Este es un interesante artículo sacado de un blog gaucho. Espero reconsideren cuando se hable de un país y una población que para muchos no aparece mas que en datos estadisticos de la pobreza en America Latina. Gracias Haiti. NUNCA ALCANZAREMOS A PAGAR NUESTRA DEUDA CON HAITI. Si la libertad no tiene precio, no alcanzaremos a pagar nunca nuestra deuda con Haití. El apoyo del país caribeño a la emancipación latinoamericana tuvo un costo altísimo para ella. Casi tan alto como el que ha pagado por su propia existencia. Un precio mucho mayor que el terremoto que hoy la estremece. Haiti fue castigada y hundida en la mayor pobreza, casi deliberadamente. Y fuimos cómplices. Este año festejamos el Bicentenario de la independencia y es necesario saber que sin el apoyo decisivo de la República de Haití, dicha independencia no se hubiera logrado. O por lo menos no, en ese tiempo, ni en esa forma. Cuando José de San Martín se encontraba ante el avance realista español y la conspiración porteña; cuando Simón Bolivar huye a Jamaica luego de ser derrotado en las costas venezolanas; cuando la monarquía del inescrupuloso Fernando VII con todo su arsenal y ejército de veteranos de las guerras napoleónicas arrasaba a sangre y fuego América Latina, surge del Caribe la figura luminosa del presidente de Haití, Alexander Petion. Haití fue el primer país independiente de las Américas en erradicar la esclavitud, y así se constituyó³ en la primera república democrá¡tica americana en establecer plenamente los derechos del hombre. Luego de vencer al ejercito de Napoleón, al de Inglaterra y al de España, el Haití de Alexander Petion se convirtió en refugio de muchos de los patriotas latinoamericanos que debían asilarse, producto de sus ideas libertarias. Recibieron cálido hospedaje entre otros, Francisco de Miranda, Simón Bolivar y hasta de nuestro Manuel Dorrego. En 1815 el líder haitiano convoca a Bolivar, que se encontraba refugiado en Jamaica, deprimido y al borde del suicidio. Petion le ofrece al futuro libertador armas, barcos y soldados para retomar la lucha por la independencia americana. El haitiano plantea a Bolivar -y así se lo hizo firmar- que a cambio de este apoyo los revolucionarios sudamericanos debían decretar la abolición de la esclavitud en América. Bolivar asumió así esel compromiso y partió al continente con soldados seleccionados por el propio Petion. Ya triunfante, y antes del encuentro con San Martin dijo: Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo Presidente Alexander Petion me prestó su protecció y bajo sus auspicios formó una expedición de 300 hombres comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leonidas... Solo la colonización cultural explica que desconozcamos esta epopeya. Los guerreros haitianos regaron generosamente su sangre en toda América del Sur... solo por nuestra libertad. Petion no solo le dio a nuestros emancipadores los pertrechos y los soldados, le dio algo mucho más importante: un fundamento político más amplio y abarcador para la independencia americana. Muchos de nuestros patriotas eran esclavistas; el propio Bolivar integraba la clase alta caraqueña. Finalmente Bolivar se referirá siempre a Alexander Petion como "el Autor de nuestra libertad". Desde ese instante, España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos bloquearon a la República de Haití de toda relación internacional. El presidente norteamericano, Thomas Jefferson dijo que Haití es un mal ejemplo. Los dueños de esclavos no toleraban la existencia de un país independiente gobernado por hombres negros. Finalmente Estados Unidos llegó a poner orden e intervino militarmente el país en 1915. Haití, el pionero de la emancipación americana y los derechos del hombre, se convirtió en la nación mas pobre del planeta. Hay que decirlo con bochorno: nuestros países, especialmemnte Venezuela y Nueva Granada, no hicieron nada significativo por Haití. Sólo observaron desde lejos como se consumaba un lento, silencioso genocidio. En ese sentido, fue brutalmente franco un haitiano que dijo en estos días que el terremoto era, quizá¡s, "lo mejor que nos podía pasar a los haitianos". Quizás hayan hecho falta el trueno y el temblor de la tierra para despertarnos de la pasividad cómplice y de la actividad armamentista en la que solo gana el gobernante y el mercenario. Quizás Haití reciba ahora, ante el drama que clama al cielo, algo de la ayuda que le mezquinamos durante años. Llego el momento de actuar no solo por el pueblo haitiano, sino por nuestra propia dignidad. Victor Ramos Presidente SOS Discriminación Internacional Visita nuestro blog: www.matemedios.blogspot.com
Este es un interesante artículo sacado de un blog gaucho. Espero reconsideren cuando se hable de un país y una población que para muchos no aparece mas que en datos estadisticos de la pobreza en America Latina. Gracias Haiti. NUNCA ALCANZAREMOS A PAGAR NUESTRA DEUDA CON HAITI. Si la libertad no tiene precio, no alcanzaremos a pagar nunca nuestra deuda con Haití. El apoyo del país caribeño a la emancipación latinoamericana tuvo un costo altísimo para ella. Casi tan alto como el que ha pagado por su propia existencia. Un precio mucho mayor que el terremoto que hoy la estremece. Haiti fue castigada y hundida en la mayor pobreza, casi deliberadamente. Y fuimos cómplices. Este año festejamos el Bicentenario de la independencia y es necesario saber que sin el apoyo decisivo de la República de Haití, dicha independencia no se hubiera logrado. O por lo menos no, en ese tiempo, ni en esa forma. Cuando José de San Martín se encontraba ante el avance realista español y la conspiración porteña; cuando Simón Bolivar huye a Jamaica luego de ser derrotado en las costas venezolanas; cuando la monarquía del inescrupuloso Fernando VII con todo su arsenal y ejército de veteranos de las guerras napoleónicas arrasaba a sangre y fuego América Latina, surge del Caribe la figura luminosa del presidente de Haití, Alexander Petion. Haití fue el primer país independiente de las Américas en erradicar la esclavitud, y así se constituyó³ en la primera república democrá¡tica americana en establecer plenamente los derechos del hombre. Luego de vencer al ejercito de Napoleón, al de Inglaterra y al de España, el Haití de Alexander Petion se convirtió en refugio de muchos de los patriotas latinoamericanos que debían asilarse, producto de sus ideas libertarias. Recibieron cálido hospedaje entre otros, Francisco de Miranda, Simón Bolivar y hasta de nuestro Manuel Dorrego. En 1815 el líder haitiano convoca a Bolivar, que se encontraba refugiado en Jamaica, deprimido y al borde del suicidio. Petion le ofrece al futuro libertador armas, barcos y soldados para retomar la lucha por la independencia americana. El haitiano plantea a Bolivar -y así se lo hizo firmar- que a cambio de este apoyo los revolucionarios sudamericanos debían decretar la abolición de la esclavitud en América. Bolivar asumió así esel compromiso y partió al continente con soldados seleccionados por el propio Petion. Ya triunfante, y antes del encuentro con San Martin dijo: Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo Presidente Alexander Petion me prestó su protecció y bajo sus auspicios formó una expedición de 300 hombres comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leonidas... Solo la colonización cultural explica que desconozcamos esta epopeya. Los guerreros haitianos regaron generosamente su sangre en toda América del Sur... solo por nuestra libertad. Petion no solo le dio a nuestros emancipadores los pertrechos y los soldados, le dio algo mucho más importante: un fundamento político más amplio y abarcador para la independencia americana. Muchos de nuestros patriotas eran esclavistas; el propio Bolivar integraba la clase alta caraqueña. Finalmente Bolivar se referirá siempre a Alexander Petion como "el Autor de nuestra libertad". Desde ese instante, España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos bloquearon a la República de Haití de toda relación internacional. El presidente norteamericano, Thomas Jefferson dijo que Haití es un mal ejemplo. Los dueños de esclavos no toleraban la existencia de un país independiente gobernado por hombres negros. Finalmente Estados Unidos llegó a poner orden e intervino militarmente el país en 1915. Haití, el pionero de la emancipación americana y los derechos del hombre, se convirtió en la nación mas pobre del planeta. Hay que decirlo con bochorno: nuestros países, especialmemnte Venezuela y Nueva Granada, no hicieron nada significativo por Haití. Sólo observaron desde lejos como se consumaba un lento, silencioso genocidio. En ese sentido, fue brutalmente franco un haitiano que dijo en estos días que el terremoto era, quizá¡s, "lo mejor que nos podía pasar a los haitianos". Quizás hayan hecho falta el trueno y el temblor de la tierra para despertarnos de la pasividad cómplice y de la actividad armamentista en la que solo gana el gobernante y el mercenario. Quizás Haití reciba ahora, ante el drama que clama al cielo, algo de la ayuda que le mezquinamos durante años. Llego el momento de actuar no solo por el pueblo haitiano, sino por nuestra propia dignidad. Victor Ramos Presidente SOS Discriminación Internacional Visita nuestro blog: www.matemedios.blogspot.com
El peso del pasado es muy poderoso en Haiti. Su vida independiente es una tragedia desde cualquier mirada. Me parece increible que siendo un género típicamente latinoamericano la novela sobre caudillos y tiranos, no se haya escrito la historia de los Duvalier. Uno de los aspectos más escabrosos es como manipulaban a través de la creencia en el vudú a la población. Por otra parte, Haiti tiene un problema de aislamiento cultural. Su realidad cultural es original y totalmente desconectada del conjunto del Caribe y toda América. El creole es el mejor ejemplo de esa situación. Uno de los elementos más difíciles de conducir en las operaciones de rescate de las víctimas del terremoto del pasado mes de enero fue precisamente el idioma. El creole no es francés, mucho menos un dialecto del francés como en Quebec o en los departamentos franceses de ultramar de la región. Esa falta de un medio de comunicación le impide abrirse al mundo. Tomando como parámetro las antiguas colonias anglofonas de la región, el grado de integración cultural de la población es altísimo, sin menoscabar su raíz africana. Ahí está el caso de Trinidad y Tobago e incluso Jamaica.
El peso del pasado es muy poderoso en Haiti. Su vida independiente es una tragedia desde cualquier mirada. Me parece increible que siendo un género típicamente latinoamericano la novela sobre caudillos y tiranos, no se haya escrito la historia de los Duvalier. Uno de los aspectos más escabrosos es como manipulaban a través de la creencia en el vudú a la población. Por otra parte, Haiti tiene un problema de aislamiento cultural. Su realidad cultural es original y totalmente desconectada del conjunto del Caribe y toda América. El creole es el mejor ejemplo de esa situación. Uno de los elementos más difíciles de conducir en las operaciones de rescate de las víctimas del terremoto del pasado mes de enero fue precisamente el idioma. El creole no es francés, mucho menos un dialecto del francés como en Quebec o en los departamentos franceses de ultramar de la región. Esa falta de un medio de comunicación le impide abrirse al mundo. Tomando como parámetro las antiguas colonias anglofonas de la región, el grado de integración cultural de la población es altísimo, sin menoscabar su raíz africana. Ahí está el caso de Trinidad y Tobago e incluso Jamaica.
Haití: el infierno es este mundo Juan Lopez Torres Cuando escribía estas líneas se calculaba que más de mil setecientas personas habían muerto en Haití a causa de las lluvias. Las organizaciones internacionales de ayuda que trabajan allí estiman que las muertes se multiplicarán cuando se extiendan las infecciones. Es lógico que esto último ocurra en un país que apenas si tiene sistema sanitario. En 2002, el gasto en salud per capita fue de 56 dólares, cuando en España fue aproximadamente de 1600. Sin que ocurran las desgracias de estos últimos días, la esperanza de vida sana en Haití es de las más bajas del mundo: unos 43 años, mientras que en España es de más de 72 años. La mortalidad infantil fue de 139 por cada 1000, cuando en España es de poco más de 4. En nuestro país tenemos unos 4 médicos por cada 10.000 habitantes, en Haití hay 0,2. ¿Alguien puede extrañarse entonces de que las lluvias, por suaves que fueran, se conviertan en una auténtica masacre? Para colmo, el Fondo Monetario Internacional impuso recortes en los gastos sociales y la deuda externa (a veces para pagar créditos que ni siquiera llegaron a Haití) es económicamente extenuante. Sólo para hacer frente a los intereses se dedica el doble que lo que se gasta en sanidad. Como siempre que ocurren estas cosas, la tendencia general es a pensar que se trata de una desgracia natural más que cae sobre territorios o naciones que por su intrínseca miseria y pobreza están siempre condenados al sufrimiento y a la necesidad. Esto es cierto en el caso de Haití pero sólo desde un cierto punto de vista. Es verdad que hoy día Haití es el país más pobre del hemisferio norte. De sus ocho y pico millones de habitantes se calcula que unos 3,8 no disponen de ingresos suficientes para sobrevivir y que 2,4 están en situación de insuficiencia alimentaria crónica. El 50% está desempleado y un 52% en situación de pobreza. Los que trabajan no están en mejores condiciones. En la capital, Puerto Príncipe, el 92% de los empleos son informales; en el conjunto del país un 60%. Las imágenes que vemos del país son las de un territorio miserable, sin riqueza alguna, lleno de suciedad y hambre. Por eso a mucha gente le resulta sorprendente saber que Haití no fue siempre un país pobre ni muchísimo menos. Todo lo contrario. Cuando era colonia francesa proporcionaba a Francia más ingresos que todas sus demás colonias juntas. Allí florecían las artes y era la colonia más rica del mundo. Su ciudad emblemática, Cap Français (ahora Cap Haitien), era conocida como el París del Nuevo Mundo. La dominación española había sido tan desastrosa y cruenta que despobló el país casi por completo y los franceses lo repoblaron con esclavos negros. En 1789 las ideas de la libertad, la igualdad y la fraternidad estallaron en la metrópoli y los esclavos tuvieron la ocurrencia de creerse que eso iba también con ellos, los negros. Después de levantamientos y revueltas en 1804 se abolió la esclavitud. Antes incluso que en Inglaterra, que lo hizo tres años más tarde aunque, por cierto, con tan escasa convicción que hubo de reiterar la abolición en 1832. Este año se ha cumplido, por tanto, el segundo centenario de su independencia, de la proclamación del primer jefe de estado negro de la historia moderna. Se ha celebrado con sangre. A partir de entonces comenzaron los grandes dramas de Haití. La igualitaria y revolucionaria Francia no le reconoció la independencia y le exigió altísimas compensaciones. Estados Unidos la combatió desde el principio y decretó sucesivos bloqueos y embargos. El por otro lado tan reputado Thomas Jefferson dijo que "había que confinar la peste en aquella isla". En 1915 fue invadida por Estados Unidos que en 1918 obligó a cambiar su Constitución porque prohibía vender tierras a los extranjeros. Cuando lograron cobrar las deudas de sus bancos los norteamericanos dejaron Haití en manos de dictaduras sangrientas y miserables, como la de los Douvalier padre e hijo, durante la que murieron asesinadas centenares de miles de personas. En Haití ha habido 42 presidentes y de ellos 29 han sido asesinados y sólo 2 han sido elegidos legítimamente. Como dice Eduardo Galeano, "a Haití, los marines siempre regresan, como la gripe". Con los marines llegaron además las políticas neoliberales. Ya con Douvalier se obligó a que desaparecieran las defensas comerciales y eso permitió que Estados Unidos colocara allí sus excedentes agrícolas. Era lo que buscaban. Cuando era colonia, Haití producía mucho para proporcionarle ingresos a la metrópoli, ahora importa el 70% de los alimentos que consume. Ha pasado de ser productor y gran exportador a convertirse en el cuarto importador mundial de arroz, sobre todo procedente de Estados Unidos. Eso es lo que provocó que la población que trabajaba en el campo, un 70% del total, se arruinara casi por completo. Las empresas norteamericanas utilizan su mano de obra baratísima en industrias de embalaje y de poco valor añadido, en las llamadas maquilas, que son verdaderos antros de explotación y muerte. Según un informe del National Labor Comitte de Estados Unidos, más de la mitad de las plantas maquiladoras están contratadas por firmas como Sears, Wal-Mart o Disney que pagan menos de la mitad de lo estipulado, exigen jornadas semanales de hasta 70 horas y contratan habitualmente a niños. No respetan el medio ambiente y los ecosistemas están destrozados. Aunque el nombre de Haití significa "tierra de montañas" hoy día sólo le queda un 3% de su antigua superficie forestal. Mientras tanto, y según el ex embajador en La Dominicana, desde Haití sale un 40% de la cocaína que se consume en Estados Unidos, en operaciones procedentes casi siempre de Colombia y de las que los servicios secretos deben tener buen conocimiento. El Washington Post llegó a publicar el nombre de los militares y matones implicados en el tráfico. Quien quiera entender lo que ocurre en Haití debe analizar, pues, la naturaleza y vinculaciones de los circuitos internacionales del crimen y la droga. Y los poderes que hay detrás de todo ello. Es materialmente imposible resumir en unas líneas la historia de infamias, saqueos, crímenes y desgracias que jalonan la historia de este hermoso país, de la perla que encandiló a Colón y que ahora sufre de nuevo. Aquellos esclavos creyeron que el sueño de la libertad estaba escrito también para los negros y sus amos blancos no se lo perdonaron nunca. Crearon un infierno donde se matan entre ellos y en donde, además, los destroza una lluvia que en lugar de apagarlas aviva las llamas. Autor: Juan Torres Lopez ( Catedratico de Economia Aplicada de la Universidad Malaga (ESpaña)
Haití: el infierno es este mundo Juan Lopez Torres Cuando escribía estas líneas se calculaba que más de mil setecientas personas habían muerto en Haití a causa de las lluvias. Las organizaciones internacionales de ayuda que trabajan allí estiman que las muertes se multiplicarán cuando se extiendan las infecciones. Es lógico que esto último ocurra en un país que apenas si tiene sistema sanitario. En 2002, el gasto en salud per capita fue de 56 dólares, cuando en España fue aproximadamente de 1600. Sin que ocurran las desgracias de estos últimos días, la esperanza de vida sana en Haití es de las más bajas del mundo: unos 43 años, mientras que en España es de más de 72 años. La mortalidad infantil fue de 139 por cada 1000, cuando en España es de poco más de 4. En nuestro país tenemos unos 4 médicos por cada 10.000 habitantes, en Haití hay 0,2. ¿Alguien puede extrañarse entonces de que las lluvias, por suaves que fueran, se conviertan en una auténtica masacre? Para colmo, el Fondo Monetario Internacional impuso recortes en los gastos sociales y la deuda externa (a veces para pagar créditos que ni siquiera llegaron a Haití) es económicamente extenuante. Sólo para hacer frente a los intereses se dedica el doble que lo que se gasta en sanidad. Como siempre que ocurren estas cosas, la tendencia general es a pensar que se trata de una desgracia natural más que cae sobre territorios o naciones que por su intrínseca miseria y pobreza están siempre condenados al sufrimiento y a la necesidad. Esto es cierto en el caso de Haití pero sólo desde un cierto punto de vista. Es verdad que hoy día Haití es el país más pobre del hemisferio norte. De sus ocho y pico millones de habitantes se calcula que unos 3,8 no disponen de ingresos suficientes para sobrevivir y que 2,4 están en situación de insuficiencia alimentaria crónica. El 50% está desempleado y un 52% en situación de pobreza. Los que trabajan no están en mejores condiciones. En la capital, Puerto Príncipe, el 92% de los empleos son informales; en el conjunto del país un 60%. Las imágenes que vemos del país son las de un territorio miserable, sin riqueza alguna, lleno de suciedad y hambre. Por eso a mucha gente le resulta sorprendente saber que Haití no fue siempre un país pobre ni muchísimo menos. Todo lo contrario. Cuando era colonia francesa proporcionaba a Francia más ingresos que todas sus demás colonias juntas. Allí florecían las artes y era la colonia más rica del mundo. Su ciudad emblemática, Cap Français (ahora Cap Haitien), era conocida como el París del Nuevo Mundo. La dominación española había sido tan desastrosa y cruenta que despobló el país casi por completo y los franceses lo repoblaron con esclavos negros. En 1789 las ideas de la libertad, la igualdad y la fraternidad estallaron en la metrópoli y los esclavos tuvieron la ocurrencia de creerse que eso iba también con ellos, los negros. Después de levantamientos y revueltas en 1804 se abolió la esclavitud. Antes incluso que en Inglaterra, que lo hizo tres años más tarde aunque, por cierto, con tan escasa convicción que hubo de reiterar la abolición en 1832. Este año se ha cumplido, por tanto, el segundo centenario de su independencia, de la proclamación del primer jefe de estado negro de la historia moderna. Se ha celebrado con sangre. A partir de entonces comenzaron los grandes dramas de Haití. La igualitaria y revolucionaria Francia no le reconoció la independencia y le exigió altísimas compensaciones. Estados Unidos la combatió desde el principio y decretó sucesivos bloqueos y embargos. El por otro lado tan reputado Thomas Jefferson dijo que "había que confinar la peste en aquella isla". En 1915 fue invadida por Estados Unidos que en 1918 obligó a cambiar su Constitución porque prohibía vender tierras a los extranjeros. Cuando lograron cobrar las deudas de sus bancos los norteamericanos dejaron Haití en manos de dictaduras sangrientas y miserables, como la de los Douvalier padre e hijo, durante la que murieron asesinadas centenares de miles de personas. En Haití ha habido 42 presidentes y de ellos 29 han sido asesinados y sólo 2 han sido elegidos legítimamente. Como dice Eduardo Galeano, "a Haití, los marines siempre regresan, como la gripe". Con los marines llegaron además las políticas neoliberales. Ya con Douvalier se obligó a que desaparecieran las defensas comerciales y eso permitió que Estados Unidos colocara allí sus excedentes agrícolas. Era lo que buscaban. Cuando era colonia, Haití producía mucho para proporcionarle ingresos a la metrópoli, ahora importa el 70% de los alimentos que consume. Ha pasado de ser productor y gran exportador a convertirse en el cuarto importador mundial de arroz, sobre todo procedente de Estados Unidos. Eso es lo que provocó que la población que trabajaba en el campo, un 70% del total, se arruinara casi por completo. Las empresas norteamericanas utilizan su mano de obra baratísima en industrias de embalaje y de poco valor añadido, en las llamadas maquilas, que son verdaderos antros de explotación y muerte. Según un informe del National Labor Comitte de Estados Unidos, más de la mitad de las plantas maquiladoras están contratadas por firmas como Sears, Wal-Mart o Disney que pagan menos de la mitad de lo estipulado, exigen jornadas semanales de hasta 70 horas y contratan habitualmente a niños. No respetan el medio ambiente y los ecosistemas están destrozados. Aunque el nombre de Haití significa "tierra de montañas" hoy día sólo le queda un 3% de su antigua superficie forestal. Mientras tanto, y según el ex embajador en La Dominicana, desde Haití sale un 40% de la cocaína que se consume en Estados Unidos, en operaciones procedentes casi siempre de Colombia y de las que los servicios secretos deben tener buen conocimiento. El Washington Post llegó a publicar el nombre de los militares y matones implicados en el tráfico. Quien quiera entender lo que ocurre en Haití debe analizar, pues, la naturaleza y vinculaciones de los circuitos internacionales del crimen y la droga. Y los poderes que hay detrás de todo ello. Es materialmente imposible resumir en unas líneas la historia de infamias, saqueos, crímenes y desgracias que jalonan la historia de este hermoso país, de la perla que encandiló a Colón y que ahora sufre de nuevo. Aquellos esclavos creyeron que el sueño de la libertad estaba escrito también para los negros y sus amos blancos no se lo perdonaron nunca. Crearon un infierno donde se matan entre ellos y en donde, además, los destroza una lluvia que en lugar de apagarlas aviva las llamas. Autor: Juan Torres Lopez ( Catedratico de Economia Aplicada de la Universidad Malaga (ESpaña)
Otro problema de Haiti es su aislamiento politico. Si uno lee la historia del país uno se da cuenta que sus problemas son más parecidos a los de muchos países africanos que los de nuestro continente. En mi opinión el caso más cercano es el de Liberia, república de la costa occidental de África gobernada por una élite de descendientes de esclavos liberados y asentados en dicho país por los Estados Unidos a mediados del siglo XIX. En Haití ocurrió lo mismo porque quienes gobernaron el país fue un grupo reducido de mestizos. Esa diferenciación quedó muy expuesta tras el terremoto, pues las zonas poco afectadas de Puerto Príncipe son precisamente los barrios donde vive esa gente. Me temó que la única época en la que Haiti - en ese entonces enclave francés en la isla La Española - estuvo plenamente integrado al mundo fue la edad dorada del corso marítimo en el siglo XVII.
Otro problema de Haiti es su aislamiento politico. Si uno lee la historia del país uno se da cuenta que sus problemas son más parecidos a los de muchos países africanos que los de nuestro continente. En mi opinión el caso más cercano es el de Liberia, república de la costa occidental de África gobernada por una élite de descendientes de esclavos liberados y asentados en dicho país por los Estados Unidos a mediados del siglo XIX. En Haití ocurrió lo mismo porque quienes gobernaron el país fue un grupo reducido de mestizos. Esa diferenciación quedó muy expuesta tras el terremoto, pues las zonas poco afectadas de Puerto Príncipe son precisamente los barrios donde vive esa gente. Me temó que la única época en la que Haiti - en ese entonces enclave francés en la isla La Española - estuvo plenamente integrado al mundo fue la edad dorada del corso marítimo en el siglo XVII.
El problema de Haiti no es caer bajo, sino levantarse desde el fondo del pozo. Haiti se ha convertido de facto en un protectorado internacional desde 1991. El hecho que los haitianos se hayan vuelto dependientes de la ayuda internacional para alimentarse, tener seguridad interna y un mínimo de institucionalidad nos habla de la fragilidad de la sociedad haitiana.
El problema de Haiti no es caer bajo, sino levantarse desde el fondo del pozo. Haiti se ha convertido de facto en un protectorado internacional desde 1991. El hecho que los haitianos se hayan vuelto dependientes de la ayuda internacional para alimentarse, tener seguridad interna y un mínimo de institucionalidad nos habla de la fragilidad de la sociedad haitiana.
Acá les pego otra visión sobre la historia de Haití, un poco distinta a las ya publicadas... HAITÍ La maldición del Caribe Por Fernando Díaz Villanueva Los que creen que los españoles fuimos pésimos colonizadores y que dejamos una envenenada herencia a la revoltosa prole de repúblicas hispanoamericanas tienen en Haití una demostración de que ninguna de las dos cosas es cierta. La comparación entre la ex colonia francesa y su vecino de isla: el español Santo Domingo, habla por sí sola. No todo íbamos a hacerlo mal. Haití es el país más pobre de América y uno de los más atrasados, peligrosos e invivibles del mundo. Pero no siempre ha sido así. Hace dos siglos, cuando los padres de la patria hicieron historia rebelándose contra Napoleón, Haití el nombre es un homenaje a los extintos taínos que un día habitaron el lugar se convirtió en la primera república negra del mundo y en la segunda nación de su hemisferio en conseguir la independencia. Durante sus primeros años de independencia, los haitianos miraban al mundo con optimismo; y hasta tuvieron dos emperadores: el libertador Jacques Dessalines y Faustino I, y un rey, Henri Cristophe, que antes de la independencia había trabajado de camarero en un mesón de Cabo Haitiano. En 1822 llegaron incluso a anexionarse la parte oriental de la isla, abandonada por España tras el cataclismo bolivariano el original, no el que Chávez está aplicando ahora a Venezuela con otros métodos. Aquella fue la última gran proeza de Haití en la Historia. En 1844 hubo de abandonar Santo Domingo, y aunque lo intentó varias veces más, nunca volvió a unificar la isla bajo su mando. Santo Domingo, ya convertido en República Dominicana, siguió su camino y Haití se resignó a ser el único país de la América hispana que no hablaba español, lo que le convirtió en una rareza. Para complicarlo más inventaron otro idioma, el criollo haitiano, una endemoniada variante del francés que sólo entienden ellos. Desde entonces, hace ya siglo y medio, Haití ha funcionado conforme a un ciclo perfectamente pautado de golpe de estado-dictadura-golpe de estado. De sus doscientos años de historia como nación independiente, apenas 30 han sido más o menos tranquilos, los últimos del siglo XIX. La pequeña república caribeña entró en las rutas del comercio mundial y, al menos durante una temporada, se olvidó de la política. Los frutos de la paz y el comercio se dejaron ver pronto: en aquella época fueron levantados el Palacio Nacional y la Catedral de Puerto Príncipe, ambos reducidos a escombros en el terremoto del otro día. Con el nuevo siglo volvieron las convulsiones. Entre 1908 y 1915 hubo ocho presidentes, y todos llegaron al poder violentamente, mediante cuartelazos. Nord Alexis quitó a Boisrond-Canal en 1902, Antoine-Simon a Nord Alexis en 1908, Cincinatus Leconte a Antoine-Simon en 1911; Tancredo Auguste sucedió a Leconte después de que a éste le matase una bomba en el Palacio Nacional. Auguste moriría envenenado un año después. Entre 1914 y 1915 hubo tres presidentes, que se sucedieron entre algaradas populares y matanzas de los llamados cacos, campesinos muertos de hambre que los políticos con aspiraciones de mandar contrataban como guardias pretorianas. Entre tanto, ahogada en la corrupción y el despilfarro, la economía haitiana se endeudaba sin remedio. Los bancos franceses y norteamericanos abrieron una línea de crédito que con el tiempo fue poniéndose muy difícil de cobrar. En 1910, un banco de Nueva York, el National City Bank, es decir, el Citibank, compró la Banque National d'Haïti, que además de emitir moneda hacía las veces de Tesoro de la república. En febrero de 1915 el último de los dictadores, un tal Vilbrun Guillaume Sam, a cuyos cacos se les había ido la mano asesinaron a 167 opositores, un ex presidente incluido, fue linchado y descuartizado por la multitud junto a la embajada francesa. Sus pedazos quedaron desperdigados por toda la capital, que entró en una espiral de caos y destrucción. Había llegado el turno de Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, que temía que el káiser Guillermo invadiese la isla amparándose en la pequeña pero próspera colonia de alemanes. Los alemanes de Haití, a diferencia de los franceses o los norteamericanos, habían echado raíces en la isla casándose con mulatas de buena familia, lo que demuestra que el racismo congénito de los alemanes es un mito sin sustento alguno. Los marines ocuparon la ciudad, y en unos días controlaron completamente el país, que pasó a ser durante 19 años un protectorado de los Estados Unidos. Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, los años de ocupación norteamericana fueron especialmente buenos. Haití pagó su deuda y se construyeron carreteras, puentes, hospitales y escuelas. Puerto Príncipe fue la primera ciudad de Latinoamérica en tener una centralita telefónica automática, y el país se transformó en un atractivo destino vacacional para los yanquis pudientes. De aquella época se conservan películas de un Puerto Príncipe idílico de calles limpias jalonadas por palmeras, donde siempre era primavera. Por deseo expreso de Roosevelt, en 1934 el último regimiento de los marines abandonó la pacificada y saneada isla. El Gobierno quedó en manos de Sténio Vincent, que, qué cosas, lo transfirió sin pelearse a su sucesor, Élie Lescot. Como la cabra tira al monte, Lescot instituyó un régimen corrupto y tiránico que acabó con un nuevo golpe militar, en 1946. La siguiente década fue de nuevo escenario de un ciclo golpe-dictadura-golpe; hasta que en 1957 el poder queda en manos de François Duvalier, un médico que había ejercido antes como ministro de Sanidad; precisamente por su profesión, el pueblo le llamaba Papá Doc. Duvalier instauró una dictadura férrea e irrespirable que se prolongó hasta su muerte, en 1971. Le sucedió su hijo Jean-Claude, Nené (o Baby) Doc, a modo de heredero dinástico, con sólo 19 años. La época de los Duvalier fue nefasta para Haití, que se hundió hasta las simas que conocemos. La economía se arruinó a la misma velocidad que se llenaron las cuentas suizas de los gobernantes. Para mantener la paz social y evitar levantamientos militares, Papá Doc apartó al ejército y se rodeó de un cuerpo paramilitar, los Tonton Macoutes, que perpetraban todo tipo de crímenes. En pleno delirio totalitario, llegó a afirmar que era un sacerdote vudú y que Kennedy había muerto por una maldición que él en persona le había echado. Promovió un nacionalismo de pandereta, que exacerbaba la negritud y el africanismo, lo que alejó a los inversores blancos que, durante un siglo, habían mantenido Haití dentro del mercado mundial. Al concluir la era de los Duvalier muerto el padre, y desterrado el hijo en Francia desde 1986, llegó la de Jean-Bertrand Aristide, un cura salesiano que gobernó tres veces y que ha sido acusado de tráfico de drogas, corrupción y violación de los derechos humanos. Más de lo mismo para un país castigado hasta un punto que en el mundo desarrollado no podemos siquiera imaginar. Hoy, Haití es una sociedad truncada, sin esperanza, que vive al día y que a estas alturas ni sabe de dónde viene ni a dónde va. http://historia.libertaddigital.com/la-maldicion-del-caribe-1276237386.html
Acá les pego otra visión sobre la historia de Haití, un poco distinta a las ya publicadas... HAITÍ La maldición del Caribe Por Fernando Díaz Villanueva Los que creen que los españoles fuimos pésimos colonizadores y que dejamos una envenenada herencia a la revoltosa prole de repúblicas hispanoamericanas tienen en Haití una demostración de que ninguna de las dos cosas es cierta. La comparación entre la ex colonia francesa y su vecino de isla: el español Santo Domingo, habla por sí sola. No todo íbamos a hacerlo mal. Haití es el país más pobre de América y uno de los más atrasados, peligrosos e invivibles del mundo. Pero no siempre ha sido así. Hace dos siglos, cuando los padres de la patria hicieron historia rebelándose contra Napoleón, Haití el nombre es un homenaje a los extintos taínos que un día habitaron el lugar se convirtió en la primera república negra del mundo y en la segunda nación de su hemisferio en conseguir la independencia. Durante sus primeros años de independencia, los haitianos miraban al mundo con optimismo; y hasta tuvieron dos emperadores: el libertador Jacques Dessalines y Faustino I, y un rey, Henri Cristophe, que antes de la independencia había trabajado de camarero en un mesón de Cabo Haitiano. En 1822 llegaron incluso a anexionarse la parte oriental de la isla, abandonada por España tras el cataclismo bolivariano el original, no el que Chávez está aplicando ahora a Venezuela con otros métodos. Aquella fue la última gran proeza de Haití en la Historia. En 1844 hubo de abandonar Santo Domingo, y aunque lo intentó varias veces más, nunca volvió a unificar la isla bajo su mando. Santo Domingo, ya convertido en República Dominicana, siguió su camino y Haití se resignó a ser el único país de la América hispana que no hablaba español, lo que le convirtió en una rareza. Para complicarlo más inventaron otro idioma, el criollo haitiano, una endemoniada variante del francés que sólo entienden ellos. Desde entonces, hace ya siglo y medio, Haití ha funcionado conforme a un ciclo perfectamente pautado de golpe de estado-dictadura-golpe de estado. De sus doscientos años de historia como nación independiente, apenas 30 han sido más o menos tranquilos, los últimos del siglo XIX. La pequeña república caribeña entró en las rutas del comercio mundial y, al menos durante una temporada, se olvidó de la política. Los frutos de la paz y el comercio se dejaron ver pronto: en aquella época fueron levantados el Palacio Nacional y la Catedral de Puerto Príncipe, ambos reducidos a escombros en el terremoto del otro día. Con el nuevo siglo volvieron las convulsiones. Entre 1908 y 1915 hubo ocho presidentes, y todos llegaron al poder violentamente, mediante cuartelazos. Nord Alexis quitó a Boisrond-Canal en 1902, Antoine-Simon a Nord Alexis en 1908, Cincinatus Leconte a Antoine-Simon en 1911; Tancredo Auguste sucedió a Leconte después de que a éste le matase una bomba en el Palacio Nacional. Auguste moriría envenenado un año después. Entre 1914 y 1915 hubo tres presidentes, que se sucedieron entre algaradas populares y matanzas de los llamados cacos, campesinos muertos de hambre que los políticos con aspiraciones de mandar contrataban como guardias pretorianas. Entre tanto, ahogada en la corrupción y el despilfarro, la economía haitiana se endeudaba sin remedio. Los bancos franceses y norteamericanos abrieron una línea de crédito que con el tiempo fue poniéndose muy difícil de cobrar. En 1910, un banco de Nueva York, el National City Bank, es decir, el Citibank, compró la Banque National d'Haïti, que además de emitir moneda hacía las veces de Tesoro de la república. En febrero de 1915 el último de los dictadores, un tal Vilbrun Guillaume Sam, a cuyos cacos se les había ido la mano asesinaron a 167 opositores, un ex presidente incluido, fue linchado y descuartizado por la multitud junto a la embajada francesa. Sus pedazos quedaron desperdigados por toda la capital, que entró en una espiral de caos y destrucción. Había llegado el turno de Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, que temía que el káiser Guillermo invadiese la isla amparándose en la pequeña pero próspera colonia de alemanes. Los alemanes de Haití, a diferencia de los franceses o los norteamericanos, habían echado raíces en la isla casándose con mulatas de buena familia, lo que demuestra que el racismo congénito de los alemanes es un mito sin sustento alguno. Los marines ocuparon la ciudad, y en unos días controlaron completamente el país, que pasó a ser durante 19 años un protectorado de los Estados Unidos. Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, los años de ocupación norteamericana fueron especialmente buenos. Haití pagó su deuda y se construyeron carreteras, puentes, hospitales y escuelas. Puerto Príncipe fue la primera ciudad de Latinoamérica en tener una centralita telefónica automática, y el país se transformó en un atractivo destino vacacional para los yanquis pudientes. De aquella época se conservan películas de un Puerto Príncipe idílico de calles limpias jalonadas por palmeras, donde siempre era primavera. Por deseo expreso de Roosevelt, en 1934 el último regimiento de los marines abandonó la pacificada y saneada isla. El Gobierno quedó en manos de Sténio Vincent, que, qué cosas, lo transfirió sin pelearse a su sucesor, Élie Lescot. Como la cabra tira al monte, Lescot instituyó un régimen corrupto y tiránico que acabó con un nuevo golpe militar, en 1946. La siguiente década fue de nuevo escenario de un ciclo golpe-dictadura-golpe; hasta que en 1957 el poder queda en manos de François Duvalier, un médico que había ejercido antes como ministro de Sanidad; precisamente por su profesión, el pueblo le llamaba Papá Doc. Duvalier instauró una dictadura férrea e irrespirable que se prolongó hasta su muerte, en 1971. Le sucedió su hijo Jean-Claude, Nené (o Baby) Doc, a modo de heredero dinástico, con sólo 19 años. La época de los Duvalier fue nefasta para Haití, que se hundió hasta las simas que conocemos. La economía se arruinó a la misma velocidad que se llenaron las cuentas suizas de los gobernantes. Para mantener la paz social y evitar levantamientos militares, Papá Doc apartó al ejército y se rodeó de un cuerpo paramilitar, los Tonton Macoutes, que perpetraban todo tipo de crímenes. En pleno delirio totalitario, llegó a afirmar que era un sacerdote vudú y que Kennedy había muerto por una maldición que él en persona le había echado. Promovió un nacionalismo de pandereta, que exacerbaba la negritud y el africanismo, lo que alejó a los inversores blancos que, durante un siglo, habían mantenido Haití dentro del mercado mundial. Al concluir la era de los Duvalier muerto el padre, y desterrado el hijo en Francia desde 1986, llegó la de Jean-Bertrand Aristide, un cura salesiano que gobernó tres veces y que ha sido acusado de tráfico de drogas, corrupción y violación de los derechos humanos. Más de lo mismo para un país castigado hasta un punto que en el mundo desarrollado no podemos siquiera imaginar. Hoy, Haití es una sociedad truncada, sin esperanza, que vive al día y que a estas alturas ni sabe de dónde viene ni a dónde va. http://historia.libertaddigital.com/la-maldicion-del-caribe-1276237386.html
Haiti y las galletas de lodo, cuando lo vi en "De película" con Veronica Ayllon, no lo pude creer. Mientras aqui, me incluyo nos preocupamos por un grano en el trasero, o por la trampita del fin de semana. Esto debería sensibilizarnos, la navidad Perutops es una demostración que aparte de la chacota, y de las pendejadas, podemos unirnos en causas que si valen la pena y nos engrandecen como ser humano. Felizmente hoy en la mañana, alcancé a editar el post y encontré el reportaje. [ame]http://www.youtube.com/watch?v=aG6kvjIOwuk[/ame] Galletas de barro para aliviar el hambre Crisis alimentaria en Haití Al igual que en otros países de Centroamérica, también en Haití los precios de los alimentos básicos han aumentado drásticamente en los últimos meses. Según la ONU, Haití figura entre los países menos desarrollados de la Tierra y es uno de los más pobres del Hemisferio Occidental. Foto: Archivo SOS Los niños, las primeras víctimas de la crisis alimentaria - Foto: Archivo SOS Al igual que en otros países de Centroamérica, también en Haití los precios de los alimentos básicos han aumentado drásticamente en los últimos meses. Según la ONU, Haití figura entre los países menos desarrollados de la Tierra y es uno de los más pobres del Hemisferio Occidental. La difícil situación ha originado el éxodo masivo del campo a la ciudad. En la mayoría de los casos, la esperanza de una vida mejor desaparece para dar paso a una situación todavía peor. Las consecuencias son palpables en los guetos y en un aumento de la pobreza. Los niños y jóvenes, y sobre todo muchos bebés, son las primeras víctimas de la crisis. Cada vez hace falta más dinero para adquirir alimentos y los niños dejan de asistir a la escuela por no poder seguir pagando las tasas escolares. Entretanto, la situación ha empeorado drásticamente y son muchas las familias que dependen de la ayuda humanitaria. Desde 2007, los precios de los alimentos se han disparado. En sólo un año los precios se han triplicado, y no parece que vayan a frenar su escalada; de hecho, entre enero y febrero de 2008 aumentaron hasta un 76%. La población haitiana se alimenta principalmente de arroz, judías, maíz y cereales; productos que se cultivan en el país pero no en cantidad suficiente para autoabastecerse por lo que se hace necesario recurrir a las importaciones. En el caso del arroz, por ejemplo, con la importación se cubre el 95% de la demanda. Los haitianos destinan una gran parte de sus ingresos a comprar alimentos; además, la escalada de precios les obliga a adquirir productos alternativos menos costosos. En la actualidad, por el precio de 1 kg de arroz se pueden conseguir dos kilos y medio de cereales, otro motivo por el cual se venden más cereales. La subida permanente de los precios de los alimentos básicos, como los cereales y el arroz, ha forzado a los más pobres del país a alimentarse a base de galletas de barro, conocidas como "picas", cuyo precio también ha subido últimamente. Estas galletas de barro, que a veces se mezclan con sal y grasa vegetal, son altamente perjudiciales para la salud, ocasionando desnutrición, dolor intestinal y otros efectos dañinos por toxinas potencialmente mortales y parásitos. cita: http://www.aldeasinfantiles-sos.org...mentos/pages/crisis-alimentaria-en-haiti.aspx
Haiti y las galletas de lodo, cuando lo vi en "De película" con Veronica Ayllon, no lo pude creer. Mientras aqui, me incluyo nos preocupamos por un grano en el trasero, o por la trampita del fin de semana. Esto debería sensibilizarnos, la navidad Perutops es una demostración que aparte de la chacota, y de las pendejadas, podemos unirnos en causas que si valen la pena y nos engrandecen como ser humano. Felizmente hoy en la mañana, alcancé a editar el post y encontré el reportaje. [ame]http://www.youtube.com/watch?v=aG6kvjIOwuk[/ame] Galletas de barro para aliviar el hambre Crisis alimentaria en Haití Al igual que en otros países de Centroamérica, también en Haití los precios de los alimentos básicos han aumentado drásticamente en los últimos meses. Según la ONU, Haití figura entre los países menos desarrollados de la Tierra y es uno de los más pobres del Hemisferio Occidental. Foto: Archivo SOS Los niños, las primeras víctimas de la crisis alimentaria - Foto: Archivo SOS Al igual que en otros países de Centroamérica, también en Haití los precios de los alimentos básicos han aumentado drásticamente en los últimos meses. Según la ONU, Haití figura entre los países menos desarrollados de la Tierra y es uno de los más pobres del Hemisferio Occidental. La difícil situación ha originado el éxodo masivo del campo a la ciudad. En la mayoría de los casos, la esperanza de una vida mejor desaparece para dar paso a una situación todavía peor. Las consecuencias son palpables en los guetos y en un aumento de la pobreza. Los niños y jóvenes, y sobre todo muchos bebés, son las primeras víctimas de la crisis. Cada vez hace falta más dinero para adquirir alimentos y los niños dejan de asistir a la escuela por no poder seguir pagando las tasas escolares. Entretanto, la situación ha empeorado drásticamente y son muchas las familias que dependen de la ayuda humanitaria. Desde 2007, los precios de los alimentos se han disparado. En sólo un año los precios se han triplicado, y no parece que vayan a frenar su escalada; de hecho, entre enero y febrero de 2008 aumentaron hasta un 76%. La población haitiana se alimenta principalmente de arroz, judías, maíz y cereales; productos que se cultivan en el país pero no en cantidad suficiente para autoabastecerse por lo que se hace necesario recurrir a las importaciones. En el caso del arroz, por ejemplo, con la importación se cubre el 95% de la demanda. Los haitianos destinan una gran parte de sus ingresos a comprar alimentos; además, la escalada de precios les obliga a adquirir productos alternativos menos costosos. En la actualidad, por el precio de 1 kg de arroz se pueden conseguir dos kilos y medio de cereales, otro motivo por el cual se venden más cereales. La subida permanente de los precios de los alimentos básicos, como los cereales y el arroz, ha forzado a los más pobres del país a alimentarse a base de galletas de barro, conocidas como "picas", cuyo precio también ha subido últimamente. Estas galletas de barro, que a veces se mezclan con sal y grasa vegetal, son altamente perjudiciales para la salud, ocasionando desnutrición, dolor intestinal y otros efectos dañinos por toxinas potencialmente mortales y parásitos. cita: http://www.aldeasinfantiles-sos.org...mentos/pages/crisis-alimentaria-en-haiti.aspx
Eso era la cronica de una muerte anunciada, la verdad bien dificil solucionarlo cuando ya la gente estuvo en una anarquia total y ahora con las enfermedades muy dificil.
Eso era la cronica de una muerte anunciada, la verdad bien dificil solucionarlo cuando ya la gente estuvo en una anarquia total y ahora con las enfermedades muy dificil.
Haiti se jodio cuando se Liberaon con sus propias manos de la colonizacion. Fue un ejemplo para toda America, en haiti dieron asilo a Bolivar y enviaron la campaña libertadora a sur america con reclutas hitianos. Porsupesto que los imperios nunca le perdonarian eso, como no le van ha perdonar a Argentina el haber tenido la osadia de enfrentarse a Inglaterra.
Haiti se jodio cuando se Liberaon con sus propias manos de la colonizacion. Fue un ejemplo para toda America, en haiti dieron asilo a Bolivar y enviaron la campaña libertadora a sur america con reclutas hitianos. Porsupesto que los imperios nunca le perdonarian eso, como no le van ha perdonar a Argentina el haber tenido la osadia de enfrentarse a Inglaterra.
cuando se independizaron de Francia, Haiti nunca debió ser independiente, no tienen ni tendrán capacidad de serlo, la mejor salida es ke vuelvan a ser un protectorado.
cuando se independizaron de Francia, Haiti nunca debió ser independiente, no tienen ni tendrán capacidad de serlo, la mejor salida es ke vuelvan a ser un protectorado.