El sexo y homus sovieticus – La prostitución en la Unión Soviética

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El sexo y homus sovieticus – La prostitución en la Unión Soviética​

Laurence Anthony – National Review Julio de 1988​

Entre mis recuerdos como estudiante de la Universidad de Leningrado hace cinco años (1983) destacan los titulares de la prensa soviética y las declaraciones de las autoridades negando rotundamente la existencia de la prostitución en la URSS. Pronto descubrí que tanta negativa no tenía asidero en la realidad: la prostitución florecía en los grandes hoteles reservados a los visitantes extranjeros como el Evropeiskaya y el Nevsky Prospekt. No obstante, las autoridades seguían negando obstinadamente la realidad. En particular evoco las declaraciones de un burócrata de Moscú que repetía la letanía oficial y decía que “no se podía prohibir lo que no existía”.

Cuando llegó el Glasnost ese discurso se agotó y la prensa oficial comenzó a admitir la existencia de la prostitución, haciendo la atingencia que era un problema “importado” y restringido a los grandes hoteles de las urbes soviéticas. Actualmente (1988) la prensa admite que el prostitución existe a gran escala en la Unión Soviética. El 22 de julio de 1987 el Soviet Supremo de la República Rusa (RSFSR) ya no acalló más lo que era un secreto a voces y emitió un decreto prohibiendo el ejercicio de la prostitución, bajo pena de multas mayores de 200 rublos (US$ 360.00). El reconocimiento oficial de la prostitución vino de la mano con otros problemas sociales como la pornografía, las enfermedades venéreas, la drogadicción, el mercado negro y la especulación monetaria. El diario Izvestia editorializó que “la intolerancia social hacia aquellas lacras sociales lograría el éxito de las medidas de represión hacia ellas”.

No existe un censo oficial del número de mujeres dedicadas a la prostitución en la URSS, pero la prensa oficial admite que es una industria floreciente. La Policía moscovita estima que hay cerca de 3,500 prostitutas en la ciudad. En otras ciudades – mayormente centros vacacionales y bases navales – el meretricio se ejerce con mucho éxito. Las prostitutas rusas literalmente asedian las residencias universitarias destinadas a estudiantes extranjeros. Los extranjeros son perseguidos en las calles por bandadas de chicas exageradamente maquilladas que rodean los hoteles, bares y restaurantes. El hotel Intourist en Moscú es el lugar más concurrido por las prostitutas rusas, quienes no tenían grandes problemas para ejercer su oficio hasta el año pasado (1987), pues la prostitución no existía en la Unión Soviética. Es más, hasta el Estado las protegía pues muchas de las damas de compañía en el hotel mencionado son informantes de la KGB.

No es difícil encontrar una prostituta en la URSS. Basta mirar a las chicas que acuden a los bares caros, hoteles y restaurantes que aceptan moneda extranjera. Además de guapas y bien vestidas, contactan rápidamente a sus clientes extranjeros pues hablan su idioma y adoptan nombres occidentales. Conocí un par de chicas en Moscú que dijeron adiós a sus nombres rusos (Svetlana y Vera) y se convirtieron en Stella y Viola. En Leningrado también conocí a un contrabandista que suplementaba sus ingresos de chulo de una amiga suya, que se hacía llamar Natasha o Natalie, dependiendo del cliente. Los clientes más constantes de Natasha son los finlandeses que viajan a Rusia a comprar alcohol barato. Siempre que la veo la encuentro con su guía ruso – finlandés en la mano.

Todos se benefician con la prostitución en la URSS, pues la cadena incluye a los porteros de los hoteles, choferes de taxi, peinadoras y propietarios de departamentos que hacen de esposos ficticios y doctores que falsifican los certificados de salud. Sin embargo, al igual que se gasta, también se gana: 40,000 rublos anuales (US$ 72,400.00) en el caso de una prostituta exitosa y 500 rublos (US$ 900) para los chulos por noche. La cuenta telefónica de una profesional equivale a 18 meses de trabajo del ruso promedio. Todas las chicas buscan casarse con un extranjero y poder comprar cosas en las tiendas caras.

Uno de los efectos del sinceramiento de las autoridades soviéticas respecto a la prostitución ha sido el aumento exponencial de chicas merodeando los hoteles y restaurantes para extranjeros. Aquellas que no tengan suerte allá pueden buscarse la vida en los brazos de estudiantes de intercambio en las residencias universitarias y marinos militares y mercantes en los puertos. Sus favores pueden costar tan poco como un par de jeans de moda o un desodorante importado. Las chicas que trabajan en las residencias pasan semanas enteras en ellas, literalmente de “cama en cama”. Las “portuarias” son fácilmente detectables pues pasan los días oteando el puerto con binoculares esperando que un buque atraque después de una larga travesía. Cuando atraca un buque ellas son las primeras en esperar a sus “hombres” en los muelles para ofrecerles sus servicios.

El averno en el mundo de la prostitución en Rusia son las estaciones de trenes. Las “ferroviarias” se ofrecen por una botella de vino barato o algo de comer. Muchas de ellas amanecen muertas en las bancas de los parques durante el invierno. Las más duras son delincuentes profesionales que no dudan en chantajear a sus clientes con fotos comprometedoras o drogarlos y robarles impunemente.

¿Cuáles son las causas de la prostitución en la URSS? La prensa culpa a la elevadísima tasa del divorcio en el país (50% en Moscú) y el hecho que el oficio sea hereditario, es decir, pasé de madre a hija. Una prostituta del balneario de Sochi me dijo que esperaba que su hija de 15 años fuera una profesional para retirarse a los 25 años con una buena pensión. Es muy común que las madres sean los chulos de sus hijas y que la casa familiar sea el centro de operaciones. La prensa atribuye esta conducta a la falta de cursos de moral y ética en las escuelas. Un caso muy comentado fue el de una niña de 13 años que daba besos a sus admiradores por helados o boletos para ir al cine. Lo peor de todo es que la muchachita pertenecía a la Liga de la Juventud Comunista (KOMSOMOL).

Las autoridades soviéticas son ahora conscientes del gran error cometido al negar lo obvio y son testigos del efecto “contaminante” de mujeres ociosas que nadan en champagne. Lo cierto es que todos los ciudadanos y ciudadanas tienen necesidades que no pueden ser cubiertas por la industria local. Lo único que pueden hacer es arrestar a las prostitutas acusándola de vagancia, contrabando, faltas contra la salud pública o molestar en la calle. Sin embargo ellas saben que saldrán libres sobornando a los policías, quienes las registraran como madres de familia, estudiantes o trabajadoras estatales. La única incomodidad que tendrán que pasar es una aburrida lección de moral socialista que entra por un oído y sale por el otro.

La explosión informativa sobre el mundo de la prostitución en la URSS ha creado la expectativa de draconianas medidas represivas. No obstante, el oficio más antiguo del mundo sigue siendo una falta leve en el código penal. Esta inconsecuencia es muy extraña considerando que la homosexualidad tiene cinco años de pena privativa de la libertad, la pedofilia ocho años y la transmisión de enfermedades venéreas dos años. Una revista ha roto el coro de voces desaprobatorias y sugiere la legalización y control impositivo de la prostitución. Para algunas prostitutas esta medida significaría pagar alrededor de US$30,000.00 en impuestos. De cualquier forma es un precio módico para continuar cosechando los beneficios del oficio en la URSS.

 

La Amante: heroína del Estado
Un aspecto del legado del Homo Sovieticus a la Rusia moderna es el estatus privilegiado de la amantes. Así, por ejemplo, los viejos camaradas no dudan en pedir a las autoridades de San Petersburgo que se erijan dos monumentos en la estación Finlandia: uno a la amante de Lenin, la ruso – francesa Inessa Armand, “como símbolo de la sensualidad, la femeneidad y la pasión” y otro a Nadezhda Krupskaya, la esposa del mismo sujeto, “honrando la paciencia, el confort y las virtudes hogareñas”. Ambos monumentos colindarían y serían una muestra “de la dignidad y el respeto que una tenía hacia la otra”.
En la Unión Soviética – por ende en la Rusia “democrática” – la infidelidad masculina es ampliamente aceptada por las mujeres. El Don Juan Tenorio soviético por excelencia fue el cosmonauta Yuri Gagarin, quien tuvo como amante a una enfermera en Crimea. Un día Gagarin tuvo que saltar de la ventana de su “Doña Ines”, para que su mujer no lo descubriera.
¿Qué decía el partido al respecto? Falta administrativa en público, en privado: ¿Tiene buen culo? Si tenías la suerte de conocer una camarada guapa y, estúpidamente, le confesabas tu estado civil, no importaba. No hay nada mejor en Rusia que compartir el marido (la mujer, jamás).
Es más, ni siquiera había que gastar mucho. Un chocolate en el café Puskhin, un ramo de rosas por el Día Internacional de la Mujer y Voila, ¡te voy a meter mano!
Debo confesar que este descubrimiento me da luces respecto a una canción de los Beatles, “Back to USRR”. Quizás ellos también conocieron las caricias de las compatriotas del Camarada Stalin, tanto así para declarar que Georgian girls really knock me out!
En cuanto a Lenin, si yo fuera comunista quedaría decepcionado de su persona. Morir con su amante y su esposa es la muerte más burguesa del mundo. En el cielo – o en el infierno – debe estar en compañía del rey Eduardo VII de Inglaterra, quien murió feliz de la misma forma. ¡Quien no quisiera que su trampa y la firme fueran amigas! Como diría un personaje de “Mil Oficios”: “Que dicha tiene el gallo (soviético)”.

 

Sea como sea la union sovietica fue el primer intento para que todos los hombres sean iguales y cambios drasticos neceitaban medidas drasticas pero al final fracaso por que el mundo capitalista se defendia con uñas y dientes mientras que la urss pensaba que con el tiempo todos iban a convertirse al sistema comunista y era cuestion de tiempo (que fue la teoria de stanli)y fue derrotado mientras trosky pensaba que se tenia que luchar de igual a ygual con los capitalistas.

 

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Esto me recuerda a un reportaje por los años 80´s, sobre los buques pesqueros que venian a llevarse nuestras riquezas marinas (por consentimientos de nuetras autoridades de turno), era la epoca del primer gobierno de Alan; y bueno estos buques pesqueros de la URSS, contrataban a pescadores peruanos para que trabajen en dichos buques pequeros, y un pescador conto que... habia visto una mujer rusa que se dedicaba a dar sexo a los trabajadores y marinos rusos que operaban el buque, asique creo que este pescador peruano imagino que tambien se habria hecho un ruso con esa prosti abordo.

sal2