La Uruguaya

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por erlis, 7 Ene 2012.

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    erlis

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    En uno de mis viajes que hacía por Latinoamérica cuando vivía en USA me tocó ir a Uruguay, un país que había visitado poco y que no le daba mucha bola. Tuve que viajar a asistir a un evento internacional donde mucha gente de muchos países de la región iba a conversar de un tema, el cual no lo voy a contar para preservar el anonimato. Yo había viajado de mala gana porque esos eventos son muy aburridos y el viaje era muy largo para estar sentado allí. Como buen kinero, eso era lo único que me alentaba del viaje, el poder visitar algunos NC para levantarme una local. Eso lo hacía siempre, y de hecho la primera noche en Montevideo hice lo propio.

    Pero el segundo día, conocí una uruguaya, que llamaremos Susana, quien trabajaba en el evento y nos había acompañado en un tour guiado por unas fábricas a las afueras de la capital. Susana era una voluntaria del evento, tendría unos 31 años, o sea 9 menos que yo en ese momento, era delgada, de cara preciosa, pero muy reservada. No era un cuerazo como esas modelos que te encuentras en Buenos Aires o en el mismo Montevideo, pero era una chica que te gustaría que te vieran con ella. Era en realidad muy guapa. Me hice pata de ella en el viaje de visita aunque era muy reservada. Allí me enteré que era casada (yo estaba soltero pero con compromiso en esa época con una gringa) pero que su machete viajaba mucho por Argentina en un negocio que era uruguayo pero con clientes argentinos. De tanto hablar, le dije para almorzar ese día y aceptó. Almorzamos y conversamos mucho, y me di cuenta que el marido no la atendía y que se sentía sola, así que me mandé a invitarle unos tragos después del coctel que me tocaba asistir esa noche. Ella no atracó y se despidió gentilmente luego del almuerzo.

    Ya durante el coctel y decepcionado porque Susana no me dio bola, yo hacía tiempo y me ponía “lindo” con el licor gratis del evento. planeando que en un rato iría por más carne uruguaya en el NC del día anterior. En eso, me di cuenta que Susana estaba en el coctel lo cual me sorprendió mucho:

    -Hola Susana, ¿Por qué no me dijiste que vendrías?
    -Hola E, lo que pasa es que lo decidí de último minuto.

    Luego me enteré que el marido la había llamado y le había dicho que no iba a volver en 2 semanas más lo cual la había molestado mucho, por lo que decidió ir al coctel. Allí, en medio de una música para chill-out, se mandó unos tragos conmigo para ponerse las pilas. Siguió reservada, sin hablar de más, sólo lo suficiente. Tampoco se emborrachó pero tomó los tragos que me iban a costar a mí si hubiese aceptado mi invitación. Finalmente, cuando había poca gente en el evento, salimos a caminar por allí y terminamos en un café contemplando gente pasar, casi sin conversar. Y así, sin conversar, ella me dio la mano y nos abrazamos como viejos amantes, pero sin besarnos. Luego quiso irse y yo me subí al taxi con ella aunque ella no quería que vaya a su casa; yo le dije que me correspondía dejarla en su casa y luego irme a mi hotel. Y en el taxi nos besamos y nos fue tan bien que al final me quedé en su casa. En ella, me pidió que la espere y cuando salió apareció con un delicioso baby doll blanco que le resaltaban unas preciosas piernas contorneadas y largas. Nos besamos de nuevo y nos fuimos a su cama donde no paramos de besarnos por un buen rato; luego empecé a bajar por su pecho y le besé las tetas por otro rato con toda la paciencia del mundo. Ella sólo gemía muy levemente pero se dejaba llevar y en un momento creo que se vino del solo masaje lingual que le daba a sus tetas. Seguí bajando y llegué a su vientre donde la encontré toda depiladita a lo laser, o sea perfecta y suavecita. Poco a poco me acerqué con mis besos a su labios de abajo hasta que me los comí como un caramelo muy dulce. En esos momentos ella gemía muy fuerte y me agarraba la cabeza y me apretaba contra su vientre. Se vino una vez más, pero yo seguí con mis besos y ella accedía. Así que la volteé boca abajo y la seguí besando desde atrás, con todo su trasero mirándome a mi, en ese momento saqué el miembro y la atravesé por detrás en medio de sus gritos y mordidas de almohada. Estaba ella recontra lubricada y mojada por dentro, y fue fácil entrar y pasearse adentro. La tuve en mi posición preferida que se llama “prone bone” en inglés: ella boca abajo con las piernas cerradas y yo sentado en sus piernas dándole por atrás mientras observaba su rico trasero. La estuve bombeando por un buen rato hasta que me vine sacando el miembro y echando mi leche encima de sus nalgas. Fue una explosión para los dos (bueno, sobretodo para mi).

    Ella se limpió y luego vino de nuevo y nos quedamos abrazados por un buen rato sin conversar ni dormir. Creo que pasó media hora, o una hora, no recuerdo, pero ella estaba con los ojos abiertos, pensando en no sé qué, ni en no sé quién. Yo no quería interrumpirla en sus cavilaciones. Luego, de pronto, me miró y me dijo midiendo sus palabras: “muchas gracias”. Y sin dejar que yo conteste me puso boca arriba y ella bajó a hacerme uno de los orales más memorables de mi vida. Lo hizo despacio primero, comiéndose el miembro con toda la calma del mundo. Tenía una técnica impresionante pues parecía una profesional en el sentido de saber qué me gustaba más del oral, pero a la vez no parecía una kine quien sabe qué debe hacer para hacerte venir rápido. Ella subía y bajaba, se lo tragaba todo, y luego se detenía en el glande el cual chupaba como su mejor caramelo, luego volvía a bajar hasta llegar a las boloñas a quienes visitaba seguido. Luego cuando me sentía que iba avanzando en mi placer empezó a ir más rápido con sus labios, nada con sus manos, las cuales sólo usaba para acomodarlo en su boca, nunca para apurar el movimiento. Poco a poco fui llegando al clímax con su ritmo cadencioso que en el momento de venirme exploté como si no hubiese tenido relaciones por un mes y todo se lo tragó sin dejar ninguna gota afuera. Se quedó dándoles besos y luego subió a mi a decir nuevamente “muchas gracias”.

    Yo casi me desmayo en ese momento y nos quedamos dormidos hasta casi el amanecer. Cuando se hacía claro, ella se despertó y me dijo al oído: te tienes que ir. Pero el momento había sido tan intenso y ella resultó tan fiera en la cama que empecé a besarla nuevamente sin dejar que hable más. Ella estaba encima mío besándome la cara muy delicadamente y así nos quedamos un rato hasta que yo la atraje más porque quería besarle las tetas nuevamente, pero ella se siguió de largo y estando yo echado boca arriba ella avanzó de manera que puso su vientre en mi cara para que le haga un oral. La posición era: yo echado boca arriba y ella sentada en mi cara con sus manos agarrándose de los barrotes de la cama sacudiendo su sexo en mi boca. Era deliciosa y me encantaba que se sentía claramente cómo disfrutaba de la escena y del sexo. Finalmente la atraje hacia mi, la puse boca arriba, abrí sus piernas y las puse sobre mis hombros y la penetré en esa posición hasta que me vine otra vez. Esta vez, podía verle la cara de placer ya que con los ojos cerrados gemía tras cada arremetida mía como pidiéndome que no terminara nunca. Pero no soy porno star y tenía que terminar y lo hice dejándole la leche dentro.

    Luego me levanté, me duché y cuando salí ella seguía allí como petrificada, desnuda boca abajo en la cama. Le dí un beso en la nalga y salí a mi hotel donde dormí un rato. Yo pensaba verla nuevamente en el evento ese día más tarde antes de tomar mi vuelo, pero ella no se apareció. No fue a trabajar el evento y ¡yo no tenía su dirección de correo ni su teléfono! No tenía tiempo de buscarla en su casa así que me fui al aeropuerto desconsolado por un lado porque no la podía ver de nuevo pero contento porque había sido una buena aventura.

    Ya en el avión, encontré en el bolsillo del terno en una de mis tarjetas personales esta nota:

    “Me habían dicho que los peruanos comen bien, pero no sabía que comían tan rico. Buen viaje [email protected]” (ficticio)

    La historia luego de esa nota será para otro relato.

    -e
     
    erlis, 7 Ene 2012

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    Excelente cofra, provecho con la uruguaya, esperamos nuevos relatos con la uruguaya!
     
    Tonymaster, 15 Ene 2012

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    q buena historia, y si q son ricas por esos lares, reciñen regrso de un viaje al rio de la plata y q rico aregtnona me comí... pero pre pago ejeje
     
    locoredbull, 15 Ene 2012

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    erlis

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    Estoy preparando la segunda parte. La envío pronto.

    Saludos

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    erlis, 31 Ene 2012

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    FELINO

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    Excelente historia maestro......!!!! Esperemos que se venga una nueva TRILOGÍA en esta columna.lll Provecho ...!!
     
    FELINO, 31 Ene 2012

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    #5

    erlis

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    Luego de leer el mensaje que me había dejado Susana en el bolsillo del terno nada me sacó la sonrisa de estúpido que tenía en la cara durante todo el vuelo a Chicago. Luego de un par de días le escribí a su correo electrónico respondiendo a su broma acerca de la comida peruana. No esperaba mucho de su respuesta, pero ella fue inmediata y desde aquel día empezó una relación por correo y Messenger que duraría varios meses. Era divertido chatear con ella de vez en cuando aun cuando estaba en la oficina o en la oficina de mis clientes. Me di cuenta en esas conversaciones que era una chica muy sola, que el marido no le hacía caso (yo concluí que le sacaba la vuelta con un lomo argentino) y que no era uruguaya como yo había pensado sino paraguaya. Su familia era del norte de Asunción pero que ella había vivido toda su vida en Montevideo, por eso es que su acento era como de uruguaya, pero que siempre pasaba unos meses con su familia paraguaya.

    Eso explicaba muchas cosas de lo que había intercambiado con ella. Primero, que se cumplía la regla que las paraguayas, junto con las colombianas y brasileñas son las mejores amantes de Sudamérica. Es sabido de su entrega en la cancha sin muchas restricciones ni perjuicios y que se someten a todo y que a la vez tienen mucha iniciativa en la cama. Mi experiencia en Montevideo con ella confirmaba esa regla. Lo segundo que explicaba era el por qué era tan avanzada en el sexo ya que durante nuestros intercambios virtuales habíamos logrado una confianza de amantes que nos llevó a tener conversaciones acerca de posiciones sexuales preferidas, historias eróticas y del sexo en general. Eran conversaciones por chat muy directas y abiertas a través de las cuales descubrimos que los dos éramos muy afines en el sexo. Era difícil pensar que eso era enamoramiento, pero tampoco era simplemente un tema sexual ya que creció cariño entre nosotros. Sabíamos que había problemas para un relación: yo viviendo en Chicago y viajando siempre, ella viviendo en Uruguay y sin ganas de mudarse a otro lado, su marido que si bien creo que la engañaba nunca le había pedido el divorcio o tenía intenciones de separarse, y yo que estaba comprometido con una gringa que me entretenía, era buena en el sexo pero que cada vez me traía más dudas la relación. Era claro que ninguno quería deshacer su vida vigente en ese momento por el otro, pero aún nos atraíamos mucho.

    Luego de tres meses en ese trance, y luego de tantas conversaciones calentonas logré arreglar un viaje de trabajo a Punta del Este por unos días. En realidad no me correspondía ir, pero luego de una artimaña en el trabajo logré desembarcar a un gringo porque su español era muy malo y no convenía que él viaje. Yo arreglé el viaje para ver a Susana, ya que el negocio no me llamaba la atención. Así que planeamos ese viaje con mucho cuidado, íbamos a estar 4 días y 4 noches juntos en Punta de Este en donde yo sólo tenía que ir a unas reuniones por la mañana. Ese viaje lo hubiera hecho antes si hubiese tenido días de vacaciones pero justo antes de nuestro primer encuentro yo había estado casi tres semanas aquí en Lima de vacaciones y en USA sólo te dan entre dos o tres semanas de vacaciones al año. Es por eso que me inventé el viaje a estas reuniones.

    Nos hospedamos en el hotel que la empresa me pagó, estábamos muy ansiosos por el rencuentro ya que habíamos pasado muchas horas y días previos calentándonos por internet imaginándonos las cosas que nos haríamos el uno al otro con lujo de detalle. Eso generaba en mí mucha expectativa, y creo que en ella también porque aunque era cierto que ya habíamos tenido un encuentro muy interesante meses atrás aquellas nuevas conversaciones y chateos cibernéticos nos había elevado enormemente la varilla de la expectación. Habíamos fantaseado mucho respecto a poses, intensidad y frecuencia de sexo, y lo habíamos hecho sin vernos, sólo a través del internet y sólo después de un encuentro furtivo de algunas horas tres meses atrás.

    Ella llegó primero y me esperó en el bar del hotel hasta que mi vuelo llegara. Cuando entré y la vi me la quería comer en ese instante, estaba muy excitado y ansioso como ya lo dije, pero me sentía torpe, no la quería cagar. Nos besamos en la mejilla, sonreímos y nos sentamos en la barra mientras esperábamos que nos dieran la habitación del hotel que se iba a demorar una media hora. Tuvimos oportunidad de hablar y relajarnos (habíamos estado tensos hasta ese momento) con un trago de vino argentino que nos sirvieron. Poco a poco la naturalidad con la que habíamos llevado la relación íntima y casi sexual a la distancia y por internet iba colmando nuestra conversación; nos dimos de la mano, nos abrazamos pero no nos besamos en público. Ella se lució en la forma cómo estaba vestida para nuestro rencuentro pues había puesto muy bien en práctica todo aquello que alguna vez yo le había comentado sobre lo que me excita en la vestimenta de una mujer: llevaba un vestido blanco y fresco (no pegado) con la falda sólo un poco más arriba de las rodillas, tenía los hombros descubiertos y usaba unos zapatos abiertos con taco (no muy alto ni muy bajo) que mostraban unos pies deliciosos, cuidados, impecables. A través del vestido se podía ver que usaba ropa interior ínfima, casi no se veía, como si no la tuviera. Y tenía un escote de los dioses, osado pero no tan atrevido como para parecer vulgar. El pelo lo tenía largo, lacio y suelto, sólo amarrado arriba en la coronilla con un gancho negro; se lo había aclarado sin ser rubia totalmente. Y tenía muy poco maquillaje pero olía delicioso con un perfume que aún lo puedo recordar.

    Subimos a la habitación de la mano y una vez que el camarero cerró la puerta nos dimos un abrazo y un beso que casi nos asfixiamos. Yo sentía como cuando estás a punto de llegar a lo más alto de una montaña rusa, luego de un camino de subida lento a la cima y que no tiene retorno, cuando sabes que estás a punto de caer y sentir esa euforia de la caída libre que caracteriza los primeros metros de un juego así. Nos besamos y empezamos a manosearnos, a tocarnos, a reconocernos con la mano. Poco a poco la llevé a la cama y la puse boca arriba sin que se quite nada, ni los zapatos tan excitables que tenía, la fui besando de arriba hacia abajo pasando por su delicioso cuello, por sus tetas todavía cubiertas por el vestido, por su vientre plano, hasta que llegué a su pubis el cual besé con vestido y todo. En ese momento, retrocedí y levanté su vestido para saborear con mis manos y luego con mi lengua esos preciosos muslos muy duritos que tenía, los saboree despacio hasta que subí a su calzoncito. Era una ropa interior blanca, casi transparente y muy delgada, pero no muy pequeña. Por su entrepierna subí a su sexo y sentí que estaba empapada, el calzón estaba empapado. La besé allí hasta que con la mano arrimé el calzón y me comí su sexo como un hambriento se come un trozo de pan y saboreé esos jugos que le salían y se mezclaban con mi saliva mientras sentía que allí arriba ella gemía cada vez más fuerte. Así estuve unos minutos hasta que sentí que ella estaba a punto de venirse por lo que continué al ritmo de sus gemidos para esperar que terminara. Luego me comentó que en ese momento ya se había venido un par de veces pero cuando intensifiqué los besos y el movimiento de mi lengua sintió ella que explotó por dentro.

    Me quedé allí un minuto entre sus piernas mientras ella tomaba aire. Luego me atrajo a ella y me dijo que me quería tener dentro, que me quería dar todo. Yo estaba a mil, con el muchachón dispuesto y babeando por su regalo. Me saqué la camisa, me bajé el pantalón y ella se sacó el calzón para que lo hiciéramos con su vestido puesto (otra de mis fantasías antes conversada). Pero en ese momento, reaccioné y justo antes de tomarla en misionero me eché a su costado y la miré con una sonrisa. Ella se acordó lo que habíamos conversado tantas veces y se acercó a mi y empezó a darme un oral con toda la paciencia y delicadeza del mundo; se lo comía con ganas y cariño, de arriba abajo, con una técnica impresionante (luego me dijo que se había preparado para este evento con unos videos que había visto por internet, yo le bromeé preguntando si se había preparado sólo con teoría o con práctica también). La técnica que usó no era nada del otro mundo para mi entender, pero era muy efectiva ya que se cuidaba de no hacer daño, de usar su lengua y labios con mucho empeño ni muy rápido ni muy lento, pero siempre sin parar ni pausas, y concentrándose de vez en cuando en el cabezón con su lengua y labios. No necesitó visitar en esta ocasión a los huérfanos porque con la viada con la que yo venía no pude resistir tanto, y ella escuchando atentamente mi ritmo siguió chupando y lamiendo hasta que me vine todo en su boca y se cuidó mucho de cerrar sus labios asegurando la carga en su interior. Luego, con mi leche en su boca me miró atentamente, saboreó con su lengua y se lo pasó toditito sin dejar una gota fuera. Lo hizo tal cual lo fantaseamos, tal cual me advirtió que haría, me lo había descrito en algún chat erótico anteriormente pero la realidad sobrepasó la fantasía. Habíamos conversado de cómo en aquella ocasión cuando nos encontramos 3 meses atrás ella se había tragado toda mi leche pero me advirtió que esta vez lo haría en nuestro primer encuentro para asegurar máxima carga, máximo volumen el cual iría disminuyendo en la medida que los polvos vengan por cuatro días y cuatro noches. Y era cierto, me había venido con todas las ganas y sentí que le dejé medio litro de leche en la boca de tan aguantado que había llegado, de tanta excitación por nuestro rencuentro.

    Luego de aquella sesión y después de habernos quedado abrazados unos minutos yo me levanté porque quería darme un baño. El viaje desde Chicago vía Buenos Aires había sido largo y necesitaba yo un poco de agua caliente. Al verme, ella también se levantó y se metió en la ducha conmigo, pidiéndome permiso si podía hacerlo. Pensamos en llenar la tina y quedarnos juntos allí pero mientras decidíamos eso sentíamos como la ducha nos mojaba a ambos y nos relajaba mientras nos jabonábamos. La ducha era tipo española, redonda que daba una lluvia amplia suficiente para los dos mojarnos a la vez si estábamos juntos. Nos empezamos a pasar el jabón por el cuerpo como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, sin hablar, uno frente al otro. Me entretuve mucho con sus tetas, perfectas, un 34 bien puesto con unos pezones muy claros. Los jaboné y luego los besé un buen rato, ella sólo disfrutaba del momento. Mientras tanto yo me calentaba de nuevo y más aun por que ella me empezó a jabonar la pieza que empezaba a responder de nuevo. En eso, le di la vuelta y de rodillas le empecé a dar un beso negro en ese culito recién jabonado y todo mojado por la lluvia de agua que aún nos caía. Tengo que decir que a nadie que ha estado conmigo he visto disfrutar tanto como a la Susana con el tratamiento de su culito. Mientras yo me entretenía con él, ella se agachó y apoyó las manos en la pared de al frente para quedar en una perfecta pose de escuadra. Eso me daba más espacio para besarla y comerme todo su sexo y su culo intercaladamente. Luego de unos minutos me detuve, me puse de pie y preparé mi miembro para el ataque. Ella, con una flexibilidad de gimnasta se agachó más y se agarró los tobillos esperando mi arremetida la cual fue por ese culito que tanto había besado. Entró fácil, sin dolor y hasta con lubricación. Yo he hecho muchos anales en mi historia pero ninguno como Susana quien no sé qué hacía para que entrara tan fácil, y aún ajustar. No era como otras que necesitan estiramiento, que le pongas los dedos o que vayas de a poquitos. Ella cuando quiere lo hace y no sufre. Le di por atrás un buen rato, sin prisa pero a buen ritmo, ella ayudaba con el movimiento y gemía bastante de placer. Como antecedente, ella me había dicho que esa era una pose que quería experimentar, que la había visto en internet y que le gustaba mucho. Esta vez era yo quien le cumplía una fantasía, y qué rico era!. Yo me sostenía de su cintura delgada y perfecta para el agarre y bombeaba a buen ritmo hasta que ya no pude más y le terminé en el culo una buena leche como para el recuerdo.
    Luego de terminar, se irguió de nuevo, se volteó y me dio un beso largo. Y me dijo: los peruanos sí saben comer. Nos abrazamos, nos secamos y nos fuimos a la cama de nuevo. Allí nos dormimos unas horas, como una siesta de sexo, en cucharita.


    ...CONTINUARÁ….
     
    erlis, 31 Ene 2012

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    #6
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    muy buena experiencia en carne rioplatense, yo tambien se lo que es comerse una uruguaya, son deliciosas, tienen un fisico y porte envidiable.
     
    Dielex, 1 Feb 2012

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