La amiga de mi esposa

muy bueno!!, la continuación de este relato se puede poner interesante!

 

Excelente! Definitivamente Ud. es escritor....

 

que buen relato cofrade!

 

buena continuación! la trama da para mucho más

 

Pronto, la siguiente parte: La amiga de mi esposa IV - La batalla de los asteriscos. (En 3D y 4D, con salpicada de leche incluída).

 

Interesante, la lectura te atrapa y sorprende
en espera de las siguientes entregas.

DAngelS

 

Grandioso relato felicitaciones, !!!!!!

 

Bien entretenido el relato.

 

Muy bien redactada,, excitante y esa prosa si que atrapa....mmm si hubiera tsunami in this moment.... me agarra con los pantalones abajo,.jajjaja..

 

sin duda no hay como comerse un culito selladito!!!

 

Que GENIAL la tercera! Ufff ese relato me huele a trio al final... que rico!

 

Muy buen relato estimado...muy buen relato.

 

La amiga de mi esposa IV


Hay hechos que marcan nuestras vidas, momentos que esperamos y para los que nos preparamos con mucha anticipación y ansias. Aquella tarde, mientras tiraba con Carla, mientras la tenía en cuatro y se la metía por el culo, al oír aquella frase, empecé a pensar, a prepararme, a desear, a imaginar lo que sería eso que se convertiría en una obsesión.

- ¿Quieres cacharnos a las dos? – me susurró Carla al oído, mientras su ano, caliente y estrecho, recibía a mi verga dura y erecta. - ¿Si? ¿Quieres meternos pinga a las dos? ¿Quieres que te la chupemos y nos tomemos tu leche? ¿Si? – insistía Carla, enfermándome, volviéndome, como siempre, un animal. Pero ahora sigue, así papito – continuó, con placer, con dolor, casi con rabia, apretando los dientes, aferrándose a las sábanas. – Rómpeme el culo, dame así, duro… duro.
​

Todo había empezado cuando me contó que ella, Carla, se había acostado con Mariana, mi esposa. Me contó todo, con lujos de detalles, lo que hicieron, lo que dijeron, lo que sintieron. Desde ese instante, y cuando me contó sobre las otras dos veces que tiraron, no pude dejar de pensar en Carla y en Mariana cachándose, lamiéndose, metiéndose los dedos, la lengua, haciéndose venir la uno a la otra. Y confieso que me masturbé más de una vez con esa imagen en mente, hasta que no aguanté más y aquella tarde, después del primer polvo, se lo insinué a Carla. Y ella usó ese deseo para arrecharme más, para volverme loco, hasta que me lo dijo directamente, me lo propuso, aceptó volver mi deseo en realidad.

Pero para un trío, hace falta que tres personas estén de acuerdo, y no sabíamos qué diría mi esposa. Así que empezamos a planear, a excitarnos solo con hablar del tema, hasta que lo tuvimos todo preparado. No era algo seguro, pero lo íbamos a intentar. Carla era realmente una perra en celo y se mojaba solo de pensar en lo que haríamos, así que ella se encargaría prácticamente de todo.

Fue una noche, nuevamente en mi casa. Yo inventé un dolor de cabeza para no salir y mi esposa se resignó a pasar el sábado en la noche viendo televisión. Entonces Carla, siguiendo lo planeado, la llamó, le preguntó si podía visitarle y Mariana, mi esposa, le dijo que sí. Yo fui a mi habitación, lleno de ansiedad, nervios y excitación, simulando que iba a descansar. Y esperé, pacientemente, insoportablemente, tomando un trago para calmarme, hasta que escuché la voz de Carla y mi esposa, conversando, riendo. Solo tenía que esperar un poco más y seguir con el plan.

Pasó un buen rato y fui a la sala. Simulé sorpresa al ver a Carla, la saludé y bromeamos sobre que por mi culpa no se pudo salir ese sábado. Entonces les dije, a mi esposa y su amiga, que tenía que reivindicarme y que les iba a preparar unos tragos. Así que fui a la cocina e hice tres pisco sour bien cargados. Incluso, a las copas de mi esposa y de Carla, les agregué un poco más de pisco puro. Entonces empezamos a tomar y a conversar, a bromear, a reír. La conversación, gracias a la amiga de mi esposa, tomó aires excitantes, y Mariana sonreía, le seguía la corriente. Yo preparé más piscos, les serví y, después de un rato, simulé que me había vuelto el dolor de cabeza. Les dije que regresaba en un rato y fui a mi habitación. Solo me quedaba esperar.

Pasaron los minutos, largos, eternos, hasta que oí risas y ruidos provenientes de la sala. Quise salir y verlas, pero me contuve, tenía que seguir con el plan. Seguí esperando, muriéndome de la curiosidad, hasta que escuché pasos, pasos de dos personas. De pronto, vi que eran mi esposa y su amiga. Entraron al cuarto mientras yo simulaba que dormía, con la luz apagada. Y entonces pasó.

- Amor – me dijo Mariana, al oído – no te muevas, te tengo una sorpresa.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? – susurré.
- Shhh… no te muevas ni digas nada – insistió mi esposa, para después empezar a besarme con pasión.

​

Y así estábamos, besándonos, cuando unas manos empezaron a bajarme el pantalón y la trusa. Era Carla.
Mi esposa y yo seguimos besándonos, cada vez con más ganas, cuando sentí que una mano tomaba mi verga y luego una boca empezaba a chuparla. Fue una de las sensaciones más arrechantes de mi vida, pero no sería nada comparado con lo que vendría.

- Mi amiga Carla quiere probar tu pinga, amor – me dijo Mariana, sobándome el pecho, besándomelo también, bajando a mi vientre y llegando finalmente al lado de Carla.
​

Yo encendí la lámpara y bajo la tenue luz pude observarlas mejor. Pero lo que sentía era incluso superior. Carla seguía mamándomela, mientras Mariana empezó a lamerme los huevos, con su larga lengua. Después, mi esposa y su amiga empezaron a compartir mi pinga, a lamerla a lo largo, hasta llegar al glande. Yo me levanté un poco y las tomé suavemente del cabello, acompañando el recorrido de sus cabezas, hasta que nuevamente llegaron a la punta de mi verga e hice que mi esposa y su amiga se juntaran, rozaran sus lenguas, se besaran. Las dos empezaron a besarse y tocarse mientras yo me puse de pie y empecé a desvestirlas, sintiéndome como flotando, como en un sueño. Pero todo era real.

De un momento a otro, yo tomé el mando. Desnudé a mi esposa y la recosté sobre la cama, con las piernas abiertas. Tomé a Carla por el cabello y llevé su rostro hasta la concha de mi esposa, para que se la comiera. Las dos gemían, disfrutaban. Yo chupé las tetas de Carla, que estaba en cuatro; luego recorrí su espalda con mi lengua, hasta llegar a su culo. Pero primero me eché boca arriba, entre sus piernas y le metí dos dedos en la conchita, mientras con mi lengua le estimulaba el clítoris. Mi esposa se vino gracias a la lengua y dedos de su amiga, y Carla se vino gracias a mí. Pero recién empezábamos. Mi esposa y su amiga siguieron besándose, sin dejar de estar arrechas por un segundo, mientras yo me dirigí al culo de Carla y también le metí la lengua, los dedos.

- Cacha a mi amiga. Métele la pinga – me dijo mi esposa. Y yo obedecí.
​

Aún en cuatro, agarré a Carla y se la metí por la concha. Mi esposa se reincorporó y empezó a besarme, a acariciarme los huevos, mientras Carla gemía como una perra. De pronto, pasó algo que me llevó al extremo. Mi esposa sacó mi pinga de la vagina de su amiga, y se la llevó a la boca. La chupó con ansias, con deseo, hasta que la recosté y empecé a cacharla a ella.

Mi esposa estaba totalmente arrecha y le pidió a su amiga que se sentara sobre su rostro, para comerle la concha. Carla le hizo caso y se quedó casi frente a frente conmigo. Yo estaba parado sobre el piso, cachando mi esposa al borde de la cama; mi esposa comía la concha de Carla y Carla y yo nos besábamos mientras yo amasaba sus tetas. Era el paraíso.

- Échate – le ordenó mi esposa a su amiga. – Ponte acá al borde de la cama.
​

Yo me quedé de pie, esperando para ver lo que mi esposa haría y ella, una vez más, me sorprendió. Porque hizo que su amiga se recostara al filo de la cama, le abrió las piernas y empezó a pasar sus dedos por el culo de Carla. Incluso escupió por sobre el ano de su amiga, pasando su dedo índice para esparcir su saliva.

- Ahora sí, rómpele el culo a Carla – me ordenó.- Dale por el culo a mi amiga.

​

Mariana siguió tomando las piernas de Carla y yo entré en ese ano que ya tantas otras veces había probado. Pero aquella vez fue todo distinto, porque mi esposa gritaba, me decía que le rompiese el culo a su amiga, que le diera duro. Y Carla no se quedaba atrás, también me pedía más y más pinga. Y yo le di con todas mis fuerzas, hasta que le llené el ano de leche y me dejé caer sobre ella.

Aquella noche, mi esposa y su amiga me dejaron descansar pero ellas siguieron, besándose, comiéndose la una a la otra, hasta que yo repuse y volví a tirarme a las dos, eyaculando en esa segunda oportunidad en sus rostros.

Fue una noche inigualable, que se repetiría durante algún tiempo, algunas noches. Noches en las que no había ninguna prohibición, en las que nos revolcábamos y cada uno de los tres era dueño del otro.
Pero el tiempo pasó y Carla tuvo que viajar por algunas semanas. Seguía siendo la perra en celo de siempre, pero se había conseguido un novio (un tipo medio hippie, loco y algo drogo) y parecía que se había enamorado de verdad. Yo me la tiré un par de veces más, disfrutando como siempre, pero su novio empezó a sospechar y dejamos de vernos.

Así ha sido hasta este momento en que escribo esto. Carla sigue con el pastrulo y yo sigo tirando con mi esposa, con alguna amiga y con kines. Pero siempre recuerdo y recordaré a esa hembra ansiosa de sexo, a esa perra en celo, a las tetas, a la jugosa concha y al delicioso culo de la amiga de mi esposa.


-¿Fin?-

 

wow! la fantasía de todo cofrade hecha realidad

 

Muchas felicidades, maestro!!

 

de la ptmr...buena historia...y felicitaciones ppr el estilo del relato...

 

muy buen relato, atrapante la historia y narrativa perfecta.

Definitivamente esta clase de threesome todos quisieramos tener, algunos la hemos cumplido y es lo mas arrechante y satisfactorio, siempre y cuando no se transgredan los limites y sensibilidades de las partes involucradas.

Felicitaciones x akella mamada mientras manejaba, es fantastica y adrenalinica esa sensacion cuando uno esta al volante, le recomiendo cofradia cuando estan en alguna via rapida, para sentirse el duenho del mundo

Yo tuve orales manejando a 100mph y es fabuloso, obvio no usar el cruiser xq sino se pierde el encanto

Felicidades cofrade y que sigan las faenas

 

Jaja... eso ya es muy extremo. Yo promuevo tanto el manejo como el cache responsable.

 

golosísima perú, que sarcástica mi estimada, jajajaja.

 

Cofrade!!! este si es un buen relato y muy excitante también, que suerte tiene de haber hecho trío con su esposa y su amiga culona.

 

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