La primera vez que me descubrieron con una chica en mi cuarto

Antes de empezar, esta es una “continuación” de esta historia: https://perutops.com/foro-relax/threads/mi-primer-agarre-en-la-universidad.438190/#post-4030007

Lo pongo entre comillas porque no pasa inmediatamente después pero sí cronológicamente. También haré la misma advertencia que ahí, esta es una serie de historias sobre vivencias sexuales que he tenido hasta la actualidad, pero todo tiene un inicio y en esta historia TAMPOCO HABRÁ SEXO, ya llegaremos a ese punto. Bueno, sigamos.

Como conté anteriormente, con Alicia no volvió a pasar nada, al principio fue muy raro porque seguíamos siendo compañeros de aula y ella sintió que la había utilizado, lo cual en parte fue cierto. Sin embargo éramos jóvenes así que pronto todo se normalizó y se volvió una amiga. Hablando de amigas, ella tenía una que era parte de nuestro trabajo grupal, con la que le hice sentir celos esa vez. Esta historia es sobre ella: Paloma.

Paloma era una chica que podría considerarse promedio. Trigueña, de estatura mediana, ni gorda ni flaca y de senos pequeños, pero a nivel físico destacaba en 2 puntos; un hermoso cabello negro lacio, largo y cuidado, como una hermosa perla que terminaba justo en su otro gran atributo, un redondo y bien formado culo que se marcaba con cualquier prenda que usara.

A nivel personal ella tenía todas las características que entonces buscaba en una chica; tímida, sin vicios, tranquila y fanática del rock. Cuando la conocí a fondo supe que quería estar con ella, sin imaginar que se convertiría en mi primer gran amor, la primera con quien viviría tantas anécdotas y la primera que me rompería el corazón.

No entraré en detalles de cómo empezamos porque es una historia larga y un poco complicada pero al final nos hicimos enamorados. Pasábamos todo el tiempo juntos en la universidad pero conforme avanzaban los meses deseábamos cierta privacidad, la cual se presentó en una oportunidad perfecta. Mi padre trabajaba todo el día y en distintas partes de Lima y mi madre, que en ese momento se dedicaba a cuidar a mi hermana, encontró trabajo, por lo que le pidió a mi abuela que la cuidara. Esto significaba algo importante; mi piso estaría vacío de lunes a viernes hasta las 7 p.m.

Después de las clases Paloma venía a mi casa, pero solo los viernes porque a su madre no le agradaba mucho la idea. Veíamos películas, vídeos, a veces nos poníamos a grabar tonterías mientras escuchábamos música, lo importante es que estábamos solos y con eso vinieron más momentos íntimos.

Ambos éramos inexpertos y con ciertos nervios solo nos besábamos. Algunos picos, luego besos de más duración, luego con mayor intensidad. Poco a poco ambos empezamos a abrir más nuestros labios y a sentir la punta de nuestras lenguas jugueteando. A los besos se sumaron caricias en el rostro, en el cuello, hasta bajar a su espalda, palpando el broche de su brasier. Me invadían las ganas de desabrocharlo, de explorar el cuerpo de una mujer, de esa mujer, por primera vez.

Fue en uno de esos viernes que mi curiosidad volvió a despertar. Paloma me detenía cada vez que mis manos querían seguir bajando pero ¿Qué pasaría si moviéramos todo a mi cuarto?¿Cambiaría su manera de pensar? Bueno, solo había una manera de averiguarlo pero necesitaba alguna excusa, me daba miedo decirle de manera directa que vayamos a mi habitación. Y tuve una idea.

 

Estábamos viendo una película y en una parte el protagonista mostraba una colección extraña que tenía.

• No lo veo tan raro – le dije
• Pero no es algo que cualquiera tenga, osea no es común
• Ya, pero todos tenemos algo así, como que un pasatiempo único
• ¿Todos? Yo no ¿Qué, tú sí?
• Bueno...

Paloma me miró fijamente con curiosidad y una sonrisa empezó a formarse en su rostro.

• Ya, necesito saberlo. Dime
• Pero no te rías
• No te prometo nada. Ya pues amor dime.
• Bueno, bueno....Haz visto que estoy obsesionado con la menta ¿no?
• Ya...
• Y por eso me compro a cada rato Tic Tac's
• Aja...
• Pues esas cajitas no las boto, las guardo. Todas.
• ¿Qué?- dijo riéndose- ¿Y por qué?
• Algún día puede valer algo, no se.
• No te creo, no eres tan raro tampoco.

Bingo.

• En serio, tengo un cajón lleno. Te lo muestro si no te vuelves a reír.
• Ya, sí, eso tengo que verlo.
• Ven.

Me levanté del sillón de la sala y fui a mi cuarto. Paloma me seguía, en silencio. Abrí la puerta sin ver atrás y me dirigí a mi mesa de noche, al último cajón. Luego me puse detrás de ella para que pudiera ver.

• Ahí está
• ¡Ja!, no te creo ¡Está lleno!
• ¡Me dijiste que no te ibas a reír!
• Yo te digo muchas cosas – siguió mirando con curiosidad - ¿Me puedo llevar uno?
• ¿Qué? ¡No! ¿Sabes cuánto me costo coleccionarlo todo?
• Pero es uno nomas, como evidencia – Se volteó para verme con ternura – Ya pues amor.
• Mmm...ya, pero necesito algo a cambio

Y con el dedo índice empecé a señalar mi boca. Paloma, sin dejar de sonreír, se acercó y rodeó mi cuello con sus brazos. Yo la tomé de la cintura y le di un beso. Sus labios eran cálidos, ardientes. Poco a poco la acerqué más a mi, juntando su cintura a la mía. Nuevamente nuestras lenguas jugueteaban y la temperatura subía. Sentía que su respiración se agitaba así que con mi mano izquierda empecé a acariciar su espalda mientras que la derecha bajaba lentamente hasta su cadera, recorriendo ese culo tan hermoso que me volvía loco. Esta vez no hizo nada para detenerme así que decidí tentar a la suerte y dar unos cuantos pasos adelante, ella hizo lo propio retrocediendo y juntos caímos en mi cama.

 

No podía creerlo, estaba encima de ella, sintiendo todo su cuerpo, que se ponía más y más caliente. Seguía besándola, apoyado en una mano para no aplastarla y con la otra sujetaba su culo con fuerza. La tenía ahí, todo su cuerpo para recorrer, explorar, besar y tal vez incluso, por fin, hacer el amor. Sentía que perdía la razón, solo pensaba en arrancar su polo, sacarle el jean, desabrochar su brasier, deslizar su calzón y no parar hasta terminar jadeantes.

Pero no podía ir tan rápido, necesitaba saborear ese momento así como estaba deleitándome con sus labios. Empecé a besar su rostro, haciendo un camino hasta su cuello, donde alternaba entre besos y pequeñas lamidas. Paloma empezó a suspirar levemente, abrazándome, y se fue relajando. Aproveché esto para mover mi mano de su culo y acariciar su muslo, abriendo discretamente sus piernas. Ella me siguió el ritmo y las movió. Estábamos en la clásica posición del misionero.

Tenía una erección que estallaba en mis pantalones. Yo seguía besando su cuello y ya con sus piernas abiertas mi mano estaba libre para subir hasta sus senos, tan suaves pero sus pezones estaban duros, erguidos. Mientras los masajeaba empecé a mover mi cintura despacio, de arriba a abajo. Paloma pasó de suspiros a unos pequeños gemidos, sujetándome con más fuerza, aumentando la presión del movimiento, que se hacía más rápido. Estaba extasiado, disfrutando cada segundo, cuando de pronto escuché un ruido metálico. Al principio pensé que tal vez mi cierre se había roto pero inmediatamente reonocí el sonido, era el de la puerta principal de mi piso. Alguien la había abierto.

Me detuve en seco y a los 3 segundo me paré de golpe. Paloma me veía sorprendida y yo solo atiné a poner mi dedo en la boca, en señal de que haga silencio. Ya se estaba molestando pero cuando escuchó unos pasos sus ojos se abrieron. No sabía que hacer, la puerta principal estaba muy cerca de mi cuarto, el cual seguía con la puerta abierta. Le dije en susurros a Paloma que se escondiera y salí rápido hacia el baño.

Me mojé el rostro con la esperanza de que no notaran a Paloma y así decir que simplemente me iba a dar una ducha cuando alguien tocó la puerta. Era mi madre. Dudé un momento pero tuve que abrir.

• José ¿Se puede saber que hace esa chica en tu cuarto?
• Tranquila mamá, yo te puedo explicar pero tranquila – era joven y obviamente sentí mucho miedo.
• Sí, me vas a explicar. Acompaña a esa chica al paradero y vienes de frente a decirme qué pasó, luego cuando venga tu papá también le dices. Y agradece que estoy siendo paciente y no la saco del cabello, pero no quiero verla de nuevo en esta casa.

Fui a mi cuarto y vi a Paloma sentada en mi cama, tiesa. Se paró apenas entré. Ambos salimos en silencio y la acompañé a tomar su carro. No dijimos casi nada mientras esperábamos y cuando ya llegaba su micro solo atiné a decirle.

• Yo me encargo de esto – y le di un beso

Pasé todo el camino de regreso planificando una mentira y lo conseguí. La mentira desembocaría en otra historia, una extensa, por eso no la diré pero igual creo que si lo contara no me creerían. Solo diré que dio resultado y pude seguir normal mi relación con Paloma. Como dije, ella fue muy especial y con ella tuve mi primera vez...aunque no fue una muy tradicional. Pero eso...eso es una historia para otro día.

 

Al final te la terminaste tirando a la flaca

 

Buena cofrade la chibola accedió

 

Tuviste que inventar algo para que te creyeran buena cofrade te salvaste