toda la calma que me era posible, me detuve y la guié hasta nuestra cama, la recosté boca abajo y, mientras le agarraba el culo con mis dos manos, seguía estimulando la entrada de su ano con mi lengua, con movimientos lentos primero, circulares, y luego algo más rápidos, intentando introducir la punta de mi lengua en ella, que no dejaba de gemir bajito, de agitarse y entregarse.

Me detuve entonces un segundo, en el que fui al velador y saqué lo que tenía guardado desde hacía algunos días: lubricante. Le ofrecí a Adriana un vaso con trago y los dos bebimos, y luego volví a su culo. Lo lamí un rato más, hasta que sentí que estaba lista para el siguiente paso. Le puse lubricante, nuevamente con toda calma, pasando mi dedo en forma circular, solo por encima, hasta que lentamente hundí mi dedo índice en su ano, sintiendo una presión absoluta, una estrechez que me volvió loco de arrechura. Pero me controlé. Y seguí estimulando a Adriana, preparándola y dándole confianza. Luego hice que levantara las caderas y esa imagen, con ese culo ofreciéndose a mí, llevó a mi verga a estar más dura que nunca. Pero aún no la usé. Me acerqué a Adriana por un costado, le introduje nuevamente un dedo y empecé a besarla, a morderle los labios mientras ella correspondía a todo con absoluta excitación. Y en medio de ello, logré que todo mi dedo se introdujera en su ano. Luego, mientras seguíamos besándonos, intenté meterle dos dedos, pero fue bastante difícil, aunque logré hacerlo en parte.

Cuando sentí que Adriana estaba lista, tomamos un poco más, la coloqué en cuatro nuevamente y puse mi verga, embadurnada de lubricante, en la entrada de su ano. Nuevamente, empecé con movimientos externos y circulares, notando que ella se arrechaba cada vez más. Intenté entonces metérsela lentamente, pero no pude. Volví a intentarlo una vez más, pero nuevamente fallé. Hasta que Adriana se entregó por completo, dejó de moverse y yo pude meterle parte de la cabeza de mi pinga. No pudo evitar, sin embargo, contraer el culo y dar un pequeño brinco, pero yo ya la tenía tomada por la cintura y seguí con mis movimientos lentos, metiéndole de a pocos la cabeza de mi verga, mientras ella empezaba a gemir cada vez más y más fuerte y hasta dio un grito cuanto toda la cabeza entró y empecé a cacharla, metiendo cada vez más pinga en su culo, haciendo que Adriana empezara a moverse, a disfrutar también. Era un espectáculo ver a ese trasero que era mi obsesión, a ese culo perfecto, monumental, que acababa de desvirgar, tragándose mi verga, recibiéndola cada vez más adentro.

Aquel primer tira anal no fui tan brusco ni tan profundo con las embestidas, pero al parecer a Adriana le gustó, porque desde entonces empezamos a experimentar más el sexo por atrás, ahora sí penetrándola completamente, embistiendo cada vez con más energía, probando poses, poseyendo su grandioso culo, su estrecho ano, una y otra vez. Y fue así como le enseñé a Adriana, a la anfitriona, los placeres del sexo anal.

 

Que tal experiencia cofrade, como buen maestro de perutops aplico todas las tecnicas para inagurar ese asterisco.

 

Bien ahi con el cofrade "padrastro" xq es malo con.el "chico" jaja

 

Que buena cofra con la inaguracion

 

Cuando lei el titulo del Relato dije:"este Cofra mas iluso" por la fama de bandidas que tienen. Pero caes en la cuenta de que Adriana es una "Volanteadora"(mega sic), entonces todo tiene bastante mas sentido....